Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❈•≪39. Vacilliàmo≫•❈

—Al final accediste a tener una cita conmigo.

Cubriéndose parcialmente el rostro con la carpeta que traía en manos, Yeosang no pudo evitar sonreír ante las palabras de Yunho, bastante inocentes y encantadoras desde cierta perspectiva, pero totalmente erróneas desde otra. Si estaba en el estadio de los Kia Tigers, era por trabajo, como siempre lo había sido y ambos lo sabían.

—¿No deberías estar practicando? —preguntó en lugar de negar las afirmaciones ajenas. Yunho traía puesta la vestimenta de receptor menos el casco de seguridad, sin embargo, en vez de encontrarse en el campo junto a los demás, estaba fuera como un par de otros jugadores de los cuales no podía identificar sus posiciones. Sólo números grabados en sus camisetas.

—Llegas tarde para eso —le dijo el alfa dominante, pasándose una mano por encima de la cabellera café—. Ahora es el turno de los jardineros. Estamos en prácticas individuales.

Asintiendo en comprensión, volvió a mirar hacia el campo, notando que incluso Mingi, a la distancia, se hallaba recostado contra la banca del dugout, las piernas abiertas con exageración en una postura relajada y celular en mano. Su cabellera antes al ras, ahora crecida unos centímetros como para caer hacia adelante y cubrir sus sienes.

—Ya veo —comentó por lo bajo, descubriéndose los labios y mirando al receptor con atención—. Hongjoong me contó que lo recibiste bien.

—¿Creí que estabas aquí por trabajo? —cuestionó con una ceja en alto. Enmarcando la suavidad de su expresión en algo más áspero y severo.

—Es algo extraoficial, si no te molestaría responder.

Girando el rostro hacia el diamante, el alto asintió cortamente—. Me pareció lo correcto —respondió con claridad, un tono firme pero en una tesitura suave—. Un gato como él podría salir corriendo atemorizado de ser demasiado rudo. Además, se veía bastante perdido cuando le dije que Mingi no estaba en casa.

—Así que, ¿actuaste de alma caritativa?

—Puedes ponerlo del modo qué quieras, Yeosang —le dijo en un tono más serio, girándose a verlo. Siendo esa, la primera vez que lo llamaba por su nombre—. Pero incluso si tu amigo no me caía muy bien, no iba a dejarlo a su suerte en Gwangju, no importa cuántas veces haya estado aquí para jugar, dudo que sepa manejarse en las calles de nuestro vecindario.

—Caía —repitió con interés el rubio—. ¿Te agrada ahora?

—Fui un poco duro con en él en el pasado, admito eso y que me dejé llevar simplemente porque quería proteger a Mingi. Me las tomé contra Hongjoong y sin darme cuenta, hice una montaña de un grano de arena. Pero no soy estúpido ni un bastardo sin corazón, puedo darme cuenta, al menos ahora, que no es un mal sujeto. Yo exageré las cosas entre todos.

—¿Qué te hizo querer llevarte bien con él? —preguntó con la cabeza ladea, curioso.

—Incluso si Mingi no estuviera apegado a él o quisiera cortejarlo, no soy ciego, ¿de acuerdo? Puedo darme cuenta que está enamorado, lo que significa que por un tiempo formará parte de su vida, lo que por consecuencia nos hará cruzarnos. No quiero ser el típico idiota que no sabe superar sus asperezas del pasado, como cualquier persona, quiero crecer y seguir adelante. Llevarme bien con él, significa eso. Además, es un poco encantador.

Enarcando las cejas, Yeosang se mostró sorprendido, era la primera vez que escuchaba a Yunho expresarse con tanta madurez, lo que demostraba su seriedad auténtica con respecto a Hongjoong y su determinación de querer que las cosas funcionen entre ellos, después de todo, aún si no lo quería, iba formar parte de la vida de su mejor amigo. Quedarse atascado en el final no iba a llevarlo a ningún lado prospero.

Interpretando su silencio de la manera equivocada, Yunho se acercó hasta el muro en el que descansaba con naturalidad, y apoyó una mano al costado de su cabeza, acortando la distancia unos centímetros significantes para ser precisos. Sin embargo, sus cuerpos siguieron sin tocarse. Como si existiera una barrera invisible de consentimiento que ninguno se atrevía a traspasar.

—¿Por qué tan callado de repente, cariño? —preguntó el alto con la cabeza a un lado—. ¿Celoso?

Riéndose, el más bajo meneó la cabeza con lentitud, en un signo de incredulidad—. ¿De qué? ¿De que le dijeras encantador a Joong? Me has dichos cumplidos más halagadores que ese.

—Eso no significa que no puedas estarlo, ¿o me equivoco?

Abrazándose a la carpeta, asintió de nuevo, esta vez con firmeza—. Lamento decirlo, pero no estoy celoso. Si lo estuviera, dudo que pudieras deducirlo.

—No me crees muy listo, ¿cierto?

—Por el contrario, eres inteligente, sólo que un tanto despistado.

Arrimándose más cerca, Yunho usó una de sus manos para levantar su mentón, las acciones fueron cuidadosas y suaves. Amables en algún punto indeterminado que le estremecieron por dentro. Inconscientemente, se removió en su lugar y separó los labios, dispuesto a decir algo que aporte a su anterior comentario, o eso supuso, al menos. No obstante, el sonido de las palabras no se formó. Se quedó intacto y muerto en sus cuerdas. El aroma fragante del café penetrando sus fosas nasales y haciéndolo sentir mareado, en combinación con la dulzura intensa de la frutilla, Yeosang se sintió desequilibrado. Como un muñeco de miembros sueltos y respiración entrecortada.

La facilidad con la cual podía imaginarse en una cocina, temprano en la mañana con el sol de primavera dándole la bienvenida a él y a los jarrones de flores que lo rodeaban en un ambiente natural, era impresionante. Un estilo rustico que se acoplaba con la intensidad de su propio aroma.

Desde aquella vez en la pista de hielo, la capacidad con la que podía imaginar ambientes de ese estilo eran descomunales. Pero lo asombroso no era sólo eso, sino cuántos otros podía crear su mente. Y todo por la mezcla atrayente del café y la frutilla. Fragancias intensas y opuestas que jamás esperó encontrar en un alfa dominante, menos uno con una cara de cachorro como Jeong Yunho.

—¿Despistado, eh? —murmuró el alfa dominante, inclinando la cabeza con un esbozo de sonrisa—. Yo diría que puedo leerte bastante bien.

—¿Qué tanto? —preguntó de regreso, humedeciendo sus labios. La tensión alrededor de su carpeta, aumentando. Los papeles probablemente arrugados.

—Bueno —dijo el receptor, viéndolo con una atención electrizante—. tus pupilas están dilatadas y te sostienes a esa carpeta como si tu vida dependiera de ello.

—Podría ser que esté nervioso por la cercanía.

—El corredor entero huele a rosas y tus labios se mantienen separados, ansiando que los bese.

—¿Cómo estás tan seguro?

Yunho no respondió de inmediato, en cambio, procedió a deslizar su pulgar por su belfo inferior en una caricia tentadora que lo dejó deseando más, Yeosang arrimó su cuerpo y abrió su boca en una invitación inconsciente que lo dejó expuesto. No obstante, no se dio cuenta de ello. Las feromonas contrarias lo llenaron de un aroma embriagador y capturaron su mente en una nebulosa de telarañas confusas.

Fue fascinante lo rápido que le hizo perder la compostura.

Acercándose hasta que sus labios se rozaron en cada nueva respiración, el más alto le sonrió de forma arrogante, conocedora y tentadora. Demostrándole de nuevo, porqué le gustaban tanto los alfas dominantes y el aura de confianza aplastante que cargaban con ellos al andar.

—Por cómo reaccionas bajo mi toque, tan sutil y simple, es encantador.

—Sí qué tienes agallas para asumir que sólo es por ti.

Deslizando la mano por su mentón, el alfa terminó sosteniendo toda su mejilla. Dedos largos que fueron gentiles y una palma cálida que se sintió acogedora en el tacto.

—Si no me equivoco, ¿insinúas que reaccionarías de la misma forma por cualquier otro?

—¿No lo haría cualquiera bajo un trato amoroso?

—¿Amoroso? —preguntó Yunho con una ceja enarcada, juguetona—. ¿Quién te dijo que pretendía algo más allá que una buena jodida para quitarte de mi sistema?

—El mismo gato que trataste de encantador, es bueno para revelar confesiones cuando está muy emocionado hablando de su alfa, ¿sabes?

—Entonces —murmuró en una cadencia baja, un susurro íntimo que traspasó la piel y ardió en las venas—, ¿puedo besarte o todavía sigo en prueba?

—Dijiste que eras bueno para leerme, ¿no? —replicó en la comodidad de su barítono—. ¿Qué dirías tú que puedes hacer?

—Para ser sincero contigo, me gusta que me lo digan.

—Tienes permiso de besarme.

Sin mayores demoras, Yunho fue rápido para conectar sus labios en un beso fogoso que se sintió en la piel. La mano en su mejilla, afirmó el agarre y lo arrimó más cerca. Sosteniéndolo en su lugar para que no se echara hacia atrás. Percibiendo el calor impropio próximo, pudo percatarse también de cuánto se habían pegado sus cuerpos, hasta tocarse  básicamente. Suspirando del gusto, siguió el ritmo que el alfa marcó. Uno exigente y necesitado que revelaba la sinceridad de sus sentimientos. La urgencia de sus necesidades y la bestialidad de sus instintos.

Llevando una de las manos a las prendas del receptor, el editor se aferró a ellas con fuerza, hasta convertir sus manos en un puño de nudillos blancos. La ferocidad de su hambre lo tenía sin aliento y completamente mareado.

Respirando por la nariz, no pudo evitar jadear cuando sintió una mano deslizarse por los costados de su cuerpo y danzar hacia abajo, tocando sus prendas superficialmente y llegando a un punto de no retorno al flotar sobre la superficie de su pierna cubierta. Jadeando por segunda vez, dio una respuesta positiva al arrimar su pelvis a la ajena, escuchándolo gruñir en la oscuridad cálida de aquel corredor. El sonido no sólo retumbó en el silencio, sino que también en su pecho, haciéndolo derretirse en aquellas manos expertas.

Enredando su pierna en la cadera ajena, Yeosang sintió el fuego de la pasión emerger del interior de su corazón acelerado, las venas ardiendo y las terminaciones vibrando en una necesidad imperiosa de concretar el encuentro, de ir más allá sin importar dónde se encontraran. Y que Yunho se mostrara igual de dispuesto, besándolo con una vehemencia devastadora, lo hizo sentir en la novena nube. Cegado en su totalidad de estímulos externos.

No obstante, una parte de su cabeza era muy consciente de dónde se encontraban y de quiénes los rodeaban a metros de distancia, por lo que no prolongó la situación a un punto irremediable. Y muy a su pesar, colocó una mano en el pecho del alfa, haciendo uso de su destacada fuerza, lo alejó hasta que sus labios chasquearon y se rompieron en un sonido quedo.

—Besas mejor de lo que pensaba —admitió el beta en un susurro, sonriendo hacia el alfa confundido.

—¿Por qué nos detuvimos en la mejor parte? —preguntó, desorientado. Dándole un apretón al muslo que todavía sostenía entre sus manos grandes. Y la imagen fue obscena.

—Porque estamos en un lugar público y eso no me va.

Relamiéndose los labios, el receptor asintió, emitiendo menos feromonas—. Lo siento —murmuró con cierta timidez, las orejas rojas y la voz queda—. Debí darme cuenta.

Riéndose, el beta pensó que fue una lástima que le soltara la pierna, pero aún así, se recompuso rápido y enderezó la postura, mostrándose despreocupado y un tanto divertido.

—Yo te pedí que me besaras, ¿recuerdas?

—A pesar de ello debí leer mejor la situación en la que estábamos, lo siento.

Impresionado por sus modales de caballero, Yeosang no pudo evitar la ternura emergente en su pecho y, repentinamente, inclinarse hacia arriba hasta volver a sellar sus labios en un beso efímero que les supo dulce.

—Está todo bien, extraoficialmente, lo hiciste fantástico.

Riendo, el alfa sacudió la cabeza en una complicidad no pautada—. ¿Podemos tener una cita pronto? Muero de ganas por conocerte mejor.

—¿No me conoces lo suficiente?

—Nah, creo que hay más debajo de ese rostro bien esculpido.

Mordiéndose el labio inferior, el beta miró su carpeta unos segundo antes de asentir—. Ya que insistes tanto, tengamos una cita real.

—¿Nada de encuentros fugaces en los corredores del club? —preguntó para estar seguro.

—Pensé que te gustaban —dijo a modo de juego, pestañeando rápidamente con una inocencia bien portada.

—Cualquier cosa va a gustarme si viene de ti, no tengas dudas.

—Eres bueno con las palabras —le halagó con una sonrisa—, pero no deberías dar nada por sentado. Podría sorprenderte.

—¿No lo sabes todavía? —replicó el alfa, acercándose hasta rozar un beso en su mejilla—. Me gustan que me sorprendan.

Riéndose de manera tonta, el beta lo empujó lejos antes de enderezar la postura por completo—. Tienes mi número, escríbeme cuando estés libre.

—Nos vemos pronto, bebé —y tras exclamarlo, le guiñó un ojo.  Aumentando su risa.

—Lo qué digas, cariño. Tengo trabajo que hacer.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

—¿Por qué tan feliz? —preguntó Seonghwa luego de terminar de hurgar en su bolso y encontrar una barra de cereal.

Viéndolo, Yeosang se echó para atrás en las gradas, sonriente—. Tengo una cita este sábado.

—No nos digas nada. Jeong Yunho te invitó —intervino Hongjoong, comiendo de su sándwich.

Enarcando una ceja, el beta lo observó con atención, se veía bien a simple vista, pero si lo mirabas de cerca, podías notar que se hallaba estresado y un poco ojeroso. Lo que le sorprendía, porque junto a Seonghwa habían notado que regresó de su viaje contento. Aliviado. No obstante, hoy no parecía ser su día.

—Sí, me invitó hace un rato. Antes de entrar, ¿por qué?

—Por ninguna razón, me sentía con ánimos de adivinar —respondió con seques para poco después, tragar lo que tenía en la boca y mostrar su expresión de arrepentimiento más sincera—. Lo lamento, no fue intencional. Sólo quería saber qué pensabas de él, es todo.

—Ya te lo dije, no considero que sea un chico tan malo, sólo un poco arrogante.

—¿Que besa bien? —preguntó el patinador al acercarse y olfatearlo con rapidez, una que no pudo eludir.

—¿Quién dijo que nos besamos?

—Oh vamos, ninguno aquí es tonto. Sabemos cómo funcionan las feromonas.

Para que la esencia de una persona se quedara pegada en otra, debía existir algún tipo de contacto intencional y alguna acción adrede que incentivara el proceso de marcar como tal, fuera de forma ligera o no. Las interacciones duraderas como una charla, por ejemplo, no dejaban la fragancia de nadie sobre el cuerpo ajeno. A menos que se estuviera compartiendo un ambiente cerrado y más de cinco horas con la persona en cuestión, lo que dudaba, a menos que fueran amigos o parejas directamente.

La manera de pegarle la fragancia a alguien eran mediante un contacto estrecho: ya sea un abrazo, o algo más intenso como un beso o incluso un faje, lo que en teoría, había realizado con Yunho. Lo del beso claro, todavía no pasaban más allá. Y no creía que fueran a tardar en hacerlo, para ser honesto consigo mismo.

—Bueno, puede que nos hayamos dado un par que otro beso —admitió luego de un rato, jugueteando con el sorbete de su bebida.

—¿Y no lo cuentas ahora?

—De hacerlo antes habrías enloquecido.

Riéndose, Hongjoong se limpió las manos entre sí y asintió en reconocimiento para sorpresa de todos—. No me miren así, sé que hubiera actuado como un loco. Yunho no me agradaba entonces.

—¿Pero te agrada ahora?

—Considerando que sólo estaba haciendo lo que creía conveniente para su mejor amigo, no me disgusta —respondió tras un encogimiento de hombros—. Podría haber sido menos agresivo en su trato pero entiendo que yo tampoco fui pasivo.

—Esa terapeuta tuya sí que te está abriendo los ojos —comentó Seonghwa con un aprecio  evidente y una admiración desbordada.

—Bueno, para eso le paga el club, ¿no?

Rodando los ojos, el patinador tomó una de sus galletas y se las llevó a la boca, ahorrándose las palabras en la actitud pesimista de su amigo. O como prefería llamarla, "realista". Que lo era en algunos casos.

—¿Qué te gusta de él? —preguntó el albino luego de haber terminado de comer.

—No lo sé.

Y era cierto. Por primera vez en la vida, no tenía idea qué le atraía de alguien, en esta ocasión, de Yunho. No sabía si era su expresión como alfa dominante marcada o si era su personalidad confiada que rozaba los límites de la soberbia. Características que no debería de ver como positiva pero encendían un fuego incontenible en sus entrañas. Además, el sujeto era guapo. Eso no había cómo negarlo, su cara de cachorro le daba unos aires de inocencia encantadores pero tenía rasgos definidos en su rostro que lo hacían atractivo y varonil.

Diseccionar cada pequeño sub-tema no lo iba llevar a ningún sitio pronto, razón por la cual, prefería catalogar lo suyo como atracción inmediata, pese a que no lo fuera tanto en realidad y se hubiera suscitado después de un encuentro tenso en esa misma pista de patinaje en la que se encontraba ahora pero con sus amigos.

—Pero van a tener una cita —murmuró el alfa sin comprender.

—No necesita que algo de Yunho le guste específicamente para tener una cita.

—Sí, pero, ¿hace cuánto se frecuentan? —preguntó el albino, para acto seguido estrechar loa mirada—. Siendo franco.

—Hace unas pocas semanas, nada grande. Dos casi tres.

—En cualquier momento podría ser un mes —destacó Hongjoong con una casualidad fingida, como si el tema no tuviera que ver con él. Inmediatamente, Seonghwa lo avaló.

—Y todavía no sabe qué le gusta de ese..., ¿receptor, cierto?

Yeosang rió, Seonghwa realmente no estaba muy enterado de nada fuera del patinaje artístico, lo que era cómico y a veces lamentable. No tenía ni siquiera vida personal, seguro, algún que otro acostón pero nada formal ni serio que le requiriera atención o dedicación. Toda ésta se encontraba enfocada en conseguir otra medalla olímpica. Lo que era admirable, sin embargo, algunas ocasiones con Hongjoong, se cuestionaban lo insalubre de su vida como patinador olímpico. Era uno de los mejores en su campo, pero le exigía tanto que era aterrador verlo contenerse y privarse de la vida de esa manera.

—Sí, uno de los mejores —acotó el omega con cierta reticencia, negado a reconocer un hecho—. No me miren así. Es más de lo que puedo hacer por el momento. En mi consideración, Jiyu siempre será el mejor de todos en Corea.

La admiración de Hongjoong hacia Jiyu era auténtica, no sabe el momento exacto en el que surgió pero la complicidad que esos dos manejaban era honesta, en algún punto, creyó que inclusive llegarían a algo por las tendencias a coquetear que tenía el beta, pero luego de un tiempo conociéndolo, se dio cuenta que era un rasgo más de su personalidad y no hacía distinción personal para con nadie. Lo que no era malo.

—¿Entonces Mingi es el mejor lanzador de su generación? —preguntó con humor, queriendo molestarlo.

—No —fue la respuesta inesperada y cruda del castaño—. Puede ser mi alfa, pero no significa que vaya a ponerlo en un pedestal. Es bueno, demasiado que es ridículo, pero está dentro de los cinco mejores. O de los tres, quizás. No más.

«Y eso que no es el mejor», pensó Yeosang con un tono de risa que llamó la atención. No obstante, nadie preguntó el repentino dejo de humor en su resoplido.

El cual para ser sincero, surgió en parte por el pensamiento, y a raíz de Hongjoong mismo, desde hacía un tiempo en adelante, el omega había comenzado a referirse a Mingi como su alfa. Dando por sentado muchos aspectos que todavía no sucedían ni se habían tratado. Sabía sobre sus confesiones, pero de ahí en fuera, no tenía idea de qué había pasado entre ellos o con la idea de cortejo. Pero en el cerebro de su amigo, empezaba a asimilar al moreno como eso: su alfa.

Lo que no era malo siempre y cuando el rol fuera permanente. Lo que esperaba, fuera así.

—Vaya, esperaba que fueras un poco más adulador.

Rodando los ojos, el castaño se mostró indiferente al comentario de Seonghwa—. No veo razones para serlo, incluso si me gusta.

—¿Quién diría que este día llegaría? Kim Hongjoong enamorado de su eterno rival, Song Mingi.

Lanzando su servilleta, el castaño se mostró enfurruñado—. Ya deja de ponerlo de esa manera, me hace sentir fatal. Como si hubiera cometido algún pecado ridículo.

—Enamorarte de tu enemigo —señaló el albino con humor, carcajeándose cuando el omega se deslizó en la grada que ocupaba y cruzó los brazos. Apretando los labios, el beta le dio al patinador una mala mirada—. Bueno, bueno —dijo con las manos en alto, en señal de redención—, que era un chiste, no lo tomes tan en serio. Lo siento, Joong.

Al omega no le molestaba que le señalaran que se acostaba con Mingi o en dado caso, que había desarrollado sentimientos por él después de años de defenestrarlo y catalogarlo de las peores cosas, lo que le crispaba en realidad y le jodía bastante, era el hecho de lo hipócrita que lo hacía sentir. Como éste bien dijo, como si hubiera cometido un pecado. Pero todo se debía a la baja estima que se tenía y al concepto de inferioridad en el que siempre se resguardaba. Tratándose como si no fuera un humano con sentimientos y poniéndose en un segundo plano.

—Sí, lo qué sea —dijo Hongjoong, todavía incómodo consigo mismo.

—Nadie te juzga, Joong —le dijo Yeosang al verlo decaído, emanando feromonas de estrés—, y si alguien se atreve a hacerlo, es un imbécil. Enamorarse es algo que no se puede evitar, y sí, odiabas a Mingi, pero conociste a la persona detrás del concepto que te habías creado, eso dice mucho de ti y de cuánto cambiaste. Tuviste tus altibajos pero los superaste, paso a paso, los fuiste dejando atrás. Eso no es de hipócritas, es de humanos.

Arrimándose cerca, el omega lo envolvió con los brazos en un abrazo apretado. Descansando la cabeza en su hombro derecho—. Me dijo que me quiere..., de nuevo.

Mostrándose más comprensivo, Seonghwa, parado frente a ellos, suavizó la voz—. ¿Y cuál es el problema?

—No pude contestarle —murmuró en una cadencia angustiada—. Sólo me quedé mudo, fue tan absurdo.

—Es normal asustarse cuando alguien se confiesa de la nada.

—Sí —concordó el castaño—, pero él ya lo había hecho antes. Y aún así, sigo sin saber qué decir. Estoy seguro de que me gusta, Jesús, realmente me gusta mucho, pero ¿quererlo? Son dos conceptos distintos.

—La respuesta siempre terminara llegando —pronunció Seonghwa con compasión, sonriéndole a Hongjoong—. Tarde o temprano, lo sabrás. No importa el apego o el cortejo, olvídate de eso incluso. Si lo quieres, tu corazón te lo dirá.

—Hasta ahora no ha hecho más que callarse —destacó con pesimismo.

—Quizás no estés preparado para admitirlo —razonó Yeosang—. O tal vez, no lo sientas igual. Sólo tú puedes saberlo.

—Gracias —murmuró el castaño luego de un rato en silencio—, realmente sería un desastre sin ustedes dos.

—Para eso están los amigos.

Y por primera vez en la mañana, tanto Yeosang como Seonghwa, escucharon reír a Hongjoong de manera genuina.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

Retorciendo sus dedos sobre su regazo, Yeosang miró en todas las direcciones antes de comprobar su atuendo por tercera vez. El rubio había decidido colocarse un suéter naranja y unos pantalones de mezclilla negros, un tanto ajustados pero cómodos. Prenda que vino por parte de Seonghwa, diciendo que le hacían ver bien la silueta, aparte de darle un aire encantador. Hongjoong en cambio, se encargó de esponjar su cabellera, siendo cuidadoso en ello y determinado. Con la excusa de que así cambiaría de aires, ya que siempre la llevaba como era: lacia.

Y si quería impresionar, lo importante era lucir renovado de vez en cuando. A lo que le dio la razón.

Carraspeando, el beta se quitó una de las pelusas que traía en su suéter y, de nuevo, miró alrededor del restaurante tradicional. Apretando las comisuras en un rictus disconforme, el editor se removió en su asiento. Notando a las otras personas en las mesas, conversando en silencio y teniendo un aparente buen rato. Tomando su móvil, corroboró que fuera la hora pactada y no se hubiera adelantado. O atrasado en dado caso, pero no, salió del trabajo a tiempo.

Inquieto, comenzó a mover una de sus piernas, y cuando se creyó capaz de levantarse y pagar su vaso de agua para marcharse, una voz juguetona tras su espalda, lo hizo sobresaltar.

—¿Nervioso?

Girando por sobre su hombro izquierdo, Yeosang finalmente se topó con la silueta desvergonzada de Yunho. Quien, pese a su fachada juguetona, lucía una mirada apenada que era tan sutil como difícil de distinguir.

—Yo no bromearía mucho con alguien a quien dejaste esperando casi diez minutos —replicó con seriedad, volteando hacia el frente. No mucho después, el alfa dominante ocupó ese campo de visión.

—La práctica del equipo se estiró más de lo que anticipaba —explicó con un tono más calmo, serio inclusive—. El tráfico es una mierda allá fuera así que, lo lamento, debí haberte mandado un mensaje al menos. No lo sé. Hacerte saber que llegaría tarde. Lo siento, cariño.

—¿Ya empezamos con los apodos? —preguntó con una ceja enarcada, jugueteando con el menú—. La siguiente vez, si es que se da, procura mandar un mensaje. Sería bastante caballeroso y educado de tu parte. Más si se trata de una cita.

Mostrándose honestamente apenado, el alfa dominante con aroma a café, asintió varias veces, como un cachorro regañado. Lo que se le hizo encantador.

—De acuerdo, lo tendré presente. Hablo en serio, bebé —agregó ante su falsa mirada escéptica.

Sonriendo, le replicó—. Ya deja esa tontería de apodos, te creo —y tras suspirar con profundidad, se apoyó en su palma derecha—. ¿Cómo estuvo la práctica hoy? —preguntó—. ¿Alguna novedad de la postemporada que te interese compartir?

—¿Y si mejor pedimos algo primero?

Riéndose, el beta asintió—. Lo siento, suelo estar en mi modo trabajo incluso con mis amigos.

—No me molesta, tranquilo —le aseguró con una sonrisa jovial que le restó años a su apariencia ya juvenil—. ¿Tienes en mente qué quieres pedir?

—Vengo de una jornada dura, así que algo pesado no me vendría mal para tomar, de comida estoy bien con cualquier cosa que quieras.

—¿Estás seguro que con cualquier cosa? —viendo por dónde iban los tiros, el beta aún así asintió—. Porque te estaría queriendo a ti para cenar.

—Tentador —le replicó al alfa dominante—, pero me apetece algo que yo también pueda saborear.

—Como no deseo pasarme de vulgar contigo, diré que veamos el menú con calma y elijamos sin prisa, ¿qué tal suena eso?

—Como un buen plan.

Y lo fue, bastante para su sorpresa genuina. En el medio de lo que ordenaban se pusieron a conversar, al principio fue algo simple, temas aleatorios sobre sus días complejos y asuntos triviales que sirvieron para llenar los silencios efímeros que se instalaban de vez en cuando.

Yunho dejó esa fachada de ganador y se tornó más serio a la hora de hablar de su amistad con Mingi, comentando lo significativa que era para él y cuánta importancia tenía en su vida. Fue un lado que no esperó ver temprano en esa tarde, sin embargo, no le disgustó en lo más mínimo. Fue atrayente y refrescante escucharlo hablar con ese tono de alguien que no fuera él. Además, los sentimientos podían percibirse en las palabras y en la manera con la cual se expresaba.

Mingi era más su alma gemela que su mejor amigo. Y eso le encantó, por alguna razón que no pudo explicar.

Hablar de Seonghwa y Hongjoong respectivamente, fue como relatar una película. Ya que del modo en el que había conocido a uno, había sido totalmente distinto a cómo había conocido al otro. No obstante, el aprecio y el amor que sentía por ambos era incomparable. Su rostro se llenó de sonrisas al redactar anécdotas de lo tensa que fue la relación del omega y del alfa al principio, lo obstinado que podía ser uno y lo persistente que podía ser el otro. 

—Supongo que después de que lo conoces, aprendes a quererlo —comentó en referencia a Hongjoong.

—¿No es lo mismo con Mingi o contigo? —repreguntó con curiosidad. Ladeando la cabeza.

Su comentario, hizo al opuesto enarcar una ceja—. ¿Estás aludiendo a que empiezas a quererme?

Sonriendo, Yeosang se llevó el vaso de cerveza a lo labios—. ¿No es demasiado pronto para eso? —preguntó luego de dar un trago.

—¿Y qué tal del deseo?

—Eres directo —señaló a modo de reconocimiento, bajando su bebida a medio terminar. Tras un rápido vistazo a su reloj, corroboró que no pasaban de las siete—. ¿Qué me dices de dar una vuelta por ahí? Tomar un poco de aire.

Levantándose de inmediato, Yunho le ofreció su brazo aunque todavía estuviera sentado—. ¿Por qué no? —fue su contestación—. Me gusta apreciar la vista.

Riéndose de manera tonta, el beta recogió sus cosas y se puso de pie, aceptando el brazo que le ofrecían—. Quiero suponer que vamos a dividir la cuenta.

—Pensé que yo invitaba —dijo el alfa, algo descolocado.

—Como te dije, quizás la siguiente vez.

Inclinándose en su dirección, Yunho apenas llegó a rozarle la mejilla con los labios antes de hablar—. Kang Yeosang —susurró con una textura rasposa que no había oído antes—. Eres una criatura fascinante.

Riéndose, Yeosang sólo le guiñó un ojo antes de soltarse y dirigirse a la caja. No sabía cómo saldría su caminata, pero anticipaba que estaría a rebosar de cumplidos sin filtro y coqueteos explícitos.

Lo que no le desagradaba.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

—Kim Hongjoong creí que no volvería a verte de nuevo.

Girándose sobre sus talones, el omega sonrió en grande al distinguir las siluetas de Maddox y Jongho en aproximación. Había sido un tiempo desde la última vez que los vio. En parte por su cobardía y en mayor medida, por recomendación de su terapeuta, la cual le aconsejó que no asistiera a los entrenamientos si le causaban estrés. En cambio, le recomendó que hiciera otras actividades en su lugar, lo que fue pasar tiempo de calidad con Mingi básicamente.

—Fueron sólo unas semanas, hyung —replicó con indiferencia, minimizando su ausencia.

Estrechándolo en un abrazo demoledor, el omega palmeó la espalda del alfa con incomodidad. No era muy fanático de las muestras de afectos repentinas.

—Es un gusto verlo, hyung —dijo Jongho con una confianza que no recordaba—. Las cosas no han sido las mismas sin usted.

—Jongho aquí, tiene razón —dijo el rubio en un resoplido, soltándolo—. Esas semanas se sintieron como meses, ya sabes, apenas lo hicimos bien contra los Kiwoon Hereos sin ti. Necesitábamos de tu espíritu guerrero. Los bastardos lograron sacarnos tres carreras de ventaja.

Los Kiwoon Hereos eran un grupo originario de Seúl, como ellos, pero desde que habían ingresado a la Liga en 2008 y renombrado el club, sólo lograron conseguir tres victorias. Desde entonces, sólo conseguían derrotas o, directamente, no calificaban para la Serie de Asia. Lo que no eran muy buenas estadísticas para un equipo de la capital, pero teniendo que eran de categoría B, se comprendía mejor.

—Siento que están exagerando. Oí que lograron buenos números contra los Samsung Lions y los Lotte Giants.

Resoplando, el alfa hasta rodó los ojos—. Esta temporada los Lotte Giants apenas consiguieron margen suficiente para calificar entre los cinco mejores, no fueron nada. Los Samsung Lions por el contrario, casi nos comen vivos. Fue gracias a Jongho que dimos vuelta las jugadas.

—Felicidades entonces, tienen de qué alegrarse. No veas el vaso medio vacío, hyung. Tú siempre decías eso.

—Bueno, eso era antes de que la postemporada se pusiera tan competitiva. ¿Oíste de la derrota de los Kia Tigers contra los SSG Landers?

—Fue hace semanas, hyung.

—Sólo prueba mi punto —murmuró el alfa con las manos en alto—. Pero eso es lo de menos, ¿qué te trae por aquí?

—Apoyo moral.

—Pensé que se había cansado de eso, hyung.

Viendo hacia Jongho, no pudo evitar sonreírle y palmearle la espalda unos segundos—. Exacto, casado. Ya no más. Necesito observar sus juegos para ponerme en ambiente, la siguiente semana comienzo a entrenar de nuevo.

—¿Qué dijo el personal sobre ello? —preguntó Maddox con curiosidad, caminando hacia el final del corredor.

—Que están contentos de que pueda reintegrarme. El mánager se mostró muy positivo al respecto.

—Ya iba siendo hora, de verdad nos hacías falta.

A pesar de lo que había dicho con respecto a observar el juego, no fue lo que hizo inicialmente, porque tan pronto tomó asiento en la banca, no sintió nada más que aburrimiento, lo que lo llevó a distraerse con su móvil nuevo. Porque al final sí se compró otro. Volviendo agendar a todos menos a sus padres. Manteniendo a éstos en el antiguo celular. Había resultado liberador de alguna forma ya no tener el pensamiento intrusivo de cuándo su madre podría escribir, qué podría ser o peor aún, cuándo lo llamaría.

Le agradecía eso a su terapeuta. Aunque se culpaba por no haberse dado cuenta más temprano en su vida, se hubiera ahorrado tantos problemas y malestares.

Resoplando, dejó esos pensamientos y navegó por su móvil con la misma inexpresividad de antes hasta que la pantalla se iluminó y su corazón comenzó a latir desbocado. Relamiéndose los labios, se lo llevó a la oreja. Atendiendo a la llamada entrante con la mayor rapidez que sus repentino nerviosismo le permitió.

—Hola —murmuró cuando la línea se conectó. Al otro lado, se escuchó un suspiro prolongado.

—Hola, Ángel, ¿cómo estás? ¿Cómo va la práctica?

Incluso si no le pudo corresponder a su confesión aquella noche, esa situación no los aplastó ni los dejó posicionados en una situación incómoda. Como la primera vez que se declaró, el alfa, sólo le proporcionó caricias reconfortantes y no dijo nada. Llevándolo a la cama de la mano y hablándole de lo adulador que se mostró Sarang con su hermano, pese a verlo tan poco.

—Estoy bien, ¿qué hay de ti? —preguntó con una voz más compuesta—. La práctica marcha con normalidad, nada muy interesante. Los entrenadores se están ocupando de los jardineros, lanzadores y de los receptores, no es la gran cosa.

—¿Esperabas un juego?

—Bueno, sí, algo más emocionante que verlos calentar.

—Deberías comentarlo con el mánager entonces.

Resoplando, el omega rodó los ojos ante el humor impropio—. ¿Quieres que me mate? El siguiente juego es importante como para permanecer en la banca cuando ya puedo jugar.

—¿Ansioso?

—Bueno, es contra ustedes, por supuesto que lo estoy.

—Tienes dos semanas para prepararte, para entonces, estarás bien. Descuida.

Entrecerrando los ojos, Hongjoong se removió en su asiento—. No me lo dejes fácil sólo porque soy yo —su demanda, al parecer, tuvo algo de gracia, porque al otro lado de la línea, Mingi comenzó a reírse.

—Me gustas y todo, pero soy serio en mi trabajo. No mezclo las cosas, ¿entiendes? Incluso si eres tú, voy a hacer lo mejor posible para sacarte del diamante a la primera.

—Qué romántico, pero lo agradezco, intentaré patear tu culo también.

—Me muero de ganas por verlo —aseguró el moreno con una suavidad que podía interpretarse como lo contrario—. ¿Quieres que te pase a buscar?

Enderezándose de repente, el castaño tuvo una inflexión aguda en su voz de la que no se sintió muy orgulloso—. ¿Estás en Seúl?

—Sí, me dieron permiso para una escapada de unos días.

Mordiéndose el labio inferior el omega miró hacia el campo—. Tengo una cita con Maddox y Jongho para cenar, ¿quieres venir?

—¿Maddox quiere que vaya? —replicó con humor.

—No creo que le moleste tanto, en serio. Ven.

—¿Qué será?

—No lo sé, creo que comida china. No lo tenemos seguro.

—De acuerdo, me tienes ahí. Sólo recuerda de avisarles, no queremos problemas.

—Cállate, no es un pulgoso rabioso, lo tomará bien.

—Pagaría por verlo. Nos vemos, Ángel.

Tras despedirse, el omega permaneció con una ligera sonrisa en la cara el resto de la práctica.

En cuanto a Maddox, no lo tomó muy bien. Por ponerlo de alguna manera, lo tomó fatal. Negándose a convivir en un mismo espacio que el enemigo, así fue como lo puso. Su actitud infantil, pese a tener 27 años, hizo reír a Jongho, el menor de ellos. Quien no se tomó el asunto con tanta seriedad. Y para cuando Mingi se mostró en presencia de los tres, Hongjoong quiso treparlo como un árbol. Empezando a creer que su animal espiritual de verdad era un gato.

El moreno se veía despampanante, vistiendo prendas cómodas y ordinarias. Incluso lucía más jovial, aunque el bloque de color fuera tan opuesto a lo acostumbrado. Llevaba una remera naranja, ancha, con un estampado blanco en el medio junto a unos pantalones de mezclilla azules claro. Las zapatillas deportivas blancas, hacían que luciera más informal todavía. Como el joven adulto de 25 años que era.

Deslumbrado por su apariencia, no pudo evitar el impulso de acercarse y terminar de acortar la distancia que los separaba, para en un acto inesperado, frotar su nariz en la mejilla del alto. A quien tuvo que obligar a inclinarse para lograr su cometido. De fondo pudo escuchar un carraspeo obvio que le hizo reír.

—Te ves genial —le susurró antes de apartarse.

—Y tú luces encantador.

Hongjoong dudaba que eso fuera cierto, simplemente llevaba una remera de cuello de tortuga blanca, simplona y algo holgada, mientras que por encima lo cubría un cárdigan morado, en las piernas llevaba un pantalón de mezclilla gris claro y unas zapatillas blancas en los pies. Bastante cómodo también.

—Sí, sí, sí. Ya entendimos, se quieren —dijo Maddox de repente, interrumpiéndolos—. Pero hice una reservación y Jongho aquí tiene hambre. ¿Podemos apurarnos, por favor?

Riendo, el omega asintió, tomando del brazo al alfa pelinegro—. Al final lo tomó mejor de lo que anticipaba. Te lo dije.

—Más o menos —replicó el moreno, dejándose guiar. El interior del restaurante era tradicional y rustico, un ambiente tranquilo ocupado por varias personas jóvenes, el ruido de la charla era sutil y el aroma de la comida preparándose emergía de la parte trasera de la caja—. Se ve bien.

—Yo diría que huele impresionante —intervino Jongho, asombrado, siguiendo a Maddox de cerca. Desde su ausencia, esos dos habían desarrollado una buena amistad. Lo que le alegraba sinceramente.

—Gracias, soy regular aquí —comentó el rubio con el mentón en alto, orgulloso—. La comida es fantástica. Espero que les guste. Va a mi nombre.

—¿No sería apropiado dividir la cuenta? —cuestionó Jongho.

—Nah, yo los invité —dijo el rubio con un ademán desinteresado—. Tal vez con el intruso dividamos cuentas. El resto está libre de disfrutar lo qué quiera.

Rodando los ojos, Mingi no respondió pero tampoco se mostró en desacuerdo, prefirió en cambio, agacharse y besarlo en la mejilla como hace tiempo no hacía. Lo que tuvo a Hongjoong sonriendo en grande. Fascinado por la muestra de afecto.

Y al llegar a la mesa asignada, la sonrisa no se perdió. Permaneció imborrable en su rostro. Delatando que algo había sucedido entre ellos dos pero manteniéndolo al margen de ojos curiosos.

Y al principio, lo que constó de hacer las órdenes y las elecciones de los platillos y las guarniciones, no fue muy complicado ni existieron malentendidos de por medido. Resultó bastante fácil, en realidad. Para cuando éstos llegaron, se instaló una conversación casual en la mesa. Nada muy relevante o significativo. Sólo comentarios al azar que llenaron el silencio que se gestaba mientras no comían.

Sin embargo, en algún tramo de la cena, la curiosidad obtuvo lo mejor de Maddox.

—¿Saben? —dijo en un tono tranquilo, llevándose una buena cantidad de fideos a la boca—. Nunca pensé que estaríamos en esta situación.

—¿Qué situación? —preguntó el inocente de Hongjoong.

—Comiendo tranquilamente con el enemigo —y al decirlo, recibió una mirada crítica de Jongho—. Es cierto, jugaremos contra ellos en menos de dos semanas. Tan equivocado no estoy.

—Se están preparando mejor, asumo. Sus últimos juegos han rayado lo deficiente.

Enarcando una ceja, el rubio bajó sus cubiertos—. ¿Qué hay de ustedes? Perder contra los SSG Landers...

—Es algo bastante honrado —dictaminó Mingi sin verse afectado—. Jiyu-ssi es uno de los mejores en la defensa y las renovaciones este año le sirvieron de mucho al equipo. Contrario a la situación de los Kiwoon Hereos.

—Estábamos distraídos ese día —excusó Maddox en un resoplido.

—Su ofensiva fue un desastre, no tuvieron comunicación alguna y encima, tuvieron varias aperturas en la defensa que no debieron existir. No fue distracción, fue falta de coordinación.

—Vaya, y dime, ¿desde cuándo es que eres entrenador que no me tenía el dato?

—Analizo los juegos de todos mis oponentes desde mi segundo año, es algo básico en mi opinión y con el tiempo aprendes a leer sus jugadas. Es todo —agregó con un encogimiento de hombros, robándole una de sus zanahorias—. No pretendo fingir ser un máximo experto, fue sólo una observación. Tómala para bien.

—Así que en tu opinión —inquirió Maddox, escéptico y renuente a aceptar algo de su alfa—, ¿qué deberíamos mejorar?

—La comunicación entre sus jardineros —dijo con rapidez, sin dudarlo—. Tienden a vacilar demasiado a la hora de realizar un pase. A quién será o a qué base lo dirigirán. Principalmente su jardinero central, es demasiado despistado.

Y Mingi podía saber de eso mejor que nadie, ya que era un jugador doble rol, lo que significaba que cumplía en dos posiciones dentro del diamante. Una como lanzador y la otra como jardinero central. No era nada fuera de lo común, si se tenían las habilidades y las características, era posible y muy común que los equipos tuvieran un doble rol o varios de ellos. A Hongjoong lo consideraban uno por ser bateador asignado.

—Nunca creí que fueras de los que dan consejos al enemigo.

—No estamos en guerra, Maddox —señaló Mingi con cierto cansancio, cortando de su carne—. Tampoco somos compañeros, solos rivales en el campo. De ahí en fuera, si alguien me pregunta algo relacionado al béisbol, no dudaría en responder. De cualquier forma eso no cambiaría la realidad.

—¿Qué realidad? —preguntó Jongho.

—Que seguiría bateando a todos fuera.

—Un poco engreído, ¿no? —murmuró Hongjoong con un esbozo de sonrisa.

—Tal vez, pero no tengas dudas de que es así. Soy el chico estrella de la generación, ¿recuerdas?

Mordiéndose el labio inferior, el omega intentó no reír ante las tonterías de su alfa. Maddox en cambio, las tomó literales.

—Aunque no estás jugando ni la mitad de encuentros que el año anterior.

—Una reforma en el plantel —explicó con un encogimiento—. No es mi culpa, además, entiendo que quieran probar nuevas variantes. No siempre jugaré para ellos.

—¿Planeas mudarte de casa? —preguntó el alfa rubio con mayor curiosidad.

—Si las ofertas que se presentan y son las indicadas, ¿por qué no? —replicó con seriedad, luego de terminar de masticar—. ¿Acaso no todos tenemos otras aspiraciones?

—Un día esperó calificar para la MLB —respondió Jongho con una honestidad que nadie se esperaba—. Aunque tengo que seguir practicando mi inglés para eso.

—¿Ves? —señaló el alfa dominante con un gesto grácil—. Querer algo diferente no es malo, simplemente es parte de progresar en tu carrera profesional.

—Entonces, ¿qué quieres tú?

—¿Ahora mismo? —preguntó Mingi, viéndose atento y receptivo en su conversación con Maddox. Quien no tardó en asentir, intrigado—. Quiero a Hongjoong.

Ahogándose con la cerveza que se hallaba bebiendo, el aludido, no pudo evitar toser de forma sonora. Cubriéndose la boca con la mano y golpeando el brazo del moreno con la otra.

—¿Qué mierda estás diciendo en público? —logró formular de manera torpe, el rostro caliente y las mejillas sonrosadas.

—Nada más que la verdad.

—En serio me dan asco —afirmó Maddox sin un veneno real, sacudiendo la cabeza con incredulidad y lo que pareció ser una sonrisa sutil en los labios. Jongho por su parte, sólo rió. Guardándose cualquier comentario para sí.

Al terminar la cena, la cuenta fue dividida entre los dos alfa, lo que no sorprendió ni al omega ni al beta del grupo. Eran cerca de las diez y la noche se posaba sobre sus cuerpos con un manto reconfortante de estrellas apenas visibles. Y mientras se dirigían al Mazda de Mingi, Hongjoong aprovechó para que se tomaran de la mano en su corto viaje. Balanceándolas con lentitud.

—¿Qué tal la pasaste? —preguntó el castaño con curiosidad. Viéndolo desde abajo con sus ojos grandes.

—Fue estimulante hablar de béisbol con Maddox, es más elocuente y cordial de lo que recordaba.

Riéndose, golpeó sus brazos—. Es un buen hyung, te lo dije. Sólo que no tenía una buena impresión de ti, es todo.

—¿Y ahora piensas que sí?

—¿Te importa?

—Lo quieres —aseguró Mingi sin un tono en particular—. Es una persona relevante para ti, así que su opinión sobre mí, importa. No quiero tener malentendidos con nadie que sea parte de tu vida. Eso incluye a Jongho. Quien por cierto, es más callado de lo que anticipaba.

—Es alguien reservado —concordó Hongjoong con un asentimiento breve—. Pero es un buen chico, sólo le cuesta abrirse con desconocidos.

Al ingresar al Mazda negro del alfa, el omega se llevó la sorpresa de recibir un beso en los nudillos. Asombrado, sus cejas se alzaron hacia arriba y sus ojos redondos se ampliaron con incredulidad.

—Me alegro de que tengas personas en las que apoyarte.

Riéndose de forma hilarante, el castaño se apartó de un golpe inofensivo—. ¿Qué con eso, tan de la nada?

—Sentí que debías oírlo.

—Gracias —susurró sin tener idea de qué más ofrecer. Mejillas sonrojadas y pupilas dilatadas—. Por todo.

—Para servir —dijo con un amague de reverencia que le robó otra risa al omega—. ¿Puedo besarte? —preguntó el alfa sin aliento.

Quitándose el cinturón de seguridad antes puesto, Hongjoong se inclinó hacia adelante. Apoyando una mano en el respaldo impropio y la otra en el muslo del moreno, buscando un mejor soporte. Labios entreabiertos y expectantes. Mingi llevó una mano a la parte trasera de su cabeza y tras inclinar la propia, sus bocas se encontraron en un beso profundo que los tuvo suspirando del gusto.

Fue en ese momento de intimidad apasionada, que la claridad atravesó al omega.

—Sí —susurró entre respiraciones, confundiendo al pelinegro.

—¿Sí? —repitió sin entender.

—Puedes cortejarme.

Y asombrado de lo fácil que salieron las palabras de su boca, el campocorto se lanzó a rodear el cuello del lanzador y a besarlo nuevamente con un brío que los dejó sin aliento. Entusiasmado y contento a partes iguales. Sin embargo, muy para su pesar, no fue correspondido con la misma vehemencia. La vacilación y la congoja se hicieron presente en los labios estáticos del moreno.

—¿Qué sucede? —preguntó con genuina incomprensión. Creía que el otro hombre estaría más feliz al darle una respuesta positiva.

Relamiéndose los labios, Mingi los sostuvo por las dos manos con firmeza, no obstante, evadió su mirada con una vacilación palpable y una tensión incontenible.

—Tengo algo que decirte —murmuró con un peso de hierro en las palabras y una angustia que desgarraba su garganta—. Es importante y lamento haber tardado tanto.

De inmediato, el jugador de los Doosan Bears pensó que esto sería algo malo. Las sensaciones que le trasmitía, las feromonas amargadas y la expresión acongojada en el originario de Gwangju, le dieron todas las señales para prevenirse de una catástrofe.

—¿Es muy grave? —no pudo evitar preguntar.

Sin irse con largas, el moreno le soltó la verdad de un tiró, atravesándolo como una bala.

—Intenté marcarte.

—¿De qué estás hablando? —preguntó con las iris temblorosas, incrédulo de lo que escuchaba.

—Aquella vez en mi Penthouse, cuando dije haberme lastimado la mano, no fue cierto. Te mentí.

—¿Te mordiste en mi lugar? —conjeturó con inmediatez, la voz en declive y el sonido de las palabras quedo. Su respiración irregular.

—Lo sé, lo siento, debía haberme contenido más, debía haberte dicho antes...

—¿Por qué querrías marcarme? —cuestionó con la voz baja y temblorosa, para acto seguido, mirarlo con una compresión avasalladora.

Soltándole las manos, Mingi procedió a cubrirse el rostro con ellas y a inclinarse sobre el volante, luciendo más diminuto de lo que en verdad era.

—Lo lamento —repitió con un malestar auténtico y la voz ahogada entre sus palmas—. Lo lamento tanto.

—¡Ya basta con eso! —exigió el omega, crispado, golpeando la guantera del auto. El ruido retumbó por el pequeño espacio cerrado como un eco eterno—. Ya deja de disculparte y explícame porqué rayos no me lo contaste antes.

—Tenía miedo de cómo fueras a reaccionar. El momento tampoco se dio y yo, no lo sé, ¿de acuerdo? Sólo me asusté de que fueras a salir corriendo si te enterabas.

—¿Cómo pretendes que confíe en tu cortejo después de esto? —cuestionó con un tono claro, lleno de frustración—. ¡Hiciste una promesa! ¡Dijiste que nunca actuarías en contra de mi voluntad! ¡¿Por qué intentaste...?!

—¡Porque me imprimí a ti! —exclamó con la misma frustración, enderezándose y revelando un rostro contraído por la tristeza—. Por eso intenté marcarte inconscientemente..., porque me imprimí a ti.

Cubriéndose la boca con ambas manos, Hongjoong ya no supo qué decir. Las palabras murieron en su garganta y las cuerdas le cortaron la respiración. Dejándolo estático en su asiento y escuchando ruido blanco de fondo. Sintonizando una frecuencia ininteligible en su corazón.

—Porque te quiero tanto que quiero tenerte en mi vida de la forma qué sea.

—Pero eso no está bien —consiguió murmurar.

—Lo sé.

Tragando el nudo en su garganta, el omega se forzó a preguntar—. ¿Fue la única vez?

—Sí. Aunque el impulso sigue estando, ¿sabes? No de marcarte, sino de querer tenerte. De querer que formes parte de mi vida. Esa es la intensidad con la cual te quiero.

Pasándose las manos por la cara, Hongjoong tuvo que darse unos segundos para responder—. Me gustas, Mingi, me gustas tanto que duele pero esto es demasiado para asimilar, ¿comprendes?

—Puedo darte espacio para pensar las cosas si es lo que necesitas.

—Lamento haber golpeado tu auto —susurró en respuesta, incómodo.

—Estabas frustrado, lo entiendo —replicó con esa gentileza que lo caracterizaba—. ¿Quieres que te lleve a casa?

—No me vendría mal.

La noche que auguró prosperidad para la pareja de enamorados, acabó tiñéndose con una capa densa de amargura e incertidumbre. Dejando sus auras decaídas y sus rostros plasmados en una expresión permanente de tristeza.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro