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Touch Of Evil

| Toque del mal
Lia

Toqué tres veces la puerta esperando a que cierta personita se dignara abrir. Ahora que lo pienso tal vez no haya sido una muy buena idea; estaba segura de esto en Pop's pero justo ahora estoy experimentando toda clase de emociones nerviosas, de esas que te ponen en estado de alerta y martirizan tu mente. Quizá la ansiedad sea la emoción correcta. Sí, emoción, no la enfermedad.

Cuando intercambié palabras con Jughead fui un manojo de emociones, las cuales estaban al tope del máximo. Entre ellas detecté enojo, miedo, curiosidad, nerviosismo y tristeza. Es increíble la forma en que suelen cambiar y te hacen cuestionarte acerca de tu estabilidad y salud mental, pues entras en un estado de exageración. Al menos eso me ocurre a mí.

Al ver que nadie abría reafirmé lo absurdo de mi precipitada decisión. No me dejé vencer; tomé una bocanada de aire, llenando mis pulmones hasta el máximo, y froté ambas palmas sobre el pantalón. Cabe mencionar que me sudan un poco las manos cuando estoy nerviosa.

Estaba a punto de tocar de nuevo cuando la puerta se abrió, dejándome con la mano tendida en el aire y en un estado de shock. Abrí la boca para articular palabras pero no resultó tan bien pues soltaba cosas incoherentes. Sí, estaba balbuceando frente a Archie Andrews.

—Eres la chica de aquel día, la de la cámara rota —“Vaya, que buena memoria y que pésimo recuerdo” pensé.

Él se limitó a sonreír de lado. No voy a mentir, por un momento pensé que me había visto en el bar. De ser así quizá me habría corrido a patadas.

—Pero bueno, no comprendo qué se te ofrece

¿Estaba diciéndolo por sus balbuceos estúpidos o por qué simplemente no lo comprendía? Moví la cabeza a forma de negación y más tranquila decidí estirar la mano para presentarme. Aquí vamos.

—Soy Lia — Estiré la mano y la estrechó— uh, no hace falta que te presentes. Estoy aquí por un asunto y supongo que es mejor hacerlo pronto —Lo único que me faltaba era idear una manera correcta de soltar advertencias sin llegar a mencionar piezas clave de mi secreto.

Arrugó la frente con, al parecer, confusión. Yo estaría igual si una desconocida se parara en la puerta de mi casa y posteriormente me dijera “Estoy aquí por un asunto”.

No sé que rayos hago aquí. Siendo sincera creo que Archie tiene un problema de confianza con desconocidos. Hay gato encerrado ahí.

Y estoy divagando mucho en mi cabeza. Alguien debería golpearme para salir del trance o poner los pies sobre la tierra.

—No quiero ser grosero pero, ¿de qué va? Tengo prisa, necesito salir a un lugar —No, tú no vas a ningún lado, Andrews.

En la pared, cerca de un estante de adornos, se encontraba un reloj. Son las siete de la noche. Comprendí lo raro que se veía llegar a esta hora, especialmente siendo una desconocida.

La hora, la prisa y fachada de Archie me llevaron a la conclusión de que el joven estaba por ir al bar donde se reúnen los Serpents. Mi deber es impedir que vaya y no porque le dije a Jughead, sino que FP me lo había asignado como tarea. Dijo algo parecido a “De ti depende que Archie esté intacto”. Podías interpretar el “intacto” de muchas formas, y cada una era peor que la otra.

—Iré al grano — Junté ambas manos y me relamí los labios. El chico con cabellos rojizos me miraba impaciente— no puedes ir ahí

—¿A dónde?, ¿de qué hablas?

—Al bar sureño

Oprimí algún botón imaginario que activó la desconfianza del adverso. Su mirada podría perforarme sí así lo quisiera él. Siento su odio y no me gusta tanto.

No quiero hacer esto, de verdad, es algo estúpido pero confío en que no reaccionará de manera negativa. Puedo inventarme alguna excusa del por qué estoy diciéndole que no puede ir.

—Eres una serpiente sureña —Más que una pregunta fue una afirmación. Su semblante se volvió duro y de un momento a otro me acorraló en una esquina de la casa—  ¿qué vienes a buscar? —Apretó los dientes a la par que cada palabra salía de su boca.

—No, Archie, no soy una sureña —Tengo los nervios a flor de piel— me… me mandaron a decirte que no es bueno que vuelvas al bar, te van a matar si regresas, no es un lugar seguro y lo sabes —Lo empujé sin usar mucha fuerza para que se apartara, me acomodé la ropa -incluyendo la chaqueta negra que suelo usar- y lo observé tratando de predecir sus futuros movimientos.

—¿Por qué debería hacerte caso? Tú no eres una persona en la que cualquiera confiaría, quiero decir, acabas de llegar a mi puerta a decirme lo que no debo hacer, pero sin algún fundamento por el que no deba y alguna razón para creer que no eres una sureña —Reí con amargura mientras negaba.

Bien, hora de ser manipuladora y aplicar los dotes teatrales. Una serpiente debe mostrar sus colmillos.

—Tienes razón, nadie confiaría en mí, pero no me importa. Estoy aquí porque quería que entendieras que no puedes jugar a ser policía y andar investigando en lugares prohibidos, ¿acaso no valoras tu vida? Piensa en que si te llegara a suceder algo habrían personas a las que eso les afectaría

Las palabras salieron disparadas a una velocidad ni tan rápida ni tan lenta. De hecho creo que no me di a entender tanto porque fue muy rápido.

—FP dice que  si vas de nuevo no podrá salvarte el pellejo otra vez, Andrews —Susurré bajo.

—Déjame ver —Se sobó la frente con la palma de la mano izquierda y me señaló—  ¿acaso fuiste tú quien mandó al padre de Jughead para que me sacara de ahí e interferiste en mis investigaciones? —Asentí varias veces.

Aguarden un momento, eso no es correcto. Inmediatamente negué repetidas veces casi frenéticamente preocupada por el gran error que cometí.

—No —Rasqué la punta de mi nariz como cuando suelo mentir— verás, vine aquí de forma forzada por parte de uno de ellos —Bajé la mirada como una cría asustada— no había de otra, así que por favor no lo malinterpretes que sí por mí fuera me iría a casa dando por hecho que ya te dije y me da igual si lo haces o no

—Bueno, dile a quien sea que te mandó que me han dado más razones para dudar de ellos y que claro que voy a volver —Sentí la necesidad de golpearlo.

Pasé de ser una paloma blanca e inocente a endurecer mi mirada, apretando la mandíbula y los puños. Vaya que sabía cómo irritar a alguien y acabar con su paciencia.

—¿Tienes caca en el cerebro?, o sea, ¿por qué no lo comprendes? Deja esas investigaciones para los adultos. ¿Quieres venganza? ¡Perfecto! Pero no te metas en un territorio peligroso, no te involucres donde no debes, ¿te queda claro? —Usé un tono de voz alto y autoritario. Por un momento me acordé de mi padre.

Dispersé toda idea respecto a mi desaparecido procreador y también me golpeé mentalmente por haber sacado mi verdadera actitud. Por su parte, el pelirrojo tomó asiento en uno de los sofás de la sala, pensando y quizás analizando lo que le dije hace unos minutos.

—En verdad no me imagino el dolor que sientes por lo de tu padre —Fui sincera, más sin embargo mantuve una postura neutra. Archie bajó la mirada, caminé hasta él y tomándolo del mentón lo obligué a verme— te ayudaré en tus investigaciones Archie, pero no regreses jamás al territorio sureño

Relajó su mirada y suspiró, no sé, puede que se haya estado cuestionando sí debía confiar en mis palabras o siquiera en mí. Pasaron minutos, unos muy largos minutos en donde moví el pie con impaciencia y me mordí el labio arrancándome algunos pellejitos. Hasta que finalmente hizo algo, mejor dicho, movió la cabeza asintiendo.

—¿Te amenazaron? —Recuerda mentir, Lia.

—¿Uh? Algo así —Desvié la mirada evitando conectarla con él. Debo agregarle algo mejor y creíble— solo no vayas, ¿puedes hacer siquiera eso por alguien a quien la tienen en la mira?

—Trataré —Encogió los hombros.

Nope, no trates, hazlo —Elevó la comisura de los labios en una leve sonrisa de -supongo- diversión— en verdad tienes caca en el cerebro, Andrews

Luego de ser idiota como siempre soy, mantuve una conversación con él, una muy larga. Digamos que ahora confía en mí y eso me sorprende, en verdad. Especialmente porque le mentí. Siento una fina sensación de culpa.

—Voy a ayudarte a resolver el asunto pero ya no pises el sur —Dios, sonaba como él y sus amigos los detectives profesionales.

—¿En verdad harías eso? —Asentí con simpleza— ¿cómo?

—Tengo mis contactos —Elevó una ceja— no esa clase de contactos —Rió.

—Bien, bienvenida a esta dura y misteriosa aventura  —Dijo con un tono de fingida diversión. Me dio aún más pena.

Los siguientes días, después de clases, nos reuníamos en Pop's y en su casa para que le ayudara a recabar datos, esa fue la única salida para que él no volviera al bar. Me costaba mucho darle información e inventar las fuentes de dónde las sacaba. Cree a un supuesto ex novio que llegó a tener un conocido sureño y le decía que él me daba datos.

—Detesto las matemáticas — Kevin no paraba de quejarse desde que llegó a la mesa.

—Y yo destesto que mi apetito se vaya cuando te quejas mucho —Reprimí una risa producida por el comentario de Verónica.

—Te detesto más que a cualquier cosa, Ronnie —Atacó Kevin.

—¿Pueden parar de una vez? Me dan jaqueca —Esta vez fue Jughead quien se quejó.

—Qué amargado eres —Me burlé imitando el tono de Betty cuando le hablaba con ese apodo a Jones, que por cierto ella no estaba con nosotros, desconozco la razón. Retomando mi comentario, no comprendo a qué se debía mi repentina confianza.

—No eres para nada graciosa —Rodó los ojos y ahora sí reí, lo que sorprendió a los tres—  ¿sí tienes risa? Vaya, que sorpresa

—¿Cuál sorpresa? —Archie se sentó a mi lado y me dedicó una sonrisa, la cual le correspondí.

—Resulta que aquí, estos chicos pensaban que no tenía risa —Le comenté y enarcó una ceja, sabía en lo que estaba pensando— no, ni se te ocurra

—He escuchado reír a esta chica, en verdad parece una foca cuando lo hace —Maldito chico zanahoria, se estaba burlando de mí y a la vez dando a conocer nuestra cercana relación.

Entre Kevin y Veronica compartían miradas de confusión, Jughead examinaba a Archie e hizo una estúpida pregunta más.

—¿Desde cuándo son tan unidos? —No voy a responderle, quiere ver arder el mundo y no lo va a lograr.

Ninguno respondió, tocaron la campana y tanto Kevin como Veronica se despidieron para irse a sus clases.

—Nos vemos en la salida —Archie se despidió de mí, dejó un beso en mi mejilla y se fue.

—¿Qué fue todo eso? —¿Qué no se había ido con los demás? Encogí los hombros— ¡Oh, vamos, Lia? ¿En un par de semanas ya se hicieron grandes amigos o…?

—No insinúes nada. Ayudo a Archie, es todo. Era eso o ya sabes que iba a pasar —Recosté la cabeza en la mesa— ¿no tienes clases?

—¿Tú no las tienes? —Una vez más rodé los ojos soltando un desganado “no”— por ahora ignoraré lo de Archie

—Como sea

Di por acabada la conversación, tomé mis cosas y me fui al aula de Música. Decidí tomar una siesta ahí mientras acababa la clase que por cierto exenté, por lo que me acomodé, coloqué mi chaqueta como si fuera una almohada y cerré los ojos conciliando el sueño.

No sé cuánto tiempo pasó cuando me zarandearon, abrí los ojos de golpe para darme cuenta de que era Archie. Arrugué la frente tratando de comprender cómo por qué estaba parado frente a mí. Saqué mi móvil de la mochila y lo revisé. Me había tomado una muy larga siesta, tanto así que a esta hora ya no había nadie en la institución. Demonios, también me salté la última clase.

—¿Planeas quedarte aquí todo el día? —Sonrió, como solía hacerlo. Debe dolerle sonreír. Aunque esta sí se notaba que era real.

—¿Cómo sabías qué estaba aquí?

¿Han olvidado algo que es importante y que de repente recuerdan queriendo maldecir por haber sido tan tonto de olvidarlo? Pues así me pasó. Olvidé que no traía puesta la chaqueta, así que de forma rápida la puse sobre el antebrazo en donde se encontraba mi tatuaje de serpiente sureña. Archie ni se inmutó.

—Simplemente te encontré —Archie tomó lugar a mi lado sin apartar su vista de mí.

—¿Qué tanto me ves? Vas a desgastarme —En realidad me incomodaba por la situación del tatuaje.

De alguna manera Archie lograba hacerme reír con facilidad, eso no me gustaba. Normalmente soy una chica que no hace eso, sólo soy reservada pero no puedo serlo con él. Tengo un problema grave.

—No traes la chaqueta, además desgastarte sería imposible —Inundó el aula con el sonido de su melodiosa carcajada.

Nos quedamos viéndonos, compartiendo una mirada, ninguno quería ceder, hasta que se fue acercando a mi rostro y lo imité, estábamos a unos centímetros de acortar la distancia. Observé sus labios; estoy pensando en cosas muy alocadas.

Toda mi atención se fue a sus ojos y en ese momento sucedió, Archie me besó y yo le correspondí. Ambas bocas se movían a un ritmo lento y delicado. Rompimos el beso cuando ambos necesitábamos aire.

Su respiración era agitada, tenía plasmada una tonta sonrisa en el rostro, y no pude evitarlo, estaba sonriendo de la misma manera que él e incluso mi corazón se encontraba muy acelerado, tanto que sentí pánico, quiero decir, eso estuvo muy mal, pero lo disfruté demasiado que tengo mucho miedo y temo estar cometiendo un error.

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