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The Doubt

|La duda
Lia

Había un nueva tragedia en Riverdale, la cual iba a dejar terribles consecuencias para muchos de los habitantes, tal y como sucedió con la muerte de Jason Blossom, acompañada del secreto de su padre. Al menos eso es lo que la gente no para de comentar.

Hace unas horas se reportó un robo en Pop's donde hubo un herido; aquel herido resultó ser el señor Andrews. La manera en la que lo describe su hijo me hizo sentir lástima por él, pues en palabras del mismo. . .

No sé cómo sucedió. Me había puesto casi por delante de mi padre para que no le dispararan, pero. . . él se puso rápidamente delante de mí, justo cuando el ladrón había disparado. La bala le alcanzó, ¿me está oyendo?. . . vi a mi padre inconsciente, desangrándose, casi muerto.

El joven Andrews estaba teniendo un ataque de ansiedad ahí mismo, frente a todos los presentes que acudieron a ver lo que había sucedido en el local.

Más tarde, el sheriff Keller declaró que el estado de salud del señor Andrews era crítico y que, para mantener la calma, se recomendaba tener precaución mientras se llevaban a cabo las respectivas investigaciones.

Muchos alardeaban que se trataba de algún Serpent, queriendo restar cuentas y cobrar alguna deuda, sin embargo eso suena totalmente ilógico porque no tiene coherencia con los testimonios de aquellos presentes en el evento catastrófico.

Al lugar arribaron Betty Cooper y Veronica Lodge, quienes hacían lo posible para calmar al joven Andrews. Los veía entablar conversación y darse un abrazo grupal, cosa que me resultaba mala. Quiero decir, eso incrementa el sentimiento de dolor y pena en las personas, al menos a mi parecer.

La escena me supo a digna de ser retratada en una fotografía -además, necesitaba una buena imagen para mi reporte de Antropología-, por ende alcé mi cámara y justo cuando iba a tomar la fotografía una mano se estampó en el lente de la cámara, tapándome la vista. Giré a ver al responsable de esa escenita de frustración y mi sopresa fue tan grande que rodé los ojos justo por la persona que tenía en frente.

Sí, le conocía y bastante, tanto como a mí misma, solo que últimamente él era muy conocido en el pueblo. Bueno, ese es otro tema.

—Te convendría no hacerlo —Le escuché decir. Sentí rabia y a la vez unas ganas tremendas de lanzar demasiados insultos a su persona.

—Aparta tu mano de mi lente, Jones —Pedí tratando de sonar amable y calmada. Si por mí fuera lo golpearía, pero no puedo hacer eso. Aquí no.

—¿Para que tomes fotos a tu antojo por el mero hecho de ser una chismosa? —Solté una maldición a la par que utilizaba algo de fuerza para lograr que quitara su sucia mano del lente.

Posteriormente bajé la cámara hasta posicionarla a un costado mío, siempre sosteniéndola con ayuda de una de mis manos. Llevé una mano al rostro para restregarla ahí; mordí la lengua pensando en un buen argumento para explicar el verdadero propósito de tomar la fotografía, y aunque estuve a punto de hacerlo él se adelantó a soltar una verdadera estupidez.

—Qué rara eres —Bien, eso sí que no iba a permitirlo.

—Escúchame imbécil, que ustedes intervinieran en asuntos que no eran suyos y hayan metido sus narices donde no debían por jugar a ser detectives y periodistas, no convierte al resto en una bola de metiches —Pausé.

Podría decirse que me sentí satisfecha al verlo cambiar la expresión de su rostro, dejando de tener una cara de "soy el mejor" a una de seriedad.

—Esto es importante para mi futuro, no es un simple juego, ¿comprendes?

—Perfecto —Me arrebató la cámara y la tiró al suelo, ocasionando un gran estruendo.

Había roto mi cámara, así sin más. Las miradas no se hicieron esperar, especialmente la de Archie. Me sentí humillada pero igualmente enfurecida. La cámara me costó bastante dinero y esfuerzo para conseguirla, era lo más preciado en cuanto a material que tenía.

Desvié la mirada hacia Jones, quien sonrió con malicia y se fue donde sus amigos, dejándome ahí, sintiendo miles de sentimientos negativos y una gran vergüenza. Va a costarme un ovario recuperar lo poco que logré capturar. Ni que se diga de la reparación, eso último me va a costar dos ovarios y hasta un riñón, si no es que hasta mis pulmones. Me lleva el diablo.

Estoy segura de que mi madre me va a quitar parte del dinero que me manda cada mes luego de que le diga que han roto mi cámara. Lo más probable es que me regañe o no quiera ayudarme con un poco de aumento en el dinero y siendo sincera eso no me preocupa porque bien que puedo conseguir por mi cuenta en dinero pero ese no es el punto, el maldito no debió romper mi cámara. Todo es culpa de ese idiota de Jughead, quien no soporta escuchar la verdad.

Lo que conozco de él ha sido gracias a un tercero y algunos asuntos que no me gusta sacar a relucir, aunque debo decir que nunca creí que fuera un completo idiota.

Y es que yo no mentí con lo que le dije, se la pasó jugando a ser Sherlock Holmes con tal de atrapar al asesino de Jason Blossom trayendo consecuencias para el resto, unas muy pésimas consecuencias. Entre ellas arruinaron la poca dignidad que le quedaba a Cheryl Blossom.

Cheryl y yo somos -mejor dicho, fuimos- amigas, nos conocimos en el jardín de niños, mis padres y los suyos se llevaban tan bien como casi hermanos. Incluso tuve una amistad con el gemelo de ella, siendo así los tres mosqueteros. Fue algo muy bonito. Y digo "fue" porque un día se perdió esa amistad por vaya a saber qué asunto de nuestros respectivos padres.

Entonces, los señores Blossom le prohibieron a Cheryl y Jason hablarme de nuevo. Obviamente no hicieron caso, de vez en cuando hablábamos y así fue hasta que poco a poco mantuvimos distancia, no por ya odiarnos o algo de ese estilo, no, solo no coincidíamos en vernos y no compartimos las mismas escuelas, incluso cuando entramos al Riverdale High nos saludábamos o hablábamos poquito, pero hasta ahí. Esa es la trágica historia de una amistad casi pérdida, pero ahora lo que importa es otra cosa.

No me quedaba de otra que volver a casa y meterme en lo más profundo de mis sábanas a reflexionar en la suerte que tengo. Hoy tomaría el camino largo a ese lugar llamado hogar.

Antes, recogí los pedazos de mi cámara con sumo cuidado de no cortarme con los pequeños fragmentos de cristal provenientes del lente. Al finalizar ni siquiera fui capáz de alzar la mirada, suficiente mierda por un día como para ser de nuevo el centro de atención, aunque casi siempre lo soy desde hace años.

Solté un largo suspiro y emprendí mi caminata a paso lento. Al estar lejos de Pop's me permití alzar la cabeza hacia el cielo notando que estaba a punto de anochecer.

No me importaba, sé que todos están preocupados y que ahora temen con salir a la calle durante la noche pero no soy como ellos, supongo que se debe a mi experiencia en defensa propia, cosa que aprendí desde pequeña por mi padre, quien me enseñó a ser fuerte. De hecho hay demasiadas cosas que me enseñó como para no temerle al peligro de andar sola en la noche por las calles inseguras del pueblo. Pero eso igual es otro tema y quizá muy largo.

Al llegar a la morada paré en seco al ver una cabellera rojiza -casi naranja- tan conocida. Arrugué la nariz subiendo las escaleras de la entrada, intentando entender qué hacía ella aquí.

—¿Cheryl? —No me lo podía creer, la gemela Blossom estaba frente a la puerta de mi casa, con todo y maletas.

No estaría de menos mencionar el pésimo estado en el que se encontraba. No había ni una pizca de pintura en su rostro, de hecho podías percatarte de lo demacrada que estaba. Deben ser duros para ella todos estos días que han pasado.

—Lia —Dijo con la voz rota. Se tiró encima de mí hecha un mar de lágrimas y rodeándome con los brazos.

Quedé impactada puesto que no la había visto llorar nunca y sinceramente no sabía qué hacer. Alcancé a abrazarla y tratar de tranquilizarla. Finalmente, cuando conseguí que dejara de llorar, entramos a casa y me comentó todo lo que sucedió desde la muerte de Jason, según su experiencia. Era casi distinto a como todo el pueblo contaba la historia.

Sentía un nudo en la garganta cuando hablaba de Jason. Yo realmente no he conseguido sobrellevar su perdida pero no lo demuestro. Antes de que muriera frecuentaba con él más que con Cheryl y saber de un día para otro que había muerto era algo doloroso de aceptar.

Al poco rato me levanté para ir en busca de agua, que por cierto era lo único en mi refrigerador aparte de algunas latas de cerveza pero ofrecerle eso a Cheryl iba a ser un error. Llené dos vasos del líquido transparente y volví donde ella. Me veía detenidamente, incomodándome.

—¿Y tus padres, Lia? —Le entregué un vaso y tomé asiento frente a ella.

—Umh —Así que esa era la razón por la me veía tanto.

Me debatí entre contarle o no, eligiendo la primera opción porque, vamos, no creo que sea tan malo decirle.

—Mamá está viviendo en Ohio y no tengo idea de dónde está papá —La cara de Cheryl mostraba confusión— ellos se separaron cuando tenía diez años, ¿recuerdas el robo mayor de Riverdale? —Asintió— pues bien...

La mitad del pueblo culpó a papá, no había un solo día donde no recibieramos amenazas y cartas de odio, entonces mamá no lo soportó más, se fue a Ohio y me dejó con papá.

En fin, citaron a papá para interrogarlo y, a pesar de los falsos testimonios que dieron en contra de él, resultó inocente. Sin embargo, el odio no paró, al igual que las cartas y amenazas. Papá optó por irse un día, no sé a dónde. Sí, me dejó sola. Creo que mamá volvió y se quedó conmigo hasta que consideró la idea de dejarme a mi suerte cuando yo ya era algo grande, no lo recuerdo tan bien.

—... desde entonces he estado viviendo en esta gran casa, yo sola. Lo bueno es que hasta el día de hoy nadie me ha reconocido como la hija de Stephen Lawliett —Terminé de relatarle. Su cara era un poema, llena de dudas.

La cosa es que incluso yo dudaba de muchas cosas dentro de mi relato y los recuerdos. Por alguna razón no recordaba las cosas tal cual como las sé por ayuda de mamá.

Yo le he preguntado a mi madre pero termina diciendo lo mismo una y otra vez, nunca aclarando por qué no recuerdo nada, solo dice que se debe a que era muy jóven. En realidad, ¿qué tan cierto era eso? Tal vez nunca lo sepa.

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