capítulo 7: los miedos.
Mis padres se quedaron en silencio, en un momento pensé que estaban enojados, sus caras no me transmitían nada y eso lo hacía peor. Un nudo en mi estómago comenzaba a apretar más y más, parecía que me estaba ahorcando.
—¿Estas seguro?. Pregunta mi madre.
—Muy.
—Andate de casa. Dice mi papá y el ruido de la alarma del celular me despierta.
Me frustre un poco, parecía Real que les estaba contando a mis padres sobre mi sexualidad. Agarré mi teléfono y le mandé un mensaje a Julia, necesitaba hablar con alguien ahora mismo.
No me sorprendió que en quince minutos ella esté en la puerta de mi casa, siempre que nos necesitamos estuvimos ahí el uno para el otro.
Ella tiene permiso de entrar a mi casa como si fuera la de ella, mi padre le ofreció una llave para que tenga en caso de alguna emergencia o simplemente querer venir cuando mis padres no estén.
—Tu tío era gay, no creo que te juzguen.
—Lo sé, pero quizás conmigo es diferente, soy su único hijo. Digo preocupado.
—No tiene porque ser diferente, no pueden aceptar a uno y al otro no. Dice Julia mientras se sirve jugo en un vaso.
—No le quiero causar otra preocupación a mi padre después de lo que pasó con mi tío.
—Lo único que te tiene que importar, es poder decírselo y que ellos te amen tal cual sos. Responde con mucha razón.
Después de seguir hablando de eso, Julia se fue a su casa, su madre la llamó para ir a lo de su abuela y no podía llegar tarde.
Decidí enviarle un mensaje a Oliver, quizás podríamos ir a pasear junto al río.
Oliver
Mi madre y yo nos debíamos una charla y creo que ahora es el momento para que me explique porqué volvió a lesionarse. Tardo un poco en hablar, no le metí presión, quería que a ella le salgan las palabras solas.
—Sabes que de joven tuve una adolescencia difícil.
Mi abuelo mató a mi abuela ahorcandola frente a mi madre.
—¿Y eso explica porque ahora de grande seguís haciendo eso?.
—No lo vas a entender nunca hijo. Dice mi madre, yo me empiezo a enfurecer.
—A mi no me gustaría entrar a mi casa y encontrar a mi madre desangrada en el piso, créeme que no quiero, ¿ A mi me entendes?.
Ella respira profundo casi por llorar.
—Yo no quiero que vos termines igual que yo.
—Entonces deja de cortarte los brazos mamá. Digo gritando y salgo de casa dejando un portazo atrás.
Recibí un mensaje de Apolo que me invitaba a pasear, me vino como anillo al dedo su invitación. Enseguida tomé camino para su casa, mientras tanto me tomaba mi tiempo para pensar en que hacer con mi madre.
Apolo
Oliver me confirmó que vendría, agarré mi mochila y lo esperé afuera de casa. 10 minutos después, Oliver llegó y pude notar que estuvo llorando.
—¿Estás bien?. Pregunté acercándome a él.
—lo estaré, vamos.
Empezamos a caminar hacia el río, evité tocar el tema, quizás no tenía la suficiente confianza para contarme sus problemas personales y lo entiendo pero las ganas de poder ayudarlo me consumen y no puedo evitar preguntar.
—¿Tuviste una discusión con tu madre?.
El se queda en silencio unos segundos y responde.
—Ya no son discusiones, soy yo diciéndole que deje de hacer ciertas cosas.
—No voy a preguntar que cosas pero deberías pedir ayuda profesional.
—Ya lo hice. Se toma una pausa.—pero ella no quiere recibir ayuda y yo no sé que más hacer.
Me atrevo a tomar su mano e intentar ayudarlo.
—Se que no tenemos la suficiente confianza pero podes contar conmigo.
El sonríe y asiente.
—Gracias.
—de nada.
Una vez que llegamos al río, habían muchos niños jugando en el agua y sus padres alrededor de ellos.
Oliver señaló un lugar que estaba junto al río y fuimos para poder sentarnos.
Traje una manta para poner sobre el césped, saqué un paquete de galletitas de la mochila y las coloqué sobre un plato. Oliver estaba un poco perdido, su vista estaba solamente en el atardecer que empezaba a hacerse notar.
—Va a estar todo bien. Le digo mirándolos a los ojos.
—Lo sé, gracias por hacerme distraer de mis problemas.
No puedo evitar sonreír como un estupido, el también sonríe y empezamos a comer las galletitas. Un rato después, Oliver y yo nos sentamos sobre una pequeña pared de cemento y nuestros pies llegaban a tocar el agua.
—Soñé que le decía a mis padres que era bisexual. Digo para empezar una conversación.
—Ahora falta que sea en la vida real.
—Creo que les voy a decir hoy mismo. Digo un poco nervioso.
El toma mi mano y me mira con una sonrisa.
—Va a estar todo bien.
—Lo sé. Digo y Oliver se acerca para darme un pequeño beso en mi mejilla.
Después de irnos de ahí, entre en mi casa y mis padres estaban cocinando, había una pizza en el horno y otra que mi papá estaba amasando y mi madre preparando los ingredientes.
—¿Podemos hablar?. Digo sentandome en la mesa.
—¿Pasó algo hijo?. Dice mi madre dejando el queso en la mesa.
—vengan, tomen asiento.
—decinos que pasa, tenes una cara. Dice mi padre notando mis nervios.
—Hace un tiempo me di cuenta de algo, más bien lo terminé de confirmar. Es algo que estos días estuvo rondando mi mente y no pensaba en otra cosa que no sea eso, yo sé que ustedes me aman y yo los amo, por eso es que quiero sincerarme con ustedes.
Tomo aire.
—Un chico nuevo entró a la escuela hace un par de semanas, Oliver, con el que salí a bailar junto a Julia, pasar tiempo con el me hizo dar cuenta de algo... como dije antes, me hizo confirmar lo que me estaba pasando, creo que el me gusta, no, no creo, me gusta mucho el.
Un alivio atravesó todo mi cuerpo, sentí una mochila que me quitaba de encima, una presión que se había esfumado después de decirlo en voz alta.
—Es hermoso que te pase eso hijo, pero porque tanto miedo?. Pregunta mi madre.
—Pensé que los iba a decepcionar. Respondo aún nervioso.
—¿Cómo nos vas a decepcionar? Mi hermano era gay, y yo lo amaba, como se te puede cruzar por la mente que me vas a decepcionar porque te gusta un chico, ¿ tan mala imagen tenes de nosotros?. Dice mi padre levantando la voz.
—No pa, no tengo esa imagen de ustedes, solo eran mis miedos. Digo intentando que una lágrima no caiga por mi rostro.
—No vuelvas a decir que sos una decepción, nunca más!!!. Dice mi padre y se va de la cocina furioso.
Yo no puedo evitar que las lágrimas comiencen a salir de mis ojos. Mi madre se acercó a mi y me abrazó también llorando.
—No dejes que nunca alguien te diga que sos una decepción por amar a alguien, nunca lo permitas hijo. Dice mi madre en llanto.
Yo la abrazo y me dirijo a la habitación donde estaba mi padre. El estaba sentado a un costado de la cama mirando por la ventana.
—Pa yo...
—¿De verdad creés que sos una decepción?. Pregunto seriamente sin mirarme a los ojos.
—No, no creo eso, solo eran mis miedos al que dirán.
—Nunca te importó lo que digan los demás, pero con esto si. Comenta mi padre con razón.
—Lo sé, pero la sociedad no está totalmente deconstruida. Digo acercándome a él.
—Y para eso estoy yo, para frenar a cualquiera que no te deje amar. Dice mi padre antes de empezar a llorar.
Yo empiezo a llorar también y le doy un abrazo, el sufrió mucho por la muerte de mi tío, su hermano y creo que su recuerdo se hacía presente.
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