Máximo poder vs máximo poder:
—UN... ¡¡UN PODER ABRUMADOR!!—exclamó Heimdall—. ¡¡EL PODER TOTAL DE RAIDEN HA ABRUMADO AL DIOS APOLO!! ¡¡HA INVERTIDO LA SITUACIÓN EN UN SEGUNDO!!
—Im... imposible...—se sorprendieron los dioses.
—El señor Apolo ha sido derribado por un simple humano...
Los humanos estallaron en vítores.
—¡¡Bien hecho, Raiden!!
—¡Kyaaa! ¡¡Maestro Raiden, eres el mejor!!
Tanizake Kajinosuke, con la cabeza gacha y la mirada ensombrecida, apretó los puños mientras temblaba incontrolablemente.
—Yo... yo... yo estoy... ¡¡Abrumado por la emoción!!—aulló—. ¡¡Quién diría que iba a ser capaz de ver a Raiden luchar liberado de sus grilletes!!
Onogawa Kisaburo le sonrió, compartiendo su emoción.
—Estoy de acuerdo. La fuerza de Raiden reside en su espíritu—corroboró—. Y para Raiden Tameemon, el ring de sumo era demasiado pequeño.
Kajinosuke se enjugó las lágrimas mientras reía.
—Supongo que sí... ¡¡Derríbalo, Raiden!!
Al mismo tiempo, completamente maravillada por el giro de acontecimientos, Göll no pudo contenerse y saltó de emoción en su palco.
—Esto es increíble... ¡Él es increíble! ¡¡Así que no era sólo un enorme pervertido!!
Brunhild le miró con diversión.
—Por supuesto.
La valquiria más joven sonrió de oreja a oreja y apretó los puños animadamente.
—Puede ganar... ¡¡Él puede ganar esto!! ¡¡La humanidad puede retomar la delantera!!
La humanidad entera gritaba de emoción, enardecida con la seguridad de quien se sabe vencedor.
—¡Genial!
—¡¡Por eso eres el rikishi sin igual!!
—¡¡Sí!!
—¡¡Acaba con ese tipo elegante!!
—¡Miren eso, dioses! ¡Incluso desarmado Raiden vale más que mil de ustedes!
Como si de una señal de alarma se tratase, esas últimas palabras hicieron que una descarga recorriese la columna del dios sol, quien se reincorporó tambaleante y aguzó el oido para escuchar con atención.
—Razón no les falta...—murmuró—. ¿Por qué un hombre de tu capacidad pelearía sin armamento alguno?
Raiden le miró extrañado.
—¿Qué quieres decir?
Apolo se sujetó el rostro y dio un par de traspiés, buscando recuperar el sentido del equilibrio.
—Vienes aquí y te muestras vestido sólo con un cinturón para proceder a enfrentarme con la única ayuda de tus puños. No es algo arbitrario, todo... tiene su significado...
El luchador sonrió con cierto orgullo y se dio un golpe en el pecho.
—Soy un rikishi, y como tal, este mawshi representa sólo una cosa. Estoy parado aquí, completamente desarmado, en donde sólo somos tú, yo y el ring. Esa es la esencia del sumo.
—La esencia del sumo...—repitió Apolo—. Ya veo...
Con la mirada ensombrecida, el dios bajo sus brazos y mostró las palmas de las manos.
Ares se llevó una mano al rostro y negó con la cabeza.
—Ah... no puede ser...
Los hilos que componían el Arpa Radiante de Apolo se descompusieron en miles de filamentos. Acto seguido, el dios sol se deshizo de sus guantes, lanzándolos al suelo. Finalmente, para deleite de algunos y horror de otros, desgarró sus ropajes hasta quedar completamente desnudo de cintura para arriba.
—¿El señor Apolo ha dejado sus armas?—cuestionó Göll—. ¿En qué rayos está pensando?
Raiden contempló confundido a su adversario, que le sonreía afablemente.
—Me pareció que esto sería lo mejor para ti y para mí.
Todos y cada uno de los espectadores observaban con los ojos muy abiertos por la intriga al dios sol.
—¿Qué...?
Ares suspiró resignado.
El rikishi sin igual arrugó el ceño con suspicacia.
—¿Qué estás haciendo ahora?
Apolo extendió los brazos.
—¿Qué estoy haciendo? Esa es una pregunta tonta—respondió—. Seré yo quien te abrumará en todas las situaciones en las que seas bueno. Simplemente cumpliré las expectativas de todos, porque ese es el deber de un ser supremo como yo.
Alzó su puño en alto y posó majestuoso, bañado por la cálida luz venida del cielo.
—Soy el dios del sol—exclamó—. El gran señor Apolo.
El público estalló en vítores, admirando al orgulloso y sonriente dios que posaba con los brazos extendidos.
—¡¡Señor Apolo!!
—Qué misericordioso de su parte ponerse frente a frente contra un mortal...
No obstante, otros dioses se mostraban incrédulos, indignados.
—¿En qué demonios está pensando Apolo?
—Incluso nosotros podemos ver que una pelea así con ese humano sería letal...
Ares se llevó las manos al rostro y arrugó el ceño mientras sudaba profusamente.
—Ah... ah... ese idiota, sabía que haría alguna estupidez—gruñó—. ¿Por qué está haciendo eso?
Zeus estalló en carcajadas.
—Bueno, no se puede evitar, ya que es Apolo—rió—. Esa es la fuente de la fuerza de Apolo. Así es como Apolo se convirtió en alguien invencible.
Ares miró exasperado a su padre.
—Sin embargo, no creo que deba subestimar demasiado a su oponente...
Hermes sonrió divertido.
—Así que el hermano Ares está preocupado por Apolo, ¿no es así?
—Por supuesto que...—el dios de la guerra se lanzó sobre el mensajero—. Espera, ¡¡¿quién está preocupado?!!
Mientas sus hijos discutían, Zeus devolvió su atención al campo de batalla.
—Entonces, como siempre, sólo confíen y observen—pidió—. Estoy seguro de que ya lo saben... "Siempre cumpliré las expectativas de todos los que me rodean". Esa es la estética que hace brillar a Apolo... esto le fortalece...
El mundo entero volvió su atención hacia el dios sol. Zeus sonrió con cierto orgullo en sus ojos.
—Miren, ya va a comenzar...—anunció—. Ese es su modo de lucha más fuerte y elevado.
Los vítores de sus seguidoras, las quejas de los dioses, el odio de los humanos. Todo fluía hacia Apolo, llenándolo de energía, dotándolo de una vigorosa aura de poder.
El dios posó llamativamente, con el cabello de punta y el viento hondeando a su alrededor con gran fuerza.
¡¡EL GRANDIOSO SOL QUE REPRESENTO NUNCA SE PONE!!
¡¡¡SOL ABRASADOR DE MEDIANOCHE!!!
La luz dorada que el dios emanaba se intensificó millones de veces, como una estrella en el centro del coliseo. Vientos huracanados azotaban las gradas y el suelo temblaba ante la magnificencia del señor de Delfos.
—Este brillo de ahora es algo que no veía desde la Gigantomaquia—comentó Hermes—. Incluso los aplausos de sus aliados y los insultos de sus enemigos son expectativas para él... es tan divertido.
Ares volvió a sujetarse la cabeza.
—¡¡No entiendo cómo esto realmente le da un aumento de poder!! ¡¡No lo entiendo en lo absoluto!! ¡¡Es extraño!!
Zeus comenzó a reír con gran ánimo.
—Yo tampoco lo entiendo...—confesó—. Pero eso es bueno. No está a la altura de la lógica ni del sentido común. ¡¡Es por eso que Apolo es tan fuerte!!
—¡¡ES EL MOMENTO QUE HEMOS ESTADO ESPERANDO SIN SIQUIERA SABERLO!!—gritó Heimdall—. ¡RAIDEN Y APOLO SE PREPARAN PARA UN ENCUENTRO DIRECTO HOMBRE A HOMBRE! ¡EL BOXEADOR MÁS FUERTE DE LOS CIELOS Y EL INIGUALABLE RIKISHI DE JAPÓN!
—Es un espectáculo digno de ver...
—Ah...
—Maestro Raiden...
El incomparable luchador le dedicó una mirada de frustración a su adversario.
—Amigo, que yo pelee desarmado no significa que...
—Voy a detenerte ahí—sonrió Apolo—. Las cosas se harán como tienen que hacerse.
El humano exhaló una nube de vapor y se puso en guardia.
—Como quieras...
Veloz como una centella, Raiden Tameemon se abalanzó sobre su oponente, lanzando un feroz gancho ruso que hizo estallar el aire a su paso.
El dios sol, siempre confiado, evadió el movimiento con un ligero quiebro y buscó rodear a su adversario, manteniendo su guardia en alto en todo momento.
Raiden volvió a atacar, ahora con una ráfaga de jabs con el puño izquierdo. Apolo siguió esquivando con leves y certeros movimientos mientras trataba de cerrar distancias.
El rikishi balanceó su peso en un poderoso derechazo que fue nuevamente evadido, dejando al dios en la posición perfecta para contraatacar.
Apolo conectó un puñetazo a velocidad terminal en el rostro de su adversario, el viento sopló a su alrededor y el estadio hizo silencio.
El dios quedó congelado en su sitio por un instante. Sentía como si su puño hubiese golpeado un gigantesco pilar de hierro, una montaña inamovible ante la que sus golpes no tenían efecto alguno.
Los ojos del humano refulgieron con intensidad. Apolo retrocedió con un salto, esquivando a duras penas un nuevo puñetazo tirado a matar.
Raiden dio caza a su adversario, quien aunque se agachaba hábilmente y esquivaba cada uno de los ataques se notaba en inferioridad. Cada movimiento del humano hacía que el aire estallase y vientos huracanados azotasen las gradas.
—¡¿QUÉ ES ESTO?! ¡¿CUÁL ES EL LÍMITE DE LO POSIBLE?!—cuestionó Heimdall—. ¡TODOS LOS PUÑETAZOS DE RAIDEN SON TAN BRUTALES QUE APOLO NO PUEDE ARRIESGARSE A TOMAR UNO SÓLO SIN LA AYUDA DE SUS HILOS!
Brunhild sonrió confiada.
—¿Estás viendo esto, Göll?—preguntó—. Esta es una batalla entre dos luchadores que han alcanzado la cúspide de sus deportes.
Ares, sudando profusamente a causa de los nervios, bajó la mirada y apretó los puños.
"Así que ya comenzó..."
Decenas de puñetazos volaban por el aire, y aunque Apolo era capaz de esquivarlos al completo, tampoco se veía capaz de responder apropiadamente. La capacidad física de Raiden superaba todo lo que había conocido hasta ese momento.
"Si bajas tu guardia aunque sea por un segundo, será el fin del juego para ti"
Navegando entre el océano de golpes que caían a su alrededor, Apolo desvió su mirada momentáneamente para vislumbrar la respuesta del público. Sabía que el cuerpo de Raiden iba mucho más allá que la mayoría de dioses y humanos, pero ese también era su propio caso, y tenía que aprovecharse de ello.
Mientras esquivaba agachándose y torciéndose, el dios sol comenzó a retroceder lentamente, invitando el rikishi a perseguirlo. Incluso si Raiden tenía una fuerza mayor, ni siquiera él era rival para la velocidad y agudeza de Apolo, el luchador humano no podría derrotarlo sólo con simples golpes ordinarios.
Apolo esquivó, alzó su brazo derecho y disparó un feroz puñetazo que hizo temblar el viento, conectando directamente en el abdomen de Raiden. Aún así, el humano no se movió ni siquiera un centímetro hacia atrás.
"Esto parecía más fácil cuando tenía mis guantes"—pensó el dios, mientras daba un salto hacia atrás y evadía un nuevo golpe—. "No le estoy causando ningún daño con mis golpes... de hecho, el daño se está acumulando en mis propias manos".
—¡DESPUÉS DE ESTE INTERCAMBIO DE GOLPES, ES IMPOSIBLE CONOCER EL DESENLACE DE LA BATALLA!—gritó Heimdall—. ¡¡UNA PELEA DE ARTES MARCIALES ENTRE LA HUMANIDAD Y LOS DIOSES!! ¡¡DE ESO SE TRATA EL RAGNARÖK!!
Ninguno de los dos se veía capaz de infligir daño real al otro. El cuerpo de Raiden absorbía los golpes de Apolo como si no fuesen nada, y a su vez, el humano era incapaz de dar alcance a su escurridizo oponente.
"En ese caso, voy a tener que acorralarte"—decidió el rikishi.
Comenzó a presionar con más fiereza, empujando lento pero seguro a su oponente hacia atrás, buscando ponerlo entre la espada y la pared.
—Buscas acorralarme, ¿eh?—sonrió Apolo—. Quieres atraparme y luego aplastar mi guardia. Qué predecible...
Para sorpresa de todos los espectadores y del propio Raiden, Apolo se posicionó de un salto en la esquina de la arena, recibiendo de brazos abiertos a su adversario.
—¿Por qué...?—chilló Ares—. Con la diferencia de tamaños que hay entre ellos... ¡Apolo se ha dejado atrapar!
Hermes tuvo que estar de acuerdo.
—En ese rincón, es como si estuviese frente a una enorme pared. Así que... ¿en qué está pensando Apolo?
Raiden hizo fluir sus músculos para dar poder a su siguiente movimiento.
—Muy bien—decidió—. Pongámosle punto final a esta estupidez...
Alzó su puño derecho en alto. Hubo un parpadeo, y para cuando el humano se percató, tres puñetazos se habían estrellado en su rostro y cuello, obligándole a retroceder aturdido.
—¡Argh...!
El rikishi trató de recomponer su guardia, mientras Apolo comenzaba a recuperar terreno.
—¡¿TRES CONTRAGOLPES EN MENOS DE UN SEGUNDO?! ¡¡APOLO LE DA LA VUELTA A UNA SITUACIÓN DESESPERADA CON UN REVÉS REPENTINO!!
Zeus se rascó la barba.
—Ese es el Sol Abrasador de Media Noche...—rió—. Mientras más expectativas hayan sobre él, más fuerte crece...
Raiden se llevó una mano al cuello e hizo una mueca, gotas de sudor nervioso se deslizaron por su rostro.
—Maldición... creí que ese golpe sería el último...
Apolo le sonrió de regreso, tan hermoso y brillante como siempre.
"Supongo que no será una pelea sencilla"—pensó el humano, volviendo a ponerse en guardia.
Con los ojos totalmente en blanco por la concentración, Raiden volvió a alzarse en toda su altura.
—La atmósfera... en el campo de batalla cambió completamente...—comentó Göll—. ¿Qué está pasando?
El público se había vuelto loco.
—¡Maestro Raiden!
—¡Señor Apolo!
—Te destrozaré...—prometió el rikishi.
El viento hacía hondear sus ropas y cabellos. Ambos oponentes emitían poderosas auras de poder, como un sol y una estrella, irradiando luz cual poderoso faros en la más oscura de las noches. Y, con una sonrisa en el rostro uno, y una mueca de total seriedad el otro, se movieron al mismo tiempo.
—RAIDEN Y APOLO... ¡¡AMBOS SE ACERCAN MUTUAMENTE!! ¡¡EL COMBATE SE DECIDIRÁ INMEDIATAMENTE!! ¡¡TANTO EL DIOS COMO EL HUMANO ESTÁN AQUÍ PARA DETERMINARLO!!
Las gradas parecían a punto de estallar por la presión acumulada. La tensión era palpable en el ambiente.
El primer golpe hizo temblar el suelo. El gancho derecho de Raiden destrozó todo a su paso, pero fue hábilmente evadido por Apolo, quien se agachó y contraatacó al mismo tiempo, estrellando su puño contra el rostro del humano.
Ambos adversarios se miraron a los ojos por un instante.
Raiden buscó sacarse de encima a su oponente con un izquierdazo descendente, pero el dios sol nuevamente lo esquivó agachándose.
Una explosión de viento hizo temblar el estadio. Raiden se cernió sobre Apolo, con su puño a centímetros del rostro del dios. Aún así, veloz como una centella, el dios se inclinó hacia atrás en un ángulo imposible, dejando que el golpe de su adversario le pasase por encima.
Luego, desde aquella extravagante posición, conectó un brutal puñetazo en el costado derecho del tronco de su oponente.
Raiden no cedió. Un golpe tras otro, cada uno de los espectadores era capaz de sentir la potencia detrás de cada puñetazo. Apolo siguió saltando, tomando distancia cada pocos segundos.
—¡LA SUCESIÓN DE PUÑETAZOS ES INCREIBLE! ¡NINGUNO DE LOS DOS HA CEDIDO NI POR UN SEGUNDO! ¡¿QUIÉN SERÁ AQUEL QUE ROMPA EL BALANCE?!
Tanikaze Kajinosuke apretó los puños.
—Sabía que Raiden nunca había revelado su verdadero poder... ¡Pero nunca creí que sería así de bueno! ¡Ni siquiera ha reaccionado un poco a los contragolpes que ese dios le ha lanzado, y no se ve cansado en lo absoluto, a pesar de estar lanzando todos esos golpes uno tras otro!
"¿Cómo puede alguien como él tan siquiera existir?"
Onogawa Kisaburo señaló el campo de batalla.
—Pero su oponente tampoco es poca cosa—murmuró—. Además de esquivar todos esos golpes, está conectando puñetazos tan rápidos que apenas y puedo verlos. Estoy seguro que tan sólo uno de esos golpes debería ser suficiente para noquear, sino es que matar, a cualquier luchador ordinario.
—Tú mismo lo dijiste, "un luchador ordinario". ¡Raiden no es cualquier luchador del montón!
Los ojos negros de Zeus refulgieron brevemente.
—Ese equilibrio entre ambos... está a punto de colapsar.
Los músculos de Raiden seguían moviéndose a gran velocidad, con tanta potencia que todo el campo de batalla temblaba tras cada mínimo movimiento del humano. El dios esquivó un nuevo ataque, cerró distancias y ambos guerreros lanzaron un puñetazo al mismo tiempo.
El tiempo pareció detenerse por un momento. Apolo abrió los ojos de par en par, sintiendo una sensación de frío recorrerle la columna. Un gran trozo de su oreja derecha le había sido arrancado por el simple roce del puño del humano.
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