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Cap. 30

No me dejes:

Melou:

Transcurren los días, las semanas, los meses y vamos avanzando con la situación de propagar la cura y la vacuna, varios helicópteros han salido de la pista del buque con miles de frascos, comenzando por Estados Unidos, en todos lados se ha difundido la noticia, la mayoría de los enfermos van mejorando, los refugios se van deshaciendo y cada persona comienza a rehacer su vida.

Hemos pasado año nuevo en el barco comiendo normal y brindando con agua, es lo que hay, no volveremos hasta que todo esté en su total normalidad.

Jacob y yo estamos bien o eso creo porque resulta que ahora me da por loca alegando que tengo serios problemas porque intenté matar a Amanda otras... ah perdí la cuenta, mi excusa es que me cae mal y ya. Nicole y Malibú dicen lo mismo, que debería ver a un psicólogo cuando vuelva.

A lo mejor el pasar casi un año en un barco, el perder a una de mis amigas y a la persona que consideraba mi padre, el ser infectada por ese virus y estar entre la vida y la muerte, el haber estado embarazada y haber perdido al bebé sí influyó en mi salud mental pero yo me siento súper bien.

Aniela y Dante no están para nada bien, últimamente no se entienden, y yo que creí que serían felices para siempre.

Mi asma ha mejorado con las visitas que he hecho a la enfermería pasándome horas tomando oxígeno.

Estamos a mediados de abril y el barco por fin decide retomar camino, el buque también avanza delante nuestro ya que se ha producido cura suficiente y además la fórmula se ha dejado en buenas manos para que se continúe creando, para cuando lleguemos a Estados Unidos de seguro el país esté tal y como lo dejamos.

Son las diez de la noche, el mar está en calma, voy hacia el comedor pero lo que veo en una de las mesas me altera, por estas cosas es que tengo que matarla, Amanda con sus asquerosas manos sobre Jacob y para colmo él está sonriendo.

Aumento el paso, ella se da cuenta de mi presencia y me da una sonrisa malévola, llego a su lugar y la tiro de la silla, cae al suelo, Jacob y Malibú se levantan, los demás me miran con asombro.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que lo ajeno no se toca?— le doy una patada a la boca que la hace soltar sangre, voy a darle otra pero Jacob me detiene.

—¡Melou ya!.

La inmune se lleva la mano a la boca y se levanta —Estoy cansada de que me golpees como si fuese tu monigote— se queja con un gimoteo patético —¿Qué te he hecho?.

Río con falsedad —Por hacer haz hecho demasiado, perra inútil.

—¡Prácticamente te salvé la vida!.

—¡No te lo pedí!— le grito y trato de lanzarme sobre ella pero Murk me hala del brazo.

—Vamos— me empuja lejos del comedor.

—¡Eres una malagradecida!— la escucho gritarme.

—¡Zorra de poca monta!— le grito igual —¡Cuídate la espalda que de aquí no te bajas viva!.

—¡Ya cállate!— exclama Jacob.

Llegamos a mi habitación, él me deja ahí y vuelve en sus pasos para salir —¿Vas a verla, no?— inquiero.

—¿Y a ti que te pasa?.

—¡Respóndeme!.

—¡No voy a ver a nadie!.

—¿De verdad?.

Él suspira y se pasa las manos por la cara —Melou, en serio creo que tienes que ver a un especialista...

—No estoy loca... — me callo —ups— empiezo a reírme —eso es lo que diría un loco ¿no?.

—Lo mejor es que me vaya.

Lo detengo del brazo —Quédate— me acerco y lo beso, el corresponde igual colocando sus manos en mi cintura.

—Debo irme— se excusa con su aliento chocando mis labios.

No lo suelto —¿Soy la única?— pregunto y rozo su cuello con los labios —Dime que soy la única— muerdo con el objetivo de dejar marca.

—Melou...

—Dime que soy solo yo— no me responde pero se deja llevar cuando le quito la camisa —necesito saberlo, Jacob— lo llevo contra la madera de la puerta y recorro todo su torso con la lengua hasta arrodillarme —¿Soy solo yo?— pregunto desde abajo, despunto los botones de su pantalón y lo bajo junto al bóxer, beso la punta de su miembro.

—Sí— jadea —solo tú.

—Solo yo— repito tratando de creérmelo y meto toda su virilidad en mi boca, suelta un gruñido y toma mi cabello en un puño.

Empiezo a masturbarlo con la boca, su miembro crece, lamo y creo soniditos sensuales cuando mis labios chupan su glande.

Amaso sus testículos, mi boca baja a ellos y riego besos por todos lados mientras con la mano no dejo de rodear su polla, miro hacia arriba y sus ojos brillantes de la excitación chocan con los míos, no bajo la mirada, vuelvo a su verga y la adentro hasta que roza mi garganta, las arcadas me contraen y los ojos se me vuelven llorosos pero no me detengo.

La saco y la vuelvo a meter igual otras dos veces.

—Melou— gruñe.

Chupo la cabeza con deseo extrayendo todos sus jugos preseminales, empuja más con su puño en mi pelo, me sujeto de sus muslos y dejo que tome el control, cabeceo con su polla en mi boca, me la mete hasta el fondo y mueve mi cabeza en círculos, las lágrimas salen pero me encanta que haga eso, cuando siento que se va a correr me levanta del cabello y me besa.

Baja el pantalón que llevo con bragas y todo y me sube sobre la cómoda.

Se cuela entre mis piernas acariciando mis muslos con las manos y su boca encuentra la mía, envuelvo mis manos alrededor de su cuello enredando los dedos en su cabello, hala de mis piernas hasta la orilla de la cómoda, ubica su miembro en mi entrada y entra de una estocada, gimo y sujeto sus brazos.

Empieza las embestidas, me saca la camiseta con rapidez y se prende de mis pechos, mientras sus dedos se hunden en mis caderas con firmeza, echo la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados agarrándome de la orilla.

Muerde uno de mis pezones con fuerza y jadeo, muerde el otro dejando marcas, la cómoda se mueve emitiendo un sonido delator, sale de mí y casi me quejo si no es porque me gira recostándome totalmente dejando que mi espalda se pegue a la madera.

Vuelve a entrar con ímpetu arremetiendo con furia, su dedo alcanza mi clítoris y como dicen en las novelas cursis, siento que alcanzo las nubes, no, no las alcanzo, viajo entre ellas.

Joder, es delicioso.

Ya no sé de dónde sostenerme, acelera y se escucha cuando nuestros cuerpos se unen de lo encharcada que estoy.

Saca el dedo del pequeño botón de sensaciones y lo mete en mi boca, lo chupo como si fuese lo mejor del mundo y suelto sonidos satisfechos, con ese mismo dedo recorre el canalillo de mis pechos dejando un camino de saliva hasta detenerse en mi monte de Venus.

Me voltea con agilidad y se adentra de nuevo, agarra mi cabello y se mueve con más brío, me da una nalgada y el ardor es tan placentero que suelto un grito de placer. Otra vez su mano se estrella contra mi trasero y le pido más.

Pega su pecho a mi espalda y muerde mi oreja, mis dedos se aferran a los bordes de la cómoda que está a punto de partirse en dos.

Me corro quedándome tonta como siempre y él sigue los embates, unos segundos después se sale y me giro, camina hacia atrás y me hinco sobre las rodillas frente a él que se masturba mirándome a los ojos.

Abro la boca en espera del líquido.

—Me encantas— susurra.

Recorro mis labios con la lengua y le doy lametones a su polla, suelta el orgasmo que me trago y saboreo sin chistar, limpio todos los restos y él suspira.

Me alza dándome un beso y probando su propio sabor, intenta separarse y no lo dejo apoderándome de su boca nuevamente.

Nos separamos y junto mi frente a la suya —Nunca me dejes— le pido en un murmullo.

Ya saqué el lado que de verdad no quería que nadie viera, solté mi armadura aunque creo que estoy sin armadura hace mucho.

»Antes de hacerlo mátame— sigo hablando —no sé que haría si lo que sea que tenemos se acaba.

—Lo que tenemos es tóxico— objeta.

—No me importa, no quiero que salgas de mi vida nunca, prefiero morir intoxicada— separa su frente y rebusca su pantalón —duerme conmigo hoy.

—Melou debo...

—Por favor—  hago un mohín.

Se queda en silencio por un instante —Está bien.

Sonrío, me coloco unas bragas, me acuesto, él se recuesta a mi lado, lo abrazo y coloco mi cabeza sobre su pecho para luego cerrar los ojos.

Me siento plena cada vez que estoy con este hombre y espero que eso dure.

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