Cap. 22
Submarino:
Jacob:
Dormí apenas una hora, me levanto porque aún hay cosas que aclarar, vuelvo a darme otro baño, dejo a Melou durmiendo y salgo a la sala de operaciones organizando una reunión.
Cuando ya todos o los pocos que quedan (porque lo que eran 50 guardias son ahora 28, mas los de la cabina, la sala de máquinas y la enfermería) están reunidos, comienzo.
—Creo que estamos rodeados de cobardes traidores a los que les da miedo dar la cara y eso conmigo no va— hablo —yo no pedí estar aquí, así que actúan como lo que son, ¡guardias! Y se dejan de pendejadas— alzo la voz —necesitamos llegar a Estados Unidos con la cura y eso es lo que vamos a hacer, ¡el que no esté de acuerdo que hable! Así me evito tener que matarlos más adelante.
—¡¿Alguien?!— grita el capitán y todos se quedan en silencio.
—Nos detendremos aquí unos días, necesitamos deshacernos del virus que se escondía en una de las bodegas, la cual es ahora un laboratorio. Estados Unidos y muchos otros países están en crisis pandémica y es mejor quedarse en el mar a exponerse— declaro —ya pued...— un golpe contra el barco nos hace movernos —¿Qué fue eso?.
La alarma de ataque empieza a escucharse.
—¡Mierda!— maldice Gamboa y sale corriendo, yo salgo tras de él y el resto se posiciona en sus puestos.
—¿Qué está pasando?— le pregunto a Lion.
—Nos están atacando— reponde mientras teclea a toda velocidad.
—¡¿Pero quién?!— se altera Gamboa.
—¡Es lo que estoy buscando! ¡En el radar no se ve nada!.
El capitán desengancha la bocina —¡Atención! ¡A todas las secciones del barco! ¡Manténganse alertas! ¡Estamos ante un ataque desconocido!— otra vez se siente el golpe haciéndonos tambalear.
Gamboa suelta la bocina y se pasa las manos por la cara en frustración, yo me dispongo a hacer algo y es trabajar junto a Lion en busca de una localización.
—¿Qué está pasando?— Melou llega a la cabina y nadie le responde por estar concentrados en los ataques.
El golpe vuelve a hacer impacto, Melou casi se cae si no llega a sostenerse, uno de la sala de máquinas viene corriendo.
—¡Se ha averiado una tubería!.
—¡Lion apúrate carajo!— le grita Gamboa desesperado, vuelve a coger la bocina —¡Atención! ¡Apaguen todo tipo de dispositivos electrónicos! ¡Activaremos la ley de silencio!.
—¡Así no podré trabajar!— se queja Lion.
—¡Cállate!.
Todo el barco se detiene por completo, todo se vuelve oscuridad, todas las luces se apagan, el sonar deja de funcionar y los que estamos en la cabina con cuidado nos quitamos los zapatos.
—Zapatos quitados y ni un solo movimiento— vuelve a avisar Gamboa en un susurro —no hablen, no respiren.
A Lion se le caen los auriculares y yo los alcanzo en el aire dándole una mirada asesina.
Pasan los minutos cuando los golpes cesan y ya no se siente nada.
—Mantengan la calma— pide Gamboa.
No sé cuánto pasa cuando Lion decide encender el sonar.
—¡Lo tenemos!— exclama en un susurro —¡es un submarino!.
¿Qué?.
—¿Cómo que submarino?— cuestiona el capitán colocando la bocina en su lugar y acercándose poco a poco hacia nosotros.
Mira el radar junto a mí y sí, es un submarino y está...
—¿Está bajo nosotros?.
—Tenemos que hacer algo— digo.
Veo a Melou que sale de la cabina.
—Podemos escondernos entre los pequeños cayos que hay allá pero hay contras, uno que el barco puede averiarse más de la cuenta y dos habrá que ir a toda velocidad para evitar otro golpe— recomienda Lion.
Gamboa vuelve hasta la bocina en silencio —Atiendan todos, activaremos todo y saldremos a toda velocidad, a 14 nudos...— cuelga la bocina —ubicación Lion— pide.
—0.02 millas a estribor.
Toma la bocina de nuevo — a 14 nudos, a 0.02 millas a estribor, pase lo que pase no se detengan.
El barco se enciende y al instante sale a toda velocidad en la dirección dada.
—¡Se está moviendo con nosotros!— avisa Lion.
—¡A 15 nudos!— ordena Gamboa y el barco acelera.
—¡No se despega!.
—¡16 nudos! ¡Preparen misil acuático!— se gira hacia nosotros —¡ubicación!.
—¡Línea lateral derecha cerca de la popa!— hablo.
—¡Línea lateral derecha cerca de la popa!— repite Gamboa —¡Preparen! ¡Apunten! ¡Fuego!— se escucha el misil que sale disparado bajo agua.
—¡Le dio!— grita Lion saltando en el lugar —¡Ha disminuido velocidad!.
—¡Avancen a toda velocidad!.
—¡Estamos llegando!.
—Disminuyan velocidad para amilanar impacto.
El barco baja a 8 nudos cuando se adentra entre los cayos. Choca con algunos y logra esquivar a otros.
—Apaguen todo nuevamente— ordena Gamboa —volvemos a la ley de silencio.
Deja caer la bocina y respira hondo.
—Cambio de planes— hablo en un murmullo —tenemos que salir de aquí.
_____________◇◇◇______________
Melou:
Como ya les dije, no sé nada de barcos por lo que creí que mi ayuda serviría en otro lado, salgo medio corriendo por la ley de silencio hacia la sala de máquinas, al llegar hay humo por doquier, Nicole, Malibú, Dante y los de la sala están tratando de controlar el desmadre.
—Necesitamos más agua— habla Robert.
Gamboa vuelve a ordenar ir a toda velocidad y Dante maldice.
—¡El botón rojo!— exclama Robert mientras sostiene la tubería rota. Yo me acerco y le doy al botón, el barco se enciende —¡sube la palanca!— hago lo que me pide y sale disparado.
—A 14 nudos, a 0.02 millas a estribor— ordena Gamboa y de algo me sirvieron las primeras clases que tomé junto a Lion y a Robert en esta parte del barco.
Maniobro con las palancas y botones que hay mientras los demás sostienen la avería y Gamboa sigue dando direcciones sin cesar como si yo fuese una máquina.
—¡A 15 nudos!— vuelve a hablar —¡16 nudos! ¡Preparen misil acuático!— ahí me detengo porque eso le corresponde a la sección de defensa del barco —¡Línea lateral derecha cerca de la popa! ¡Preparen! ¡Apunten! ¡Fuego!.
Otros guardias vienen y van con cubos de agua para la tubería, entre esos está Aniela que ayuda como puede.
—¡Avancen a toda velocidad!.
—¡La palanca!— grita Robert y sin dudarlo la subo hasta el máximo —¡se está calentando la máquina!— avisa y los cubos de agua no cesan.
—¡Disminuyan velocidad para amilanar impacto!— vuelve a hablar el capitán y Robert cierra los ojos como agradecimiento, voy bajando la palanca poco a poco —Apaguen todo nuevamente, volvemos a la ley de silencio— pulso el botón rojo y la bajo del todo.
La tubería sigue soltando humo, los viajes de cubo de agua se han detenido.
—Necesito tela para cubrir esto— pide Robert en un susurro.
Yo comienzo a quitarme la camisa con cautela quedando solo en el top del uniforme, le doy la camisa a Robert que empieza a envolver la tubería, Nic y Malibú hacen lo mismo, la primera lleva una camisilla blanca por debajo y la segunda un top igual que el mío. Dante y los otros guardias también se quitan la camisa y cuando viene a ver, la tubería está más o menos aguantando y ya no derrama tanto petróleo.
Me siento en el suelo sin hacer el más mínimo ruido pegada a una de las máquinas, recuesto la cabeza de ella, encojo mis piernas y cierro los ojos.
Mi mente empieza a recordar todo lo que ha ocurrido desde el 12 de mayo hasta ahora, mi primer enfrentamiento con Jacob, sus intentos de asesinato hacia mí, el tener que infiltrarnos en el barco, me juré que subiríamos los tres y bajaríamos los tres, ahora solamente quedo yo.
La primera vez que tuve sexo con Jacob que aún no sé cómo se dio, él me gustaba y me gusta pero lo que eran chistes y bromas que le hacía para joderlo se convirtió en algo que ninguno de los dos esperaba.
La pérdida de Luciana, de Suárez, no estuve ahí con él sus últimos días, la pérdida de mi bebé.
Poso mi mano en mi vientre, ¿Quién lo diría? Hasta ayer mismo llevaba una vida en mi vientre y la perdí.
¿Y si no logro tener más hijos? ¿Y si esta era mi única oportunidad? Yo quiero tener una familia, joder no es tan difícil, ¿o sí?.
Pero no me arrepiento de nada de lo que soy, me gusta ser esto que soy.
Una asesina.
¿Qué será lo que nos ha atacado ahora? ¿Un barco de Japón? ¿Uno de China? ¿Una organización de inmunes? ¿Un cocodrilo con dos cabezas?.
Creo que transcurre una hora y algo cuando veo que Jacob y el capitán vienen hacia nosotros.
—Pueden moverse— avisa el capitán —pero mantendremos todo apagado por si acaso.
—¿Qué le ha pasado?— pregunta Jacob señalando la tubería.
—Se ha averiado, señor— le responde Robert.
—¿Tiene arreglo?— cuestiona Gamboa.
—Sí pero tardará.
—¿Cuánto?.
—Una o dos semanas, mientras tanto no podemos mover el barco porque el petróleo que queda se perderá.
Jacob se pasa las manos por la cara y Gamboa se hala de los pelos —Hagan lo que tengan que hacer.
—Reunión en la sala de operaciones— avisa Murk y sale junto al capitán.
Me levanto del suelo y también salgo acompañada del resto que no habla.
—No podemos movernos hasta dentro de dos semanas— dice el capitán cuando todos ya están sentados —una de las tuberías se ha dañado, por ahora mantendremos todo apagado hasta poder deshacernos de ese submarino desconocido que en estos momentos se ha alejado.
—Posiblemente mañana ya estén listos los trajes y podremos desaparecer ese cargamento— habla Jacob —los médicos están trabajando en una posible vacuna porque no podemos saltar directo a una cura sin hacer estudios— despliega un mapa sobre la mesa —estamos aquí— señala un punto entre las islas Maldivas y las islas Seychelles —explotaremos el virus aquí— apunta a la segunda —crearemos algo parecido a un cóctel molotov de tamaño prominente para deshacernos de esa inyección— vuelve a doblar el mapa —¿alguna duda?— nadie habla —entonces ya pueden retirarse.
Todos salen y yo también, estoy comenzando a sentir un dolorcito en el bajo vientre, llevo mis manos ahí.
Jacob me retiene de la mano —¿Estás bien?.
—Sí.
Besa mi frente y me deja ir.
Y así la rara soy yo.
Entro a mi dormitorio y siento que algo me baja en la entrepierna... oh no, no, no, no puede ser.
Corro hasta el baño, me siento en el retrete y... ¡mierda! Don Andrés me acaba de visitar señores.
Me quedo sentada aquí pensando en qué hacer, los retortijones en el vientre aumentan y maúllo de dolor.
—¿Melou?— la presencia de Malibú me llega como anillo al dedo.
—¡Estoy aquí!— hablo desde el baño.
Escucho sus pasos, se detiene en la puerta —¿Que tienes?.
—Pues verás, he tenido una visita inesperada y no sé qué hacer porque no tengo los medios que se necesitan ¿crees que me puedes ayudar?.
—Oh, Luci— respira hondo cerrando los ojos, hasta a mí me duele —Luciana creo que tenía en su habitación.
Sonrío con tristeza —Ella siempre estaba preparada para todo.
—Sí, espera, ahora vengo— sale corriendo y yo me quedo mirando la ventanita que da al mar.
El sol ya se está yendo, todo está en silencio y el mar está en calma, para matar el tiempo me entretengo con el suelo del baño, arrugo el entrecejo cuando veo una mancha.
—Melou— la voz de Jacob me saca del trance, espera ¿Qué hace Jacob aquí? —Melou— vuelve a llamar.
—Aquí en el baño— siento sus zapatos chocar contra las tablas del suelo, llega a la puerta y me mira —¿Qué...?
—Malibú mandó esto— levanta los tampones y suelto la carcajada por la cara que él tiene. Yo pensando que había ocurrido algo —¿De que te ríes?— espeta con el ceño fruncido.
—¿Y esa cara, limoncito?.
—Acaba de coger eso— mueve el paquete.
—Se llaman tampones— alzo la mano alcanzándolos.
—Como sea— sale apurado.
—¡Gracias limoncito!— exclamo riendo.
Cuando termino voy hacia la sala de máquinas donde han empezado a arreglar la tubería, yo empiezo a ayudar también y el tiempo se me va en eso.
×××
Llegan las diez de la noche y les pido a todos que vayan a darse un baño, a comer algo y a descansar, yo también hago lo mismo porque estoy llena de manchas de petróleo y con olor a bicho.
Caigo en la cama rendida...
Tiros, sangre, muerte, pestilencia y pobreza es lo que me rodea, niños comiendo las sobras del suelo en las calles, hombres disfrazados matando a diestra y siniestra.
Un bebé llorando, una madre gritando por él, un hombre observando, trato de acercarme al bebé y no puedo...
La madre sigue desgarrándose la garganta.
—¡Déjenlo! ¡Déjenlo por favor!.
Miro mis pies encadenados, halo con fuerza y la cadena rompe mi carne... de repente, el bebé se levanta en sus dos piecitos...
—¡No eres nada!— exclama en mi dirección con voz distorsionada —¡Eres solo un fantasma! ¡No eres nada!— los hombres disfrazados le hacen coro —¡No eres nada!.
Camino hacia atrás —No...— musito.
Siguen el canto con más fuerza, los niños sucios y hambrientos se unen, siento que me deshago de adentro hacia afuera.
—¡No eres nada! ¡No eres nada! ¡No eres nada!.
—¡No!— me levanto exaltada, sudando y con la respiración caótica, miro a todos lados ubicándome y veo que todavía estoy en el barco —tranquila Melou, solo fue una pesadilla— me convenzo.
Se sintió tan real.
Salgo de la cama, todo sigue apagado y en silencio. Voy hasta la habitación de Jacob, empujo la puerta ya abierta y ahí está él, durmiendo en bóxers, sin hacer mucho ruido me acuesto a su lado mirando cómo duerme.
Abre los ojos y me asusto solo por eso, la pesadilla me ha dejado temblorosa.
—¿Melou?— eleva la cabeza —¿Qué haces aquí?.
—No quiero estar sola.
—¿Qué ha pasado?.
—Nada, solo es eso— tampoco quiero que se burle de mí solo porque temo a una pesadilla.
—Ven— me lleva hasta sus brazos y me envuelve en ellos, los míos lo rodean de las costillas, enreda sus piernas con las mías, besa mi coronilla —Descansa.
No respondo, miro a un punto fijo en la pared frente a mí, intento dormirme pero cada vez que cierro los ojos escucho el susurro.
No eres nada.
×××
En cuanto sale el sol me levanto, no dormí en lo que quedó de la noche por miedo a volver a repetir la pesadilla.
Voy a mi habitación a lavarme los dientes, después camino hasta el comedor donde la mayoría está con su desayuno.
—¿Cómo durmieron?— pregunto a Nicole, Malibú y Aniela que están sentadas en una mesa.
Malibú se encoje de hombros y las otras dos responden con un bien. No hablo más y bebo el té que Aniela me pone sobre la mesa.
En silencio comemos la pasta enlatada hasta que un barullo se forma desde el pasillo y nos levantamos.
—¿Qué está ocurriendo?.
—Una chica que encontramos en una lancha pidiéndonos ayuda.
—¿Dónde está?— pregunta Jacob.
—Ahí— el guardia señala la escalerilla.
Es una castaña de irises claros con cuerpo flacucho. Todos se callan y la observan.
—Hola— sonríe al subir el último escalón, le da la mano a Jacob —mi nombre es Amanda.
Jacob duda pero termina brindando la suya y es ahí cuando veo la marca en su dorso.
—Una inmune.
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