Cap. 21
¿Amor o cariño?:
Jacob:
Amanece y sigo en la cama con Melou, hace poco que se durmió, la acomodo y me levanto, estiro mis brazos y los pies, salgo de la habitación y voy hasta la cocina, en la cual están el capitán, Nicole, Aniela y Dante.
—¿Dónde están los demás?— pregunto en cuanto me siento en la mesa frente a ellos.
La apariencia de los cuatro es horrible, con ojeras y Nicole despeinada con los ojos rojos.
—Malibú sigue en la enfermería— responde Dante tomándose una taza de té.
—Y el resto se ha ido a sus habitaciones— termina de decir Nic —ahora mismo terminamos de limpiar todo y envolver los cadáveres.
—Dentro de poco será la ceremonia— avisa Gamboa.
—No quiero ceremonia para esos malnacidos— espeto —haremos solo una para Luciana.
—Me parece bien— acepta Dante con la mandíbula tensa.
—Ahora debemos encontrar al hijo de p*ta que organizó todo esto— pido —si es que no murió también con el resto.
—¿Cómo está Melou?— pregunta Aniela, fue la que me dijo a dónde había ido cuando salí a buscarla.
—Está dormida.
—Yo voy hacia la cubierta a ver cómo va todo— el capitán se levanta.
—Yo vengo ahora, voy a darme un baño— Dante también.
Nicole y Aniela se quedan mirando a un punto en específico, a Nic se le salen las lágrimas y yo me pongo de pie hacia mi cuarto.
Entro al baño, me tardo bajo la ducha, como si con eso todo volviese a la normalidad, todos están dándose por vencidos y yo no puedo juzgarlos, son muchas cosas al mismo tiempo. La muerte de Luciana fue la gota que derramó el vaso.
Salgo y me pongo el traje negro que nos dieron para subirnos al barco ya que no pertenecemos a la marina, veo que he tardado una hora, voy hacia la cubierta y todos están formados con el uniforme blanco, el capitán tiene su boina. El único cadáver que hay es el de Luciana, al parecer botaron el resto antes.
Malibú está llorando, Nicole la abraza llorando igual, Aniela también lo está y el resto tiene los ojos llorosos, no puedo negarlo, Luciana era una persona sociable, sabía cómo llevarse con todos.
—Luciana Grey— comienza recitando Gamboa firme y erguido —no pertenecía a la marina pero en poco tiempo prácticamente se hizo parte de ella, muchos se hicieron sus aliados, mujer carismática y con valores— Malibú casi cae si no es por los brazos de Nic —todos sufren su pérdida y la llevaremos en nuestros corazones de por vida— marcha en derecha hacia los guardias —¡Firmes!— todos se yerguen —¡Para ejecutar disparos! ¡Preparen!— tres guardias se acercan a los tres cañones que dan por la barandilla hacia el norte —¡Apunten!— veo a Melou llegar con la espalda recta, tiene la cara hinchada y los ojos rojos, lleva el traje puesto, se ubica al lado de Malibú —¡Fuego!— las bombas salen disparadas, una tras de otra y explotan en el aire con un ruido extremo —¡Para despedir a la combatiente Luciana Grey Durán, 24 años, experta en bombas, en las peleas cuerpo a cuerpo, con un doctorado en psicología! ¡Preparen... Armas!— cada uno posiciona su rifle bajo su brazo pegado al hombro —¡Al mar!— empujan el cadáver por la tabla y cae al mar con un ruido sordo.
Dante y algunos más sueltan las lágrimas que retenían.
—¡Vamos a ver coño!— el grito de Melou hace eco —¡Ya dejen el puto llanto!— espeta —¡Duele, lo sé, era mi amiga!— una lágrima rueda por su mejilla —¡Pero hay que seguir ¿no?!— alza el mentón —¡Por el hermano y la madre que esperaban por ella joder! ¡Por las personas que dejó queriéndola! ¡Hay que seguir! ¡Vamos a seguir! ¡Vamos a atrapar al hijo de puta que planeó todo esto! ¡Y a Estados Unidos no llegamos sin una cura!— alzo las cejas —¡¿Entendido?!— se desgarra la garganta.
—¡Sí señor!— reponden todos al unísono.
—¡No escucho carajo!.
—¡Sí señor!.
—¡Arriba que hay cosas que hacer!— sale limpiando las lágrimas que dejó salir.
—¡Rompan... filas!— ordena Gamboa y la formación se deshace.
Voy en busca de Melou y la alcanzo camino a la planta baja.
—¿A dónde vas?.
—¿A salir de dudas?.
—¿Qué?.
—Luego te cuento.
Desprende rabia, odio, voy a su lado en silencio, nos colocamos los trajes y ella toca la trampilla, William abre, bajamos y...
—¿Qué hacía uno de los guardias queriendo bajar anoche acá?— cuestiona Melou agarrando a William del cuello del traje que lleva.
—¿Q-qué?.
—No me engañes William— lo zarandea —¡habla ahora mismo!— exclama.
—¡N-no sé, no se nada!— ella lo mira a los ojos y lo suelta.
Ríe y niega —¿Piensas que te voy a creer? ¡Acabo de hablar con uno de los que prepararon el motín y ¿sabes lo que me dijeron?!— inquiere y Zeng traga mirándome —mejor no te digo— se voltea al resto de los médicos que se han detenido asustados con los gritos —¡Atiendan acá! ¡Recojan todo, ahora!— ordena —¡Se acabó el campismo!— los científicos empiezan a recoger y yo me pregunto hasta dónde llegará.
Zeng está petrificado en el lugar como teniendo una lucha interna.
—¡Espera!— Zeng la detiene —¡voy a hablar pero no detengan un trabajo que ha durado meses!.
—Aquí espero— coloca los brazos en jarra con las cejas levantadas y yo río.
—Cuando salimos de China veníamos con el cargamento sí, aún así con fallas el gobierno estadounidense lo exigió, desde China le mandaron una muestra por aire para que viera que estaba defectuoso— toma aire.
»El presidente lo probó con cinco de los suyos, los primeros días vio que no funcionaban y los dejó ir, semanas después esos cinco mismos empezaron a presentar síntomas y a propagar el virus, para cuando el gobierno se enteró ya era tarde, un 0,05 % de la población estaba infectado, eso es lo malo, que avanza con rapidez— se pasa las manos por la cara.
»Estados Unidos le exigió a China que se deshicieran de él, cuando eso ya estábamos en el mar, nos informaron entonces deshacernos de el virus y tratar de buscar una cura para evitar una guerra, acatamos la orden porque no sabíamos que estaban ustedes a bordo, cuando los conocí vi que no todo estaba perdido pero cometí el error de hablar de eso con uno de los guardias el día que desembarcaron en la isla cuando subí por algo que necesitaba, no me creyó y como estúpido le mostré dónde estaba porque creí que todos tenían los mismos objetivos que ustedes.
—¿Cómo se comunicaban con los de China?— pregunto.
—Por mensajes codificados.
—Eran ustedes los que mantenían la red bloqueada— deduce Melou.
—Sí, lo siento, debemos mantener el portátil encendido todo el tiempo para la llegada de los mensajes.
—¿Cómo esperas que crea todo eso?.
—Tengo los mensajes guardados.
—Bien.
—Pero hay una cosa— lo miro fijamente —si ya estaban en proceso de hacer la cura ¿por qué no nos dijeron?.
—No queríamos defraudarlos, además aún no nos han dado los hámsters.
No lo recordaba.
—Pues sepa que esos bichos se usarán como modelo para empezar la cura porque supongo que para eso se necesita una base— habla Melou.
—Está bien— acepta.
—Así que cuando nos deshagamos de ese virus les daremos los conejillos de Indias— digo.
—¿Cómo van los trajes?.
—Estarán listos para mañana.
—Estuve leyendo un diario que encontramos en un barco hundido— comenta Melou —Y hablaba sobre una organización de inmunes— el doctor abre los ojos con sorpresa —¿puede ser eso cierto?.
—Sí, claro que sí, de hecho si encontráramos a una persona con esa característica el desarrollo de la cura sería más rápido.
—¿En serio?— inquiero.
—Sí, porque en el cuerpo de el inmune existen glóbulos que mantienen el sistema inmunológico el triple de fortalecido a una persona normal y eso impide la entrada del virus al cuerpo.
—Wow— Melou camina a la salida y voy tras ella —cambiando de tema mañana vendremos por los trajes— salimos.
Realizamos todo el proceso que se requiere para desinfectar los trajes y subimos.
—Señor— el amigo de Melou se detiene frente a nosotros —Melou— la saluda —necesito hablar con ustedes.
—¿Qué ha pasado?.
—Sé quién preparó el motín, yo estuve cerca cuando lo planearon.
—¿Quién fue?.
—El que abordó con ustedes, Freud.
Hijo de perra.
—¿Estás seguro?.
—Sí, lo vi hablando con George sobre eso.
Salgo acelerado en su búsqueda, ya me cansé de tanta traición, en nadie se puede confiar, lo veo sonriendo en el comedor y sin medir nada me acerco y lo tiro al suelo de un puñetazo.
—¿Pero qué...
Lo agarro del cuello de la camisa —Hasta cuando ¿eh?— le lanzo otro golpe en la mandíbula —me cansé Freud Marshall— me subo sobre él y doy otros dos puñetazos en su cara —no sé para que te dieron otra oportunidad si el que nace soplón, soplón se queda— su mandíbula suelta un chasquido cuando le doy otro golpe —¿sabes?— me levanto y lo dejo en el suelo quejándose —te voy a dar la oportunidad de defenderte, así que levántate.
Tose, escupe sangre y con toda la fuerza se levanta sobre sus rodillas, ni siquiera le doy tiempo a terminar de pararse cuando la punta de la bota de mi pie derecho se estrella contra su cara.
»¿En serio?— inquiero, a nuestro alrededor se han reunido la mayoría de los tripulantes —¿es todo lo que tienes?— camino a su alrededor doblando las mangas de la camisa del traje que llevo puesto —venga, de pie.
Nuevamente trata de ponerse de pie, esta vez lo logra pero al segundo vuelve a caer cuando mi puño impacta con su nariz.
»Din, din, din— hago como que llevo una campana en las manos —se te acabó el tiempo escoria.
Una patada que esquiva con trabajo, un puñetazo que lo desestabiliza, aprovecho y me subo sobre él, lo tomo de las solapas de su traje y hago que su cabeza salude el suelo en un rudo golpe, repito lo mismo una, dos, tres, cuatro... y todas las veces necesarias hasta que pierdo la cuenta.
Nadie me separa y es mejor así, hoy acabo con este hijo de puta sí o sí.
Paro cuando veo un gran charco de sangre sobre el suelo bajo su cabeza, su cara está manchada de sangre igual y no se mueve. Me levanto de encima de él.
—Tírenlo al mar, de seguro ahí sí sirve de comida para los tiburones.
Me doy la vuelta dispuesto a irme y veo a Melou con la nariz arrugada, la tomo del brazo y la arrastro conmigo.
—¡Oye!— entro a mi alcoba, cierro la puerta a mis espaldas y me tiro sobre su boca, ella me besa al instante y cuando quiero quitarle la ropa se separa —No voy a follar contigo así— señala todo mi cuerpo lleno de sangre.
—¿No te gusta?— le doy una sonrisa maliciosa.
—Te digo que estoy loca pero no para tanto.
La llevo conmigo hasta el baño, abro la ducha y con urgencia le quito la ropa, ella hace lo mismo con la mía. El agua deshace la sangre de mi cuerpo y veo que he pasado por esto antes.
—Estamos a la par ¿no?— hablo cuando bajo por completo sus bragas.
—¿Por?— besa mi cuello.
—Mataste a Francesca y yo a Freud.
Se arrodilla frente a mí, el agua pega su pelo a la cara —No lo compares.
—¿Cuál es la diferencia?— jadeo cuando lame la punta de mi falo erecto.
—Yo a ella le tenía ganas— se la mete por completo y me apoyo en la pared detrás de ella —esa es la diferencia.
Vuelve a meterla en su boca, su tibieza me mata, envuelve mis testículos en sus manos y les da atención, mueve la cabeza al compás de las estocadas mirándome a los ojos.
Se ve tan sexy así, la saca y chupa la punta, me masturba con la mano y vuelve a chupar como si fuese un caramelo.
—Me encanta— gime.
Lame los testículos, se los mete a la boca en lo que sigue con su mano en mi polla, los saca, vuelve a meterse el miembro en la boca, mordisquea suavemente la piel del mismo y eso hace que esté a punto por lo que la obligo a levantarse.
La beso, penetro su boca con mi lengua y dejo que el piercing haga de las suyas, ella coge el jabón que está en una arista y lo pasa por todo mi cuerpo comenzando por los hombros, llega a mi estómago, las costillas, mi trasero, sube a mi cuello, baja a mi polla y la enjabona con delicadeza. Va a mi cabello enredando las hebras en su manos. El agua enjuaga todo el jabón y vuelve a besarme.
Cierro la ducha y salgo con ella cargada hacia la cama, la dejo caer y me subo sobre ella, chupo y muerdo su cuello masajeando sus tetas.
—Fóllame ya— me pide.
Cojo el miembro entre mis manos y... —¿Lo quieres?.
—Sí.
—¿Segura?— me masturbo con lentitud.
—¡Sí!— alza la pelvis. Lo ubico entre sus pliegues y la penetro —¡Joder!— me muevo con apremio, fuerza y autoridad.
—Te gusta duro ¿eh?— muerdo sus tetas.
—¡Sí, me encanta!.
Me fascina como su entrada me aprieta, se siente bien rico. Cojo sus piernas y las sujeto pegadas a ambos lados de mi cadera. Se la meto con deseo, ella jadea, gime y grita aguantándose de la sábana.
—Jay...— susurra en el éxtasis y sé que está llegando porque me aprieta la polla con más fuerza.
Cuando siento que voy yo también me salgo y lo cojo entre mis manos masturbándome, ella se incorpora como puede y me la lame y chupa, la tomo del cabello follándole la boca hasta que se la echo toda. Ella traga sin dejar nada como niña obediente.
Se tira boca arriba en la cama y yo a su lado. Su mirada se pierde como si estuviese pensando en otra cosa.
—¿Ahora qué pasa?— inquiero.
Se acuesta boca abajo y gira su cara en mi dirección —Nada, solo estaba pensando.
—¿En qué?.
—En...— se detiene —en nada— dice al fin.
—¿No crees que si estabas pensando quiere decir que había algo en lo que pensar?.
—No me hagas parecer estúpida.
Me río —Precisamente eso pareces.
Suspira —No quiero que salgas corriendo.
Me ubico de lado sosteniéndome de un codo —Ahora sí me estás asustando.
Vuelve a suspirar —Me estoy enamorando, Jacob— confiesa —o mejor dicho, me enamoré, no sé cuándo ni cómo ocurrió solo sé que llegó el día en que ya no te veía como un amante o una compañía en la cama, nunca antes había sentido esto y tengo miedo de no poder controlarlo— espera a que diga algo pero yo solo me quedo mirándola memorizando cada línea de su rostro —¿no vas a decir nada?.
—Te aseguro que no voy a salir corriendo— ella medio sonríe —y eso merece una celebración— me subo en su espalda —venga que tengo mis encantos— ríe.
—Eres un engreído— bajo y alzo su cadera inclinándola hacia arriba —¿qué hac...?.
—Engreído o no me vas a dar ese culo— murmuro en su oído —aquí y ahora.
×××
Cierra los ojos y creo que se ha quedado dormida, no dije nada con su confesión porque me tomó desprevenido, no supe qué decir.
Melou me gusta, es más, me fascina pero temo a que esto que siento no sea lo mismo que siente ella y luego no quiero desilusionarla.
Yo nunca me he enamorado y no sé que es lo que ocurre cuando eso pasa.
La miro y tiene los labios entreabiertos, las mejillas rosadas y el pelo tapando la mitad de su rostro, se lo aparto y la abrazo, ella me corresponde al abrazo dormida envolviendo sus piernas con las mías.
Huele a mí, beso sus labios.
Cuando anoche salió de mi cuarto mi cabeza estaba hecha un lío, pero lo único claro que me pedía es que la buscara, que no la dejara sola, entonces supongo que eso es querer.
Por eso salí corriendo en su búsqueda, caminé por todo el barco hasta que vi a Aniela salir de su habitación y me dijo que ella había ido hacia la de Luciana.
Cuando entré y la vi acurrucada llorando, algo dentro de mí se sintió feo y lo único que me salió fue abrazarla.
Así que sí, creo que yo también estoy enamorado.
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Ay chiquitines, faltan pocos capítulos para finalizar esta novela y más ahora que voy a una velocidad extrema tratando de recuperar el tiempo perdido.
¿Qué les parece hasta ahora? ¿Les gustaría cambiar algo?.
Besos 💋💋
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