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Cap. 20

Pérdida:

Jacob:

Cuando me dieron esta misión no me dijeron nada de que habrían muertos y no es que hubiese hecho falta decirlo, en todas las misiones que he tenido siempre hay muertos pero yo pensé que esta sería diferente.

Sí, fui ingenuo, mis objetivos los tenía claros, subir, atrapar a Melou, matarla y llegar a Estados Unidos con el barco intacto, pero todo se complicó.

Comenzando con la traición de Francesca, mi romance con Death y ahora la muerte de Luciana.

Entro a la enfermería con el cuerpo de ella en brazos, está llena con todos los que salieron heridos del motín, el cual luego me encargaré de investigar quién lo organizó.

Entre esos heridos se encuentran el capitán, Dante, el moreno fortachón amigo de Melou y otros más.

La enfermera viene corriendo hacia mí y al ver que no tiene vida se detiene —Ponla por aquí— señala una camilla detrás de una cortina y la deposito ahí —la prepararemos para...— se calla y se dispone a hacer su trabajo.

Yo tomo asiento, me paso las manos por la cara y me inclino apoyando los codos sobre las piernas. Veo a Gamboa sentarse a mi lado.

—¿Cómo está Malibú?— pregunta.

Todos aquí en el barco sabían de su relación con Luciana.

—Supongo que mal— me encojo de hombros —Melou se la llevó para calmarla.

—¿Y cómo estás tú?.

—¿Importa cómo esté yo?— inquiero.

—Pues sí, si el que está al mando no está bien, el resto no funciona.

—Estoy bien.

—Conmigo no tienes que mentir Murk.

Gamboa y yo nos llevamos hace tres años, lo conocí en una de las tantas misiones que he tenido, cuando supe que sería el capitán del barco fue motivo demás para aceptar la misión.

En realidad estoy frustrado, confuso, acongojado con todo esto pero...

—Estaré mejor— aseguro.

Nos quedamos en silencio hasta que llega un guardia con Melou en brazos acompañado de Malibú y Antonella o como se llame.

Me levanto de un salto —¿Qué pasó?.

El guardia la lleva hasta una camilla detrás de otra cortina.

—No lo sé, estaba bien cuando empezó a gritar y... y luego se desmayó— responde Malibú nerviosa, tiene los ojos rojos e hinchados.

Llega la enfermera —Salgan todos— pide.

—Yo me quedo— me opongo y no dice nada.

El resto sale y me siento en una silla que hay en una esquina cerca de una ventanilla.

La enfermera empieza a cortar su ropa por las piernas, cuando llega a sus muslos veo la sangre. Sigue haciendo lo suyo, corta, limpia, revisa con un montón de aparatos activados y yo observo todo.

Dos horas después pregunto —¿Qué tiene?.

—No sé si deba decírselo porque es algo íntimo y que según yo la afectaría a ella.

—Soy su... — ¿Qué soy? me callo y me paso los dedos por el pelo.

—Ah ya entiendo— ella medio sonríe —entonces puedo decírselo pero primero que nada lo siento.

—¿Decir qué cosa? ¿Qué siente?.

—Acaba de perder al bebé.

Silencio.

No respiro.

Be-bebé.

—¿Qué?— mi ceño se frunce.

—¿No lo sabía? Pues ella tenía un embarazo de tres semanas, sufrió un fuerte golpe en el estómago que afectó su desarrollo y crecimiento, por eso el sangrado.

Melou se mueve y medio abre los ojos —¿Qué pasó?— cuestiona con voz ronca mirando a todos lados.

La miro y salgo a paso apresurado.

¿Un bebé? ¿Sabía ella que estaba embarazada? Y si sabía ¿Por qué no me dijo?.

Llego a mi habitación y pateo la cómoda.

¡Tres mil veces mierda!

Me siento en la cama, yo... yo iba a ser padre.

Cierro los ojos.

Iba a ser padre en medio de un huracán que no tiene cuándo terminar.

—Jacob— levanto la vista y la veo en la puerta sosteniéndose del marco.

—Deberías estar en la enfermería.

—Necesito hablar contigo.

—Si me vienes a decir ahora que estabas embarazada es tarde porque adivina— suelto una risa amarga —¡lo has perdido!— exclamo.

—No lo sabía— confiesa —solo tenía sospechas.

—¡¿Y por qué no me dijiste?!— me levanto.

—¡Porque no sabía cómo reaccionarías!.

—Para saberlo tenías que haber hablado ¿no crees?— inquiero acercándome a ella.

—¿Para qué? Si ya estoy viendo tu reacción— cierra los ojos y posa su mano en el vientre, respira hondo y vuelve a abrirlos —y lo perdí, quizás aún teniéndolo te hubiese dado hasta un infarto— nos miramos por unos segundos —pero no se preocupe Jacob Banner— se separa de la puerta —que ya no va a ser padre— se va dejándome parado en el mismo lugar observando a la nada.

Padre.

Esa palabra me da un mal sabor en la boca, sabía yo que los mareos, las náuseas y los vómitos que tenía a escondidas no eran normales.

Y lo que me jode es el que no me haya dicho.

________________________________

Melou:

Camino a paso de tortuga, prácticamente salí corriendo de la enfermería detrás de Jacob para hablar con él, pensé que me diría las palabras que se usan para consolar a uno en estos casos como lo hizo Luciana en su momento, pero no.

Imbécil que soy, mil veces imbécil.

Llego a la puerta de mi habitación y... sigo de largo entrando a la de Lu.

No hay nadie, vi a Malibú llorando frente a su... cadáver en la enfermería.

El portátil satelital de Malibú está aquí, de seguro se quedaban viendo películas o algo.

Me siento sobre la cama y observo todo a mi alrededor, todo está tan organizado y mi cuarto es un desastre, tomo entre mis manos un pequeño osito de peluche azul que hay en el medio de la cama, lo miro y hay un nombre bordado en su estómago.

Luis Ángel.

Debe ser el nombre de su hermano, sin querer empiezo a llorar, las lágrimas que no derramé cuando la vi morir empiezan a salir ahora. Lloro por su muerte y por la pérdida de mi bebé.

Mi bebé.

Abrazo el osito contra mi pecho y lloro, dejo salir todo, la tristeza, el dolor.

«La mayor pérdida que uno puede tener y que duele y quema es la de un hijo, así nunca lo hayas conocido»

Recuerdo las palabras de Celin cuando trató de convencerme de que mis padres tal vez no quisieron abandonarme.

Y es cierto, a pesar de que no pensaba tenerlo si llegaba a confirmar la verdad, duele, duele más que cualquier dolor físico.

«Un bebé siempre será una bendición»

Las lágrimas no quieren detenerse, en estos momentos quiero ver a Celin, a Suárez, escucharlos aunque sea.

Vuelvo a mirar la computadora y me acerco, trato de recordar todos los pasos que Freud usó para comunicarse la vez pasada y comienzo a maniobrar, no soy muy buena en esto pero tengo que intentarlo.

Tardo más de lo que creí, reviso cables, botones y nada hasta que coloca el mensaje.

Iniciando túnel...

Sigo dando en las teclas que creo correctas. Sale el otro mensaje de aviso.

Creando túnel en el puerto 80649...

Emocionada sigo hasta que...

Error. El # de serie es incorrecto.

¡Mierda!

Cierro los ojos tratando de enfocar el número de la laptop de Celin, lo intento de nuevo y me sale lo mismo, dos veces más e igual, cuando lo hago una última vez pensando en darme por vencida si no sale bien, la pantalla empieza a aclararse con rayas horizontales.

—¿Mel-ou?— escucho la voz de Celin al otro lado y vuelvo a llorar, intento aclarar la pantalla —¿Melou e-e-res tú?— la pantalla se ve pero casi no se escucha.

La observo —Si soy yo— tiene ojeras y parece cansada. El hueso de sus pómulos se nota mostrando lo delgada que está. Tiene un cubrebocas que se retira quedando a la altura de su barbilla.

—G-gracias a Dios, no s-sabes cuánto e-esperé vo-volver a c-contactar co-contigo— lloro con más fuerza —¿es-stás llor-ando? ¿Que ha pas-pas-sado?.

—Nada solo quería verlos, ¿dónde está Suárez?— ella traga en seco —¿dónde está?— insisto.

—Murió la se-mana pasa-da por el vi-rus— aprieto los labios con el dolor desgarrándome al saber que acabo de perder a la persona que resultó mi padre durante casi diez años —de eso quería ha-hab-larte, to-do aquí está patas ar-rriba, por favor n-no regres-sen si no v-va a s-ser con la cu-ra.

—¿Dónde estás?.

—En un re-fug-io a las afue-ras de la ciu-dad ¿y los de-más?.

Respiro hondo —Luciana ha muerto hoy en un motín— cubre su boca con lágrimas en los ojos y yo seco las mías —el resto está bien y no te preocupes, solo te pido que te cuides— miro la esquina del portátil: 30 segundos para cerrar el puente —me tengo que ir.

—Dime qué es l-o que te oc-urre en real-i-dad— es Celin, me conoce mejor que nadie.

—Me embaracé de Jacob y lo perdí— suelto de golpe, ella llora, se lo digo porque ahora más que nunca estoy segura de que no sobreviviré —pero estoy bien o lo estaré, no te preocupes por mí ni por nadie, solo por ti, trata de estar bien, tal vez esta sea la última vez que nos comuniquemos.

—Por fa-vor cuí-date— pega su mano a la pantalla —y no vuel-vas por ahora, todo es infec-ción, to-dos están deses-pe-rados.

Yo también pego mi mano —Te prometo que todo volverá a la normalidad, te quie... — se corta la comunicación y el portátil se apaga.

Me le quedo mirando como si volviera a encenderse. Las lágrimas vuelven a salir.

Ya no sé qué hacer, no todo puede estar perdido ¿O sí?.

Me enamoré de Jacob, quedé embarazada y lo perdí, perdí también a Luciana, a Suárez, estoy lejos de casa, lejos de Celin.

—¿Qué hago?— pregunto en voz alta con el llanto inundándome —Dios mío ¿qué hago?.

Vuelvo a la cama, tomo el osito y me hago bolita en ella mientras lloro a todo pulmón, no quiero rendirme, no ahora, pero siento que no doy para más.

He perdido tanto en tan poco tiempo.

Pasa el tiempo y sigo llorando, la lluvia no termina de caer porque escucho el ruido de las olas de un mar embravecido.

Siento que la cama se hunde en mi espalda y unos brazos fuertes abrazándome por detrás, ahora sí lloro de verdad porque está aquí, conmigo.

Me gira de frente a él y me abraza, escondo mi cara en su cuello sin dejar de llorar. Su abrazo es cálido, reconfortante.

—Perdóname— murmura acariciando mi cabello ya crecido hasta más abajo de los hombros.

—Solo abrázame— resollo.

Y así, es como me paso la noche casi entera llorando en los brazos de Jacob, no sé cuándo me duermo, solo sé que él en ningún momento deja de abrazarme.

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