Cap. 15
La selva:
Jacob:
Veo por la sombra que emite gracias a una de las antorchas de afuera como se levanta y sale, respiro hondo.
Me siento frustrado y enojado a grandes dimensiones, después del encuentro que tuve con ella en el gimnasio decidí alejarme porque lo que estaba o estoy empezando a sentir no puede ser, pero de nada valió cuando la veía todo el tiempo, cuando la acechaba mientras hablaba y reía con Dante.
Me paso las manos por la cara, ya no sé qué hacer, me gustaría seguir con ella hasta que se acabe la misión, por lo menos yo no voy a aguantar todo este tiempo en sequía, pero no quiero engancharme demás.
No quiero nada que me ate.
Pasa una hora cuando escucho risas afuera, agudizo el oído y... es ella, es ella con Dante, aprieto la mandíbula, me incorporo quedando sentado, de momento me han entrado ganas de salir a curiosear qué les causa tanta gracia.
Es más, eso es lo que voy a hacer, las risas han cesado, de todos modos me levanto sigiloso y salgo, me detengo a medio camino cuando la veo en un tronco sentada con Dante... besándose.
Aprieto los puños y me giro de nuevo dispuesto a volver a la cabaña cuando la veo separarse con brusquedad.
—Oye yo...— intenta hablar.
—No sabe igual eh.
—¿Qué?— pregunta atónita.
—No sientes lo mismo que sientes con Murk— suelto el aire que estaba reteniendo.
—¿De qué hablas?.
—No te preocupes, sé muy bien lo que es— él le resta importancia.
—¿Qué cosa?.
—Querer algo y no tenerlo.
—Yo no quiero nada y entre Jacob y yo no hay nada— aclara y alzo una ceja porque eso no se lo cree ni ella.
—Pero había.
Se queda en silencio —Ya no— murmura.
—Está bien— él la rodea dándole un abrazo —si tú lo dices— la suelta, se levanta y se va.
Melou se hala de los pelos, literalmente, parece frustrada.
Frustrada igual que yo.
Entro nuevamente a la cabaña, ahora no me siento tan mal porque sé que ella lo está pasando igual o peor que yo, suena egoísta pero ¿Quién dijo que yo no soy egoísta?.
Me recuesto boca arriba y cierro los ojos, a los minutos siguientes la escucho entrar y se acuesta a mi lado.
Suspira y oigo cómo se remueve buscando comodidad, pasan las horas y no me duermo, todo lo contrario a la persona que está a mi lado, la cual ya tiene la respiración acompasada, vuelve a moverse dormida y coloca uno de sus brazos por encima de mi torso.
Sonrío para mis adentros y para jugarle una broma también la abrazo y por casualidad de la vida logro dormirme.
×××
—¡Ay!— escucho el exclamo de Melou en mi oído.
—Por dios no grites— estrujo mis ojos.
—¡¿Qué hacías abrazándome?!— cuestiona alterada.
—¿Yo abrazándote?— me hago el tonto.
—¡Sí! Tenías toda tu mano manoseando mi trasero.
—¿Y no lo había hecho antes?— inquiero burlón.
—¡Estoy hablando en serio!.
—Yo también.
—Arrgg, maldito pervertido— se coloca el pantalón a una velocidad extrema, tanta que se lo pone al revés. Sale de la cabaña y me levanto para seguirla, toda la espalda me duele.
—Hey— llama a una chica que pasa frente a nosotros —¿sabes si hay algún baño o algo por aquí?— seguido le hace señas exageradas para que entienda.
—No te preocupes— la nativa pronuncia la erre con más acento —yo entender la lengua— Melou respira aliviada —detrás de cada cabaña haber uno.
—Oh gracias— gira sobre sus talones para volver a entrar y choca conmigo —apártate— farfulla y lo hago.
No porque quiera sino porque quiero meterme a ese baño con ella.
Hay algunos nativos de aquí para allá y de allá para acá con cestas de frutas, cacerolas con pescados y porrones de bebidas.
Me volteo en busca del baño, se encuentra detrás de la cabaña, es un cuartito chiquito de tabla, entro y Melou está sentada dentro de una tina redonda de madera de espaldas a mí. A un lado hay un estante con toallas.
—¿Hay espacio para otro?— ella da un sobresalto.
Sus ojos chocan con los míos —¿No captas cuando alguien te quiere lejos?.
—Depende.
Ella pone los ojos en blanco y se vuelve a girar, alcanza una esponja que hay cerca junto a un jabón, la hunta en el mismo y comienza a pasarla por su cuerpo.
Me acerco, me deshago de los pantalones dejando el bóxer y me meto a la tina quedando frente a ella, me mira pero no dice nada, moja sus labios, le quito la esponja y yo mismo empiezo a lavar su cuerpo acercándola más a mí.
Paso la esponja alrededor de sus senos pellizcando uno de ellos intencionalmente, deja salir un sonidito que a mí me parece sensual, procedo con sus brazos, ninguno de los dos baja la mirada, llego a los dedos de su mano y los masajeo, cierra los ojos, la pego a mí de modo que sus tetas chocan con mi pecho y estriego la esponja en su espalda.
Bajo a su estómago, el bajo vientre, su monte de Venus, llego a su clítoris y labo con las manos dejando la esponja a un lado, gime, con la palma de la mano le doy atención y ella empieza a jadear, mi polla comienza a despertar, también acaricio sus pliegues y se aguanta de los bordes de la bañera dejando caer la cabeza hacia atrás.
Meto dos dedos en su vagina.
—Ah.
—¿Lo extrañabas?— pregunto cerca de sus labios mientras la penetro.
—Umju— no abre los ojos.
—No quiero sonidos— lamo sus labios y muerdo el inferior —quiero una respuesta clara— meto un tercer dedo —¿lo extrañaste?.
—¡Sí joder!.
Aumento el ritmo de la penetración haciéndola jadear extasiada, mueve sus caderas al compás, meto una de sus tetas en mi boca y chupo como si fuera un bebé mientras que con la mano libre la sujeto de la cintura.
Ella respira por la boca y muerde su labio.
—Más rápido— pedidos que para mí son órdenes.
Acelero y la siento llegar, veo como aprieta los bordes de la bañera y se estremece soltando el orgasmo que la deja atontada.
Trata de recuperar estabilidad en su respiración, saco los dedos, ella abre los ojos, se me queda mirando y sin hablar la beso, extrañé su boca, corresponde mientras posa sus manos en mi torso y baja hacia mi polla.
La detengo —También quiero complacerte.
—Luego me las cobro— vuelvo a besarla tomándola de la nuca, ella coje la esponja y empieza a pasarla por mi cuerpo con paciencia, la dejo porque se siente bien.
Nos quedamos en la bañera unos minutos demás con caricias, besos y cachondeo de por medio hasta que tocan a la puerta del diminuto baño.
—¿Melou?— es Luciana.
—¿Sí?— sigo besando su cuello.
—El jefe de la tribu quiere vernos.
—Ya vamos... digo ya voy— río en su cuello y escucho como Luciana también lo hace.
—No se tarden.
—¿A dónde vamos?— inquiero como quien no quiere la cosa.
Tiene los labios hinchados y las mejillas rosadas, parece una cosa rara, extraña, difícil de hallar, como una piedra preciosa.
—Tenemos que salir— trata de salir de la tina y no la dejo.
—Espera un segundo— muerdo su barbilla.
—Ni segundo ni nada— sale —acaba de salir tú también.
Se coloca la camisa que traía sin bragas, arrugo el entrecejo.
—¿Y tus bragas?.
—Las he lavado.
—¿Y piensas salir así?— salgo yo también colocándome el pantalón después de quitarme el bóxer y tenderlo en una esquina del baño junto a sus bragas, yo si traje uno adicional porque sabía que esto no sería tan fácil.
—Nadie me verá— asegura.
—¿Quién lo dice?.
—Son unos pasos de aquí a la cabaña— coge los bordes de la camisa y la baja hasta donde puede.
No me gusta la idea pero la dejo salir yendo yo detrás pendiente a todos los que osen mirarla demás.
Me estoy comportando como un maldito celoso posesivo, lo único que me falta es mearla y no me costaría nada hacerlo con tal de dejar claro de que es mía.
Entramos a la cabaña, ella se coloca el pantalón y yo me cambio de ropa.
—No me digas que trajiste ropa demás— dice.
—Pues sí.
Niega con la cabeza y se arregla la vestimenta, mete sus pies en las botas, se acomoda el cabello y sale, a los pocos segundos salgo yo, caminamos en línea recta hasta llegar a una especie de comedor rústico que lleva de techo paja y tiene macetas con flores por todos lados.
Hay una inmensa mesa en el centro con comida que parece cruda y otras no tan crudas como pescado, frutas, jugos frutales y hasta cangrejos hay.
El tipo que está a la cabeza de la mesa se levanta para recibirnos, ya el resto está sentado junto a otros indios excepto Nicole.
—Bienvenidos— el hombre habla en un perfecto inglés —es emocionante tener gente nueva.
—Estamos de paso— aclaro.
—No importa, vengan, tomen asiento.
Lo seguimos y me siento al lado de Malibú y Melou al lado de Dante frente a mí.
—Tienen toda una mesa llena de manjares de la naturaleza a su disposición— toma un vaso de jugo y lo alza —a comer.
Todos comienzan a cortar aquí y allá, eso incluye a Malibú quien prueba pescado junto al resto. Yo me dispongo a tomar un trozo de camarón.
—¿Cómo consiguen todo esto?— pregunta Luciana.
—Pezca y caza— responde.
—Pero ustedes están un poco modernizados— opino.
—Sí, bueno, yo soy de Estados Unidos y cuando llegué acá los ayudé a prosperar, por eso me consideran el jefe de la tribu.
—Me gusta esto aquí— habla Malibú.
—Si quieres te puedes quedar— le recomienda.
—No gracias, prefiero mi vida loca— él ríe.
—Oh, qué educación la mía, mi nombre es Josh, ¿cuál es el de ustedes?.
Nos presentamos, seguimos informándonos de cómo funciona esto acá, hay nativos que están aprendiendo el inglés por eso la chica de esta mañana había entendido a Melou.
—Y bueno ¿Cuál es el motivo de su presencia por estos lugares?.
Le hablo de lo que andamos buscando, le informo por arriba para qué es.
—El virus ese está acabando con todos.
—Uno de su tribu preguntó si estábamos infectados— dice Dante —¿Ellos saben de eso?.
—Claro— come un pedazo de fruta —hace una semana llegó aquí un dúo que estaba infectado y por causa de eso murieron cuatro de los míos.
—¿Sabe donde podemos encontrar esos animales?— inquiere Lu.
—Sí, pero ¿En realidad para qué los quieren? Si es para propagar el virus no cuenten con...
—No es nada de eso— le interrumpe Melou —precisamente es para todo lo contrario, nos dieron la misión de desaparecerlo pero no entendemos cómo ha podido expandirse.
—Yo tampoco.
La mayoría de los que estaban sentados en la mesa hacen inclinaciones de cabeza y se levantan.
—¿Nos ayudará?— tomo un sorbo de mi jugo.
—Lo haré, pero la ubicación está a un día de camino, mandaré a un grupo explorador.
—Gracias— Malibú agradece por todos.
—¿Cómo sigue nuestra compañera?— cuestiona Lu.
—Está mejor, le insistimos en quedarse un día más en la clínica.
—¿Clínica?— Malibú abre los ojos —¿qué más tienen? ¿un jacuzzi?.
—Sí, tenemos algo así.
—Wow.
—Lo que decía— insisto nuevamente para que no se desvíe tanto del tema.
—Ah sí, la chica es testaruda pero se quedó por Héctor.
—¿Quién es ese?— pregunta Melou.
—Es uno de los indios— aclara Dante —el que la atendió y Nicole siendo Nicole comenzó a acosarlo.
Melou rueda los ojos. —¿Podemos verla?.
—¡Claro! En cuanto salgan de aquí.
Seguimos hablando hasta que nos retiramos a ver a Nicole.
—¡Holaa!— Malibú comienza a hacer escándalo cuando entra a la cabaña en la que está acostada en una camilla.
—¿Cómo estás?— le pregunta Melou.
—Mejor.
—Pensé que morirías— habla Luciana.
—Hierba mala nunca muere— me cruzo de brazos.
—Gracias Jacob.
—Cuenta— Malibú se sienta a los pies de la camilla —supimos de un indio al que andas rondando.
—¿Cómo es?— Luciana se inclina a su lado y cuando veo que empezarán con sus cotilleos salgo dejando también a Dante con ellas.
Doy una vuelta por el lugar, algunas indias se me quedan mirando con curiosidad y las ignoro a todas.
Llego a un sitio donde hay una larga cabaña parecido a una fábrica, entro y me encuentro con varios nativos trabajando con madera, barro y otros materiales.
La población de este lugar parece ser bien grande.
Algunos pulen sillas, otros construyen tinas, jarrones pero lo que me llama la atención es un grupo que trabaja con papel, me voy hacia ahí y los veo usando planchas calentadas en carbón sobre las hojas, donde al instante aparecen letras.
—¿Qué es eso?— pregunto y al momento recuerdo que la mayoría no habla mi lengua pero me sorprendo cuando uno de ellos responde.
—Es una técnica para esconder códigos, a la tinta se le hace llamar invisible porque no se ve a la vista pero al estar expuesta al calor enseguida aparece debido a que el limón está compuesto por ácidos grasos.
Por lo que veo ya tengo la solución para la agenda.
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