Cap. 11
Vamos a jugar:
Jacob:
—Seguramente están hablando con quien sea que mantienen contacto.
—Francesca deja la ficción y concéntrate— espeto —aún no tenemos nada sólido.
Hemos estado esperando que Melou salga de su habitación, no quiero entrar ahí porque sé que habrá consecuencias y más si lo hago con Francesca.
Ha estado encerrada junto a los demás casi una hora, traté de matar a Malibú a preguntas pero carezco de paciencia y con ella hay que tener demasiada.
Camino fuera de la cabina —¿A dónde vas?— pregunta Francesca siguiéndome.
—A mi cuarto.
—No debemos perder el tiempo, Jacob— insiste —tenemos que atraparlas en cuanto antes.
—Francesca, ellas no se van a ir a ningún lado así que relájate.
La veo muy alterada para mi gusto.
—Bueno, si tú lo dices— entra conmigo a mi habitación —¿Qué te parece si mientras tanto nos entretenemos en algo?— ronronea.
Esta mujer es bipolar.
—Ahora no— me saco la camiseta.
—Anda Jac, debes relajarte un poco— se acerca y pasa las manos por mi torso —quizás eso es lo que necesitas— las sube a mis hombros y se inclina a besarme.
No me opongo y la beso igual tomándola de la cadera, sus manos van a mi cabello y recorre mi mandíbula con los labios, salta rodeando mi cintura con sus piernas y las sujeto, se quita la camisa y sigue besándome. Me volteo dejándola caer en la cama colándome entre sus piernas y enpiezo a repartir besos por alrededor de sus pechos por encima del sujetador.
Melou sujetando mi abdomen con fuerza aparece en mi mente y trato de enfocarme en lo que estoy haciendo.
Bajo la mano derecha por todo su estómago hasta llegar al inicio de su pantalón y...
Gira quedando sobre mí lamiendo y chupando mi cuello —Déjame consentirte— me susurra en el oído.
La imagen de Melou diciéndome la de cosas que me quería hacer la vez que salió del calabozo aparece y sacudo la cabeza levemente.
Francesca sigue besando y chupando mientras baja por mis hombros, mi clavícula, llega a mi torso, mi pelvis y...
El estruendo de la puerta abriéndose le da paso a una Melou enojada, atrás de ella vienen los demás incluyendo a el soplón.
Francesca se recompone -¿Qué...?.
Intenta hablar pero el puño de Melou impactando en su cara, la hace retroceder.
—¡Hija de puta!— exclama la francesa.
—¿Te gustó el numerito que formaste?— exige James con furia dándole otro puñetazo que Francesca esquiva.
Nadie se mete y yo tampoco pienso hacerlo mientras me recompongo de la cama con rapidez y cruzo los brazos.
—¡¿Estás loca?!.
Melou continúa dándole golpes, Francesca choca con la cómoda tirando las cosas que están en ella al suelo, Melou le da una patada en la cara que se la gira hacia atrás rompiéndole la nariz.
Francesca se endereza y se gana otro golpe en la cara.
Death se acerca y tira bruscamente de su pelo haciendo que se doble en el suelo.
—Espero que no te hayas vendido— frunzo el ceño al oír eso, fueron las palabras que en un momento la francesa le dijo a Malibú —tu presencia me tiene harta— estrella una patada en sus costillas —y por último insistes en vigilarnos— la lanza al suelo y se sube sobre ella —¿Qué más Francesca?— le golpea la boca —tratando de mantener tu tapadera culpándonos a todos nosotros— otro golpe —eso no fue muy inteligente.
Empieza a dar puños a diestra y siniestra por toda su cara.
—Creo que ya deberíamos separarlas— el soplón duda.
—Nah— Malibú no le presta importancia —se lo merece.
—Lo que yo creo es que hace falta palomitas para completar— opina Nicole.
Melou parece ciega de la ira, su rostro está rojo, no mide los golpes y la cara de Francesca, quien sonríe por encima de la sangre, está irreconocible.
—¡Melou detente!— ordeno haciendo el intento de acercarme pero Luciana me arrastra hacia atrás nuevamente.
Death nos ignora arrastrando a la rubia a la salida.
Todos la seguimos, sigue directo a la cubierta, al llegar tira a Francesca en el suelo.
—Dime qué se sintió- le pide con cinismo a la francesa —¿Qué se sintió engañarnos a todos?.
Francesca ríe escupiendo sangre —Todos... — tose —todos son unos idiotas.
—No me digas— finge asombro —a ver sigue.
—El único que valía la pena... para mí era Jacob y porque estaba enamorada— vuelve a reír con esfuerzo.
—Ah que lindo es el amor— simula un suspiro.
—Pero... entonces vi que no seríamos nada y... decidí usarlo... hasta que llegaste tú.
Melou ríe de una forma macabra —Lo sé, soy como las cobras— se hinca en una pierna frente a ella —odiosas y resistentes y parecida a las pruebas sorpresas de los colegios que adivina qué— extiende las palmas de las manos con emoción inventada —¡Son sorpresivas!— se ríe —muy malo el chiste ¿verdad?.
—Debí haberte matado cuando pude.
—Pero no lo hiciste, perra— saca una navaja y nadie se sorprende —¿una última palabra?.
—Púdrete— escupe.
—Nos vemos en el infierno entonces— entierra la navaja en su garganta con una fuerza desmedida.
La sangre sale a borbotones ahogando a la francesa, comienza a abrirle la garganta con lentitud, totalmente concentrada.
Francesca tiembla bajo de Melou, todo a su alrededor se llena de ese líquido rojo y la sonrisa de James se vuelve sádica. Termina de destrozarle la carótida, retira la navaja y vuelve a incrústarsela en el pecho acabando con su vida completamente.
Se queda quieta con la cabeza ladeada observando a la francesa, saca la navaja y se voltea a nosotros.
Tiene el rostro manchado de sangre al igual que la ropa y las manos, mira a Freud para luego acercarse a él, limpia el artefacto en su ropa llenándolo de sangre.
—Tu castigo por traición no será la muerte— le dice —comenzará ahora y será encargándote del cadáver de esta perra— pone atención a la limpieza de la navaja —serás como mi perrito faldero— arruga la nariz mirando su camisa —ni su sangre vale— farfulla mientras camina a las escaleras.
Desparece y...
—Wow— Malibú rompe el silencio —eso fue mejor que una película de acción.
—Y como que muy loco— comenta Nicole y al ver que nadie habla nos mira —venga, ¿no les pareció que la actitud de Melou fue así como la de lis payasos que siempre presentan en las pelis de terror?— alza las cejas en busca de una afirmación y todos la miran extrañados —¿En serio? ¿A nadie?— suspira —¿Saben qué? Olvídenlo.
Suelta el aire emprende camino hacia las escaleras.
—¿No deberíamos celebrar?— Malibú pregunta y las miradas van hacia ella ahora —a mí si no me miren como si estuviese loca, está claro que hay que celebrar, acabamos con nuestra francesa... bueno acabó Melou por nosotros— mira el cadáver —que en paz descanse— hace una cruz en el aire.
—Amén— menciona Luciana.
Luego salen las dos por el mismo lugar que se fue Nicole.
—Yo...— Freud habla mirándose la ropa —yo voy a buscar algo para recoger esto— señala el cuerpo de la francesa e igual baja dejándome solo reparando el cuerpo de Francesca.
Me vieron la cara, dudé de mis compañeros, dudé de Melou y hasta llegué a dudar del capitán y todo este tiempo ha estado en mis narices como mismo estuvo la presencia de James al inicio.
No sé en qué estoy pensando últimamente.
Y creer que le había tomado cariño y siempre estuvo viéndome como un peón del tablero.
Hija de puta.
Ahora mi pregunta es ¿Cuál es el motivo detrás de esta traición?.
Le doy una última mirada y bajo camino a la habitación de Melou, la puerta está entreabierta, entro y cierro colocando el pestillo, el sonido del agua me avisa que está en la ducha. Sin pensarlo mucho voy hasta el cuartito que hay como baño y muevo con lentitud la vieja cortina que nos separa.
Observo su espalda, lleva un tatuaje que comienza en la cadera, en blanco y negro, de una mujer sentada soplando un diente de león que se desvanece camino a sus hombros convertido en pájaros terminando en su nuca.
Creo que no se ha dado cuenta por el ruido que emite el caer del agua o sencillamente deja que la observe.
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Melou:
Sabía que tarde o temprano me desquitaría las ganas que tenía contra Francesca, pero nunca creí que sería de esa forma aunque no me arrepiento.
Fue liberador.
Llego a mi cuarto, dejo el cuchillo con el acabé con esa sanguijuela, (se convirtió en mi favorito) y voy hacia el baño, necesito quitarme toda esta sangre, me saco la ropa y me meto bajo la ducha después de abrirla.
El agua fría me estremece pero hace correr toda la sangre por el suelo limpiando mi piel, estoy ahí un tiempo hasta que siento una intensa mirada sobre mi espalda y no necesito voltearme para saber quién es, dejo que se deleite con lo que ve por unos minutos y...
—Dime si vas a entrar o te vas a quedar ahí parado— hablo cogiendo mi champú de cacao en una esquina.
Escucho como entra pegándose a mi espalda, empieza a besar mi hombro y me quita el frasco del champú, a los pocos segundos siento sus manos masajeando mi cabello, cierro los ojos por inercia y suelto un sonidito satisfactorio al sentir sus dedos en mi cuero cabelludo.
Este hombre es perfecto.
Baja las manos acariciando mi clavícula, mis hombros y se detiene en mis tetas envolviéndolas en un masaje tortuoso, jadeo cuando aprieta y pellizca en los puntos exactos dejando caer mi cabeza en su hombro. Continúa bajando por mis costados, hasta el dolor en mis costillas ha desaparecido.
Me giro y su cabello mojado por el agua cae en su frente, su pantalón está mojado y no tiene camisa ya que cuando entré a su dormitorio en busca de Francesca ellos estaban en sus cosas.
Sus manos siguen viajando por todo mi cuerpo y se detienen en mi pelvis, pego mis labios a los suyos en un beso impaciente y cargado de deseo. Le saco el cinturón sin abandonar su boca bajando su pantalón y dejándolo en bóxer. Voy hacia la piel de su cuello, chupo y muerdo con dedicación, me pega más a su cuerpo donde siento su erección y eso hace que me moje más de lo que estoy.
—Quiero que me folles— le susurro sobre el agua.
Impacta mi espalda contra la pared cerrando la ducha, se baja el bóxer y levanta mi pierna derecha metiéndo su polla por completa en mi cavidad sin ningún aviso.
Gimo, empieza a dar estocadas profundas que me hacen ver las estrellas, el sonido del choque de nuestros cuerpos es música para mis oídos, mis jadeos incontrolables y sus intermitentes gruñidos me hacen querer más.
—¡Así!.
Pasa sus brazos por debajo de mis piernas y me levanta dando una entrada más profunda de su miembro, me agarro de su cuello y empiezo a moverme, arriba y abajo, en lo que él mueve su pelvis en sincronización.
—¿Te gustó el haber matado a Francesca?— pregunta con voz gutural.
—Me encantó— confieso entre gemidos —pero no más que el me estes follando.
Muerde mis pechos y aprieta mi trasero.
—¡Más duro!— exijo y apresura los estrellones dejándome sin aliento.
Bajo mi cabeza para besarlo metiendo mi lengua en el interior de su boca donde él juega con el piercing.
Siento el orgasmo llegar -¡Sí!- aprieto los dedos de los pies y el temblor en todo mi cuerpo me dice que estoy a punto.
Y el que él se mueva mas rápido estrujando mi culo en el proceso es seña de que está cerca también.
Muerdo su labio inferior y... la vida se me va con el orgasmo que obtengo. El sigue batiendo su polla en mi interior hasta que también lo suelta todo. Tiemblo pareciendo una convulsión.
Nuestras respiraciones son un asco, deja caer su frente en el canalillo de mis tetas tratando de recomponerse. Inhalo y exhalo con trabajo.
Sale de mí y me baja con cuidado, todo mi cuerpo parece gelatina y apoyo mi cabeza en el hueco de su cuello.
—Espero que con esto te des cuenta de que yo no soy una traidora— le digo sin separarme y siento como sus facciones se estiran en una sonrisa.
—Si lo que esperas es que me disculpe no lo voy a hacer— aclara y levanto la cabeza topándome con el verde de sus ojos.
—Me vale mierda si te disculpas o no con que me des seis orgasmos, no, que sean diez todas las noches durante una semana, estas perdonado.
—Exigente— dice en tono juguetón.
—Siempre.
—¿Y que tal si comenzamos ese castigo ahora?.
—¿Ansioso?.
—Demasiado.
Me carga entre sus brazos, rodeo su cintura con mis piernas y sale del baño mientras me besa, chocamos con la pared cerca de la puerta y nos reímos, siento que caigo en la cama.
Cae sobre mí y sigue besándome, besa mi cuello, mis hombros mis pechos, mi abdomen, vuelve a subir a mis senos y los lame y chupa como si fuese chocolate. Lleva una de sus manos a mi vagina y...
—Con los dedos no— pido y recuerdo las palabras de Malibú —quiero sentir la flexibilidad de tu lengua.
—¿Qué?— sonríe.
—Forma parte del castigo.
Me regala una sonrisa maliciosa y baja por mi estómago rozándome con sus labios hasta parar en mi bajo vientre, abro las piernas como si mi cerebro lo ordenara po sí solo.
Me inclino apoyándome en los codos y viendo todo desde arriba.
—¿Puede llegar a gustarme un castigo?— su voz ronca y su aliento recorre mi sexo enviándome escalofríos a todo el cuerpo.
—Depende.
—Porque este me fascina— suelto un suspiro junto a un gemido dejando caer mi cabeza hacia atrás.
—Hueles delicioso.
Lame mi clítoris y dejo escapar otro gemido, dios mío me derrito, lo mordisquea y me muevo buscando más. Luego siento su lengua en mi entrada y me retuerzo del placer; chupa, succiona, lametea, todo a un ritmo constante pero dolorosamente delicioso.
—Ah...— musito.
Mete la lengua un poco y no puedo, no puedo aguantar más. Me tumbo en la cama, con una mano acaricio mis pechos y con la otra entretejo los dedos en su cabello, me toma de las piernas abriéndolas más para tener mejor acceso.
—Por Dios— me siento en el éxtasis total.
Vuelve a morder mi clítoris, hala de él y no hace falta más para dejar salir el orgasmo, tan intenso como el primero.
Tiemblo y no es suficiente, necesito más, percibo como recoge con su lengua todos mis fluidos.
No me decepcioné, la flexibilidad de la lengua de Jacob es resumida en una palabra: fenomenal.
Sube a besarme y mi sabor está impregnado en su boca, siento la dureza de su polla pegada a mi vientre. Me volteo y quedo sobre él.
Me aparta el pelo que cae en mi rostro y me besa, llevo mi boca a su cuello y chupo, sin exordio bajo a su polla, se ve gruesa, larga, dura y venosa, la envuelvo en mi mano y él me mira con los labios entreabiertos desde arriba.
Comienzo a mover la mano alrededor de ella y suelta un gruñido, paso la lengua por el glande y deja caer su cabeza en la cama cerrando los ojos. Le doy un ligero beso y...
—Deja la tortura— lo escucho decir y sonrió.
Me la meto en la boca hasta la mitad y la saco, la vuelvo a meter pero completa, llega a mi garganta y controlo la arcada que me provoca. Lamo su tallo y la base, masajeando sus testículos con la otra mano, sigo succionando la cabeza de la misma y comienzo a meter y sacarla de mi boca a una velocidad alarmante donde la dejo llegar a mi garganta la mayoría de las veces rozándola con el piercing a propósito.
Conduzco mi dedo corazón a mi entrada y estrujo mi clítoris sin detener mi trabajo, lo intruduzco en mi vagina y disminuyo el movimiento en su polla para llevarla al límite en mi garganta, siento mis ojos llorosos y otra arcada me llega pero no paro.
—¡Mierda!— maldice cuando vuelvo a arremeter con fuerza el entra y sale —voy a...— me detengo —Melou— advierte y encamino nuevamente el proceso enroscando la lengua en su tallo.
Sigo chupando con ímpetu y cuando vuelvo a sentir que se corre hago el intento de sacarla pero toma mi pelo en un puño de forma brusca y me obliga a tenerla dentro, se levanta quedando sentado y empieza a mover la pelvis follándome la boca hasta que siento el líquido caliente inundar mi garganta, trago todo y afloja el agarre en mi cabello dejándose caer nuevamente.
Saco mi dedo de mi vagina, sostengo su polla con las dos manos y la limpio con la lengua dejándola brillosa, me inclino hacia arriba y lo beso, oprime mi trasero y pasa su pulgar por la comisura de mi boca.
Caigo a su lado —Deberíamos repetir— dice y río.
—Sabes que...
La sirena de alerta del barco comienza a sonar.
—¡Oh mierda!.
Nos levantamos a toda velocidad, Jacob va hacia el baño en busca de su ropa que está mojada y yo me coloco lo primero que veo. Salimos corriendo a toda velocidad, los guardias están de aquí para allá y de allá para acá corriendo igual mientras se preparan.
Llegamos al puente del barco, el capitán está dando órdenes por todos lados.
—¿Qué ocurre?.
—Nos están atacando— responde mientras pide localización exacta de el barco atacante.
Comparto mirada con Jacob y...
—¡Han golpeado la parte lateral derecha del casco!.
—¡Atención!— dice el capitán por la bocina —¡Preparen misiles!.
—¡Aún no tenemos localización!— exclama Lion.
—¡Pues que esperan para encontrarla carajo!— le grita Gamboa.
Estos son los momentos en que me siento inútil, porque no sé qué hacer. ¡Debí haber aprendido sobre barcos!.
Jacob se une a Lion para ayudarlo con la localización.
—¡Preparen!— avisa el capitán —¡Disp...!.
—¡La tenemos!— grita Lion emocionado —¡A 0.8 millas por el este, viene a 12 nudos hacia nosotros!.
—¡Malditos cabrones!— habla el capitán y vuelve a coger el altavoz en su mano —¡A 0.8 kilómetros por el este! ¡Preparen!— da un diminuto lapso de tiempo —¡Apunten! ¡Fuego!.
El ruido de los misiles en el aire no se hace esperar, es parecido a la hoja de una navaja rozando una superficie.
—¡Viene a 13 nudos hacia nosotros!.
—¡¿Se creen ellos que no tenemos para defendernos?!— se exaspera uno.
—¡No! Ese no es su objetivo— Gamboa se acerca a Lion.
—Quieren impactar contra nosotros para hacernos perder el equilibrio— deduce Jacob.
—Para eso tiene que...
—¡Hay otro barco!— grita Lion.
—¡Mierda!.
—¡A 1.03 millas al norte!.
—¡Preparen misiles de aire!— grita Gamboa —¡Vamos a acabar con esto!.
Bueno, ahora sí están hablando mi idioma. Salgo corriendo hacia la cubierta donde Nicole y Malibú están moviendo al frente de varios misiles manuales junto a otros cinco.
—Aquí voy.
Me acomodo detrás del artefacto y espero instrucciones.
—¡A 1.02 millas, inclinado hacia el norte!— ubicamos la dirección y... —¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego!.
Los misiles salen uno seguida del otro, mi cuerpo se sacude por la intensidad.
—¡Sigan disparando!— escucho la voz de Gamboa —¡Se ha movido a 1.04 millas hacia el norte!.
Se calcula la distancia, volvemos a disparar y esta vez vuelve llamas la quilla haciendo que el barco comience a hundirse.
—¡Sí!— grito y empiezo a reírme junto a Nic y Malibú apesar de que aún no acaban con el otro.
Bajo corriendo con ellas dos hacia el puente nuevamente.
—¡Ubiquen misil a 0.9 millas hacia el este!— ordena el capitán —¡Preparen! ¡Fuego!.
El misil que sale esta vez no es igual a los otros, este es más grande y más veloz. Llega hacia el barco enemigo y... lo hace trizas.
Suelto todo el aire que estaba reteniendo y Malibú levanta las manos al cielo.
—¡Barcos abatidos!.
Gamboa coloca la bocina en su lugar —Problema resuelto.
Luciana viene hacia nosotros agitada.
—¿Dónde estabas metida?.
—En la armería- salimos de la cabina incluyendo a Jacob -preparando por si ocurría algo peor.
—Debemos bajar hacia los barcos— recomienda Nic —quizás haiga algún sobreviviente o algo que nos diga de dónde son.
—Cierto— concuerda Luciana -no tenía ninguna marca ni nada parecido que los identifique.
—Está bien— acepta Jacob —ahora vuelvo.
—Espera— Malibú comienza a reírse señalando a Jacob, todas la miramos raro.
—¿Qué pasa?— le pregunta él con una ceja alzada.
Entonces Luciana y Nicole empiezan a reír igual.
—¿Qué...?— la afroamericana no puede hablar por la risa.
Caigo en cuenta de lo que está ocurriendo de verdad.
—¿Dónde estabas metido, limoncito?— se burla Malibú y yo me tapo la cara con las manos.
Nicole mira mi ropa —No, no respondas— le dice.
Reparo mi ropa y llevo puesto una playera con un pantalón corto de dormir.
El se mira y también se da cuenta que se están riendo de su apariencia, sin camisa, con el pantalón mojado y descalzo.
—¿En serio?— reclama —¡No jodan!—- se va dejándonos muertas de la risa.
—¡A ti fue al que jodieron!— le grita Malibú con mofa —¡dime si pudieron terminar de echar el polvo!.
Los que están en la cabina escuchan eso y se ríen.
×××
Tres horas después estamos completamente preparados con los trajes de buzo y el galón de oxígeno para bajar a la profundidad junto a los barcos hundidos. Solamente iremos cuatro, Jacob, Nicole, Freud porque es bueno buceando y yo.
—Una de tus jugarretas y te arranco las bolas para arrojársela a los peces— le advierto a Freud.
—Vamos bajen que ya está anocheciendo— avisa el capitán.
El sol ya se esconde dándole paso a la oscuridad de la noche, el cielo tiene un toque naranja. Pero de todos modos llevamos la linternita del traje por si acaso.
—Tengan cuidado— pide Luciana -y cualquier cosa extraña no la dejen pasar.
El primero en lanzarse al agua es Jacob, luego Nic, Freud y de último yo, no tenemos que bucear tanto para llegar al barco principal hundido porque ya nos hemos acercado.
A pesar de que la completa oscuridad aún no cubre nuestro alrededor en la superficie, al hundirnos nada se ve por lo que debemos encender la linterna.
Llegamos a la parte delantera del barco, el cual no es grande pero tampoco pequeño, Jacob nos hace señas para separarnos. Freud y Nicole se van por la derecha y Jacob y yo por la izquierda.
El barco está destrozado, entramos por una de las ventanas hecha añicos, llegamos a la cocina, hay escombros por doquier, las pocas mesas y asientos que se encuentran están regadas por todo el lugar.
Seguimos nadando hasta llegar a los pasillos de las habitaciones donde nos encontramos con dos cadáveres, a uno de ellos le veo una pequeña ancla como tatuaje en el dorso de la mano. Se mira... curiosa.
No nos preocupamos en abrir los dormitorios, pero sí encontramos una puerta al final del pasillo que llama nuestra atención, medio la empujamos y entramos, no hay nada, el mismo desorden de la cocina.
Comenzamos a revisar los pocos muebles que se ven, es como una oficina.
Me detengo en una cómoda donde hay una fotografía enmarcada, tirada en el suelo, de dos hombres sonrientes. La cojo entre mis manos, parece seca por el cristal del marco que la cubre.
Uno de los hombres tiene el cabello rubio platino y el otro marrón.
Sigo registrando sin obtener resultados hasta que Jacob me hace señas para que me acerque, voy hallando una nevera portátil volcada, su contenido no es nada más y nada menos que varias jeringas con el virus, detrás de la nevera hay en el suelo una libreta, parece de apuntes, esta sí está mojada, me agacho a recogerla y la mano que la sostiene medio me asusta, levanto la vista, es uno de los hombres de la fotografía, el de cabello rubio.
Murk viene a mi lado y toma la libreta, ese hombre también tiene el mismo tatuaje. Supongo que pertenecían a una organización, a una logia, no sé.
Obviando que la agenda está mojada seguimos el recorrido encontrando más muertos en el proceso.
Buceamos la parte que nos corresponde del barco y sin encontrar nada llegan las seis horas donde el tanque de oxígeno está al acabarse por lo que nos vemos obligados a subir a la superficie.
Al emerger retiro las gafas y respiro hondo mientras aparto las hebras de cabello mojado de mi cara.
El capitán, Malibú y Luciana nos ayudan a subir junto a Dante quedando sentados en el borde de la parte trasera del barco, cerca de la popa. Todo está a oscuras, solamente iluminado por la luz de la luna y la linterna que está usando Luciana.
Nos retiramos el tanque de oxígeno quedándonos nada más con el traje de buzo.
—¿Dónde está el resto?— pregunto.
Jacob acomoda la libreta sobre el suelo para que no se rompa.
—Aún no llegan— responde Malibú.
—Ahí están— avisa Luciana señalando con la linterna un lugar específico a un metro de nosotros.
Ellos van a su rescate y yo observo a Jacob quien está con el ceño fruncido y toda su atención puesta sobre la agenda.
—¿Qué ocurre?— me acerco.
—La libreta está vacía— dice ojeando con un frenesí cuidadoso.
—¿Cómo que vacía?.
—Sí, no se ve nada.
—Deja ver— se la quito, la miro por todos lados y... sí, no se ve absolutamente nada —seguro es porque está mojada...
—¿Encontraron algo?— Nicole y Freud vienen hacia nosostros junto a Lu y Malibú.
El capitán y Dante se retiran luego de recoger la escalerilla.
—Una libreta totalmente vacía— aclara Jacob molesto —¿y ustedes qué hallaron?.
—Cadáveres por todos lados— Freud se rasca la cabeza.
Dejo salir un poco de aire de forma abrupta.
—No entiendo eso de la libreta vacía— recalca Luciana.
—Yo menos— concuerda Malibú.
—Pues te explico— Nicole adopta una pose elegante —vacío significa que está en blanco, sin nada escrito, sin nada que ver...
Malibú y Lu le dan una mirada ceñuda y ella ríe.
—Bueno, vámonos de aquí— pide Freud un poco nervioso —que esto está un poco oscuro.
—¿Y a ti qué te paso allá abajo?— cuestiono curiosa.
Jacob sigue en silencio enfrascado en la libreta.
Nic comienza a reírse de la nada.
—¿Qué pasó?— insiste Malibú toda cotilla.
—Yo...
—Ni se te ocurra hablar— le advierte Freud a Nicole.
Ella sigue riendo —Tuvo un encuentro con un grupo de medusas y salió huyendo asustado— habla con rapidez y sonriendo.
—¡Oye! ¡Juraste no decir nada!.
—Lo siento, no aguanté.
Los demás comenzamos a reír a carcajadas excepto Jacob que con todo el humor del mundo espeta:
—¡Pueden hacer silencio!.
—Uy— Malibú finge encogerse del miedo —alguien está cabreado.
Murk le dedica una mirada penetrante y no en el buen sentido de la palabra.
—Mejor vámonos— recomienda Nic con una sonrisa mal escondida.
Ellos se van y yo...
—Oye no te estreses tanto por dios— le arrebato la libreta —luego revisamos eso.
—Es que eso no es normal— se pasa las manos por el pelo —¿Por qué ese hombre tendría una libreta en blanco?.
—No lo sé— me encojo de hombros —pero deberías tomártelo con calma.
—No, de seguro hay algo ahí— intenta quitarme la agenda y me muevo impidiéndoselo —Melou— advierte haciendo nuevamente el intento.
—Hagamos el cuchi cuchi como dicen en los libros y verás como te relajas— el barco se mueve retomando rumbo.
—Estás tú muy chistosita— me río —Dame la libreta, Melou James.
—Como me pone mi nombre en tu boca— frunzo los labios —un beso y te la doy— apunto con el índice a los mismos en tanto la libreta la mantengo con el brazo en alto.
—No eres una adolescente.
—¿Me está diciendo vieja, limoncito?— finjo que me ofende y veo un atisbo de su sonrisa.
El niega con la cabeza y sigue insistiendo en quitarme la dichosa agenda, forcejeamos hasta que lo tomo de la nuca y lo beso. Nos mantenemos quietos por un nanosegundo hasta que empieza a mover la boca.
Sus labios están suaves y cálidos y el beso se torna igual, cálido. Lleva una de sus manos a mi espalda para pegarse más a mí y la otra la enreda en mi cabello, inconscientemente dejo la libreta a un lado y lo abrazo por la cintura, el beso se vuelve posesivo y demandante.
Muerdo su labio inferior y rozo con el piercing su lengua, la cual se acopla entre sí con la mía, pasan algunos minutos y la brisa nocturna nos hace separar nuestros labios mas no nuestros cuerpos.
Estamos levemente agitados.
—Está haciendo frío— susurra con voz ronca.
—Deberíamos entrar.
Repara mi boca y yo la suya —Deberíamos— vuelve a besarme con vehemencia arrancándome un gemido.
Se endereza en el lugar colocándome sobre sus piernas, aprieta mi trasero y lo agarro de la nuca respondiendo el beso con la misma necesidad. Muerde mi labio inferior y baja recorriendo mi barbilla para luego subir a mi boca, el piercing no deja de moverse mientras acaricio su cabello mojado.
—Oigan de... uy perdón, perdón— Malibú se hace la tonta tapándose los ojos, yo niego con la cabeza y bajo del regazo de Jacob —no deberían hacerlo al aire libre— habla destapándose los ojos.
—¿Por qué?— pregunto inocentemente.
—Pues porque infectan el medio ambiente, la UNICEF lo prohibió— asiente con fervor para darle credibilidad a lo que dice y yo me río de su disparate.
Jacob se levanta con la libreta —Idiota— le dice al pasar por su lado y Malibú muy madura le saca la lengua.
Yo también me pongo de pie —¿Para qué nos buscabas?.
Comenzamos a caminar hacia el interior del barco.
—Para jugar cartas.
—¿En serio?.
—Claro, falta uno porque Freud y el chico de ojos azules se negaron.
—¿Y los demás?.
—Los demás son unos dormidos, siempre están en otro planeta— sonrío y ella me da un suave empujoncito —si llego minutos después los hubiese encontrado desnudos eh— emplea un tono burlón.
—No empieces.
—Picarona— utiliza un acento significativo.
—Ah cállate— rodeo mi cuerpo con las manos —hace frío— comento.
—No me digas, si ahora mismo parecías estar muy caliente.
Ruedo los ojos y me le adelanto. Con esta mujer no hay quien pueda, llego a mi dormitorio y no pienso bañarme con el frío que está haciendo por lo que me quito el traje de buzo y me coloco algo más calentito.
Voy hacia la cocina, los chicos están jugando cartas y haciendo apuestas, yo en cambio busco algo de comer, hoy le tocó la cocina a Luciana y a uno de los guardias como ayudante.
Me siento en una esquina, hasta Jacob está jugando.
Dante se acerca —Hola— se sienta frente a mí.
—Hola— respondo luego de tragar bocado, mantengo la vista al frente.
—¿Por qué no estás jugando?.
—Nah, no es lo mío— veo que Jacob me come con la mirada.
—¿No sabes?.
—Algo así— como otro bocado —¿por qué no estás tú jugando?.
—Prefiero estar aquí— hace una pausa —contigo.
Ay Dios, ya iniciamos, ni porque estamos en una misión señores.
Mejor no hables, Melou.
—Yo voy a dormir— hago acopio para levantarme y me toma del brazo.
—¿Por qué huyes?.
Frunzo el ceño —No estoy huyendo— por el rabillo distingo a Jacob que no deja de observarme.
Corre la silla más hacia mí —¿Entonces?.
—Mira lo que sea que estés pensando conmigo no lo vas a lograr— esta vez si me levanto —así que no pierdas tu tiempo.
Dejo el plato a un lado y decido ir a mi cuarto pero al pasar por al lado de Jacob, este me coge de la muñeca.
—Espérame despierta— susurra y río.
Pero el resto, especialmente Malibú lo escucha por lo que comienzan a abuchear como si estuviésemos en un partido de fútbol.
Sigo mi camino y al llegar a mi habitación me dejo caer en la cama.
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