Cap. 10
Desconfianza y dudas:
Melou:
Despierto y el lado izquierdo de mi cama está vacío, me paso la mano por la cara para espabilarme.
Quedo sentada en la esquina de la cama.
¿Habrá sido un sueño?
No, no pudo ser un sueño porque yo no duermo desnuda. Me levanto y voy hacia el baño, hago mis necesidades, me ducho y salgo.
×××
—¿Cuánto le mide?— es lo primero que pregunta Malibú cuando llego a la mesa donde están también Luciana, Nicole y Francesa.
Arrugo el entrecejo —¿Qué?.
—Querida, te hablamos del guardia que masturba con los dedos— habla Nicole.
Casi me ahogo con el café ¿Cómo carajo saben...?
Las miro con confusión y Francesca me observa con curiosidad.
—Lo vi esta mañana saliendo de tu cuarto— explica Luciana —iba despeinado y muy apurado.
Abro los ojos con sorpresa —¿No tienes nada que decir?— pregunta Nic.
—¿Se puede saber de qué hablan?— inquiere Francesca.
—Del ligue de Melou— aclara Lu.
—¿Ligue?.
—No tengo nada que decir— bebo otro sorbo de mi café ignorando la pregunta de la francesa.
—Sí que tienes— insiste Malibú
—¿Cómo qué?.
—Empieza por cuánto le mide.
—Qué rayos se yo, eso es algo íntimo, además en ese momento no se me ocurrió coger una regla y medirlo.
—Pues al menos por el grosor se sabe y deja lo de íntimo que estamos en un barco propensos a morir, tienes que hablar ahora.
Esta mujer sí que no tiene filtros —Ah Malibú, tú si no disfrazas las palabras— se ríe Nicole.
—Bueno, ¿20? ¿23? ¡Qué se yo!.
—¡Madre mía!— exclama Luciana.
—¡Yo quiero uno de esos!— la secunda Nic y todas reímos excepto Francesca que nos mira como si estuviésemos locas.
—¡Tripulación! Acabamos de desembarcar en el cayo norte de Sidney, Australia— avisa el capitán por la bocina —preparados para desembarcar.
Nos hemos desviado para poder obtener los trajes.
—¡Al fin!— Malibú levanta las manos al cielo —tendremos algo de acción.
Nos levantamos a prepararnos yendo directo a la armería de donde salen y entran los guardias con armas y chalecos antibalas, hay que estar preparados ya que la mayoría de los países en potencia nos persiguen por obtener el virus ese y poder controlar a sus ejércitos a su antojo y disposición.
Luego de vestirnos y coger las armas con la que nos podamos defender, -yo por supuesto con mis cuchillos de combate hasta el final-, vamos a la cubierta donde se encuentran los guardias de la marina que irán con nosotros, Jacob y los subordinados del capitán junto al mismo, son cuatro, el resto se quedará en caso de emergencia.
—Lo primero que encontraremos al bajar será selva por todos lados— explica Jacob —debemos caminar al menos una hora para llegar al laboratorio que se encuentra cerca de la civilización— camina entre nosotros, me encanta cuando toma el papel de líder —el doctor Zeng nos dio la dirección exacta, entramos, nos presentamos bajo su propio nombre, tomamos el material y salimos— detiene el paso —nada debe fallar y nada de separarse, los que han visto películas de terror saben que eso no funciona.
Todos ríen.
—¡Vámonos señores!— grita Malibú y comenzamos a dispersarnos.
Siento que me toman del brazo, me giro y...
—Tenemos que hablar— me dice Jacob.
Ay no.
—Si me vas a decir que lo que pasó anoche no volverá a ocurrir mejor te lo guardas— me adelanto.
Él ríe —Lo que pasó anoche, tiene que volver a ocurrir— aclara —hablaremos cuando volvamos— se va dejándome atontada.
No me lo esperaba.
Reacciono por el llamado de Luciana; abandonamos el barco caminando por la arena hasta adentrarnos entre matojales y árboles, vamos en fila para no perdernos.
Jacob es el que encabeza la marcha, luego le sigue Francesca que no se le despega, yo, atrás de mi Luciana, Malibú, Nicole y así sucesivamente.
No sé por cuánto tiempo caminamos hasta que llegamos a una zona que parece abandonada.
Un centro un poco deteriorado se cierne sobre nosotros, no se ve a nadie, este no puede ser el laboratorio.
—Para revisar todo eso lo más rápido que podamos, tendremos que dividirnos— hablo —porque parece no haber nadie.
—Melou tiene razón— apoya Nic.
—Haremos equipos de tres— analiza Jacob —Nic, Malibú y Dante, es uno— comienza a repartir —Luciana, Melou y Miguel, por último Francesca, Julio y yo.
—Faltaría uno— dice Luciana señalando a George.
—Se va conmigo— aclaro.
—El primer equipo irá por la izquierda, el segundo por atrás y nosotros por la derecha, cualquier cosa avisen por el walkie talkie.
Nos separamos, mi equipo entra por la parte trasera donde hay una piscina climatizada, el agua de la misma está turbia, parece no haber sido cambiada durante un tiempo.
Nos vamos a la puerta la cual está entreabierta, hago señas de que se mantengan en sigilo y si ven algo sospechoso no duden en disparar.
Entramos mirando a todos lados, hallamos una cocina desordenada, papeles por doquier, el olor putrefacto inunda el ambiente. Hay asientos tirados por el suelo y cristales rotos.
Esto no pinta nada bien.
Seguimos caminando hacia las puertas abiertas, en la primera habitación no hay más que neveras portátiles como las que hay en el laboratorio del barco, todas están volcadas, también hay jeringas en el suelo, jeringas usadas.
Vamos a la próxima habitación y...
Luciana y Miguel voltean la cara con lo que vemos.
Hay siete muertos, todos hinchados y con marcas rojas de muy mal aspecto, si no estuviéramos en la situación de un virus en progreso y si el doctor Zeng no nos hubiese puesto en alerta del aspecto que tiene alguien que muere por el virus no sabría la causa de sus muertes.
—Retrocedan— ordeno.
Salimos de ese cuarto, todo el estómago me da vueltas.
—Tenemos que salir de aquí— señala Lu y no he podido estar más de acuerdo pero...
—Oigan— George nos llama desde otra habitación —vean esto.
Vamos y lo que hayamos es peor que lo que ya vimos, hay otro cuerpos en el suelo rodeados de sangre ya seca, a estos los mataron, ¿Quién...?
Un disparo que pasa cerca de nosotros nos pone en alerta, otro más, y otro.
—¡Cúbranse!— grito y alcanzo a resguardarme detrás de un sofá virado al revés junto a Miguel; Lu y George están en el de al lado.
Empezamos a devolver los disparos igual, cuento los distintos lugares de donde vienen y... son como diez.
—¡Una maldita emboscada!— grita Luciana por encima de la lluvia de balas.
Seguimos disparando pero desde la posición en que estamos es muy difícil acertar.
—Aquí Jacob— el walkie talkie suena con la voz de Murk —¿Dónde están?, cambio.
No respondo porque si me desconcentro me pueden matar. Él sigue insistiendo y...
—¡Voy a dar la vuelta para atacarlos por detrás!— me cansé de usar estas pistolitas —¡Cúbranme!— ellos asienten.
Comienzo a arrastrarme por los escombros en dirección al enemigo, salgo al patio por donde entramos y vuelvo a entrar por otro lado quedando detrás de esos mal nacidos pero escondida tras una pared, tienen máscaras que les impide mostrar el rostro, saco la primera daga de uno de los bolsillos del pantalón y la lanzo dándole de a lleno en el cráneo a uno, los demás se dan cuenta y mientras cinco de ellos continúan disparando a Luciana, Miguel y George, otros cinco se me vienen arriba, avanzo en zigzag para evitar las balas hasta que me acerco a uno y le corto el cuello, me volteo y le entierro el cuchillo en la frente a otro.
Los otros tres sueltan los rifles de asalto automático que llevan y me caen con cuchillos igual.
Ellos no saben en lo que se meten.
El primero trata de cortarme la cara, retrocedo hacia atrás donde por el rabillo del ojo veo al segundo a mi espalda y por acto reflejo le tiro una patada, el de al frente me roza el brazo y vuelvo a girarme para golpearlo disparándole un puñetazo en la mandíbula que lo hace caminar hacia atrás, aprovecho y con la navaja que llevaba en la cintura le doy una puñalada en el estómago al que va tras de mí, el cual cae en el piso, giro y al que le rompí la nariz me ataca con dos navajas, el filo de ellas me roza la cara varias veces, una va en dirección a un ojo y me inclino donde le doy una patada a los huevos, se dobla, le tiro un rodillazo en la cara, suelta una de las navajas y con esa misma le tajo el cuello, se desploma sangrando.
Siento el golpe de un bate en las costillas, me deja sin aire pero como puedo me levanto y sigo peleando.
Me da un puñetazo en la boca y por más que intento coordinar mis movimientos, no puedo, el golpe con el bate me cogió desprevenida y me dejó sin aire, cuando levanta las manos para darme nuevamente, un tiro atraviesa su frente y lo hace caer muerto.
Llevo una mano a mis costillas, me duelen, cuando levanto la vista veo a Malibú con el pantalón rasgado y un moretón en la cara.
—¿Estás bien?— me pregunta.
—¿Tú estás bien?— se encoje de hombros —Pues estamos igual entonces— digo y sonríe pero hace una mueca, seguro por la marca en el pómulo derecho —¿Dónde están los demás?.
—Matando a ciegas, entre más tiempo pasa vienen más, no sé de dónde salen, Murk fue el que me envió a por ustedes.
—Debemos salir de aquí— hablo —nos van a matar a todos.
Luciana viene acercándose junto a George, están en las mismas condiciones que nosotros con el rostro impregnado de tizne.
—¿Dónde está Miguel?— pregunto.
Luciana baja la cabeza.
»No puede ser— hablo —de aquí salimos todos o ninguno.
—Está muerto— informa George.
Aprieto la mandíbula —Esos hijos de puta— odio que las cosas me salgan mal.
Comienzo a caminar como puedo, saliendo por el patio trasero seguida por los demás, doy la vuelta y al frente se está desatando una batalla que imposible que ganemos. Hay más de 20 enmascarados y siguen apareciendo como ratas.
Jacob prácticamente le arranca la cabeza a uno y se gira para golpear a otro, Nic da patadas y puñetazos con agilidad, Francesca le cubre la espalda a Jacob, los demás están igual.
Saco la bomba de humo que guardaba en la bota, la preparo y...
—¡Vámonos ya!— la lanzo al grupo de los enmascarados quienes empiezan a toser.
Salgo a la salida y desde allí preparo la otra bomba de mano y la tiro igual, corremos lo más lejos posible hasta que la bomba explota acabando con todo y nos hace caer en el suelo.
Minutos después nos levantamos tosiendo por el denso humo que nos aturde y las llamas que nos envuelve.
—Andando— ordena Jacob y en silencio volvemos por el mismo camino por el que llegamos.
En el camino palpo mis costillas y me arden, me duelen, no sé.
Hora y media después estamos en la orilla donde hay dos lanchas esperándonos. Perdimos a dos de los nuestros, Miguel y Julio.
Al llegar al barco, nos ayudan a subir la escalerilla quedando en la cubierta.
Algunos se detienen y yo sigo recto a mi habitación, al entrar me encierro, me baño y me siento en la cama a analizar el golpe en las costillas, tengo toda la zona roja y me duele. El roce en el brazo no fue nada, rompo una de mis camisetas y la envuelvo en la pequeña herida.
Me levanto para colocarme ropa, y tocan a la puerta, envuelvo mi cuerpo en una toalla y abro.
—¿Cómo estás?— interroga Luciana entrando en mi habitación.
—Bien ¿Cómo estás tú?— empiezo a rebuscar la ropa.
—Acabo de llegar de la enfermería, todos están allí, así que estoy bien, solo que nos extrañó que tú no estuvieras— se sienta en la cama.
—Sabes que no me gusta que me traten nada, eso lo hago yo sola a menos que sea algo importante— encuentro unas bragas blancas y me las coloco.
—¿Segura de que estás bien?— insiste —porque también sé que aunque te estés muriendo siempre dirás que estás bien.
—Lo estoy— le aseguro aunque el dolor en las costillas diga todo lo contrario. Me pongo un pantalón sin quitarme la toalla, no quiero que vea el cardenal.
—Está bien entonces, nos reuniremos dentro de poco— se levanta —estaremos en la cubierta.
Asiento y se va.
Me saco la toalla y me pongo una playera evitando rozar mis costillas adoloridas, busco mis botas de combate y están llenas de tierra, las limpio y me las coloco.
Voy hacia el diminuto espejo que está en el baño a mirar mi reflejo, no me veo tan mal, gracias a Dios no me dieron en la cara como tal, (porque nunca dejo que me toquen ahí en una pelea), solamente la pequeña hinchazón en mi labio superior es lo que se ve en mi rostro. Acomodo mi pelo con las manos y salgo.
Llego a la cubierta y todos están ahí, apoyados en la barandilla, trato de caminar derecha aunque el dolor mande pálpitos a todo mi cuerpo.
—Bueno ya estamos todos— avisa Nic.
Veo que todos tienen moretones, así que no hace falta preguntar cómo están.
—No sé cómo pero esos que nos atacaron ya nos estaban esperando— inicia diciendo Jacob —así que sabían que iríamos.
—Encontramos muertos en las habitaciones— informa Nicole —y algunos tenían un aspecto... raro.
—Las consecuencias de el virus— formulo —tengo la teoría de que ellos estaban experimentando con el mismo y bueno, seguro los que nos atacaron fueron antes, comenzaron a matar, aprovecharon y les inyectaron eso porque habían neveras como las que usan los médicos aquí para resguardar la inyección y al resto los mataron a sangre fría.
—Dándole pie a esa teoría— indica Luciana —esa gente pudo tocar el virus, entonces ¿por qué no se infectaron?.
—De seguro tienen equipos para aislar la infección— deduce Nicole.
—Esto fue un fracaso— espeta Malibú.
—No tanto porque logramos obtener el material para reforzar los trajes— confiesa Jacob.
—¿En serio?.
—Dante— señala al hombre que está en una esquina, ni siquiera me había dado cuenta de que estaba ahí —los tomó en lo que nos enfrentábamos a los enmascarados— el hombre se acerca con un gran maletín —estaban en una de las habitaciones, ya nos ocupamos de desintoxicarlos con ayuda del cubículo que está en la planta del laboratorio.
—Bueno, al menos logramos eso— habla Francesca por vez primera —con respecto a eso de que nos estaban esperando creo que hay un traidor entre nosotros.
—Freud está en las celdas— Luciana arruga la nariz.
—No solo Freud, puede ser otro.
—Tienes razón— acepta Nicole.
—Bueno chicos si no hay más que decir me voy hacia mi habitación— disimulo una mueca cuando me muevo para irme.
Ellos se quedan hablando y siento pasos seguirme.
—Hola— es el chico llamado Dante.
—Hola— mascullo, la molestia es intensa, de seguro tengo algunas costillas rotas.
—He oído hablar mucho de ti— bajamos las escaleras.
—¿Ah sí?.
—Sí, yo trabajo en las Fuezas Especiales del FBI, la organización que trabaja en conjunto con la tuya de vez en cuando.
—Que bien.
—Y te admiro bastante.
Sonrío —Gracias, supongo.
—Mi nombre es Dante Peretz, por cierto.
—Pues no necesitas que te diga el mío porque seguramente lo sabes.
—Melou James.
—Ajá— llegamos al pasillo de mi cuarto y lo enfrento —bueno Dante, luego nos vemos, estoy exhausta.
—Está bien, nos vemos— sigue de largo y yo entro a mi dormitorio.
Cierro a mis espaldas, me retiro la camisa con lentitud y me recuesto en la cama con las costillas palpitando de dolor.
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Jacob:
Estoy en mi habitación sin nada que hacer, me dan deseos de ir a la de Melou pero no lo voy a hacer.
Tengo tantas cosas en la cabeza en estos momentos, comenzando por la parte en la que el mar resulta ser el lugar más seguro para nosotros y ni eso ya que si nos tendieron esa emboscada es señal de que hay otro soplón y ahora debo desconfiar de todos.
Tocan a la puerta y me acerco a abrirla.
—Francesca— digo en un tono de voz cansado.
Me exaspera la obstinación de esta mujer.
—¿Puedo pasar?.
—Francesca, te he dicho mil veces que...
—No es lo te imaginas, solo vine a compartir una duda que me entró de repente y no puedo dormir por eso.
Me quedo mirándola unos segundos hasta que suelto un poco de aire y le cedo el paso.
—Entra— camina y se sienta en la orilla de la cama, me cruzo de brazos frente a ella —¿Qué quieres?.
—Estuve pensando en eso de que hay un infiltrado ¿y si el infiltrado o infiltrada es Melou?.
—¿Qué?.
—Sé que suena estúpido pero piénsalo, ella ha estado insistiendo siempre en comunicarse con su comando, el otro día se fue al laboratorio sola y ni siquiera ha intentado matar de una vez por todas a el tal Freud
Todo coordina pero me niego a creer que es ella, no puede ser ella, ¿Para qué le regalaría información al enemigo? Además ella cogió golpes de esa emboscada también...
»Mantén la mente fría— insiste la mujer frente a mí —Melou y esa Luciana siempre han sido el enemigo— se levanta —y de pronto nos vienen con eso de que el virus ese es tóxico.
—Es tóxico— confirmo porque si hay algo que tengo claro es la explicación del científico Zeng.
—Bueno sí, es tóxico, pero si ella lo ha vendido a los países que tratan de obtenerlo, es decir que ahora hace lo imposible porque nos maten y obtengan lo que quieren— me mantengo en silencio y se acerca a mí —es una teoría tonta pero estoy segura de que es cierta— trata de tocarme y la evado —me voy, solo quería que lo supieras, quizás esté en lo cierto— su boca intenta buscar la mía pero me muevo haciendo que bese mi mejilla.
Me deja parado en el mismo lugar y sale. Paso mis manos por mi rostro y pelo. Ahora no sé qué creer porque lo que me ha dicho Francesca tiene lógica. Ese tal vez es el motivo por el que ha querido acostarse conmigo para mantenerme quieto, y yo de imbécil caí.
Me dejo caer en la cama y sigo pensando y buscando excusas que al final no sirven para nada porque llego siempre a la misma conclusión.
×××
—Necesito mantener vigilada a Melou— le pido a Francesca que va a mi lado hacia el comedor.
Estuve toda la noche pensando y al final creo que Francesca tiene razón.
—Yo me encargo, pero no podemos pedirle ayuda a las demás porque estos últimos días han estado más que pegadas y de seguro también se vendieron.
—Puede ser, entonces las vigilamos a las cuatro, tú te encargas de Luciana y Nicole y yo de Melou y Malibú.
A lo que he llegado, tener que espiar a mis propias compañeras, todo sea por nuestro bien.
—De acuerdo— asume y cuando llegamos a la mesa en la que se encuentran medio nos separamos.
—¿Dónde está Melou?— curioseo después de dejarme caer en la silla.
—No ha querido salir de su dormitorio— argumenta Luciana y ya mi instinto sospechoso se imagina que esa es una excusa para planear su próxima jugada.
—¿Qué tiene?.
—No sabemos— habla Nicole —ni siquiera nos dejó pasar cuando nos llegamos por su habitación.
—Y nos ha dicho que estaba bien— enuncia Malibú.
—Déjenla— sugiere Francesca —quizás esté cansada o no se siente bien.
—Bueno a lo que íbamos— llevo mis codos a la superficie de la mesa —ayer no pudimos entregarle el material al doctor, por lo que hoy lo haremos.
—¿Quién bajará?— cuestiona Luciana —si quieres hablo con Melou para que...
—Iremos Jacob y yo— interrumpe Francesca.
Ellas fruncen el ceño confusas.
—Eh... — Nicole intenta hablar.
—No hay nada de por medio, solo que no queremos molestar a Melou si no se siente bien— continúa hablando la rubia a mi lado.
—Vale— expresa dubitativa.
—Después nos volvemos a reunir para planificar el siguiente paso— pronuncio y me levanto.
—¿Cuándo bajamos?— Francesca aparece detrás de mí.
—¿Cómo que cuándo bajamos?.
—Sí, a ese laboratorio.
—No hay un bajamos.
—¿Cómo?.
—Iré yo solo.
—Pensé que... — se detiene.
—Piensas demasiado, iré yo solo y punto— la dejo en el lugar y voy hacia la cabina.
Sé que no debo confiar en nadie en estos momentos y ella no será la excepción.
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Melou:
El dolor de las costillas ha empeorado y al final decido ir a la enfermería, no vaya a ser que por terca tenga peores consecuencias.
Salgo de la habitación y camino hacia el lugar.
—Buenos días— saludo.
—Buen día— me responde una de las tres enfermeras que se quedaron el barco.
—Necesito algo para calmar el dolor en las costillas.
—Primero debo revisarle— avisa —recuéstese por favor— me acuesto en la camilla y ella levanta mi camisa palpando todas mis costillas, medio sostengo el aire al sentir el dolor ante el toque—tienes cuatro costillas rotas— se separa a hacer no se qué —te daré una crema para el dolor.
—Gracias.
—Espera un momento.
Sale y yo me quedo recostada en la camilla mirando a la nada.
—Melou— giro mi cabeza hacia la puerta y Luciana entra —¿Qué tienes?— pregunta.
—Un dolor en las costillas y nada más— sería inútil seguirlo negando.
—Bueno— suspira —debo hablarte de algo.
Me acomodo —¿Qué pasa?.
—Jacob y Francesca han decidido bajar ellos al laboratorio— declara —no sé que bicho les picó pero estaban más unidos que nunca hoy en la mañana.
—De seguro se reconciliaron o amanecieron de buenas.
—Mel, Francesca y Jacob no tienen ningún tipo de relación sentimental.
—¿Cómo lo sabes?.
—Es que tú eres la única que no lo ves.
—¿No ver qué?.
—Malibú me contó que ellos tuvieron algo sin importancia pero luego él decidió cortarlo, ahora es ella la que le sigue insistiendo.
—Ah...
Llega la enfermera con un frasco —Debes aplicártelo después del baño.
Lo tomo en mi mano —Gracias— me levanto y salgo con Luciana caminando a mi lado.
—Bueno, ¿Qué hacemos entonces?.
—No lo sé, dejarlos que bajen, aunque la verdad es que Francesca no me cae tanto.
—Igual, siento algo malo en ella.
—¡Gracias a Dios que las encuentro!— Nic viene hacia nosotras.
—¿Qué pasó?.
—Jacob y Francesca nos están vigilando.
—¿Qué?— exclamamos Lu y yo al mismo tiempo —¿Por qué harían eso?— pregunto.
—Los escuché hablando y creen que nosotros somos los infiltrados de no sé dónde.
—Eso es absurdo— me encoleriza que me acusen de cosas falsas.
—Tenemos que hacer algo— refiere Luciana.
—¿Dónde está Malibú?.
—Nos espera en el comedor.
—Hora de hacerle una visita a Freud.
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Jacob:
Después de salir de la cabina donde estuve junto al capitán y el resto de la tripulación haciendo cuentas de diferentes lugares para encontrar ratas para los experimentos, voy en busca de Nic, que es la más madura por así decirlo, para ver si le saco algo de información pero, me detengo a mitad de camino cuando veo a Malibú, Luciana, Nicole y Melou ir camino a los calabozos.
Frunzo mi entrecejo y las sigo.
Llegan a la celda de Freud, el cual está casi muerto, Melou entra y le propina un puñetazo sin mediar palabras.
—¿Cómo carajos cortaste la comunicación?— le espeta con rabia agarrándolo del pelo.
—Yo no... — tartamudea como puede mientras sangra la herida que Melou le hizo en la nariz.
—No me toques los ovarios, Freud Marshall, ya antes de delatarnos la comunicación no funcionaba, así que habla.
—No... no tengo nada... no tengo nada que ver.
Ella suelta un pesado suspiro y lo suelta dejándolo caer como basura en el suelo.
—Quizás de verdad no tiene nada que ver— sugiere Nicole.
—¿Entonces quién rayos pudo ser?— farfulla.
—No lo sé.
—Pero seguro Freud nos puede ayudar— destaca Luciana —él es bueno con las codificaciones.
—Cierto.
—¿Soltamos al traidor entonces?— pregunta Malibú.
—Llevémoslo arriba— pide y entre ella y Nicole lo toman por debajo de los brazos para salir.
Yo me apresuro a subir también para evitar que me vean. Ahora estoy más perdido que nunca.
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Melou:
Llevamos a Freud a su habitación y lo dejamos caer en su cama, da pena su apariencia, está pálido y apenas puede moverse.
—¿Puedes ir por algo de comer para él?— le pido a Lu.
—Claro— sale.
—Ahora me vas a decir para quién trabajabas y por qué debo creerte el que no hayas sido tú el que cortó la comunicación.
Respira con dificultad —Yo comencé a... a trabajar para Yul Banner unos meses antes— hace una pausa —me pidió que le informara sobre ti por una gran suma... de dinero.
—Y como hijo de puta que eres aceptaste— intercedo.
—No me voy a... defender en esa parte— sonríe con cinismo —lo hice porque... porque me apeteció.
—Aún no me convences.
—Había acordado con Yul que seis días después de subir al barco localizara a Murk y lo hice,... ya conocen el resto pero... en ningún momento irrumpí en la conexión con el comando.
—Entonces... volvemos a las mismas— Nic camina por el lugar y Luciana entra con una bandeja con comida.
La deja frente a Freud y él comienza a comer como hiena hambrienta.
—¿No hay nada?— inquiere Lu.
—Nada— niega Malibú.
Minutos luego, Freud ha terminado de comer y ha obtenido un poco de color en la cara.
—Tú nos vas ayudar a contactar con el comando— dicto en dirección a Freud —pero primero date un baño, apestas— medio débil se levanta para ir hacia el baño.
—¿Cómo esto ayudaría?— pregunta Nic.
—Si logramos comunicarnos con Celin, quizás averiguemos quién es el infiltrado, ellos allá ya deben saber.
—Buena idea— acepta Malibú.
Otros minutos más Freud sale y está como nuevo, se vuelve a sentar en la cama.
—Necesitaré una computadora satelital para evitar ser rastreados— pide.
—Yo tengo una— dice Malibú y todas las miradas recaen en ella —¿Qué? No iba a estar todo este tiempo sin nada que hacer— va hacia la puerta —ahora vengo— sale y...
—¿Qué está pasando?— cuestiona Freud —¿dónde están Murk y la francesa?.
—Mantente en silencio si no quieres perder los ojos— señala Nicole.
—Vi a esos dos que iban hacia el dormitorio de Jacob cuando fui a la cocina— confiesa Luciana —creo que planean algo.
—No puedo creer que Jacob se haya rebajado a eso de vigilarnos— confiesa Nic —de Francesca lo puedo esperar porque siempre quiere hacerse la inteligente y sobresalir en todo pero de él a pesar de nuestra relación no tan... relativa, esperaba más.
—¿Relación no tan relativa?— arrugo el entrecejo y encubro la mueca que me sale al moverme, por un instante me olvidé de mis costillas.
—Sí, Murk y yo aunque aparentemos ser los mejores compañeros de trabajo tenemos... historia.
—¿Cómo así?— ya comencé con el chismorreo.
Ella se apoya en la cómoda medio... apenada, Nicole Kidman apenada, por Dios.
—Cuando entré a la organización digamos que Jacob era el chico del momento, al principio habían casi como cien integrantes y todas las chicas babeaban por él— sonríe —yo, por supuesto estaba en el montón y un día decidí declararme.
—Esto se puso bueno— dice Lu con una sonrisita.
—Él nunca se lo tomó en serio, a pesar de habernos acostado un par de veces.
—Uh— emite Freud y a mí me suena a cliché.
—Luego me dijo que yo no tenía nada que le pudiera interesar.
—¿Y qué hiciste?.
—¿En ese momento? Pues, lo único que se me ocurrió hacer fue darle un puñetazo y después arruinar su auto.
Río junto a Luciana.
—Con el tiempo lo perdoné porque comenzamos a tener que hacer trabajos juntos pero aún me siento un poco resentida.
—Quién lo diría— alego —si no nos hubieses contado tal vez nunca me haya enterado.
—La verdad es que aparentan ser muy buenos compañeros y de toda la vida.
—¡Ay!— Malibú entra agitada —¡Ay Dios, necesito ayuda!.
—¿Qué pasó?.
—Tuve que dar vueltas por todo el barco para evitar encontrarme con esos dos— se sienta en la cama —al salir de aquí me interrogaron con el dónde estabas, qué hacías.
—¿Qué les dijiste?.
—Lo normal, usar mi lado irónico a la máxima potencia— ríe —al final Jacob se hartó y me mandó a tomar por culo— se pasa una mano por la frente y se saca la mochila que trae —tuve que meterla en esto para que no la vieran.
Freud la ayuda a sacar el portátil y lo lleva a la cómoda donde comienza a conectar un poco de cables y a tratear por todos lados. La pantalla se enciende pero lo único que muestra son rayas grises en horizontal.
Sigue toqueteando por todos lados, aquí y allá sin ningún resultado, minutos luego se deja caer en la cama.
—Está bien difícil— vuelve a levantarse —tienen la red bloqueada y por más que intento no hay nada porque están usando un código muy avanzado que impide el que la abran, además el estar en medio del mar es otra desventaja.
—¿No se puede hacer otra cosa?— pregunta Luciana.
—Mira que yo corrí demasiado para que ahora nos vengas con eso— se queja Malibú.
—De poder se puede pero apenas durará unos tres o dos minutos.
—¿Qué cosa?— averiguo.
—Puedo crear un túnel fantasma con el nombre del número de serie de la laptop de Celin.
—¿Y a qué esperas?— le exijo.
—¿Te sabes el número?.
Hago memoria y sí, lo recuerdo —Sí.
Celin en uno de sus intentos por enseñarme Informática me hizo aprenderme el número de serie de diez de la computadoras del comando incluyendo el de su portátil.
—Pero también la persona del otro lado debe estar de antes frente a la computadora para ahorrar tiempo— advierte.
—Nos arriesgaremos.
—Está bien— empieza a teclear, le digo el número de serie mientras lo voy recordando.
Tengo una memoria de un terabyte, lo sé.
En la pantalla comienzan a salir letras combinadas con números y lo único que se ve legible es el...
Iniciando túnel...
Y luego el:
Ejecutando choque en el puerto 80649...
De repente comienza a hacer un ruidito extraño y las rayas van y vuelven mostrando movimiento del otro lado. Freud sigue tecleando concentrado...
—¿Mel?— se escucha una voz extraña y ronca —Melou ¿Luci..?— se corta y Freud no se detiene hasta que... —¡Suárez ven a ver!— Celin grita del otro lado y yo me acerco moviendo a Freud del lugar con el corazón en la mano tan solo al escuchar su voz.
—Celin— llamo, la pantalla sigue fallando.
—Esp... espera un mom... momento— se escucha como teclea a la velocidad de la luz y las rayas se aclaran de a poco. Luciana se pone a mi lado emocionada —¿Qué hacen esas ahí?— es lo primero que dice señalando a Nicole y a Malibú a mis espaldas.
—Mira, no tengo mucho tiempo, todo por acá está bien por ahora y hemos decidido unir fuerzas, tardaremos un tiempo en volver porque las cosas se han vuelto complejas pero no te preocupes— hablo a toda velocidad aprovechando el tiempo —necesito saber si sabes algo de un infiltrado acá en el barco.
Suárez llega y levanta las manos al cielo —¡Gracias a Dios! ¿Están bien? ¿Todo está bajo control? Espera, ¿Qué...?.
—Sí estamos bien, no se preocupen.
—Precisamente de eso hablábamos el otro día— Celin retoma la conversación —hay alguien ahí que mantiene contacto con el sub-jefe de Protective.
—¿Víctor?— indaga Nicole.
—Ese mismo— asiente Suárez —entonces nos pusimos a investigar, nos tomó un poco de tiempo pero al final descubrimos quién es la otra persona.
—Veinte segundos— avisa Freud.
—¿Quién?—
—Quince segundos.
Nos dice el nombre y me quedo ida por un momento, ya tenía sospechas pero igual no lo esperaba.
—Diez.
—Bueno cuídense entre todos, aquí esto está de mal en peor— se despide Celin.
—Ustedes también cuídense por allá.
—Cinco.
—Te quiero— dice y la conexión se corta cuando pienso decir lo mismo.
La nostalgia y el deseo de abrazarlos a los dos me mueve el pecho.
—Bueno, ahora ¿Qué haremos?— interroga Luciana mirando a Malibú.
Observo a Nicole a un lado mío con una sonrisa torcida —Preparar un festín.
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Hello, it's me🎶 ja, ja, ja.
Ok a lo que vamos, en el capítulo hablé de un laboratorio fuera del barco ¿no?, ubicado cerca de las costas de Sidney, Australia y pues, en la realidad no existe dicho laboratorio. Cosas como estas se seguirán viendo, es decir, haré mención de un país X pero el lugar en específico quizás no exista.
¿Entendieron?.
Ahora, espero que hayan disfrutado el capítulo.
#Selesquiere 💕
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