Cap. 03*
En cubierto:
Jacob:
Me escabullo por las escaleras cojeando, la herida del muslo se ha abierto, al llegar a la entrada no veo mi auto y maldigo.
Saco mi teléfono del bolsillo para rastrearlo pero no funciona.
Mierda.
Le marco a Francesca para que venga por mí sin muchas arandelas, le doy la dirección y no pregunta más.
Minutos después frena frente a mí, me acerco rodeando el auto y me siento en el puesto de acompañante.
—¿Qué ha pasado?.
—Arranca, luego te explico— sin refutar pone el auto en marcha.
Llegamos a su apartamento y ella sale corriendo a no sé dónde.
Me dejo caer en el sofá, quito la venda del muslo, se han soltado los puntos. Paso la misma venda por la herida del brazo, es un poco profunda, la otra herida, cerca del mismo lugar es solo un rasguño.
Esa mujer siempre se asegura de herirme hasta lo más hondo, pero esta vez no se fue con las manos vacías.
Francesca regresa con un botiquín y suficientes vendas. En silencio me ayuda a detener el sangrado hasta que yo mismo comienzo a coser la herida del brazo.
—¿Me vas a decir que pasó y porqué estabas en el centro de Washington?— rompe el silencio.
—Fui a buscar a Death— respondo con simpleza sin perder de vista lo que hago.
—¿Estás loco? ¿Cómo se te ocur...?.
—Quise terminar el trabajo— intervengo mientras me vendo el brazo y paso a la cortada del muslo.
—Terminar trabajo y mira como sales, con dos cortadas en el brazo y la herida del muslo abierta.
—Te aseguro que esta vez ella también cogió lo suyo.
—¡No me importa, Jacob!— se levanta histérica del sofá frente a mí —hubieses muerto por estar con tus ínfulas de héroe, ¿Qué cojones te pasa?.
Concluyo con los puntos y me vendo también esa herida.
—Pero no pasó nada ¿de acuerdo?— me levanto también y tiro la venda usada de mala gana —así que relájate.
Subo a su cuarto y me quito la ropa para darme un baño. Minutos luego siento sus brazos rodeándome desde atrás bajo el agua caliente de la ducha.
—Lo siento ¿sí?— besa mi espalda —solo que me preocupo por ti— continúa acariciando mi torso y poco a poco baja.
—No— retiro sus manos cuando llega a mi pelvis, la encaro —voy a dormir.
Francesca y yo mantenemos algo así como una relación de sexo casual hace un año, sin escenas de celos, sin prejuicios y sin obligaciones.
Salgo de la ducha y reviso en la cajonera del armario en busca de uno de los tantos bóxers dejados aquí, lo encuentro, me lo pongo y me acuesto con la vista perdida en el techo.
Esa Melou se ha vuelto un dolor en los huevos y tengo que erradicarlo ya.
Voy a acabar con ella.
______________◇◇◇______________
Melou:
—¿Mel? ¿Qué ha pasado?.
Entro a la casa de Celin como Juan por su casa —Un psicópata ha entrado a mi apartamento mientras dormía— me siento en el sofá de la inmensa sala —¿tienes algo para curar esto?— señalo la herida de bala en la pierna —duele demasiado.
—Sí, espera— va hacia la segunda planta a paso apresurado.
Retiro la venda del brazo y la dejo caer a un lado en el sofá, Celin vuelve enseguida y se sienta a mi lado con el botiquín.
—Tienes la bala adentro— dice dándole una ojeada a la herida de la pierna —sabes lo que hay que hacer.
Joder, por esta razón es que no me gustan las armas cortas, soy más de cuchillos y patadas.
Suelto un suspiro lastimero —Está bien.
Ella saca del botiquín unas pinzas, alcohol, algodón y todo lo necesario para el proceso.
—Ten— me brinda un cojín —muérdelo o cúbrete la cara con eso— cojo el cojín en lo que ella pasa el algodón mojado en alcohol por la herida.
Gimo por la sensación, tampoco es que sea de piedra.
Sin preámbulos mete la pinza en la herida —¡Perra!— le grito.
—¡Por algo te di el cojín!— ah pues se me olvidó.
Saca la bala y la deja caer en el algodón usado.
—¡Joder!— la sangre se acentúa y Celin rápido la detiene, comienza a tomar puntos y reprimo las quejas al sentir la aguja traspasar la carne.
—¿Quién fue el suicida?— cuestiona sin dejar de coser.
—No lo sé, era el mismo que me atacó en la azotea— saco el agua oxigenada para pasarla por la herida del brazo.
—¿El hombre?.
—Sí, tenía los ojos verdes.
Ella frunce el ceño —¿Cómo sabes eso?.
—Porque compartimos algunos golpes en la sala— sin coger puntos nuevamente, envuelvo la cortada.
Ella sabe que me gusta dormir con la luz de la sala encendida, no hay ningún secreto detrás de eso, solamente es una costumbre que he adquirido con el tiempo.
Celin y yo somos como hermanas, la vez que decidí aceptar la propuesta de trabajo de Suárez, quien me halló gracias a una pelea callejera en la que participaba, ella fue la primera persona en la organización con la que hice ese clic de amigos. Desde ese día nos hemos llevado súper bien.
—Mañana mismo iremos a ver a Suárez en el comando— comienza a vendarme —seguramente sabe algo de esa gente porque parece que quieren acabar contigo en cuestión de ya.
—Todos quieren acabar conmigo, soy peor que una patada en los ovarios— ella sonríe.
—Anda ve a darte un baño que das asco.
Me levanto —Yo también te quiero— le digo con sarcasmo y me alejo a la segunda planta hacia el cuarto de huéspedes.
Voy directo al baño, preparo la bañera (necesito relajarme), luego a paso lento me meto en ella dejando por fuera la herida de bala.
Me quedo ahí una media hora estrujando la esponja en todo mi cuerpo. Cuando salgo voy a la cómoda en busca de algo para ponerme.
Encuentro una blusa holgada y un pantalón corto, no me gusta pero está mejor que las bragas y la playera llena de sangre.
Luego bajo a la cocina donde se encuentra Celin preparando algo, me siento en una de las sillas del mesón.
—Toma, debes comer algo— deja frente a mí un plato de comida.
—Ya he comido.
—Ajá, ¿por qué me es tan difícil creerte?.
Celin sabe que no me gusta perder mi tiempo en la cocina y como lo primero que veo.
Al final decido comer para evitar una contradicción, además, tengo hambre.
—He llamado a Suárez— se sienta frente a mí —le di un pequeño resumen de lo que ha pasado y mañana a primera hora debemos estar en el comando.
—Ok.
—Me dijo que los que te atacaron pueden haber sido de la organización esa que protege delincuentes.
—Pero... ¿Cuál es la razón por la que me tienen tantas ganas?.
—Eso lo averiguaremos mañana.
Suspiro y decido terminar de comer para luego subir a lavar mis dientes y acostarme a dormir. Son las tres de la mañana, a penas tendré 3 horas para descansar.
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Jacob:
En la mañana:
—¿La mataste?— me pregunta Yul en su oficina.
—No, no pud...
—Entonces ¿A qué coño fuiste si no lograste el objetivo?— me interrumpe —¿Sabes que haciendo eso nos pones en peligro?.
—Lo sé, solo fui a terminar el trab...
—¡Basta!— golpea el escritorio con uno de sus puños —acepta de una puta vez que una mujer te venció en una pelea y trata de centrar tu atención en la próxima misión.
Me trago la rabia que surge de repente junto a todos los insultos que surcan mi cabeza y las ganas de estamparle mi puño en la cara.
—Bien.
—Dentro de tres horas los quiero a los tres en la sala de reuniones.
Sin responder me levanto de la silla y me retiro de la oficina, voy hacia la enfermería en busca de algo para el dolor en el brazo.
—Tienes que curarte eso— me dice la enfermera.
—Ya me encargué de hacerlo.
—Igual deberías volver a curártelo.
Estamos un momento discutiendo esa bobada hasta que al estar sin argumentos acepto y me recuesto en la camilla dejando a la enfermera hacer su trabajo.
—Hola— Francesca aparece en el instante en que la enfermera sale.
Hace amago de besarme en la boca y volteo la cara —¿Qué haces aquí?— pregunto.
No me pasa desapercibido su cara de decepción —Te vi entrar y quise venir a verte ¿Cómo estás?.
—Estoy bien— repondo tajante.
Se sienta en el borde de la camilla —¿Cuándo llegará el día en que lo nuestro será algo más que esto?.
¿A qué viene eso ahora?
—¿Lo nuestro? ¿Acaso hay un nosotros?.
—Jacob, llevamos casi dos años en esto, claro que hay un nosostros— responde como si fuera lo más obvio, intento irme, no estoy para esta conversación absurda, ella me detiene del brazo —me gustas y deberíamos convertir esto que tenemos en algo más serio ¿no crees?.
—Lo que creo es que deberías dejar de pensar tonterías, no hay nada entre nosotros dos aparte de sexo.
Me suelto de su agarre y salgo de ahí.
Lo que me faltaba, que a Francesca le de por tener algo más serio conmigo.
Suena absurdo cuando le he dejado bien en claro lo que quiero.
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Melou:
—Protective es una organización que se encarga de resguardar la vida de todos los delincuentes con poder— explica Suárez frente a nosotros —tiene un promedio de veinte "protectores" como se hacen llamar.
—¿Tan pocos?— indaga Freud.
—Esa cantidad es para evitar llamar la atención y pasar desapercibido— aclara —se encargan de matar a todo el que atenta contra la vida de quien sea que estén protegiendo— continúa —de esos veinte solamente sobresalen tres porque se supone que son los mejores en la organización.
La pantalla se enciende mostrando la foto de tres personas, dos mujeres y un hombre, el mismo hijo de puta que se metió en mi apartamento.
—Francesca Blumont— la francesa —francesa, 22 años, lleva desde los 17 en la organización, experta en armas cortas y maneja muy bien las peleas cuerpo a cuerpo, es rápida cuando ataca— de esto último me di cuenta cuando nos enfrentamos —padece de asma crónico controlado.
Es una mujer de cabello rubio, abundante, ojos azules, pechos voluptuosos y con un tatuaje en forma de rosa en la clavícula.
»Nicole Kidman alias Viper— la otra mujer —24 años, lleva desde los 16 en la organización, tiene bastante agilidad y flexión con las armas blancas, es alérgica a los gatos.
Una mujer delgada, de cabello negro y largo, ojos del mismo color y con una serpiente tatuada en la mejilla derecha que llega hasta el cuello.
Tenebrosa.
—Por último pero no menos importante tenemos a Jacob Banner más conocido como Murk— el de ojos fascinantes —tiene 26 años, es el más viejo, lleva desde los 14 en la organización ya que quien la dirige es su tío— interesante —se defiende en todas las ramas, con todo tipo de armas, es bueno peleando en la oscuridad por eso el sobrenombre, experto en armas cortas con un máster en Informática.
Este hombre es casi perfecto.
Quiero uno de esos.
—Posiblemente fue el que me bloqueó la red— opina Celin.
»Es alérgico al maní— concluye y ya no quiero uno de esos —Mel.
—¿Eh?.
—¿Reconoces a alguno?.
—El hombre y creo que la francesa, la otra no sé muy bien pero supongo que fue la que me atacó en la azotea.
—De acuerdo— se sienta al inicio de la mesa —dentro de unos días hay una nueva misión, es súper importante y no pueden fallar.
—¿De qué trata?— cuestiona Luciana.
—Un barco enviado por China que partirá desde Japón en dos semanas con un cargamento que no puede llegar aquí.
—¿De qué es el cargamento?— pregunta Marcia.
—Es un virus.
—¿Virus?— Freud frunce el ceño.
—Sí, el gobierno lo ha encargado para controlar a los soldados del ejército y reclutar más, según he investigado, el virus es inyectado y te hace desarrollar habilidades, pero en el 48% de las personas puestas a prueba no ha funcionado, al contrario, se descontroló hasta que se pudo estabilizar pero no por mucho.
—Y a eso es a lo que se teme ¿no?— deduce Celin —que al llegar acá no funcione como se espera y vuelva a salirse de control.
—Exacto, además, el objetivo de usarla con el ejército es para crear prácticamente un grupo de matones ciegos de sensaciones y con ansias de matar.
—¿Qué hay que hacer?— pregunto.
—Infiltrarse en ese barco y no dejarlo llegar aquí, tienen que acabarlo con mercancía y todo antes de que pise tierra estadounidense.
—¿Cómo haremos eso?— cuestiona Freud.
—El jueves viajarán a Yokohama y desde allá lo harán, solamente viajarán tres, Freud, Luciana y Melou— si no voy yo, no va nadie, modestia aparte —el resto trabajará desde acá, nos mantendremos comunicados todo el tiempo.
—De acuerdo.
—¿Alguna duda?— nadie responde —bien, pueden retirarse.
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Jacob:
—Dentro de dos semanas tienen una nueva misión— establece Yul —protegerán un barco que zarpará con mercancía importante desde Japón.
—¿De qué trata la mercancía?— pregunta Malibú.
—Eso no importa— le resta importancia —lo que preocupa es que en ese barco irá Melou James como infiltrada y aprovecharán para desaparecerla en el océano.
Buena idea.
»Viajarán a Japón y se subirán al barco desde allá, cuando estén ubicados una persona los contactará, esa persona los ayudará a atrapar a James.
—¿Qué persona?.
—Eso tampoco importa, por ahora— aclara —no pueden fallar por nada del mundo, hagan lo imposible porque ese barco llegue intacto y James muera ¿entendido?.
—Sí— responden todos.
—Irán solamente tres— hace una pausa —Jacob, Nicole y Malibú...
—Eh...— Francesca interrumpe —¿Por qué Malibú cuando la que siempre va soy yo?.
—¿En verdad quieres una explicación?.
Veo como ella traga saliva forzosamente —Eso no tiene que ver— masculla.
—Sí tiene que ver, casi matas a Camila por tus celos enfermizos.
Mi ceño se frunce, no estoy entendiendo nada.
—Ya te dije que no volverá a ocurrir.
—¿Quién me lo asegura?.
—Yo.
—Pues no me fío.
—Bien— replica con un tinte de enfado en su voz y sale de la sala.
El resto se queda en silencio.
—Ahora desaparezcan de mi vista— Yul vuelve a hablar.
Todos salen sin refutar y yo me quedo.
—¿Qué hizo Francesca como para que le impidas ir a esa misión?— pregunto antes de que hable.
—¿No te ha dicho?.
—¿Debería?.
—Claro que debería porque se supone que es tu novia.
—¿Mi qué?— ahora sí me perdí.
—Eso lleva diciendo desde la semana pasada y se batió a los golpes con Camila por el simple hecho de que la segunda estaba elogiando tu físico con otro grupo de mujeres.
—Yo...
—Mira, Jacob— interviene —a mi no me importan las relaciones que tengas pero evita los problemas y más aquí, eres mi sobrino pero eso no me impide el que me de por desaparecerte de mi vista.
—No te preocupes, solucionaré ese problema con Francesca— me levanto con la sangre hirviendo del enojo.
—Y trata de quesalga bien esta misión, ese encargo es importante— me dice antes de salir.
Enarco una ceja —¿Qué tan importante?— me he dado cuenta de que ha estado enfrascado en acabar con esa Melou y está más que preocupado por esta nueva misión.
—Cien por ciento de importante.
—¿Hay algo más que tengas que decirme, Yul?.
—No, no hay nada y ya te puedes ir.
Asiento con la cabeza no muy convencido y salgo en busca de Francesca, necesito dejar las cosas claras antes de irme.
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Melou:
—Deberíamos hacer una fiesta antes de irte.
Río —Celin, no me voy al fin del mundo, así que cálmate.
—Pero puede ocurrir cualquier cosa, sabes muy bien que existe la posibilidad de que no sobrevivan— dice con pesar.
—Pues yo si voy a sobrevivir porque necesito seguir siendo un grano en el culo para todos los que se empeñan en matarme.
Nos detenemos en la entrada de mi edificio, ella se brindó a traerme ya que me deshice del auto del hombre de ojos fascinantes.
Suelta un pesado suspiro —Eso espero, no voy a poder despedirte el jueves.
—¿Por qué?.
—Tengo que trabajar en la comunicación, la distancia es inmensa, además estarán por mar, es más complicado.
—Está bien.
Se quita el cinturón de seguridad y me da un abrazo —Cuídate y mantente alerta— me dice por encima del hombro.
—No te preocupes— nos separamos —ahora me voy— salgo del auto y ella no arranca hasta que no entro al edificio.
—Señorita James— el custodio me llama.
—¿Sí?.
—Siento darle esta noticia pero anoche se metieron en su apartamento, perdóneme, sin querer me quedé dormido y no sé cómo ocurrió pero yo pagaré lo que haya que pagar y...
—Mariano— lo llamo —no te preocupes, todo está bien.
—¿Segura? Me asomé en la puerta y todo estaba desordenado, no quise llamar a la policía porque usted no estaba pero...
—Ya te dije que está bien y no te preocupes en llamar a la policía, todo esta bien— repito, si llama a la policía la situación se volverá un caos y no estoy para lidiar con eso ahora.
Él asiente no muy seguro y yo subo al ascensor, siempre voy por las escaleras pero la herida de la pierna me duele y ya quiero llegar a mi apartamento.
Llego, la puerta está entreabierta, abro y todo es un desorden, la mesita de cristal está destrozada, el sofá tiene marcas de bala, hay sangre seca en el suelo.
Suspiro, cierro la puerta a mis espaldas y voy hacia mi habitación la cual está peor.
La lámpara de noche está hecha trizas, la alfombra también tiene sangre, a un lado frente al armario diviso el arma y pegado a la puerta está la navaja llena de sangre.
Sin pensarlo dos veces comienzo a limpiar, aún con el dolor en mi pierna, inicio en mi cuarto donde recojo los restos de la lámpara y los hecho a la basura, retiro la alfombra llena de sangre y la llevo hacia la ducha donde la abro y dejo que el agua haga su trabajo, vuelvo a mi habitación, tomo la navaja y el arma, limpio la primera y las coloco sobre la mesita.
Ya todo limpio en el cuarto voy hacia la sala, hago el mismo procedimiento y limpio la sangre del suelo, también tendré que cambiar los muebles pero eso será luego. Vuelvo al baño, saco la alfombra y la pongo a secar.
Cuando termino, el dolor en la herida del brazo es insoportable al igual que el de la pierna por lo que me doy un baño, las curo y me acuesto a dormir.
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Jacob:
—¿Qué derecho tienes de estar diciendo estupideces?.
—Soy tu novia.
—¿Sí te escuchas?— suelto una risa amarga —estás loca, no somos nada, ¿Cuántas veces debo decírtelo?.
—¿Y todas esas veces que hemos tenido sexo? Que has acudido a mí como ayer que estabas herido.
—Pues te voy a ahorrar ese problemita— hago una pausa —te quiero fuera de mi vida, nuestra relación a partir de ahora será completamente profesional, olvídate de que tuvimos "algo".
—¿Estás terminándome?.
—¡Es que nunca hubo nada empezado!.
—No puedes hacerme esto.
—Ya lo hice— respondo con simpleza —no somos nada, Francesca— le doy la espalda dejándola en el lugar.
Para evitar contratiempos es mejor cortar el mal de raíz. No estoy para las bobadas de Francesca y menos ahora, quizás con el tiempo le haya cogido cariño pero nada más.
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Melou:
Tres días después:
Yokohama, Japón:
Jueves, 22:26 pm.
—Aquí tienen— el hombre del mostrador nos da dos llaves —habitaciones 45 y 46.
—Gracias— tomamos las llaves.
Le damos la espalda yendo directo al ascensor. Estando en él, Freud comienza a mover el zapato derecho contra el suelo.
—¿Nervioso?— pregunto.
—Siempre se está nervioso antes de cualquier misión— responde.
—Relájate Freudsito, todavía faltan horas— le dice Luciana con aire burlón.
Él suelta un suspiro, en mi vida lo había visto así de... de ansioso.
Llegamos a la cuarta planta y encontramos nuestras habitaciones, una frente a la otra, a mí me toca compartir con Luciana.
—Nos vemos Freud— se despide Luciana —descansa— el asiente y entra a su cuarto.
Nosotras hacemos lo mismo, hay dos camas, una frente a la otra, una puerta que lleva al baño, con una ventana que da a la calle (justo como lo pedimos).
—Bueno— dejo mi bolsa en la cama de la izquierda, del lado de la ventana —yo me voy a dar un baño.
—De acuerdo.
Voy hacia el baño, me quito la ropa y abro la ducha, las heridas ya se pueden mojar, les he prestado atención para que curen rápido y ya no duelen tanto. En menos de veinte minutos ya estoy afuera envuelta en una toalla. Luciana está sentada en su cama con una foto en la mano.
—¿Quiénes son?— hay una mujer y un niño de al menos unos diez años.
Ella levanta la vista —Mi madre y mi hermano— me la muestra y el niño es bien hermoso, la mujer tiene algunas arrugas en el rostro pero es igual de preciosa.
—Son lindos.
—Nunca te he visto con algún familiar ¿no tienes?.
Me siento en mi cama quedando frente a ella —De seguro tenía como todo el mundo— ella frunce el ceño sin entenderme —fui criada en un orfanato, a los dieciséis me fugué— abre los ojos sorprendida y yo sonrío —sí, es una de las tantas locuras que he hecho— me quedo con aire pensativo —luego comencé a unirme a las cosas malas de la calle, como la venta ilícita de drogas, las peleas— suelto un suspiro —en esto último fue donde Suárez me encontró.
—Oh.
—Pero bueno— de un impulso me levanto en busca de algo de ropa para ponerme —eso es pasado y el pasado...
—Pisado— termina por mí —también voy a darme una ducha— se levanta y entra al baño dejando la foto sobre la cama.
Siempre hacemos lo mismo antes de cualquier misión de este tipo, recordar a nuestros seres queridos, bueno yo a la única que recuerdo es a Celin que es como mi hermana.
Sin preveerlo me entra la melancolía y decido terminar de vestirme colocándome ropa normal, por si hay que salir corriendo, nunca se sabe, coloco mi navaja debajo de la almohada y saco los sándwiches que compramos por el camino junto al jugo de caja.
Luciana vuelve a salir, se cambia y comemos bajo su voz cuando me cuenta más sobre su madre y su hermano, los ojos le brillan cuando habla de ellos.
Me pregunto si yo también tendré familia un día.
Espero que sí.
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Jacob:
Yokohama, Japón:
22:46 pm.
—Melou ya está aquí en Japón— avisa Nic —Yul ha llamado para avisar.
—¿No están emocionados?— pregunta Malibú con una sonrisita y una cerveza en la mano.
—¿Por qué deberíamos?— Nicole enarca una ceja.
—Venga, vamos a viajar en barco durante un puto mes y tenemos que atrapar a la asesina del momento ¿eso no los emociona?.
La miramos con cara de ¿es en serio, mija?
—Lo que no me emociona es que estés bebiendo cuando mañana tenemos que salir temprano— Nicole le arrebata la cerveza.
—¡Oye!— se queja —no seas aguafiestas.
—Esto no es un juego, Malibú.
Ella bufa en el pequeño sofá.
Yo me levanto —¿A dónde vas?— me pregunta Nicole.
—A dormir— las dejo a ellas dos con sus problemas y me voy a mi habitación temporal.
Estamos en una cabaña cerca del puerto, mañana a primera hora debemos abordar el barco como guardias de seguridad para proteger el dichoso cargamento.
Yul se ha encargado de conseguir nuestros uniformes y todo lo necesario.
Al estar en mi habitación, cierro la puerta a mis espaldas, me despojo de la ropa quedando en bóxer y me tiro a la cama.
Mañana será un día bien largo.
______________◇◇◇_____________
Melou:
Yokohama, Japón, 08:34 am:
—¿Cómo me queda?— Luciana se pasea con la ropa con la que entrará en cubierto al barco.
—Estás bien.
—¿Segura? Me siento tonta con esto.
Río, ella irá como empleada de cocina y lleva una peluca color caramelo, corta, al estilo de Sia.
—Bueno, realmente no eres tonta, el que significa que el disfraz funcionará.
Tuerce los labios y nos colocamos los auriculares junto a las lentillas oculares.
Me paro frente al espejo —¿Me ayudas con esto?.
—Claro— le ofrezco la peluca rubia que me pondré para que me ayude.
Yo iré vestida de uno de los guardias que encomendaron para cuidar el virus, con una peluca que me llega a la cintura, todo lo contrario de mi pelo, estaré completamente maquillada, tipo esas personas que se creen superiority hasta durmiendo.
Me ayuda a colocar las precillas de la peluca y listo.
—Bien— me giro hacia el espejo —ya estamos.
La verdad es que me veo súper diferente, ni yo misma me reconozco.
—Hola mucho gusto, soy Maritza— Luciana imita una voz congestionda.
Suelto una carcajada y me giro a ella —Hola Maritza, trata de llevar ese uniforme más largo que no estamos en vacaciones— le respondo con indiferencia y soltamos a reír.
—Ahora sí estamos en el papel.
Tocan a la puerta y ya sabemos quién es.
Recogemos las bolsas con lo necesario y abrimos la puerta.
—¿Listas?— pregunta Freud frente a nosotras con un overol negro, supuestamente trabajará en la sala de máquinas.
—Listas— afirmamos y salimos subiéndonos al metro que nos lleva hasta el puerto.
Estamos tomando el lugar de un guardia, uno de la sala de máquinas y una de las empleadas, a las verdaderas personas tuvimos que persuadirlas para que nos dejaran hacer nuestro trabajo.
Llegamos y hay un guardia en la entrada (es una mujer) y creo que la conozco.
Nicole Kidman.
Le aviso a Luciana y a Freud por el auricular.
—Traten de pasar desapercibido aunque de seguro es a mí a quien busca.
—De acuerdo.
Me detengo, saco la gorra del uniforme de la bolsa y me la coloco.
«Allá voy»
_______________◇◇◇___________
Jacob:
—Bueno, todo está bien por ahora— Malibú mira hacia todos lados desde la cabina del barco —no veo a la famosa Death por ningún lado.
Yo permanezco en silencio sopesando el cómo matar a Melou James.
¿Le doy una muerte rápida o una dolorosa con navajas y cuchillos?
Mejor la segunda, ya que le gustan esos artefactos.
—¿Jacob me estás escuchando?.
—¿Eh?.
Ella bufa mascullando algo y me da la espalda yendo a no sé dónde, lo único que entiendo es — ... son todos unos pesados.
Salgo a la entrada donde está Nicole controlando el pase de los tripulantes, hay una fila de unas cinco personas.
Una chica de cabello corto vestida de camarera es la que se encuentra hablando con Nicole, la deja pasar y la camarera pasa a mi lado dándome una sonrisa coqueta.
Luego viene un hombre alto con aspecto serio, también lo deja pasar. Ahora hay una rubia vestida de guardia con la cara llena de maquillaje, parece que viene de un circo, tiene una gorra que cae sobre sus ojos y está mascando chicle exageradamente.
Nicole la detiene y ella le hace gestos anchos, no deja de sonreír, no sé por qué, pero siento que la conozco.
Después de tanto jaleo la deja pasar y ella al estar frente a mí mueve su inmensa cabellera a un lado en un gesto sensual.
Sí que es rara esa mujer.
La última en pasar es otra mujer y sé muy bien qué mujer es.
Francesca.
Rápido me acerco a donde está Nicole.
—¿Qué estás haciendo aquí?— es lo primero que pregunto estando frente a ella.
—¡Bebé!— intenta abrazarme y me aparto —no sabes cuánto te extrañé.
Nic me mira con cara de ¿qué carajos, Jacob?
—¿Qué haces aquí?— le repito.
—¿Cómo que qué hago aquí? Yul me ha enviado.
—Yul fue el que te prohibió esta misión— Nicole se cruza de brazos —y él no es de cambiar de opinión tan rápido.
—Pues ha cambiado porque se ha dado cuenta que a pesar de todo soy buena en lo que hago y si quieren, llámenlo.
La miro con desconfianza, es imposible que Yul la haya enviado sin avisar y no puedo consultarle porque la comunicación está prohibida desde la hora cero para evitar cuestiones.
El barco pita y un guardia viene hacia nosotros.
—Chicos, ya vamos a zarpar.
—Bien— acepto por fin y Nic me mira con mala cara pero no dice nada.
Subimos los últimos escalones y el barco comienza a moverse.
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