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Capítulo 30 | Pelea

Adler mira hacia Gia, y con esa distracción suya corrí hacia él y lo usé de trampolín mientras lo empujaba para que se apartara. Estiré mi pierna y pateé el rostro de Gia. Escupió sangre y se levantó del suelo limpiándose la comisura del labio. Corrió hacia mí e intentó golpearme, pero bloqueé su puño e intenté golpear su rostro, ella me esquiva ladeando la cabeza. Comenzó a lanzarme golpes que logré esquivar o bloquear con mis brazos, cuando me dio una patada en el estómago que me hizo doblegarme un instante, vuelve a ir contra mí, sujeté su muñeca y le di un golpe en el estómago dejándola sin aire, giré para agarrar impulso y con mi pie le di bajo la mandíbula, dejándola en el suelo.

-Perra -se queja del dolor.

Ella se levanta de un salto, la intenté golpear de nuevo, pero se agacha y me esquiva. Estira una pierna dando la vuelta haciendo que yo cayera al suelo. Al instante se coloca sobre mí con su brazo en mi cuello. Le agarré el brazo con una mano intentando quitarla pero no podía. Mi otra mano estaba inmovilizada por su pie.

-¿Aún crees que no eres débil? -ríe burlesca.

Levanté mi pierna derecha bruscamente consiguiendo que la punta del pie llegara hasta su cabeza, hecho que logra hacerla aflojar su agarre y yo pueda voltearnos y quedar encima de ella golpeando su rostro y mirándola con una gran e intensa furia, y sospechaba que no era solo por cómo me ha tratado ella, algo más grande invadía mi cuerpo y me hacía querer golpearla más.

-Nisha, basta -en ese momento sentí unas manos en mi cintura que me separaban de Gia. Reconocí la voz al instante.

-Ray, suéltame. Le daré una lección a esa hija de puta -espeté intentando escaparme de su agarre, sin éxito.

Unos chicos de la tribu se acercan a Gia y la ayudan a levantarse, solo que ella los aparta enfadada por haber perdido contra mí mientras intentaba limpiar sus heridas.

-Déjenme -exclama ella.

Forcejeé otra vez contra Ray pero él cambia su agarre a mis brazos. Ella bufa y mira al frente para empezar a caminar, pero al estar junto a mí, me da un puñetazo que me quita el aire y Ray me suelta sorprendido.

-Que tengas un buen viaje, espero que una de esas cosas te encuentre apenas estés sola, como tú has querido -Gia se despide levantando la mano y alejándose junto a los hombres que vinieron a buscarla.

Yo estaba en el suelo sujetándome el lugar del golpe y apoyándome con una mano, la cual se aferraba al césped con fuerza por la molestia que esa estúpida mujer me causaba con solo verla un segundo.

-Nisha -Rebeca se me acerca y mira mis heridas con preocupación. Intenta tocarme, pero aparté su mano.

-Déjenme de una vez. Solo quiero irme de aquí -mencioné levantándome del suelo y limpiando la sangre que seguía goteando de mi nariz.

-Nosotros no quisimos esto... -Serena afirma y yo, al no poder controlar lo que sentía, solo opté por reír.

-Pues déjenme ir, y ya -a pesar del dolor me posicioné con firmeza.

-No, lo siento, pero tú no irás a ninguna parte sola, mucho menos así -Adler se me acerca decidido.

-Tsk, esta vez no haré lo que tú quieres. Tendrás que obligarme a las malas -respondí.

-Está bien, si eso quieres -mira a Serena y ella asiente.

-Lo siento, Nisha -dice ella y entonces siento como dejaba de tocar el suelo.

-¡Hijo de...! ¡Serena, bájame, ahora! -grité.

-Vamos -sentencia Adler.

Serena se da vuelta y hace que yo flote a su lado para llevarme con ellos de regreso a la tribu. Los miré a todos sin poder creer que estuvieran haciendo esto y entonces resoplé frustrada al no tener salida.

-Los odio -murmuré cruzándome de brazos.

Miré por encima del hombro y vi que las chicas me miraban con tristeza. Rodé los ojos y volví la mirada a Adler, a quien más quería golpear en estos momentos. Me pasé la mano por debajo de la nariz al sentir que la sangre seguía corriendo y se juntaba con la de mi boca.

-Ten -Liam me tiende una tela y yo solo respondo apartando la mirada.

Lo escuché suspirar. Pero el sentir la sangre correr por mi nariz me molestaba bastante, por lo que gruñí y extendí mi mano sin mirarlo. Cuando sentí que me dejaba la tela en la mano, la acerqué a mi nariz y la sujeté allí para evitar que siguiera sangrando.

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