Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9

No puedo quitarme de la mente los ojos fríos de Luzbel. Nunca lo había visto tan violento, jamás había presenciado algo tan sanguinario, tan cruel. Estoy temblando de miedo mientras la imagen de las alas arrancadas se reproduce una y otra vez en mi mente.

Luzbel podría matar a lo que queda de humanos en una sola noche si así lo quisiera.

Una noche incluso es demasiado.

—Lía... — oigo su voz acercarse mientras sigo con la frente pagada al muro.

—Espera — me apuro a detenerle cuando lo siente a un paso de mí —. Quédate ahí — pido con miedo mientras camino de reversa para alejarme de él.

—¿Qué pasa...?

—No te acerques... — pido en voz baja —. Por favor, sólo déjame sola un momento.

No quiero alejarlo, no quiero que se sienta rechazado por mí. Pero ahora mismo estoy que me muero de miedo por él, y no quiero tenerlo cerca hasta que no termine de procesar las cosas que recién vi.

Siempre he sabido lo que e y como es. Tenía la noción de un luzbel incluso más violento de como me lo había demostrado antes.

Pero mi noción se vio sorprendida hace un momento, cuando fui totalmente consciente de ello.

—Comandante — llama en voz baja Nuriel mientras se acerca a él —. Mató a uno de los nuestros... sólo está asustada, dele un poco de espacio.

Me volteo a mirar a los chicos que aún están en el piso, eso hace que me olvide de lo demás y centre mi atención en ellos.

—Todo está bien — comienzo a decirles mientras intento ayudarles a pararse o a hacer algo.

Los quejidos de todos comienzan a intensificarse, muchos estar desangrándose y no pueden hacer nada más que sentir dolor.

—Lía — oigo el sollozo de alguien —, maldita sea.

—Calma — le pido a Brian una vez que logro ubicarlo entre los cuerpos —, están bien, vamos a ayudarlos.

—Jason — pronuncia atragantándose entonces —. Se llevaron a Jason.

Siento mi corazón dejar de latir, toda la sangre abandona mi cerebro y la vista comienza a obscurecérseme.

Busco a Jason entre los cuerpos sangrantes del piso, busco su cabello rizado, o sus ojos verdes. Pero no está.

Jason no está.

Me quedo congelada donde estoy, no puedo moverme ni hacer o decir una sola cosa más.

Varios chicos llegan a auxiliar a los que acaban de llegar, creo oírles decir que llevarán a todos a la enfermería, pero yo sigo aquí en shock.

Brian desaparece de mi lado, Aaron vuelve a pararse pero le obligan a ir con los demás.

Y al final me quedo sola en el piso, entre sangre y sueños rotos.

Siento los brazos de alguien rodearme y jalarme hacia arriba. Reacciono y me doy la vuelta para mirar a Luzbel.

Sin embargo al que me encuentro es a Rafael. Su cara se crispa al ver la mía, tal vez no se esperaba ver mis lágrimas.

Luego de un segundo limpia mi cara con suavidad, seca las lágrimas y me abraza sin pensárselo un poco.

Quiero hacerlo a un lado e irme, sin embargo termino afianzándome a él mientras me suelto a llorar.

Tal vez quisiera tener a Luzbel aquí, no es que no quiera a Rafael, pero bueno, supongo que es más indicado Luzbel.

—Estoy bien — hablo entonces en un intento de calmarme y poder aclarar mi mente.

—¿Qué estás haciendo? — alguien jala uno de los brazos de Rafael. No me sorprende encontrarme esta vez con Luzbel.

—Cálmate, que no estamos para peleas estúpidas — contesta Rafael sin soltarme aún.

—Te pasé una, pero estás loco si crees que voy a solaparte esto toda la vida — ambos están encarándose dispuestos a iniciar otra pelea, sin embargo esta vez tengo pavor a que eso pase, ahora sé de lo que Luzbel es realmente capaz, y no quiero volver a presenciarlo.

—Basta — intervengo a tiempo —. No confundamos las malditas cosas, esto no es lo que parece.

—Cállate, Lía — sentencia Luzbel con voz profunda, haciendo que me entren más ganas de llorar. ¿Me está callando de verdad?

—No seas puto engreído, Luzbel — reprocha molesto su hermano por la forma en la que me ha hablado —. Eres una bestia, necesita de tu apoyo, no de tus malditas ordenes.

Luzbel le da un empujón a su hermano, éste le regresa el acto luego de recuperar los pasos. Y después de un par de empujones más comienzan a soltarse algunos golpes.

—Paren, ¡paren ya! — ruego mientras intento meterme y detenerlos a ambos.

Veo más alas entonces. Supongo que los demás ángeles han venido a detener esto o a intentarlo por lo menos.

—Comandante, basta ya — oigo la voz de uno mientras se pone detrás de Luzbel e intenta frenarlo.

—¡Para ya! — repito metiéndome de lleno a la pelea.

Rafael deja de soltar golpes en cuanto me interpongo, Luzbel para también quedándose con el puño en lo alto. Su mirada se va sobre mí, está enojado y ni siquiera se inmuta en mirarme con una expresión un poco diferente.

—Quítate — ordena con una voz tan profunda que de verdad estoy a punto de hacerme a un lado.

—No — niego tan firme como mi miedo me lo permite.

—Dije que te quites — repite empujándome y sacándome de en medio.

Todos nos miran sorprendidos, nadie puede creerse lo que acaba de pasar, y yo soy la más incrédula de todos.

—Basta ya — interviene uno de ellos tomando mi lugar entre la pelea —. No sé qué supones que haces, Luzbel, pero estás haciendo mal las cosas — nuevamente siento a alguien alzarme de piso. Kate me abraza con fuerza mientras me retira un poco del problema. Nuriel aparece con nosotras en un intento de cubrirnos de cualquier cosa que pudiera pasar ahora —. ¿Ves lo qué haces?

—Tú...

—Cállate — ordena interrumpiéndolo y callándolo de verdad —. Cállate por un maldito momento, cierra la boca y escucha mis palabras. ¿Qué crees que haces? Escúchame bien — comienza a darle ligeros empujones en el pecho —. Vas a bajarte de la maldita nube en la que estás. Mírala — le ordena señalando hacia dónde estoy, sin embargo Luzbel le sostiene la mirada sin hacerle caso —. ¡Mírala!

Luzbel se voltea a verme, me estudia atento y noto como su expresión comienza a suavizarse.

—¿Qué hiciste? ¿Puedes respondérmelo?

—Me teme... — admite con un hilo de voz.

—¡Te tiene miedo! ¿Por qué debería temerte? Eras el ser en el que más confiaba. Y sí, digo eras porque ahora no va a volver a soportar estar cerca de ti. ¿Qué querías? ¿Alejarla de tu hermano? Aprende a superar las cosas, Luzbel, lo que sucedió en el pasado ahí está, ahí se queda. Pero lo que pasa ahora es diferente. Te aseguro que ahora ella confía más en Rafael que en ti. Después de todo nunca le ha puesto una mano encima o gritado como lo hiciste tú.

—Lía... — Luzbel se voltea por completo hacia mí. Noto su preocupación y remordimiento mientras se acerca despacio.

—No te le acerques — advierte Kate mientras me retira aún más —. Te dije que ibas a lastimarla, ahora déjala en paz, ya tienes lo que querías.

—Kate, cállate — pide con voz tranquila.

—No, imbécil, a mí no vas a callarme, mejor cállate tú. Deja de soltar veneno por todas putas partes.

—Lía, nena lo siento...

—Vete — me limito a responder al tiempo que intento contener las lágrimas.

—Lía...

—¡Lárgate! No te quiero ver aquí, no soporto verte ahora mismo. Vete de este lugar y no vuelvas más. Ellos pueden quedarse si quieren — digo señalando a los demás ángeles —. Pero tú te vas — sentencio como gesto final antes de dar media vuelta e irme.

—¡Lía! — grita al tiempo que me alejo. No pienso dar vuelta atrás, pero sí me volteo un poco para mirarlo —. No te vayas — pide parado en el centro de la estancia.

—No, Luzbel — contesto dándome la vuelta para mirarlo de frente —. El que se va eres tú.

(...)

Salgo del lugar mientras termino de ajustar todo lo que traigo encima. Cinturón, chamarra, armas...

—¿Quién irá conmigo? — pregunto parándome frente a los presentes.

—Yo — dicen varios al mismo tiempo.

—Ustedes no — respondo a Aaron y Joel —. No están en condiciones, los hirieron y acaban de volver.

—No voy a dejar que te vayas sola — insiste Aaron.

—Dije que no — reafirmo con voz inescrutable.

—Pero...

—Ya te dijeron que no, Sellers — repone Kate parándose junto a mí y posando una mano en mi hombro.

—Quiero ir — habla alguien que no está en mi panorama —. Iré.

Matthew está vestido igual que yo, ya tiene armas guardadas y puedo verle los ojos un poco rojos.

—Claro, ven con nosotras — acepto sin poner objeción.

—Iremos — se ofrece alguien más. Jesse se acerca a nosotros seguido por Doom y Zed.

—No puede ser — balbucean Joel y Aaron al ver a sus amigos.

—Bien, supongo que somos suficientes — inquiero mirándonos —. Vamos ya.

—¿Suficientes? No son nada — se queja Aaron tan pronto como termino de hablar —. Es de noche, necesitan más.

—No quiero ir llamando la atención de todas las cosas que estén allá afuera, somos suficientes — recalco.

Los seis comenzamos a caminar hacia la salida sin escuchar más objeciones de los que están obligados a quedarse.

—¿A dónde van? — nos pregunta alguien.

Cuando me volteo a mirar veo a Rafael junto con su hermano.

—Volveremos pronto — contesta Kate sin dar más detalles.

—Esa no fue mi pregunta — inquiere Rafael.

—No me interesa.

Ambos ángeles se interponen entre la puerta y nosotros. Luzbel me mira directamente, sin embargo le evado y veo a Rafael.

—Dame permiso, por favor — pido específicamente al arcángel.

—No me quitaré — contesta Luzbel.

—Contigo no estoy hablando — contesto sin mirarlo aún —. Y creo haberte dicho que te fueras.

—Sabes que no voy a irme.

—No te lo pregunté.

—¿Me lo ordenaste?

—Sí, lo hice.

—¿A dónde van? — inquiere Rafael zanjando la conversación.

—No les incumbe — contesto.

—Estás loca si crees que voy a dejarte salir de aquí sola — vuelve a hablar Luzbel.

—¿Eres idiota, o qué parte de "no estoy hablando contigo" no entiendes?

—¿Qué parte de "no voy a dejarte salir" no entiendes?

—¡Lárgate que no te quiero volver a ver!

—¡Me vale un carajo lo que quieras!

—¿Cuándo te volviste tan hijo de puta?

—No me he vuelto nada. Pero no pienso irme y dejarte aquí sola.

—No quiero volver a verte, espero que lo entiendas, te aborrezco, Luzbel. Aborrezco lo que eres. En lo que te convertiste. Y créeme que no, jamás he estado sola.

Mis palabras parecen golpearlo, pues sorprendentemente se queda sin qué decir.

—¿Por qué me odias? ¿Porque no soporto ver a alguien más contigo? — comienza a acercarse peligrosamente a mí, haciendo que retroceda de reversa —. ¿Porque no soporto que ningún otro hombre se acerque a ti?

—Déjame en paz — sentencio nerviosa.

—¡Eres mía, Lía! ¡Mía!

Tengo literalmente encima a Luzbel, el miedo me carcome y casi comienzo a gritar al sentir como me rodea con los brazos.

Pero tomo fortaleza de todas partes y termino dándole una cachetada con todas mis fuerzas.

—Dejé a ese idiota por creer que era suya — digo señalando a Aaron —. Y no pienso permitir que creas lo mismo. No soy suya, no soy tuya, y no soy de nadie. Soy mía, sólo mía.

—Lo siento... — pide tras un silencio incómodamente largo —. No sé qué está pasándome... Lía, no puedo perderte...

Luzbel está abrazándome tan fuerte que comienza a faltarme el aire, necesito hacerlo a un lado, sin embargo no puedo, tanto por su fuerza, como por mi tóxica necesidad de tenerlo cerca.

—Sólo hazte a un lado — pido lo mas tranquila posible.

—Lía...

—No es momento de hablar, creo que necesitamos tomarnos con calma las cosas, Luzbel... y necesito que me des algo de espacio por el momento, no me siento bien, necesito hacer muchas cosas.

—Sólo quiero ayudarte — admite en voz baja buscando mi mirada —. Déjame ayudarte.

—Sólo hazte a un lado, me ayudarás con otras cosas.

Luzbel me suelta derrotado y aprovecho para pasarme por su lado y regresar junto con Kate.

—Vámonos — susurra rodeándome con un brazo y mirando a Luzbel con recelo.

—Dense prisa, vámonos — hablo en voz alta para que los que irán con nosotras escuchen.

—¿A dónde van? — pregunta alguien más.

—A ti qué te importa — Kate se adelanta a contestar.

—Les hice una maldita pregunta — James ya está a pocos metros de nosotros y se acerca cada vez más. Lo peor del caso es que no me sorprende ver a Ian y a su otro amigo atrás de él.

—Jódete, ¿cuántas veces te tenemos que recordar que no eres nadie aquí?

—Tú cállate ya, que ni siquiera estoy hablando contigo.

—Pues conmigo tampoco — inquiero dando la cara cuando lo tengo enfrente

—¿A dónde van? — me pregunta directamente.

—A buscar a la persona que pidió tu permiso para salir — contesto con la voz cargada de sarcasmo, para luego dar la vuelta y continuar con mi camino a la salida.

—¿A dónde crees que vas? — algo me envuelve la muñeca con una fuerza fatal. Podría jurar que está a punto de rompérmela.

Le doy un puñetazo con la mano izquierda y logro hacer que retroceda, sin embargo se recupera en un segundo y regresa los pasos.

—¡Estoy harta de ti! — le grito antes de que llegue a mí y avanzo los pocos pasos que faltaban —. ¡No eres nadie aquí! ¡Déjame en paz ya!

Sin previo aviso le doy otro puñetazo en la cara, y sin que lo espere le doy uno más con la otra mano. Lo empujo con todas mis fuerzas y logro aventarlo más de un metro para atrás; tan pronto como vacila echárseme encima desenfundo una de las pistolas que tengo en el cinturón y le apunto haciendo que frene en seco y recapacite.

Pero ni siquiera lo pienso un poco. Termino jalando del grillo.

Oigo algunos gritos, pero el único que me provoca satisfacción es el de James.

Mientras lo veo sangrando en el piso me dan ganas de volver a dispararle hasta descargarle la pistola entera, sin embargo empujo esas ganas asesinas a un lado y respiro profundo en un intento de tranquilizarme.

Es el Apocalipsis.

Nos está matando una raza diferente.

No voy a asesinar a un tipo de mi mismo mundo, no soy tan visceral como para hacer eso.

—¡Saquen a este cabrón de aquí! — grito para que venga alguien y lo lleve a la enfermería o simplemente lo quite de mi vista.

—¡¿Que estás haciendo?! — me grita Ian mientras se mueve nervioso sin saber qué hacer con su amigo —. ¿Qué mierda te pasa?

—¡Tú cállate y saca a tu amigo de mi vista! — le regreso el grito aún más fuerte mientras señalo al tipo que se esta retorciendo en el piso.

—¡Ojalá y te mueras!

—¡Ojalá, a ver qué carajo hacen!

—Cálmate ya — pide Luzbel mientras intenta abrazarme y retirarme del lugar.

—Déjame en paz, carajo.

—Escuchen, no creo conveniente que salgan a esta hora a donde sea que lo estén planeando — continúa diciéndonos a todos de forma discreta —. ¿Por qué no se quedan y pensamos bien las cosas?

—¡Porque no! ¡Maldita sea ya no! — respondo intentando calmarme, pero no logro hacerlo.

—Lía, cálmate — pide Luzbel de forma tranquila y pacífica.

—¡No me voy a calmar! ¡Sólo quiero salir de este puto lugar y buscar a Jason!

—Vamos a buscarlo, sólo cálmate por favor.

—¡Ya cállate! — ordeno molesta —. ¡Estoy harta! ¡Voy a salir en este puto momento, por esa puta puerta, voy a ir al maldito abrigadero, y voy a sacar a mi mejor amigo de ese maldito lugar! — lágrimas se escurren por mis mejillas mientras lo grito, tengo la maldita esperanza de que Jason siga vivo, pero sé que si me tardo más tal vez no logre rescatarlo a tiempo.

—Nena, calma...

—¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡Acaban de secuestrar a mi mejor amigo! ¡Se llevaron a Jason y no lo voy a permitir! Ya pasó una vez y no aceptaré que pase otra. No pude hacer nada cuando se llevaron a Lily.

(...)

—¿Por qué jamás dijiste nada?

—Acabas de llegar ayer, no es como si te hubiese dicho demasiado — contesto con voz seca mientras intento dejar de hablar con él.

—Es algo importante, pudiste habérmelo dicho desde que llegué.

—Tal vez sea que no quiero tener demasiado contacto contigo — suelto sin siquiera pensarlo. La verdad estoy demasiado molesta con Luzbel, pero estar aquí afuera en la noche me tensa demasiado, sólo quiero quedarme callada para poder oír cualquier ruido extraño; aunque por otra parte quiero charlar con alguien para distraerme un poco, pero creo que Luzbel no es exactamente la persona con la que quiero hablar.

—Creo que tenemos que hablar — sugiere tomándome de la muñeca y frenándose.

—Suéltame, tenemos que dejar de perder el tiempo y seguir.

—No tardaremos demasiado, los alcanzaremos en cinco minutos y te llevaré volando literalmente.

—No quiero oírte, Luzbel.

—Sí quieres.

—Ya te dije que no, bestia.

—Pues vas a hacerlo aunque no quieras — afirma muy seguro de que así será.

—¿Todo bien comandante? — le pregunta uno de los angeles en voz baja.

—Perfecto — acepta Luzbel sin quitar la mirada de mí —. Continúen, los alcanzaremos en unos minutos.

—De acuerdo...

Ambos nos quedamos callados mientras los demás pasan por nuestro lado y continúan con el camino. Supongo que lo mejor será callarme y oír lo que tiene que decir para acabar con esto rápido.

—Lo siento — se disculpa.

—No sientas nada, Luzbel.

—Perdóname — la disculpa me toma por sorpresa, creo que jamás había dicho más que un "lo siento".

—¿Qué carajos te está pasando?

—La verdad no lo sé. Estoy muy... desesperado, sé que te perdí, pero necesito recuperarte, me estoy volviendo loco mientras todo pasa. Quiero respetar tu decisión y darte espacio, quiero aceptar el hecho de todo está siendo difícil para ti. Pero mientras me hago a un lado me estás matando. Cada segunda que te tengo junto a mí me acabo un poco más, porque estás a mi lado, pero no conmigo.

—Que curioso que se invirtieron los papeles.

—Sé lo que sentiste todo este tiempo, sólo quiero que sepas que aunque yo fui quien se fue, también me dolió dejarte. Igual que tú sufrí, necesitaba verte y simplemente no podía hacerlo. No eres la única que tenía el alma rota. Creo que incluso no eres la única que se conserva rota aún.

—No te entiendo. No sé a qué te refieres ni a que quieres llegar.

—Sólo quiero disculparme... me perdí hace rato, no sé qué pasó, yo... no fue justo lo que hice y de verdad lo siento.

—Tus celos me resultaban graciosos hasta que terminaste haciéndome lo mismo que Aaron.

—Yo no... no te golpee, estuvo mal empujarte, soy un imbécil, de verdad ni siquiera sé qué decirte, soy un bastardo por hacerte eso.

—Bueno, cálmate que tampoco quiero que te maldigas tanto... no exageres.

—Nunca en mi maldita vida te había puesta una mano encima... bueno, no de esa forma — corrige sonriendo, y provocando que también sonría.

—Estamos en las mismas... bueno, eso creo.

—Te equivocas, es la tercera vez que lo haces. Bueno, la verdad lo has hecho más veces.

—La semana inglesa no cuenta.

—Aún así. Cuando mandé a hacer la vacuna... — dice esperando que lo recuerde, y sí, el momento llega a mi mente.

—De acuerdo, no quiero pensar en nada de antes — admito encerrando esos recuerdos en la bóveda de cosas que no quiero pensar.

Tal vez esté mal, pero de verdad odio recordar todas esas cosas. Puede que sea porque me resulta extraño tener recuerdos de una vida diferente a esta, o también podría ser que odio mi pasado. Pero cualquier de las dos opciones me está atormentando con demasiada frecuencia.

—Te duele recordarlo, ¿no es cierto? — pregunta entonces.

—¿Qué? — pregunto saliendo de mis propios pensamientos.

—Te duele recordar lo que fuiste.

—No llamaría precisamente dolor a lo que siento.

—¿Entonces qué es? ¿Repulsión?

—Sí, creo que eso es.

—Pues piénsalo, porque en algún momento tendrás que volver, y puede que ese momento no tarde en llegar tanto como quisieras.

—¿Eso es una amenaza?

—¿Por qué habría de serlo?

—A eso sonó.

—Pues no.

—De todas formas te recomiendo que trabajes en ello, una vez que te enteras los recuerdos se hacen más recurrentes hasta formar parte de tu vida actual.

—Eso me lo tomaré como una advertencia.

—Excelente, eso es.

—Bien...

—¿Me vas a perdonar?

—Ah... — me quedo callada pensándolo, comienzo a moverme nerviosa mientras intento aclarar mis ideas —. ¿Sabes qué odio de ti? — pregunto al tiempo que comienzo a caminar.

—Mi egocentrismo y forma de ser en general.

—No. Eso me mata, amo tu forma de ser — admito sin siquiera pensarlo un poco.

—¿En serio? Pensé que era lo que más odiabas.

—Pues sí, lo odiaba. Pero luego te conocí bien, aprendí a soportarte, y al final entendí que eso era lo que te hacía tan irresistible.

—Hablas como si quisieras halagarme demasiado.

—No es un halago, aún deberías sentirte culpable por ser tan despreciable.

Luzbel suelta una sonora carcajada, me reiría si no estuviéramos aquí afuera al alcance de cualquier cuadrilla o ángel, aunque sé que Luz solucionaría cualquier problema.

—Me he dado cuenta que amas a las personas despreciables — contesta —. Eres un desastre, te gusta la destrucción.

—No me digas, ¿y eso cómo podrías saberlo?

—Pues te enamoraste de un tipo despreciable que te maltrataba y traba como basura. Y luego llegué yo, te enamoraste de un ángel caído, engreído, egocéntrico y destructivo. Lo malo es que me dejaste destruirte, y no te conformaste con eso, pues regresaste con el primero.

—Y lo peor de todo es que también regresé con el segundo.

—Pero el segundo es el amor de tu vida, así que no cuenta.

—Sí, por supuesto.

—¿Entonces qué es lo que odias de mí?

—Que a pesar de todo siempre te perdono. No puedo solo mandarte a la mierda y dejarte. 

—¿Puedes perdonarme entonces?

—Ya veremos, aún estoy molesta contigo.

—A veces mis impulsos me juegan chueco. No era mi intención lastimarte, estaba demasiado molesto como para pensar con claridad.

—Sí, te entiendo. Ahora me siento algo mal por haberle volando la rodilla a James.

—Es un hijo de puta, no te sientas mal.

—No me siento mal como tal, sino que analizando bien las cosas, el idiota está en forma y era bueno en eso de salir por municiones e ir a la defensa del lugar. Fuera de ir a la ofensiva contra mí, claro está.

—Ya se recuperará, se lo merecía, y eso que apenas he estado un día aquí.

—Ojalá, y espero no haberle jodido la pierna, tampoco estamos muy boyantes como para ir lesionando a los pocos buenos que tenemos.

—Se recuperará, ya verás.

—Por lo menos estará fuera un tiempo.

—¿Podemos hablar? — pregunta de una forma diferente, como si quiera charlar pero de un tema diferente.

—¿No es lo que estábamos haciendo?

—De tu hermana — repone.

—Yo... no quiero hablar de eso...

—Necesito que me lo cuentes.

—Luzbel...

—Por favor — insiste.

—Unos ángeles se la llevaron... ella estaba afuera, mi madre la descuidó por un momento, y cuando yo vi las sombras de ellos intenté ir antes de que pudieran llegar a ella. Pero fue muy tarde, ni siquiera puede hacer el intento de recuperarla... mi madre me culpa por ello, cree que soy la responsable de que le arrebataran a su hija de esa forma, yo intenté hacer algo, pero nadie pudo evitarlo.

—Tú no tienes la culpa.

—A mí me parece que sí.

—Pues no, no la tienes. Desde siempre tu madre les dejó la responsabilidad de su hija a ti y a tu abuela. Fue una madre ausente tanto para ti como para Lily, tú lo sabes, lo has dicho siempre.

—Pero aún así, siento un recargo de consciencia por lo sucedido, creo que pude haber hecho más y simplemente dejé que se la llevaran.

—¿Qué querías hacer? ¿Ofrecerte a cambio? ¿O que te llevarán con ella? No puedes ir contra todo, tienes que entender que no eres la heroína aquí, por lo menos no lo puedes ser para todo el mundo, necesitas fijarte que hay gente que depende de ti, y a veces vas a tener que sacrificar una cosa por otra.

—Ojalá fuera tan fácil, pero llevo realmente pocos años de vida como para poder sobrellevarlo tan bien como tú.

—Si, también lo entiendo. Sin embargo sé que tienes carácter fuerte como para poder entenderlo rápido. Además, la situación te va a orillar a tomar decisiones fuertes, lo mejor será que estés preparada, pero si no, aún así eso va a forjarte en algún momento.

—Creo que es cierto, en estos últimos días he estado reflexionando sobre todo, y creo que voy a empezar a tomar decisiones que sean favorables para todos aunque algunos no lo quieran o no les guste.

—Adivino. Soy una de esas decisiones.

—Tal vez — admito dejando escapar una risa —. Aunque tal vez sea un poco egoísta en eso, pues en parte estoy pensando más en mi bien que en el de los demás. Aunque claro, tenerte ahí significa tener a tus soldados también, y eso nos deja con un poco más de seguridad para todos en conjunto.

—¿Cuándo se la llevaron?

—Hace un mes... más o menos.

—¿Exactamente cuando?

—No lo sé, tendrá unos treinta y cinco o cuarenta días...

—Voy a decirte algo, pero no quiero ilusiones.

—Claro...

—Creo que hay una posibilidad de que encontremos viva a tu hermana.

_________________
Siguiente actualización, lunes 01 de abril 🌝♥️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro