Capítulo 6
Las cosas nuevamente se salieron de control. El salón es un mar de palabras y discusiones grupales e individuales.
Los ángeles miran a los demás con gracia y se burlan de algunos. No los culpo, somos unos idiotas.
—¡Primero muerto! — me espeta James señalándome con el dedo.
—¡Y qué esperas para morirte! — grito poniéndome de pie.
Mi estrés está a reventar y definitivamente yo voy a matar a este imbécil ya.
Tengo ganas de gritar y maldecir al mundo entero, una furia se acrecienta en mi interior y sé que estoy a un solo minuto más de volverme loca de verdad.
—¡Jódete! — me contesta.
—¡Tú y la puta que te parió! — respondo con todas mis fuerzas.
—¡Cállate, imbécil! — le grita ahora Kate, desviándose de su propia pelea con otra chica.
—¡Tú qué te metes, teñida!
Kate abre la boca y los ojos por completo, instantáneamente hago lo mismo sin poder evitarlo.
Esto acaba de irse a la mierda.
—¡Vete a la mierda! — va gritando mientras corre en dirección a James.
—¡Kate! — grito por encima de todo. Obviamente no me hace caso.
Quito la mirada de los problemas y un ataque de ansiedad comienza a atacarme mientras veo y siento todo girar alrededor de mí.
Creo que comienzo a caminar o algo extraño estoy haciendo. Cierro los ojos con fuerza, me jalo el cabello de la raíz y comienzo a volverme loca de verdad.
Grito tan fuerte como mis cuerdas vocales me lo permiten, toda la furia sale junto con ese grito, todo lo que llevaba sobre mis hombros lo hace.
—¡Estoy harta! — termino el grito con eso, y doy un golpe tremendamente fuerte a la mesa. Luzbel y todos sus amigos se voltean a mirarme sorprendidos, algunos de los "nuestros" se callan por fin, pero los demás siguen con su pelea sin hacerme el menor caso.
Jason y Aaron se están peleando con dos de los amigos de James. Y Kate se está dando a golpes con él.
De una forma que ni yo me explico, subo de un salto a la mesa, corro sobre ella con fuerza y me voy contra James.
En el camino me llevo a Kate también. Los tres caemos al piso, pero yo ni siento el golpe y comienzo a pegarle a James con fuerza.
Kate tarda solo un segundo en acompañarme en los golpes.
Shelsy no sabe qué hacer, y todos los angeles nos miran con morbo.
No sé como es que James logra ponerse de pie y escapar de nosotras, pero Kate se para de un salto y se va detrás de él.
—¡Párate ahí! — grito poniéndome de pie, pero quedándome donde estoy.
Mi amiga parece idiota mientras corre alrededor de la mesa detrás de James. Yo me limito a esperarlo, va a pasarse por aquí en menos de diez segundos.
Subo ambos puños y me preparo para darle el golpe cuando se acerque un poco.
Y así lo hago. Le suelto un puñetazo en la cara con el brazo izquierdo. James se va para atrás y cae el piso instantáneamente.
—¡Sí! — grita Aaron —. ¡Esa es mi chica!
¿Ser tu chica? Ni loca.
—Paren por favor — ruega Shelsy mientras intenta ponerse en medio de todas las peleas al mismo tiempo —, se los ruego, ya fue suficiente. Por favor.
—Díganme por Dios que maté del golpe a este idiota — pido ignorando la petición de la chica.
Kate se agacha a tomarle el pulso entonces, todos estamos mirándola atentos y emocionados por la respuesta.
—Sigue vivo — contesta.
—¡Ay! — exclaman los veinte ángeles.
—¡Con un demonio, lo que me faltaba! — grito cabreada.
Luego de unos segundos todos volvemos a nuestros lugares. La mayoría sangrando de alguna parte de la cara, pero al parecer ya estamos tranquilos de verdad.
—Basta de las peleas — pide Shelsy.
—Él iniciaba todo — me defiendo señalando el cuerpo desfallecido de James.
—Me da igual. Sólo quiero que lleguemos a un puto acuerdo ya.
—Muy bien. Claramente ya habemos tres grupos aquí — continúo, aunque más que nada les estoy explicando a los angeles —. Voy a dar una explicación rápida antes de que el inútil se despierte. Shelsy y yo somos las que damos las malditas ordenes aquí, ella a los suyos y yo a los míos.
—¿No son humanos todos? — pregunta un ángel.
—Venimos de universidades diferentes — explico, aunque sé que es una estupidez y suena aún peor cuando lo digo.
—¿Universidad?
—Eso no importa — repongo —, ambas manejamos todos aquí. Ahora ustedes vienen y planean quedarse también, formar parte de esto igual. Así que claramente necesito a alguien de su lado al mando junto con nosotras. Dicho esto, ¿quién es su "encargado"?
—Yo — contesta Luzbel para mi maldición.
—Bien — acepto —. Todos los asuntos que quieras tratar son con Shelsy o conmigo. En el caso de que ninguna de las dos esté, puedes hablar con Kate o con Jason.
—¿Puedo preguntarte algo? — inquiere uno de los ángeles que está parado.
—Por supuesto... — acepto un poco confundida ante su nobleza.
—¿Me recuerdas? — pregunta con cautela y de una manera demasiado tierna para venir de un ángel.
—No... — admito estudiando su rostro. Sus alas son café claro, su cabello negro, tiene ojos azules y facciones finas.
—No lo hace, Nu — contesta Luzbel —, no lo preguntes.
—Lo siento, Luzbel.
—No importa — me apresuro a negar —. Puedes preguntarme lo que quieras.
—¿Puedo preguntarte algo? — inquiere otro alzando la mano.
—Todos pueden preguntar lo que quieran.
Mala elección de palabras.
Pasan un par de segundos antes que todos los que están parados suelten cientos de preguntas al mismo tiempo.
—No era literal — inquiere Luzbel alzando la voz. Todos se callan nuevamente —. Con calma, uno por uno, y sin decir impertinencias.
—¿Qué haremos? — me pregunta el primero.
—¿Sobre qué?
—Aquí, queremos ayudarles, van a darnos una encomienda, ¿no?
—Pues... — no sé qué decir, claramente van a ayudarnos, pero ni siquiera sé con qué.
—A vigilar — pide entonces Kate.
—¿Vigilar qué?
—Que ninguno de sus amigos o enemigos esté merodeando por ahí.
—No lo harán — responde ahora Luzbel.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Están en zona protegida, ningún ángel puede estar por aquí sin antes pedirme permiso.
—¿Pedirte permiso? — pregunta enarcando una ceja.
—Este lugar es nuestro territorio ahora.
—¿Qué estás diciendo, Luzbel? ¿Su territorio?
—No de la forma que piensas Kate. Las marcas que pusimos son para eso. Es una declaración de territorio enemigo.
—¿Ustedes fueron los que pusieron las marcas? — pregunta Aaron.
—Así es. Pueden dormir tranquilos, no van a acercarse por aquí.
—Ellos no — repongo —, pero tus marcas le valen una mierda a las cuadrillas.
—¿Las qué?
—Pandillas — repone Aaron —. Otros humanos que sólo buscan robar cosas sin importar nada.
—Entiendo... — Luzbel se pone de pie entonces, la mayoría de los humanos se sobresaltan y nuevamente se ponen tensos. Sin embargo Luzbel ni siquiera se inmuta en míralos —. Nuriel, Ariel y... Jofiel, montarán guardia esta noche.
—¿Qué hacemos si alguien se acerca? — pregunta el ángel de cabello oscuro que me hizo la primera pregunta.
—Quiero que me avisen y lo lleven ante mí. Ya veremos qué hacer.
—Entendido.
—¿Puedes hacerme un favor? — me pide en voz baja.
—Claro...
—¿Puedes pedirle a alguien que les muestre dónde deben ubicarse?
—Sí — acepto mirando a los que están sentados —. Aaron, ¿puedes enseñarle sus lugares?
—Están en número impar — contesta.
—¿Qué quieres decir con eso? — pregunta Luzbel volteándose a mirarlo un poco agresivo.
—Que elijas a uno más para que estén por pareja.
Luzbel rueda los ojos y nuevamente se voltea hacia sus amigos.
—¿Hay voluntarios o lo elijo yo? — todos a excepción de los que están sentados levantan la mano.
—Que iniciativa... — comenta mientras los observa para elegir a uno —. Aniel — decide —, irás con ellos.
Aaron se para de su silla entonces, da unos pasos hacia la puerta y se voltea a mirar en dirección a los ángeles.
—Vamos — pide —, voy a enseñarles que hacer.
—Creo que esto está por terminado — comenta Shelsy mientras se para de su silla también.
Al cabo de un momento todos comienzan a pararse y salir del lugar. Yo me quedo sentada mirando hacia mesa. ¿Será que ésta sea la primera noche que logre dormir?
—No sé bien qué hacer con ustedes — me dirijo a Luzbel —, ¿duermen? O van a pasarse todo el día afuera.
—¿Por qué lo preguntas?
—¿Necesitan que les asigne una pieza?
—Supongo que sí — contesta medio sarcástico —. No vamos a dormir afuera.
—Pensé que no dormían — contesto recordando que alguna vez me dijo eso.
—Pero descansamos.
—Da igual — concluyo irritada —. Pueden compartir habitación, o necesita una para cada quien.
—Compartirán — acepta. ¿Compartirán? ¿Él no piensa quedarse aquí entonces?
—Bien, supongo que les mostraré dónde van a quedarse...
(...)
—Hey, espera — me llama al tiempo que corre detrás de mí.
—¿Qué pasa? — pregunto frenándome y volteando a mirarlo.
Luzbel apenas alcanzaba frenar para no chocarse contra mí.
—Tenemos que hablar — pide mirándome a los ojos.
La verdad no quiero seguir cruzando palabra con él. Me duele incluso pensarlo, pero Luzbel me ha dejado tremendamente herida, tal vez es que le guardo poco de rencor, puede ser eso.
Pero también es el hecho de que es un ángel. Antes no me importaba, sin embargo ahora es diferente.
Aunque pensé que no pasaría alguna vez, ahora mismo les temo. Aunque conozca a Luzbel, aunque esté segura de verdad que él no va a hacerme daño. A pesar de todo eso tengo repulsión de verlo.
—No me siento en condiciones de hablar contigo — contesto luego de intentar convencerme de escucharlo.
—¿Por qué no?
—Porque no.
—Debe de existir una razón más fuerte — insiste mientras camina detrás de mí.
—Por favor — pido volteándome de nuevo hacia él —. No me sigas, de verdad no lo hagas.
—¿Te molesta?
—Me pones nerviosa.
—¿Por?
—Por favor, Luzbel.
Ambos nos quedamos mirando entonces. Creo que está intentando intimidarme para convencerme de oírle.
—Todo listo, Lía — avisa una tercera voz. Es Aaron.
—Gracias, ¿te irás a dormir ya? — pregunto mientras me voy junto a él para librarme de Luzbel.
—Amm... sí — acepta comprendiendo la situación —, ¿y tú?
—Sí, estoy cansada, además me desperté de una forma no muy tranquila.
—No eres la única, nos tomaron por sorpresa y dormidos a todos.
—Sí... es terrible esto, no he podido dormir nada desde hace meses — estoy tan cerca de mi habitación que ya casi puedo sentirme en paz.
—¿Quieres que me quede contigo hoy?
—Yo lo haré — Luzbel aparece nuevamente junto a mí, instintivamente ambos nos detenemos donde estamos —. No te preocupes por eso, me encargaré de que duerma bien hoy.
—Bien... — acepta Aaron para nada convencido, sin embargo sabe que no le conviene ponerse en contra —. si necesitas algo llámame — ofrece en voz un poco más baja —. Lo tendré encendido toda la noche, es el canal cuatro — me recuerda en cuanto al radio.
—Gracias, estaré bien.
—Y yo al pendiente.
—Sólo descansa.
Aaron me dedica una sonrisa antes de seguirse caminando. No creo que hubiera aceptado su invitación de todas formas, pero agradezco el gesto.
Esquivo a Luzbel y me voy a mi propia pieza, sé que va a seguirme hasta que no acepte escucharlo. Antes era divertida esa forma de ser.
Ahora es desesperante.
La puerta se cierra unos segundos después de que yo entro, aunque no oigo ningún ruido de su parte sé que está aquí.
—Me alegro por ti — hablo entonces sin voltearme a mirarlo.
—¿Por qué?
—Por tus alas... — admito. No he querido verlas a detalle, sin embargo no he podido evitar notar su color azul intenso.
Siento algo rozarme la espalda, seguramente su pecho. Me quedo quieta mientras noto como pone las manos suavemente en mi cintura, cada vez se pega más a mí, y no puedo evitar temblar cuando las plumas de sus alas me rozan los brazos.
Río entonces, me está abrazando ahora, pero no sólo con los brazos.
Sus plumas son suaves y no puedo evitar acariciar una de sus alas con la punta de los dedos.
—Supongo que tendré que acostumbrarme a este Luzbel — hablo entonces mientras me giro para mirarlo.
—No es obligatorio, puedo seguir siendo tu Luzbel de siempre — sus alas vuelven a su lugar, y pasados unos segundos se desvanecen hasta desaparecer.
—No tienes que ocultarlas por mí.
—Sé que no te sientes cómoda con que sea un ángel.
—Siempre he sabido lo que eres, y te he aceptado como tal.
—Pero ahora es diferente, ¿no?
—Sí, lo es. Pero aún así, eso no significa que dejes de ser tú.
—Yo sigo siendo Luzbel, no importa si mis alas se hacen invisibles por un rato.
—¿De qué quieres hablar?
—De nosotros.
—¿En qué sentido?
—¿Volviste con él?
—¿Él?
—Aaron.
—Ah. No. Aaron y yo somos amigos, supongo. Las cosas entre ambos van bien, creo que dejé el odio atrás y somos buenos amigos.
—¿Amigos?
—Sí. Nos llevamos bien, y él sabe que nosotros no vamos a funcionar de una forma diferente a esta.
—Entiendo.
—¿Y qué pasa con tus... ángeles?
—No somos los únicos, pero seleccioné solo a algunos para venir conmigo. Estamos de su lado, queremos ayudarlos y detener todo esto tanto como ustedes.
—¿Qué es lo que está pasando?
—Un Apocalipsis. Uriel tomó la decisión de llevarlo a cabo una vez que se hizo oficial mi regreso a edén.
—Pensé que no ibas a volver — admito en un suspiro —. Creí que te habías olvidado de mí.
—¿Bromeas? Porque, de verdad es broma, ¿no?
—No.
—En el nombre del señor, yo jamás me he olvidado de ti, desde el primer momento en que te vi te tuve en mi mente de fijo. Eres lo que pienso día, tarde y noche. Estando despierto o dormido. No importa que pase, sólo estás tú.
—Tardaste tanto tiempo... fueron meses interminables, días eternos en los que si no estaba pensando cómo sobrevivir, estaba pensando en ti.
—Lo siento. En verdad estaba volviéndome loco, quería solo saltar al maldito vacío y venir aquí, por ti. Pero no podía. Tenía que esperar, mi recuperación llevó un poco más tiempo de lo normal, si usaba demasiado las alas iba a salir muy mal.
—¿Ya estás bien?
—Por completo. Hemos estado aquí desde hace un par de meses.
—¿Hablas en serio?
—No me mates, tenía que arreglar algunas cosas antes de regresar contigo. Yo sabía que ibas a soportar estar más tiempo sin mí, sé que eres capaz de muchas cosas.
—Sí, pues estuve a punto de morirme algunas veces.
—Es tu costumbre, ya lo sé.
—Ahora morirse es más que costumbre.
—Bueno, pues aunque aún me resulte extraño, estoy seguro de que ese ángel no iba a matarte.
—¿Cómo sabes eso? — pregunto casi sin aliento.
—Tenía otras intenciones, aunque eso mismo es lo que se me hace extraño.
—Estoy hablando de ese día, ¿cómo sabes que me topé con un ángel...?
—Y Kate también.
—Contéstame.
—Te he estado vigilando todo este tiempo. No pensarás que iba a dejarte desprotegida en este mundo de mala muerte, ¿o si? Eres mi prioridad más que otra cosa, puedo dejar que tu mundo se haga cenizas, pero no contigo dentro, eso es seguro.
—¿Fuiste tú...?
—¿El que desapareció al ángel?
—Sí.
—No, fue Nuriel, él es el que me ha hecho el favor de andar detrás de ti todo el tiempo.
—¿Nuriel?
—El que te preguntó si lo recordabas.
—Ah, claro. Parece ser bastante lindo.
—Sí... — admite pensándolo un momento —. Es muy noble aún, aunque no lo culpo, es de los más jóvenes del grupo, ya le irá tomando malicia al mundo.
La puerta del lugar se abre y se cierra en un solo segundo. Yo me sobresalto sin poder evitarlo, pero Luzbel solo se voltea a mirar.
—¿¡Tú que coños haces aquí!? — le pregunta a Luzbel histérica.
—La pregunta es tú qué haces aquí — repone él con calma.
La puerta se abre de nuevo, solo que esta vez con más calma.
—Kate...
—Ah, sí, ya entiendo — se responde solo al ver a su hermano entrar a la habitación.
—No quiero oírte — le responde Kate a Rafael —. Ni siquiera quiero verte.
—Quiero que hablemos, Kate, necesitamos hacerlo — insiste Rafael de forma tranquila.
—Dije que no, lárgate, quiero quedarme aquí con Lía. Necesito hablar con ella a solas.
—Vete ya, teñida — pide Luzbel de forma molesta —, yo estoy hablando con ella.
—¿Qué te hace pensar que no voy a golpearte a ti también? — le pregunta ella.
—Adelante.
—Kate, no — me adelanto a hablar —. No hagas estupideces, tiene alas, solo va a volar y no lo vas a alcanzar.
—Maldita sea — balbucea.
—Creo que debes oírlo — digo al fin —, solo hazlo, si no te convence él no va a insistir.
—¿Te estás poniendo de su lado? — pregunta mi amiga casi incrédula.
—No, no me estoy poniendo del lado de nadie, sólo creo conveniente que lo hagas. Creo que tiene derecho a darte alguna explicación, y tú tienes el deber de oírlo. Así como tú tienes el derecho de mandarlo a la mierda si no te convence, y él tiene la obligación de aceptarlo.
—Exacto — acepta Rafael —. Por favor, Kate, te lo ruego. Solo escúchame, no te pido más. Solo oye lo que tengo que decirte, luego de eso me iré y no volveré a molestarte, lo único que busco es que me escuches, no más. Si lo haces no te toparás conmigo otra vez. Te lo juro.
Casi siento tristeza al oír las palabras de Rafael. ¿De verdad Kate es tan tonta como para dejarlo ir y ya?
—Kate — le llamo —. Él no se merece esto...
—¿Entonces que se merece? Me abandonó tanto como Luzbel lo hizo contigo.
—Yo no la abandoné — salta Luz —, he estado aquí cuidándola todo este tiempo.
—No parece, te desapareciste junto con tu hermano, y cómo es tu costumbre vienes meses después, ¡que esperas! Siempre eres igual Luzbel, la primera vez que te fuiste destruiste a Lía, ¡y tenías que regresar cuando por fin comenzaba a rehacer su vida!
—¿¡Con quién!? — pregunta poniéndose de pie y caminando hacia donde mi amiga está parada —. ¿Con Aaron? ¿Ahora vas a venir a decirme que estabas contenta con su elección? ¡No me digas, Kate! Estabas muy feliz con que Aaron fuera el novio de Lía, ¿verdad?
—¡No! ¡No dije eso!
—¡Pues así parece! ¡Porque eso es lo único que estaba haciendo al rehacer su vida!
—¡No tenías derecho de venir y joderla más! ¡Te fuiste! ¿Recuerdas que le dijiste? ¡¿Lo recuerdas?!
—¡Sí! ¡Sé lo que dije!
—Pues entonces déjame decirte que la hiciste mierda, ¡sólo quería morirse! ¿Sabes que se siente ver a tu mejor amiga, ¡a tu hermana! Queriendo morirse? Verla deprimida y sumida en un mar de pensamientos ¡donde sólo estabas tú! Lloraba todos los días, dejó de comer, dejó de vivir, ¡todo por tu maldita culpa! Así que déjame decirte algo, el responsable de que ella volviera con Aaron ¡fuiste tú! Dejaste vulnerable a Lía, la dejaste destruida, y únicamente con ganas de morirse. Ella solo sentía la necesidad de que alguien la cuidara como pensó que tú lo harías, y el maldito problema de Aaron es que siempre la ha cuidado a pesar del infierno en el que la tenía. ¿Pero sabes cuál es tu problema? Que tú eres el infierno.
__________________
Sigue leyendo 🖤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro