Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22

Mi cabeza es un torbellino de emociones, preguntas y dudas.

¿Recuperarme? ¿Eso es posible?

Mientras cuestiono todo intento recordar las cosas, intento entrar a mi otra memoria en busca de Bel, pero simplemente no hay mucho, a duras penas recuerdo su rostro.

¿Debería decirle que sí? ¿Tan siquiera hay posibilidades de un sí?

Lamentablemente las hay, aún cuando se supone que conservo algo con Luzbel, hay posibilidades de que tenga algo con Bel. Y no es tan estúpido de pensar, aún siendo un demonio jamás me ha hecho una trastada como todas las que Luzbel se ha dedicado a hacerme en todo este tiempo.

Además, ni siquiera sé si conservo ese algo con el ángel, lo amo, no voy a negar mis sentimientos hacia él, sin embargo me traicionó y volvió como si nada hubiese pasado, ocultó todo muy dispuesto a no revelar nada nunca.

Lástima que su traición se topó conmigo y lo dijo todo.

—Escucha, no tienes que respondérmelo ahora — inquiere luego de mi largo silencio —, puedes...

—Sí — le zanjo —, sí puedes.

Una parte de mí se siente culpable por esto, sin embargo la otra siente la necesidad de aceptar a Belcebú; esto bien podría ser una traición hacia Luzbel, aunque técnicamente rompimos luego de enterarme de lo que había hecho con la ángel, y él me traicionó primero, no tengo dudas de ello.

Se lo merece, se merece incluso que le deje para siempre, es cierto que no soporto más sus temperamentos y mentiras, aunque tampoco soporto demasiado estar lejos de él.

Quizá debería de intentar arreglar las cosas y componer todo lo roto entre nosotros.

Pero sólo podría conservar la esperanza de que esta vez todo sea diferente, y realmente estaría a la espera de su nuevo golpe bajo.

Tengo que aceptarlo, Luzbel jamás cambiará, pasará su vida entera rompiéndome el corazón hasta que ya no quede nada.

—Deja de martirizarte — pide acomodándome el cabello mojado —, relájate por un momento, olvida todo lo demás y déjate llevar.

—A veces es difícil no martirizarte en este mundo de perdición — admito mirando hacia el bosque —, creo que no es fácil olvidarse de todo por un momento, la devastación rodea cada rincón del mundo.

—Este lugar es diferente — dice mirando todo alrededor —, todo luce muy tranquilo, muy normal, supongo.

Es cierto, es de los pocos lugares en los que puedo lograr fingir que todo está bien.

—Puedo intentarlo — acepto suspirando y dejando mis problemas a un lado.

—Te ayudaré a lograrlo.

Ambos nos quedamos en silencio, estudio su mirada mientras permanezco agarrada de él, jamás me ha gustado estar dentro de ríos ni nada parecido, aunque precisamente en estos momentos no me provoca miedo como lo hacía antes, sigo sintiendo bastante aberración de estar aquí, pero sólo es eso.

—Relájate — susurra —, cierra los ojos.

Le miro con cierta curiosidad, gotas de agua escurren por su cara y cabello mojado, sus largas pestañas se ven más obscuras y divididas.

Le obedezco y cierro los ojos, sintiendo así todo con mayor sensibilidad, el agua que me rodea es fría, sin embargo las zonas de mi piel que están pegadas a Bel permanecen en calor. El viento es bastante frío, y siento una ligera brisa humedecerme más la piel.

Estoy algo impaciente, no me agrada tener los ojos cerrados cuando alguien está así de cerca y mirándome. Sin embargo respiro profundo y me recuerdo que debo estar relajada cuántas veces sea necesario.

El aliento de Bel me roza los labios y siento mis mejillas ruborizarse, nuevamente me tenso, aunque es por una razón completamente diferente a la habitual.

Mis manos se afianzan con más fuerza a los brazos del demonio, cosa por la que me maldigo en silencio, pues si había una pequeña posibilidad de que no notara mis nervios, yo sola la mandé a la mierda.

Su boca roza levemente la mía, haciéndome cosquillas y provocando que esboce una sonrisa.

Siento que Bel hace lo mismo, le oigo soltar una risita y termino por abrir los ojos.

Ambos terminamos riéndonos y rompiendo con mi tensión nuevamente, puedo asegurar que todo en él me sigue causando la misma intriga, aunque ahora ya sé la razón real.

Me acaricia la mejilla suavemente, toma mi cara con ambas manos y me besa una vez más. Termina abrazándome con fuerza y pegándome a su cuerpo tanto como puede. Por instinto le rodeo la cintura con las piernas y me abrazo de su cuello. 

Oigo que el cielo comienza a tronar, el viento nos rodea con mayor fuerza, pero ninguno de los dos le prestamos atención a ello.

Puedo sentir que nos movemos, tal vez la corriente nos aleja por sí sola de la orilla, pero es cosa que ni siquiera me preocupa, pues sé perfectamente que no corro peligro alguno.

Por lo menos no con algo de aquí adentro.

—Creo que va... — comienza despegándose de mis labios, sin embargo no logra terminar la frase cuando la lluvia se suelta de lleno sobre nosotros —, a llover.

Suelto una carcajada y miro todo, la lluvia es tan fuerte que lo único que veo alrededor es agua y nada más que eso.

—De acuerdo, creo que tenemos demasiado posibilidades de ahogarnos — admito viendo hacia todas partes intentando ubicar algo más allá del diluvio.

—Pareciera que sí — acepta —, pero no. Sostente bien — pide acomodándome sobre su espalda. Le abrazo con fuerza y dejo que comience a nadar.

A lo lejos veo la orilla donde creo que estábamos hace unos minutos, nuestra ropa debe estar igual de empapada que nosotros, y no veo la manera en la que podamos hacer algo para resguardarnos mientras el diluvio pasa.

Aunque realmente es estúpido, de vez en cuando me limpio la cara intentando quitar el exceso de agua, sin embargo no pasa ni un segundo para que termine aún peor.

Bel me acomoda en su espalda y sale del Río conmigo encima, camina sin la menor preocupación, y termina bajándome cuando llegamos a donde nuestras botas y pantalones están mojándose en el suelo.

—Bien... — habla mirando hacia todas partes —, me agrada esto, es relajante.

—Claro que sí, sobre todo en la parte llena de agua.

Bel me mira y sonríe, asiente y le veo pasarse las manos por la cara y cabello. Sin explicación alguna, la lluvia deja de caer sobre nosotros, sin embargo no ha dejado de llover, simplemente parece que algo se ha posado sobre nosotros e impide que sigamos mojándonos.

—¿Mejor? — pregunta alzando las cosas del piso.

—Sí, está mejor.

—Excelente, vayamos para allá.

Sin saber a dónde dice exactamente, dejo que me guíe, nos adentramos al bosque mientras vamos escurriendo de agua.

—¿Aún nos queda camino por recorrer? — cuestiono.

—Tal vez un poco.

—No suena tan bien.

—¿Por qué no? ¿Temes enfermarte por la lluvia?

—Es una excelente broma, más tomando en cuenta que mi cuerpo humano se enfermará sin importarle nada.

—Lo evitaremos — asegura.

—Estoy mojada y eso me pone de malas.

—Eso lo podemos solucionar también — afirma frenándonos —, sostén esto.

Recibo nuestros pantalones y botas, me le quedo mirando en espera de ver qué va a hacer. Dejo que se aleje de mí unos pasos, y luego de unos segundos veo que agua sale flotando de las prendas que sostengo, y también de las que aún tengo puestas.

No sé cómo hacen todo esto, pero tengo en mente que siempre podrán hacer las cosas más retorcidas que los humanos podrían pensar.

—¿Está mejor? — pregunta acercándose de nuevo.

—¿Cómo haces eso?

—Pues... es como hacer esto — responde alzando una mano hacia enfrente, sigo la trayectoria y veo que a unos metros de nosotros un pedazo de tronco flota en el aire —, es aplicar el mismo poder con diferente elemento.

—Jamás había visto que hicieras eso.

—No suelo hacerlo, podría decirse que este tipo de poderes no son muy utilizados por nosotros.

—Son bastante interesantes — admito encogiéndome de hombros. Qué no haría yo con esos dones.

—¿Cómo le llaman a esas cosas? — pregunta señalando algo a lo lejos.

—Amm... — sigo la dirección de su dedo y veo un auto abandonado a bastantes metros de donde estamos caminando —. Auto, carro, coche...

—Se ve bastante grande.

—Sí... es una jeep... — acepto luego de estudiar la camioneta.

—Vayamos.

—¿Al auto?

—A donde más.

—No creo que puedas arrancarlo — aviso por si tiene esas intenciones en mente.

—No planeaba conducirlo.

—¿Entonces qué planeas hacer con el?

—Deja de hacer preguntas, Lía.

Quiero reírme, aunque también quiero reprochar por su comentario. ¿Qué tengo decir entonces? ¿Deja de ocultarme cosas?

—No era para que te quedaras callada — repone luego de ver que no vuelvo a decir nada.

—Lo sé, es sólo que preferí callarme antes de reclamarte algo.

—¿Reclamarme a mí?

—Por supuesto, ¿acaso vengo con quién?

—¿Qué cosa podrías reclamarme?

—Retención de información.

—Ay no, ya vamos a empezar con eso.

—¿Ves? Por algo me quedé callada — debato poniendo los ojos en blanco.

—Siendo así, lo siento, continúa con tu silencio.

—Jódete — maldigo en voz tan baja cómo puedo, sin embargo sé que me ha escuchado cuando le oigo reír.

Nos desviamos del camino hacia la camioneta abandonada. Aunque está empolvada y llena de hojas y ramas, algo me resulta familiar en ella, sin embargo no sé a quién pertenece, o perteneció en su tiempo.

Bel pone la mano sobre la manija y tira de ella en un intento de abrir la puerta, sin embargo es en vano. 

—Increíble, creo que los dueños confían demasiado con que venceremos, pues cerraron su camioneta para después volver por ella — comento demasiado sarcástica, aunque no suena tan descabellado lo que digo.

—Lástima que un seguro no sea impedimento para mí — oigo un chasquido y veo por la esquina inferior de la ventanilla que el seguro está arriba.

—Fabuloso... ¿ahora qué? — pregunto cuando abre la puerta.

—Entra.

—¿Vamos a entrar y ya?

—Sólo hazlo.

—Bien, bien, ya voy.

Le regreso las ropas y me subo al auto, me acomodo sobre el asiento para poder pasarme a la parte trasera y le abro la puerta al demonio para que suba conmigo. 

—Esto es increíble — hablo mientras reviso la parte trasera.

—¿Qué?

—Hay una manta... — explico sacándola y echándola en el asiento —, y algo de ropa... también hay unos botiquines de primeros auxilios, y otras cosas más.

—¿Qué cosas? — pregunta curioso, obligándome a seguir husmeando.

—Los dueños del auto querían hasta follar seguros — me burlo sentándome y enseñándole una tira de condones mientras me río de mis pensamientos.

—¿Qué es eso? — pregunta quitándomelos de la mano.

—Son condones — respondo mirándolo mientras los observa con atención —, para que tengas sexo sin tener hijos.

—¿Eso es posible?

—Claramente sí.

—¿Y me enseñarás cómo se hace?  

Casi me ahogo con mi propia saliva. No es de sorprenderme que haya hecho esa propuesta, e incluso tampoco me sorprende que ésta no suene para nada mal.

—Puede.

De verdad intento pensar en Luzbel, incluso me siento mal y el remordimiento de lo que llevo hecho hasta ahora me ataca en momentos, sin embargo, a él no le importó ir y tener sexo con Kristen, ¿por qué tengo que martirizarme con una fidelidad ficticia que él mismo no se tomó en serio?

Si Luzbel todo lo hace a su conveniencia, ya es hora de que siga sus pasos y lo haga de la misma forma.

—¿Puede? — cuestiona enarcando una ceja.

—Dame uno — pido hincándome en el asiento.

Bel observa la tira con atención buscando la forma de hacer lo que le he dicho, y no tarda demasiado en desprender uno de los preservativos del resto.

Avienta los demás para donde estaban hace un momento, y se me queda mirando intrigado.

Me acerco a él y termino poniéndomele encima, dejando una rodilla a cada lado de sus piernas, tomo sus manos y observo el envoltorio morado metálico que tiene entre los dedos, le guío para que aprenda a rasgarle y saco el látex con cuidado.

Siento un poco de tensión entre ambos, aunque no es incómoda, simplemente estamos intentando contenernos.

Siento sus manos tomarme de la cintura, para luego recorrer mi espalda con lentitud y provocarme escalofríos. Cosa que veo disfruta, pues me sonríe con satisfacción cuando me estremezco entre sus brazos.

Bel se endereza en el asiento, acortando distancia entre nuestros cuerpos y posando los labios sobre mi hombro. Recorre mi piel desnuda hasta llegar a mi cuello, siento su lengua deslizarse lentamente, mi cuerpo comienza a temblar sobre él mientras me tortura con su movimientos y caricias lentas, haciéndome desear que acabe con todo esto de una vez, provocando que sienta la necesidad de gritárselo, de rogarle porque empiece ahora.

Una de sus manos me desabrocha el sostén, con la otra desliza uno de los tirantes para que baje por mi brazo y el roce me provoque estremecerme de nuevo.

—Bel... — susurro en un intento de articular una oración.

—No digas nada — pide de igual forma mientras me recuesta sobre el asiento.

Por razones desconocidas le obedezco, aún cuando necesito rogarle porque lo haga ya. Sé que tiene dominio sobre mí, sé que mi cuerpo hará lo que él pida sin importar lo que yo ordene.

Pero esta matándome lentamente, y sé que lo disfruta.

—Quieres que comience a rogar, ¿no? — logro preguntar.

—No puedo negar que amaría oírte hacerlo — admite con voz seductora, provocándome casi dolor de esto.

—Sólo hazlo.   

—Eso no es rogar, es ordenar.

—Sabes que no pienso rogarte — admito con todo el orgullo que me cargo.

—Sabes que me tomo todo como un reto personal, sé que te estoy lastimando con esto, tengo el control ahora, de verdad no quieres que continúe con esta incesante tortura, no lo quieres.

—Por favor — digo entonces cediendo ligeramente ante él —, te lo ruego...

—Rogar no es sólo implicar la palabra en una oración — enfatiza mientras me despoja de mis bragas.

—No sé cómo hacerlo — admito —, jamás lo hago, es lo único y mejor que podrás recibir por mi parte.

—Me estoy tomando eso como una petición para que te enseñe cómo se hace.

—Yo me tomo eso como una amenaza de que seguirás con la tortura.

—Eso está en tus manos, pequeña — susurra acercándose a mí, al tiempo que siento una de sus manos escabullirse entre mis piernas.

—Por favor, hazlo — comienzo mientras siento incluso dolor en el pecho.

—¿Hacer qué? — pregunta despreocupado como si no supiera a lo que me refiero.

—Lo sabes.

—No lo sé.

—Hazlo ya.

—Dímelo.

—Hazlo.

—Dime que quieres que haga.

Maldito demonio, esto es increíble, de ser deseada a desear a alguien.

—Quiero que... — comienzo sin aliento cuando siento que sus dedos entran en mí.

—¿Que?

—Quiero... que... — repito con voz entrecortada sin poder terminar la oración.

—¿Qué es lo que quieres, Lía?

—Que... que me... que me hagas tuya.

—¿Lo ves? No era tan difícil — susurra a centímetros de mi cara.

Mis ojos hace contacto con los suyos, no sé cómo es que pueden lucir aún más oscuros, sin embargo les noto un brillo extra.

—No usaremos esto — informa quitando el condón de mis dedos y arrojándolo lejos.

—Pero...

—Sin peros — interrumpe mientras se pone entre mis piernas. Siento como me sostiene de la cintura y me jala hacia sí para acercarme más —, porque, de verdad no quieres que discutamos algo ahora, ¿cierto?

—Cierto — acepto sin reproches ni fuerza. Me siento demasiado débil como para discutir algo.

—Sabes que estoy robando tu energía, ¿verdad?

—Sí... — acepto entendiendo el porqué de mi debilidad.

—¿Y no te importa?

—¿Piensas matarme?

—¿Matarte? — pregunta con diversión —, a menos que sea de placer, no. Pero necesito alimentarme de alguna forma.

—¿Me vas a comer?

—Me gustaría decirte algo romántico como que pienso comerte a besos, sin embargo mentiría.

Eso me suena a que estoy metida en graves problemas y realmente nadie va a salvarme esta vez.

—Eres un mentiroso.

—¿Por qué soy un mentiroso?

—Sólo me trajiste para poder alimentarte.

—Para nada — niega soltando una sonora carcajada —, no pienso asesinarte, ni arrancarte un brazo o algo extraño que pienses. Ni siquiera va a dolerte.

—¿Qué piensas hacer?

—Algo que seguramente va a gustarte — no puedo negar que eso suena muy probable —, ¿puedo hacerlo?

—Te rogué que lo hicieras hace demasiado.

—Bien... — susurra acercándose a mí, siento sus labios pegarse a mi cuello, y un segundo después por fin entra en mí.

Abro la boca y cierro los ojos con fuerza mientras todo mi cuerpo se tensa, me aferro a él hasta que las sensaciones de mi cuerpo logran nivelarse.

Siento lo que parece ser un piquete justo donde su boca descansa, pero la sensación de convierte incluso agradable mientras yo me siento cada vez más débil.

Estoy desorientada, mareada, y casi perdida, no puedo mantener los ojos abiertos por mucho tiempo, cualquier ruido se pierde lentamente en mi cabeza e incluso veo todo moverse en cámara lenta.

Bel por fin se separa mi cuello, me deja mirarle el rostro y me quedo helada al ver sangre saliendo de su boca.

Llevo mi mano hacia dónde estaba recargado hace un momento, me toco con la punta de los dedos y alzo la mano para constatar que estoy sangrando.

—¿Qué estás haciéndome? — pregunto con cierto pesar.

—Vas a estar bien.

(...)

Cuando abro los ojos me siento desubicada por un momento, todo está obscuro, pero no estoy en la fortaleza.

Me cuesta un largo momento recordar que estoy en la parte trasera de una jeep.

—¿Cómo estás? — pregunta Bel recargando su peso sobre su codo.

—Estás despierto... — digo algo sobresaltada.

—No lo estaba pero... ya lo estoy

—No era mi intención despertarte... — admito mientras paso la punta de los dedos sobre mi cuello. Siento dos costras justo donde supongo se enterraron los colmillos que no sabía que tenía el demonio.

Aunque que sé que no debería, las arranco con las uñas, provocándome un piquete de ligero dolor.

Veo a Bel aproximarse a mi cuello, siento que pasa la lengua sobre las heridas y un ligero ardor le acompaña.

—¿Cómo te sientes? — pregunta alejándose de nuevo.

—Bien... — acepto analizando mis sentimientos.

Me siento... diferente. En todo aspecto, físico y mentalmente.

Sin que lo planee aparecen nuevos recuerdos, les noto Algo obscuros en comparación con los de Luzbel, pues en estos el que aparece es Bel.

—Te recuerdo — suelto sin pensarlo.

—¿Me recuerdas? — pregunta ciertamente confundido.

—De antes... — explico recordando cada vez más cosas.

—Creo que ahí están algunas de las respuestas que buscabas.

—Creo que falta demasiado aún.

—Así es, pero te di algo de lo que querías, ya irán llegando más cosas poco a poco.

—¿Me quieres?

—¿Qué?

—Lo dijiste... — explico repitiendo el recuerdo una y otra vez.

—Fue lo último que pude decirte... — se limita a contestar con voz ligeramente melancólica.

—¿Lo último?

—¿Sabes? Tiene demasiado, ya ni siquiera recuerdo bien las cosas — zanja ágilmente y se incorpora en el asiento —. Está a punto de amanecer, ¿te gustaría verlo conmigo?

—Pues claro... — acepto ante su repentino cambio de plática.

—Vístete, te espero afuera — pide dándome mi ropa y saliendo del auto sin decir más.

Los recuerdos nuevos son bastante escasos, pero por lo menos tengo memoria del Bel, algo que hace unas horas no poseía.

Sigo entender muchas cosas, y este avance no soluciona demasiado, sin embargo noto algo particular entre la memoria y la actualidad. Hay un corazón roto, y puedo sentir que duele demasiado.

Bel me ha dado una de las chamarras que encontramos en la parte trasera del auto, mi ropa está seca en su totalidad y pronto estoy bajándome de la camioneta.

—Será mejor que volvamos luego del amanecer — comenta en cuando llego a su lado —, nos pasamos fuera toda la noche, tendremos suerte si por lo menos Rafael se quedó con su hermano.

—Puede ser... aunque lo encuentro bastante imposible.

—Bueno, ya veremos qué inventar — decide encogiéndose de hombros.

—Dudo que Rafael creyera cualquier cosa que le dijeras por cierta que sea.

—No perdemos nada con intentarlo — contesta volteándose a mirarme y guiñándome un ojo.

—Así es.

El cielo sigue bastante oscuro, hay lodo y bastante humedad por dónde caminamos, pero la lluvia ha parado desde anoche.

Todo luce igual de tranquilo que cuando llegamos, el ambiente es mucho más gélido, sin embargo me siento bastante ambientada.

—De prisa, el sol está por salir — avisa en voz baja tomándome de la muñeca para ir más rápido.

—Seguimos en mitad del bosque — recalco para hacer notorio que dudo lleguemos a tiempo a un sitio despejado.

—Sube a mi espalda — pide plantándose frente a mí para cargarme.

Me tomo de sus hombros para impulsarme y subir. Él me termina de acomodar, y sin el menor aviso empieza a trepar un árbol.

—¿Que coño haces? — me quejo intentando no reír.

—Sostente bien o caerás.

Le rodeo con brazos y piernas y miro todo alrededor mientras subimos a una velocidad considerable.

—Seguro que extrañas las alturas — supongo cuando estamos a bastantes metros del piso.

—Como todos — acepta con un poco de pesar —, pero aún podemos volar — aclara en voz baja, como si estuviese contándome un secreto.

—¿De verdad?

—No a todos les cortaron las alas. No soy uno de los afortunados, claro está, pero con el paso del tiempo aprendes a volar sin ellas.

—¿Cómo es eso?

—Bueno. En el caso de Abaddon es mucho más fácil, pues si te has dado cuenta, puede cambiar de forma cuando lo desee, así que puede convertirse en algo con alas a pesar de que las suyas fueron quemadas sin piedad.

—¿Y tú?

—Yo... ¿recuerdas que puedo mover cosas?

—Sí.

—Bueno, costó trabajo al principio, pero cuando lo dominé por completo logré moverme a mí mismo.

—Pero no sueles hacerlo seguido, ¿no?

—Así es, me tardé lo suficiente en lograrlo como para acostumbrarme a no volar.

—¿Por qué intentan mentir diciendo que no tienen sentimientos? — pregunto saliéndome un poco de la platica.

—De cierta forma dejas de tenerlos.

—No es así, yo creo que cargan con un dolor demasiado fuerte y grande, tanto que abarca el lugar de sus demás sentimientos...

—¿Por qué cargaríamos con dolor?

—Creo que cada uno sufre por razones diferentes muy independientemente de la traición que sufrieron por el paraíso.

No responde.

Tal vez lo esté pensando.

O puede que lo esté aceptando y no quiera hablar más del tema.

—Amaba hacer esto antes — habla una vez estamos en la copa del árbol —. Aunque no tenía que trepar árboles para mirarlo.

—A veces seguir haciendo lo que amas requiere de un sacrificio.

—Así es. La vida requiere de sacrificios.

El sol pinta el cielo de tonos naranjas y rosas, haciéndome recordar el día que conocí al caído.

A pesar del lugar en el que estamos disfruto de mirar este amanecer, hace demasiado que no veía algo tan hermoso. Incluso pensé que ya no existían las cosas así.

Pero ayer y justo ahora la vida me demostró lo contrario. Aún en medio de la muerte hay vida y esperanzas de un nuevo día así de hermoso.

—Sostente bien — habla de pronto.

Esta vez no hago preguntas, simplemente le obedezco.

Nos siento bajar aún más rápido de como subimos, me aferro a él con fuerza y mientras miro hacia arriba logro vislumbrar una sombra.

Ángeles.

Cuando estamos a pocos metros del piso me suelto, aterrizo perfectamente y comienzo a correr a la par con el demonio.

—Espera — pido frenándonos a ambos —, si salimos a campo abierto van a atraparnos.

—Aquí también lo harán, deprisa — me toma de la muñeca y me obliga a correr nuevamente.

No puedo ver a los ángeles, sin embargo oigo perfectamente la forma en la que sus alas baten el viento.

Oigo varios golpes continuos, y no quiero creer que están pasando entre los árboles hacia nuestra dirección.

Sin embargo algo me derriba y compruebo mi teoría.

Tengo a un ángel encima, ambos rodamos por el piso y empiezo a golpearle en cuanto logro ubicarlo. Él intenta detenerme, sus manos buscan detener las mías con desesperación, pero no paro de soltarle golpes.

Pasan unos segundos hasta que es arrancado de encima mío con violencia. Algo me eleva de golpe y termino de pie nuevamente. Bel está frente a mí preparado para pelear con los dos ángeles que están a unos metros de nosotros.

—Entréganos a la niña y te dejaremos ir — pide uno cruzándose de brazos —, lo juro, no te haremos nada si la entregas.

—¿De verdad te crees capaz de lograr hacerme algo? — pregunta cruzándose de brazos igual —. Den la vuelta y regresen por donde vinieron, yo les daré la oportunidad de salir ilesos de esta.

Ambos ángeles intercambian miradas y comienzan a reír.

—Las cosas no van así.

—Pues no tienen otra opción.

—Nos la entregas por las buenas y aprovechas la oportunidad de sobrevivir, o mueres por ella.

—Vuelvan a su abrigadero. Y llévenle este mensaje a Uriel: Muy pronto lo tendremos de vuelta donde pertenece.

Sin más da la vuelta, siento que me abraza y un segundo después ambos caemos.

Nuevamente estoy en la habitación de la que salimos ayer, todo está en completo silencio y como si nada.

—Ya era hora — oigo una voz, cuando me volteo a mirarle siento mi rostro palidecer —, te estaba esperando.

_______________
Chicos, a partir del siguiente capítulo van a aparecer "nuevos demonios" (ya estaban pero no se habían dicho sus nombres).
Sigue leyendo. 🤭✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro