Capítulo 16
—¿Estás segura de que se los explicaste? — pregunto mirando el tumulto de personas en la estancia del lugar.
—Sí, y lo entendieron, créeme que ellos son los nuestros.
—¿Tantos?
—Así es.
—¿Desde cuando hay más de cincuenta "soldados" en el equipo?
—Hmm... tienes razón, creo que alguien se está colando por un tatuaje gratis.
—¿Alguien?
—Dame un momento, voy a solucionarlo — Kate desaparece de mi lado y camina sin dirección aparente entre toda la gente.
—Pensé que sólo harían eso con sus soldados — oigo el comentario de alguien detrás de mí.
—Así es, pero como ves, los humanos a veces no siguen instrucciones — contesto moviéndome para quedar hombro con hombro.
—Me doy cuenta, les encanta desafiar la autoridad.
—Mira quien lo dice.
—El señor no es nuestra autoridad.
—Dios en la autoridad de todo ser sobre la tierra, no lo olvides.
—Eso suena tan...
—¿Tan qué?
—Tan ángel.
—No, yo... no quería que sonara así — empiezo con nervios.
—No importa, yo soné muy... demonio.
—Atención por favor — oigo a alguien en el altavoz —, ¡atención! — el grito de Kate nos taladra los oídos a varios, sobre todo a los sobrenaturales presentes —, ¡les dije que únicamente los que pertenecían al equipo iban a recibir la marca, los demás no sé qué mierda están haciendo aquí! ¡Váyanse, vamos a revisar persona por persona hasta que únicamente queden los acordados, ahorremos tiempo y desalojen en el lugar!
—Listo, se van — le hablo a Bel mirando como la gente se dispersa.
—Con esos gritos ni a mí me quedan ganas de permanecer aquí.
—¿Cómo está Luzbel?
—Mejor que la última vez que lo viste, está sanando rápido.
—Increíble.
—No para de preguntar por ti.
—¿Qué le han dicho?
—Que estás bien y a salvo, nada te ha pasado.
—¿Te cree?
—Siguen dándole arsénico, aún está drogado, así que sí, me cree.
—¿Cuánto tiempo más crees que tarde?
—¿En volver? No lo sé, nadie ha sido muy preciso, lo mantienen vivo y con eso ha sido suficiente hasta ahora, pero por lo que veo, calculo que a lo mucho dos semanas.
—¿Dos semanas?
—Cuando mucho, podría recuperarse antes, no lo sé. Sólo estoy dándote un aproximado en cuanto a lo que he visto, nada más. Hécate le ha estado curando, ella lo ha cuidado desde que te dijo que se encargaría, está en buenas manos.
—Lleva una semana así, ¿Qué supones que haga? No me dejan ir a verlo ni le permiten venir, ¿qué hago? ¿Solo espero y ya?
—No puedes hacer más que eso, ambos están en peligro, pero tú más que él.
—Claro, como tengo una herida de lado a lado.
—Tienes bastantes enemigos acechando, aquí adentro estás segura, ya lo sabes, es territorio declarado, pero el abismo... las tinieblas son tierra de nadie, no podemos hacer demasiado por ti si Lilith desea atacarte ahí, además que lleva las de ganar, con todos sus hijos y aliados... sólo pondrías en mayor peligro a Luzbel.
—Entiendo — acepto frustrada —, no puedo verlo, está bien.
—No entiendo la prisa por ver al ángel — interviene una voz más, su profundidad me eriza la piel.
—Llegamos a un acuerdo — contesta Bel sin voltear a mirar a Abaddon —, cuando Luzbel regrese le dirá todo a Lía.
—¿Todo?
—Lo que no sabe.
—Ah, lo que le han estado escondiendo.
—Así es.
—¿Por qué no decírselo de una vez? Supongo que cada día que pasa las cosas se ponen peor, no creo que Luzbel vuelva mañana, y para cuando lo haga dudo que haya demasiado tiempo como para contar cosas.
—Se ha decidido así.
—¿Qué cosa puede que no sepas tú? Pienso que deberías contarle las cosas de una vez, la pequeña cría necesita respuestas.
—¿Cría? — pregunto volteando a mirarlo con el ceño fruncidos.
—Es un apodo — acepta dedicándome una sonrisa, cosa que me sorprende demasiado. Pone una mano sobre mi cabeza y me alborota el cabello.
Bien, por lo que creo debo sentirme afortunada, jamás me había sonreído, nunca me había puesto un dedo encima, y por lo que sé, sólo le pone apodos a los que le caen bien.
Y creo que Belcebú es el que mejor le cae, pues es el que más apodos tiene. Aunque también supongo que muchos de ellos sólo son para joderlo, pues son los más ridículos que he escuchado en mi vida. El más típico es Bel, Zebub, mosca, y el que más me da risa: Bubu.
—Cría — repite Bel —, ¿no crees que es hora de cambiarle el apodo y ponerle uno mejor?
—Siempre le llamé así, no veo porque haya problema ahora.
—¿Me llamabas cría? — pregunto haciendo una mueca —. ¿Por qué?
No responde, los tres nos quedamos en silencio, me volteo a mirarlo en busca de una respuesta, sin embargo Abaddon y Belcebú se están mirando fijamente.
—Bien, no dire más — acepta encogiéndose de hombros, aunque la verdad le está contestando a su amigo.
—¿Por qué hacen eso? — pregunto.
—Yo te lo diría, pero Belcebú está negado a revelar información, así que debo quedarme callado.
—No es posible.
—Luego de que hables con Luzbel tal vez podamos charlar más tú y yo. ¿Qué te parece?
—Me parece algo demasiado amigable en ti — confieso —. Pensé que me odiabas.
—¿Por qué habría de odiarte? Que no te hablase porque eres una humana no significaba que sintiera odio hacia ti.
—¿Qué cambió ahora?
—Que estás siento mi cría de nuevo — contesta con cierta diversión en la voz.
—¿Siendo tu cría?
No lo sé, eso ya me hace tener un mal presentimiento.
—Dejando de ser humana — explica —, comenzando a ser la de antes.
—No quiero inventar cosas, pero eso de "cría" ya me está sonando a "hija".
—Por los pozos de lava, claro que no, jamás he tenido un hijo.
—Pero entonces...
—Ya habrá tiempo — interrumpe Bel mientras Rafael viene hacia nosotros.
—Serás la primera — habla parándose a un par de metros.
—¿La primera en qué?
—En recibir la marca.
—No, yo... estoy bien, empiecen ustedes.
—Está decidido, te están esperando — me mira con una sonrisa tierna aunque tiene los brazos cruzados.
—¿Qué? ¿Les da miedo? — pregunto sonriendo y caminando hacia el.
—Por supuesto que sí, a todos les están saliendo planes justo ahora — susurra rodeándome los hombros con un brazo.
—Por supuesto — contesto de la misma forma.
Entramos a uno de los viejos salones y todos se voltean a mirarnos. Las máquinas de Leo y Kellen están acomodadas, ya tienen guantes puestos y todo el material está listo para empezar.
—Haznos el honor — pide Gabriel recibiéndome con una sonrisa.
—¿Honor por qué?
—Portarás la primer marca.
—¿Por qué nadie más lo hace primero? De verdad no creo que les duela.
—Te consideramos la importante — responde ahora Jason —, eres nuestra líder, serás la primera.
—Así es, todos te debemos demasiado — apoya Miguel acercándose a dónde estoy.
—Si así lo quieren esta bien... — acepto suspirando y caminando los metros que me faltan para llegar.
—¿Lista? — pregunta Kellen mirándome con una sonrisa.
—Siempre la misma pregunta.
—Siempre la misma respuesta.
Me siento frente a él y espero a que me dé indicaciones, no sé cuál es "la marca", no sé ni siquiera quién la ha elegido, por lo mismo no tengo la menor idea de qué brazo vayan a tatuarme.
—¿Derecho o izquierdo? — pregunta.
—¿No lo han acordado ya?
—Dijeron que tú decidirías.
Excelente, ¿Qué brazo es bueno?
—Derecho — me decido luego de pensarlo unos segundos, quiero que sea algo cómodo para todos, y sé que varios ya tienen los brazos tatuados.
—Bien — acepta el chico moviéndose de la silla y buscando algo en un mueble repleto de hojas.
Saca un pedazo de hoja y lo mira junto con mi brazo, midiendo tal vez si es el tamaño correcto para mí.
Revisa la zona en la que pondrá la plantilla, me humedece el brazo y pone el pedazo de papel con cuidado de que quede derecho. Una vez que lo ha colocado le moja con cautela y y presiona firmemente contra mi piel. La sensación es divertida, más cuando despega la plantilla y siento cosquillas.
Aunque quería no ver la marca, bajo la mirada y le observo detenidamente. La verdad quisiera decir que no le había visto antes, pero me resulta muy familiar, casi conocida.
La figura se asemeja demasiado a un número tres, aunque con trazos delgados pero ágiles, es una marca fina pero con un toque de violencia.
Oigo un botón, y al segundo el vibrar de la aguja. Siento que el corazón me martillea ligeramente el pecho, nada que no hubiese sentido antes.
No tengo miedo, sin embargo siento lo nervios del cómo se sentirá esta vez.
Sigo la trayectoria de la aguja hasta que por fin toca mi piel, la tinta sufre una pequeñísima explosión al contacto y pequeñas gotas saltan del punto. Más que dolor o piquetes siento el vibrar de la pluma. Es una sensación tan rápida y repetitiva que termina adormeciéndome el brazo, y simplemente siento que una pluma para escribir está dibujando trazos sobre mi piel.
—¿Que tal? — pregunta el chico alzando la vista.
—Lo extrañaba — admito mirando fascinada como la aguja sigue los trazos.
—¿Duele?
—No — niego con ganas de reírme. Siempre pasa que me dan ataques de riza cuando voy a tatuarme, tal vez sea que mis nervios se expresen de esa manera y no con miedo o temblores.
—No vayas a empezarte a reír — pide adivinando las cosas.
—Lo siento — me disculpo mientras hago justo lo que me ha dicho no hiciera.
—Tienes una risa contagiosa, no me preocupa que te muevas, me preocupa que me hagas reír y el que se mueva sea yo — explica enderezándose en dónde está sentado y alejando la pluma de mi piel.
—Deberías estar acostumbrado, no es la primera vez que pasa — me quejo echándome para atrás y retirando el brazo de donde estaba.
—Cuidado, no vayas a lastimarte — nuevamente nos calmamos, mete un dedo a un frasco que está sobre la mesa y embarra un poco de vaselina sobre la zona con la que continuará.
—¿Nerviosa? — pregunta Rafael inclinándose hacia mí.
—Para nada, me siento muy bien — admito volteándome a mirarlo.
Dado que los trazos son finos queda poco espacio para rellenar, sin embargo hay partes en las que comprendo que la línea se hace más ancha.
Kellen limpia con un pedazo de papel todo el exceso de tinta que se ha ido regando por mi piel, vuelve a untar vaselina y continúa con el tatuaje.
Aunque realmente abarca gran parte de largo de mi brazo, está a poco de acabar, pues no tiene demasiado chiste el tatuaje y la mayor parte son líneas rectas sin espirales ni nada parecido.
Tengo que admitirlo, esta si ha sido una buena razón para hacerme un tatuaje.
(...)
—¡Es el mismo problema de hace unos meses! Nos estamos quedando sin recursos, hay gente enferma en la enfermería, personas están muriéndose de hambre, ¡¿quieres que te diga más?!
—Lo que quiero es que no me grites.
—Estoy histérica.
—Me doy cuenta.
—¡Cómo no voy a estarlo! Hay más de esos problemas y soy la única que los está mirando mientras tú vas y te haces tatuajes.
—Vas a cerrar la maldita boca ahora — le amenazado dejando de caminar y parándome frente a ella —, no quiero más malditos reproches, yo también estoy aquí, yo también estoy sin comer y sufriendo por los demás. Por si no te has dado cuenta sigo aquí, no me he ido.
—¿Y qué se supone que hagamos? ¿Vas a quedarte de brazos cruzados?
—No, pero si no me dejas irme cómo quieres que haga algo.
—Es que no has hecho nada desde hace meses.
—¿Y tú que has hecho? ¿Qué es lo que quieres que haga? ¿Que vaya con los ángeles a pedirles por favor que se vayan de la tierra? ¡Por favor Shelsy! ¡Todos vivimos en este nuevo maldito mundo Apocalíptico! Nadie puede hacer más de lo que estamos haciendo. En esta nueva vida solo puedes morir o sobrevivir, porque eso es esto, una supervivencia, no una vida. ¿Si entiendes? Voy a hablar con ellos, buscaremos una forma de conseguir suministros, por lo mientras sólo espera o sal tú sola a buscar algo.
Doy la vuelta zanjando la platica, no pienso escuchar más reclamos cuando la verdad es que se suponía que no solo yo era la que intentaba mantener este lugar arriba.
Me detengo fuera de la habitación y me quedo pensativa, tal vez no sea hora de molestar a los ángeles, o bueno... ¿no hay hora para hablarles o si?
Doy unos golpecitos en la puerta con los nudillos y espero que alguien venga y abra.
—Pasa — escucho que pide uno de ellos.
Abro la puerta e instantáneamente miro adentro, los cuatro arcángeles están dentro junto con algunos cuantos guerreros, sin embargo absolutamente todos están semidesnudos.
—¿Qué pasa, Lía? — pregunta Rafael.
—Yo... — comienzo sin saber a dónde mirar, porque al que menos quiero ver es precisamente a Rafael —, necesito hablar con ustedes.
—Pasa, está bien — pide con voz amigable y me veo obligada a terminar de entrar y cerrar la puerta.
—Bueno... el lugar está pasando por una crisis — comienzo alzando la vista del piso. Son tantos músculos que no sé quién tiene mejor cuerpo de todos —. No hay comida, hay mucha gente, hay enfermos... hemos saqueado todo lo que rodea al lugar, pero mis chicos no pueden llegar más lejos ya, sería demasiado arriesgado. Han abarcado más de siete kilómetros a la redonda.
—No hay problema — interviene Gabriel acercándose —, hemos estado buscando cosas en nuestras salidas, pero no hemos encontrado demasiado... creo que necesitamos un nuevo plan.
Ni siquiera me doy cuenta de que todos los ángeles ya han hecho un círculo alrededor de mí. Me siento un poco incómoda porque no puedo mirarlos como lo haría con cualquiera, pues no sé si se sientan ofendidos, o incluso halagados si les miro.
—Yo pensé en algo — habla Ariel abriendo la plática nuevamente.
—¿En qué pensaste, Ariel? — pregunta Miguel.
—Bueno, suena loco, pero... busqué demasiadas ideas y la verdad es que no hay muchas opciones...
—¿Cuál es la idea?
—Saquear el abrigadero.
—Es broma, ¿verdad? — pregunta otro riéndose y cruzando los brazos —, ¿verdad?
—No, no es broma, es en serio — confirma éste poniéndose serio y cruzándose de brazos igual.
—¿Quieres ir al matadero? Eso sería una estupidez.
—Es brillante — acepta Miguel chasqueando los dedos —, hagámoslo.
Tengo que admitir que suena loco hacerlo, pero más loco sonó que Miguel lo aceptara maravillado.
—General... — nombra incrédulo el ángel.
—Te quedarás Jofiel, no temas — contesta Miguel pensativo —. Tenemos que ir pocos, no llamar la atención es básico en esto... Ariel, ¿cuántos necesitamos para un saqueo? — pregunta comenzando a caminar mientras empieza a crear un plan.
—Siete son perfectos, general — contesta éste.
—Perfecto. Ariel, Aniel, Gabriel, Raguel...
—Quiero ir — hablo antes de que termine de elegir a sus acompañantes.
—Hmm... bien, Lía y... — la puerta se abre antes de que pueda elegir a alguien más. Todos nos volteamos a mirar entonces.
Abaddon está parando en el umbral de la puerta, me mira directamente a mí con un gesto extraño.
—¿Puedo pensar mal? — pregunta.
—No — contesto rodando los ojos.
—Vamos a salir a saquear el abrigadero — informa Miguel —, ¿quieres acompañarnos?
Alcanzo a oír como todos se voltean a mirarle, yo haría lo mismo, pero la mirada de veinte ángeles encima es suficiente.
Abaddon se queda pensándolo por un largo momento, debe ser de las decisiones más difíciles de su larga existencia.
—¿Puedo tomarme eso como una disculpa? — pregunta entonces el demonio.
—Puedes tomártelo como una nueva aventura de los que alguna vez fueron tus hermanos.
—Te oyes tan ridículo diciendo esas cosas... — comenta con fastidio al tiempo que niega con la cabeza. Se endereza del marco de la puerta y termina de entrar al lugar —, si estás en peligro de muérete no creas que voy a ayudarte — advierte llegando hasta Miguel y poniéndose a escasos pasos de él.
Siento la tensión en el lugar, aunque todos están inmóviles puedo ver que están preparados para lanzarse en cualquier momento, sin embargo Miguel y Abaddon están tan relajados como siempre.
Abaddon alza una mano y le da una fuerte palmada a miguen en el hombro.
—Es broma, sabes que no te dejaría morir — admite con una sonrisa, misma que el arcángel corresponde con otra.
—Ni creas que volverás a ser un hermano solo por esto — reprocha Rafael con molestia y sale del círculo formado.
—Por supuesto que no, quien querría tener a un traidor de hermano — contesta el demonio despreocupado.
No sé qué se traen con eso de "hermano", pero me suena demasiado extraño.
—No soy un traidor, ¿acaso me viste cara de Uriel?
—Yo te dije traidor, no cara de bastardo — contesta y todos se echan a reír, incluido Rafael.
Siempre me ha causado contradicción el porqué les da tanta risa llamarle bastardo a Uriel. Puedes contarles un mal chiste para que no se rían, pero con solo agregar las palabras "bastardo" y "Uriel" no podrán evitar reír.
—Vamos, arcángel — continúa Abaddon —, ¿cuál es tu odio a la vida? El día que tu hermano queme tus alas quéjate.
—Luzbel sería incapaz de hacerme eso.
—No dije que fuera Luzbel. Pero cuidado con el general — susurra señalando a Miguel con un ladeo de cabeza.
—Ya basta — interviene éste rodando los ojos —, ¿qué esperan? Nos vamos ya.
—Alguien que le dé una armadura a Lía — pide Ariel mirándome.
—Mi cría no va a ir — protesta Abaddon.
—No me digas cría — me quejo.
—Intenta evitarlo — le responde Rafael burlándose.
—¿No piensas hacer nada?
—¿Qué quieres que haga? Te aseguro que si no se va con ustedes se irá sola, así que mejor acéptalo por su seguridad.
—Van a matarte allá adentro, niña — advierte éste acercándose a mí.
—Si no me pasó nada la primera vez que entré, dudo que esta vez pase — respondo encogiéndome de hombros.
—Supongo que iré en calidad de guardia para ti.
—Para nada, sé cuidarme sola.
—Le encanta meterse en problemas — interviene de nuevo Rafael acercándose también —, la verdad sí, mejor ve de guardia.
—Rafael — me quejo mirándolo con el ceño fruncido.
—¿No es cierto?
—¿No deberías estar con Luzbel?
—Así es, le daré tus saludos.
Me quedo parada donde estoy mientras los ángeles se alistan. Cuando vine a hablar con ellos no esperaba que se tomaran las cosas con tanta urgencia, pensaba que salieran mañana tal vez, no justo ahora.
—Ya te vi — susurra Abaddon.
—¿Qué?
—De traviesa viendo a los ángeles. Le contaré a Luzbel.
—Vamos, estar a dieta no impide ver el menú.
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Aquí está, perdón por la tardanza, no había terminado el capítulo aún☹️
Me pidieron que pusiera una foto de la marca que utilizarán como reconocimiento, así que aquí les dejo la fotito 🌝
La siguiente actualización será el viernes 26 de abril 🖤
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