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Capítulo 14

—Ponte de pie — ordena Abaddon al tiempo que me jala de la ropa y me para sin la menor dificultad.

Se me ha ido el aire de los pulmones y el pecho me duele mientras intento recuperarme.

Necesito ir y alcanzar a Luzbel en donde esté, no puedo dejarlo solo aún cuando él me ha dejado a mí.

Por más distanciados que estemos sigue siento una de mis razones para seguir adelante.

Nuevamente me golpea y caigo al piso de espalda.

Tengo la boca abierta y puedo saborear la sangre ya, definitivamente no soy contrincante en este preciso momento.

La chica me patea y todavía me voy un par de metros más para atrás, aún cuando ya estoy en el piso. Una parte de mí quisiera decirle que acabé conmigo de una vez, pero otra parte está furiosa conmigo misma porque me estoy rindiendo tan fácilmente.

—¿Qué tal ahora? — pregunta con satisfacción mientras se pasea frente a mí.

—¿Que tal qué? — pregunto limpiándome la sangre que sale de mi boca.

—¿Ya me recuerdas?

—Si me dieras tiempo para pensar podría hacerlo — admito pensando en esa fina pared que separa mis dos vidas.

—Tiempo — repite —, quieres tiempo — comienza a reírse con fuerza.

Sin ganas cierro los ojos y fuerzo a mi mente a recordarla, varias escenas aparecen antes de que su cara lo haga por fin.

—¿Te di tiempo suficiente? — pregunta entonces.

—Aixa.

—Así es — contesta dejando de caminar por fin —. Soy yo.

Unas largas dagas sale debajo de las mangas de su chamarra. Gracias a la distancia entre ambas logro pararme y escapar antes de que alcance hacerme algo. Recojo a Lux del piso y me preparo para pelear contra la chica que se aproxima a mí.

—Tengo algo pendiente contigo desde hace tantos años... — comenta caminando lento hacia donde estoy —. Pero siempre logras escaparte, eres una cobarde.

Esa insignificante palabra pica mi orgullo, y éste no tarda más de un segundo en reventar dentro de mí.

Termino de acortar la instancia entre ambas, suelto el primer golpe con la espada y y las despojo de una de las navajas. Al cabo de unos segundos la pelea es tremendamente rápida, me cuesta un poco de trabajo seguirle el paso a tal velocidad, después de todo mi cuerpo humano no está acostumbrado a esto.

Y eso me molesta. Me molesta sentirme torpe y lenta, quiero recuperar lo que alguna vez tuve.

Le veo elevarse y preparar la daga en el aire para matarme de una vez, todo parece estar en cámara lenta mientras ambas nos preparamos para tirar a matar.

De nuevo, en un parpadeo desaparezco y aparezco en un lugar diferente, aún estoy aquí, sólo que ahora ella me está dando la espalda.

Apenas llega al suelo dejo caer a Lux sobre ella. Creo que le he atravesado al dorso por completo, una parte de mí siente satisfacción de haberlo hecho, pero la otra está incluso asustada.

Un grito rompe el silencio del lugar, me taladra los oídos y hace que salga de mi pequeño transe de contradicción y confusión.

Me hago a un lado, retirando a Lux de la herida y dejando que Aixa caiga de rodillas en el piso.

Lilith viene directo a mí, puedo sentir su furia mientras me mira, todos los carros y cualquier cosa que esté por aquí salen volando cuando ella pasa por su lado.

Definitivamente sería imposible pensar que yo podría siquiera defenderme de su ataque. Estoy segura de que puede matarme sin tocarme siquiera.

Veo que lanza algo hacia mí, pero es tarde para intentar quitarme, no podré hacer nada. Supongo que morir ahora ya es algo "justo", técnicamente es el segundo hijo importante al que le mato.

Alcanzo a ver un movimiento brusco por el rabillo del ojo, una fracción de segundo después alguien se interpone entre Lilith y yo. Le veo crecer descomunalmente, aunque solo un par de metros, eso me indica que Abaddon no es el que acaba de salvarme.

Pasado un segundo todos se ponen junto a mí, Gaderel cambia de forma en cuanto lo miro, Abaddon hace lo mismo, sólo que conserva el tamaño "humano", posa un mano sobre mi hombro y asiente dándome a entender que todo está bien.

Siento una mano envolverme la muñeca con suavidad, cuando me volteo a mirar Hécate está ahí, sus ojos verdes me miran tiernos, y alcanzo a ver una ligera sonrisa formarse en sus labios.

—Estarás bien — asegura con voz suave mientras acaricia mi mejilla con los dedos.

—¿Qué...? — empiezo sin dejar de mirarle, pero desaparezco del lugar.

Caigo de sentón en el piso, y el golpe me hace irme para atrás también.

Me confundo por la velocidad de las cosas, pero sé que he vuelto a la fortaleza, y lo peor del caso es que mucha gente me está mirando.

—¿Qué pasó? — oigo la voz de Rafael un segundo antes de que se hinque junto a mí —, ¿Cómo...? ¿Dónde están todos?

—Se llevaron a Luzbel — contesto con voz agitada —. No sé cómo está... él... Uriel... Lilith... yo...

—Espera, ¿qué estás diciendo? ¿Viste a Uriel y a Lilith?

—Sí — acepto tartamudeando —. Luzbel...

—Respira — pide intentando calmarme —, ¿dónde está mi hermano?

—Dos demonios se lo llevaron — logro decir de corrido.

—¿Qué?

—Sí, uno era... era... Satanás... el otro no lo sé, jamás lo había visto... tenía la piel azul... los ojos negros con el iris plateado...

—Leviathan — contesta en voz baja desviando la mirada de mí.

—Rafael... — le llamo cuando siendo que está parándose.

—¡Nuriel! — llama —, quédate con Lía, necesita ayuda.

—¡Necesito ir contigo! — le grito intentando ponerme de pie —, ¡por favor! Llévame contigo, necesito verlo.

—No es seguro, Lía, esta vez no. — contesta un segundo antes de desaparecer de mi vista.

—Lía... arriba — pide Nuriel intentando ponerme de pie con suavidad.

—¿Lía, cariño qué pasa? — mi madre aparece frente mí con expresión preocupada.

¡Astaroth! — grito incluso más fuerte de lo planeado. Tomo todas las fuerzas que me quedan y me termino de poner de pie. Camino a pasos seguros y lo miro caminando hacia mí.

—¿Qué pasa? — pregunta confundido pero nada inseguro.

—Vas a llevarme — informo llegando hasta él. Asth me rodea con los brazos firmemente sin poner objeciones.

—¿A dónde?

—Al abismo.

(...)

—¿Dónde están? — pregunto sin parar de caminar.

—Por aquí — indica apurando el paso y rebasándome.

Estoy tan enojada y preocupada que ni siquiera siento el frío de aquí abajo, no tengo un solo gramo de miedo, y soy capaz de matar al demonio que se me ponga enfrente con mis propias manos.

Oigo quejidos, y estoy segura de que es Luzbel. Comienzo a trotar en dirección a donde yo los oigo, si le están haciendo algo voy a hacer que este maldito infiero arda en llamas.

—Deja de quejarte, maldita sea — oigo una voz.

—Si tuviera mi espada aquí te haría un hoyo en el abdomen para que te quejaras conmigo, imbécil — oigo la protesta de Luzbel, y me relajo de cierta forma, no está en problemas, eso es seguro.

El panorama se abre, veo un gran pedazo de piedra sobre el que está acostado el ángel, los dos demonios que se lo llevaron están ahí, haciendo algo que desconozco por completo, pero creo que es para curar a Luzbel.

Luces de colores iluminan donde están parados, me sorprende un poco darme cuenta de que todos los demonios tienen poderes realmente.

—Luz — le llamo lo más tranquila que puedo, corro hacia dónde está y veo un brillo único en sus ojos cuando me mira.

—Lía... — me llama extendiendo una mano hacia mí.

—Genial, ha llegado la cena — bromea uno de los dos demonios. Por un lado quiero reírme, y por el otro decirle que se vaya a la mierda.

—La tocas y seco el mar — amenaza Luzbel con voz dura.

—¿Cómo te sientes? — pregunto mirándolo por completo, la herida de su abdomen es gigante, incluso más grande de lo que es la espada de Uriel, no quiero acercarme a mirar, porque sé que podré ver la roca en la que está acostado por el otro lado.

—De maravilla, tenerte aquí me dice que aún te preocupas por mí, así que siento esperanzas de volver a tu lado.

Frunzo el ceño ante su revelación tan... tierna y franca.

—No le hagas caso — me pide Satanás —, le dimos algo de tomar para detener su sangrado y aumentar sus células de regeneración... está drogado — concluye para que entienda.

—Ah... ¿qué le dieron?

—Arsénico — contestan los demonios al unísono.

—¿Qué? Pero, ¡¿por qué hicieron eso?!

—No va a morir, cálmate.

—Una maldita guerra para que ustedes terminaran drogándome — se queja Luzbel, y me da risa recordar su estúpida guerra del arsénico.

—Luzb...  ¿¡Tú que carajo haces aquí!? — la voz de Rafael hace eco en todo el lugar, sus ojos me miran con dureza y siento que me metí en un problema viniendo aquí, lo gracioso es que el problema termina siendo con un ángel y no un demonio.

—Señor — oigo otra voz detrás de mí —. De verdad lo siento, ella se me escapó...

Nuriel ha llegado al lugar también, le veo nervioso ante el repentino enojo del arcángel.

—Cállate — interviene Luzbel golpeando ligeramente la armadura de su hermano —. Vino a verme, no arruines el momento.

—¿Y a ti qué te pasa? — le pregunta.

—Tengo un hoyo en el abdomen, mira. Cabe tu mano.

—¿Lo drogaron? — pregunta inquisidor.

—Acabamos de salvarle la vida y te fijas en pequeños detalles — inquiere Satanás rodando los ojos.

—¡Lo drogaron! — afirma.

—Me se-da-ron — inquiere Luzbel.

—Cállate, eres un asno, ¿qué carajo pasó?

—Regañando al pequeño Luzbel — se mofa Satanás con el otro demonio.

—Cállate — le orden ambos ángeles.

—Uriel dará el golpe pronto — contesta Luzbel.

El lugar se queda en completo silencio entonces. ¿Dar el golpe?

—¿Cuándo?

—Yo que sé, no me dijo fecha, iba a asesinarme.

—¿Y tú qué estabas haciendo? No pasó porque sí, ¿fuiste a buscarlo?

—Él me busco a mí. La quiere a ella.

—¿Por qué él la querría? No tiene nada que ver en esto.

—¡Tiene todo que ver! Estábamos tremendamente equivocados, hermano.

—¿De qué estás hablando? — pregunto.

—No puedes seguir aquí — contesta mirándome. Sus ojos azules lucen preocupados, pero no sé si sea efecto de lo que le dieron, pues sus pupilas estás tremendamente dilatadas.

—¿Por qué no? — pregunto comenzando a sugestionarme.

—Tenemos que hablarlo tú y yo antes — interrumpe Rafael.

—¡Cállate! — le ordeno —. Anda Luz, dime qué pasa.

—¡Estás aprovechándote de que está drogado! — brama Rafael —. No digas nada Luzbel, no lo hagas.

—¡Deja de ser tan entrometido!

—¡Tú deja de ser tan tramposa!

—¿Tramposa yo? ¡Mira quien lo dice! ¡Roba ángeles!

—¡Y lo dice la que se deja robar por cualquiera!

—¡Era tu propio hermano y no te importó!

—¡Claro que me importó! ¡Te dejé en cuanto supe que te él te amaba! ¡Te dejé aunque yo también te amaba!

—¡Si te importara no hubieras metido conmigo luego de que me hiciera humana!

—¡Ya cállense que me duele la cabeza! — se queja Luzbel más alto que nosotros —. Ambos me traicionaron.

—Luz... lo siento — me disculpo en voz baja por ambas cosas.

—Eso no importa, ya pasó.

—Exacto, pasó — apoya Rafael mirándome con dureza —. Y tú vas a cerrar la boca, si le dices algo lo echarás a perder.

—Necesito salir de aquí, tenemos que hablar.

—Sí, tenemos — recalco integrándome.

—No, tenemos — corrige Rafael señalando a su hermano y a él.

—No pueden seguir ocultándome las cosas, estoy harta de eso, tengo saber lo que está pasando.

—No digas tonterías.

—No las digo, Rafael. Estoy tan metida en esto como ustedes, y estoy dándome cuenta de que incluso estoy más metida que ustedes dos juntos. Todo está girando a mi alrededor, ¡y ustedes no me dicen nada!

—Si no te decimos nada es por tu bien, no estás preparada para saber las cosas.

—Siempre con lo mismo, ¡estoy harta! Si no me lo dicen ustedes buscaré quien me lo diga.

—¿Ah, sí? ¿Con quién? — pregunta cruzándose de brazos y mirándome con una sonrisa de victoria.

—Con Belcebú — contesta Satanás —, porque no piensas que eres el único que sabe su pasado, ¿verdad, arcángel?

—Él sabe aún menos.

—Sí, por supuesto. Sabes perfectamente que él bien podría saber más que tú y Luzbel juntos, ¿verdad?

—Sé que él entenderá que lo mejor es no decirle nada — admite muy seguro de sus palabras.

—¿Estás seguro?

—Lo estoy.

—Yo no lo estoy, tanto el cielo como el infierno siempre reclaman lo que les pertenece. Pero ella ahora, ¿a quién le pertenece? A los ángeles o a los humanos.

—Volverá a donde pertenece — asegura ahora Luzbel.

—¿A dónde pertenece? — pregunta Satanás muy curioso —, ¿estás seguro de tus palabras?

—Sabes a que me refiero, y estoy seguro, no voy a permitir que se quede en donde está.

—¡Luzbel! — oigo chillar una voz más.

La rubia aparece corriendo hacia nosotros, se me hace un nudo en el estómago sólo de ver a la ángel aproximándose en nuestra dirección.

—¿Qué ha pasado? Por el señor, ¿quién te ha hecho esto? ¿Por qué estás aquí? — pregunta atosigándolo mientras le toma la cara y lo mira preocupada.

—Déjame en paz — se queja él haciéndola a un lado.

—¿Tú que estás haciendo aquí? — me ladra.

—Vine a revisar la temperatura de los pozos — contesto y ruedo los ojos —. Claramente estoy con Luzbel, ¿o qué parece?

Oigo la risa de todos, pero Kristen me mira con odio genuino.

—Pues ya llegué, puedes irte.

—Por qué no te vas tú — propone Luzbel en tono molesto.

—Voy a sacarte de aquí, quien sabe que cosas quieren hacerte — dice mirando a los demonios con desprecio.

—Déjame en paz, quiero quedarme aquí — se queja haciéndola a un lado.

—¿Acaso estás loco? No pienso dejarte en este lugar, mucho menos herido y sin protección.

—Estoy aquí — le recuerda Rafael quejándose —, y Lía también, Nuriel está ahí parado. Puedes irte, además, es... Luzbel, qué puede pasarle.

—Dije que no, ¿Qué acaso no te interesa el bienestar de tu hermano? ¿Dejarás que demonios se encarguen de él?

—Sí, ahora vete.

—Nos vamos, Luzbel — decide muy segura.

—¿Qué no entiendes que no quiere ir contigo? — bramo rodeando el lugar donde está acostado y yendo directo a ella —. Lárgate, yo voy a encargarme de él, no necesitamos tu ayuda.

—¿Tú? — pregunta en burla mientras me estudia con la mirada — ¿cómo piensas que vas a encargarte de un ángel? Una simple mortal cuidando a Luzbel herido.

—Ya lo hice una vez — contesto molesta pero intentando contenerme —, créeme que no será nada, voy a cuidarlo bien.

—Me niego a dejar que lo intentes. Ha estado a punto de morir en tus manos antes, no voy a permitir que esta vez pase.

—Te dije que te largues, no pienso discutir nada contigo.

—Lárgate tú — contradice empujándome.

Termino de cabrearme, lo poco que me quedaba de paciencia se esfuma y me voy contra ella sin pensarlo dos veces.

—Le apuesto a la humana — oigo la voz de uno de los demonios.

—Hmm... sí, yo también — contesta el otro.

Le he encestado varios golpes a la ángel, también le he arrancado algunas plumas blancas, pero ahora le toca a ella.

Logra bloquear mis últimos golpes y se eleva en el aire conmigo cargando. 

Aunque no tengo miedo de que vaya a soltarme ni nada parecido, me afianzo de ella, tampoco voy a dejarle las cosas tan fácil.

Siento como empieza a moverse, esta volando conmigo en brazos, y estoy segura que no es su intención tirarme, no por el momento.

Mi espalda se estrella contra algo, siento que el aire quiere abandonar mis pulmones pero lo evito a toda costa.

Le doy un puñetazo en el centro de la cara, y vuelvo a hacerlo cuando parece no surtir ningún efecto. Kristen me separa de donde estoy recargada, y vuelve a azotarme con fuerza. Mi cabeza se golpea esta vez, dejándome ligeramente aturdida, pero aún consciente y dispuesta a seguir.

Nuevamente nos separamos del muro, y aunque espero estrellarme otra vez, no pasa. Vuela violentamente en un intento tal vez de marearme o algo parecido. Lástima que no sabe que los humanos inventaron las montañas rusas.

Me afianzo de ella cuando ya le veo intenciones de soltarme, jalo una de sus alas con toda la malicia del mundo, y comenzamos a irnos de lado.

En lo que vamos cayendo siento una fuerza separamos, veo que sale volando hacia un lado diferente en el que íbamos cayendo, y yo voy frenándome hasta quedar estática en el aire.

Busco al responsable de esto, y es su color de piel lo que me hace ubicarla.

Hécate está aquí, mira en mi dirección mientras voy bajando y acercándome a ella poco a poco.

—Agradeceré el hecho de que estés aquí — habla Rafael con calma una vez que he llegado al piso —, este no es un buen lugar para Lía... ¿puedes llevarla arriba?

—Por supuesto — acepta ella con calma.

—No, no voy a irme, vine por Luzbel — debato antes de que cualquiera de los dos haga algo más.

—No está en condiciones de moverse de aquí — contesta el de piel azulada.

—No planeo llevármelo, sólo voy a quedarme aquí.

—No es seguro que te quedes — contesta Hécate con voz neutra —, Lilith te quiere, volverá aquí en cualquier momento, y sentirá tu presencia. Si no quieres más peligro para el ángel lo mejor será que regreses con los demás.

—Fabuloso — acepta Luzbel —, sácala de aquí, quiero que esté en un lugar seguro.

—Luzbel — reprocho mirándolo.

—Escucha, voy a ayudarlo — habla ella posando una mano en mi hombro —, ¿bien? Voy a sanarlo más rápido, y se recuperará pronto, te lo juro.

No sé qué decirle, claro que aceptaré su ayuda en cuanto a sanarlo, pero no quiero irme, por más seguro que pueda estar aquí con su hermano y su guerrero, no termino de confiar, además de que me siento excluida en cuanto a las nuevas cosas que no quieren contarme.

—Necesito que regreses — pide Luz —, tenemos que hablar contigo.

—¿Sobre? — pregunta ella.

Algo.

—Entiendo...

—Yo no entiendo, ¿alguien puede decírmelo ya? — pregunto con la esperanza de que esta vez sientan lástima por mí y quieran confesar.

—Llévala ya, no hay que perder el tiempo — pide ahora Rafael.

—¿Por qué me hacen esto? — reprocho.

—Vamos, te explicaremos luego — asegura Hécate mientras me rodea con un brazo y me aleja de los demás.

Su tono de voz es incluso dulce al hablar conmigo, quisiera desconfiar de ella también, pero simplemente siento una conexión real, y algo me hace confiar plenamente.

—Necesito respuestas — admito derrotada.

—Lo sé, todos necesitamos respuestas. Pero ellas llegan cuando tienen que. No te atormentes, llévate las cosas con calma.

—Me ocultan demasiado — insisto —, no puedo seguir con esto, simplemente está matándome y ellos no pueden ver eso, sólo ven las cosas a su conveniencia.

—Hablaré con ellos, veré qué es lo que quieren, e intentaré convencerlos de que te digan lo que necesitas.

—¿De verdad?

—De verdad — acepta dejando de caminar y sonriéndome con dulzura.

—¿Por qué harías eso por mí?

—Comprensión.

—¿Comprensión de qué?

—De qué ya te ocultaron demasiado.

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Holaaa 🖤

Aquí está el capítulo de hoy. 🌝

Siguiente actualización, sábado 20 de abril.

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