Capítulo 13
—Otra vez — oigo que pide en voz baja pero con emoción.
—Bueno, bueno, una vez más — acepta él en voz baja.
Luego de unos segundos escucho la risa traviesa de Lily y cómo da unos brinquitos.
Me siento en la cama y volteo a mirar a los dos que están ya despiertos. Belcebú está sentado a la orilla de la cama mientras mi hermana está parada frente él.
—¿Qué hacen? — pregunto con voz ronca.
—Bel está haciendo fuego — contesta ella feliz.
—Que raro, Bel haciendo fuego, nunca lo había imaginado.
Mi hermana es demasiado pequeña como para saber exactamente lo que es un demonio, y los poderes de Bel la maravillan como a cualquier niño de su edad.
—Tenemos junta — le recuerdo parándome de la cama.
—¿Junta de qué? — pregunta Lily.
—Con los ángeles y demás — contesto mientras me cambio de ropa —. Cosas de grandes.
—Iré con mamá — decide antes de salir corriendo de la habitación.
—Tú hermana es linda — comenta mirándome desde la orilla de la cama.
—Todos dicen eso — acepto recordando que Luzbel también lo mencionó una ocasión.
Ya pasó poco más de un mes desde el día que se fue, la verdad le extrañado un poco, cuando pensé que lo tenía de vuelta solo fue una prueba.
Aún estoy enojada con él y eso no cambiará, me ha lastimado ya demasiadas veces, y en parte creo que ese enojo me ayuda a sobrellevar la situación y no extrañarlo tanto ni ir lloriqueando por todas partes.
Sólo que esta vez creo que es definitivo. No volverá, y si lo hace será solamente para darle alguna orden a sus ángeles o ese tipo de cosas que debe hacer un comandante.
—Vamos — pido una vez que me he cambiado.
Se para de la cama y camina hasta donde estoy, me rodea los hombros con un brazo y me estrecha contra sí. Siento una sacudida, el piso parece moverse debajo de mis pies y ya no estoy en mi habitación.
—¿Cuándo planeas dejar hacer eso? — le reclamo tambaleándome. El simplemente me guiña un ojo y se separa de mí.
—Seré breve — Rafael habla sobre los murmullos de todos —. Hace un tiempo hubo una propuesta sobre cómo identificarnos entre nosotros, los del bando contrario usan brazaletes de oro, no solo para identificarse ante los demás, sino para tener acceso a su abrigadero. En este caso necesitamos algo para saber quién es de los nuestros, obviamente no tenemos la tecnología ni los medios para hacer algo tan avanzado, pero lo único que necesitamos es identificarnos.
—¿Y cuál es la propuesta? — pregunta James en tono tranquilo. Después de que le di el balazo en la rodilla ha dejado de ser tan odioso con todos.
—Hay unos chicos que dicen que saben hacer tatuajes — explica lentamente, como si pudiese equivocarse con lo que está diciendo.
—¿Kallen? — pregunta James.
—Así es.
—No sé como piensan hacer un tatuaje si no tienen nada de sus cosas.
—Ahí está el detalle — inquiere Rafael —. Alguien tendrá que ir por sus cosas, pero eso no es problema, veremos quien lo hace.
—Iremos nosotros — se ofrece enseguida Bel —. Tardaremos menos.
—Estoy de acuerdo — acepta Gaderel antes de que el arcángel pueda negarse —. ¿Una manzana? — le pregunta a Kate con voz tentadora mientras extiende la fruta roja hacia ella.
—No te comas eso — Rafael ha llegado de un salto a mi amiga y le ha arrebatado la manzana de las manos al demonio.
—Tengo hambre — digo un segundo antes de tomar la fruta de las manos de Rafael.
—¡Lía, no!
Es muy tarde para evitarlo, pues ya le he dado una mordida, sin embargo no pasa nada y continúo comiéndola como si nada.
—Cálmate, arcángel, sería incapaz de hacerles daño — se queja Gaderel.
—Como si no lo hubieras hecho ya.
—No puedo tentar a lo que ya ha sido corrompido.
—Dejemos los dramas a un lado — inquiere Bel fastidiado y me quita la manzana de las manos —. Iremos por las cosas que necesitan, nos vamos de una vez — confirma. La fruta flota unos centímetros de su mano y comienza a quemarse hasta hacerse cenizas.
—Hey, era mía — me quejo al instante.
—Toma — repone Gaderel entregándome otra. Casi me da gracia la forma en que lo hace, y comienzo a entender cómo es que hizo pecar a Eva.
—¿Quién les ha dado permiso de salir? — nos pregunta Rafael con dureza.
—¿Disculpa? — preguntamos los tres al unísono.
—Nadie les dijo que podían irse ya.
—Creo que hay una confusión en cuanto a este lugar — responde Belcebú volteándose a mirarlo —. Tú le mandas a los tuyos, Lía a los suyos, y a nosotros no nos manda nadie. Y en todo caso, la única de la que aceptaríamos órdenes es de ella — me señala con la barbilla —. No de ti, arcángel.
—¿Estás retando mi autoridad? — brama acortando la distancia.
—¿Qué autoridad, Rafael? — cuestiona encarándolo.
—Basta — intervengo cansada de las repetidas discusiones entre alguien de cualquiera de los tres grupos —. Aquí nadie tiene más autoridad que nadie, yo no quiero más peleas, no inicien otra.
—Bien, me retiro entonces — acepta Bel haciéndose a un lado.
—Volveremos pronto — le aseguro en voz baja a Rafael, intentando que se le bajen los humos.
—Déjalos ya — susurra Kate tomándolo de un brazo y jalando con suavidad —. Por favor, no iniciemos otra pelea.
Rafael asiente y sus hombros se relajan, aún está mirándome, aunque parece que más bien está analizándome, como si hubiera algo extraño en mí.
—¿Traes puestos pupilentes? — pregunta Kate acercándose a mirarme.
—¿Qué? — pregunto retrocediendo un paso ante su cercanía.
—Tus ojos se ven más... verdes... — explica con el ceño fruncido.
—Debe ser la luz — explico antes de darme la vuelta y salir junto con el par de demonios.
—¿Te sientes bien? — pregunta Bel una vez que estamos fuera.
—¿Está pasándome algo? — pregunto poniéndome frente a él.
—Pues... supongo que un par de cosas... tus ojos están cambiando de color, y tú cabello está aclarándose un poco.
Instintivamente tomo un mechón de cabello y lo observo con atención, para mi sorpresa no sólo veo que está unos cuantos tonos más claro, sino que lo veo detalladamente, casi podría jurar que puedo ver cada fibra de cada cabello, como si jamás hubiera sufrido de alguna enfermedad ocular.
—Un espejo — pido un poco alterada. Ambos miran hacia todas partes hasta que señalan hacia atrás de donde estoy.
Me volteo y veo un espejo sobre una de las paredes. No sé cuándo lo pusieron ahí, sin embargo corro en su dirección y derrapo unos metros antes hasta llegar frente a él.
Tiene tanto tiempo que no miraba mi reflejo que me sobresalto al hacerlo. Mis ojos se ven más pálidos y lucen ligeramente verdosos. Las facciones de mi rostro se ven más finas, y mis pestañas lucen un poco más largas y rizadas.
—¿Por qué me pasa esto? — pregunto cuando noto la presencia de los dos detrás de mí.
—Es... normal, te dije que pasaría — explica Bel mientras nos hace caminar hacia la salida —, sólo trata de calmarte, no dejes que las cosas te dominen.
—¿Cómo hago eso? Prácticamente me están dominando ahora mismo...
—Principalmente no te dejes llevar — habla ahora Gaderel —. Relájate, estos procesos son difíciles y no podrás evitar el cambio, sólo puedes retrasarlo, y en este caso conservar ambas partes de humana y ángel.
—¿Y cómo hago eso?
—Hay una forma, pero, no podemos hacerlo nosotros...
—¿Entonces quién? — pregunto lo más tranquila posible, sin embargo los nervios me matan.
—Hécate... — pronuncia Bel en voz baja mientras mira hacia atrás de mí.
—¿Quien es...? — empiezo a preguntar y me volteo a mirar a mi espalda.
Me quedo sin palabras cuando veo a una mujer, está a bastantes metros de nosotros pero nos mira inmóvil. Viene vestida de negro, podría decir que es un vestido lo que tiene puesto, sólo que es demasiado extraño y desconocido para mí. Su cabello es obscuro y tan largo que se pierde con el color de su ropa; lleva sobre la frente el creciente lunar que parece estar flotando, ya que nada lo sostiene. Algo cuelga de su cabeza, parece ser lo mismo que tuve que ponerme el día que Luzbel hizo su ceremonia para pedirme como su "novia". Como creo que es natural en los demonios, su piel es blanca y pálida, sus ojos son verde centelleantes y sobre su pecho cuelga de un cadena un dije demasiado extraño, algo brilla dentro de un enrejado, como si fuera fuego de colores azules, morados y verdes.
—¿Qué estás haciendo aquí? — pregunta Bel mientras nos acercamos.
—Oí sobre todo esto — contesta —. Y quiero entrar, los ayudaré.
—Tenemos que salir, cuando volvamos hablaremos de esto... Gaderel, llévala adentro, nos vemos en cuanto termines, lleva a los demás.
Observo tanto como puedo a la mujer, algo en ella llama poderosamente mi atención, sin embargo no puedo explicar por qué.
—¿Quién es? — pregunto por lo bajo en lo que caminamos hacia la salida.
—Hécate — contesta de la misma forma —. Es una una de nosotros, se podría decir. Fue una diosa al principio. Aunque de eso demasiado tiempo, al pasar de los siglos fue adquiriendo mayor conocimiento, convirtiéndose en la diosa de la hechicería, y la Reina de los fantasmas. Es venerada por magos y brujas, y ellos hacen sacrificios al final de cada lunación en su nombre.
—¿Entonces es un demonio?
—Es un poco difícil responder eso. Es una diosa, sin embargo, sus poderes y conocimientos la han llevado a ser considerada como un demonio.
—¿Y qué está haciendo aquí?
—No lo sé, es realmente extraño que haya venido... — confiesa no muy convencido de sus palabras. Como si estuviera mintiendo o simplemente no quisiera decirme la razón real.
—¿De verdad?
—Sí, lo es, no sé qué cosa tan poderosa le hizo venir.
(...)
—¿Es todo? — me pregunta Abaddon observando el lugar. Me parece impresionante que en todo este tiempo el antiguo estudio de Kallen y Leo esté intacto. Sé que seguramente la gente lo que menos pensó fue saquear un estudio de tatuajes, no les servirían demasiado tintas, guantes o agujas.
—Sí, no es demasiado — acepto mirando las cajas plásticas que he apilado dentro de una de cartón que me encontré en la calle.
—Entonces vámonos, los ángeles están algo paranoicos últimamente y querían que nos diéramos prisa — explica Gaderel.
—Vamos, haré un portal — continua Abaddon mirándonos a todos.
—Me gustaría regresar a pie — admito antes de que haga algo —. Tal vez encontremos a alguna persona o algo que nos pueda servir...
—Suena bien — apoya Bel.
—Entonces vámonos ya.
Alzo la caja del piso y la sostengo bien antes de adelantarme a salir. Está un poco pesada, he metido sus maletines de tintas, estuches de agujas y guantes, frascos que creo que son de vaselina, y algunos ungüentos que encontré. Además de que he llevado otro estuche lleno de piezas para piercings, no lo sé, sólo pensé en llevarlo conmigo.
—Deberíamos ir debajo de los árboles — sugiero mirando al cielo en busca de compañía hostil.
—¿Por? — pregunta Abaddon poniéndose a mi lado.
—Pues... los ángeles... — suena mas gracioso una vez que lo digo.
—Que se vayan a la mierda, no podrán contra nosotros.
—Sí, tal vez tengas razón... — acepto encogiéndome de hombros.
—Tengo razón — asegura con voz inescrutable.
—Por supuesto, la tienes — acepto sin dudarlo un momento. Me llevo demasiado bien con todos los demonios, pero con él en particular me llevo las cosas tranquilas. Es demasiado peligroso, poderoso y fuerte como para querer entrar en discusiones.
Bel y Gaderel están cargando ambas máquinas, a diferencia de Abaddon que va caminando tranquilamente con los brazos cruzados y sin nada encima.
Bel me empuja entonces, me obliga a caminar hacia un parque que está a unos metros de nosotros, y hace lo mismo con los otros dos.
—Creo conveniente abrir un portal e irnos de una vez — sugiere cuando estamos en el resguardo de las sombras —. Hay ángeles cerca, y creo que Uriel es uno de ellos.
—Entonces quedémonos, si lo matamos ahora esto estará acabado — pide Abaddon apareciendo nuevamente la luz entre sus manos.
—De eso nada, no vas a lograr más que alertarlo y hacerle saber que nuestra raza está aquí — le regaña Bel en susurros.
—¿Cuántos son? — pregunta.
—Tal vez dos, no logro saber si hay más.
—Somos tres, podremos contra él y los que le acompañen. Dudo que sea otro arcángel el que venga con él, seguramente solo es parte de su ejército.
—Ya te dije que no, para atacar debemos tener un plan y una organización, de lo contrario saldrá mal y Rafael va a arder.
—Esa es una mentira — reprocha.
—Es un arcángel, no un humano al que puedas quemar y desaparecer, no lo intentes.
—Esta sería nuestra oportunidad, no está preparado para un golpe, no se lo esperaría, está en un punto vulnerable.
—Si no haces el portal ahora el que va a quemar a alguien voy a ser yo — amenaza dejando la máquina en el piso y acercándose al otro. Esta vez no pienso meterme a detener nada, incluso debería correr a lado contrario.
Veo una sobra cayendo al suelo, pero creo que oigo antes el golpe y siento el piso temblar.
Los cuatro miramos en dirección a la calle sin movernos. Quisiera preguntarme qué es lo que yace en el piso, pero las alas azules me responden antes que cualquier otra cosa.
Abaddon mueve las manos, la luz aparece y se hace gigantesca en segundos, haciendo que el panorama cambie. Aún estoy viendo la escena de Luzbel en el suelo, sólo que parece haber una pantalla de agua frente a nosotros.
Sin pensarlo me volteo hacia atrás, la obscuridad es absoluta, y estoy parada al borde de un abismo, por el cual no tardo ni un segundo para perder el equilibro e irme de espalda.
La mano de Belcebú me toma del brazo antes de que logre inclinarme demasiado hacia atrás, quiero sorprenderme de que ni siquiera estoy en su campo de visión, sin embargo ya me espero las cosas más espeluznantes de cualquiera. Me jala con suavidad hasta ponerme a su altura y pegarme a la extraña pared que tenemos enfrente.
Luzbel se ha puesto de pie, ha dejado hundida la parte en la que se estampó y mira hacia arriba poniéndose en guardia.
—¿Quién es? — pregunto en voz baja ya que no sé si pueden oírme.
—Luzbel — contesta Abaddon.
—Ése no, idiota, al que mira — repongo sin el menor cuidado.
—Es Uriel... — contesta Belcebú por él —. Pero, hay alguien más...
Miro con atención la escena, a unos metros de Luzbel aterriza Uriel, y junto a él lo hace una mujer. Las telas largas que le cubren el cuerpo son negras y se transparentan en algunas partes. Su cabellera negra llega hasta el piso, y su piel blanca resalta sobre todo el colorido de la escena.
—¿Es Lilith? — pregunto con un hilo de voz.
—Lo es — acepta Gaderel igual de incrédulo.
—¿Pueden vernos?
—No — contesta Abaddon —, estás en una subdimensión, no pueden verte ni oírte.
—Tenemos que hacer algo... Luzbel está solo... — casi odio preocuparme por él de esta manera, pero no puedo evitarlo.
—¿Cómo supones que lo ayudemos? — inquiere Abaddon de manera irónica.
—¿No eras tú el que quería matar a Uriel hace un minuto? Ahí tienes, seríamos cinco contra dos.
—¿Cinco? — pregunta sarcástico —, no veo al quinto.
—Soy yo, pedazo de destierro — me quejo, Belcebú y Gaderel comienzan a reírse y el otro no hace más que rodar los ojos.
—Es una broma, ¿no? ¿Quieres que te maten? O tal vez desees ser la carnada.
—El hecho de ser una humana no me hace una idiota incapaz — me quejo molesta.
—No, sólo eres débil, lenta, frágil, y lo más importante. Mortal.
—Que te den, no sería la primera vez que arriesgo mi vida con algo así, y sé que tampoco será la última que sobreviva.
—Cállense, están diciendo algo — pide Belcebú.
—No oigo nada — admito luego de unos segundos de silencio.
—Pega la oreja ahí — susurra Abaddon y literalmente me estampa contra el muro.
"—Sólo dame a la chica y te dejaré vivir — pide Uriel.
—No voy a darte nada, y de todas formas no podrás matarme — le ladra Luzbel sin moverse.
—¿Qué te parece un trato más valioso? Dámela y detendré todo, sacaré a mis ángeles de aquí y les permitiré a los humanos rehacer sus vidas.
—Por mí que joda este mundo, la sacaré de aquí antes de que eso pase — no quiero pensarlo, pero eso me suena a "sacaré a Lía de aquí".
—Tú lo elegiste".
Apenas logro despegarme del muro para cuando ya han iniciado su pelea. Quiero salir de aquí y ayudarlo, esto no está siendo justo para él, Lilith está ocupando sus poderes para entorpecerlo mientras Uriel intenta asesinarlo.
—¡Si no van a hacer nada déjenme salir! — les grito histérica.
—Podemos hacer algo, pero no te dejaremos salir — responde Belcebú quitándose la chaqueta que trae puesta y desapareciéndola.
—Si no salgo de aquí voy a tirarme de ahí — amenazo señalando el abismo.
—Déjala salir, no va a pasarle nada — inquiere Abaddon con indiferencia, sabiendo que voy a morirme pero demostrando que no le interesa.
—Dije que no.
Regreso la mirada a la pelea, Luzbel está luchando con todas sus fuerzas para deshacerse de la magia de Lilith y pelear con Uriel al mismo tiempo.
En un ataque de desesperación al no saber a quien mirar, termino sin entender cómo es que han logrando hacer que soltara a Lux, su espada sale volando en nuestra dirección, cae al piso a metros de nosotros y se resbala por el pasto hasta llegar al muro y atravesarlo sin la menor dificultad.
Veo la hoja brillar centelleante, supongo que quiere comunicarse conmigo o pedir ayuda para su amo.
Me agacho por ella y la vuelvo a tomar como hacía tiempo no la sostenía.
Los tres se me quedan mirando atónitos de que la tenga en las manos, pero mi vista esta fija al frente.
Creo Lilith ha visto la trayectoria de Lux y cómo se ha perdido sin explicación, pues comienza a caminar en nuestra dirección con cautela.
Sé que nos va a descubrir, así que me preparo para cualquier cosa que pueda suceder.
Miro un momento a los ángeles, y siento un dolor intenso cuando la espada de Uriel atraviesa el abdomen de Luzbel. No solo siento mi dolor, también siento el de la espada que sostengo.
Poco me dura la impresión, pues todo sentimiento es sustituido por la furia que me ha atacado últimamente.
Lilith está a menos de tres menos de distancia, y es la primera con la que me voy a descargar.
Sostengo con fuerza a Lux, ésta parece sostenerme a mí de una forma única y extraña. Y como si ella me lo dijera, la alzo y le dejo caer sobre el muro.
Éste parece abrirse, el efecto acuático de desvanece desde el corte hacia ambos lados y me deja a la vista de ella.
Ya que no esperaba algo así llevo ventaja, y no dudo un solo segundo en aprovecharlo, dejo caer la espada sobre ella, y de una forma verdaderamente imposible logro herirle. Por supuesto que no le cortado un brazo ni la he matado, pero es más de lo que pensé que podría hacer. Aprovecho para herirla de nuevo, y una vez que Bel se va contra ella yo salgo corriendo hacia Uriel.
Obviamente éste ya me visto, así que está preparado para mi tirada y no espero lograr demasiado en su contra, pero me conformo con ser una distracción para que Luzbel logre huir, atacarlo, o cualquier cosa que sea conveniente y posible.
El choque de ambas espadas me golpea el cuerpo dolorosamente, me siento débil e incapaz de seguir.
Pero solo con ver a Luzbel en el piso y sangrando retomo fuerzas para seguir.
—Te gusta morir, ¿verdad? — pregunta Uriel sonriéndome con satisfacción.
—¿Lo dice el que nunca ha logrado matarme? — respondo sarcástica. Aunque me suena un poco extraña mi manera de hablar.
El siguiente golpe se siente menos fuerte, y continúo haciendo mis intentos por siquiera herirle un brazo. Me sorprende ver que sigo intacta y él está haciendo el esfuerzo por darme de una vez, pero logro librarme de la hoja de su espada.
Luego de darse cuenta que no va a ser tan fácil apuñalarme decide empujarme. Salgo volando unos metros y cago de espalda sobre la misma calle pero hacia el otro lado de acera. Lilith está acercándose al lugar en el que estaba antes de que la pelea iniciara, los tres demonios siguen en el parque peleando con criaturas extrañas, grandes y demoniacas.
Luzbel empieza a flotar de donde está, aún sigue vivo, aunque no le calculo demasiado tiempo.
Uriel se voltea hacia él y se aproxima para acabar lo que inició, cosa que me niego rotundamente a permitir.
Me pongo de pie y corro en su dirección, pero antes de que pueda acercarme un poco algo me levanta del suelo, Lilith ha centrado su atención en mí y veo un humo azul acercárseme peligrosamente. Lux parece jalarme en dirección al piso y desaparezco de la trayectoria de la magia de Lilith. Logro dar un paso y nuevamente floto, sólo que con violencia.
Alcanzo ver a Uriel, aún no llega a Luzbel y se lo está tomando con toda la calma posible, mientras yo lucho por hacer algo y lograr evitar que el ángel muera.
Me siento en una montaña rusa al ir de arriba para abajo, Lux intenta llevarme al piso y Lilith me regresar al aire, me siento mareada y desesperada. Algo parecido a toques me envuelve la mano con violencia, obligándome a soltar la empuñadura de la espada y dejando que ésta caiga.
Una vez que no hay nada que intente ayudarme, me elevo aún más, estoy tan alejada del suelo que basta con que me dejen caer para que me muera. Sin embargo Lilith quiere divertirse, y comienza a mandar luces hacia mí, de las cuales no quiero adivinar qué son capaces de hacer.
Están tan cerca de mí que sólo quiero que me de un paro cardíaco antes de que terminen de llegar.
Sin previo aviso se desvían de mi trayectoria, Lilith sale volando metros de donde estaba y yo me voy directo al piso.
Estoy a un par de metros de aterrizar, pero freno en seco y me quedo flotando. Alzo la mirada y me encuentro a la diosa de hacer un rato, camina en mi dirección mientras de sus manos sale humo de color morado y verde. No sé cómo llamarle, magia, brujería, tal vez las dos.
Logro incorporarme y dudo hacia dónde ir, Lilith viene de vuelta y Uriel juega con su espada provocando a Luzbel.
Hécate empieza un enfrentamiento con la demonio, después de todo ambas poseen poderes parecidos.
Recojo a Lux del suelo y corro hacia Uriel sin interrupciones, le veo alzar la espada en lo alto y me obligo a ir más rápido para interceptarlo a tiempo. Alzo a Lux y me apresuro a medir la distancia para lanzarla al ángel. Pero algo me hace frenar y derraparme mucho antes de llegar.
Una nube gigante de humo negro se forma detrás de ellos, Uriel baja la espada y el cuerpo de Luzbel se mueve de lugar.
—Creo que esto nos pertenece — dice una figura que sale de la nube. Piel roja, grandes cuernos y ojos amarillos brillantes —. No te preocupes por Luzbel, Uriel, lo cuidaremos bien — promete Satanás claramente sarcástico.
Junto a él está parado otro demonio. Su aspecto es completamente diferente, su piel es color azul clara, sus ojos son negros y el iris plateado, y tiene un aspecto demasiado marino.
Estoy segura que están de nuestro lado, pero no puedo confiar cien por ciento en ellos, necesito ir con Luzbel a donde sea que lo quieren llevar.
Me pongo de pie y corro en su dirección antes de que se vayan, Uriel esta pasmado y no hará nada para evitar que se lo lleven, ya tiene a demasiados en contra incluso cómo para seguir aquí.
Alguien más se interpone en mi camino justo cuando voy a pasar junto al arcángel.
Comienza a hartarme la forma tan repentina en la que todos aparecen y desaparecen, más tomando en cuenta que siempre que me topo con alguien nuevo es un conocido de mi oscuro pasado.
Y creo que esta vez no es la excepción.
Sus ojos rojos están clavados en mí, logro ver la sombra de una sonrisa imperceptible en su rostro. Su cabello oscuro está suelto y caen mechones delgados sobre su cara. Viene vestida de negro, pero no con vestidos o telas largas, su ropa se ve más estética, es más ajustada y digna de alguien que tiene demasiado movimiento físico.
Le doy una mirada corta a los demonios que tienen a Luzbel, y apenas alcanzo a mirar cómo se van; creo haber visto al ángel extender una mano en mi dirección, pero no estoy nada segura de ello.
—¿Me recuerdas? — pregunta la "chica" que acaba de llegar —. Porque yo sí que te recuerdo.
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