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Capítulo 10

—¿Alguien quiere decirme cómo vamos a entrar?

Los quince estamos a las orillas del bosque ocultándonos de los ojos de cientos de ángeles que cuidan el abrigadero.

Hay un tronco de árbol tirado, y no tardamos ni un momento en echarnos al suelo y mirar desde este punto.

Estoy muy decidida, pienso sacar a Jason de aquí, y si es posible también a Lily. Sin embargo las cosas se tornan un poco complicadas, pues aquí afuera hay más seguridad de la que supongo hay allá arriba.

—¿Ya los viste? — oigo que pregunta Luzbel, sin embargo no estoy segura que sea a mí —. El brazalete que llevan, con eso se identifican.

—Bueno, necesito a dos humanos para quitárselos, elígelos — contesta otro, pero no quiero ni voltearme a mirarlo.

—De acuerdo — acepta removiéndose de mi lado —. Necesito a dos valientes que quieran ayudar.

—Vamos — pide Kate dándome un ligero golpecito con el codo.

—¿Por qué carajo me tocó una amiga loca? — susurro aceptando su petición.

—Ustedes no — se queja Rafael.

—Tu cállate, nadie puso condiciones — contesto en susurros.

—Está bien, será mejor que sean ellas, llamarán más su atención — contesta el primero, que está en medio de Luzbel y Rafael.

—Te juro que si algo les pasa van a rodar cabezas — sentencia Luzbel.

—Eso suena bien, Gabriel. Luzbel terminaría matando a medio abrigadero solo — contesta otro que está a unos ángeles más hacia la derecha.

—No des ideas, Miguel, sabes que los dos se lo toman muy en serio — pide otro mas, pero no alcanzo a ver en donde está.

—¿Quieren darse prisa? No estamos para andar perdiendo el tiempo — se queja mi amiga irritada.

—Bien — acepta el que creo es Gabriel al tiempo que se para —. Vengan.

Kate es la primera en pararse, yo le sigo, pero Luzbel me sostiene del brazo antes de que pueda alzarme un poco.

—Uno: no hagas tonterías. Dos: haz exactamente lo que te diga Gabriel sin importar nada. 

—No pasa nada, estaré bien — le aseguro.

Termino de ponerme de pie y sigo a Gabriel junto con mi amiga. Caminamos alejándonos un poco de los demás, pero sin salir o exponernos demasiado fuera del bosque.

—Escuchen — pide parándose y volteando a vernos —. Esto es muy fácil, van a salir a la calle, y van a caminar como si nada al lado contrario al abrigadero, ellos van a notarlas en seguida, así que vendrán e intentarán llevárselas.

—¿Y luego? — pegunto.

—Ustedes solo encárguense de llamar la atención de algunos, lo demás es asunto nuestro.

—Vale — acepta Kate —. ¿Hacemos algo en especial o sólo caminamos?

—Hagan algo de ruido, pero no demasiado, no quiero que salgan medio ejercito por ustedes.

—De acuerdo — acepto.

—Y otra cosa — inquiere antes de irse —. Procuren estar más cerca del bosque, si pueden correr para que las sigan mejor.

Luego de asentir nos separamos, Gabriel vuelve con los demás y nosotras caminamos unos metros más antes de empezar a salir por completo.

—De ser comandantes a ser carnada — comenta mientras va caminando despreocupada, como si estuviera dando un paseo en el mundo de antes.

—Alguien tiene que hacer el trabajo sucio.

—¿Recuerdas que hace unos meses Jason estaba en el hospital? Pensamos que iba a morirse, nos dijeron que probablemente no sobreviviría más que un par de días. Pero ahora estamos aquí en una misión imposible para salvarlo de los ángeles.

—Lo recuerdo, fue de mis peores días. Brian fue el primero en ir al hospital, y Jason lo siguió casi al instante.

—Siempre juntos, ¿no?

—Siempre — acepto intercambiando miradas.

—Es hora.

—Sorpréndeme.

—Tú lo pediste — hago una mueca al oírle. Veo como da la vuelta sin dejar de caminar a mi lado, sólo que ahora va de reversa. Un sonido agudo se escucha entonces, la especialidad de Kate es chiflar y ser oída al otro lado del mundo.

Me volteo también, de forma que ahora ambas vamos caminando de reversa.

—¿Nos oyeron? — pregunta pensativa. Yo sigo viendo a los voladores igual.

—Lo hicieron — aseguro frunciendo el ceño —. No tengo duda.

Kate se lleva una mano a la boca y vuelve a chiflar, sólo que esta vez lo hace más fuerte y durante más tiempo.

—Espera... — hablo sin quitar la mirada del abrigadero —. Espera... — los veo sin prestarnos atención aún —. Espera... — y no puedo creer que parezca que no notan nuestra presencia —. Ahora, corre.

Ambas damos la vuelta y comenzamos a huir apenas veo que algunos vuelan en nuestra dirección. Ya que entendí que debíamos alejarlos hago todo el esfuerzo por correr más rápido y lejos.

Cuando escucho alas batiendo el aire cambio de dirección, ambas comenzamos a adentrarnos al bosque sin disminuir un poco la velocidad, pero comienzo a ponerme de nervios cuando oigo sus pasos detrás y no veo que ninguno de los nuestros llegue.

Siento que vienen pisándonos los talones y en cualquier momento van a alcanzarnos, no sé cuantos sean, e incluso no sé si ha sido buena idea llamar tanto su atención, pues tal vez son más de los previstos.

Oigo varios golpes, unos cuantos quejidos y algunas maldiciones. Me volteo a mirar y veo a Luzbel peleándose con algunos al mismo tiempo.

—Bien hecho — felicita luego de dejarlos tirados. Alcanzo a ver que sostiene algo brillante en una de las manos, y luego lo pone en su bisep.

—Vámonos — oigo que habla otro —. Entremos.

Todos nos apresuramos a salir de la oscuridad, ningún otro ángel ha llegado en apoyo a los que acaban de matar, así que supongo que hemos hecho un buen trabajo.

—Tenemos que ver con qué identificarnos nosotros — oigo la voz Rafael.

—Suena a superioridad — se queja Luzbel.

—¿Desde cuando te importa eso a ti? — pregunta otro con gracia. Es cierto, la superioridad es lo suyo.

—Desde el día que te quitaron a tu ejercito — contraataca Luzbel.

—No empezaremos con discusiones de nuevo, ¿o sí? — interviene Gabriel.

—Debí darle mi voto a Uriel — se queja de nuevo Miguel.

—Sobre todo porque son los hermanos más unidos y cariñosos de todo el edén — comenta Luz con burla.

—Por lo menos no me roba a mi ángel — contraataca ahora Miguel.

—¿Ya vamos a empezar con eso? — se queja Rafael.

—Por supuesto que no, también bromeaba.

—Era para fortalecer la hermandad — continúa otro haciendo que el tema siga abierto, sin embargo oigo a todos los ángeles reír, y yo no puedo evitar reírme con ellos.

—Esa broma me suena a que Raguel quiere entrar a la pelea.

—Claro que no, nuestro ángel armónico jamás entraría a una pelea tan injusta e imparcial.

—Cállate, Rafael, que debí permitir la venganza de tu hermano.

—Volvemos a lo mismo — reprocha Luzbel, y casi podría jurar que está rodando los ojos —. ¿Gustan dejar el pasado de mis ex parejas atrás?

—Eso sonó demasiado humano para venir de ti — se burla Miguel con una risa seca.

—No lo sé — inquiere Rafael pensativo —, supongo que Luzbel tiene razón, hablar de sus antiguos amoríos sería como leer la lista de almas de Azrael.

Nuevamente nos reímos, el humor de los ángeles es bastante oscuro y ácido, pero es divertido después de todo.

—Lo más gracioso de esto es que Lía se ríe de la promiscuidad de su ángel — resalta Gabriel.

—¿Qué me queda? Tengo que vivir con ello — admito encogiéndome de hombros.

—Tengo una duda desde hace cientos de años — inquiere Miguel.

—¿Cuál? — pregunto al pensar que la duda es para mí.

—¿Por qué no preferiste a Rafael? — me da un vuelco a corazón entonces, aunque espero de verdad que esta vez no le hayan prestado atención.

—No es momento para aclarar esas dudas — interviene Gabriel, y se lo agradezco mentalmente. Kate esa junto a mí y creo que comienza a sospechar algo.

La verdad es que no me conviene que sospeche absolutamente nada del tema.

—¿Preferir a Rafael en qué sentido? — pregunta ella zanjando mis súplicas.

Todos nos quedamos en silencio, la incomodes puede palparse y creo que habemos dos en el grupo que deseamos que la tierra nos trague.

—Es chiste de ángeles, chica — contesta Gabriel —, ya te lo explicaremos después.

Creo que Kate va a insistir, sin embargo ya hemos llegado nuevamente a la calle y no le queda oportunidad de hacerlo.

—¿Cómo entraremos? — pregunto mirando el abrigadero.

—Así — contesta Luzbel antes de sujetarme y emprender el vuelo —. Finge que acabo de secuestrarte.

—¿Cómo supones que haga eso?

—Imagina que soy otro ángel.

—Teniendo en cuenta que ya estamos aquí no habría demasiado que hacer.

El lugar se ve muy luminoso, la construcción es un palacio color dorado, pareciera que está hecho de oro, y tomando en cuenta lo que Luzbel me ha platicado, no dudo que lo sea.

Observo el lugar con discreción, no sé por dónde supone que entrará, así que eso me pone aún más tensa que la forma en la que me sostiene.

Luego de detenerse a mirar todo, Luzbel termina entrando por uno de los balcones del palacio. Me deja con cuidado en el piso y espera a que los demás vengan también.

Algo parecido a un grito ahogado me hace desviar la mirada del cielo. Una ángel está parada a escasos metros de nosotros, viene vestida de blanco y mira pasmada en dirección a Luzbel. Su rostro se me hace conocido, sin embargo no doy de donde.

—Luzbel... — susurra sin aliento. Éste se voltea y la mira con expresión parecida. ¿Qué pasa aquí?

—Kristen... — claro, la doctora que dio el voto de desempate a favor de Luzbel.

—Viniste...

¿Viniste? ¿Tendría que venir? ¿Luzbel tiene algún motivo para venir justamente aquí?

—¿Tú qué haces aquí? — salta entonces.

—Yo...

—Uriel ya te convenció también.

—No, es que yo... Uriel me obligó a venir aquí. Pero tú, tú vienes por mí, ¿verdad?

Algo aquí esta definitivamente mal, ya no me queda ni la mas mínima duda de eso.

—Por supuesto que no — contesta con amargura —. Vine por motivos diferentes, ya sabes que tú y yo no somos nada, no empieces con tus pensamientos raros.

—Me vale un carajo que no haya tiempo o cualquiera de las excusas que sé que vas a poner, así que quiero tu maldita explicación ahora mismo — exijo ardiendo de furia.

—Escucha, no es una excusa, pero...

—Pero nada, Luzbel — le interrumpo —, quiero la explicación ahora.

—¿Dejas que una humana te hable así? — pregunta Kristen con arrogancia.

—Tú te callas, zorra voladora — espeto cabreada —. Y tú vas hablando o me voy a poner muy violenta — me advierto a Luzbel.

—Bien, bien. Solo cálmate.

—¿Quién es ella? — interviene la rubia.

—Yo... — comienza Luzbel mirándonos a amabas sin saber a quién contestarle primero —. ¡Cállense! — ordena antes de que hablemos otra vez —. Si dices algo me voy a poner muy violento, y sabes que hablo en serio, ni siquiera pienses en decir mi nombre aquí adentro — le amenaza a Kristen.

—¿Qué crees qué haces, Luzbel?

—Ya te lo dije, no me provoques.

—Sigo esperando — recuerdo.

—No sé cómo explicártelo...

—¿Quién es? — interrumpen nuevamente —. Dime o grito tu nombre para que todos sepan que estás aquí, Luzbel.

—No puedo decirte su nombre.

—¿Por qué no?

—Porque está aquí.

—No juegues conmigo, eso sólo pasa con las almas reen... Reencarnadas... — termina mirándome sin aliento — ¿Es..?

—Sí, lo es, ahora cállate Kristen.

—¿La buscaste? — pregunta con tono decepcionado —. ¿De verdad la buscaste?

—No la busqué, ella me encontró a mí.

—Pensé que tú y yo...

—Kristen para ya, deja estar las cosas, estoy con Lía desde hace más de un año.

A la ángel se le crispa la cara al oírlo, mira con incredulidad a Luzbel e intenta decir algo, pero las palabras simplemente no salen.

—No sé a quién engañaste más, si a ella o a mí — suelta antes de dar la vuelta e irse.

Mi corazón está acelerado, y estoy segura que comienza a dolerme de una forma sentimental. Mi vista está pegada al suelo y ni siquiera deseo respirar.

—No me lo digas — hablo un instante antes de que lo haga él —. Sé lo que pasa.

Ni siquiera puedo voltearme a mirarlo, no puedo siquiera mirarle las botas. Sé que sus ojos están sobre mí e intenta decirme algo para calmar las cosas, pero no deseo oírle.

Las palabras de Kristen han sido demasiado claras como para no comprenderlas. Y la actitud nerviosa de Luzbel lo comprueba totalmente.

—En cuanto volvamos quiero que tomes cualquier cosa que hayas dejado y te largues — continúo antes de que él lo haga.

Oigo más pasos, ladeo ligeramente la cabeza y veo que los demás han llegado.

Los ángeles ponen a los chicos en el piso y comienzan a acercarse a donde estamos.

—Nos vamos — aviso alzando la vista en su dirección —. Seguiremos solos, vámonos.

Los seis intercambian miradas con el ceño fruncido, y puedo ver que los ángeles hacen lo mismo confundidos. Sin embargo Kate y los demás no ponen objeción y se apresuran a acercarse a mí.

Le doy una mirada rápida y me volteo para comenzar a caminar por el pasillo.

No sé a dónde voy, pero estoy segura que Luzbel tampoco lo sabría.

—Lía... — Kate rompe el silencio incómodo. Le oigo insegura, pues sé que no quiere molestarme pero también quiere ayudarme.

—Estoy bien.

(...)

—Ni siquiera sabemos a dónde ir — susurra Matt.

—Da igual, nadie iba a saberlo de todas formas. Ahora sólo nos queda hacer esto solos.

—A mí no me interesa, ¿qué hacemos? — acepta Jesse muy decidido.

—Sólo nos queda espiar a los ángeles hasta oír algo que nos pueda ayudar. Algún laboratorio o cualquier estupidez de esas.

—Por principio de cuentas, ¿a donde crees que se lleven a las personas que recogen? — inquiere Matt.

—No lo sé, pero creo estar segura que llevan lugares diferentes a chicas y chicos.

—No tengo idea, pero algo me dice que el laboratorio debe estar abajo, tal vez sea subterráneo. Mi conocimiento cinematográfico me lo dice — comenta Kate con gracia.

—Bueno, por lo que vi estamos estamos en el primer piso — comienzo —. Debemos de hallar la forma de ir a la planta baja y buscar el laboratorio.

—No quiero arruinar el plan, pero, ¿y si el laboratorio está arriba? — sugiere Doom.

—Tendremos que investigarlo.

—Alguien viene — avisa Kate despegándose de la puerta.

Todos nos movemos como locos en busca de un lugar en el cual escondernos. Zed se mete debajo del escritorio, Doom se va detrás de lo que parece ser una vitrina junto con Jesse, Matthew se mete a un estante, y Kate me jala para meterme con ella a lo que tiene pinta de ser un armario.

—Shh — susurra mientras nos acomodamos bien el piso.

Oigo la puerta de la habitación abrirse, no hay ningún ruido más que los pasos de la cosa que entró.

Ambas nos inclinamos un poco hacia enfrente de manera que podemos ver a travez de las persianas de las puertas. Un ángel está caminando hacia al librero que está justo detrás del escritorio, comienzo a rezar para que no descubra que Zed está ahí escondido. Sin embargo se va directo a los libros y no se percata de la presencia de nadie. Luego de observar un largo momento el mueble, comienza a sacar varios ejemplares y lo pone sobre el escritorio sin mirar.

Lo va a ver, está a segundos de descubrirlo.

—Si lo ve tendremos que salir — susurra Kate al oído tan bajo que casi no logro oírla.

Asiento en respuesta y continúo mirando con atención. El ángel por fin se voltea del mueble, tiene un libro en las manos y está leyéndolo mientras dan unos pasos para sentarse.

Zed tiene los segundos contados antes de que lo descubran, sé que los seis estamos tensos, y por lo menos Kate y yo estamos preparándonos para saltar fuera de aquí en cuanto vea al chico.

La puerta se abre y desvío la atención del ángel al tiempo que él la desvía de su lectura.

—Uriel llegó — oigo otra voz —. Tenemos que ir al Gran salón.

—Entiendo — contesta poniéndose de pie y dejando el libro sobre el mueble —. Iré al laboratorio a dar la orden para que el siguiente grupo pase, Uriel querrá avances y esos niños no se convertirán solos.

Me quedo pasmada sin poder creerlo, ¿se convertirán en qué? Kate y yo nos volteamos a ver al mismo tiempo con la boca abierta, está igual de impresionada que yo.

—Sobre eso... no he encontrado a Kristen, y tengo entendido que tú eres su mano derecha.

—Así es, ¿que necesitas?

—No hemos encontrado más niños. Eran demasiado débiles y muchos murieron en el ataque, los soldados no han encontrado más que mujeres.

—No te preocupes ángel, con los niños recolectados hasta ahora es suficiente. Ahora entrará el penúltimo grupo, son los que trajeron hace un mes.

Casi comienzo a llorar cuando lo oigo, tengo esperanzas de que Lily siga viva y bien, estoy segura de que aún puedo rescatarla, pero eso significa que tengo que hacerlo ahora antes de que logren hacerle algo.

—Por cierto — continúa —. ¿Trajeron lo último que les pedí?

—Nos encontramos con un grupo de humanos hace unas horas. Todos hombres, pero no pudimos capturarlos, lograron escaparse antes.

—Maldita sea...

—Pero — inquiere —. Le trajimos a uno que no logró huir.

—Con eso basta — contesta maravillado —. Dile a Uriel que lo veré a media noche, le tengo un proyecto único y comenzaré con el ahora mismo.

—Es Jason — susurra Kate de nuevo, sólo que esta vez casi no puede pronunciar las palabras.

—Yo se lo diré — acepta —. Vayámonos de una vez, el tiempo no se detiene.

Oigo que ambos ángeles abandonan la habitación con prisas. Me relajo mientras me recargo sobre la pared, necesito hacer un plan ahora antes de que sea demasiado tarde.

—¿Cómo están? — les pregunto en voz alta.

—Bien — contestan.

—Creo que ya sabemos bastante. Si tienen una reunión eso significa que todos estarán en su salón y no afuera, eso nos dará ventaja.

—Creo conveniente que sigamos al ángel, él nos guiará — sugiere Matt.

—Es tarde, debe estar llegando a su laboratorio. Pero salgan, nos vamos.

Comienzo a ponerme de pie, pero oigo el ruido de la puerta abriéndose y quedo paralizada donde estoy.

—Si no la encuentro ahora voy a matar a todos en este puto lugar — oigo una voz familiar, sin embargo las prendas que están colgadas me cubren la cara.

—Eres un idiota, tiene toda la razón de mandarte al carajo.

—¿Quieren dejar de pelearse? Lo que el asno de Luzbel haya hecho es irrelevante en este momento.

Ruedo los ojos al oír su nombre y termino de enderezarme, siento a Kate seguirme y al cabo de un momento estamos saliendo del armario.

—¡Corre! — oigo la voz de Doom al tiempo que corre con Jesse y jala a Zed para terminar de ponerlo de pie.

Matt sale del estante y se va detrás de los otros tres.

—Sí — acepto dirigiéndome a Kate —. Corre.

Ambas salimos disparadas detrás de los otros cuatro, no sé para dónde van pero no digo nada y continúo corriendo hasta alcanzarlos.

—¿Cómo vamos a hacer esto? — pregunta Matt una vez que nos detenemos.

—Buscamos el laboratorio, entramos y buscamos la manera de encontrar a Jason... yo tengo que buscar mi hermana, lo siento, pero tendré que dejarlos solos hasta que la encuentre.

—Iré contigo — se ofrece Kate —. No puedes ir tú sola.

—Yo voy con ustedes — se dispone Zed —. Doom, Jesse y Matt podrán con Jason.

—¿Y cuál es el plan? ¿Nos veremos en algún lugar o solo recogemos a Jason y nos vamos? — inquiere Jesse.

—Váyanse, sólo rescátenlo y vean la forma de salir. Supongo que tenemos tiempo en lo que Uriel da su sermón, pero no se confíen, no sé cuánto dure.

—Entonces vámonos —acepta Matt parándose y tomando la delantera —. No veo a ninguno, supongo que esto está despejado.

Los seis estamos pagados de espalda a un muro, Matt se está asomando por donde termina y empieza un barandal que llega hasta las escaleras principales.

—¿Ves algo? — pregunto en susurros.

—No...

Me acerco a él, lo abrazo y asomo ligeramente la cabeza. El vestíbulo está completamente vacío, no hay un solo ángel ni nada andando por ahí.

Dudo en salir, no sé si sea una buena idea bajar las escaleras como si nada, a pesar de que no veo a nadie no sé si hay alguien cerca.

Una figura blanca entra a mi campo de visión. Instintivamente vuelvo a ocultarme, sin embargo me asomo un segundo después para ver de quién se trata.

Kristen.

Va caminando hasta detenerse frente a una puerta de cristal ahumado.

—Es ahí — susurro —. El laboratorio.

Apenas veo que la ángel se mete, salgo disparada hacia las escaleras. Afuera no hay nadie, miro hacia todas partes y constato que de verdad todo aquí está vacío.

—Cuídense — nos dice Matt una vez que estamos fuera de la puerta de cristal.

—También ustedes, espero que podamos encontrarnos, si no sólo váyanse, los veremos en la fortaleza.

Con miedo abro la puerta, me asomo ligeramente esperando no encontrarme con nadie adentro. Un pasillo se extiende frente a mí, el piso es blanco, y hay cubículos extendiéndose a cada lado; todo es de cristal, los muros de cada pieza son de cristal transparente y puedo ver dentro algunos muebles como estantes y escritorios, sin embargo todos están vacíos.

Termino de abrir la puerta y entro sin quitar la mirada del pasillo, camino con lentitud mientras intento oír algún ruido que me indique la presencia de alguien extra a nosotros, pero el lugar está completamente en silencio.

—Vamos — pido al tiempo que apresuro el paso.

Todo aquí adentro está en calma, no oigo más que nuestros pasos y mi respiración un poco agitada.

El pasillo termina entonces, miro hacia ambos lados y noto dos escaleras a cada extremo, una sube y la otra baja.

—Nosotros bajaremos — decido luego de pensarlo un momento.

—Bien, iremos arriba — acepta Jesse —. Suerte con Lily.

—Y ustedes con Jason.

Luego de dedicarnos miradas de apoyo nos separamos en tres. Soy la primera en bajar, y me pongo de nervios al notar que las escaleras son un espiral y estoy en un cilindro con paredes de metal que parece no tener fin.

Bajo tan rápido como puedo, sin embargo tengo miedo de tropezarme y caer hasta donde terminen los escalones.

—¿Ves algo? — pregunta Kate.

—Aún no — contesto intentando ver algo entre la obscuridad.

Bajo de nuevo el pie y me doy cuenta que he llegado al piso, alzo la vista y noto otro pasillo frente a mí.

—Llegamos — aviso y me quito del camino para que no vayan a chocar conmigo cuando lleguen.

Espero unos segundos antes de emprender camino, oigo algo, pero el eco del pasillo lo distorsiona y no sé qué es. Perecen gritos, llantos, quejas y ordenes, tal vez lo sean, no lo sé.

Freno un par de pasos antes de que termine el pasillo, respiro profundo y me asomo con cautela para mirar.

El lugar es grande y sombrío, noto filas de niños a metros de donde estamos; ninguno rebasa el metro treinta, vienen vestidos con un camisón blanco y están descalzos.

Por lo que veo hay muy pocos ángeles, una de ellos es Kristen, está caminando entre las filas mientras estudia con atención a cada uno de los niños que lloran y se tiran al piso.

—¿Está ahí? — pregunta Kate.

—No lo sé, no alcanzo a verla — contesto haciendo mi máximo esfuerzo por ubicar a mi hermana.

—¿Qué vamos a hacer? — pregunta Zed.

—No lo sé... no podemos solo entrar, menos si ni siquiera sé dónde está Lily.

—Mira allá — dice señalando hacia enfrente de donde estamos —. Es una clase de cuarto, habitación, que sé yo. Seguramente hay algunas batas que podamos ponernos para camuflajearnos un poco.

—¿Se te olvida que las alas no son parte del uniforme?

—Ya lo sé, pero tal vez no presten demasiada atención a eso, sólo verán una figura blanca y ya.

—No suena tan mal — concuerda Kate pensándolo un poco —, después de todo no hay muchas opciones, es esa o nos vamos.

—No voy a irme, estoy segura que Lily está ahí y no pienso dejarla.

—Entonces mueve esas piernas y vamos ahí adentro a buscar algo que nos sirva. Tal vez haya una espada o esas cosas que usan ellos.

—No, si ves alguna no pienses en acercarte siquiera, a veces sus espadas son más peligrosas que ellos mismos.

—¿Qué? — pregunta desconcertado.

—Es cierto — acepta Kate —. Escuché que la espada de Rafael me hablaba... no lo sé, no estoy segura, pero creo que así fue.

—Vamos ya — intervengo.

No sé como vamos a salir de aquí y atravesaremos tantos metros sin ser descubiertos.

Los tres miramos atentos hacia afuera, yo más que nada intentado reconocer a mi hermana, pero no la veo por ningún lugar.

—¿Oíste eso? — me pregunta Kate.

—¿Oír qué?

—Dijeron tu nombre...

Me concentro en escuchar atentamente y reconocer algo entre los cientos de llantos.

Y lo oigo, su voz gritando mi nombre desesperada. Ahora sólo me falta saber exactamente en dónde está.

Como por arte de magia los ángeles comienzan a elevarse, y los tres no esperamos más tiempo para salir disparados hacia la pequeña habitación que observó Zed.

—Genial — habla una vez que estamos dentro —. Tomen.

Nos da dos batas y se pone otra, a decir verdad nos quedan un poco grandes, pero dudo que alguien note precisamente eso.

Tan pronto como nos acomodamos bien la ropa volvemos a salir, pero nos quedamos regocijados en las sombras esperando ver nuevamente a los ángeles.

—¿Qué te parece este, Kristen? — oigo una voz por encima de todo.

Veo tres tipos, y no sé a cuál prestarle atención primero. Al doctor, a Jason, o al otro que observa todo con mirada fría y calculadora.

Un escalofrío me recorre cuando sus ojos se posan sobre mí, estoy segura que de verdad me está viendo, pues una sonrisa se dibuja en su rostro.

¿Qué haces aquí, niña? — escucho una voz en mi cabeza. ¿Qué hago? ¿Él me está llamando?

Me encojo de hombros en respuesta, a los que asiente y desvía la mirada de mí.

—Bien, Jason está ahí, sólo hay que buscar a Lily y ver la forma de sacarlos a ambos — inquiere Kate en susurros.

Los ángeles se dispersan entonces, dejando a Jason amarrado en una base flotante de metal.

—Vamos — digo con voz temblorosa.

Me adelanto a caminar mientras ningún ángel mira en nuestra dirección, puede que logre hacer algo antes de ser vista.

Jason me ve entonces, sin embargo niego con la cabeza y no hace nada más que quedarse quieto donde está.

Me aboco a buscar a mi hermana, ahora más que nunca deseo que vuelva a gritar mi nombre para que de con ella más fácilmente.

Cambio de fila sin ser vista, camino unos cuantos pasos y la encuentro. Tiene la cara sucia y con algunos rasguños, su cabello está enmarañado, y puedo verle el rastro de lágrimas que va desde sus ojos hasta su cuello.

Como si la llamara con el pensamiento alza la vista y me ve, sus ojos se iluminan y apenas alcanzo a poner un dedo sobre mis labios para que entienda que debe de callarse y no hacer nada.

Camino un poco más lento, dejo atrás a mi hermana y busco a los demás con la mirada.

Kate está mirándome al igual que Zed, así que asiento imperceptiblemente para que sepan que la he encontrado.

Desvío la vista y me encuentro de nuevo con los ojos del demonio. Está de brazos cruzados y me analiza con la sombra de una sonrisa, sólo esperando ver hasta dónde soy capaz de llegar.

Más atrás de él, donde terminan otras escaleras veo unas sombras, me cuesta unos segundos darme cuenta que son Matt y los otros dos. Luego de una señal nos ponemos en sincronía para rescatar a Jason y mi hermana al mismo tiempo. No sé cómo lo vamos a hacer pero supongo que lo lograremos, después de todo van a intentar evitar que nos llevemos a alguno de los dos, y supongo que eso dejará que el otro escape primero.

Doy la vuelta con discreción, tomaré a Lily y huiremos todos de una vez.

De reojo veo a Kristen, vamos más o menos a la misma altura con diferencia de bastantes filas de niños. Comienzo a ponerme nerviosa entonces, estoy a unos cuantos de llegar con mi hermana, pero eso significa que estamos a nada de que todo comience.

Me paro entonces, acerco lentamente la mano a Lily, y ella me sostiene con cautela y sin moverse ni un poco.

Respiro profundo, siento el corazón comenzar a latirme fuerza, pero también lo siento detenerse cuando veo de reojo que Kriste se voltea a mirarme directamente.

De acuerdo, qué me queda, ya me ha visto.

Giro un poco la cabeza de modo que la veo directamente, ambas comenzamos un duelo silencioso, sólo esperamos el mínimo movimiento de la otra para actuar.

Y cuando estaba punto de hacerlo algo la detiene, veo que el muro que está metros detrás de ella se deforma al tiempo que hace un ruido.

Dado que no me quedan ganas de investigar qué ocurre, jalo a Lily del brazo con fuerza y la abrazo para cargarla y huir.

Kate y Matthew están jalando a Jason, mientras veo que todo comienza a salirse de control aquí adentro. Los ángeles vuelan de un lado a otro, algunos intentan detenernos, pero no logran llegar a nosotros.

Le doy una mirada rápida a Astaroth y confirmo que él está haciendo todo esto.

Comenzamos a correr hacia el mismo lugar del que llegamos. En el camino veo que todos los niños desaparecen instantáneamente, y algo del otro lado se rompe. Apenas y alcanzo a ver que cientos de cosas salen del hueco, pero ya estoy corriendo por el túnel y no quiero saber qué son esas cosas.

—¡Date prisa! — oigo gritar a Kate, sólo no sé a quién de todos nos ha dicho, tal vez a todos.

—Abrázame bien, Lily — pido un momento antes de subir el primer escalón. Ella me obedece y me rodea con fuerza la cintura con las piernas y el cuello con los brazos, dejando que así yo pueda ocupar las manos para sostenerme de cualquier cosa y subir más de prisa.

—¡Más rápido! — grita de nuevo cuando un ruido comienza a escucharse cercano, tal vez del túnel que acabamos de pasar.

—¡Date prisa, Lía! — chilla mi hermana aferrándose aún más fuerte —, son ellos, ¡son ellos!

Por fin veo luz, oigo que terminan de subir y continúan por el pasillo.

Kate me hace favor de esperar a que termine de subir, pero me jala para arriba cuando aún me faltan más de tres escalones.

Vuelvo a abrazar a mi hermana una vez que estoy arriba, Kate y yo recuperamos el paso y estamos a poco de alcanzar a los demás cuando oigo un grito agudo junto a mí. La verdad no quiero ver porque ha gritado mi hermana.

Pero cuando Kate grita también, me veo obligada a voltear.

Detrás de nosotros vienen persiguiéndonos cosas que jamás había visto. Tienen cuerpo de niños de un año o menos, pero por lo que alcanzo a ver, su piel es de un color grisáceo y sus ojos son demasiado grandes y amarillos. Además de que corren como nosotros.

Doom empuja la puerta de cristal y se sigue corriendo, todos nosotros salimos antes de que ésta comience a cerrarse, y al final Kate la empuja para atrás en un intento de que lo que nos sigue se estrelle y pare, o por lo menos tarden más en salir.

Ver a Luzbel a unos metros de mí me tensa más que las cosas que están por salir del laboratorio. Él y los demás miran en nuestra dirección, y a juzgar por nuestras prisas y expresiones notan que algo no está bien.

No sé porqué frenamos frente a ellos, yo quiero seguir pero me lo impiden y me veo obligada a quedarme donde estoy.

Instintivamente me volteo hacia el lugar del que acabamos de salir, sin embargo lo que veo es a Astaroth corriendo en nuestra dirección.

—¿Qué estás haciendo aquí? — oigo que casi le grita Luzbel mientras intenta abrazarnos a Lily y a mí.

—Háganse a un lado — contesta frenándose a unos pasos de nosotros —. ¡Ya! ¡Quítense!

Yo no dudo un solo segundo, me quito de donde estoy y jalo a Luzbel en contra de mi voluntad.

La puerta del laboratorio se abre, y todos los monstruos salen disparados en diferentes direcciones, aunque no se tardan demasiado en venir hacia nosotros.

De una forma sorprendente, Astaroth se deforma frente a nosotros, adoptando la figura de un demonio gigante, con grandes cuernos, piel rojiza y alas negras de murciélago.

Está montado sobre lo que parece un lobo, con piel descarnada y demás cosas terroríficas.

La criatura comienza a comerse a los pequeños monstruos mientras el demonio rocía a los ángeles que llegan con fuego proveniente de sus manos.

—Váyanse — nos habla con voz tremendamente gruesa y profunda.

Veo que algunos ángeles toman la delantera hacia la salida junto con Doom y Jesse.

Kate da un par de pasos antes de agacharse y comenzar a vomitar. No la culpo, yo estoy a un segundo de acabar igual.

—¡Luzbel! — oigo un grito luego de que comenzábamos a huir. Ambos nos frenamos en seco y volteamos a mirar.

Uriel está estático en el aire mirando en nuestra dirección, su expresión es mortífera, está cargada de odio y furia, y puedo ver el deseo de asesinar aquí mismo a su contrincante.

Luzbel sonríe entonces y hace una reverencia ante su hermano.

—Cuídate de mi furia, bastardo.

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Siguiente actualización jueves 04 de abril ♥️

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