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Capítulo 1

Miro por la ventana sin ganas. Quiero salir, quiero hacer algo más de lo que he hecho hasta ahora. Sin embargo solo me queda estar aquí, mirando.

Unos golpes en la puerta me sobresaltan, desvío la mirada de la ventana al tiempo que alguien entra.

—Creo que lo logramos — avisa solamente asomando la cabeza.

—¿Lograr qué? — pregunto parándome de la silla de golpe.

—Comunicarnos con ellos. Los chicos lograron comunicarse desde nuestra estación de radio a la suya.

Llego de un brinco a la puerta, termino de abrirla y salgo con Aaron al pasillo.

—¿Contestaron? — pregunto mientras vamos corriendo.

—Creo que sí, estaban haciendo arreglos para poder conectarse bien, me han pedido que venga por ti cuanto antes.

Ambos corremos aún más por el pasillo, vamos de camino hacia el salón de tecnología como si no hubiera un mañana.

Todas las personas que están aquí me estorban, sin embargo no voy a quitarlas sólo porque tengo prisa.

Unos días después de que todo comenzara hicimos esto. Ya que no había lugar seguro para nadie, decidimos hacer de la universidad una zona de agrupamiento. A este lugar ya no le llamamos escuela, ni universidad.

Ahora es la fortaleza.

Aquí hemos recibido a cientos de personas, aunque lamentablemente en su mayoría somos jóvenes.

Muchos de los antiguos estudiantes de la universidad están aquí junto con sus familias... o lo que resta de ellas. Es lamentable, pero son contadas las personas mayores a treinta y cinco o cuarenta años.

—Son ellos — habla Kate en cuanto entro al salón. Trae puesto uniforme militar y un arma colgando del hombro.

Lo triste es la forma en la que conseguimos todas estas cosas.

Hubo miles de soldados muertos, y tuvimos que apurarnos a robarles las cosas que traían encima. Ropa, municiones, todo. Teníamos que hacerlo antes de que las cuadrillas llegaran.

Así les llamamos a las pandillas que están por ahí, sólo buscando qué robarse.

—¿Pueden oírnos? — pregunto llegando junto a Kate y Matthew.

—Los oímos — contesta una chica y escucho como otros tantos intercambias palabras —. Soy Shelsy.

—Vaya, jamás pensé que iba a alegrarme de escuchar tu voz — admito con un poco de diversión.

—¿Lía? — pregunta entonces.

—Exactamente.

—Dios, no sabes cómo me alegra hablar contigo. Sé que nos odiamos a muerte en su momento, pero... creó que en estos tiempos eso deja de existir.

—Así es, nada de odio.

—¿Tienen un plan?

Volteo a intercambiar mirada con Kate. No es como si tuviéramos propiamente un plan, porque bueno. Destruir a los ángeles sólo es el fin al que queremos llegar.

—Tenemos varias ideas — admito —, aún no podemos tener un plan bien elaborado.

—Los entendemos, estamos en algo parecido... pero apenas y pudimos conseguir esto, no teníamos forma de comunicarnos.

—Creo que estamos en las mismas, tardó más de un mes poder llegar a esto.

—Hey, ¿tienen comida?

—Creo que lo justo... mandamos equipos en busca de provisiones...

—Bien, escucha. Creo que nos hemos hablado para lo mismo. Nuestra universidad no es muy grande. Y para su tamaño ya habemos demasiados. No tenemos electricidad, así que de verdad no sé cómo han logrado hacer esto del radio. Pero te ofrezco algo. Les daremos todo lo que tenemos aquí si ustedes nos dejan ir para allá.

—Es precisamente lo que íbamos a ofrecerles — susurra Kate con el ceño fruncido.

—Bien — acepto sin comentar que eso mismo iba a proponerle y sin pedir nada a cambio —. Es un buen trato, hay que unirnos, será lo mejor para todos.

—De acuerdo, escucha. Tenemos los camiones de la universidad. En donde salían los chicos de Americano a las competencias y todo eso, el problema es que no tenemos gasolina suficiente. No nos hace falta demasiado. Según nuestras cuentas necesitamos a lo mucho diez litros. ¿Crees que puedan ayudarnos?

Kate asiente cuando me volteo a mirarla, supongo que no me enteré de ello.

—Podemos, eso no será un problema — acepto volviendo la vista al aparato por el que estamos hablando.

—Alguien tiene que venir a dejarla entonces. Por lo menos salir y verse con alguien de aquí en un punto para entregar la gasolina.

—Iremos, no te preocupes por eso.

—Bien, ahora escucha. Hicimos un horario. Ellos vigilan esta zona a diario a las doce del día. Tardan una hora en merodear, luego de eso se van y no regresan hasta las cuatro. La hora más segura es de la una a las cuatro, luego de esa ronda es peligroso salir. Pero no por ellos, por las cuadrillas.

—Lo sabemos. Mañana estaremos allá luego de la una, no nos ataquen cuando estemos fuera.

—¿Atacarlos?

—Sí... ¿no se defienden de las cuadrillas si quieren entrar?

—Digamos que no son muy vulnerables a las piedras.

Kate suelta una carcajada entonces, y al parece todos los presentes intentan no reírse.

—Vaya, pues eso no lo entendemos. Digamos que aquí hay medidas de seguridad muy extremas.

—¿Ah si?

—Hey, a unas cuadras de aquí fue campo de guerra hace un par de meses. ¿Sabes lo que significa? Tenemos parte de la última generación de armamento militar que se produjo en el país. Además de que se nos ocurrió la grandiosa idea de poner cadáveres afuera de la universidad. Las pandillas creen que los matamos nosotros — esta vez me rio junto con Kate. La verdad fue una buena idea, en gran parte eso ha ayudado a mantenernos a salvo.

—Increíble, aquí estamos muy desprotegidos.

—No te preocupes, ya no será así.

(...)

Abro la puerta en máximo silencio y asomo ligeramente la cabeza. El lugar está en penumbra, las ventanas están tapizadas por papeles gruesos y oscuros en un intento de repeler la luz.

—Mamá... — le llamo al ver su silueta sentada a la orilla de la cama —. La abuela te manda esto...

Obviamente no recibo una respuesta, pero ya estoy acostumbrada al silencio mortal de mi madre.

Entro al salón y cierro la puerta tras de mí. Sostengo con demasiada fuerza la charola que llevo en las manos y camino lento hacia dónde está

—Mamá... — repito —. Es hora de la comida...

—Lo sé — se limita a contestar. Es un gran avance, creo que tenía desde el accidente que no decía una sola palabra.

—Te traje lo de hoy... esta mañana los chicos encontraron comida en un supermercado a unas calles de aquí... Lo han saqueado por completo.

Intento darle entusiasmo a mi voz. Sin embargo no lo logro, además de que no quiero oírme feliz cuando mi madre está deshecha aquí.

—Son vegetales — continúo como si hubiera obtenido respuesta —. Brócoli, zanahorias, y un poco de papa. Un trozo de carne, y mira... logré guardarte un poco de los frijoles de la abuela...

Nuevamente no contesta.

Está mirando en dirección a las ventanas, aunque no se puede ver nada a través de ellas.

Pero estoy segura de que lo que mira no está aquí, sólo está en su cabeza.

—Llévale esa comida a alguien más — pide.

—Mamá, tienes que comer — insisto dándole a mi voz un tono de firmeza.

—No estamos para desperdiciarlo, y sabes que no voy a comérmela.

—Pero...

—Ya te lo dije.

—Entiendo que estás mal, sé que la situación es terrible y lo que pasó te afectó muchísimo, pero necesito que te repongas ya... créeme que yo igual estoy mal, también estoy deshecha, pero necesito seguir en pie.

—No lo entiendes, jamás te interesó — zanja la platica, pero me deja confundida al no saber a qué cosa se refiere.

—Se me hace algo cruel de tu parte decirme eso — contesto imaginándome cuál de las opciones es.

—Sólo vete, no quiero seguir oyéndote más. Debiste de ser tú.

Siento algo romperse dentro de mí, lo único que quedaba. El último pedazo de sentimientos que tenía se acaba de hacer trizas.

No digo ni una sola palabra más, sostengo la charola con una fuerza brutal y regreso hacia la puerta.

—Ojalá que cuando deje de estar no te afecte — comento antes de salir nuevamente al pasillo.

La gente que está por el lugar se me queda mirando en cuanto paso frente a ellos. Creo que me ven más como una líder que como otra cosa, y la verdad eso soy. Fue idea mía hacer todo esto, yo levanté este lugar, con ayuda de los demás, pero sin mí toda esta gente estaría vagando por algún lugar destrozado de lo que antes era Estados Unidos.

Mientras camino sin un rumbo aparente, le entrego la charola a un chico que se cruza en mi camino. Me sigo caminando sin detenerme ni un poco, creo que necesito hablar con Kate más que otra cosa.

Las puertas de la entrada principal se abren casi de par en par.

Absolutamente todos los presentes nos volteamos a mirar quién ha sido el valiente en entrar aquí. El ambiente se vuelve extremadamente tenso, todos tememos que un ángel aparezca sin más. Pero no es así. No es un ángel el que llega, es un humano.

Es Joel.

No viene solo, sus padres y su hermana están con él, sin embargo el chico viene sangrando, su padre le tiene que ayudar a mantenerse en pie, y puedo jurar que está luchando para no desmayarse de una vez por todas.

Corro en su dirección, casi derrapo los últimos metros que nos separan y lo sostengo como puedo.

—Hey, calma, ¿qué pasó? — pregunto sin siquiera pensarlo.

—Ángeles — logra contestar con un hilo de voz.

El bello de mi nuca se eriza, un escalofrío quiere atacarme, sin embargo algo más fuerte lo evita a toda costa.

Ángeles.

Malditos mal nacidos, en cuanto tengamos uno, voy a cortarle las alas y lo vamos a colgar fuera. Será un trofeo.

Igual que nosotros lo somos para ellos.

—Kate — le llamo en voz alta sin gritar —, ayúdenme, deprisa — pido a dos chicos que están cerca.

—¿Joel? — Liam aparece en el lugar, su cara palidece al ver las condiciones de su amigo, corre hacia nosotros y me hace a un lado para poder sostenerlo por completo —. Hermano, no te preocupes, vas a estar bien.

—Eres un cabrón, pensé que habías muerto — confiesa con voz forzada, sin embargo sonríe a pesar de su dolor.

—Eso pensamos de ti. ¿Dónde estabas?

—Huyendo. Vagamos por todos lados hasta enterarnos de su fortaleza. Veníamos desde ayer.

—¿Por qué demoraron tanto?

—Las pandillas son de lo peor, si no te atacan los ángeles te atacan los putos pandilleros. No es tan fácil sobrevivir a ellos si llevas a dos mujeres contigo. Les interesa más eso que lo que puedas traer encima.

—¿Te atacaron ellos?

—No, ellos huyeron cuando algo voló sobre nosotros.

—Hijos de puta, ¿dónde fue eso?

—Donde antiguamente estaba Rae's.

—¿Peleaste contra un ángel? — pregunta Liam incrédulo.

—Quiso robarse a mi hermana, ni siquiera nos quería a nosotros. Quería a mi hermana.

Se me hace un nudo en el estómago al escuchar eso. ¿A su hermana? Apenas tiene diez años, ¿por qué diablos están raptando niñas?

—¿Lo mataste?

—No, no lo hice — admite frustrado —. Logró irse... era demasiado fuerte, ni en mil años podría contra él, pero por lo menos logré distraerlo y salvarle la vida a Alice.

—Eres increíble, hermano, vas a estar bien, no te preocupes por nada.

—Uno más — habla Kate entonces, ambas hemos dejado de caminar y dejamos que Liam lleve a Joel a la enfermería —. Por lo menos ahora nuestro grupo está completo.

—Faltan muchos por salvar.

—Así es. Sin embargo, traigo noticias nuevas. Doom y Matt acaban de hacer algo con el radio, ya que no entiendo mucho sobre sus frecuencias y esas cosas, te diré lo que logré entender. Según esto están emitiendo un mensaje por el radio, pero manejan una frecuencia... extraña, ya que sólo la pueden oír humanos. No sé qué particularidad tiene para que los ángeles no logren oírla, creo que les lastima los oídos o una de esas jaladas que les pasa — casi río por la última frase. Es cierto, a veces son tan débiles en cosas tan estúpidas.

—Además, no creo que los ángeles sepan encender un radio — admito con gracia. Pero el recuerdo de Luzbel poniendo música a todo volumen me pone seria de nuevo.

—Yo también creo eso, pero lo mejor será no averiguarlo.

—¿Cuál es el mensaje?

—Que estamos aquí, cualquiera puede venir, a menos que sea una cuadrilla, levantamos una amenaza en cuanto a ello.

—Bien, entonces no tengo nada que decir ante eso.

—¿Y sobre mañana?

—Sí... tememos que hablar de eso.

—No te echaste para atrás, ¿verdad?

—No, claro que no. Me refiero a tener que ponernos de acuerdo. Necesito gente, pero no tanta, sólo unos cuantos.

—¿De verdad vas a ir tú?

—¿Tiene algo de malo? Ya tiene demasiado que no salgo, y odio solo estar aquí adentro dando órdenes, pareciera que no soy capaz de hacer nada más que eso.

—Bueno, es que la elemental aquí eres tú. Si no estuvieras esto sería un desastre, las cosas acabarían terriblemente mal.

—No es para tanto, cualquier otro podría ocupar mi lugar.

—¿Estás loca? Nadie podría hacerlo. Tienes lo necesario para estar el frente. Sabes que las cosas no sólo significan dar órdenes, también ayudas, controlas las cosas y aportas demasiadas ideas e información. Por Dios, sólo oye lo que estoy diciendo, nadie podría hacer eso mismo.

—Kate, sabes que si yo faltara tú asumirías el mando.

—¿¡Estas loca!? ¿De verdad me ves a mí de líder? Por Dios, yo balearía a todos. ¿No obedeces? Disparo. ¿Me retas? Disparo. ¿Tú opinión es diferente? Disparo.

Me río de sus ideas locas, la verdad sé que es capaz de ir disparándole a todo aquel que ponga una sola objeción a algo que diga.

—Lía, ¿acaso no te das cuenta? Si te pasa algo, todo se irá contigo. No quiero oírme cursi, pero eres lo más importante de este lugar. Incluso puedo jurar que eres la persona más importante de todo el maldito mundo, o lo que resta de el. Si logramos vencerlos, esta victoria será totalmente tuya. El mundo entero conocerá tu nombre. No sólo serás la chica que salvó a cientos de personas de este pueblo. Tu nombre será conocido como la mujer que salvó a todo el mundo. Y no sólo eso, serás conocida como la que no sólo nos salvó, sino que inició algo grande. Una insurgencia contra ellos. Los ángeles.

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