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JeongIn estaba realmente algo irritado mientras arreglaba su camisa y limpiaba la saliva de la comisura de su boca, caminando hacia la puerta de entrada mientras HyunJin fruncía los labios, subiendo la bragueta de su pantalón.
Era su primer jodido día de vacaciones y realmente quería tener algo de tiempo con su pareja, ¿por qué mierda los interrumpían en ese instante?
— ¡Ya voy! — chilló JeongIn cuando tocaron otra vez la puerta con fuerza. — Imbécil...
Su queja se vio cortada cuando abrió y de pronto un deplorable TaeHyun lo tomó de las solapas de su camisa, empujándolo contra la pared.
— BeomGyu — murmuró en un gruñido —, ¿dónde mierda está BeomGyu?
JeongIn parpadeó tanto por la sorpresa como por la confusión, su cabeza doliendo levemente por el golpe que se dio contra la pared, para luego hacer una mueca de molestia.
— ¿Qué voy a saber yo, idiota? — preguntó con brusquedad, queriendo soltarse.
Sin embargo, aunque no lo pareciera por su delgadez, TaeHyun realmente podía ponerse agresivo y salvaje si estaba molesto o desesperado.
TaeHyun lo soltó, empujándolo, y sin decir otra cosa se metió al interior de la casa.
— ¡¿Qué mierda, TaeHyun?! — escuchó el grito de HyunJin.
—¡BeomGyu! — gritó TaeHyun, ignorándolo. — ¡¿Gyunnie, dónde estás?!
No hubo respuesta.
JeongIn volvió a entrar al comedor, irritado, enojado y disgustado por la situación, sin comprender realmente qué estaba haciendo TaeHyun en su casa, buscando a BeomGyu.
¿Acaso habían peleado?
Qué jodida novedad.
JeongIn realmente no encontraba nada nuevo al hecho de que pelearan, porque esos últimos meses se había acostumbrado a verlos discutir por cualquier nimiedad, se acostumbró a ser el hombro donde BeomGyu sollozaba porque su matrimonio se estaba arruinando y no sabía cómo rescatarlo
A JeongIn nunca le había gustado por completo TaeHyun para BeomGyu. No llegó a odiarlo como ese último tiempo, simplemente, no le terminaba de convencer para pasar el resto de su vida con su mejor amigo. Quizás se debía a que, como mejor amigo de BeomGyu durante toda su vida, no consideraba a nadie demasiado bueno para que estuviera junto a alguien que siempre le sonreía a todas las cosas de la vida, fueran buenas o malas.
No, y TaeHyun se alejaba por completo de lo que consideraba el prospecto ideal para BeomGyu.
TaeHyun era... Era alguien demasiado... Bueno, ¿cómo decirlo?
TaeHyun complementaba a BeomGyu.
TaeHyun era tranquilo allí donde BeomGyu era un desorden. TaeHyun siempre parecía activarse cuando BeomGyu estaba a su lado. TaeHyun parecía comprender de una extraña forma a BeomGyu cuando el resto no lo hacía.
Sin embargo, había algo en lo que TaeHyun no percibía de BeomGyu, algo que JeongIn consideraba mucho más fundamental que nada en la vida, y era que BeomGyu amaba de una forma tan profunda, tan dolorosa, que si uno no estaba dispuesto a dar todo por BeomGyu, entonces no lo merecía tampoco. Esa forma de amar provocaba también que BeomGyu se esforzara el doble, el triple, el cuádruple, el quíntuple... Lo necesario, para salvar algo que consideraba fundamental en su vida.
En cambio, para TaeHyun, si las cosas no funcionaban, simplemente había que acabar con ello para evitar el daño.
Frunciendo el ceño, JeongIn sacó su móvil mientras HyunJin le miraba como pidiendo una explicación, pero ignorando a su novio, marcó el número de su mejor amigo.
El número que usted marca se encuentra apagado o temporalmente fuera de servicio, luego del timbre, puede dejar...
— Hey, Gyu — murmuró JeongIn con su estómago apretado —, cuando escuches esto, por favor, llámame. Te quiero, rayito de sol.
Se giró en el momento en el que TaeHyun volvía a entrar, y JeongIn notó sus ojos rojos, sus mejillas encharcadas, rastros de llanto en su pálida piel, más blanca de lo normal. Incluso su cabello estaba empapado con la leve llovizna de ese día, y por un breve instante, muy breve, JeongIn sintió pena de TaeHyun al verlo tan perdido, incluso lucía asustado, aterrado, como un niño pequeño.
Pero fue un breve instante, hasta que vio los papeles medio húmedos que TaeHyun sostenía en su mano.
— ¿Son los papeles de divorcio? — preguntó HyunJin, poniéndose de pie.
TaeHyun le observó.
— ¿Dónde está BeomGyu? — repitió.
No era una pregunta. Era una exigencia.
JeongIn endureció su mirada.
— Si lo estás buscando para que firme tus jodidos papeles... — comenzó a decir, pero enmudeció cuando TaeHyun le interrumpió con la voz quebrada:
— No, ya los firmó — sollozó, sus ojos poniéndose cristalinos otra vez —, los firmó y desapareció — tomó aire, desesperado. — Necesito encontrarlo, necesito decirle que... que lo amo, que lo necesito, que no quiero separarme nunca más de él, necesito pedirle perdón por ser un imbécil y hacerlo llorar, necesito...
— TaeHyun — la voz de HyunJin sonó extraña —, ¿qué demonios hiciste?
Y JeongIn lo notó, entonces: BeomGyu había desaparecido sin decir nada.
Si hubiera sido una pelea normal, BeomGyu habría ido a contarle para desahogarse, después de todo, era lo que siempre hacía. Pero ahora BeomGyu ni siquiera lo llamó, simplemente pareció desaparecer lo más pronto que pudo, sin querer hablar con nadie, y su estómago dolió ante el pensamiento de que, si hizo eso, fue porque estaba herido y alterado, hecho un desastre, sin querer que nadie lo viera.
Sin querer acercarse a JeongIn para ganarse un "Te lo dije".
Y había firmado los papeles.
Si BeomGyu firmó los papeles, si se marchó sin decir nada, significaba que se había rendido, que ya dio todo de sí y no podía seguir entregando más a una persona que no lo quería más.
BeomGyu firmó los papeles porque su corazón fue, finalmente, roto en miles de pedazos, fue porque se dio cuenta de que seguir teniendo esperanzas en eso le estaba haciendo demasiado daño y TaeHyun no merecía eso de él.
— No les interesa — murmuró TaeHyun sin mirarlos.
JeongIn hizo un ruido de rabia, sus labios convertidos en un rictus de molestia, y sin poder evitarlo, antes de que HyunJin lo sostuviera, dio unos pasos y empujó a TaeHyun, dándole un golpe en la mejilla que resonó en el comedor.
— ¡¿Qué mierda hiciste, bastardo?! — le gritó, queriendo darle otro golpe, pero HyunJin actuó y lo sostuvo de la cintura, tirando de él para atrás.
TaeHyun abrió la boca, pero entonces el móvil de JeongIn sonó.
JeongIn miró el número.
— ¿Es BeomGyu? — preguntó TaeHyun con esperanza en su voz.
— ¡Vete a la mierda! — espetó JeongIn. — ¡Fuera de mi casa!
El móvil seguía sonando.
— JeongInnie — JeongIn enmudeció cuando notó el tono suplicante y derrotado de TaeHyun —, por favor, por favor, deja que lo oiga. Deja que me diga donde está — dio un paso más, con la voz quebrada. — Prometo arreglarlo. Prometo hacer que vuelva a sonreír como antes. Pero, por favor, solo déjame escucharlo...
JeongIn miró a HyunJin, sorprendido, porque debía ser la primera vez que oían a TaeHyun suplicar por algo.
Suspirando, JeongIn contestó y puso el altavoz.
— ¿Gyunnie? — preguntó con tono inseguro.
Hubo unos segundos de silencio.
— Hola, Innie... — saludó BeomGyu con tono roto —, ¿cómo estás?
JeongIn quiso romper a llorar.
— Eso no importa, bebé — murmuró JeongIn —, ¿dónde estás tú?
Se escuchó una risa amarga y humillada.
— Tenías razón — sollozó BeomGyu —, ¿por qué nunca te hago caso? Tenías toda la maldita razón — no dijo nada, escuchándolo llorar al otro lado de la línea. — TaeHyun no... no merecía una... una se-segunda oportunidad, tú me... me lo dijiste...
— Bebé, bebé, eso no importa — se apresuró a decir JeongIn, respirando aceleradamente —, por favor, ¿dónde estás? HyunJin y yo estamos preocupados por ti.
— De seguro TaeHyun fue a tu casa para pedirme una... una explicación por los papeles — susurró BeomGyu con voz ida —, pero no... no puedo enfrentarlo, JeongInnie, lo amo tanto que... que, si lo veo mientras acepto su... su divorcio, voy a... voy a llorar... voy a llorar como un bebé... — una nueva risa apenada. — Ahora estoy... estoy llorando tanto... Ah, pero TaeHyun debe estar tan feliz, ¿no es así? Podrá estar con Lia...
Un nuevo gimoteo al otro lado de la línea.
JeongIn no sabía qué decirle, llorando también.
BeomGyu se escuchaba sin esperanza, JeongIn nunca lo había oído llorar de esa forma, y no sabía qué hacer para tratar de consolarlo, para tratar de hacerlo sentir un poco mejor.
TaeHyun, frente a él, también estaba llorando, y JeongIn se sintió extraño porque nunca lo vio llorar.
— Ven conmigo — murmuró JeongIn —, por favor, BeomGyunnie...
— No, no — BeomGyu tomó aire —, ahora estoy... estoy en casa de HeeSeung, yo, uh... No sabía adónde ir y... — su voz volvió a romperse. — Necesito... necesito irme, Innie, no puedo seguir aquí, necesito... necesito reparar mi corazón y... Y duele tanto, JeongIn...
— Gyu...
— Lo olvidó — gimió BeomGyu de pronto, callándolo, y ahora podía sentir que BeomGyu estaba llorando a lágrima viva, sin contenerse —, olvidó mi... mi cumpleaños, Innie...
— ¿Qué? — JeongIn miró a TaeHyun, que tenía una expresión culpable en ese instante.
— Me... me dejó plantado... — balbuceó BeomGyu —, lo... lo esperé por... por más de dos horas, y no... no llegó, Innie... él... él ya no me quiere, ¿no es así?
— Voy a matarlo, BeomGyu, voy a matarlo, te lo prometo.
Hubo una risa entrecortada, sin embargo, no le hizo sentir mejor.
— Necesito... necesito irme... — masculló BeomGyu —, solo... solo quería contártelo, bebé Innie...
— Pero Gyu...
— T-te llamo después.
La llamada se cortó por parte de BeomGyu.
— JeongIn, por favor, cariño... — comenzó a decir HyunJin cuando JeongIn se puso de pie.
— ¡Eres un jodido hijo de puta! — le gritó JeongIn, ignorando a su novio, que lo tuvo que sostener de la cintura otra vez. — ¡Su maldito cumpleaños! ¡¿Cómo mierda se te puede olvidar su maldito cumpleaños, bastardo?! ¡No sabes lo ilusionado que estaba contigo! ¡No sabes lo contento que estaba! ¡Voy a matarte, idiota, te lo prometo!
— Lo arreglaré... — murmuró TaeHyun, retrocediendo antes de que JeongIn se soltara —, lo solucionaré, lo prometo...
Salió de la casa, llamando al hospital, pidiendo que lo contactaran con la secretaria BeomGyu.
Ya sabía en dónde estaba, ahora solo tenía que rogar por un perdón que no merecía.
Felix estaba sentado en el suelo, jugando en el suelo con unos autitos de carrera, y el niño lo miró, parpadeando inocentemente.
— ¿Po qué lolas, tío Gyu? —preguntó Felix con pena en su voz.
BeomGyu se obligó a sonreír a pesar de sentir el corazón roto, a pesar de que sentía que una parte suya estaba muriendo por todo lo que había ocurrido durante las últimas veinticuatro horas. Eran demasiadas emociones que no podía controlar y lo estaban desgastando a más no poder.
— Es que me hice daño y duele, Lix — le dijo revolviéndole el cabello.
YongBok arrugó el ceño.
— ¿Dóne dele? — preguntó, poniéndose de pie.
BeomGyu le acarició la mejilla, apretándosela con ternura.
— Aquí, Felix — murmuró, llevando la manito del niño a su corazón —, me rompieron el corazón, bebé.
YongBok comenzó a frotar su mano contra su pecho, suspirando.
— Sana sana colita de lana, si no sana hoy, sanalá maniana — murmuró YongBok con tono delicado. — ¿Mejoooooool, tío Beom? — preguntó el niño.
BeomGyu se rió, sintiendo sus ojos llenos de lágrimas otra vez.
— Sí, Lixie, se siente mejor ahora — le revolvió el cabello, el niño poniendo una expresión satisfecha para volver a jugar.
BeomGyu se giró, mirando por la ventana la llovizna de ese día, suspirando por qué no sabía qué estaba haciendo allí exactamente.
Ir a la casa de HeeSeung se sintió tan natural en su momento, desesperado por la situación en la que estaba, deseoso de encontrar una mano amiga que no le juzgara ni supiera toda la historia detrás de su amor desesperado por TaeHyun.
HeeSeung, por supuesto, no dudó en recibirlo en su casa, aunque se había disculpado porque no podía atenderlo debido a que debía ir a dejar a YongBok a la guardería mientras él iba a trabajar. Pero eso no le importaba a BeomGyu, con tener un espacio donde TaeHyun no le encontrara cuando descubriera la carta de divorcio firmada bastaba, aunque no sabía si TaeHyun iría a buscarle.
¿TaeHyun buscándolo? Que idea tan estúpida.
Después de todo, ¿no había conseguido lo que quería desde el principio?
Sí, TaeHyun debía estar satisfecho ahora, haciendo sus trámites mientras pensaba en la vida que compartiría con Lia de ahora en adelante una vez todo estuviera hecho.
Y él tendría que asumir que todo había acabado, que ahora estaba solo, que el hombre que amaba le había dejado, y sabía que dolería al principio, que costaría, que esa herida tardaría en curar, y puede que nunca curara por completo, pero era el precio a pagar para hacer feliz a TaeHyun.
Miró la boleta del avión sobre el escritorio, avión que partiría Osaka, Japón, en dos días, en un viaje donde buscaría alejarse de todo el daño para volver a repararse.
A las cuatro de la tarde fue en busca de YongBok a la guardería, y HeeSeung le había avisado que llegaría en una hora más, así que estaba ahí, jugando con el hijo de su amigo para tratar de despejarse un poco.
No quería seguir llorando, no cuando su cabeza dolía tanto y sus ojos estaban tan hinchados y rojos.
El timbre de la casa sonó.
Suspiró, poniéndose de pie.
— Quédate aquí, Felix, iré a ver quién es — le dijo, pasando a su lado, dejando una caricia en la cabellera del pequeño.
— Está ben, tío Beom — asintió el niño sin dejar su pista de autos.
Caminó hacia la entrada, pensando en que debería ser algún vecino que necesitaba de HeeSeung, y abrió la puerta.
Se encontró con los ojos de TaeHyun.
Abrió la boca, sorprendido, su mano moviéndose para cerrar la puerta, pero antes de poder hacerlo, estaba de pronto siendo empujado, las manos desesperadas de TaeHyun tomándolo de las mejillas y tirando de él en un beso desesperado, feroz, lleno de sentimientos y dolor.
Jadeó contra la boca de TaeHyun, atónito, sus ojos humedeciéndose también, y comenzó a sollozar sin entender lo que estaba ocurriendo.
— No te vayas — lloraba TaeHyun contra su hombro, sin soltarlo —, no quiero el divorcio, Beom-ah, por favor, no te marches — tomó aire, sus mejillas húmedas. — Lo siento, lo siento tanto, mi amor, por favor, perdóname, te lo ruego, por favor...
— TaeHyun... — jadeó BeomGyu sin mirarlo —, vete, por favor.
— No, no, no... — TaeHyun se arrebujó más contra él, sin dejar de llorar —, perdóname, lo lamento, sé que soy un idiota, un imbécil... Sé que no merezco tu amor ni nada que venga de ti, nunca te he merecido, lo tengo claro, pero, por favor, BeomGyu, te lo ruego. Por favor, no me dejes, no puedo vivir sin ti, no puedo, te lo prometo...
Se quedó en silencio, sin moverse, mientras su camisa quedaba húmeda por las lágrimas de TaeHyun, incapaz de bajar la mirada porque sabía que, si lo hacía, que si le veía llorar, iba a perdonarle todas las cosas del mundo.
— A-amas a Lia... — tartamudeó con la voz temblando —, lo he... lo he asumido, TaeHyun
— ¡No! ¡No, no, no! — gritó TaeHyun sin soltarlo. — ¡No es así, Gyunnie, lo prometo! No la amo, no la amo, te amo a ti, a nadie más, lo he entendido ahora — TaeHyun trató de volver a besarlo, pero Beomgyu movió su cabeza, sollozando. — Soy un tonto, un estúpido, lo sé, Beom-ah, porque lo entendí solo ahora que ya te perdí, pero, por favor, por favor, no me dejes... Te amo, te amo, te amo, eres mi compañero del alma, eres mi batería, eres mi esperanza, eres mi sol, eres mi osito, eres lo más hermoso que tengo, por favor, perdona a esta mierda de persona, te lo ruego, te lo ruego, pequeño príncipe, lo lamento tanto... Sé que todavía me amas, te lo-
— Ya no te quiero — susurró BeomGyu sin mirarle —, no te quiero, TaeHyun...
— No — TaeHyun lloró con más fuerza, desesperado —, no lo digas...
— No te quiero — repitió BeomGyu, hipando.
TaeHyun tomó aire, resquebrajado, y volvió a hablar, mirándolo a los ojos.
— Beom-ah — su voz estaba quebrada y trató de sonreír, aunque sus labios temblaban con tanta fuerza que no sabía si lo logró. — Treinta días, Gyunnie.
BeomGyu parpadeó mientras movía su cabeza, y le miró en silencio.
volver a escribir apego con ring de fondo no me hace bien, llevo llorando tres horas, jaja.
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