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En los siguientes tres días no volví a ver a mi vecino, algunas veces pensaba en él, en su movimiento de cabeza tan extraño, en sus guantes y en su bozal, imaginarlo me hacía sudar frio.

Miré en mi alacena, como pensé sólo había una telaraña en lo más alto, usualmente comía en mi trabajo, pero desde que me despidieron por recorte de personal, he tenido que arreglármelas, no quería gastar el dinero que he estado guardando de lo que mi padre me da, pero esto calificaba como emergencia. Tomé un poco de mi preciosa alcancía de puerquito, agarré mi chaqueta y mis llaves.

Las calles estaban casi vacías, eran alrededor de las nueve de la noche, pero sabía que el mini mercado de la esquina siempre estaba abierto.

El chico que la atendía era de esos clásicos de mala vida, rara vez usaba una camiseta sobre la interior de tirantes, sus brazos estaban atiborrados de tatuajes raros, que si estuviésemos en Japón consideraría que era parte de los Yakuza, no era un mal chico con los de la calle o la colonia en general, pero había rumores de que era parte de una gran red de tráfico, no sabía si creerlo o no, sólo había entrado unas dos veces a ese mini-super desde que me mude.

La puerta crujió estruendosamente cuando la abrí, el chico me miró de arriba para abajo, su mirada siguió mis movimientos hasta que pude perderme entre los pasillos.

Busqué comida instantánea y algunos enlatados, quería comprar un galón de leche, pero estaba en el estante más alto del refrigerador, tomé una canasta naranja que estaba en el fondo y metí las cosas que compraría, una vez con mis manos libres comencé a estirarme hasta que mis dedos lograron tocar el galón, pero no podía jalarlo a mí, comencé a brincar sin éxito alguno.

Pude escuchar un crujido bastante familiar a mi espaldas, sude frío y me congelé en mi lugar, una mano envuelta en un guante negro pasó por encima de mi cabeza, tomó el galón y lo puso frente a mí. Lo agarré, respiré profundamente y me giré lentamente. Era mi vecino, al voltearme sentí que el crujido de sus huesos era más fuerte y los movimientos de su cabeza seguían causándome temblores en las manos.

—Gracias— logré decir.

—D...De na...nada— contestó.

Le mire por un rato más, sus ojos avellana eran rodeados por profundas ojeras, su bozal negro llamaba mi atención, mis manos picaban por quitárselo y descubrir lo que ocultaba.

—Soy Park Jimin— dije extendiendo mi mano.

—Ki...Kim Na...Nam...Jo...Joon—aceptó mi mano y la estrechó

Le sonreí, no sabía si él hacía lo mismo.

El sudor frío seguía presente, también una extraña sensación se apoderó de mí.

—Nos vemos después— él asintió.

El chico de la caja me cobró cada cosa sin despegar su vista de mí, no sabía qué me hacía temblar más, la mirada penetrante del chico o el crujido de los huesos del cuello de NamJoon. Caminé por las calles desiertas volteando de vez en vez por si Nam caminaba detrás de mí para regresar a su departamento, pero jamás lo vi.

El ramen instantáneo jamás me había sabido a gloria hasta hoy. Tomé una breve ducha para meterme a la cama. Al acostarme la imagen de los ojerosos ojos de Nam invadió mi mente, ¿padecería insomnio?

Cerré mis ojos, intenté sumergirme en el confuso mundo de los sueños, pero no pude, escuché la puerta de mi departamento abrirse. Mis alarmas mentales se dispararon, nadie más que yo tenía llave de mi departamento, oí pesados pasos acercarse a mi habitación, antes de paralizarme por completo me levanté y tomé una de las figuras de cerámica que mi madre me había regalado antes de mudarme. Me escondí en el closet y traté de relajar mi respiración.

La puerta de mi habitación se abrió, y cerré los ojos deseando que no me encontrara.

— ¿Dónde estás? — Sin duda era un hombre el que estaba del otro lado— Sé que estas aquí pequeña puta— lo escuché moverse con desesperación por toda la habitación. —No me digas que estas en el closet pequeña puta— mi corazón se paró.

La puerta se abrió bruscamente, era el chico del mini supermercado, intenté golpearlo con la figura, pero él tomó mi muñeca y la apretó haciendo que mi mano se abriera y dejara caer la figura.

— ¡DÉJAME! — Forcejee con él, pero no logré nada, más que me levantara y me lanzara contra la cama. — ¡AYÚDENME! ¡AUXILO!

—Cállate—me tiró un puñetazo en la cara haciendo que mi nariz sangrara. —Nadie va a venir a ayudarte pequeña puta, me tienen tanto miedo que prefieren simular que no van a violar a alguien en su edificio.

— ¡NO! ¡SUELTAME! ¡AYUDA! — Tomó bruscamente mis piernas y las abrió metiéndose entre ellas. Lamió mi cara— ¡POR FAVOR! — Gruesas lágrimas bajaron por mis mejillas.

Podia escucharlo reírse, sacó una navaja, rasgó mi camisa.

— ¡SU...SUEL...TALO! — Ambos dirigimos la mirada a la puerta, Nam estaba ahí, con un bate en sus manos y el entrecejo fruncido—Tu...Tus su...sucias ma...manos no pu...pueden to...tocarlo.

El hombre sobre mi comenzó a reír.

— ¿Tú me lo vas a impedir? Ja, tartamudo de mierda.

Nam corrió hacia él y golpeó su cabeza con el bate, cayó al suelo y yo me levanté de la cama en un brinco, me oculté tras de mi salvador, quien temblaba mientras empuñaba el bate en el aire.

—Maldito tartamudo—se levantó sosteniendo su cabeza.

—Ve...Vete— aun con ese movimiento de cabeza tan perturbador, mi asaltante no parecía temerle— N...No vu...Vuelvas.

— ¿Y crees que te hare caso? —preguntó apuntándonos con su navaja.

—Nam— dije asustado, él se irguió, sentí un cambio en él.

—No voy— dijo de forma lenta— A dejar que te lastime— a pesar de que lo decía lento, así como un niño que apenas aprende a hablar, me sentí seguro.

El chico se abalanzó contra nosotros, Nam ante todo me dejo tras de él, golpeó la mano del hombre con el bate, la navaja cayó en el suelo.

— ¡Mi mano! —el hombre sostuvo su mano con la otra, los dedos estaban doblados en ángulos inhumanos.

— ¡Ve...Vete! — Nam empuñó el bate en el aire de nuevo, el hombre corrió dando tropezones en el camino.

Cuando lo perdimos de vista, Nam se relajó y bajó el bate. Los movimientos de su cabeza dejaron de darme escalofríos.

—Gracias— lo abracé sin importarme nada, se paralizó un segundo al sentir mis brazos a su alrededor y mi cabeza en su espalda.

—N...No ha...Hay de q...que.

Me quedé un rato más así, hasta que sentí mi corazón más calmado.

—Va a buscarte y va a hacerte daño— dije preocupado.

—N...No, na...nadie da...daña a Na...NamJoo...Joon— aseguró.

— ¿Seguro? — el asintió.

—De...Deberías Dor...Dormir— señaló mi cama.

—Tengo miedo de que regrese— admití abrazándome.

—Nam...NamJoon v...va a cui...cuidarte— se sentó en el sillón reclinable cercano a mi cama— Du...Duerme.

Me dirigí a mi cama y me acosté. Creí que estaría mirándome, pero sus ojos estaban clavados en la puerta, el bate descansaba cerca de su mano.

Una pregunta invadió mi mente antes de dormir.

¿Su cabeza se moverá de esa forma incluso dormido?

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Wenas, wenas, primero que nada, esta actualización sólo es para que sepan que sí seguiré subiendo este pedo, pero corregido, nomas que sigo en clases de universidad y la verdad no está buena la cogida que me está dando la carrera, perooo, recientemente llegó un comentario y me vi en la necesidad de actualizar una para que vean que sí van a volver, nomas las ando corrigiendo.

Como Nam mueve su cabeza

El bozal de Nam.

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