Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

sibil

Apegó es una obra original de Hobibuba cualquier reproducción total o parcial de la obra sin la autorización explícita de la autora incurre en un delito.

Está es una adaptación de la misma autorizada por la escritora para el fandom de BNHA.

E P Í L O G O

La primavera estaba llegando cuando ingresó a la cafetería con una expresión de cansancio, estornudando contra su bufanda mientras soltaba un quejido bajo.

A pesar de que hubiera sol, se seguía sintiendo un viento helado que obligaba a todas las personas a salir abrigados para no terminar con un resfrío, y él no iba a ser la excepción, porque siempre había tenido la tendencia hereditaria a enfermarse por el clima frío; por otro lado, no podía darse ese lujo porque tenía que seguir trabajando, no le gustaba dejar sus cosas tiradas por algo tan mínimo como un resfriado.

Odiaba esos primeros días de primavera, cuando esos días eran una mezcla de calor y frío imposibles de combatir.

— ¿Qué va a querer, señor? —preguntó la cajera.

—Un americano sin azúcar para llevar —pidió extendiendo los billetes para pagar.

— Lo llamaremos cuando esté listo, ¿cuál es su nombre?

— Bakugo Katsuki.

La chica asintió y Katsuki caminó para sentarse en la barra, mirando por el ventanal hacia la calle.

El día anterior, Neito le había enviado un mensaje diciéndole que ya no podía seguir en una relación con él, así que Katsuki volvía a estar, "oficialmente", soltero, aunque si era honesto con todo el mundo, tampoco es como si hubiera tenido una relación profunda luego de su fallido matrimonio, cinco años atrás.

Cinco años desde la última vez que vio a Izuku, llorando en la puerta, cerrándola para luego sólo existir el silencio.

Una vez Izuku se marchó, Katsuki terminó su relación con Eijiro, que le miró con una frialdad enorme y desprecio en sus ojos, pero a Katsuki no podía importarle menos, no cuando se sentía perdido y vacío por dentro, como si algo no estuviera bien a su alrededor.

Había vivido por más de trece años con la presencia constante de Izuku a su lado, ya fuera como amigo, novio o esposo, y las cosas sin él se sentían extrañas, dolorosas, pero por sobre todo, desconocidas.

Luego de eso no tardó en ir a la oficina del gerente de la empresa, presentando su carta de renuncia para luego vender el departamento en donde había vivido con Izuku por diez años, mudándose a un lugar mucho más pequeño, con una cama individual donde no sintiera esa constante soledad que le había invadido los últimos días desde que Izuku se marchó sin mirar atrás, siendo contratado semanas después en una pequeña empresa mobiliaria, donde nadie le conocía ni juzgaría.

Aunque eso no evitó que rompiera a llorar cuando estaba guardando las cajas y encontró ciertos papeles que Izuku había abandonado: eran esos papeles de adopción que nunca le mostró a Katsuki, porque cuando lo iba a hacer, comenzó el principio del fin.

Katsuki lloró, desesperado, leyendo los trámites, recordando todas esas veces que hablaron sobre adoptar, sintiéndose más miserable que nunca por no haber pensado un poco más en el corazón de Izuku. Luego, guardó los papeles al fondo del cajón, prometiéndose que, algún día, los volvería a leer.

De esa forma comenzó una nueva y solitaria vida como soltero, aunque siendo sincero, nunca se quitó el anillo de matrimonio a pesar de que las actas de divorcio ya estaban firmadas, así como Izuku lo había querido.

Hubo un breve instante donde pensó no seguir llevando a cabo el divorcio, después de todo, Izuku se había marchado, ¿cómo iba a saber él que esos trámites nunca se llevaron a cabo? Así, si Izuku volvía, podría volver a insistir en ello, podría...

Pero ese breve pensamiento desapareció cuando, un día, mientras cruzaba por el parque, se encontró con ese hombre al que Izuku buscó cuando se olvidó de su cumpleaños, jugando con su hijo en el parque.

Hitoshi no le había visto, demasiado concentrado en cuidar de su pequeño hijo, y pensó entonces que, un día, Izuku podría realmente encontrar a alguien que le amara, a una persona que nunca le haría lo que él le hizo, alguien con quién querría compartir el resto de su vida, y entonces Izuku querría casarse, descubriendo que el divorcio nunca se llevó a cabo.

Y Katsuki no podría soportar verlo volver para exigir la separación, buscando compartir su vida con otro hombre que no fuera él.

Así que llevó a cabo todos los trámites al día siguiente, sin necesidad de que Izuku estuviera presente porque los papeles ya estaban firmados.

Dos años después, había visto a Eijiro a lo lejos, saliendo con otro trabajador de la empresa donde había trabajado, ambos hombres tomados de la mano con bolsas de compras, riéndose, metidos en su propia burbuja. Si mal no recordaba, se llamaba Taishiro Toyomitsu.

También perdió contacto con Shoto, lo normal, considerando que el mejor amigo de Izuku  trató de golpearlo con un palo cuando Izuku se marchó, siendo sólo detenido por su novio. Sabía, porque también los veía a veces (pero se ignoraban mutuamente, tensión floreciendo apenas se acercaban), que ahora estaban casados y Camie tenía un hermanito menor de cuatro años que habían adoptado.

Sero fue otro en contraer matrimonio, pero contrario a lo que todos esperaban, no había sido con Mina (su relación había terminado meses después), sino con otra chica unos años más grande que él llamada Nemuri. Contrajeron matrimonio unas semanas atrás, así que en ese instante estaban en luna de miel, disfrutando de su nueva vida juntos.

El único que parecía haberse quedado estancado fue Katsuki, que nunca pudo lograr mantener otra relación más allá de unos meses, donde lo principal siempre había sido lo carnal y no lo sentimental: nadie lograba causar aquel revuelo en su corazón como lo hizo otra persona de años atrás, nadie podía provocar que las palabras salieran de su boca en alguna conversación profunda que ayudaría a que los sentimientos florecieran, nadie causaba que de su garganta lograra salir un simple Te quiero, y todos se alejaban porque podían notar el distanciamiento entre ellos.

Katsuki no los retenía, ¿para qué iba a hacerlo? Nunca fue capaz de forzar sus propios sentimientos para sentir algo por personas que le eran, tristemente, indiferentes.

Durante mucho tiempo, también, pensó en volver a buscar a Izuku, pero siempre descartaba aquel pensamiento cuando recordaba que si Izuku se había ido fue por cuenta propia, y si deseaba volver también lo haría por su deseo personal. Aprendió, con el pasar de los días, de las semanas, de los meses, que Izuku tenía razón sobre sus sentimientos: era momento de repararlos, de construirlos otra vez, de no seguir presionando, o habrían terminado rotos, odiándose por no ser capaces de sentir lo que al principio los unió con tanta fuerza.

Pero eso no significaba que no le iba a extrañar, porque era mentira si lo decía: Bakugo Katsuki seguía extrañando un montón a Izuku Midoriya, Deku, tanto como el primer día que se marchó.

—Bakugo Katsuki —llamó una de las chicas que atendía en la barra.

Katsuki se puso de pie, suspirando, tomando el vaso de café, saliendo de la tienda a paso apresurado, pensando en las compras que debía hacer ese día para la semana.

Había avanzado una cuadra cuando escuchó un grito lejano, alguien pronunciando su nombre, pero pensó que se había confundido porque, ¿quién lo iba a llamar para hablar con él?

No, sólo cuando una voz conocida lo llamó, tomándolo del hombro, se detuvo.

—Katsuki, Katsuki, ¿eres tú?

Apenas consciente de sí mismo se giró, encontrándose con esos tiernos, amables ojos esmeralda que tanto había amado.

Izuku  Midoriya le observaba frente a él, sonriendo enormemente, su cabello verde oscuro y alborotado oculto bajo un gorro de lana.

—¿Izuku? —preguntó con la voz titubeante.

—¡Katsuki! —saludó Izuku sin dejar de sonreír, abrazándolo de golpe—. ¡Ha pasado mucho tiempo, ¿no crees?!

Asintió, aunque sabía que Izuku no tuvo que haberlo visto, así que se obligó a aclarar su garganta.

—Sí, cinco años, para ser exactos... —contestó humedeciendo sus labios.

—¡Te llamé en la cafetería, pero no me notaste! —habló Izuku haciendo un puchero—. ¿Cómo has estado? ¿Es mi idea, o has engordado unos kilos?

Sin poder evitarlo soltó un bufido, rodando los ojos.

—Vaya, eres tan putamente divertido —gruñó con ironía, causando que la sonrisa de Izuku aumentara un poco más—. Bien, ¿y tú?

—¡Maravillosamente bien! —contestó Izuku con entusiasmo.

Katsuki le observó en silencio, notando un mechón de cabello brillante que salía del gorro, sus ojos sonrientes, sus pecas hermosas dibujando su rostro, su sonrisa mostrando sus dientes. Podía notar su piel un poco más oscura, pero sana también, y no pudo evitar rememorar la última vez que le vio, todo lloroso y encorvado, pálido, ojeroso, quebrado.

Pensar en eso provocó un estremecimiento poco notable, porque no pudo evitar culparse por haber destrozado a esa hermosa persona frente a él.

Izuku seguía hablándole, así que se obligó a escucharlo:
... ¡estuve viajando por muchas partes! Hace un año estaba en la India, ¡¿puedes creerlo?! Luego decidí hacer un tour por Europa, ¡vi un montón de cosas hermosas! Dios, ¡me habría
encantado llevarte conmigo!

Asintió, sonriendo, no pudiendo evitar sentir su estómago contraerse cuando la mirada de Izuku se suavizó.

—¿Estás de paso, entonces? —preguntó Katsuki titubeante.

Deseaba invitarlo a un café, a su departamento pequeño, a la plaza, a algún lugar donde pudieran hablar con calma, donde pudiera estar a su lado sin que nadie les molestara, donde pudiera decirle todo lo que no pudo decirle cinco años atrás.

—Sí, vine a ver a mi mamá —contestó Izuku —, la siguiente semana partiré a recorrer América, de ahí es el novio de mamá ¡ya lo estoy ansiando!

Volvió a asentir, su garganta apretándose mientras trataba de forzar a las palabras a salir.

—Tú... uh... ¿tú... querrías...? —Izuku le miró, inquisitivo, y deseaba hacerse pequeñito, desaparecer de allí—. ¿Eres feliz?

A último minuto no pudo evitar cambiar su pregunta, sintiendo ganas de llorar porque Izuku se veía tan contento, tan satisfecho, que sintió que él no hacía falta en su vida, ya no más.

Después de todo, él había sido el culpable de romperle su corazón, de quebrarlo, de destrozar sus sueños.

¿Cómo podía volver a pedirle otra oportunidad
cuando se comportó de esa forma con Izuku?

El más bajito, frente a él, lucía un poco decepcionado.

—Lo soy —afirmó Izuku.

Entonces estaba bien. Si Izuku era feliz, todo estaba bien.

—Me alegro por ti —contestó Katsuki educadamente—. Ya debo irme, Izuku, tengo cosas que hacer y...

—No te preocupes —asintió Izuku retrocediendo—, debo volver a la cafetería, ¡dejé al esposo de mamá solo! me matará si se entera de eso —Izuku hizo amago de levantarse un poco para darle un beso, pero pareció pensarlo mejor porque se echó hacia atrás, su sonrisa titubeando—. ¡Fue un gusto verte, Kacchan! ¡Espero que estés muy bien!

Katsuki asintió, forzándose a sonreír.

—Espero que tú también, Deku.

Se giró, dando unos pasos, su alma cayendo a sus pies mientras se forzaba para no romper a llorar mientras caminaba, tratando de no girar para gritarle a Izuku que le quería, que no le dejara, que le perdonara, pero sabía que todo había sido dicho años atrás, que Izuku era ahora feliz y eso era lo único que bastaba.

¿Qué le importaba su propia infelicidad si Izuku por fin logró ser feliz?

A nadie, ni siquiera a él.

Ni siquiera....

—¡Kacchan!

Izuku le giró, agitado, sus mejillas pecosas y coloradas, y se puso de puntillas, dándole un beso fugaz en la mejilla para luego tomarle la mano libre, sintiendo una pequeña hoja de papel contra su piel.

Le miró, perdido, enamorado de esos ojos tan hermosos y dulces.

—Te dejé mi número de teléfono —balbuceó Izuku avergonzado, alejándose, sin perder el rubor de su rostro—, sí... sí quieres, mañana podemos salir por un café y... y bueno...

—Me encantaría —dijo, y sin poder evitarlo, sonrió también, mostrando sus colmillos con sus ojos brillando como dos rubíes.

Izuku le correspondió su sonrisa, agitando su mano mientras comenzaba a correr.

—¡Espero tu llamada, Kacchan!....

Por primera vez en su vida, Bakugo Katsuki sintió que esos primeros días de primavera no eran tan malos como había pensado al principio.

Hola cachorritos. Tarde en subir el epílogo pero aquí está.

Espero que hayan disfrutado leer tanto como yo disfruté y sufrí adaptando.

Nos seguimos leyendo en las siguientes adaptaciones pupies de mi corazón.

🥰🥰🥰😘😘😘😘

24-10-2021

Si leen que ya no es el mismo final es por qué está como debería ser originalmente. Me disculpo con Hobibuba por haberlo hecho, sorry.

😅😅😅 Lo deje como debía de ser porque no debería haberlo cambiado en un principio verdad. Nuevamente perdón.

04/09/22

Si llegaron hasta aquí significa que releyeron la historia y eso se los agradezco enormemente.
La había mandado a borradores por qué la autora original nos lo pidió así y ahora nos autorizo a resubirla. Siempre se debe respetar el deseo de la autora original, recuerdenlo si quieren adaptar alguna vez.

Cuando ella lo considere pertinente resubire Killig y Yuanfen, versión ShinKami.

Voten y comenten cachorros,los leo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro