ship
Apegó es una obra original de Hobibuba cualquier reproducción total o parcial de la obra sin la autorización explícita de la autora incurre en un delito.
Está es una adaptación de la misma autorizada por la escritora para el fandom de BNHA.
— Bu-buenos días... Mi-mi no-nombre es Midoriya Izuku, porfa-favor, ¡cu-cuiden de mí!
Seguido de sus palabras hubo un silencio tenso en el salón de clases mientras las mejillas pecosas del pobre chiquillo se tornaban coloradas por la vergüenza. Entonces, comenzaron las risas.
Izuku tuvo que contener las lágrimas de sus ojos en tanto la profesora les decía que se callaran, mandándolo a sentar en el único puesto vacío, al lado de un chico de cabello rubio y aspecto enojado, serio, casi aburrido allí.
Mordió su labio inferior, caminando por el salón forzándose a ignorar las risas burlonas, para luego sentarse al lado del chico, que apenas le dirigió una mirada.
—Ho-Hola... —saludó con tono ahogado.
Katsuki Bakugo le observó sin cambiar su expresión, enarcando una ceja para luego mirar al frente otra vez, ignorando al muchacho con frenillos y mejillas regordetas a su lado.
Izuku sabía que ese sería un difícil año escolar.
162 besos, beso arriba, beso abajo,
era lo que medía su cuerpo.
Lo medía para abarcarlo de alguna manera,
porqué lo que sentía a su lado
era imposible de concretar.
Las burlas no se detuvieron ese día, claro.
Al principio sólo habían sido palabras riéndose de sus frenillos, de sus mejillas salpicadas, de su alborotado cabello verde que se asomaba en los gorros que se ponía y su mamá le tejía con cariño, de sus dientes, de sus enormes ojos esmeralda, de todo. Le dolía, por supuesto, pero podía manejarlo, podía fingir que no era para tanto y creer que tarde o temprano se aburrirían.
Tres semanas después, comenzaron los empujones.
Cuando debía ir a buscar algún examen, cuando debía pasar al pizarrón, cuando salían de clases...
Fuertes empujones que lo desequilibraban seguido de risas maliciosas.
Un día, lo empujaron tan fuerte que cayó al suelo, las palmas de sus manos raspándose, sus cuadernos desparramándose, y sabía que le iban a pegar, sabía que ahora comenzarían los golpes.
—Eh, idiotas, ¿qué mierda están haciendo?
Unas pálidas manos lo tomaron de los hombros y lo pusieron de pie, encontrándose con el enojado rostro de Katsuki.
—¿Te gusta el nuevito, Bakugo? —se burló uno de los agresores aunque se notaba enojado.
—O lo dejan en paz, o les cortaré el cuello con mi navaja, idiotas.
Por supuesto, eso provocó que todos salieran corriendo.
Izuku tembló cuando Katsuki volvió a mirarlo.
—Tus cuadernos —gruñó Katsuki soltándolo.
Izuku se sobresaltó.
—¿De... de ve-verdad ti-tienes una navaja... ? —balbuceó a punto de llorar.
¿Por qué allí estaban todos locos?
Katsuki parpadeó.
—Por supuesto que no, idiota.
Entonces, Izuku comenzó a reír con timidez.
Katsuki le miró con extrañeza, soltando entonces sus hombros.
—Um... —Izuku se removió, queriendo seguir hablando con ese chico que era su compañero de puesto—. Gra-gracias... hyung...
Izuku sabía que Katsuki era mayor que él, había escuchado que estaba repitiendo el curso luego de reprobar por, según lo que contaba todo el mundo, amenazar a una profesora.
A Izuku realmente le asustaba mucho ese chico, pero hasta el momento había sido el único en defenderlo.
La verdad sea dicha, Katsuki repitió porque faltaba demasiado a clases ya que solía hacer ejercicio al levantarse y cuando se daba cuenta del tiempo transcurrido decidía que no valía la pena asistir al colegio.
Deberías pegarles —dijo Katsuki con tono plano—. Si sigues dejando que te pasen encima, no van a detenerse nunca.
Izuku normalmente habría asentido, tonto y cobarde, por eso se sorprendió cuando terminó contestándole con tono algo tembloroso:
—Entonces debería enseñarme a golpear, hyung.
Katsuki le observó con el ceño fruncido.
—No seas pendejo —regañó, girándose para irse de allí.
Sin embargo, Izuku no dudó en seguirlo.
Izuku nunca dudó en seguirlo.
¡Hyung! —gritó Izuku sonriendo— iHyung...!
No es que lo quisiera mucho,
no es eso, es difícil de explicar.
Yo lo quería cien maratones,
lo quería nueve océanos,
lo quería doce toneladas de veces.
Lo quería como a las cosas que has perdido,
así, tanto, del todo.
Lo quería del todo.
En mi idioma y en todos los dialectos
que hablan las espaldas más rizadas del planeta...
Katsuki se dio cuenta de que amaba a Izuku un año después, cuando Izuku dejó de seguirlo a todas partes como ese cachorrito que era, cansado de perseguirlo cuando sólo recibía escasas respuestas de su hyung, como si estuviera cansado de ser perseguido.
—Kacchan, ¡te invito al cine!
—No tengo ganas.
—¿Vamos a comer algo a un Mc'Donald, Kacchan?
—Llegaré a dormir, Deku.
—¿Y si salimos a una fiesta, Kacchan?
—No jodas.
De a poco, las invitaciones de Izuku se fueron volviendo más y más esporádicas, con menos ganas, más tímidas y titubeantes, y Katsuki no lo notó hasta que llegó un chico nuevo al curso llamado Tamaki Amajiki, tan tímido como Izuku que ambos parecieron congeniar enseguida.
Al principio todo pareció seguir su curso normal, donde Izuku arrastraba a Tamaki con él y se sentaban juntos en el comedor a la hora de almuerzo, pero entonces, de pronto, Katsuki sintió la falta de Izuku cuando levantaba la vista y lo veía hablar con su nuevo amigo, ignorándolo, sin dejar de sonreír.
Cuando salían del colegio y los dos chicos se iban caminando juntos, despidiéndose de él sin mirarlo.
Cuando Katsuki lo llamó una tarde para sacar a pasear a Holly y Mickey juntos como hicieron meses atrás, e Izuku respondió horas después, disculpándose porque estuvo bailando con Amajiki no escuchó su móvil.
—Eh, Deku, ¿hacemos el trabajo juntos?
—Hyung, ya me puse de acuerdo con Tamaki.
—Te invito a ver la nueva película de DiCaprio,
Deku.
—Oh, pero ya la vi con Tamaki, lo siento Kacchan.
—¿Vamos a mi casa más tarde, Deku?
—¡lré a almorzar con Tamaki, será para la próxima!
Katsuki realmente quería matar a ese chico.
Lo quería en bucle,
como las canciones que nunca cansan,
esas que te salvan la vida
cuando no hay otro tablón al que agarrarse.
Lo quería ocho cordilleras,
lo quería un Himalaya,
lo quería sin reservas,
sin hucha,
sin ahorrar nada para luego.
Lo quería desde la punta del derroche
hasta la letra "n" con que hace su última pirueta
la palabra absolución.
—No entiendo —dijo Sero luego de que
Katsuki hubiera terminado de contarle todo— ¿estás celoso de que el chico del que tanto te quejabas ya no te sigue más?
—¿¡Que mierda dices bastardo!? ¡No estoy celoso! —gruñó Katsuki pateando la pared para luego maldecir cuando el dolor recorrió su pie—. ¡Sólo me molesta que ese idiota rompa su promesa! ¡Dijo que siempre me iba a perseguir!
—Es normal —Sero tenía el ceño fruncido—. Cualquiera se aburriría de tratar de ser tu amigo, bro, porque no dices nada agradable al principio.
—Tú no lo conoces —se quejó Katsuki—, Deku es chillón y pegajoso todo el tiempo, le gusta abrazarme y acariciarme el cabello como si fuera un puto gato, además que cuando le digo que me suelte se pone a llorar. Mierda, creo que es el chico más jodidamente llorón que he conocido, y cuando llora me siento mal así que debo decirle algo bonito. Tiene una tonta expresión adorable cuando se enoja, Sero, ¡tú tampoco podrías decirle que no! Y todo el tiempo está Kacchan esto, Kacchan aquello, Kacchan sugoi lo otro, eso me da asco, ¡mucho asco! Pero es tierno de alguna forma también...
—Katsuki —le interrumpió Sero entre risas desquiciadas—, ¿te estás escuchando? ¡Ese chico te guuuuuuuuuuuuuuusta!
Katsuki parpadeó por la incredulidad para luego darle un golpe a su mejor amigo en la nuca, causando que soltara un quejido en voz alta.
—Sabía que eras idiota, pero no creí que tanto —dijo Katsuki irritado.
Sero soltó un bufido, cruzándose de brazos, rodando los ojos, para luego ponerse de pie.
—Mira, aprecias a Izuku lo quieres como amigo —dijo su mejor amigo tomando su mochila—, pero si no se lo dices, entonces vas a perderlo. No vale de nada sentir algo si al final te quedas callado o no se lo demuestras, bro.
Luego de eso Sero se marchó alegando que tenía cosas que estudiary Katsuki se echó en su cama, suspirando, cubriendo su rostro con la pendeja almohada de All Might que Izuku le había regalado el año pasado, recordó de pronto que el cumpleaños de Izuku sería en una semana más.
Su mente comenzó a maquinar el regalo perfecto para el chico, algo que haría que recuperara su atención.
Lo quería así, cinco patrias,
doce mil palomas de la paz,
seis trillones de delfines.
Lo quería mil silencios
y en todos los veinte continentes,
lo quería vestido de beso, de espuma, de estrofa, vestido de ahora, de luego,
de antes, y cuando llenaba su cantimplora con dos gotas
del mar de Saturno
para emborracharnos de par en par.
Para asegurarse de que Izuku estaría con algo de tiempo libre para él ese día Katsuki se aseguró de preguntarle días atrás si podía acompañarlo a su casa esa tarde para devolverle una sudadera que dejó meses atrás, ignorando a propósito su cumpleaños, viendo su mueca triste cuando fingió no saber que ese día era especial para él.
Izuku estuvo enfurruñado todo el camino, pidiéndole que se apuraran porque más tarde saldría con el estúpido de Tamaki, y Katsuki se prometió patearle el culo a ese idiota el otro día.
Mientras Izuku fue arriba, dando tumbos por la molestia, Katsuki se removió con nervio para luego sentarse frente al piano, sus dedos picando por la ansiedad.
—Hey, Deku... —llamó titubeante.
—¿Qué ocurre, Kacchan, hyung...?
Izuku se quedó callado cuando Katsuki comenzó a tocar la tonada de Feliz Cumpleaños en el piano, sin atreverse a mirarlo porque no quería ver su expresión, porque temía que no le gustara, o lo detuviera y dijera que tenía que irse con su nuevo amigo.
Así que cuando acabó, comenzó a tocar otra tonada, Rue des Cascades, prosiguió con L'absente, y cuando llegó a Surnmer 78, se puso tenso.
Humedeció sus labios, tembloroso.
—Si-sigue siendo mi puto amigo... Deku... —farfulló cuando interrumpió la composición, sin girarse.
Al no obtener respuesta, temió que Izuku se hubiera ido, haber quedado en ridículo al mostrarle esa parte tan íntima de él, pero se sorprendió mucho cuando el chico lo abrazó por detrás, su perfume invadiendo su nariz, su corazón latiendo deforma desbocada.
—Eres tan tonto, Kacchan —regañó Izuku sollozando—, ¿cómo puedes pensar que ya no quiero ser tu amigo? ¡Voy a llamar a Tamaki me quedaré contigo el resto de la tarde! Podríamos ver películas o jugar videojuegos o incluso un juego de mesa que...
Katsuki observó a Izuku que seguía parloteando frente a él como si nada, y se dio cuenta, entonces, que con Izuku no necesitaba las palabras, porque Izuku podía entenderle de una forma que nunca nadie pudo equiparar.
Porque nadie era como Izuku en la vida, se dio cuenta esa tarde.
Así lo quería, así lo quise, de tal manera.
Por eso no puedo llegar a explicarme,
ni paro de preguntarme
cómo demonios pudo ocurrir un día,
cómo diablos dejé de hacerlo.
Katsuki lloró con fuerza, negándose a soltar a Izuku, ignorando sus palabras, ignorando su alrededor.
Negándose a creer la respuesta de Izuku.
—No, Katsuki.
¿Cómo Izuku podría responder eso, cuando Izuku era la persona que le había amado de forma incondicional, la persona que le comprendía como nadie en la vida, la persona con la que había compartido la mitad de su existencia?
Era imposible.
—Suéltame, Katsuki, por favor.
Katsuki no quería soltarlo nunca más en la vida, pero eso no evitó cuando Izuku lo tomó de los hombros, echándolo atrás, obligándole a devolverle la mirada, y lágrimas nuevas cayeron otra vez cuando notó la mirada calmada pero decidida del menor.
Comprendió, entonces, que ya no había nada más qué hacer, que perdió, que su historia con Izuku había llegado a su fin, que su última oportunidad murió por su incapacidad para ver más allá de sus propios deseos personales, de su confusión, de sus sentimientos y corazón.
Y oh, dolía tanto, dolía ver como la persona que más amaba se escapaba de sus manos, así como el agua se deslizaba por sus dedos.
¿De esa forma se sintió Izuku cuando le pidió el divorcio?
Entonces se merecía sentir eso, porque si Izuku se había sentido así, entonces él no tenía perdón de Dios por haber sido la persona que le causó tanto daño.
—¿Ya no... ya no me a-amas...? —balbuceó en un último intento desesperado de recuperar a Izuku.
Una triste sonrisa curvó los labios de la persona frente a él.
—Siempre estarás en mi corazón, pero ya no en mi vida, Katsuki —dijo Izuku suavemente.
Katsuki nunca se había sentido tan miserable como en ese instante, y quería abrazar a Izuku, rogarle, pedirle, humillarse, hacer algo para que las cosas no acabaran de esa forma, para que Izuku le sonriera y prometiera que todo estaría bien, que nunca iba a dejarlo, que no le abandonaría en ningún momento como habían prometido cinco años atrás frente al altar.
Aunque él hubiera sido la primera persona en romper esa promesa.
—Pe-pero te amo... —sollozó.
Izuku le acarició el cabello, sin perder esa expresión dulce de su rostro.
—Yo también te amo, Kacchan —admitió Izuku—, pero ambos estamos heridos y rotos y no podemos seguir de esta forma, porque tarde o temprano volveremos a acabar así, y eso hará que todo esto duela más —Izuku le tomó de
las mejillas—. Ambos necesitamos repararnos, Katsuki.
—Yo te necesito a ti —gimió Katsuki con los labios temblando.
—No, no lo haces —corrigió Izuku —, así como yo no te necesito a ti para ser feliz —Izuku limpió las lágrimas de sus ojos con sus dedos tranquilamente—, nuestra relación... Nuestro amor está roto, pero aún podemos mantener el cariño por el otro vivo antes de que el odio nos gane —Izuku besó su húmeda mejilla, llorando también—. No dejemos que nuestro apego se rompa, Kacchan. Dejemos que permanezca entre nosotros, pero para eso, tenemos que romper nuestros lazos.
Katsuki asintió, queriendo llorar otra vez, pero controlándose lo suficiente para no quebrarse una vez más.
—Si... si nos volvemos a encontrar más adelante... —aventuró Katsuki titubeante.
—Entonces vamos a ver si los dos tenemos ese hilo rojo del que la gente tanto habla —concedió Izuku abrazándolo.
Y Katsuki sintió, entonces, que ese sería el último abrazo que le daría a Izuku en mucho, mucho tiempo, sino el último que era.
Así que le devolvió el abrazo, aferrándose a esas últimas sensaciones, al sentimiento de tener a la persona más importante de su vida junto a él una vez más.
Izuku se alejó, inclinándose, y lo besó en los labios, corto, superficial, pero para Katsuki fue lo suficiente como para destrozarlo una vez más.
—Te amo —lloró, su garganta apretada, su estómago contrayéndose por el inevitable final, retrocediendo mientras sus hombros se sacudían por el llanto.
—Yo también te amo —respondió Izuku antes de cerrar la puerta.
Y cuando la puerta se cerró, todo había acabado.
Tarde mucho para actualizar y lo siento mucho pero ya esta aquí. Solo falta el epílogo para terminar esta obra, lo subiré en estos días.
El poema que está entre párrafos en cursiva se llama: Así, de esa manera y pertenece al escritor español Marwan. Me gustó muchísimo y lo vi apropiado para éste capítulo, les dejo el link de donde lo tome. Solo cambié el género de a quien iba dirigido.
http://marwanblog.blogspot.com/2016/08/asi-de-esa-manera_4.html?m=1
La siguiente obra que voy a actualizar es "Secretos de luna llena", cuando vean la notificación échenle un ojo por que esta buena solo que no había tenido tiempo para actualizar.
Nos leemos en el epílogo. Voten y comenten cachorros. Los leo.
🥰🥰😘😘😘😘
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro