Apatía
N/A: Esto era para la dinámica del ccnagireo pero se me pasó el tiempo y el fic se salió de control, al menos pude darle más contexto...
Estoy en bloqueo, sean amables, hoy no me tomé la pastilla...
Se recostó en la verde hierba del patio del colegio, el cielo totalmente despejado se abría delante de sus ojos pero no resultaba llamativo para él, nada lo era realmente, cumple con lo mínimo de la escuela, sus padres tampoco están demasiado preocupados por él, aunque sea un alfa.
La cosa es que, para ser de esa casta, es jodidamente tranquilo y apático en todo lo que respecta a otros alfas y omegas.
Si es que ni siquiera se lleva con los betas.
Nadie quiere estar cerca de él, mucho menos en este instituto de niños ricos y familias importantes.
Nagi Seishirou es un bicho raro. La otredad, el gato callejero que llegó a ocupar un espacio en un rincón de una casa que obviamente no le pertenece, y claro, a Nagi no le importa encajar en este ambiente.
Es un alfa sin afán de resaltar, o conseguir contactos, sólo quiere sus gelatinas, a Choki y sus queridos juegos. ¿Puede vivir con esto hasta que ya nada importa, verdad?
—¡Mikage, espera!
Ah, ruido. Que fastidio.
Nagi se removió en su lugar levantando el brazo que descansaba sobre sus hombros, la luz solar le dolió unos segundos antes de girar su rostro y ver al heredero de la empresa Mikage caminar a prisa seguido de un grupo grande de personas. Ninguna destacaba especialmente para Nagi pero Mikage Reo, bueno, para ser un beta destacaba por sí sólo con caminar.
A diferencia de él, se mueve como pez en el agua, siempre rodeado de gente importante, siempre con una sonrisa perfecta, siempre el mejor.
Mikage Reo es genial a los ojos de Nagi.
Fue sólo un segundo, un instante en que sus miradas se cruzaron, aunque había más personas alrededor de Reo, éste pareció sólo por un momento interesado en el gato callejero que estaba bajo la sombra de un árbol y algo dentro de Nagi dolió.
[...]
Estaba paseando por el pasillo, bueno más bien lo sacaron de la sala de clases por quedarse dormido de nuevo. A Nagi realmente no le interesaba en absoluto, ya que con sólo leer los libros ya memorizaba todo para los exámenes, después de todo es el número 1 en varios exámenes generales.
Hasta que un olor demasiado agradable que ni siquiera él podría ignorar.
Y viene de una de las salas cerradas del primer piso, esas que son para los clubes.
Como un gato callejero oliendo comida cerca, fue guiado a ese salón.
Paso a paso el olor se hacía más fuerte, más intenso, totalmente embriagante que apuraron el paso de Nagi hasta que abrió de golpe la puerta.
—Mikage Reo...
El lugar parece una fortaleza entre las mesas y sillas de la sala apiladas y con Reo detrás de ellas, abrazándose a sí mismo, respirando agitado, con el calor en cada poro de su piel liberando el aroma más putamente dulce que ha olido Nagi Seishirou en toda su vida.
El aroma de un omega jamás había calado tanto en su ser, ni le había llamado la atención.
Aunque... ¿Reo no era un beta?
—¿Q-Quién es? Aléjate... No sé qué pasa.
Y aunque normalmente Nagi no se involucra con otros en el instituto, este caso es diferente. Huele bien, le está llamando, ahora mismo ese aroma a lavanda que se impregna en su piel y lo abraza como nadie.
Lentamente atraviesa la muralla de sillas, huele el miedo en él, la incertidumbre, el pánico, el celo y la lavanda. Demasiada lavanda que se mete en sus fosas nasales, y antes de darse cuenta está frente a Reo, le mira desde arriba totalmente embriagado en ese aroma que llena el cuarto.
—Reo...
El nombrado vuelve a temblar, levanta lento la mirada en un intento por echarlo de ahí, pero en cuando libera su rostro de sus brazos puede sentir la esencia del alfa desconocido, es ligeramente ácida, pero refrescante, como pocos olores que ha presenciado en su vida.
Huele a limón.
Ese alfa albino que le mira intensamente como si fuera a comerlo huele a limón.
—Ven —murmura Reo, aun sin saber su nombre pero el instinto le dice que necesita tenerlo cerca.
En menos de un segundo, Nagi se arrodilló en el suelo, por primera vez sintiendo que su cuerpo es enorme y que sus brazos eran así de fuertes para abrazar a Mikage Reo. Consolarlo en estos momentos.
Sus aromas se mezclaron, la lavanda y el limón llenaron la sala de ese club vacía, la respiración de Reo se fue calmando paulatinamente, mientras se acurrucaba contra el pecho de Nagi, en un reconfortante calor, similar al de su propia cama.
Se siente protegido, a salvo.
Como si toda la vida estuviera esperando este momento.
Nagi lo carga sobre sus piernas y se recuesta contra la pared para hacer una especie de cuna con Reo entre sus brazos, protegiendo cada parte de su cuerpo, expulsando su propio aroma.
Todo se vuelve claro, Reo ya no tiene miedo, ya no se siente expuesto, ahora está con quién debe estar.
[...]
—¿No eras beta?
Son las primeras palabras que salen de Nagi Seishirou, el alfa que le encontró escondido en esta sala. Mikage Reo le mira pero no procesa todo aún, se encoge de hombros y le resta importancia hasta que termina de enviar el mensaje a Ba-ya.
—Eso me dijeron también —lo dice casual. Cosa que a Nagi le hace un poco de gracia, sus ojos brillan. —Supongo que despedirán al médico que me hizo la prueba.
Esto había sido peligroso, sin un supresor, sin un collar de protección, mucho menos un guardia como a otros omegas en el instituto. Pudo haber sido abusado en su propio instituto por culpa de ese médico.
Va a despedirlo él mismo.
—No tengo idea qué pasó, pero me alegra que me encontraras tú —pronto, los ojos violeta de Reo se fijan en Nagi junto a una sonrisa de alivio, tan suave y gentil que nuevamente algo dentro de Nagi dolió.
—¿Eh?
—Ya sabes, otros alfas son agresivos y tontos, pero tú sólo me ayudaste a calmarme, ¿Cómo te llamas?
—Nagi, Seishirou Nagi.
—Gracias, Sei~
Las mejillas claras de Reo se tintaron de rosa, se acomodó con cuidado sobre las piernas de Nagi y repartió pequeñas caricias sobre su cabeza, desordenando algunos cabellos de paso. El cuerpo de Nagi se llenó de escalofríos y sus manos atraparon la cintura de Reo con fuerza, lo que sacó un quejido de sorpresa.
Ah, esa mirada, no era la amable que tenía antes.
Reo terminó viendo el techo de la sala, pronto estaba contra el suelo frío y con todo el cuerpo de Nagi sobre el suyo, acorralado, prisionero, pero no en peligro.
—¿Sei...?
Nagi traga saliva, abre la boca unos segundos antes de esconder su rostro en el cuello de Reo. Capta su aroma, respira con fuerza hasta humedecer la piel clara, ahora mismo podría morderla si es que vuelve a escuchar su nombre saliendo de su boca.
—Nagi.
Sólo ahí se detiene, cuando escucha su apellido y la voz firme de Reo. Se levanta lentamente para pedirle perdón pero la sonrisa en el rostro de Reo le deja en silencio.
¿Por qué parece feliz? Pero de una forma tan extraña, orgulloso, incluso malvado, algo dentro de Nagi vuelve a doler. Sólo Reo provocaba tanto en él.
Toda la apatía de su vida parecía alejarse con la presencia de Reo.
—Reo... Yo...
—Sí digo tu nombre, ¿Te comportas así? —Los ojos de Reo brillan, intenso, su aroma a lavanda comienza a ser atosigante para la sensible nariz de Nagi quien usa más fuerza de voluntad en no arrancarle la corbata del cuello.
—No...
Reo comienza a reír, un sonido tan hermoso que hace cosquillas en el cuerpo de Nagi quién no entiende nada. Hace un momento parecía ser un gatito mojado bajo la lluvia, aterrado de la incertidumbre y ahora, aunque está debajo de su cuerpo parece que tiene todo el control.
Y ciertamente, Nagi está dispuesto a darle ese control, si va a sentir tantas cosas diferentes con sólo ver sus ojos.
—Primer celo y ya pretendes ir a segunda base ¿Te crees tan afortunado Nagi?
Su voz cae como un balde de agua fría, de un momento a otro, es Nagi quién está contra el suelo y Mikage Reo se toma su tiempo en subirse sobre el regazo de Nagi, el nuevo alfa que ha conseguido de suerte en su primer celo.
—¿Crees que por verme en ese momento tan débil te dejaré hacer lo que quieras?
Nagi niega. Con más energía de costumbre, lo que sólo hace la sonrisa de Reo más torcida, su mirada es extraña pero para el alfa sigue viéndose genial.
Reo es genial, es demasiado genial.
—Good boy —dos palmadas sobre su cabeza, luego su mano se dedicó a acariciar la mejilla ajena captando el calor de su rostro, rodea la mandíbula y baja con delicadeza por su garganta hasta el cuello del hoodie oscuro.
—Reo...
—¿Mm?
—Reo.
Sonríe, suena suave, delicado, suplicante, la mirada pesa sobre su cuerpo y el olor a limón inunda la sala de clases vacía con tanta fuerza que parece una ola furiosa rompiendo las rocas. Reo se siente cuidado y deseado.
Tal vez ser omega no es tan malo, no cuando tiene la completa atención de Nagi Seishirou. Un alfa que se dejaba ordenar, a diferencia de los que conoce, todos brutos, tontos, mandones... A Reo no le gusta eso, prefiere tener todo ordenado.
Por eso ahora mueve la cadera en círculos lentos, arrugando la ropa de Nagi, está tanteando hasta que punto puede hacerlo perder el control, o si será realmente como esos otros alfas. La expresión neutral de Nagi desaparece por microsegundos, una mueca sutil de incomodidad que se vuelve peor, sus ojos son como cuando entró a la sala, parece que un monstruo.
—Nagi...
—Reo.
Sus dos enormes manos atrapan los muslos de Reo arrugando de paso toda la tela de su uniforme, lo que sólo provoca que Reo deje de moverse y todo su cuerpo tiemble sobre Nagi. Las feromonas, las malditas feromonas lavanda se expanden entre ellos como una ráfaga furiosa, Reo cierra los ojos y se muerde el labio inferior, al menos puede notar cuando su propio cuerpo pierde la razón por tener las manos del alfa.
La mano de Reo cubre la boca de Nagi, lo sorprende por medio segundo hasta que ambas miradas se clavan entre sí, y ve en los ojos lavanda de Reo el mismo deseo descontrolado que inunda su ser como una tormenta furiosa.
No importa que estén en el suelo, no importa que estén en el instituto aún. A plena luz del día, no importa. Nada importa para Nagi, no hasta que Reo apareció en su vida.
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Espero les guste~
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