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002

Jimin cruzó la puerta de su casa echando chispas. Desde que había dejado a Kaurna, había mantenido una apariencia de calma que no le hacía justicia a lo que realmente sentía. Había fingido sonrisas, aguantado comentarios ligeros, todo para evitar arruinar el momento, pero en cuanto la puerta de su hogar se cerró tras él, su rostro se deformó en una mueca de puro enojo.

—¡Aaaah! —gritó, soltando toda la frustración acumulada mientras tiraba la mochila al suelo con un golpe sordo que resonó en el pasillo.

Su hermana menor, Roseanne, estaba justo en la sala, sentada en el sofá mientras miraba la televisión. El grito de su hermano la hizo alzar la vista de su programa con una ceja arqueada, pero en lugar de asustarse, una sonrisa traviesa se formó en su rostro. Había notado por la ventana que Jimin había llegado con Kaurna y... otro chico. Ya había estado esperando el momento perfecto para lanzarle la bomba.

Con una lentitud casi teatral, Roseanne se levantó del sofá, caminando hacia Jimin con una expresión que él conocía demasiado bien: la sonrisa maliciosa de alguien a punto de soltar algo que sabía que lo iba a irritar.

—¿Y ese grito de frustración, oppa? —empezó ella, inclinándose un poco hacia él, claramente disfrutando del momento—. ¿No llevas ni una semana en el vecindario y ya tienes novio?

Jimin, que ya estaba de pésimo humor, la miró con una mezcla de incredulidad y fastidio. 

—¡¿Qué?! —exclamó, su tono cargado de indignación. No estaba para bromas, no después de haber soportado a ese idiota de Jungkook durante tanto rato—. ¡No estoy para juegos, Rosie!

Ella alzó las manos en un gesto de falsa inocencia, aunque la sonrisa en su rostro no desapareció ni por un segundo. 

—Tranquilo, tranquilo. Solo lo digo porque vi cómo te despedías en la entrada con ese chico. Ese... ¿cómo se llama? —Roseanne se llevó una mano al mentón, fingiendo pensar mientras intentaba contener la risa—. Ah, claro, Kaune, ¿no? —bromeó, claramente intentando empujar a su hermano al límite.

Jimin rodó los ojos con tanta fuerza que casi vio su propio cerebro. Apretó los puños y dio un paso hacia su hermana, visiblemente molesto. 

—¡No es mi novio! —declaró con una mezcla de irritación y desesperación—. Y es "Kaurna" no "Kaune", quien es solo nuestro vecino, por si te interesa saberlo.

Roseanne ladeó la cabeza con una expresión de interés fingido, pero su tono juguetón no desapareció. 

—Ah... entonces no es Kaurna el que te tiene tan alterado —dijo, alzando las cejas—. Tiene que ser el otro, ¿verdad? Ese con el que llegaste... vi que su coche estaba aparcado justo enfrente de la casa en donde se bajó con Kaurna para despedirte en la entrada. ¿Me perdí algo importante? —preguntó, dándole un pequeño codazo.

Jimin apretó los dientes. No podía creer que su hermana estuviera sacando conclusiones tan ridículas, pero en lugar de responderle, simplemente dejó escapar un fuerte gruñido de frustración.

—¡Es ese maldito idiota! —explotó finalmente, lanzando los brazos al aire en un gesto de exasperación—. ¡Ese tal Jungkook no deja de llamarme "enano gruñón"! ¡Lo odio! —Las palabras casi salieron de su boca como veneno, y por un segundo, Roseanne se quedó en silencio.

—¿"Enano gruñón"? —repitió ella, claramente divertida por el apodo. Se llevó una mano a la boca para contener la risa, pero era demasiado tarde. Una carcajada ligera se escapó de sus labios antes de que pudiera detenerla—. ¡Eso es adorable! ¡No puedo creerlo!

—¡No es adorable! —gritó Jimin, completamente rojo de la ira—. ¡Es irritante! ¡Y ese tipo es un idiota de lo peor! ¿Cómo puede Kaurna ser amigo de él? ¡No lo entiendo!

Roseanne se limitó a sonreír, claramente disfrutando de la frustración de su hermano. 

—Bueno, al menos parece que tienes un apodo —dijo, encogiéndose de hombros—. Eso significa que te tiene en alta estima, ¿no?

—¡En alta estima mi trasero! —Jimin refunfuñó, caminando hacia la cocina para buscar algo que le ayudara a calmarse, lejos de su loca hermana adolescente, aunque sabía que no encontraría nada que apagara el incendio interno que ese tal Jungkook había provocado en él.

(...)

El día siguiente comenzó mucho mejor... o al menos eso fue lo que Jimin intentó creer mientras se dirigía a la universidad. El aire estaba fresco, y las hojas del otoño crujían bajo sus pies mientras caminaba hacia su primera clase del día. No había rastro de Jungkook ni de su molesto apodo. Todo indicaba que hoy sería un día más tranquilo.

Las primeras clases pasaron sin mayores incidentes. Jimin pudo concentrarse en sus estudios, y aunque todavía tenía un pequeño nudo en el estómago cada vez que pensaba en el altercado del día anterior, la paz mental regresaba lentamente. Todo parecía estar en su lugar... hasta que llegó a su última clase del día.

Al cruzar la puerta del aula, su corazón se hundió cuando vio a Jungkook, sentado en la primera fila, como si el destino se estuviera riendo de él. Para colmo de sus males, el asiento a su lado era uno de los pocos que se encontraban libres, un recordatorio cruel de lo que seguramente se avecinaba. Jimin escaneó la sala rápidamente, buscando desesperadamente otro lugar donde sentarse.

Justo cuando estaba a punto de tomar un asiento lejos de la zona de peligro, escuchó la voz inconfundible de Jungkook resonando desde la primera fila.

—Ey, enano. No muerdo, ¿sabes? Puedes sentarte aquí —le llamó Jungkook con una sonrisa burlona mientras golpeaba suavemente el asiento vacío a su lado.

Jimin se detuvo en seco. Un músculo en su mandíbula se tensó mientras se giraba lentamente hacia él. 

—¿En serio? —dijo, su voz cargada de sarcasmo—. Qué amable de tu parte.

—Vamos, hombre —dijo Jungkook, inclinándose un poco en su asiento, aún con esa maldita sonrisa de suficiencia en su rostro—. No te vas a contagiar de nada si te sientas a mi lado. Prometo no morder... demasiado.

Jimin, incapaz de soportar más, caminó directamente hacia el asiento junto a Jungkook y se dejó caer en él con un bufido. 

—Tal vez no muerdas —murmuró, cruzándose de brazos—. Pero definitivamente hablas demasiado. Y lo que es peor, todo lo que dices es pura basura.

Jungkook soltó una carcajada ligera, obviamente disfrutando de la situación.

 —Aún sigues molesto por lo de ayer, ¿eh? —preguntó, inclinándose un poco hacia él—. Mira, yo solo intentaba hacer que te relajaras un poco. Si alguien aquí es peligroso, eres tú —contratacó, tirándose hacia atrás, pero sin perderlo de vista—. Mi coche todavía tiene la marca de tu patada.

—¡Tu coche se lo merecía! —espetó Jimin, sintiendo cómo la sangre le hervía de nuevo—. ¡Y tú tampoco tenías derecho a insultarme así! ¡No soy un enano y mucho menos soy gruñón!

—Bueno, eso es debatible —respondió Jungkook, encogiéndose de hombros—. Pero definitivamente encaja contigo. Si te vieras en el espejo cuando te enojas, entenderías de qué hablo. Es como ver a un pequeño volcán andante a punto de hacer erupción.

Jimin lo miró como si acabara de decir la cosa más estúpida del mundo, lo cual, de hecho, había hecho. 

—Eres un completo idiota. ¿Te lo han dicho alguna vez?

—Oh, sí, muchas veces. —Jungkook asintió con una sonrisa, claramente inmune a las críticas—. De hecho, es uno de los comentarios más comunes que recibo. Pero, ¿sabes qué? Me lo tomo con orgullo.

Jimin se llevó las manos a la cara, intentando no perder la compostura frente a él. 

—No puedo creer que alguien como tú exista —murmuró, justo en el momento en que la puerta del aula se abrió y la profesora entró, imponiendo orden de inmediato.

—Silencio, por favor. —La mujer miró a ambos y a otro par que conversaba.

Ambos guardaron silencio, aunque intercambiaron una última mirada de desafío antes de centrarse, o al menos fingir centrarse, en la clase.

(..)

Cuando la clase finalmente terminó, Jimin recogió sus cosas rápidamente, decidido a salir antes de que Jungkook pudiera seguir molestándolo. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de cruzar la puerta, se encontró con Kaurna, quien parecía estar esperándolo.

—¡Ey, chicos! —dijo Kaurna, saludando a ambos con una gran sonrisa—. Estaba esperando para preguntarles algo.

Jungkook y Jimin intercambiaron una mirada rápida antes de mirar a Kaurna.

—¿Qué pasa? —preguntó Jungkook, claramente menos molesto que Jimin.

—Quería saber si ya habías invitado a Jimin a la fiesta que estas organizando este fin de semana —explicó Kaurna, mirando a Park con ojos esperanzados—. ¿O lo olvidaste?

Jungkook puso una expresión de arrepentimiento exagerado. Solo buscaba hacer enojar mas al contrario, puesto que la idea de invitarlo estuvo presente siempre por su amigo Kaurna, sino que no supo cómo hacerla sin llegar a ser rechazado.

—Oh, mi culpa, lo olvidé completamente —dijo, aunque era obvio que no lo había hecho—. Jimin, te invito oficialmente a la fiesta que organizare este fin de semana. Será divertido. Bueno, para algunos de nosotros que si tenemos algo de sentido de humor, al menos.

Jimin lo miró con una mezcla de incredulidad y fastidio. 

—No me interesa —dijo, cruzándose de brazos. Lo último que quería era pasar más tiempo con Jones.

—Vamos, Jimin —dijo Kaurna, casi suplicando—. Será divertido. Solo somos un pequeño grupo de amigos, nada grande. ¡Además, estaré ahí para asegurarme de que la pases bien!

Jimin suspiró. No quería ir, pero tampoco quería decepcionar a Kaurna, que había sido tan amable con él. Finalmente, accedió a regañadientes.

—Está bien, iré —dijo, aunque su tono dejaba claro que no lo hacía por placer.

—¡Genial! Va a ser increíble. —Kaurna sonrió ampliamente.

Jungkook, por su parte, solo sonrió, sabiendo que la noche del fin de semana sería aún más entretenida con Jimin allí.


ִ𐙚:  holaaa, acá el segundo capítulo de apateu hfijfj, me encanta como jm y jk se llevan, lit, jm no lo soporta ni un poco HFKFKDH

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