3. Alfa
CAPITULO III
ALFA
La luz del sol le daba de lleno en la cara impidiéndole seguir durmiendo, gruñendo molesto, giró del otro lado reacio a abandonar su amplia y acogedora cama de sábanas de seda y...
Espera... ¿Amplia? ¿Seda?
Clark abrió los ojos de golpe sentándose asustado, mirando a todas direcciones desorientado sin poder reconocer el lugar donde se encontraba, peor aún, cuando intentó levantarse descubrió horrorizado que... ¡ESTABA DESNUDO!
El susto comenzó a convertirse en pánico, ¡¿qué demonios había pasado anoche?! Lo último que recordaba era... Hizo memoria: Pete; el club nocturno; el guardia de seguridad; Lex; Pete y la porrista; el trío de meseras; y... Él... El hombre atractivo que lo abordó.
De pronto su pulso se disparó conforme vagos recuerdos asaltaban su mente de escenas candentes donde los protagonistas principales eran él y el hombre atractivo.
<<¡OH, POR DIOS! ¡PERDÍ MI VIRGINIDAD!>>
Clark estaba en shock, no lo podía creer, esta no era la forma en la que quería que pasara: simple y llano sexo de una noche con un perfecto desconocido, de la cual sólo conservaba retazos inconexos. Además... ¿con un hombre? En realidad, nunca se lo había planteado, pero creía estar completamente seguro de ser totalmente heterosexual, entonces... ¿Cómo paso eso?
—Me quiero morir—gimió, dejándose caer en la cama, cubriéndose el rostro con las manos. Pero tuvo que dejar sus lamentaciones a un lado al ser envuelto por un repentino y exquisito aroma embriagante que lo puso duro. Sobresaltado, se incorporó buscando alrededor de la habitación el origen, notando que provenía de entre las sabanas a su izquierda.
Temiendo lo peor, trago grueso dándose valor, y procedió a apartar lentamente la tela, encontrándose con algo que borró cualquier rastro de excitación posible: una ENORME mancha carmesí teñía las impolutas sábanas blancas, y no tenía que ser un genio para saber que era sangre... y no suya, por cierto.
—¿A quién mate? —se preguntó aterrado ante la cantidad de sangre que bien podrían ser litros. Sin embargo, si en algún momento tuvo la intención de averiguarlo, la idea se esfumó cuando escucho —gracias a su súper oído— movimiento en la planta de abajo, incrementando su estado de alarma causando que hiciera lo primero que se le ocurrió: salir corriendo.
Claro que para hacerlo primero tuvo que vestirse, porque aún estaba desnudo, pero el nerviosismo combinado con la prisa empeoraba su torpeza, así qué casi termino por romper su de por sí maltrecha ropa en el afán de ponérsela, y eso sin mencionar los zapatos. Además su chaqueta permaneció desaparecida pese a que la busco con su visión de rayos X, aunque si bien, encontró las llaves de la camioneta —que daba gracias haber conservado— junto con una cartera que desprendía un olor similar al de las sábanas, mismas que al recordarlas impulsivamente quitó de la cama haciéndolas un ovillo para llevárselas.
Todo el proceso lo hizo a súper velocidad, dándole apenas el tiempo justo de salir al pasillo donde ya se escuchaban voces acercándose a su izquierda, vedando esa ruta de escape. Por lo que volteó a la derecha, notando a unos pocos metros una ventana abierta que daba a una escalera de incendios a la que se dirigió rápidamente.
Tras saltar la ventana, bajó las escaleras —atento a que no lo siguieran— encontrándose en un callejón que reconoció como el mismo en donde la noche pasada él y Pete se encontraron con el Alfa, lo que le indicó que el lugar donde estacionó la camioneta estaba cerca. Así que corrió hasta el final del callejón, y efectivamente pudo divisarla aparcada en la esquina al otro lado de la calle. Aprovechando que había pocos peatones uso su súper velocidad para llegar hasta ella sin que nadie lo viera.
Una vez al volante, condujo como un loco por varios minutos sin rumbo fijo hasta que se tranquilizó lo suficiente para pensar más claramente que debía hacer: ir a su casa quedaba descartado, sus padres descubrirían de inmediato que algo andaba mal; la de Pete, bueno, por obvias razones tampoco; sólo quedaba... La casa de Chloe, quien les sirviera de coartada para ir al club nocturno.
Suspiró resignado mentalizándose a las miles de preguntas que tendría que responder si quería su ayuda. ¡Y vaya que las habría! Chloe era de ese tipo de personas entusiastas, curiosa por saber y descubrirlo todo, y nada la detenía, más de una vez estuvo a punto de averiguar su secreto. En ocasiones a Clark le costaba creer que fuera una beta en vez de una Alfa porque incluso su personalidad era dominante, de armas tomar en pos de defender sus convicciones y a aquellos que consideraba importantes en su vida. Lo que la convertía en la mejor aliada en situaciones desesperadas... Siempre y cuando no estuvieras en su mira de lo extraño.
En general, Clark acudía a ella por ese tipo de casos. Ahora, sin embargo, lo haría por un simple y llano asunto de estupidez adolescente, por lo que supuso le daría poca importancia. Además, ella estaba enterada de la salida nocturna, así que tenía parte de responsabilidad... O al menos de eso quiso convencerse los siguientes 30 minutos que tardó en llegar... Y los otros 5 más que permaneció parado frente a su puerta. Cuando al fin se decidió a tocar, esta casi se abrió al instante de golpe, recibiéndolo una desaliñada Chloe con cara de preocupación, que al verlo, se lanzó a abrazarlo.
—¡Dios mío Clark, ¿dónde diablos estabas? —le dijo angustiada— Pete y yo llevamos horas buscándote. A punto estuve de llamar a tus padres.
—Qué bueno que no lo hiciste, si se enteran, me matan.
—¡Te lo tendrías merecido! —le gritó Chloe molesta para después separándose de él y entrar a su casa a paso firme seguida por Clark— ¿Sabes lo preocupada que estaba? No he pegado ojo desde que Pete vino gritando a las 4 de la mañana que no te encontraba, porque los niños tuvieron la brillante idea de meterse a un tugurio.*
—Era un club nocturno —aclaró.
—¿Crees que me importa? —gruñó enfadada enfrentándolo con las manos en las caderas, y que pese a la pijama rosa y bata de dormir lucía intimidante— ¡¿En qué demonios estaban pensando?! No, espera. ¡No estaban pensando! Sólo siguieron a una cara bonita con pompones, y ya, el resto, ¡al diablo!
—¡Pero tu estuviste de acuerdo! —se defendió Clark.
—¿Qué? —enarcando una ceja-— ¿Crees que me hubiera prestado para un pacto suicida? —ironizó Chloe— Porque es lo que pasará cuando sus padres se enteren.
—Pero Pete dijo que lo sabías y nos apoyabas, por eso nos cubrirías para... —Clark se interrumpió frunciendo el ceño cayendo en cuenta de lo que pasaba—. Mintió —soltó visiblemente molesto—. ¿Dónde está Pete?
—Fuera, aun buscándote...
—Bien. —la cortó, encaminándose decidido a la salida.
—Oye, ¿dónde crees que vas?
— A ajustar cuentas con Pete —dijo furioso.
—Oooook —asintió Chloe a quien empezó a formársele una sonrisa pícara que le puso los pelos de punta— ¿Y saldrás en esas fachas? Porqué te aviso que no pienso pagar para sacarte de la cárcel por exhibicionismo.
Los colores se le fueron al rostro, con la discusión había olvidado por completo el estado deplorable de sus ropas, que por cierto, exponían efectivamente más piel de la que cubrían.
—... —se quedó sin palabras con una expresión épica que hizo reír a la rubia a carcajadas.
—Eso pensé —parando de reír, se fue apiadándose de su bochorno— Vamos granjero, tu noche loca terminó, sube al cuarto de baño y date una ducha, veré que puedo encontrar en la ropa de mi papá que te quede.
Clark asintió en silencio y se apresuró a subir las escaleras evadiendo la mirada de su amiga por la vergüenza.
30 minutos después...
Ya aseado y vestido con una ropa que le quedaba bastante ajustada, bajó a la sala encontrándose con Chloe... y un cabizbajo Pete.
—Ok... —musitó Chloe mirando de uno al otro permanecer en silencio, incómoda, sabiéndose de más—Yo iré... a ver qué puso la gallina —saliendo a toda velocidad.
—Lo siento, Clark —se disculpó Pete en cuanto la rubia desapareció.
—¿Por qué lo hiciste, Pete? —preguntó Clark de forma seria.
—Por idiota —dijo con tristeza Pete tras soltar un largo suspiro—. De verdad me gustaba, Clark... —se explicó—, y creí que yo también le gustaba... —negando con amargura—, pero me equivoqué... Sólo jugó conmigo: me invito al club para burlarse de mi con sus amigos... ¡Ni siquiera me dijo que ya tenía novio! ¡Un estúpido Alfa que me sacó a patadas y me tiró a la basura mientras todos reían! —terminó llorando.
—Pete... —ahora Clark no sabía cómo reclamarle nada, su amigo se había equivocado, pero había pagado caro su error.
—¡Lo siento! ¡Realmente lo siento! —repitió entre hipidos—. Cuando pude volver a entrar y no te encontré, me asusté —. Dijo mirándolo arrepentido—. Clark, si te hubiera pasado algo por mi estupidez, nunca me lo hubiese perdonado.
—Tranquilo, Pete —palmeando su espalda con cuidado—. Estoy bien.
Ya no podía seguir enfadado con él, cuando en retrospectiva, tantas veces hizo lo mismo, y su amigo fue el único que lo apoyó pese a las dudosas excusas que usaba para guardar su secreto. ¿Cómo echarle en cara una mentira, cuando él le mentía todo el tiempo? Esta vez al menos podía ser comprensivo, después de todo, nadie salió perjudicado... O eso esperaba.
—Bueno —dijo Pete sorbiendo mocos ya más calmado, sonrió al fin—. Al menos parece que tu te divertiste, una noche movida ¿eh? ¿Ya no eres virgen? —bromeó.
Clark lo miró con cara de pocos amigos, aún así, le fue imposible evitar sonrojarse, detalle que no pasó desapercibido por el otro.
—¿En serio? —preguntó Pete incrédulo, con los ojos abriéndose como platos al darse cuenta que sin querer había acertado.
—Pete... —frunció el ceño Clark en tono de advertencia.
—Ok, ok, me callo —levantando las manos en son de paz—. Pero luego me tendrás que contar como fue —dijo soltando una risa, divertido.
<<—Yo también quisiera saberlo.>> —pensó Clark inquieto, su instinto continuaba alerta diciéndole que algo se le pasaba, sólo esperaba descubrirlo antes de que fuera tarde.
2 días después...
Los días posteriores al "incidente" —como le llamaron Pete y él a su desastrosa noche— se la pasó en la granja, castigado. Porqué aunque sus padres no se enteraron acerca de la ida al club nocturno, tuvieron que confesar —mentir— haber asistido a una fiesta de fraternidad en el pueblo vecino —idea de Chloe— para cubrir los hechos y poder justificar —en su caso— no llevar la misma ropa —y en el de Pete— los numerosos hematomas que lucía. Sobra decir lo disgustados que estaban, jamás vio a su padre tan enfadado. Pero bueno, pudo ser peor de saber la verdad, así que recibió el dictamen de su sentencia con resignación: cero salidas, trabajo extra en la granja, reducción de mesada y ayudar a su mamá en las tareas por un mes.
En resumen, dadas las circunstancias se podría decir que salieron airosos del asunto, pese a que continuo con una persistente inquietud que se obligó a ignorar decidido a dejar los acontecimientos vividos de esa noche sepultados en el pasado... cosa que por momentos le costaba hacer. No obstante, al comenzar ese lunes tuvo la esperanza de que regresando a su rutina diaria el malestar desaparecería. Quizá fue demasiado optimista.
—¡Hey, Clark! ¿Me estas escuchando? —la airada voz de Pete sentado a su lado en el autobús lo sacó de su ensimismamiento en el que no supo cuando cayó.
—Déjalo Pete —intervino Chloe con burla en el asiento de enfrente— Tal vez sigue conmocionado por romper su racha de niño bueno y haber sido castigado.
En otro momento, Clark habría considerado divertido el comentario de su amiga, e incluso agregado alguna frase ingeniosa, pero por ahora no estaba de humor para seguirle el juego.
—Oh, vamos hermano —intervino Pete ante el silencio y su falta de reacción—. Sólo era una broma.
—Lo sé, y lo siento chicos —se disculpó realmente arrepentido por tensar el ambiente—. Últimamente no me he sentido bien —y en parte, era cierto.
—Pues yo sé de algo que te hará sentir mejor —volvió al ataque Chloe, mirando a Pete cómplice.
—¡Oh, sí! —contestó este riendo, dejando a Clark confundido... pero no por mucho.
Al bajar del autobús Chloe le pidió-ordenó que la acompañara a su casillero por unos libros tirando de él a toda prisa por los pasillos de la escuela hasta que a unos metros de llegar se detuvo abruptamente. Estaba a punto de preguntarle la razón... Cuando la vio a unos metros de distancia. La chica más popular del instituto y su amor platónico desde la infancia. Lana Lang, una omega de rango medio.
—¿Olvidé mencionarte que tenemos casilleros contiguos? —se jactó Chloe con burla—. Aunque si me lo preguntas, aspiras demasiado alto.
—Pensé que estabas a favor de la diversidad de parejas entre castas —comentó Pete, que recién los había alcanzado.
—Y lo estoy —afirmó la rubia—. Pero también soy realista. En esta sociedad una relación así está destinada al fracaso.
—Pues los padres de Clark lo lograron —argumentó Pete.
—Los Kent son la excepción a la regla —dijo Chloe como si eso lo explicara todo, dando fin al debate—. Ahora dense prisa o llegaremos tarde —tirando nuevamente del brazo de Clark que se había quedado parado como estatua mirando embobado a la omega, provocando que avanzara a trompicones hasta quedar tambaleante justo frente a ella, entonces un "accidental" empujón de Pete le hizo perder la estabilidad precipitándose hacia adelante acorralando sin querer a la chica contra los casilleros.
—L-lo siento —se disculpó Clark tartamudeando y recuperando el equilibrio separándose de la omega sumamente avergonzado.
—Descuida, suele pasar —río Lana divertida—. ¿Qué es un día sin un momento vergonzoso? – le sonrió ruborizada.
Esa era una de las cosas que le gustaba de la joven, su personalidad amable y comprensiva, que trataba a todos por igual sin importar su casta. Desafortunadamente para él, ella ya tenía novio, Whitney Fordman, un Alfa de rango bajo. Estrella del equipo de fútbol americano que, a opinión general, formaban la pareja perfecta, acabando con las pocas esperanzas de Clark, que se conformaba con soñar despierto una aparente relación imposible. Aunque a veces no le parecía tan imposible cuando ella lo veía y sonreía de esa manera tan única mientras desprendía ese intoxicaste olor —olfateando disimuladamente— Lana olía a... —frunció el ceño.
—¿Sucede algo, Clark? —preguntó Lana, dedicándole una mirada nerviosa.
—¿Eh? —reaccionó el mencionado—. No, nada —forzó una sonrisa—. Disculpa, recordé que tengo algo que hacer —y prácticamente salió corriendo dejando a la chica desconcertada.
Una vez MUY lejos y solo dentro de uno de los cubículos del baño, se llevó asustado las manos a la nariz. Nada, no había podido percibir nada, ningún aroma procedente de Lana que le provocará algo como solía ocurrir.
<<—¡¿Qué me está pasando?!>>
2 semanas después...
Clark tenía un problema, un GRAVE y serio problema. Al principio creyó poder solucionarlo por su cuenta, pensando que sólo se trataba de un simple caso de pérdida parcial del olfato, que bien podía atribuirse a sus anormales cambios hormonales de alienígena, y que eventualmente pasaría. Claro que eso fue antes de desarrollar una malsana adicción a cierto peculiar aroma exótico impregnado en las sábanas que se llevó del club nocturno aquella mañana ya lejana, y del cual ahora se veía completamente imposibilitado vivir sin el más allá de 2 o 3 días. Incluso su libido se veía afectado, volviéndose indiferente a la emanación de feromonas de cualquier omega, situación que comprobó la semana pasada cuando las 2 omegas de su clase de literatura entraron en celo repentinamente y él ni se inmuto.
La parte positiva era que, si aún existían dudas entre sus compañeros de que fuera beta, con el incidente se disiparon. Y la negativa... Que aumentó su preocupación, pues pasó de no oler a oler y darle igual.
No se lo explicaba, pero era como oler un delicioso pay al que ya estabas TAN acostumbrado que, por tanto, no despertaba tu interés, y eso mismo se aplicaba a Lana. Todavía le gustaba, eso sí, pero había desaparecido esa química arrolladora que nublaba su cerebro atrayéndolo como abeja a la miel. Así mismo tampoco estaba el deseo, la pasión, la excitación, la emoción, la necesidad... Nada. Todo se había esfumado de la noche a la mañana, e irónicamente fue redirigido a un simple pedazo de tela al que se aferraba desesperado por las noches de manera anhelante.
Esto empezaba a desesperarlo, preocupado de no hallar respuestas a lo que le ocurría porque en definitiva algo andaba muy mal con él.
Y todo a raíz de esa noche.
Clark había estado meditando mucho ese aspecto, conjuntando los hechos referidos de esa noche —de lo que podía recordar— que podrían causar sus síntomas actuales, y notó tardíamente que habían incongruencias en ellos.
Para empezar.
Hecho 1: el hombre atractivo que conoció en el club nocturno y que ahora sabia se llamaba Bruce Wayne, era un Alfa —según la identificación en la cartera que se decidió a revisar—, y uno muy rico, considerando el número de tarjetas de crédito que cargaba.
Hecho 2: había mantenido relaciones sexuales con él... El cómo ocurrió siendo ambos Alfas escapaba a su imaginación.
Hecho 3: al despertar esa mañana, aparte de su olor, en la habitación y las sábanas que se llevó, sólo se percibía el olor de omega, no de otro Alfa.
Hecho 4: no recordaba a tal omega.
Conclusión: quedaba la duda; Alfa u Omega.
¿Con quién se había acostado? Sus recuerdos decían una cosa, sus instintos otra; las evidencias apoyaban una pero también a la otra. Ahora bien, si lo hizo con un Alfa, aparte de la crítica social por eso, no debería existir problema. Pero si lo hizo con un Omega... ¿Qué acontecía?
Clark había vivido toda su vida como beta, sus padres lo educaron como beta y era tratado como beta. Y apenas caía también en cuenta que tampoco nunca se relacionó cercanamente con alguien que no fuera beta —comprensible puesto que el 80% en Smallville eran betas—. Por tanto, ¿qué sabía él de ser un alfa?
Pues nada.
Ilógicamente jamás se detuvo a pensar en ello, sólo se centró en el riesgo de perder el control ante el celo, y dejó de lado los demás aspectos que conllevaban ser un Alfa, ignorándolos, careciendo por tanto del conocimiento que en teoría todo Alfa debería poseer.
Ciertamente humillante, ahora sí que quería esa charla incómoda que daban los padres y que todo adolescente que se respete prefería evitar. Pero quererla y pedirla eran cosas distintas.
Oh vamos, que sí que sabía cómo se hacían los bebés, no era idiota, pero algunos detalles específicos se le escapaban con respecto al aspecto alfa. Tal vez en ellos encontrara respuestas a su situación.
3 días después...
Tardó en decidirse y animarse lo suficiente para iniciar con su padre "esa" incomoda conversación que veía como única opción puesto que hablarlo con alguien más pondría en riesgo su secreto. Aún así... Parado desde el umbral del granero, viéndolo trabajar a unos metros, la supuesta determinación se le iba, no obstante, se obligó a avanzar deteniéndose a su espalda, lo cual le facilitó un poco las cosas.
—Pá, ¿podemos hablar? —preguntó inseguro.
—Claro hijo, dime —contestó su padre, distraído en su labor ajeno a su estado de nerviosismo.
—Bueno... En realidad es una pregunta.
—Aja, ¿sobre qué? —preguntó aún sin mirarlo, empeñado en fijar un par de tablas sueltas.
Por lo que aprovechando que seguía de espalda, Clark se dio valor y soltó fuerte y claro a fin de no tener que repetirlo: —Sexo.
De la impresión, su padre soltó la madera que sostenía, cayera sobre su pie, provocando que aventara el martillo que salió disparado hacia Clark, el cual éste lo esquivó, viendo como salía por la puerta, escuchándose enseguida afuera un estruendo, acompañado por el barullo de las gallinas, tras el cual terminar, se hizo un apabullante silencio.
—Tal vez... Sea mejor en otro momento —dio media vuelta presuroso a irse.
—No, no, no, quédate —lo detuvo su padre mientras se masajeaba el cuello, pretendiendo una calma que evidentemente no sentía—. Hablemos —carraspeó—. Soy tu padre, sabía que este día llegaría —parecía auto convencerse y eso en cierta forma lo tranquilizó, al menos compartía su incomodidad—. ¿Qué quieres saber?
—Pues... Es más una cuestión informativa —intentó quitarle importancia.
Su padre asintió, tomó una profunda bocanada de aire y comenzó la "charla".
Varias horas después, Clark salió del granero más confundido que cuando entró. La mitad de lo que su padre "trató" de explicarle... No lo entendió, y la otra mitad que si entendió... Preferiría olvidarla.
<<—¡Genial! Mi primer trauma psicológico familiar>> —gruñó molesto.
Y fue por nada, porque durante la "charla" le quedó claro que su padre sabía tanto del tema como él mismo. Esto lo ponía en un predicamento, porque la única otra persona con quien podría hablar y sabía que era Alfa era... Su madre. De hecho, ella había sido su primera opción, siendo Omega era más factible que pudiera responder sus dudas a diferencia de su padre beta. La cuestión consistía en sí se atrevería a hacerlo, porque si fue vergonzoso antes, no quería imaginar cómo sería con ella. De ahí que acudiera inicialmente con su padre.
Suspiró cansado ante su dilema, por lo que decidió entrar a la casa dispuesto a encerrarse en su habitación, acción que fue interrumpida por la repentina aparición de su madre que con una maternal y cálida sonrisa, le entregó un plato lleno con bocadillos y un enorme vaso de limonada, mientras le pedía que subiera a descansar.
Clark quiso llorar, definitivamente le sería imposible hacerlo, tendría que buscar otra forma.
1 semana después...
Esto empezaba a volverse una costumbre: parado frente a una puerta reuniendo el valor suficiente para llevar a cabo su cometido. Inevitable, considerando que se había quedado sin opciones tras descartar a su madre, sólo esperaba no equivocarse porque las consecuencias serían catastróficas. Lo había ensayado minuciosamente toda la semana y aunque su excusa era trillada, esperaba obtener resultados positivos. Todo dependía de que tan ocupada estuviera su fuente. Mucho, con suerte.
—Chloe, ¿puedo pasar? —preguntó asomando la cabeza por la puerta entreabierta de 'La Antorcha.'
—Clark, hoy no tengo tiempo de salir a jugar contigo —contestó enfurruñada la rubia tecleando a toda velocidad en el ordenador.
—Te abasteceré de capuchinos por una semana —soltó el anzuelo preparado.
—Ok —se detuvo visiblemente interesada—. Pero que sea rápido, estoy hasta el cuello en trabajo.
—Necesito información para mi proyecto de sociales —Clark se felicitó por sonar más convincente de lo que se sentía.
—Déjame adivinar —sonrió Chloe divertida—. Se titula: "Como meterte en problemas y salir impune"
—En realidad es... —nervioso—. "La conducta Alfa y su impacto en la sociedad moderna."
—Wow —dijo la beta con la boca abierta en una perfecta "O"—. Suicidio social: un beta hablando de Alfas. Nunca lo creí de ti, Kent —dijo mientras le miró suspicaz—. Supongo que esperas que me trague que esto nada tiene que ver con cierta "Omega" que sale con cierto "Alfa" que conocemos, ¿eh?
—Yo... —eso no se lo esperaba.
—Oh, déjalo grandote, eres pésimo mintiendo, pero soy tan buena amiga que te ayudaré. ¡Dispara, vaquero!
Clark se sintió aliviado de que ella misma diera la excusa.
—¡¿C-cómo funciona la interacción de un Alfa y una Omega?
—Comprensible tu pregunta —concedió cómplice— Veras, a grandes rasgos, a diferencia de nosotros los betas, el mundo de los Alfas y Omegas gira en torno al instinto y el olfato que les indica a la potencial mejor pareja reproductivamente hablando —ya sabes, mejores genes—, y el celo potencializa dicha necesidad de atracción. El carecer de esto último dificulta tener un vínculo fuerte, razón del fracaso de la relación de un Alfa con una beta o un beta con una Omega. ¿No te lo explicaron tus padres? Ellos son uno de los raros casos de "Vivieron felices por siempre" —Clark negó—. Vaya, necesitan comunicación — comentó sorprendida—. Como sea, básicamente sería eso, así que si me disculpas... —comenzó a girarse en la silla para regresar a su labor.
—¡Espera! —la detuvo—. Tengo otra pregunta, por favor —suplicó.
—Bien —Rodó los ojos Chloe, resignada ante su insistencia—. Dila y vete.
—¿Q-qué pasaría... —balbuceó nervioso—, si un Alfa pierde el olfato?
—Un Alfa jamás "pierde" el olfato —dijo burlona.
—P-pero si pasara —insistió Clark—. ¿A qué se debería?
—Clark, lo que dices es absurdo, eso no pasa —afirmó rotunda—, aunque... —se interrumpió pensativa—. He oído que algunos Alfas pierden temporalmente el olfato cuando se enlazan.
—¡¿QUÉ?! —gritó Clark horrorizado, palideciendo de golpe.
—¿Te sientes bien? —le preguntó sobresaltada la rubia viéndolo preocupada—. Parece que viste un fantasma.
—Sí... Estoy bien —se obligó a contestar controlando su pánico creciente, pensando a toda velocidad—. Pero... —logró articular—. No debe ser la única causa, ¿cierto? —dijo esperanzado.
—Pues en realidad, sí —dijo Chloe y Clark se sintió desfallecer— No es común, lo admito, tengo entendido que sólo ocurre cuando un Alfa se enlaza con un Omega varón.
—¿Qué es eso? — se espabilo ante ese nuevo dato.
—Lo que su nombre indica —farfulló la rubia empezando a perder la paciencia—. Un hombre que es omega, o para que lo entiendas mejor, un hombre que puede procrear.
—¡¿Eso es posible?! —preguntó abriendo los ojos como plato.
—Por supuesto, personalmente no he visto ninguno, pero sé que los hay, son realmente escasos y altamente discriminados, carecen de derechos e inclusive se permite matarlos impunemente por considerarlos aberraciones. Honestamente, no sé qué tienen en el cerebro aquellos que hacen eso —se expresó con desagrado— son personas, no animales ¡que ignorancia! —exclamó indignada—. ¿Sabías que en el pasado para algunas culturas eran sagrados? Obviamente no —se respondió a sí misma al ver su cara perpleja—. En fin, si ya terminaste con tus preguntitas vete —empujándolo hacia la salida—, mi artículo sobre Bruce Wayne no se escribirá sólo.
—¿Bruce Wayne? —preguntó deteniéndose abruptamente.
—Oh, no de nuevo —dijo la beta cansada—. En serio, Clark. Tengo que terminar mi artículo.
—Sólo dime, ¿quién es Bruce Wayne?
—Si quieres saberlo pregúntaselo a tu querido amigo Lex Luthor, al parecer son "íntimos amigos", y déjame a mi trabajar —logrando sacarlo del lugar, cerró con un portazo.
Días después...
Hoy era el tercer día que se presentaba en la propiedad Luthor en busca de Lex y este no se encontraba, continuamente los guardias le decían que estaba en Metrópolis o Gotham atendiendo negocios, y la espera empezaba a estresarlo, necesitaba respuestas y las necesitaba ¡ya! Porque si lo que le dijo Chloe resultaba ser cierto, sus padres iban a matarlo. Internamente rogaba que no, pero todo encajaba y de ser así sólo quería saber la forma de deshacerlo, si es que se podía.
Miró por última vez la reja de entrada, soportando el profundo dolor de cabeza que últimamente le aquejaba con mayor frecuencia, ya al día siguiente lo intentaría de nuevo, al fin y al cabo desde la "charla" con su padre, este le levantó el castigo —suponía que para evitar más preguntas de su parte—. Dio media vuelta y justo al hacerlo pudo ver a la distancia el auto de Lex acercarse a toda velocidad, espero impaciente su llegada observando como disminuía la velocidad hasta detenerse a su lado.
—Clark —saludó animado su amigo bajando del vehículo—. No esperaba verte, creí que seguías castigado.
—Me levantaron el castigo por buen comportamiento —bromeó.
—Entonces habrá que festejarlo, pero tendrá que ser mañana —se excusó Lex.
—¿Estas ocupado?
—Espero una visita —sonrió feliz.
—En ese caso, vendré mañana —comentó a modo de despedida para después encaminarse a su bicicleta.
—Espera Clark —dijo Lex mirándolo bien por primera vez un tanto preocupado—. ¿Te encuentras bien? ¿Necesitabas algo?
—Descuida —le sonrió Clark débilmente—. Puede esperar, nos vemos mañana.
Mientras se alejaba pedaleando en su vieja bicicleta escucho a sus espaldas como Lex regresaba a su auto ingresando con el a la propiedad y tras él cerrándose de golpe la reja. Calculó que debía continuar hasta la curva para no ser visto antes de bajarse y usar su súper velocidad para llegar pronto a casa, pero al alcanzarla un auto negro en dirección contraria pasó a su lado y fue como si por un segundo el tiempo se detuviera, porque a través del cristal pudo distinguir a aquel hombre con quién durmiera un mes atrás. La respiración se le cortó, su pulso se aceleró e inevitablemente se detuvo girando en su dirección viendo paralelamente como el auto hacia lo mismo hasta avanzar y detenerse a su lado. Al bajar el vidrio, contempló a mayor detalle los rasgos finos de ese rostro atractivo que, aunque un poco demacrado, por mucho eran los más bellos que había contemplado.
—Sube.
Fue una orden contundente con esa voz sedosa que lo hizo estremecer de nuevo como esa noche, y al igual que aquella vez obedeció sin pensar, aletargado, buscando desesperado aquello que por semanas sin saberlo había estado anhelando. Que retorcida broma le estaba jugando el destino. Para bien o para mal, ya no había vuelta atrás.
____________________________________________________________
Una emorme disculpa por la demora, demasiados incovenientes juntos redujeron mi tiempo libre, aun asi espero que el capitulo les guste y me sigan apoyando en este proyecto como lo han hecho porque de verdad agradesco cada comentario que me motiva a seguirlo pese alo lento de mis actualizaciones.
El siguiente capitulo se titulara Omega llevo ya algo adelantado pero lo subire en cuanto regrese el internet a mi casa (culpa de mi hermano) asi que no dare fecha para no quedar mal. Si tienen dudas o sugerencias seran bienvenidas y nuevamente gracias por leer y darle una oportunidad a esta historia ciao.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro