No tenía idea de porque estaba aqui, pero al recibir su llamada no me quedo de otra, así que sin nadie se diera cuenta salí por la parte de atrás, de todos modos sabía que a nadie le importaría, ni siquiera a Michael, él cual no había vuelto a ver después de que me besara.

- Veo que ahora no tendré que esperar, por una vez en la vida que llegas temprano Ana.

-Porque no me dices de una vez que es lo que quieres Santiago.

- Vaya, sigues siendo la misma chica ruda, aunque tal vez ahora se te subió más por todo el dinero que tiene tu marido.

- Vas a decir porque me llamaste de una vez o mejor me voy.

- Está bien, tranquila,  es sobre nuestros padres quieren verte, por que te extrañan.

- Porque no me dices la verdad de una vez, porque si mal no me acuerdo después de lo que paso ellos me corrieron, después de gritarle a medio hospital que era una cualquiera.

- Lo sé,  pero ellos en verdad están arrepentidos, y también quieren conocer a tu esposo,  papá quiere hablar de unos negocios con él.

- Así que era eso, siempre es lo mismo el dinero, jamás les importó lo que paso, maldita sea, pude morir ese dia, y ellos sólo me dejaron a mi suerte.

Sin decir más salí lo más rápido que pude de esa cafeteria, sabía que no debería de haber venido pero Santiago era mi hermano y una pequeña parte de mi quería verlo después de tantos años.

Cuando llegue a casa todo parecía bastante tranquilo hasta que sentí como alguien me sujetaba del brazo para después girarme y encestarme un puñetazo en pleno rostro, aun no lograba enfocar bien  cuando recibí una patada en el abdomen,  y aunque no podía abrir los ojos por el dolor no hizo falta saber de quien se trataba,  porque esa duda se aclaro cuando el comenzó a hablar.