Anyone
Dance with me under the diamonds
See me like breath in the cold
Sleep with me here in the silence
Come kiss me, silver and gold
Lanzó un suspiro que condensó en el aire frío de esa mañana de primavera al terminar su rutina de ejercicios, se permitió un pequeño descanso mirando el cielo por unos minutos, antes de regresar al interior de la casa.
A Spreen le gustaba esa hora de la mañana, las tonalidades de celeste del cielo esperando el amanecer y el silencio del vecindario,
Se encaminó a la cocina y prendió el fuego en la estufa, poniendo la sartén a calentar y mientras esperaba, tomó un solo huevo de la canasta y lo quebró dentro de un vaso de cristal
-Puaj..- lo bebió de un solo trago con una mueca de asco, no importaba los años que llevaba haciendolo, seguía sin acostumbrarse a la textura y al sabor, pero definitivamente era una opción mucho más económica...
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-¡¿Que haces?! Puedo permitirme comprar al menos esto para tí! -exclamó sorprendido al ver como Spreen en silencio retiraba la lata de polvo de proteína sabor fresa del carrito de compras, alzandola sobre su cabeza para que el menor no pudiera alcanzarla
-No hace falta capo, la docena de huevos sale 10 veces menos
Al verlo saltar para intentar quitarle la lata, la colocó en lo más alto de las repisas, completamente fuera del alcance del chico. Roier infló las mejillas y cruzó sus brazos, Spreen tuvo que contenerse para no besarlo ahí mismo
-¿Qué dirá la gente cuando se entere que la futura estrella del boxeo solo comía huevos crudos porque su pobre novio no tenía el dinero suficiente para darle proteína de calidad?
-¿Cuál futura estrella del boxeo? Te estas flasheando...
-¿Cuál va a ser si no tu, pendejo? De mi te acuerdas, claro! Eso si no se te sube la fama y decides dejarme!
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Spreen sonrió para si mismo mirando por el umbral de la puerta a Roier aun dormido, en silencio se acercó para dejar sobre la mesa de noche su desayuno, consistente de huevos fritos un poco quemados de la parte de abajo y con la yema rota, dándole un beso en la frente se despidió antes de salir de nuevo
Roier sonrió entre sueños, demasiado cansado para abrir sus ojos, mentalmente le deseó un buen día antes de acomodarse nuevamente entre las sábanas, 10 minutos más no le harían daño.
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Spreen...
En sus días de preparatoria, el solo escuchar el nombre en los pasillos hacía que todos detuvieran sus pasos y miraran temerosos alrededor.
Siempre fue un chico reservado, alto, cabello negro algo largo y descuidado, y una extraña costumbre de utilizar gafas de sol incluso en los interiores. Su actitud fría y seriedad sin embargo no le había agradado a los bravucones, quienes siempre lo buscaban para iniciar una pelea con él.
Pero el era bueno. Realmente bueno.
El no buscaba peleas, pero nunca rechazaba las que llegaban a él, y siempre salía victorioso de ellas, pronto creandole una fama que llegó a oídos de otras escuelas, era algo común ver gente esperandolo fuera del edificio para retarlo.
Salió de la casa y después de un par de saltos sobre sí mismo empezó a trotar, adoraba el aire fresco por la mañana, desde que decidieron vivir juntos ambos acordaron que debía ser un lugar cerca de la costa.
Las cosas entre ellos iban mejor que nunca, lástima que no pudiera decirse lo mismo de su situación económica.
Al ser tan jovenes, era complicado obtener un trabajo fijo, Roier tuvo suerte al encontrar rápidamente una cafetería que buscaba ayudantes, pero para Spreen las cosas no eran tan sencillas. De momento se dedicaba a ayudar en las cosas de hogar para quitarle al menos esa carga a su novio, aunque sus mañanas seguían consistiendo en entrenar.
En su vida habían muchas cosas que cambiaban, pero desde que apareció en su vida, Roier seguía siendo una constante.
Su encuentro fue... como sucede en las películas, por muy cursi que eso sonara...
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Era una noche lluviosa, caminaba de vuelta a casa cuando al menos cinco lo interceptaron. La pelea hubiera sido a su favor de no se porque traían bates de beisból y tubos consigo. Spreen maldijo por lo bajo cuando sintió el primer golpe.
Después de varios minutos sintió como fue arrojado a lo profundo de un callejón mientras los tipos se alejaban riendose y jactándose de una victoria injusta. Spreen miró al cielo sin mucho en que pensar, cerró los ojos dejándo que las gotas de lluvia aliviaran un poco los golpes en su rostro, de pronto dejó de sentirlas, abrió los ojos para encontrar una sombrilla sobre el, junto a un chico castaño que lo miraba preocupado.
El resto fue difuso, recordó ser levantado y llevado casi a rastras hasta la casa del chico, quién a regañadientes lo metió en la bañera, le dió un cambio de ropa y comenzó a curar algunas de sus heridas.
Todo hubiera sido como un romance de telenovela... hasta que el chico abrió la boca...
-¡¿Estas pendejo?! ¿Cómo se te ocurre pelearte con cinco a la vez? ¡Y encima traían armas los muy hijos de su ptm!
Spreen parpadeó un par veces. Nadie nunca le había hablado así, estaba por contestarle tranquilo, pero el chico, claramente de forma intencional, estampó sin previo aviso un algodón lleno de alcohol sobre su mejilla raspada haciéndole gritar, acabando con su poca paciencia.
-¡¿Vos te pensás que lo hago por diversión, boludo?! ¡Esos pelotudos me venían siguiendo y me emboscaron!
-¿Ah sí? "Aaaaay pobrecito de mí, me emboscaron" ¡Pues claro pendejo! ¡Siempre estas ahí peleandote con todos!
-Bueno, ¡¿y vos quién te creés para hablarme así?! ¡¿Queres morir?!
-¡¿Y que me vas a hacer, eh?! ¡Si ni siquiera puedes levantarte!
Spreen no se dió cuenta cuando se quedó dormido durante la discusión, abrió sus ojos para encontrarse recostado en el sillón, una manta encima, un vaso de agua en el suelo y una nota junto a este.
"Me fui a trabajar, hay sopa en la estufa, si te vas, por favor coloca el seguro al picaporte" - Roier
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-¡Ya me voy! -gritó Roier mientras se quitaba el delantal, ese era uno de sus días de descanso pero había ido a trabajar medio tiempo, aun recordaba la pequeña discusión que tuvo con Spreen sobre eso, él le había reprochado mucho que tuviera que ir a trabajar extra, "las cuentas no se pagan solas" le contestó Roier serio, haciendo que Spreen guardara silencio y se disculpara
Se sentía mal por mentirle a su novio, y peor aun por usar eso como excusa, sabía lo mucho que Spreen lamentaba dejarle la carga de traer comida a la mesa, pero era el único modo de calmarlo. La verdad es que necesitaba el dinero extra para algo más y finalmente ese día le podría dar la gran sorpresa.
-¡Gracias! ¡Nos vemos en un par de horas! ¡Le prometo que no se arrepentirá! -Roier colgó la llamada entusiasmado, todo estaba listo, miró la hora y dedujo que Spreen se encontraría en la playa, con paso apresurado emprendió camino para encontrarlo.
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Un derechazo al aire. Seguido de una serie de golpes. Spreen se detuvo para tomar una gran bocanada de aire mientras por la posición del sol sabía que pronto tendría que volver a casa para recibir a Roier.
Roier...
Chico... ¿promedio? cabello castaño, casi siempre despeinado pero sujeto con una banda en la frente para no tapar su vista, solo unos centímetros mas bajo, siempre con una sonrisa boba en el rostro, y tan solo un año menor que él. Recordaba haberlo visto corriendo por los pasillos de la preparatoria, evidentemente tarde para algo, lo suficientemente distraído para no notar que más de una vez casi tropezaban.
Pero desde esa noche que curó sus heridas (y le gritó, cabe recalcar), había algo sobre el castaño que Spreen no podía sacarse de la cabeza.
Tal vez fue por eso que unos días después lo estaba esperando fuera de su casa.
Decir que Roier se sorprendió al verlo de pie junto a su puerta esa mañana era poco, el chico casi se cae ahí mismo frente suyo
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-¡Es que creí que me venías a golpear por gritarte el otro día! -ya unos minutos caminando juntos, Roier en confianza le contestó -La verdad si me mamé... pero es que venía cansado del jale y vi a los tipos saliendo del callejón y luego a tí ahí tirado, ni modo que te dejara ahí solo, y la neta si me molesté cabrón porque creí que estabas todavía peleandote nomas porque sí y yo bien ocupado...
Mucha confianza, ¿quizas? Spreen no estaba acostumbrado a hablar tanto, pero no le molestaba escuchar y Roier parecía también a gusto con eso, parecía confiado en su habilidad de seguir con la conversación sin que esta se volviera un silencio incomodo
Varios días habían pasado, y Spreen agregó a su rutina diaria el caminar de ida a la escuela con Roier, el regreso era complicado ya que seguían retándolo, Spreen podría ser muchas cosas, pero no se arriesgaría a que lastimaran al castaño solo por estar junto a él en el lugar y momento equivocados
Después de todo, las peleas eran parte de su vida. Siempre había sido así.
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- ¿Por qué peleas?
Spreen volteó a mirarlo. Ambos estaban en el parque esa noche, compartiendo un combo de Mc Donalds, tragó el trozo de hamburguesa en su boca para poder contestarle.
- ¿Por qué? ¿Estás ciego? Si vos sabes como peleo
Roier rió y volteó a verlo, Spreen sintió una extraña descarga en su corazón al ver su rostro iluminado solamente por una de las lámparas del lugar.
- Si, eres muy bueno, pero no has contestado la pregunta
-¿Por qué peleas?
Y Spreen entonces lo supo, no tenía respuesta para eso...
Lo que le siguió fue un silencio, por primera vez, incómodo... no volvieron a intercambiar palabras hasta que tuvieron que despedirse y cada uno ir hacia su casa.
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Aun recordaba lo rápido que se corrió la voz y conmoción que causó: Spreen había rechazado una pelea.
Luego otra.
Y otra.
Aunque muchos intentaron provocarlo, el simplemente los ignoraba, y su fama de ser imbatible contribuyó a que finalmente lo dejaran en paz.
Bastaron solo un par de meses para que todos dejaran el asunto, la edad y lo cambiante de los adolescentes hicieron que pronto todos encontraran algo mejor que hacer con sus vidas que verlo pelear, o cuestionarle porque de la noche a la mañana dejó de hacerlo.
Ese último año de preparatoria cambiaron muchas cosas en la vida de Spreen, pero el cambio más significativo y más valioso siempre sería conocer a Roier.
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Roier sonrió mientras tomaba otra fotografía con su celular, había algo hipnotizante en ver a Spreen entrenar, ¿quién le diría que iba a terminar enamorado de aquél chico problematico que siempre se metía en peleas en la preparatoria? Saludó agitando su brazo al ver a Spreen girar hacia su dirección, claramente sorprendido.
-Creí que te vería en casa -Spreen logró decirlo en un tono que combinaba perfectamente la sorpresa y alegría de verlo ahí, le abrazó por la cintura y colocó un beso sobre su cabello.
-¿Ya terminaste? Quiero que me acompañes a un lugar -esa sonrisa... Spreen supo enseguida que se traía algo entre manos
Pero nada lo preparó para lo que pasó después.
El taxi se detuvo frente a una pequeña bodega, un letrero con las palabra "Box" lo dejó sin palabras, mientras Roier salió volando por la puerta del otro lado, dándole la mano efusivamente a un hombre unos años mayor que ellos, volviendo a sus cinco sentidos abrió la puerta para ponerse frente a ellos
-Aquí tiene a Spreen -exclamó Roier, dándole una fuerte palmada en su espalda -¡Su futura estrella del boxeo!
El hombre sonrió, claramente contagiado por la siempre optimista y efusiva forma de ser de su novio -Eso lo juzgaré yo...
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-Nunca te lo pregunté... ¿por qué lo dejaste?
Spreen abrió sus ojos aun recuperandose del climax, sintió como Roier enredaba sus dedos en los largos mechones de su cabello, a pesar de que el debería ser el más cansado de los dos, Spreen no había sido muy gentil esa noche y lo llevó más de una vez al límite
-¿El qué? -contestó con voz ronca, abrazando al castaño con fuerza, ocultó su cabeza en su cuello llenandolo de besos, suspiró en total dicha al escucharlo reír, hizo una nota mental para recordar todas las zonas que le ocasionaban cosquillas
-Pelear, ¿por qué dejaste de pelear? -susurró Roier, intentando que su conversación no rompiera con la magia del momento que acababan de compartir
Roier hablaba mucho, y muchas veces decía cosas extrañas, pero definitivamente eso lo fue lo más extraño que lo había escuchado decir hasta ahora.
-¿No te jodía que me agarrara a piñas? Siempre me reputeabas cuando llegaba hecho mierda a la mañana.
-¡Perdon por no querer ver a mi vato moretoneado! -respondió con falsa indignación- ¿Pero como? ¿Entonces lo dejaste por mí?
-...no -Spreen contestó sincero esperando no ofender al chico, quizas esperaba una respuesta cursi como "obvio que lo dejé por vos, porque te amo", pero no podía mentirle -Creo que fue mas bien... ¿madurez?
Esta vez Roier se separó un poco de él, se apoyó en sus brazos y mirándolo divertido continuó -Ah, ¿entonces todos los luchadores profesionales son inmaduros?
Spreen se incorporó en la cama para quedar sentado, sin separar su vista del otro chico -Roier, si no te conociera, pensaría que estas flasheando con que me dedique a pelear profesionalmente -tan pronto terminó la oración una carcajada salió de su boca.
Pero la risa de Roier nunca llegó, y Spreen sintió como si le arrojaran un balde de agua helada.
-¿Y qué si lo hago?
-Daaaaleeee ¿me estás jodiendo?
-¡Solo piensalo! -nadie podría creer que hace tan solo unos minutos tenía a Roier hecho un desastre de jadeos y gemidos bajo su cuerpo, se incorporó por completo y comenzó a saltar sobre la cama -Eres muy bueno! Claro, la situación no era buena en la preparatoria, pero se que te gustaba pelear!
Spreen llevó sus dedos indice y pulgar al puente de su nariz y presionó, fuerte, amaba al chico, pero decía cuanta idea loca pasaba por su cabeza y a veces le ocasionaba jaqueca, en verdad, ¿no podían pasar el resto de la noche abrazados y ya?
Volvió a la realidad cuando Roier, que se dejó caer de nuevo a su lado, dijo esa frase que hace años le había hecho tomar una decisión drástica...
-Y bueno, se que no lo haz hecho ultimamente, pero sigo sin tener una respuesta:
¿Por qué peleas?
Segundo silencio incomodo... en algun punto Roier no pudo mantener la fuerza de sus brazos y se dejó caer de nuevo sobre la cama, pronto los dos chicos se quedaron dormidos
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- Tienes que ajustar bien los vendajes, pero tampoco tanto como para que corte circulación...
Spreen asintió, no perdieron nada de tiempo y tan solo unos minutos después ya estaban dentro del improvisado gimnasio, su nuevo "entrenador" comenzó a vendar sus manos.
-Luzu, por cierto -dijó al terminar, satisfecho con su trabajo -Tienes un buen físico, no lo voy a negar, que alegría saber que al menos no resultaste ser un "no" inmediato, Roier seguro lloraría
Spreen alzó la mirada sorprendido, rápidamente entendiendo por su forma de hablar que su novio y el tal Luzu tenían más tiempo de conocerse de lo que el pensaba, Luzu cruzó miradas con el, había vivido lo suficiente para pronto entender toda la situación: Roier no le había dicho nada a Spreen sobre la situación...
-Amigo, ¿qué--? ¡Roier!
Se levantó de golpe dispuesto a ir al encuentro con el castaño que lo miraba desde una banca pocos metros alejados, pero el brazo del tal Luzu sobre su hombro lo dejó en su sitio
Era un agarre sencillo, pero firme. Spreen supo enseguida que no podría sacudirlo facilmente.
-Uy, alto ahí -le interrumpió arrojandole los guantes azules al pecho, Spreen maniobró para no dejarlos caer- Pleitos maritales fuera del ring, aquí venimos a entrenar. Muestrame lo que tienes...
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Si había algo de lo que Spreen se enorgullecía, era de no dejar pasar ni un día de entrenamiento.
Sin embargo esa noche, al salir de aquella bodega y al no tener que seguir mostrando su orgullo, se desplomó en el taxi de vuelta a casa.
-Mierda... -No volvió en sí hasta que escuchó a Roier maldecir bajo, en algun punto llegaron a casa, el castaño lo llevaba casi a rastras apoyandolo sobre su cuerpo mientras buscaba frenéticamente las llaves en sus bolsillos, tuvo un déjà vu, juraría que la posición en que lo mantenía era exactamente igual a la de la vez que se conocieron
Roier lo sintió moverse, y al asegurarse de que ya había abierto los ojos y podía mantenerse en pie se permitió soltarlo para poder abrir la puerta, ya dentro se apresuró a la cocina, evidentemente huyendo de su mirada acusadora
-Ni pensés que te vas a librar de esta, Roier... -Spreen aguantó la risa al verlo dar un salto asustado por el tono de su voz, debía mantenerse serio- Solo necesito descansar un toque... luego tu y yo vamos a hablar...
Fue todo lo que dijo Spreen, antes de caer dormido en el sofá y no despertar hasta el día siguiente
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-Buena esa, solo baja un poco la intensidad, recuerda guardar energía...
Habían pasado ya algunas semanas desde que comenzó a entrenar al chico y pronto era verano. Luzu, al estar retirado, realmente no planeaba mucho más en su vida que descansar junto a su esposa y criar a su hijo, hubiera sido así, de no ser por por aquel chico castaño que iba casi a diario a tocar su puerta, rogándole por entrenar a su novio.
Cuando le dijo que si juntaba lo suficiente para alquilar una bodega y un ring el se comprometería a poner el equipo y entrenarlo, Luzu pensó que finalmente se daría por vencido.
Pero Luzu no conocía a Roier...
Dejó de verlo un tiempo, pero un buen día Oli, que miraba por la ventana, comenzó a reir y agitar sus manitas, Luzu se acercó para ver que había llamado su atención y ahí estaba el, de nuevo frente a su casa, papeles en mano, y una sonrisa gigante que casi opacaba las grandes ojeras bajo sus ojos.
No tuvo el corazón para decirle que no hablaba en serio... pero como padre debía dar el ejemplo de siempre cumplir tus promesas, y Lana nunca se lo perdonaría, decidió darle una oportunidad, después de todo con las rutinas que tenía en mente, quien sea que fuese el chico no duraría ni 3 días. Pero al pasar tiempo con el, tuvo que admitirlo:
Spreen tenía algo.
Algo que, incluso con sus años de experiencia, Luzu no sabía que era...
-Hasta ahí, cinco minutos -sostuvo el saco por detrás anunciando el descanso, Spreen asintió, al principio fue difícil hacerle entender al pelinegro y su excesivo orgullo que los eran descansos parte esencial del entrenamiento, pero poco a poco iba mejorando su disciplina, lo vió retirar el exceso de sudor de su frente y caminar hacia la banca donde lo esperaba Roier, toalla y botella de agua en mano.
-¿Todo bien, capo? -Roier le revolvió el cabello imitando su acento argentino, Spreen dejó de beber de su botella para juntar su frente con la del castaño -¡Eh pérate! Tengo turno en la cafetería después de esto, ¡estas todo sudado cabrón!
Y sospechaba que ni el propio Spreen sabía...
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-¿Cuánto? -le dijo Spreen, colocando un plato de hot cakes frente a el. Llevaba solo 1 semana yendo a entrenar cuando se enteró de que había plata de por medio.
Roier fingió no escucharlo y comenzó a bañar de miel su desayuno.
-Roier, ¿cuánto? Sabés que si no me lo decís vos se lo preguntaré al Luzu ese o al boludo que te haya alquilado la bodega.
-¡Eso es lo de menos! -contestó con una sonrisa, la boca llena y miel en la comisura de los labios, Spreen odiaba lo fácil que jugaba con su mente, por suerte, el mismo Roier desconocía el alcance de su propia ternura, haciendo que no pudiera usarla a conciencia para obtener lo que quisiera.
-Roier...
-¡Pagame cuando seas profesional! -Roier tomó sus manos sin darse cuenta que pegajosas-Primero responde la pregunta
Spreen hizo una mueca al sentir la miel en sus manos -¿Cuál pregunta, pa? -no supo ni por qué lo preguntó, en su cabeza sabía bien a que se refería Roier
¿Por qué peleas?
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-¡¡SPREEEEEEN!!
Luzu volteó a verlos tras el grito, una pequeña parte de el pensaba que tal vez Spreen se había desmayado por el cansancio, pero lo que encontró fue a Roier atrapado en un gran abrazo de oso sudoroso y apestoso, la obvia diferencia en fuerza haciendo que le fuera imposible soltarse del agarre de Spreen quién solo reía
Después de retirarse, y al conocer la dicha de tener una esposa e hijo, Luzu nunca imaginó volver al ring para terminar como entrenador de alguien, mucho menos de alguien como Spreen, pero comenzaba a alegrarse de haberlo hecho.
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Meses después de haberse conocido, una fresca mañana de otoño, Luzu llegó a la bodega con un volante en mano.
-"Torneo de box amateur" -Spreen leyó en voz alta, no tuvo tiempo de reaccionar cuando Roier le arrebató el volante, con una mirada sorprendida miró al mayor
-Creo que estas listo para el reto -contestó Luzu con una ligera sonrisa -Nada mejor que la experiencia, y ¿quién sabe? Quizas encuentres algun patrocinio
-¡Claro que esta listo! ¡Este es su momento, yo lo sé!
Spreen se mantuvo ajeno a la animada conversación de Roier y Luzu. Una cosa era entrenar, solo o con un entrenador, pero una muy diferente a pelear contra alguien.
Su mente viajó a unos años atrás y se vió a si mismo en el descampado cerca de la preparatoria, puños lastimados y bañados en sangre, gente a su alrededor aclamando su nombre y una sensación de vacío que en ese entonces no lograba comprender.
¿Y si volvía a eso?
¿Y si la sensación de victoria era igual de vacía?
¿Por qué peleas?
El brazo de Roier sobre sus hombros y un sonoro beso en su mejilla lo trajeron de vuelta al presente
-Has trabajado por esto, no lo pienses tanto, solo hazlo
Una vez más, había leído por completo sus pensamientos.
-¿Qué dices muchacho? ¿Lo intentarás?
Spreen miró a Luzu de nuevo, la calidez de Roier aun sobre sus hombros, y con una sonrisa le contestó
-Si obvio! Ya tenía asco de darle solo al saco, pa
Lo que le siguió fue un Roier abalanzandose sobre el boxeador, tirandolos a ambos de la banca en el proceso, Luzu sonrió de una forma paternal, decidiendo que guardaría en secreto el hecho de que lo había inscrito la noche anterior.
-Bueno Spreen -se acercó a la pareja y afectuosamente sacudió el cabello de su aprendiz, una sonrisa algo maquiavélica apareció en su rostro -Se acabaron los juegos de niños, espero que estes preparado, porque voy a hacer tu vida un infierno de ahora en adelante.
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Spreen nunca olvidaría la primera pelea que tuvo en la preparatoria.
El tipo que lo había retado solo porque "no le gustaba su expresión"... bueno, a él si lo olvidó enseguida, pero no todas las sensaciones que hubieron en él antes, durante y después del brevísimo encuentro:
Cómo sintió su sangre calentarse cuando el chico lo tomó del cuello de la camisa.
Cómo su cuerpo se movió por si solo para esquivar el puño acercandose a su cara.
La risa que le dió verlo quejarse de dolor por haber golpeado el casillero detrás en lugar de a el.
Y la satisfacción que sintió al devolverle el golpe con el doble de fuerza, el cual conectó justo entre sus ojos.
Los padres de los bebés que pintan las paredes se enorgullecen, llamandolos futuros artistas.
Los padres de los niños que obtienen buenas notas en matemáticas los presumen, llamandolos los científicos del mañana.
Pero sus padres, llamados de urgencia por el director de la preparatoria por quebrar la nariz de otro estudiante, definitivamente no lo veían como un peleador nato...
En su vida, solo habían 2 personas a las que Spreen juró nunca devolver un golpe:
La primer persona era su padre.
Spreen se repetía el respeto que le debía al hombre cada vez que su puño o mano abierta conectaba con su rostro aquellas noches que llegaba a casa con signos de haber peleado otra vez, siempre acompañado de la frase favorita de todos los padres "esto me duele mas a mi que a vos"
-¿En serio, pa? Ya, pero yo creo que si que me duele mas a mi -le contestaba riendo con sarcasmo, lo que solo le hacía ganarse más golpes de parte del hombre
En algun punto "aquellas noches" pasaron de ser esporádicas hasta convertirse casi en una rutina. Pero Spreen estaba bien con eso...
Había algo perturbadoramente satisfactorio en toda la situación. Con riesgo a que sonara como cliché...
Pero lo hacía sentir... vivo.
De una manera retorcida, sí, pero vivo al fin y al cabo.
Tal ves por eso nunca notó el vacío que le quedaba al final del día, cuando sin energías se tiraba a la cama y dormía sin soñar.
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El sonido de la campana retumbó en sus oídos y por un breve momento Spreen se vió a su mismo fuera de su propio cuerpo, de pie en aquel ring con, por primera vez, un oponente oficial frente suyo.
Su cuerpo se movió por inercia, todas las enseñanzas de Luzu dando vueltas como un carrusel en su mente.
Gancho izquierdo... bloqueo--no, esquiva... desplaza... contra ataque...
Al escuchar los gritos de animo de Roier en la primera fila, tuvo que aceptar que el castaño tenía razón, como casi siempre.
No era lo mismo.
Era más.
Era mejor.
Era... ni siquiera podía explicar lo que era.
El encuentro terminó antes de que fuera consciente de ello, el referee alzó su brazo en señal de victoria, los aplausos del poco público presente fueron pronto opacados por una voz que conocía bien.
-¡Y se lo chingaaaaaaa, Spreeeeeeeen! -gritó Roier, haciendo eco con una mano y levantando el puño
Spreen se giró a verlo con algo de vergüenza, en su campo de visión también apareció un Luzu que lo miraba en silencio pero con una sonrisa orgullosa, sintió algo en su pecho que había dejado de sentir años atrás.
Se sintió vivo. Más que nunca.
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Spreen...
El solo escuchar el nombre en los gimnasios amateur de la ciudad hacía que todos detuvieran su entrenamiento y miraran expectantes alrededor
En poco tiempo el chico se había dado a conocer por su fuerza y técnica en el ring, ganando torneo tras torneo. Más de uno se había incluso acercado al retirado Luzu en espera de recibir su entrenamiento, pero este siempre se negaba
-Ya estoy mayor para estas cosas y tengo mis manos ocupadas con este chaval -les contestaba siempre con una risa contagiosa.
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-¿Y ahora que mosca te pico? -preguntó Roier al ver a Spreen echar 3 latas exta grande de proteína sabor fresa al carrito de compra
-Dale, ¿qué va a decir la gente si se entera que aun siendo la estrella amateur me hacés seguir tomando huevos y no proteína de calidad? -contestó Spreen entre risas, ganandose un "HEY" de parte de su novio al recordar que ya habían pasado por eso antes -Yo pago, capo.
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Al terminar de ducharse y cambiarse, miró el sobre que le tendió Luzu como si de un objeto alienígena se tratase
-¿Qué? ¿Creías que peleabas solo por diversión? Bueno, si no lo quieres puedo quedarmelo... -solo eso bastó para que Spreen le arrebatara el sobre, abriendolo apresuradamente y contando los billetes dentro -Lo hiciste bien allá afuera
Pero Spreen no lo estaba escuchando, se quedó mirando los billetes unos segundos antes de volver a hablar -¿Cuánto?
-¿Qué?
-Roier nunca me lo dijo... ¿cuánto? ¿Esto alcanza? -terminó por devolverle el sobre, y Luzu entendió a que se refería, sonrió recordando a Roier sacrificando horas de sueño para costear la renta de su pequeño gimnasio improvisado, sus personalidades eran muy diferentes, pero no cabía duda del amor desinteresado que se tenían el uno al otro.
-Alcanza para un mes, y aun te sobra un poco -Luzu le devolvió unos cuantos billetes, guardando el resto en su bolsillo -si sigues haciendolo bien en los torneos podrias empezar a costearlo tu
Lo primero que hizo Spreen esa noche, fue hacerle el amor despacio a Roier, llenarlo de besos y elogios.
Y lo primero que hizo a la mañana siguiente, fue despertarlo con un beso aun teniendolo entre sus brazos para informarle que ya no tendría que seguir trabajando horas extra en la cafetería
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El invierno llegó mas frío ese año.
Salía de los vestidores ya limpio después de una pelea de exhibición, Roier tenía algo de fiebre y para no tenerlo esperando en el frio subterraneo le pidió a Luzu que lo llevara y esperaran ambos en la camioneta de este último
-Fue una buena pelea
Spreen paró en seco y se giró para encontrar a un hombre regordete vestido de traje fumando un cigarrillo, recordaba haber visto su rostro en varios encuentros ya
-Tienes talento, ¿sabes? Lastima que tu entrenador sea tan cagón, no te permite explotar tu potencial
Tres estaciones completas habían hecho a Luzu y su pequeña familia parte importante de su vida, no era lo suficientemente estúpido para contestarle a un patrocinador, pero al menos podía cambiar el enfoque hacia el mismo
-Ya, igual yo tengo poco aún, luego se llega el día
El hombre rió alto lanzando una nube de humo directo al rostro de Spreen, contuvo sus ganas de reclamarle cuando lo siguiente que le dijo lo dejó helado
-¿Y si te dijera que el día llegó?
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-Pero no haz cenado...
-A la mierda la cena, andá a meterte en la cama ya
A Spreen no le gustaba utilizar su fuerza sobre Roier, salvo por supuesto aquellas noches juntos y que fuera el mismo quien le pidiera ser rudo, pero decidió hacer una excepción, despojandolo del frio abrigo, arrastrarlo escaleras arriba y obligándolo a acostarse tan pronto llegaron a la casa, lo cubrió con las mantas y mientras lo veía cerrar los ojos le dió un beso en la mejilla
Llevaba apenas unos minutos masticando las sobras de pollo frito del día anterior sentado en la mesa de la cocina cuando vio a Roier en el umbral de la sala -¿Pero qué hacés boludo? Tenés fiebre, dormite de una vez.
-Ya se pendejo, pero no me dejaste ni agarrar mi celular -Roier contestó con voz resfriada mientras buscaba el aparato en los bolsillos del montón de sacos y sudaderas que Spreen dejó caer en el sofá -Tengo turno por la mañana y no voy a oir la alarma
-Roier, estas enfermo, no podés ir
-Las cuentas no se pagan solas -contestó Roier entre risas encontrandolo, le lanzó un beso antes de volver escaleras arriba -¡ya, ya me voy a acostar! No te desveles tanto
El déjà vu hizo que Spreen perdiera el apetito, haciendole frente a la realidad de la situación. Llevaba algunos meses ganando dinero, pero si lo pensaba bien, este solo era utilizado solo como compensación de las horas extras que Roier hacía.
Y si lo pensaba más aún, era todo para el.
La renta de la bodega donde EL entrenaba
La compra de los suplementos que EL tomaba
Entonces, ¿qué quedaba para Roier?
Su mirada cayó al suelo y a lo lejos vió un pequeño trozo de papel, seguramente Roier lo habría dejado caer por accidente al buscar su telefono
La voz que escuchó horas atrás resonó dentro de su cabeza:
"Solo es un combate, la paga es grande y encima te das a conocer en el mundo profesional"
"No tienes que tomar una decisión ahora mismo, te dejo mi tarjeta"
"Solo piensalo y llamame"
Con una mirada decidida, y la sonrisa de Roier en su mente, tomó el papel, tecleó los numeros en su propio telefono y envió el mensaje de texto.
"Estoy interesado"
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Una noche de descanso fue suficiente para bajar la fiebre de Roier, y a eso añadiendole el hecho de que ese día especialmente frío había reducido considerablemente el siempre "temible" rush matutino de la cafetería, para su hora de salida se sentía como nuevo
Roier se despidió de sus compañeros para emprender camino a la bodega.
Llegó pronto y entró tarareando la pegadiza canción que escuchó esa mañana en radio, malteada de proteína sabor fresa en una mano y toalla limpia en la otra
-Dale, ¿sos pelotudo? ¡me estás jodiendo!
Pero se detuvo en seco al ver la escena frente a sus ojos
-Vos mismo has visto que he ganado cada pelea ¿por qué me querés retener?
Nunca había visto a Luzu así, se veía más intimidante que el propio Spreen, más alto, brazos mas gruesos cruzados, rostro duro y mirada penetrante.
-No estas listo -dijo firmemente- Halo es un profesional
-¡Ah y yo soy mierda entonces!
-No Spreen -Luzu alzó la voz- Eres muy bueno -hizo enfasis en el "muy"-pero yo te llevo años de ventaja, es muy pronto para tí
-¡¿Vos al menos me escuchás?! ¡La paga es 20 veces más y solo por un combate!
-Ya, ¿entonces esa es tu motivación? ¿El dinero? -Luzu lo miró con una mezcla de enojo y decepción -No creí que fueras alguien tan vacío
Vacío...
-Mira... te prometo que vas a llegar ahí, vas a estar a su nivel...
"¿Spreen? ¡Spreen es el mejor!"
-¿Qué cojones? ¡Con tu técnica seguro vas a superarlo!
"¿Haz visto como pelea? ¡Nadie en la escuela ha podido nunca ganarle!"
-No te apresures así, solo tienes que ser paciente
"Spreen... ¿por qué peleas?"
Había olvidado la sensación de vacío...
-llate...
Luzu parpadeó, acercándose un poco al chico para escucharlo mejor
-¿Qué--?
-¡CALLATE! ¡CERRÁ EL ORTO!
Jaló fuertemente de los guantes en sus manos rompiendo la cinta en el proceso y los lanzó lejos, el eco que hicieron en el suelo lo hizo finalmente alzar la mirada, Roier estaba de pie en la puerta, ojos bien abiertos y la nariz ligeramente roja
Spreen sintió por primera vez en años ganas de llorar
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Llevaban pocos meses como pareja cuando Roier decidió que era momento de enfrentar a sus padres. Cuando en la preparatoria el decidió buscar un lugar para vivir solo y trabajar, su relación se deterioró un poco. Pero ahora que tenía 18 y Spreen 19 eran adultos. Jovenes aun, pero ya adultos. Y las conversaciones entre adultos eran diferentes. Seguro saldría bien.
...
Salió mal.
Roier casi no tuvo tiempo de sentir su mejilla entumecerse cuando se lanzó sobre un molesto Spreen, forcejeando con el para evitar que golpeara a su padre como respuesta por la bofetada este que le acababa de dar
-Déjalo Spreen -intentó que su voz no se quebrara más de lo que ya estaba -Solo vamonos...
Mentiría si no dijera que una parte de el esperaba que su padre lo aceptara a el y su relación con Spreen, finalmente no sabía que le había dolido más, si la bofetada que le pegó su padre cuando se declaró frente a el, o la indiferencia de su madre al verlos salir por la puerta
...
-Roier
Roier volvió a la realidad un par de horas después, sentado junto a Spreen en la estación de autobuses esperando la hora de partir hacia el que sería su nuevo hogar juntos
-Estoy bien -le contestó con una sonrisa triste -Sabes que no me arrepiento de nada... quiero estar contigo
¿Qué tanto bien habrá hecho en vidas pasadas para recompensarlo con Roier en la actual? Spreen no tenía la respuesta, pero sabía lo que tenía que hacer de ahora en adelante
-Escuchame -Spreen tomó su rostro entre sus manos y con movimientos circulares de sus pulgares acarició sus mejillas, algo pegajosas por el rastro de lágrimas -Te prometo que te voy a hacer feliz...
Y dándole un beso en la frente agregó
-No vas a volver a llorar por mi culpa, nunca...
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El aire frío comenzaba a calar en sus huesos, fue solo ver a Roier a punto de llorar y salió corriendo, sin molestarse en colocarse algo encima
-¡Spreen!
Miró rápidamente sobre su hombro a Roier siguiendole unos metros atrás, sintió una carga quitarse de sus hombros al ver que al menos el si venia abrigado
Llegó pronto a la playa donde sintió sus pasos entorpecerse por la arena, Spreen era rápido, tenía la confianza suficiente para saber que podía perder a cualquiera
Pero Spreen conocía muy bien a Roier
Roier... y su estúpida gran fuerza de voluntad que lo impulsaba a lograr todo lo que se proponía
-¡Spreen! -Roier lo alcanzó y lo tomó del brazo, Spreen lo sacudió para librarse de su agarre, pero dejó de correr -¿Por qué haces esto? Escucha... hay que pensar las cosas, Luzu dijo que no estabas listo--
Spreen vió rojo.
-¡Luzu puede chuparme la pija! -explotó al final, girando para ver a su novio -¡No puedo creer que no me apoyés en esto, si vos sabes como peleo!
-¡Sí! Eres bueno, muy bueno, ¡pero no puedes aventarte a cosas así tan rápido cabrón! ¡El tipo es un profesional!
Sintió otro déjà vu al escucharlo decir "profesional", recordaba que ya habían hablado de eso hacía un tiempo
-¡¿Y no eras vos el que flasheaba con que me dedicara a lo profesional?!
-Sé lo que dije wey, pero--
Desesperado, Spreen cortó la distancia entre ambos y tomó a Roier con fuerza de los hombros sacudiendolo
¿Por qué era tan dificil hacerlo entender?
-¡Entende que esto lo hago por vos! Por la vida de mierda que te he hecho pasar, para darte lo que mereces! ¡Vos sos la razón por la que peleo!
La segunda persona a la que Spreen nunca le devolvería un golpe... era Roier
El primer "golpe" que Roier le dió fue el brutal movimiento de estamparle la gasa con alcohol sobre la herida abierta de su mejilla en su primer encuentro
Su tercer silencio incomodo comenzó tan pronto Roier le dió el segundo golpe, una bofetada en la misma mejilla.
Aun aturdido lo soltó de su agarre y miró al castaño a los ojos, Roier parecía querer decirle muchas cosas en ese momento, pero evidentemente no un "lo siento"
-¿Sabes qué? -habló finalmente, pero Spreen solo atinó a desviar la mirada -Haz lo que quieras...
Y Roier se fue, dejándolo solo en el atardecer de la playa, entre el sonido de las olas y los de sus propios demonios
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Era una de esas raras noches que llegaba sin un nuevo rasguño, su padre apenas le dirigió la mirada, fue directo a su habitación, azotando la puerta tras de sí para después deslizarse y quedar sentado recargado en ella.
-Roier pelotudo de mierda...
Spreen se arrepintió al instante de las palabras que salieron de su boca, a pesar de que el chico no las hubiera escuchado
Si se lo preguntaban a el, la discusión fue por algo realmente estúpido.
Roier se había quejado unos días atrás sobre su nuevo "jefe" en la librería, un universitario que más que dinero solo necesitaba horas para librar el servicio social y comenzó a hacerle la vida imposible, delegandole todo, haciendole quedar horas extra y culpandolo de cuanta cosa pasara bajo su supervisión...
Al día siguiente, Roier le contaba como esa misma mañana el chico llegó con un labio roto y "extrañamente" renunció
-¿Algo que quieras decirme? -le dijo con seriedad mientras caminaban de vuelta a casa
-Que no entiende el gilipollas -contestó Spreen entre risas- Le dije que no pusiera mas un pie en la tienda, ¿tanto le costaba hacerlo por telefono?
El pelinegro no era tan tonto para no saber porque se habia enojado Roier, el plan de hecho era que el castaño ni siquiera se enterara de la "visita" que Spreen le habia hecho al chico, pero no contaba con que el imbécil decidiera aparecerse en la librería después de la "amable" advertencia...
-Spreen...
-Daaaaleee, ya tenes suficiente con tener que trabajar vos para pagarte la escuela, si yo te puedo ayudar a las piñas para aliviarte un toque esta bien, ¿no?
Fue decir eso y Roier lo miro molesto sobre su hombro para después comenzar a caminar mas rapido, Spreen entendió el mensaje y lo dejo irse, dio vuelta sobre si mismo y emprendió camino a su propia casa
El sonido de su celular lo sacó de sus pensamientos, sacó el aparato para encontrar un solo mensaje de Roier
"Te entiendo. Y se que lo hiciste por mi. Solo ponte en mi lugar un momento:"
"¿Te gustaría que yo me agarrara a golpes con alguien y dijera que es por tí?"
La mañana siguiente Roier salió de casa aun preocupado por no haber recibido respuesta de Spreen, ¿tal vez fue demasiado lejos?
Pero luego lo vió, esperandolo de pie en el mismo lugar de siempre, habia una mezcla de tristeza y vergüenza en su rostro y Roier contuvo las ganas de reir.
-¡Que onda, capo! -se colocó a su lado y sonrió- ¿no me tarde mucho verdad? ¡Andale, vamonos ya!
Si se lo preguntaban a Roier, su primera discusión fue por algo estupido, pero oye, son chicos, es la edad en que se hacen las estupideces.
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Una vez duchado y vestido se encaminó hacia la ventana del hotel, habían pasado 2 días desde la discusión con Roier y Luzu, y aunque que el día anterior no se sentía con animos de entrenar, si de verdad iba a enfrentar a BBH no podía dormirse en sus laureles.
Roier no era rencoroso, sabía que a pesar de todo, bien pudo llegar esa noche a la casa, seguirían molestos, sí, pero las dificultades que pasaron juntos durante sus primeros años los hicieron lo suficientemente maduros para saber que una pelea así no acabaría con su relación.
Salió por el lobby y se dirigió a la playa para hacer algo de calentamiento, con su reciente fama, seguramente podría ir a alguno de los gimnasios de la ciudad para entrenar esos días... la verdad es que no sabía como se tomaría Luzu la situación, y prefería ahorrarse el mal trago de volver a discutir si es que decidia aparecerse en la vieja bodega
No supo bien cuanto tiempo pasó, pero cuando pronto acordó, el sol estaba en lo alto y una pequeña sombra se acercaba corriendo a toda velocidad. Sonrió, por primera vez en días.
-Eeeeh, ¿qué pasa, capo? ¿Todo piola?
El pequeño Oli le respondió abrazandose a su pierna y volteando hacia atrás, donde Lana venía siguiendolo solo unos pasos detrás.
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-Lana, no se yo si es buena idea--
-¡No! -Lana interrumpió a Spreen quien, por enesima vez, intentaba persuadirla- ¿de verdad te crees que voy a dejar que te quedes en un hotel solo? Somos casi familia, ¡te quedas con nosotros y punto final!
Durante su encuentro en la playa, Lana le pregunto como había estado, cuando Spreen le contó de la discusión y que de momento estaba quedandose en un hotel por no saber como enfrentar a Roier aun lo obligó a llevarla al lugar, recoger sus cosas y entregar la habitación.
Y ahora estaba ahí, sentado en el sofá de la acogedora casa, Lana desapareció en la cocina para traerle algo de tomar mientras Oli pintaba en la pequeña mesa frente a el.
-Lana, ¿haz visto donde deje el--?
Se incorporó como un resorte al escuchar y ver a Luzu aparecer por el umbral, sus miradas se cruzaron en silencio, solo interrumpido cuando Lana entró de nuevo a la habitación.
-Spreen va a quedarse aquí un tiempo -dijo como si de lo mas normal se tratase, corriendo a un lado los dibujos terminados de Oli para colocar la bandeja con café en la mesa del centro -Al menos hasta que decida hablar con Roier y volver a casa
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La cena fue... ¿peculiar?
Cualquiera que pudiera verla desde fuera, haría comentarios sobre lo bizarro de la situación.
Luzu miraba al pelinegro con instinto asesino.
Oli hacia una torre de pure de patatas y brocoli en su plato.
Spreen se encogía en su propio asiento queriendo desaparecer.
Y Lana platicaba animada lo feliz que le fue al encontrar ese vestido del aparador que tanto le había gustado en su talla.
El bostezo de Oli no pasó desapercibido por ninguno de los dos padres, pero Lana habló primero -¿Amor? -Luzu se levantó al instante
-¿Qué pasa Oli? -Spreen casi se va de espaldas al escuchar la voz infantil de Luzu, quien diria que ese era el mismo hombre que minutos atrás parecía querer asesinarlo -¿Te gustaría que te cuente un cuento? Tengo uno muy bonito que sé que te va a gustar. Pero primero tienes que cepillarte los dientes y ponerte el pijama. Después, nos metemos en la cama, y así yo te lo cuento, ¿te parece?
Tomó al pequeño en brazos sin dirigirle la mirada y se encaminó hacia las escaleras, Spreen finalmente pudo relajar los hombros.
Acostumbrado a las tareas del hogar, y con bastante sentido de gratitud, tomó los platos de la mesa y se dirigió a la cocina para lavarlos, Lana pronto apareció a su lado, comenzando a secarlos.
-No le hagas caso -comenzó- así como lo ves, no le haría daño ni a una mosca, la mirada solo es para intimidar
-No me extraña que me tenga bronca, posta fui harto gil con el
-¿Qué dices? -la sonrisa de la mujer lo confundió- Spreen, Luzu no está molesto contigo...
Las manos de Spreen se detuvieron.
-Solo está preocupado, pero el bobo no sabe bien como expresarlo
-Ya, pero ¿como podes estar segura? Sin ánimo de ofender... -Spreen bajó un poco la voz, escenas de su discusión regresando a su mente- Vos no estuviste alla ese día...
Lana rió bajo, y afectuosamente revolvió el cabello del chico, por una fracción de segundo Spreen se preguntó que tan diferente hubiera sido su vida si su propia madre fuera siquiera la mitad de maternal que aquella mujer.
-Lo se porque lo conozco y lo amo, es parte de ser pareja, de ser un equipo, Roier y tu aun son algo jovenes, pronto lo entenderas...
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No podía respirar.
No podía moverse.
Aun así, el momento en que Spreen lo acorraló contra ese árbol y le robó ese beso fue el más bello que nunca había vivido
Fue justo al graduarse de la preparatoria. Spreen le llevaba un año de ventaja por lo que le tocó pasar un año sin él. Le bastaron solo tres días de no caminar juntos para darse cuenta de que quería pasar el resto de su vida junto a él.
Pasó muchas noches sin dormir, tormentándose por un amor seguramente unilateral, después de todo ¿qué podía tener el que Spreen viera como atractivo?
Pero en ese momento, siendo besado con esa desesperación y anhelo, todo el temor se esfumó de su cuerpo. El sentimiento era claramente mutuo.
Spreen era una fresca brisa, que alejaba sus problemas y pensamientos pesimistas
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Roier era un cálido rayo de sol, que iluminaba su corazón y lo llenaba de paz
Lo intentó. Dios sabe que realmente lo intentó. Su plan era sencillo, ir por el chico al salir de la ceremonia, llevarlo al parque donde solían pasar las tardes juntos, darle esa bonita flor roja que le recordarba su sonrisa y confesarle sus sentimientos
Pero todo se fue a la mierda cuando Roier se le adelantó con un simple "me gustas"
Su impulso fue más fuerte que la razón y cuando menos acordaba ya lo había atrapado entre ese árbol y su propio cuerpo y estampado sus labios contra los del castaño.
El beso era torpe, dientes y narices chocando, manos inquietas sin saber qué y dónde tocar, no había nada de lindo en la escena. Quizas fue por eso que fue tan perfecto, tan suyo.
En su vida habian muchas cosas que no le enorgullecían, pero mirando atrás, lo único que estaba bien, lo único correcto...
Siempre fue Roier.
Siempre tenía que ser Roier.
Si no era Roier, no era nadie más.
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-Firma acá
La mañana siguiente Spreen despertó con un mensaje en su celular, indicando la hora y lugar donde finalmente cerrarían el trato, después de un breve desayuno que Lana lo forzó a tomar salió por la puerta, ante la mirada silenciosa de Luzu.
La improvisada sala de reuniones donde lo habían citado no era más que un pequeño almacén de equipo bajo un gimnasio de renombre, iluminado solamente por una molesta lámpara, de esas antiguas que hacen ruido por la estática y parpadean, una parte de el se alegraba de su discusión con Roier, sabiendo que si el castaño lo hubiera acompañado, hubiera tirado de su brazo antes de siquiera dejarlo entrar.
El contrato era simple, solo un par de parrafos, la primera clausura muy sencilla de entender:
Una pelea contra Bad Boy Halo, BBH, o Halo para abreviar.
La segunda sin embargo lo hizo sudar frío:
Ocho asaltos. Tres minutos.
-¿Algun problema? -salió de sus pensamientos al escuchar al hombre que lo miraba impaciente del otro lado de la mesa -No vas a creer que vamos a rebajar a Halo a una pelea con reglas amateur
Una pequeña voz gritó en su cabeza "Sal de ahí"
-O... ¿es mucho para tí?
Pero la voz burlona del hombre frente suyo pudo más, Spreen le arrebató el boligrafo y firmó.
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Spreen corrió a un lado la puerta de la bodega, ya un par de días habían pasado de que firmó el contrato de la pelea y definitivamente necesitaba entrenar con equipo, a Lana le tomó un tiempo convencerlo de que ese pequeño gimnasio finalmente era de él, y que podía utilizarlo cuantas veces quisiera.
Todo estaba igual que aquel día. Incluso sus guantes, aun arrojados en el mismo lugar, casi pudo ver a Roier de pie junto a ellos. Se acercó y los tomó del suelo solo para colocarlos en la pared y sacar unos diferentes de su mochila, había algo en ellos que hacía que de momento no se sintiera cómodo usandolos.
Y dando un par de saltos sobre si mismo, comenzó a calentar.
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El agua que estaba bebiendo se le fue por el lado equivocado, haciendo que tosiera con fuerza, Roier se dió un par de golpes en el pecho sin despegar la vista de la pantalla.
BBH vs Spreen
Sábado XX de XXX a las XXpm
Pesaje preliminar EN VIVO
Sus ojos comenzaron a picar por algunas lagrimas que se asomaban, aun no sabía bien si era por casi ahogarse o por finalmente volver a ver a Spreen después de casi 2 semanas, aunque fuera por televisión.
Se veía algo nervioso y perdido, tartamudeó su nombre al presentarse y en su turno al subir a la báscula no se estaba quieto por lo que tardaron algo de tiempo en poder pesarlo, bufó al verlo arrepentido después de que el juez le mirara molesto.
-Te ves bien pinche pendejo... -susurró para si mismo afectuosamente
Pero su sonrisa se apagó al ver al contrincante.
Había algo intimidante en BBH. No había una diferencia perceptible de altura, y a pesar de ser un poco más fornido que el pelinegro, tampoco era que tuviera un físico atemorizante; pero había algo... su porte, confianza y la sonrisa burlona con que se paró en la báscula decían mucho sobre su habilidad.
El presentador indicó que la transmisión terminaría con el cara a cara, solo fue decirlo y los fotografos se apresuraron a la escena de un BBH acercandose peligrosamente al rostro de su contrario con sobre actuado enojo para dar espectáculo a los presentes y espectadores, no habia que saber leer los labios para captar algunas de las palabras que le dijo: "niño bonito", "esto no es un juego", "acabaré contigo"
Pero la mirada de Roier estaba clavada en Spreen quien solo miraba al suelo con esos mismos ojos sin vida que el conocía bien.
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Mariana, que iba unos pasos delate suyo, paró en seco haciendo que chocara contra el, su nariz impactó de lleno en su espalda -¡Pendejo, avisa!
-Nembre mien, toca dar la vuelta, ya se andan peleando otra vez estos weyes
Roier dejó de frotar su nariz y miró al frente, a una pequeña multitud rodeando a dos chicos que estaban en medio de una pelea, a uno nunca lo había visto, pero al otro lo conocía muy bien
Spreen y el habian desarrollado una especie de amistad "secreta" después de esa noche que lo emboscaron en el callejón, cada mañana caminaban juntos hasta una calle antes de llegar a la preparatoria, y algunas tardes en las que Spreen no tenía "compromisos" solían pasarlas en un parque cercano a la casa de ambos.
-¿Es todo lo que tenés, boludo? ¿Te das cuenta de lo patético que sos?
La gente a su alrededor comenzó a animar a Spreen tan pronto dijo esas palabras, su contrincante visiblemente molesto retiró la sangre que salía de su boca y se lanzó a seguir golpeandolo
El intercambio de puños entre ambos continuó solo por unos minutos más, y pronto el chico desconocido, aprovechando una pequeña distracción de Spreen, decidió salir corriendo ante las risas del público
- ¡Dale, corre cagón! ¡Anda a contarles a tus amigos que te dejé vivir!
Spreen sonrió y comenzó a limpiar el sudor en su frente, Roier soltó un suspiro que no sabía que estaba conteniendo al ver que estaba bien, dentro de lo que cabía, aun se maravillaba de lo hábil que era el chico, había algo hipnótico en verlo pelear
En toda la conmoción, Spreen finalmente se quito los lentes, no era la primera vez que lo miraba sin ellos, pero si la primera vez justo después de una pelea, Roier contuvo la respiración...
Porque entre los mechones de cabello que se pegaban a su frente por el sudor, la sangre seca y fresca, los moretones y esa sonrisa burlona, estaban unos ojos apagados y sin vida
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Al principio, las cuatro semanas desde la firma hasta la pelea parecía mas que suficiente, pero la primer semana se pasó volando.
Tan pronto llegó esa mañana al gimnasio, se sentó en uno de los bancos y sacó de su mochila el rollo de vendas y los guantes, su mente estaba en otro lugar, nunca antes había pasado tanto tiempo sin hablar con Roier, pero algo dentro de el le decía que no podía simplemente aparecerse en la casa, al menos no hasta después de la pelea. Hasta después de demostrarle que el tenía la razón.
Rió por lo bajo mientras tomaba la botella con la malteada -Capaz el único boludo aca soy yo
Su sonrisa fue reemplazada por una mueca de asco al darle un sorbo. A pesar de ser la misma marca y sabor, siempre le quedaba o muy fuerte, o muy insípida, nunca lograba atinar a la cantidad de polvo justa para que tuviera el mismo sabor de la que le preparaba Roier.
¿Por qué peleas?
Levantó la vista asustado. Podía jurar que escuchó su voz, dos segundos después supo que solo era su cabeza, jugando con el de nuevo, como cada día desde su pelea.
¿Por qué peleas?
-Porque soy bueno, boludo... -tomó el rollo de vendaje y lo desenrrolló
¿Por qué peleas?
-¡Porque puedo ganar! -comenzó a vendar su mano izquierda
¿Por qué peleas?
-¡Por vos! -siseó mientras la gasa rodeaba sus dedos con fuerza
Pero la voz no se callaba.
¡¿Cuál era la respuesta?!
Todas las voces en su cabeza cesaron cuando unas manos callosas que recordaba bien le quitaron la venda de sus manos.
-Te dije que no las apretaras tanto, te vas a quedar sin dedos, chaval...
Spreen se quedó sin palabras mientras Luzu re hacía el vendaje de sus manos, era la primera vez le dirigía desde el día que le gritó en la cara, y aunque el hombre no se negó ni reclamó nada cuando llegó con Lana ni cuando comenzó a ir a la bodega a entrenar con su equipo, ciertamente no esperaba verlo ahi.
Terminó el vendaje en silencio, y mientras le anudaba los guantes, Spreen encontró el valor para hablarle
-¿Qué haces acá?
Luzu sonrió levemente, pareció pensarse su respuesta unos segundos, terminó de anudarle los guantes para pronto sacar unos propios y comenzar a colocarselos, finalmente le contestó con una voz afectuosa
-Evitar que me dejes en ridículo...
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Las tres última semanas habían sido un infierno, mucho más de cuando inició su entrenamiento para los torneos amateur. Enfrentar a Luzu en el ring era mucho más de lo que esperaba, mas de una vez perdió el conocimiento por el cansancio.
Pero todo culminaba hoy, finalmente el día había llegado.
Spreen miró desde el asiento de copiloto a Luzu y Lana despedirse en la entrada principal, Oli aun era muy pequeño para acompañarlos a ese tipo de eventos, y además había amanecido con algo de tos, Lana no tuvo el corazón de dejarlo con una niñera.
Ella le insistió mucho en que llamara a Roier para invitarlo pero siempre se negó diciendo que no podía molestarlo con eso, pero ahora que veía a la pareja besándose una parte de el se arrepentía de no hacerlo.
Luzu pronto entró por el lado del conductor y Spreen alzó la mano al ver a Lana a lo lejos despedirse, gritandole un "¡suerte!"
Sabía que su orgullo era su punto debil, eso y ser malo con los sentimentalismos, por eso encajaba tan bien con Roier, quien al contrario era como un libro abierto y se encargaba tanto de decir lo que pensaba como de interpretar lo que Spreen a veces no sabía expresar. Juntos podían con cualquier cosa, pero un mes sin saber de el comenzaba a nublar su corazón...
¿Realmente estarían bien?
Lana agitó el brazo hasta que la camioneta dio vuelta en la esquina, un mes de convivir con el chico le hizo entender un poco más su relación, pronto recordó a Roier, apareciendo en su puerta semanas atrás...
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Miraba por la ventana de la cocina hacia el patio trasero donde Luzu y Oli jugaban, habían pasado un par de días desde que Luzu llegó extrañamente temprano, al preguntarle si el entrenamiento se había suspendido, el hombre solamente le había contestado que si... indefinidamente
Años de relación le hicieron no preguntar mas, sabiendo que solo necesitaba tiempo y pronto el le contaría todo.
El timbre la sacó de sus pensamientos, secó sus manos y se acercó a la puerta principal, ahí estaba Roier de pie, aunque sin su muy característica sonrisa de siempre
-¡Pasa cariño! Luzu está atrás, lo llamaré--
-¡No, no! De hecho venía a hablar contigo... se que ustedes han hecho tanto por nosotros, pero... ¿podrías hacerme un gran favor?
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-¿A dónde dices? -le preguntó Luzu mientras la miraba abrigar a Oli
-Te digo que de compras, ¿haz visto como ha crecido este muchachito? -Oli rió mientras Lana le llenaba la carita de besos
-Ya, ¿quieres que--?
-No te fuerces, cariño -le sonrió- se que odias ir de compras, además debes estar cansado, después de que jugaron toda la mañana
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-Spreen no ha ido a casa en dos días-fue ver la reacción de preocupación de Lana y Roier pronto agregó sonriendo -No, no, no estamos separados ni nada, pero el wey es bastante orgulloso, seguramente se está quedando en algun hotel sin comer ni dormir bien
No tuvo que decir nada más, Lana sabía lo que tenía que hacer.
Roier le dijo todos los lugares en los que solía estar, por la hora supo que su destino debería ser la playa, sonrió al verlo a lo lejos y bajó a Oli de sus brazos quien pronto empezó a correr hacia el
Roier y Spreen
Una pareja bastante adorable
Había algo en ellos que despertaba en Lana su instinto maternal, pero al mismo tiempo le recordaba su propia relación con Luzu
-Eeeeh, ¿qué pasa, capo? ¿Todo piola? -le dijo a Oli mientras abrazaba su pierna, pronto levantó la vista y la saludó a ella -Lana
-¡Qué coincidencia Spreen! ¿Cómo va el entrenamiento? ¿Roier está aquí tambien? -miró alrededor para agregarle drama y realismo, sabía que el castaño no estaba ahí
-No, solo yo -le contestó rápido, entreteniendose con admirar el carrito de juguete que Oli le ponía en la mano
Tendría que presionar un poco más
-Qué pena, no lo he visto en semanas, igual y mañana me paso por el gimnasio, ¿cómo por qué hora estará por ahí?
Bingo.
Lana pudo ver como de pronto tenía toda la atención del chico, sus ojos sorprendidos parecían gritar "¿No lo sabes?", puso su cara más inocente y pronto Spreen empezó a contarle todo
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Estaba sentado en los vestidores, la anticipación de la pelea a flor de piel, pero aunque sentía una mezcla de nervios y adrenalina por el encuentro, no podía sacarse de la cabeza al castaño.
Spreen recordó todas las veces que Roier había estado a su lado en los entrenamientos y las peleas, siempre dándole ánimos, su forma de ser, por ruidosa que fuera, le ayudaba a enfocarse. Estar ahi ahora en silencio hacía que la situación fuera extraña.
Luzu lo miraba atento del otro lado de la habitación, ya estaba listo, sus guantes azules de siempre colocados y ajustados, se le acercó y colocó una mano en su hombro
-Recuerda el entrenamiento, mantén la guardia arriba, no te confíes en ningún momento
El pelinegro asintió en silencio, dejando que cada palabra de Luzu asentara en su mente
-Cuando te golpee, porque lo hará, no te quedes ahí parado. Mueve los pies, defiéndete. Si ves apertura para contra atacar, hazlo con todas tus fuerzas
-Obvio, pa.
Después se sentaron en silencio. Desde el día que Luzu apareció de nuevo en el gimnasio ambos intercambiaron pocas palabras, pero al menos ya no existía el aire de incomodidad entre los dos. Spreen sabía que en algun momento tendría que ser directo con el y disculparse, no por su decisión, sino por la forma en que lo trató.
Y claro, tambien debía hablar con Roier...
Roier...
Miró el reloj en la pared. Aun le quedaban algunos minutos
-Capo -empezó en una voz baja, solo lo suficiente para que Luzu lo escuchara -¿Te importa si te pregunto algo?
-¿El qué?
Incapaz de mirarlo a los ojos, bajó la mirada, la misma pregunta sin respuesta que rondaba por su cabeza saliendo por primera vez de sus labios:
-¿Vos por qué peleas?
-¿Por qué peleas?
Spreen se esperaba cualquier reacción, excepto una respuesta directa sin pizca de duda, como si fuera lo más obvio del mundo
-Por Lana y Oli
-¡Vos sos la razón por la que peleo!
Rió amargamente, recordando la reacción que tuvo Roier cuando le contestó algo similar
-Ya... no me des bola, igual te digo que la respuesta está mal...
-La respuesta es correcta -Luzu le contestó al instante, revolviendo su cabello -¿Igual y eres tu el que no entiende la pregunta?
Alzó la mirada y parpadeó -¿La pregunta?
Un par de golpes en la puerta interrumpieron la breve conversación. Luzu lo urgió a levantarse y colocarle la bata.
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Luzu no sabía a ciencia cierta en que momento entró tanto en la vida de Roier y Spreen que el mismo comenzó a sentir los déjà vus
Ocurrió una semana después del incidente, justo la mañana siguiente después de que se televisara el pesaje. Spreen había salido temprano a correr y, como si conociera al pie de la letra sus horarios como para no encontrarlo, Roier estaba de nuevo frente a su casa, de pie en el mismo lugar donde lo vió por primera vez.
Se acercó al chico y tan pronto llegó frente a el, comenzó a hablar
-Roier--
-Spreen... -lo interrumpió- Es impulsivo, mal hablado... y un poco idiota...
-Vale, pero Roier--
-¡Pero es bueno! Y no me refiero a buen peleador, ¡que lo es! ¡Me refiero a que es buena persona!
-Si, si, escucha Roier--
-¡Y yo se que te gritó! Y que mas de una vez te hizo molestar, pero--
-¡Roier! -hizo falta que se acercara y lo tomara de los hombros para finalmente captar su atención -Lo sé...
El castaño le dedicó una pequeña sonrisa -El te necesita... el cabrón tiene el autoestima por las nubes y es demasiado orgulloso para pedirtelo... pero te necesita
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Terminó de alistarse con ropa cómoda, tomo su maleta y tomó las llaves de la camioneta
-Lana... no te rias
Luzu miró con falsa molestia a su esposa, quien le sonreía desde la puerta de su habitación con Oli en brazos
-Solo creo que es adorable, eres casi como un padre para esos chicos...
Si bien Luzu se debatía entre si ir o no a ayudar al chico, fue Roier quien le dió ese último empujón que necesitaba, subió a su camioneta y arrancó, recordando el final de la conversación que tuvieron minutos atrás
Roier y Spreen...
Una pareja bastante peculiar
-¡Por cierto! Conociendolo seguro el pendejo se está tragando la malteada mal, ha de creer que entre mas polvo mas sabor. El secreto es agregarle unas dos cucharadas de yogurt, ¿puedes pedirle a Lana que se lo sugiera?
Pero había algo casi místico en ellos, que le daba a Luzu la impresión de que en efecto, las almas gemelas si existian
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El primer cambio que Spreen notó al salir del tunel, era la iluminación. Mientras que las peleas en las que ya habia participado era bastante normal, el recinto estaba rodeado de reflectores que danzaban creando patrones de luz en las gradas.
El segundo cambio fue evidentemente la gente. El lugar estaba lleno, no era tan tonto como para no saber que el motivo no era el, si no su contrincante.
Pero una vez arriba del ring, recargado en su esquina, volteó a la primera fila y detectó el cambio más importante.
Roier no estaba ahi.
De pronto todo comenzó a dar vueltas, los gritos del público poco a poco se iban alejando y apenas pudo distinguir las últimas palabras que le decía Luzu, quien al parecer notó su condición.
-Spreen, ¿me escuchas?
El sonido de la campana resonando en todo el recinto lo hizo despertar de su trance, y por inercia se acercó al centro del ring.
Halo se movia con confianza, con movimientos fluidos y precisos, solo con eso era evidente que Spreen estaba en clara desventaja.
El primer asalto comenzó y Halo se le lanzó con una serie de golpes rápidos que Spreen logró esquivar.
Al parecer lo dejó sorprendido porque en un segundo Halo bajó la guardia, Spreen vio la apertura y lanzó un fuerte golpe, Halo logró bloquearlo, aunque con algo de esfuerzo.
La multitud aclamaba, el asalto continuó y Spreen logró conectar algunos golpes, aunque Halo seguía manteniendo el control del combate.
Los tres minutos pasaron volando, y pronto Spreen estaba de vuelta en su esquina, Luzu se apresuró a darle agua y limpiar la poca sangre que se asomaba por su boca y nariz.
-Vas bien... -lo decía en serio- El chaval creo quería acabar rápido con esa rafaga y lo tomaste por sorpresa al esquivar, gastó mucha su energía
Luzu miró disimuladamente a la otra esquina, donde un Halo no le quitaba la mirada de encima de Spreen, su orgullo evidentemente pisoteado, iría a atacar -Este asalto dedicate a defender...
Spreen asintió con seriedad.
Al inicio del segundo asalto, Halo salió de su esquina con el ceño fruncido, lanzando golpes mas fuertes pero mucho mas lentos, claramente esperando conectar solo uno para acabar con la pelea lo antes posible
Spreen contuvo las ganas de atacar y se apegó al plan, dedicandose a defender, esquivando los golpes con agilidad.
Y de nuevo los tres minutos terminaron con un Halo aun mas cansado y un Spreen aun de pie, si bien recibió algunos golpes por parte de su contrincante, no eran demasiado importantes
Halo miró de nuevo a la esquina azul, a un aliviado Luzu y un satisfecho Spreen. Sintió su sangre hervir, ¿cómo era posible que un boxeador amateur le estuviera dando tantos problemas?
El inicio del tercer asalto, Spreen se sintió con la suficiente confianza y alentado por Luzu decidió por una vez tomar la iniciativa.
Comenzó con una serie de golpes, de los cuales algunos conectaron con el rostro de Halo, aunque no eran lo suficiente para hacerlo tambalear. Halo tuvo que reconocerlo, el chico era bueno. Pero el era un profesional. Tenía que acabar con esto.
Fue como si de un momento a otro su oponente se hubiera transformado en otra persona, porque un minuto estaban casi a la par, pero al siguiente Spreen estaba siendo atacado brutalmente y sin piedad.
Intentó defenderse, sin embargo la fuerza de Halo fue bastante superior y logró conectar un poderoso derechazo
Se inmutó un poco.
Seguido de un igual de potente izquierdazo.
Se tambaleó
Y finalizó con un golpe que el conocía bien, el que lo inició todo, el mismo golpe que le había dado a su primer rival, justo entre los ojos.
Spreen cayó de espaldas en el ring, ese último golpe lo dejó aturdido y con un molesto zumbido en sus orejas. Miró hacia su esquina a Luzu que le gritaba algo, pero no lograba decifrar el qué.
-¡Uno! ... ¡Dos! ... ¡Tres! ...
Spreen no supo en que momento cerró los ojos, pero cuando los abrió pudo ver el sol encima suyo, el molesto zumbido en su cabeza reemplazado por el inconfundible sonido de las olas chocando contra las rocas.
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Roier se quedó frio, ¿había escuchado bien?
-No me mires asi, pelotudo -le dijo Spreen con las orejas rojas -olvidá que lo dije, igual solo me estoy flasheando--
-Si -lo interrumpió- ¡Claro que quiero vivir contigo! ¡Hagamoslo! ¿Puede ser cerca del mar? ¡Nunca he visto el mar! ¡Tiene que ser cerca del mar!
El castaño comenzó a saltar, Spreen suprimió una risa y lo sostuvo por los hombros -Obvio pa, donde tu quieras esta piola
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-¡Cuatro! ...
Estaba en paz.
Casi podía sentir la brisa del mar sobre su rostro, miró a su derecha y ahí, de pie en la arena estaba Roier, con la misma sonrisa en su rostro que cuando vió el mar por primera vez, podría quedarse ahí por siempre...
-¡Cinco! ...
Roier pareció sentir su mirada sobre el y finalmente sus miradas se cruzaron, la sonrisa desapareció de su rostro y desde su lugar comenzó a gritarle algo, que el sonido de las olas no le dejaban entender
-¡.........!
-¡Seis! ...
Quiso levantarse, pero entonces una gran ola chocó contra las rocas, pronto cubriendolo de agua y por un momento juró que dejó de respirar.
-¡¡........!!
-¡Siete! ...
Luzu lo sabía, sabía que tenía que hacerlo. Solo debía tirar la toalla blanca que tenía en su mano izquierda y podría sacarlo de ahí. Pero si era tan sencillo ¿por qué no solo lo hacía y ya?
Se debatía internamente, pensando en el bienestar del chico, pero tambien en su orgullo, en la confianza de Roier sobre el para impulsarlo, pero al mismo tiempo mantenerlo a salvo de sus propios impulsos.
-¡Ocho! ...
Y justo entonces, mientras lo veía saltando la barrera de seguridad ante la mirada atonita del público, jueces y guardias, Luzu lo recordó...
Spreen tenía algo.
Roier se sacudió el brazo de uno de los guardias que intentaba retenerlo y logró llegar a las cuerdas, justo al lado de Spreen, con sus manos golpeó repetidamente el ring
Algo que ni Luzu, ni el propio Spreen sabían que era...
-¡¡LEVANTATE!!
-¡¡LEVANTATE!!
Pero Roier sí.
Spreen abrió los ojos de golpe y tomó una gran bocanada de aire, semanas de escuchar la voz de Roier en su cabeza lo hicieron saber enseguida que esta vez no había sido su imaginación, se incorporó lentamente mientras veía a Luzu hablando con el guardia que había atrapado al castaño, el referee le dió espacio y dejó de contar, mandandolo a el y a un atónito Halo a sus respectivas esquinas.
Luzu comenzó a limpiar sus heridas en silencio mientras Roier tomó la botella de agua para darsela, Spreen lo tomó de la muñeca y lo acercó a el mismo.
-Roier, yo--
-Ahorita no -le dijo con seriedad, juntando su frente con la del chico -Tienes que concentrarte
-Ya, pero--
-Estamos bien...
Fue todo lo que Spreen necesitaba escuchar, de pronto sintió como una carga en sus hombros se aligeraba, soltó su muñeca y aceptó la botella de agua
Spreen de levantó y mientras Luzu retiraba el banco del ring sintió como Roier tomaba su muñeca, sin dejar de mirarlo a los ojos le volvió a preguntar:
-Spreen... ¿por qué peleas?
La campana sonó, indicando el inicio del cuarto asalto y Roier lo dejó ir
Halo estaba visiblemente exhausto. Cuando sus patrocinadores le dijeron del combate con el amateur el mismo se dió la oportunidad de estudiarlo, el chico era bueno, pero no era nada que el no podría manejar, pensó.
El tiempo pasaba mas lento en ese asalto, y con su mente más tranquila después de haber hablado con Roier, mientras estudiaba a su contrincante, se dió unos segundos para pensar en su pregunta
¿Por qué Luzu tenía clara su respuesta?
Y ¿a qué se refería con que no había entendido la pregunta?
Se agachó y esquivó sin esfuerzo el puño que se dirigia a su rostro, Spreen solo pudo comparar la excusa de intento de golpe con los de aquellos que lo retaban durante la preparatoria
Solo que el no era el mismo ese entonces...
-¡Vamos la concha de su madre! -le gritó Roier desde la esquina y Spreen sonrió
Era más.
Y era mejor.
-¿Por qué peleas? -le preguntó el Roier de preparatoria, en el parque comiendo patatas fritas
-Porque es mi llamado... es para lo que nací...
En ese instante la pelea tomó un giro, Spreen comenzó a contra atacar con una ráfaga de golpes que Halo apenas lograba esquivar.
-¡Increible, increible señores! Combo, combo, combo -pronto Roier comenzó a utilizar esa voz molesta imitando a los presentadores
-¿Por qué peleas? -le dijo en la mitad de aquella noche que pasaron juntos
-Porque me hace sentir vivo
El ring de pronto pareció ser su hábitat natural, se movia habilidosamente, conectando golpes cortos y precisos cada que Halo bajaba la guardia, los movimientos de este último volviendose más torpes cada segundo que pasaba
-¡Se lo esta haciendo pija! -Spreen vió por el rabillo del ojo como Luzu entre risas intentaba calmar un poco al hiperactivo Roier, que gritaba animándolo
-¿Por qué peleas? -con sus manos pegajosas y miel en la comisura de los labios
-Porque me llevó a vos
Un golpe certero a la mandíbula lo hizo tambalearse por primera vez en la noche. Spreen aprovechó la oportunidad para avanzar y ponerlo contra las cuerdas, conectando una serie de golpes que finalmente hicieron que Halo perdiera el equilibrio y cayera al suelo.
-¡Uno! .... ¡Dos! ... ¡Tres! ...
El público enloquecío mientras el referee comenzaba a contar, Halo intentó levantarse varias ocasiones solo para volver a caer al suelo, demasiado aturdido para continuar
-¡Diez!
La campana sonó fuerte y clara, indicando el final del combate, el recinto estalló en aplausos y los flashes de las cámaras no se dejaron esperar, Spreen esperó pacientemente a que el referee bajaba su brazo, comenzó a caminar hacia su esquina, sintiendo el cansancio poco a poco apoderarse de su cuerpo
-¡Se lo acaba de chingaaaaar, Spreeeeeeen! -Roier corrió a su encuentro y dejó que el pelinegro dejara caer todo el peso de su cuerpo sobre el
Y ahí, envuelto en el calor de Roier, se permitió ceder por completo a su cansancio y cerrar sus ojos...
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Spreen...
No había nadie que no hubiera escuchado su nombre.
Joven promesa del boxeo, maravillosa técnica y fuerza descomunal. Lo suficientemente disciplinado para medirse en los torneos amateur pero igual de impulsivo al enfrentarse a los profesionales que lo buscaban después de su triunfo contra BBH.
Los meses venideros a esa pelea pasaron como arena entre los dedos
Inspirado por el crecimiento del pelinegro y apoyado por su esposa, Luzu decidió abrir una pequeña escuela de boxeo para niños, muchos jovenes le pedían que extendiera sus clases a mayores, pero este siempre se negaba y contestaba entre risas
-¿No creeis que tuve suficiente con Spreen? El chaval me hizo envejecer al menos 10 años, ya estoy mayor para estas cosas...
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Roier mentiría si dijera que la idea no era tentadora.
El contrato que firmó Spreen practicamente costeaba su vida juntos por muchos años, podía dejar de trabajar y podrían mudarse a una gran mansión. Pero su pequeña casa cerca del mar estaba tan llena de recuerdos que simplemente no quería dejarla aun.
Spreen entendió y compartió su decisión, después de todo esto era apenas el comienzo, y a decir verdad la idea de tener que caminar mas dentro de su propia casa solo para encontrar a Roier no le agradaba en lo absoluto.
Convivir ese último año con Oli le hizo saber lo mucho que le gustaban los niños, por eso cuando le contaron a la pareja sobre su decisión de quedarse en la ciudad y Luzu le ofreció un trabajo en su pequeño gimnasio, Roier no podía estar mas feliz.
-¡Dale boludo! ¿No habiamos quedado que vos ya no ibas a trabajar? ¡Si yo puedo por los dos!
-¡Estas pendejo! ¿Quieres que sea solo un esposo trofeo?
-Obvio si -bromeó Spreen- Vos debes estar solo esperandome en la casa y lucir lindo
-¡Spreen!
Luzu y Lana miraron con ternura mientras un sonrojado Roier le daba pequeños golpes a un risueño Spreen. Había algo en la pareja de chicos que les recordaba a su propia relación. Confianza, ilusión, amor...
Y algo más... que no sabían que era.
Pero Roier y Spreen sí...
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Spreen sonrió para si mismo, mirando a Roier aun dormido entre sus brazos, le dió un beso en la frente y el chico sonrió entre sueños, acurrucandose mas sobre su pecho.
Si pudiera viajar en el tiempo, lo primero que haría sería visitar a la menor versión de si mismo, el pelotudo ese que se la pasaba peleando en la preparatoria.
Conociendose, sabía que el chico lucharía de vuelta, y muy seguramente en caliente le lograría conectar mas de un golpe, pero finalmente el lograría vencerlo sin mucho esfuerzo
Una vez que lo tuviera en el suelo, frustrado por su primer derrota, tenía claro que no le daría un consejo "maduro", no le diria que dejara de ser un gil que peleaba sin razón, tampoco le advertiría de esa noche que lo emboscarían, y mucho menos le daría la respuesta a esa pregunta que rondaría años en su cabeza.
Si tuviera que decirle algo, solo le diría que siguiera peleando:
A las piñas.
Y en la vida.
Porque a golpes se sentía vivo. Porque sí es su vocación. Porque había algo maravilloso en eso. Y sobre todo, porque de no hacerlo, nunca conocería a la persona que le enseñaría el otro significado de "pelear"
Pelear contra las dificultades, pelear contra sus propios temores, pelear por ser una mejor versión de si mismo cada día. Pelear en la vida por alguien.
Las peleas eran parte de su vida. Siempre había sido así.
Pero Roier era su vida entera.
Y siempre sería así.
Looking back on my life
You're the only good I've ever done (ever done, oh, yeah)Yeah, you, if it's not you, it's not anyone
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No se que hice jajajajaja.
Originalmente esto iba a ser una especie de songfic, pero para cuado acordé ya tenía más de 10k palabras y una trama toda loca.
Espero que les haya gustado T_T tenia esta idea en la cabeza desde los momentos sporier despues del PvP de Spreen y BBH, la idea del AU de Spreen boxeador y el video de Anyone de Justin Bieber jajajajaja, pido perdon
Solo queria sacarla de mi sistema, y juro que ya me pongo con mi fic de Bobby y Ramon ♥
¡Gracias por leer!
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