Capitulo 2
Thiago POV'S
Thiago POV'S
Habíamos llegado a Italia, tengo que admitir que me encontraba extraño que Antonella no haya hecho uno de sus berrinches, estaba muy pálida y llevaba grandes ojeras, caminaba como si la vida le pesara. Quería sacarle conversación, pero nunca encontré tema por el cual preguntarle.
-Ahhh! ¡Ven con papá! ¿Me extrañaste pequeño? ¿Me extrañaste Hell? - dije al entrar por las grandes puertas de mi casa por el recibimiento de mi perro que al verme se lanzó sobre mí y comenzó a lamer toda mi cara, me incliné para abrazarlo mejor.
Era todo un amor.
Luego de unas cuantas caricias mías me levanté del suelo, Hell miró a Antonella que se encontraba justo al lado de la puerta, inmediatamente corrió hacia ella.
-Hell! ¡No! - le grité. Cuando no conocía a las personas era muy agresivo y tenía miedo de que pudiera morderla.
Corrí detrás de él para evitar cualquier situación, pero me detuve al ver que Hell se apegó hacia Antonella para que esta lo acariciara.
¡¿Que?!
Esta se puso de rodillas y empezó a llenarlo de caricias en sus brazos.
-Qué lindo y amoroso perro eres- le dijo entre sonrisas.
Era la primera vez que la veía sonreír y vaya que se veía malditamente hermosa y tierna.
-No lo puedo creer Hell, que traicionero eres. ¡La acabas de ver y te lanzas sobre ella como si la conocieras de toda la vida! - le dije mirando a Hell entre sus brazos, la olfateaba y se apegaba más a ella.
Hell era un pastor suizo blanco. Lo tenía conmigo desde hace unos tres años, lo adoraba.
-Dile por qué no eres igual que él, dile que eres un perro amoroso y bueno- le dijo al perro sosteniéndole el hocico.
Pasé mi lengua por mis labios y me encogí de hombros, no pude evitar sonreír. A ella le gustaba provocarme.
-Sabes de que me dan ganas Antonella? - le pregunté
-De que Thiago? - me dijo levantándose del suelo.
-De cogerte por el cuello y besarte hasta dejarte sin labios, si me sigues provocando lo haré- le dije serio acercándome a ella.
-No te estoy provocando, hablé con tu perro no contigo- me contestó
-Siempre eres así de rebelde y contestona? ¿A dónde se te fue el miedo? - le dije pasando mi mano por su mejilla, acariciándola suavemente sabiendo que eso le pondría los pelos de punta.
Se estremeció ante mi tacto. Sonreí para mis adentros. Me iba a responder, pero escuchamos la voz de María, la señora que cuidaba la casa.
-Buenas tardes señor Coleman, sean bienvenidos- nos dijo interrumpiendo aquel momento que tenía con Antonella, a mi si me gustaba ponerla nerviosa y tenerla bien de cerca.
-Buenas tardes María, te presento a Antonella, es la chica de quien te hablé- le dije presentándolas.
-Hola querida, soy María y estoy a tu orden en esta casa. Que bella eres- le dijo muy cariñosa a Antonella.
-Un placer, muchas gracias- le contestó Antonella sonriendo avergonzada.
-Señor me va a disculpar, pero no le preparé habitación a la señora...- me dijo María a la que interrumpí
-Oh no, no te preocupes. Ella dormirá conmigo- le contesté
-Perfecto entonces, en un rato los llamaré para almorzar, con permiso- nos dijo a ambos y se marchó.
-Como es eso de que dormiremos juntos? - me preguntó
Sabía que no pasaría un segundo para escucharla protestar.
-Es que ya no me tienes miedo, me hablas y te diriges a mí de lo más normal. Pero tranquila, no te voy a tocar, no si no quieres- le dije subiendo las escaleras. Esta me siguió.
-Que seguirá después? ¿Me obligaras a casarnos? ¿Y me dirás, tranquila, no te voy a tocar? - me habló con un tono de voz fingido tratando de imitarte.
-Oh por Dios no soy tan malo como para hacer eso, pero no esta mala la idea - le dije con voz sarcástica sabiendo que iba a molestarse.
-Eres un ... - la escuché decirme, inmediatamente la miré y no terminó de hablar.
-Buena chica- le dije terminando de subir las escaleras, caminando por un largo pasillo y abriendo la última puerta, mi habitación.
La invité a pasar hacia adelante, inmediatamente se quedó asombrada al ver el cuadro que colgaba de la pared frente a mi cama.
-Estás loco...no lo puedo creer - dijo cubriendo su boca.
Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué a ella mirando aquella obra de arte.
-Ese día que cumpliste 17 estabas muy feliz, quedaste preciosa en la fotografía. Así que mandé a sacar tu foto en grande y a colgarla en mi pared para cuando despertara, tu fueras lo primero que vieran mis ojos- le dije mirándola. En el cuadro ella se mostraba con un vestido rojo ajustado a su figura con su pelo rizo a un lado sonriendo hacia la cámara.
Me miró asombrada.
- Yo fui a tomarme esa foto a un estudio, ¿como la tienes? - me preguntó
-Mis hombres vieron cuando entraste a aquel estudio, esperaron que salieras y luego entraron ellos para pedir aquellas fotos que te habían tirado. Incluso las obtuve primero que tú, pagué un dinero extra para que me la dieran ese mismo día- le expliqué
- ¿Has estado observándome todo el tiempo? ¿Todo lo que quieres lo obtienes verdad? - me realizó dos preguntas a la misma vez como sin poder entenderlo.
-No todo, quisiera que me estuvieras acariciando como hace rato acariciabas a mi perro y no está sucediendo- le dije para desviar el tema
Me miró y agachó la cabeza sonrojándose.
Sentí ciertas cosquillas dentro de mí. Me sentí extraño, no me sentía yo, las cosas estaban cambiando. Con ella todo era diferente.
-Tarde o temprano me tendrás que responder, pero si quieres cambiar de tema, ¿que han dicho las putas que has traído aquí? ¿No se han puesto celosas? - me preguntó caminando por toda la habitación mirando y tocando cada cosa que le llamaba la atención.
Reí ante aquellas preguntas. Me miró fijamente analizando cada una de mis facciones.
-No he traído ninguna chica acá, no me gusta- le contesté simple y llanamente.
-Por qué? ¿me vas a decir que estuviste desde que tenía 16 sin tener nada con alguna mujer solo por que estabas obsesionado conmigo y ya no pudiste tener nada con nadie más? No me hagas reír - me dijo mirándome buscando una respuesta en mis ojos.
Me acerqué a ella lo suficiente como para escuchar sus latidos del corazón.
-Eres muy curiosa- le dije de cerca viendo cómo se ponía nerviosa y pasaba la lengua por sus labios.
-Y tu muy misterioso- me contestó
-Esta noche saldré a una cena importante y tú vendrás conmigo- le dije sintiendo su respiración.
-No tengo ropa que ponerme- me contestó
-Te compré un montón de ropa para toda ocasión, zapatos, carteras y también joyas. Esta también tu línea para rizos y maquillaje de la marca que no te saca granos en la cara. Tu closet está al lado del mío- le hablé muy de cerca rozando nuestras narices.
¡Maldición! Moria por besarla, pero no podía, quería que fuera ella la que diera ese paso. Quería saber si le gustaba al menos un poco.
Me miró a los ojos, amaba cuando hacia eso. Me demostraba seguridad.
-Como sabes mis sizes? ¿Mis marcas preferidas para el pelo y el rostro? ¿Mis gustos? - me preguntó confundida
-Eso no es nada comparado con lo que quisiera saber y conocer de ti- le contesté
-Tu respuesta no responde mi pregunta- me contestó
-También te compré ropa interior. Unos conjuntos muy lindos de lencería roja que me imaginé unas mil veces en tu figura para el día que me las quieras modelar- le dije con la voz ronca, imaginar todo eso y estar frente a ella me ponía muy caliente.
Bajó la mirada a mis labios. Los rozó con los suyos haciéndome colocar mis manos en su cintura, pero se separó de mí rápidamente.
-Tal vez ese día nunca llegue- me contestó
La levanté del piso y la hice enrollar sus piernas en mi cadera. Caminé con ella y la apegué a la pared.
-No juegues conmigo Antonella, sin ni siquiera haberte tocado ya eres mía, imagínate el día que lo haga- le dije muy cerca de sus labios mirándola a los ojos.
No me dijo nada, simplemente asintió.
-No me provoques si no vas a actuar luego, te dije que no te pondría un solo dedo encima sin que tú quisieras, pero tus provocaciones me dicen otra cosa. Es mejor que comiences a alistarte para esta noche, antes de que te coja duro justo ahora- le dije con dureza en mi voz.
No me molestaba que me provocara, por un lado, pues me daba ciertos indicios de que pueda ser que le guste y eso es lo que buscaba, pero por el otro lado me ponía muy caliente y mi amigo allá bajo no sabía comportarse y como es de esperarse ella no se entregará a mi tan fácilmente cuando sé que lleva rencor en su corazón por haberle arrebatado todo solo por mi obsesión por ella. Por el momento no me entienden, pero ella ya lo es mi todo, sin ser mi nada.
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