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Capitulo 1

Antonella POV'S

Supongo que ya le hablaron de mí, al perecer un extraño me puede describir a la perfección incluso con atributos que yo no veo. Me llamo Antonella Patterson, nací en Puerto Rico pero mi padre es estadounidense y mi mamá puertorriqueña. Vivo en el Bronx, no soy blanca pero tampoco soy morena, soy como dice mi mamá "entre dos" aunque yo me auto describo de tez canela, llevo un pelo rizado muy rebelde con el que tengo que lidiar todos los días por la cintura. Vivía de lo más bien con mi mamá, pues mi papá se murió muy joven en un accidente de tránsito, así que mamá no volvió a casarse ni a tener más hijos, sin embargo, estaba conociendo un novio estos últimos días. Me duele tanto todo esto porque sé que debe de estar a punto de volverse loca, ella y yo solo nos tenemos a ambas.

Eran las 6:30 pm de la tarde cuando vi el reloj por última vez antes de ser secuestrada, caminaba por unos callejones que ya conocía para llegar más rápido a mi casa, pero todo se volvió negro, sentí como me agarraban y me tapaban la boca para que no gritara, me entraron a la fuerza un auto negro y allí con un pañuelo taparon mi nariz haciendo que respirara alguna droga que me durmiera por completo, ya cuando desperté estaba sentada en una silla amarrada de pies y manos con la boca sellada por tape. Tenía tanto miedo de levantar la mirada, tuve mucho miedo al escuchar su voz, lo miré y me dieron ganas de morirme. Era un monstruo, uno muy guapo. No pude evitar comérmelo con la mirada, tanto así que creo que se dio cuenta, era muy alto, de ojos negros, con barba, muy fuerte y de tez blanca. Todo un Dios, pero un maldito demonio. Su nombre suena todos los días por la radio y por la tv, es un narco y un asesino de los grandes, casi nunca he prestado atención a sus fechorías, pero hoy más que nunca siento mucho miedo. Me maldigo un millón de veces el día que no tomé el atajo para llegar a casa, ese día fue que el me vio y se obsesionó conmigo. Es todo un maldito pedófilo.

Lloraba desconsoladamente, me dolía la garganta y sentía mis ojos brotados. Habían pasado unas cuantas horas de mi llegada a este lugar, la habitación era preciosa, todo era lujoso, pero aun así quería mi vida de vuelta. Nadie es quien, para arrebatarle la vida a otro de esta manera, mis estudios, mi mamá, mi novio Peter, mis sueños y mis metas, todo se había ido a la mierda. Todo por una obsesión. Yo que le huyo a lo mal hecho, vengo a caer en manos del demonio.

La puerta se abre lentamente. Escuche sus pasos, pero seguía acurrucada debajo de las sábanas solo con la mitad de mi cabeza fuera.

-Ordené hace unas tres horas que te trajeran la cena y veo que tu bandeja sigue repleta de comida. ¿No piensas cenar? - lo escuché hablar.

Aún cubierta por las cobijas y sin mirarlo, temblé. Tenía una voz malditamente sexy, pero muy cabrona, era para cagarse de miedo.

-No tengo hambre, pero me comí la manzana, muchas gracias- le contesté sin mirarlo.

Sentí su mano en mi tobillo, me haló de repente haciéndome quedar al borde de la cama, se inclinó chocando con mi frente, rozó nuestras narices, cerré mis ojos al sentirlo, escuchaba su respiración, era agitada y pesada.

- ¿Me vas a comer a mi o vas a cenar? - me preguntó muy cerca de mis labios.

Aún no me atreví abrir mis ojos, no quería.

-Mírame cuando te hable Antonella- me habló fuerte.

Abrí mis ojos de repente.

- ¿Así que entiendes cuando te hablo fuerte? Mientras estoy pasivo te gusta desobedecerme- me dijo levantándose y tomando mis tobillos en sus manos abriendo una crema y aplicándola en los moretones de las cuerdas.

-Tus hombres son unas bestias, igual que tú- le dije sin pensarlo dos veces mirándolo a los ojos.

Sonrió.

-      ¿Sabes? no te entiendo, a veces te muestras muy tímida ante mí, pero otras veces sacas agallas y me dices cosas que otra persona sería incapaz de decirme. Así que mi nena es toda una chica rebelde, a mí que me gusta tanto la obediencia- me dijo esta vez halándome de las manos y haciéndome parar de la cama de golpe, aplicó la pomada en mis muñecas.

Miré su rostro, cada una de sus facciones. Era malditamente guapo y no debería de estar diciendo esto, pero es la verdad. Me daba miedo mirarlo fijamente porque no quería que se diera cuenta y cuando me correspondía la mirada me sentía intimidada, tenerlo de pie frente a mí me hacía sentir insignificante y muy pequeña.

-Si me dejaras ir no tendrías que aguantar mi desobediencia. No tengo un buen carácter, tarde o temprano me terminaras cambiando por otra, es mejor que lo hagas ahora. Déjame ir- le dije bajando la mirada a sus pies.

Sentí su mano en mi mentón. Me hizo subir la cabeza para que lo mirara.

-Ya te dije que no te voy a dejar ir, mañana nos iremos a Italia. Es mejor que descanses y que te comas todo lo de la bandeja para que tengas fuerzas para el viaje, no hablo más contigo del tema- me dijo soltando mis muñecas.

Abrí mis ojos de par en par.

-No! ¡No iré contigo a ningún lado! ¡Si viajo es imposible que me encuentren! ¡No me puedes llevar a ningún lado! ¡No te quiero conmigo! - le grité

Se quedó estático mirándome, pero luego comenzó a reírse como un loco sin control.

-Pero que estupideces dices nena? Ni que nos quedáramos acá podrían encontrarte, a este demonio es imposible que lo descubran- dijo sonriendo airoso.

Lloré, lagrimas bajaban por mi rostro como cascadas.

-Eres una bestia! ¡Un animal! ¡Ni siquiera sabes cómo tratarme! ¡No me quiero ir contigo! ¡No te quiero! ¡Te odio Thiago! - le grité.

Se acercó a mí bruscamente, tanto así que esperaba el golpe que nunca recibí. Abrí mis ojos esperando verlo con su puño levantado o con alguna expresión violenta de su parte, pero no fue así, me tomó de las muñecas y me miró a los ojos, me miró sin un punto fijo.

- ¡Escúchame bien lo que te voy a decir Antonella, no me conoces ni siquiera un poquito para llamarme animal! ¡He tratado de ser amable contigo y solo me has desobedecido! Puedo ser lo peor, pero a ti ni siquiera te he puesto un dedo de la forma en que quisiera como ya otros lo hubieran hecho. Te dije que sería incapaz de lastimarte, pero tienes que cooperar porque si me la pones difícil yo te la pondré en china, no te conviene perder puntos conmigo. ¡Aquí se hace lo que yo diga cuando yo lo diga, porque eres mía! - me gritó sin desviar su mirada de la mía.

Me soltó alejándose de mí, pasó sus manos por su cabello y respiró profundo.

-No te conviene ser rebelde conmigo, mira que si lo que te asusta es que te vaya a tocar sin tu permiso, eso no lo haré, tranquila. Mañana salimos a las nueve de la mañana para Italia. Duerme bien- me habló con todos los músculos tensados.

Me miró, caminó hacia mi nuevamente, retrocedí unos dos pasos por temor, pero su mano sostuvo la mía y fue allí cuando me quedé quieta. Inclinando su cabeza y acariciando mi cabello depositó un muy suave y delicado beso en mi frente.

-Nos vemos mañana nena rebelde- me dijo alejándose y soltando mi mano.

Yo me quedé quieta, no me moví, aquel simple beso me había erizado la piel.

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