Tu Culpa
Detengo el auto frente a la clínica y avanzo a pasos rápidos, necesito llegar antes que la hagan algo. La idea de que una parte de nosotros este por allí en manos de quien sabe me aterra, o que mi pequeña salga herida o dañada tras un aborto peor.
No tenía un plan trazado, me dije que al llegar a la clínica improvisaría. En los semáforos averigüe lo suficiente para darme cuenta de que era posible mi hermana estaba en peligro. La clínica había sido cerrada en varias ocasiones por abortos ilegales y tráfico de niños.
Insistí en enviarle mensajes diciéndole que no estaba sola, yo estaba dispuesta a ayudarle. Entre las dos podríamos cuidar del bebé y enfrentar a papá, pero sólo los leía sin responder. Me la imaginaba llorando y leyendo los mensajes. El último que le envié es al llegar a la clínica le pedía considerar las cosas.
Me dirijo a recepción en búsqueda de información, diciéndome internamente que si preguntaba si la habían visto la negarían. Por lo que decidí, preguntar por ella y que habitación estaba. Aseguré traer cosas que me había pedido y al enfermero mira el morral, luego a mí.
—Soy su hermana —sigo diciendo y la mujer continúa viéndome sin decir nada —Llamaré a la policía si no me deja verla.
Realicé cuentas, Lorena debía tener entre siete u ocho meses de embarazo. No creía que estuviera allí para dar a luz y dudaba que estos matasanos le dijeran de los riesgos.
—Exijo ver a Lorena Gómez ¡Ahora mismo! —hablo en voz fuerte llamando la atención de todos allí.
La gran mayoría me ven y murmuran entre sí, algunos hacen videos que irán a parar a las redes, pero no me importa. Continuó despotricando contra ellos y mencionado que mi hermana estaba allí dentro. Hasta hace unos meses atrás era menor de edad.
Veinte minutos después, tras mucho escándalo, varios videos y espectadores, dos guardias de seguridad escoltaban hacia mí a una figura muy conocida. Mientras Lorena era tan rubia como nuestra madre, yo había heredado el cabello castaño de mi padre y sus ojos negros y de estatura mediana.
Lorena de rostro angelical, mi adoración desde que la tuve en brazos cuando recién cumplía los once años. Viste en jean y camiseta anchos, con el cabello rubio suelto y ojos hinchados.
—Me encontraste—le dice al abrazarla.
—¿Lo dudaste alguna vez? —pregunto alejándola de ella y viéndola a los ojos llorosos e hinchados —¿Cuánto tiempo tienes?
—Estoy en mi penúltimo mes —confiesa bajando el rostro. —no puedo tenerla Alejandra papá me odiaría aún más y mamá se sentirá peor.
Me confiesa estaba a punto de firmar los documentos dando a su bebé en adopción cuando fue sacada de la oficina del director. Escucharla decir que no quiere a su hijo o que no se siente pegaba a él de ninguna manera me duele. Fue un error de una noche, que no está dispuesta a que dañe su vida.
Yo daría la mitad de la mía por ser madre y verme embarazada tal cual ella. Sin importar que esté sola, yo educaría a mi hijo y daría todo el amor que merecía. La llevo a un rincón libres de los oídos chismosos y le preguntó por el padre del bebé.
—La bebé —me corrige —es una niña y no sé quién es. Estuve hablando con él en una disco, bailamos nos emborrachamos y acabé despertando sola en un hotel con una nota de agradecimiento y quinientos dólares...no era mi primera vez. —me advierte al notar mi rostro de sorpresa.
Le trato como prostituta, su inexperiencia le impide ver lo escabroso y poco caballeroso de ese acto. Me gustaría tenerlo en frente y decirle unas cuantas verdades, pero ella asegura no sabe nada de él.
—No puedo permitir que abandones a mi sobrina...
—¡Pues quédatela! —explota con voz molesta y se sacude de mi agarre con violencia —aprovecha que estamos aquí y te la entrego con documentación. Pagué por todo el procedimiento, me iban a adelantar el parto.
¿Con que dinero? A juzgar por el lujo de ese lugar, nada debe ser económico. Suelto el aire pensando en que hacer mientras ella espera por respuesta. Tarde que temprano papá se va a enterar que ella dio a luz y lo irresponsable que fue.
Sin poder evitarlo le pregunto de dónde sacó el dinero. La respuesta me deja helada llevándome a la conclusión que Lorena necesita más ayuda de la que creí. La droga encontrada por papá era de su propiedad, pero no la consumía...
La vendía y esa en particular era de una amiga que no tuvo como pagarla. El dinero dejado por el desconocido lo usó para comprar esa porquería y venderla. No la consumía porque no le veía lo cool y venderla era solo por el dinero que le generaba.
—No te atrevas a cuestionarme—me advierte y la veo decepcionada. —no sabes lo difícil que ha sido.
Lo puedo imaginar, es un verdadero milagro que no abortara al saber su estado. Disipo la duda rápidamente cuando confiesa que cuando se dio cuenta de su estado era demasiado tarde para abortarlo.
—La odio... no puedo tenerla conmigo.
Su confesión achina mi piel y su rostro asqueado al ver su vientre me alertan. La niña correría peligro en otras manos, dudo que ese lugar se asegure que los padres adoptivos sean de bien. Intentar convencerla que regrese a casa y enfrentar a mis padres fue imposible o que se quedase con la pequeña. Yo me comprometía a ayudarle, todos mis recursos eran en vano, dejándome solo una opción.
—OK. —hablo al fin —pero se hará bajo mis reglas. — advierto y ella alza sus hombros indiferentes —diremos que ese embarazo fue mi idea —Lorena gira hacia mi sorprendida y sigo — Todos saben que yo deseo un hijo, que uno de mis recursos es vientre de alquiler....
—¿Te das cuenta de lo que dices?
Lo sé y también las consecuencias que traerá a mi vida esa mentira. Pero está de por medio dos vidas, la de Lorena y la de su bebé. No deseo que la vida de ambas se pierda y Lorena necesita ayuda, una que no estamos capacitados a darle.
—Regresaras a casa y buscaras ayuda, pedirás perdón a mis padres —sido y ella me sigue viendo en silencio —como pago a todo esto, yo diré fue mi idea.
—¡Bien! Pero no quiero ver a esa niña... ¡Nunca! —es su respuesta incorporándose de la silla.
Dos meses después....
Habíamos llegado de las supuestas vacaciones, unas que en realidad si tuvimos. Mi hermana dio a luz tres días después a un bebé de cabello oscuro y hermosos ojos azules. Ambos rasgos de su padre según lo poco que ella recuerda del individuo.
Contrario a lo que yo quería quiso ir de vacaciones al mar, se negó a darle pecho a la niña. No se acercaba a ella o la miraba y las veces que lo hacia era con odio. Antonella, como quise llamarle era un ángel que no daba mayor complicación cuidarla y descubrí desde que la tuve en brazos que sería mi ángel en esta dura batalla.
Lorena dio muestras de querer cambiar, buscó ella misma un psicólogo e hizo una cita. Nos bajamos del avión y mientras ella fue a su primera reunión, yo decidí enfrentar a mis padres.
En esas estaba, había narrado todo según lo planeado. El rostro de mi padre se va desfigurando por cada palabra que sale de mis labios. Sostengo en mis brazos a quien desde hace tres días es mi hija.
—Espero lo que tienes en tus brazos valga tanto la pena como para perder a una familia —habla mi madre por fin y paso saliva. —no pensaste en ella en ese instante solo en ti.
Aprieto a mi hija contra mi enfrentando la furia de mi madre y la decepción de mi padre. Ser señalada por ella de un monstruo que no pensó en el daño que le haría a Lorena mi solicitud me duele, aunque lo esperaba.
—Es suficiente —empieza a decir papá viendo a mi madre quien de repente baja el rostro —déjanos solos Lucia —ordena y obedece sin hacer comentarios mirándome solo con rencor.
Solo cuando estamos solos y se asegura ella no está, empieza a hablar.
—Lo siento mucho papá—me excuso bajando el rostro hacia mi hija que duerme como un ángel —volvería a hacerlo...
—¿Crees que le ayudas al quitarle responsabilidad? —su pregunta me hace alzar el rostro y lo que veo en él es ternura —¿Pensaste que creería toda esa patraña? Debiste llamarme y alertarme... tu hermana no es tu obligación, por más que Lucia te diga lo contrario.
—No es...
—No me mientas —me advierte y su voz sale como un trueno obligándome a callar y mi hija salta en mis brazos —en este instante eres su heroína porque le has cubierto. Llegara el día Alejandra en que no podrás y bastara solo eso para que seas la villana en su cuento.
—Ella está en el psicólogo me prometió ir, también retomar estudios y dejar los malos vicios.
Debía abrigar esa esperanza, me bastaba con saber que Antonella no había pasado a malas manos. En ese instante abre sus ojos y mira a todos lados, Papá alza los brazos pidiéndola y me incorporo para dejarla en sus manos.
No era necesario dar los detalles de ese encuentro y él no parecía tener interés en ello. Sonríe acariciando el rostro de su nieta y suspira con un poco de tristeza. Me asegura entender mi comportamiento, pero no esta de acuerdo con mi decisión. La niña no es mi obligación y quitarle esa responsabilidad a Lorena hizo que quizás creara un monstruo.
—Iba a darla en adopción —confieso —los documentos estaban listos papá...
Narro los detalles y me escucha sin hacer comentarios, no hay sorpresa en su rostro solo rabia contenida. De alguna manera tengo la sensación de que él sabía lo que ocurría y sacudo ese pensamiento rápidamente.
—Un mensaje Alejandra...—continua pero su voz es mas baja.
—Agoté recursos. Dios sabe todo lo que le rogué para regresar, pero no fue posible. —inspira fuerte tomando una de las manos de la bebé entre las suyas y afirma.
—¿Cómo la trata?
—No quiere verla o amantarla... —le confieso. —¿Qué harás?
No me responde y deja en mis brazos a la niña nuevamente. Se levanta y me pide hacerlo mientras le veo marcar pidiendo un huber. El sonido de la cerradura nos hace ver a la puerta y ambos vemos a Lorena en pie sonriente.
—¿De donde vienes?
—Creo que Alejandra ya lo dijo.
Su respuesta es altanera, la misma de siempre y su ubicación detrás de mamá, lo usual. Papá abandona la sala por un instante y el llanto bajo de mi madre me intriga. Regresa de nuevo a la sala con un morral que lanza a los pies de mi hermana al tiempo que dice.
—Será mejor si te vas Alejandra —me advierte — Te lo volveré a preguntar ¿De dónde vienes?
Lorena nos mira a uno y a otro con una media sonrisa. Mamá la abraza pegándola a su cuerpo mientras solloza ¿De qué me perdí? La niña se remueve incomoda en mis brazos y mi padre se niega a decir algo hasta tanto yo no me halla ido.
—¿Ya tienes lo que querías no? —pregunta mi madre con vos dolida—vete y no vuelvas... no con esa criatura.
Papá asiente en silencio y yo siento que debo estar allí cuando él hable. Insiste en que lo mejor es que me vaya y yo sigo sin saber a lo que se refiere.
—Ignorar algunas cosas hace parte de ser feliz —comenta llevándome a la puerta —te veo después...
Cierra la puerta dejándome por fuera, permanezco allí por varios minutos hasta que el claxon del vehículo suena detrás. En ese instante supe que así seria mi vida en adelante... la presencia de Antonella en casa sería el recordatorio del error de mi hermana y ello causaría en Lorena más conflictos con papá.
Miro a mi hija quien se ha vuelto a dormir y me pregunto si seré una buena madre. Era algo que de momento no podía responder, pero que estaba dispuesto a ser lo mejor para ella.
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