Paramédium y el insecto maldito (Fan1138)
Londres (Inglaterra), Año 1966.
—Mantén la calma, mantén la calma, mantén la calma —era la única frase que salía de su boca, resonando aún más en su cabeza, aunque por mucho que lo intentara, su naturaleza humana hacía imposible que su cerebro cumpliera esa orden.
La casa a la que se había adentrado no podía ser más siniestra, no sólo era la casa típica de la Inglaterra victoriana situada en una batalla abandonada, no sólo estaba llena de animales disecados, no sólo era apenas iluminada por la poca luz azul con la que brillaba la luna, era mucho, mucho peor.
Los horribles gritos, los cuales difícilmente podían expresar un mayor dolor y sufrimiento, hacían eco por toda la mansión, haciendo que esa joven chica apenas pudiera seguir su camino.
Parecía tener poco más de veinte años, tenía un corto pelo castaño que a duras penas le cubría parte del cuello, sus ojos eran azules como el agua de un río, su ropa consistía en una camisa azul, una bata marrón decorada con cuadros de color amarillo anaranjado, unos pantalones vaqueros y una especie de sombrero.
Parecía una verdadera detective de serie, al menos así hubiera sido si no se le hubiera notado tan aterrada. No era sólo que su expresión ya diera a entender que estaba aterrada como nunca antes lo hubiera estado, ella misma no podía parar de temblar por mucho que lo intentara, su dentadura se juntaba y se separaba una y otra vez, la especie de escopeta que llevaba entre sus manos apenas podía ser mantenida por sus manos, todos los sonidos causados por sus pasos al caer sobre las tablas de madera que componían el suelo de la mansión la ponían cada vez más intranquila, cada sombra que veía entre la gran oscuridad del lugar no hacían más que ponerla paranoica, pensando por momentos que podría ser algún monstruo que esperaba la primera oportunidad para acabar con ella; realmente parecía una niña asustada, aunque, después de todo, el miedo era una de las limitadas cosas que compartían todos los humanos.
A pesar de todo ese miedo, esa chica pudo seguir caminando, ni ella sabía cómo, pero pudo seguir caminando para llegar a su destino.
Empezó a preguntarse por qué demonios estaba allí, jugándose la vida, ¿por qué si no la hacía no conseguiría ese dinero que necesitaba? ¿Por qué si no conseguía ese dinero lo más seguro era que su casero la echaría de ese asqueroso espacio que llamaba por mera cortesía apartamento, que encima tenía que compartir con una vieja cascarrabias que no podía cerrar el pico sólo para poder ahorrar? Ser una mendiga pidiendo limosna en la calle no le parecía precisamente una gran vida, pero al menos podía estar segura de que era una vida, algo que tenía muchas posibilidades de perder ese día si seguía el camino que ya había tomado.
Con todos esos pensamientos en la cabeza no era de extrañar que, justo cuando estaba en frente de ese pasillo, que al final tenía una gran puerta negra que llevaba al lugar del que venían esos quejidos espantosos, ella se echara para atrás aterrada, escondiéndose en el extremo de uno de los pasillos que llevaban al antes mencionado, no podía hacerlo, estaba aterrada.
—¿Pero qué demonios estás haciendo, Juliet? —se preguntó a sí misma, casi avergonzada de su repentina cobardía.
A pesar de estas palabras, ella aún no podía moverse, no estaba preparada.
Era la primera vez que hacía algo como eso, hacía apenas cuatro años el verse esa situación hubiese sido una verdadera locura para ella.
Oh, esos tiempos, Juliet daría lo que fuera por volver a ese tiempo, cuando sólo era una de las tantas jóvenes que se vestía con la camisa blanca de símbolo verde, se ponía unas gafas violetas y una bandana ridículamente decorada con flores, y se dedicaba a hacer lo que quisiera, se metía lo que ella quisiera en el cuerpo, tenía relaciones con quien quisiera cuando le diera la gana sin preocuparse por tener algún niño —que de todos modos, si lo hubiera tenido, hubiera sido uno o dos años más vieja que su madre cuando la tuvo a ella—, salía a hacer inútiles protestas para intentar difundir la "paz", era aporreada por policías comúnmente mientras la llamaban "hippie apestosa", salía a ver conciertos con su colegas, pero tuvo que llegar ese maldito día.
Ese día en el que tuvo que madurar, ese día en el que de repente se dio cuenta de que para la vida necesitaba un trabajo, ese día en el que un agente del gobierno le ofreció un puesto de "trabajo fácil" en el que se ahorraría pasar por la secundaria y la universidad, ese día cuando descubrió el mundo sobrenatural.
Recordaba perfectamente la explicación que ese chiflado patriótico, que decía trabajar para la corona inglesa. Le contó sobre que allí afuera existía un mundo sobrenatural, lleno de vampiros, hombres lobo, demonios, fantasmas, todos esos monstruos que Juliet sólo había visto en esas antiguas películas de terror que tanto le asustaron cuando apenas era una pequeña niña.
Inicialmente pensó que ese tipo estaba loco, por obvias razones, oh, como había pasado el tiempo. Pensó en irse inmediatamente de ese callejón donde se habían reunido, pensando que si pasaba mucho tiempo allí lo más seguro es que la violara o algo parecido, pero ese hombre le prometió una oportunidad imperdible, en la que, supuestamente, ganaría el trabajo perfecto para personas como ella, inútiles parados, con el que podría ganarse la vida de allí en adelante.
A pesar del riesgo, era una oportunidad de oro que no podía perder, necesitaba un trabajo, y lo necesitaba lo antes posible. Lo que hubiera dado en esos momentos por haber rechazado esa estúpida oferta.
Los siguientes años se los pasó aprendiendo todas las cosas que les decía esa organización a la que ese extraño hombre. Se aprendió toda la información ridícula sobre debilidades de monstruos, desde los vampiros y los hombres lobo hasta los chupacabras y los Vrykolakas —de los cuales desconocía totalmente de su existencia hasta antes de saber que eran reales—. La verdad, para todo lo que tuvo que aprender desde cero, sacarse un máster en ingeniería hubiera sido hasta más fácil.
Muchas veces se preguntó porque le había tocado a ella, pero la respuesta era obvia, necesitaban a gente desesperada para que aceptara ese trabajo de locos.
"Para-Médium detective sobrenatural, te resuelvo el caso en un pis pas", ese era su nuevo eslogan, bastante malo pero al menos servía. El nombre que se buscó no tenía mucho sentido tampoco, pero de niña siempre le gustaba pagar a las médiums para que le leyeran el futuro, y, bueno, la médium paranormal le sonaba bastante bien.
A veces trabajaba por su cuenta para ganarse unos dólares —o unas monedas de oro, si tenía la suerte de que su cliente fuera un duende—, en general era sólo seguir unas pistas de quien había causado algún crimen en ese mundo sobrenatural oculto o en el mismo mundo real, hasta dar con el culpable y acabar con él, hasta entonces se había encontrado poco más que vampiros, hombres lobo y algún centauro.
Pero, otras veces se veía trabajando para el gobierno, no era muy diferente, simplemente resolvía los mismos casos, acababa con los mismos bichos raros por los que esa organizaciones tenían interés para que no se revelaran ante el mundo real, lo cual seguramente causaría un caos global, mientras que ella simplemente recibiría su paga. Pero ese día era algo diferente.
Justo en esos momentos, cuando ya se estaba acostumbrando a lidiar con todas esas locuras, vienen esos mamones para los que trabaja y le piden que, sin ayuda de absolutamente nadie, acabe con un jodido demonio que había poseído a un rico inglés que vivía en las montañas y estaba a punto de abrir un portal interdimensional que iba a traer a toda su raza a este mundo, ni siquiera sabía para qué. Bueno, digamos que, en su cabeza, era un poco, demasiado. Por todo esto, no era de extrañar que estuviera tan aterrada.
En el rincón en el que estaba suspiró una y otra vez, ya se había hecho la idea de que tenía que tranquilizarse y hacer su trabajo lo más rápido posible.
Cogió su arma y, poco a poco, se levantó y se dirigió lentamente al lugar del que provenían tantos gritos.
Lo que iba a hacer tenía que hacerlo antes de que ese demonio horrible pudiera reaccionar, en esa escopeta aparentemente normal se encontraban las mejores armas que podía tener en contra de cualquier ser sobrenatural. Sus balas parecían normales, pero no lo eran, hace tiempo fueron bañadas en aguas bendita —lo cual supuestamente mataba a los demonios—, llevaban trazas de ajo, sal, hierro frío, plata y demás materiales; tenían un par de runas en su superficie que le permitían atravesar cualquier hechizo o maleficio, y habían sido malditas y benditas por sacerdotes, brujos, chamanes.
Básicamente era lo que le ahorraba a la Para-Médium llevar demasiados artilugios en su bata, que de todos modos estaba segura de que no podría llevar más que unas cuentas estacas y balas de plata. Era el material que le facilitaba el trabajo, pero también un material demasiado difícil de conseguir, en la organización donde la entrenaron le dieron doce de esas balas, de las cuales ya se había gastado ocho, pero, para su suerte, las vendían bastante bien en el mercado de artículos sobrenaturales, uno que era llevado por un par de elfos y enanos, pero eran caras de cojones, así que sólo había podido comprarse dos.
En total, había seis de esas mortíferas balas cargadas y listas para disparar en su arma, pero, si el disparo era certero, le bastaría con una.
Sin casi darse cuenta ya se encontraba en frente de la puerta, los gritos de dolor aún se seguían escuchando, pero ya empezaban a disminuir y a bajar de potencia, quien fuera que estuviera gritando hace unos momentos ya debía de haber sufrido demasiado como para tener las fuerzas para gritar.
Con la mano aún algo temblorosa, Para-Médium tomó el pomo de la puerta y la abrió, sólo un poco, lo suficiente para asomarse y poder observar el horrible espectáculo antes de unirse a él.
En cuanto pudo asomar su ojo derecho, pudo observar lo que ella, como cualquier ser racional, sólo podría definir como una verdadera carnicería.
A unos pasos de ella, separada de él únicamente por las escaleras de madera que llevaban a ese espantoso sótano, se encontraba lo que sin duda era uno de los seres más temibles y repugnantes que alguna vez hubiera visto.
Era un ser simplemente monstruoso. Era enorme, fácilmente alguien podría confundirlo con un gorila sin pelo, su cara desde luego era la de un verdadero demonio, con unos ojos amarillos hipnotizantes y una dentadura afilada que expresaba la mayor de las maldades cuando sonreía.
Tenía las características básicas que lo hacían ver como un humano, como uno deforme y asqueroso para ser exactos.
Pero, lo que sin duda fue el detonante final para hacer pensar a la detective paranormal que era definitivamente un ser corrompido por un demonio, eran sus horribles actos.
El sótano se encontraba lleno de manchas de sangre perfectamente visibles a pesar de la oscuridad que había en el mismo, y, encadenado a la pared, se encontraba un hombre, apenas cubierto por unos pantalones rotos, lleno de heridas que mostraban toda la tortura por la que había pasado y con una mirada que reflejaba toda la agonía y frustración que sentía, aunque era improbable que se pudiera mover.
—Bueno, creo que me he divertido bastante contigo —dijo ese ser demoníaco, con una voz oscura y un tono tranquilo que reflejaba todo lo asqueroso de su ser. Después de soltar una risa, cogió un pequeño cuchillo de cocina que se encontraba en una mesa llena de objetos de tortura—. Es hora de ir a lo importante.
El ser demoníaco se acercó al hombre al que había torturado, el cual no pudo hacer absolutamente nada más que soltar unos gemidos débiles.
Usando únicamente dos de sus dedos, el ser demoníaco cogió la lengua del hombre, que, sabiendo lo que se acercaba, intentó defenderse, pero usando todas sus fuerzas a duras penas logró patalear un poco y dar débiles mordiscos en la gruesa mano del demonio, los cuáles no le hicieron absolutamente nada.
—Bajo la luz de la luna llena se abrirá un portal entre dos dimensiones, surgido de la sangre de mil humanos que hayan experimentado los peores dolores.
El ser demoníaco empezó a recitar una especie de poema o cántico, mientras esbozaba una horrible sonrisa en su rostro.
—Y el día del juicio final, el día que más teme la humanidad, llegará sin césar. Ese día en el que los humanos conocieron el verdadero significado del miedo volverá, y nuestro señor Lucifer se alzará. No intentes velar por la humanidad, pues cuando la noche acabe, tu mundo será dominado por la oscuridad.
Tras ese extraño cantico, del ser demoníaco empezó a surgir una risa tan oscura y siniestra que asustaría a un verdadero psicópata, al tiempo que levantaba ese cuchillo que tenía en la mano, mientras aún sujetaba la lengua del hombre, que no podía estar más aterrado.
Al saber lo que se venía, la detective sólo pudo apartar la vista, aunque aún así pudo oír perfectamente el corte y el grito, obviamente ahogado, del hombre, quien seguramente no tardó en morir, porque en los siguientes momentos en los que la Para-Médium estuvo hiperventilando horrorizada por los hechos que acababa de presenciar, pudo escuchar otros muchos cortes y como se tiraba algo a la papelera. Se podía decir con certeza de que ese hombre ya no estaba de una pieza.
Después de tragar una considerable cantidad de saliva para calmarse, aún con terror, la Para-Médium volvió a asomarse por ese pequeño espacio que había abierto.
Al asomarse, pudo ver que el ser demoníaco se encontraba pasándose sus manos, que ya se encontraban empapadas de sangre, por el suelo, donde estaba inscrita la conocida estrella roja de Lucifer.
El ser pasó poco a poco su mano por cada centímetro de ese signo y, en cuanto terminó, la sangre de alguna manera fue solidificada de forma inmediata y, de alguna manera, hizo que dicho signo empezara a brillar en un potente color rojo carmesí, así como causó que de la nada se escucharan gritos, que más bien eran berridos oscuros y siniestros que congelarían el alma de cualquier ser vivo, desde luego provenían del Infierno.
Por su lado, la detective paranormal no pudo hacer otra cosa más que volver a aterrarse ante esos berridos, volviendo a apartar la vista y empezando a hiperventilar de forma exagerada, aunque los berridos pararon casi inmediatamente, después de que el círculo dejará de brillar.
—Parece que nuestros hermanos están cada vez más impacientes —comentó el ser demoníaco, volviendo a soltar una pequeña risa monstruosa—. Tranquilos, sólo hace falta la sangre de un humano más para que se abra la puerta hacia vuestro festín.
En ese momento el ruido de los pasos del demonio se empezó a oír y la Para-Médium supo de forma inmediata que cada vez se acercaba más a ella y que era el momento de hacer su trabajo, aunque no parecía algo que iba a hacer con facilidad.
Por mucho que intentara calmarse, su corazón latía con demasiadas fuerzas, había un punto en el que ya ni siquiera podía sentir sus piernas, como si se le hubieran dormido del terror. Aún no podía creerse la locura que iba a hacer, estaba a punto de enfrentarse a un demonio, a un jodido demonio, ¿quién en su sano juicio no estaría intranquilo? ¿Quién no necesitaría tiempo para pensar?
Por desgracia, ella ya no tenía más tiempo, los pasos ya se oían demasiado fuerte, el ser demoníaco estaba en la puerta.
No le quedaba de otra, si quería salir de allí, cumplir su trabajo y seguir con su vida tranquilamente, tendría que hacerlo.
Sin siquiera darse tiempo para respirar, la Para-Médium abrió la puerta de golpe, al mismo tiempo que levantaba su arma. Por unos segundos pudo ver la cara de sorpresa que tenía el ser demoníaco, pero tanto por terror como porque no era precisamente una cara bonita, acabó cerrando los ojos, para luego, simplemente, apretar el gatillo.
Muchos dicen que existen momentos que una persona ve a cámara lenta, se podría decir que este fue uno de esos momentos para la detective. Obviamente al tener los ojos cerrados lo único que veía eran pequeños reflejos de destellos en medio de una gran oscuridad, pero los ruidos, oh, los ruidos que se desvanecían en un santiamén fueron como una eternidad en el mismo infierno para ella, y la dejaron apretando los dientes, expectante de lo que iba a pasar.
Después del sonido del disparo, vino un pequeño silencio, durante el cual la detective no pudo evitar imaginarse como el demonio había sobrevivido y le arrancaba la cabeza de un sólo golpe.
Después de ese silencio se escuchó lo que claramente era un golpe en el suelo. Duró solo un instante, pero tampoco impidió que la Para-Médium temiera que eran los pasos de ese monstruo, pero, en cuanto escuchó muchos de esos mismos golpes en el suelo de forma repetitiva y frenética, produciendo un sonido parecido al de un barril cayendo por las escaleras, la Para-Médium no pudo evitar abrir sus ojos.
Y entonces lo vio, el ser demoníaco, el monstruo que había visto hacía apenas unos segundos, había sido atravesado en la cabeza de lado a lado por su bala y había caído por las escaleras. En ese momento, el ser tenía un gran chorro de sangre saliendo de su cabeza, los ojos totalmente en blanco y no realizaba ni un sólo movimiento, definitivamente había muerto.
La Para-Médium estuvo unos segundos observando, casi sin poder creérselo.
—¿Lo he hecho? —se dijo para sí misma, al tiempo que una sonrisa surgía en su rostro— ¡Lo he hecho!
Como una si fuera una niña pequeña celebrando una victoria, Para-Médium bajo poco a poco las escaleras para poder estar al frente de su pequeña caza. Ciertamente su estado de ánimo había cambiado completamente, pero, como cualquier persona, el lograr algo que hasta hace nada consideraba algo imposible, la llenaba de euforia, y quizás de algo de arrogancia.
—¿Qué pasa? —preguntó, a modo de burla, mientras le daba un par de pataditas al cuerpo inerte del demonio— ¿Te has arrancado tu propia lengua, acaso? Bueno, se podría decir que eso sería justicia divina, ¿no?
—Vaya, con lo difícil que es encontrar un buen asistente —dijo una voz extraña e inhumana de repente.
De nuevo, la detective volvió a cambiar rápidamente de emociones, quedándose fría, casi petrificada, al instante de oír esa voz.
Poco a poco, la Para-Médium fue levantando su cabeza, y, al mirar hacía la esquina del lugar, pudo observar a una enorme mosca, que fácilmente debía de ser decenas o cientos de veces más grande que las moscas normales, por no mencionar que tenía unos ojos completamente rojos con pupilas negras que quitaban cualquier duda de que fuera un ser maligno.
—¿Qué pasa? —dijo ese insecto asqueroso, con una voz siniestra y totalmente inhumana, para luego soltar una risa con las mismas características— ¿Qué quieres que te diga? Sólo puedo salir de mi mundo una vez cada miles de años, tengo que poseer lo primero que tenga a mano —empezó a explicar el insecto entre risas, mientras que una deforme sonrisa se formaba en su rostro, al ver como la Para-Médium seguía totalmente petrificada del asombro ante su presencia—. En fin, creo que tú serás perfecta como milésimo y último sacrificio.
Tras decir esas palabras, el insecto abrió su boca, de la cual apareció una exageradamente larga lengua, junto a un par de asquerosas babas de color verde. Inmediatamente el asqueroso ser lanzó el también repugnante miembro de su cuerpo en contra de la Para-Médium, quien apenas pudo reaccionar antes de que esa lengua la alcanzara, logrando apartarse, sin embargo, recibió una herida en el hombro, provocada por un simple roce de esa lengua, la cual quemaba como mil demonios, nunca mejor dicho.
—Ya veo —dijo el insecto, con un pequeño asombro, mientras su larga lengua volvía a entrar en su cuerpo en un santiamén—, eres de los humanos que oponen resistencia. Tengo que decir que sois mi presa favorita.
Tras decir esas palabras, la cuales mostraban una sed de sangre que pocos humanos lograrían imaginar, el insecto se lanzó volando en contra de la Para-Médium, que apenas había podido asimilar la locura que estaba viviendo, pero sabía que tenía que reaccionar.
Rápidamente, la detective volvió a levantar su arma y disparó otra de sus poderosas balas en contra del insecto, sin embargo, este mostró una increíble agilidad, esquivando fácilmente el disparo.
Tras eso, lo que siguió fue básicamente una batalla de agilidad, en la que tanto la Para-Médium como el insecto maldito se lanzaron sus ataques, sabiendo que lo más seguro era que los dos fueran fulminados al primer golpe directo.
Por su lado, la detective lograba esquivar la ácida lengua del insecto con rápidos movimientos, aunque estuvo a punto de morir un par de veces, de hecho acabó con unos cuantos pelos quemados. Mientras, por otro lado, el insecto logró esquivar otras dos balas disparadas por la detective, a pesar de su tamaño, el insecto volaba endemoniadamente rápido.
Sin embargo, la detective no tardó en darse cuenta de que ella tenía más desventaja que el insecto, después de todo, sólo le quedaban dos balas que ya no podía arriesgarse a malgastar, por no hablar de que ya estaba demasiado cansada y que el poco espacio le dificultaba cada vez más el movimiento.
Todas estas desventajas hicieron que la Para-Médium decidiera utilizar su plan B, al que ella llamaba SCRP, o, "Salir corriendo lo más rápido posible".
Siguiendo ese plan, la detective no tardó en aprovechar la primera oportunidad que tuvo para, como diría mi abuelo, salir por patas del lugar, logrando salir de la sala, aunque siendo seguida inmediatamente por el gran bicho volador que seguía impaciente por acabar con ella.
La persecución que se inició por los pasillos de la mansión no duró demasiado, de hecho, paró cuando el insecto utilizó su larga y letal lengua en contra de la Para-Médium, quien apenas logró esquivarlo, dándose de cuenta en el proceso que no podría huir mucho más lejos, para su suerte, también se dio cuenta de que había una puerta justo a su lado, la cual debía llevar a otra sala, y no tardó en pasar por ella.
Sin perder ni un segundo, el insecto la siguió, también pasando a otra sala, la cual resultó ser la biblioteca de la mansión, una gran sala llena de decenas de estanterías, cada una a su vez con decenas y decenas de libros.
La sala carecía de ventanas por las que pudiera entrar la luz de la luna y no había ni una sola lámpara, ni siquiera una pequeña vela que iluminara. Estaba prácticamente a oscuras, y la Para-Médium aprovechó esto, logrando ocultarse detrás de una de esas estanterías de libros antes de que el bicho pudiera verla. Ella seguía bastante nerviosa y asustada, pero creía tener un plan, uno algo arriesgado, pero un plan al fin y al cabo, sólo tendría que tener cuidado con sus acciones.
Mientras, por su lado, la mosca demoníaca empezó a volar, aunque no demasiado alto. No es que no pudiera elevarse directamente hasta el techo para encontrar la ubicación de la detective, que vería a la perfección usando la visión que le proporcionaba su cuerpo de insecto, pero no era tonto, al hacer eso se pondría en una posición perfecta para ser disparado, además, hacía demasiado tiempo que no acechaba a un humano, quería divertirse.
Poco a poco, el insecto fue volando de poco a poco, produciendo un molesto ruido con sus alas, típicos de las moscas, sólo que más potente, por obvias razones.
—Vamos, humano, sal —dijo el insecto maldito—, es inútil que intentes huir de tu destino.
—Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, ven a nosotros tu pueblo —La Para-Médium intentó rezar lo más bajo posible, pero nada impidió que el insecto la oyera, averiguando donde estaba—, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo...
Al oír esas palabras, el insecto inmediatamente soltó la misma sonrisa deforme que soltó su compañero hacía apenas unos minutos, realmente se divertía con la situación.
—Tus rezos no servirán de nada, humano —dijo el insecto, al tiempo que se giraba hacía la estantería de la que provenían los rezos—, ya hace mucho tiempo que los dioses os abandonaron.
Inmediatamente el insecto sacó su lengua, la cual atravesó la estantería, al punto de clavarse en una pared de la sala. Al hacer esto, el insecto pudo ver perfectamente el cuerpo de la detective, y no tardó en ir hacía el lugar para ver a su milésima y última víctima.
Durante el proceso no pudo evitar sentirse eufórico, con su sangre lograría abrir el portal al Infierno y traer a todos sus hermanos a esta dimensión para, simplemente, como dictaba su naturaleza y su señor Lucifer, causar toda la destrucción y muerte que fueran posibles antes de que la luna llena se quitara y se vieran obligados a volver a su dimensión, debido a que sin la luz de la misma no tardarían en morir, pues el mayor símbolo de la oscuridad que los alimentaba habría desaparecido.
Sin embargo, lo único que logró ver el insecto fue una imagen sonriente de la Para-Médium, a la cual su lengua había atravesado como si fuera intangible. Esta imagen era de uno de los pequeños frascos mágicos de "Trucos para cazadores de Blanky el Troll, recomendado por los mejores cazadores de monstruos (50% de descuento para novatos)", específicamente el de la ilusión de emergencia, que la detective tenía guardado en el bolsillo de su chaqueta en casos de extrema urgencia. No tardó en desvanecerse, pero logró su cometido.
Instantes más tardes, la Para-Médium salió de su verdadero escondite, situado unas estanterías a la derecha, y, sin perder el tiempo, disparó con su arma y la bala voló directa hacia el insecto, que, a pesar de su velocidad, no pudo evitar que el proyectil impactara en su ala, dificultando sus movimientos.
Inmediatamente la Para-Médium trató de disparar otra bala, su última bala, para acabar definitivamente con el monstruo, sin embargo, éste no tuvo otra que recurrir a su último recurso.
Los ojos del demonio brillaron en rojo y empezó a pronunciar palabras inentendibles, la detective reconoció inmediatamente ese acto como un maleficio y, al escuchar un ruido metálico detrás de ella, ya pudo deducir de qué se trataba.
Una de las armaduras de caballero que decoraban la sala, que al parecer le gustaba bastante al antiguo dueño que había sido poseído por el otro demonio, se abalanzó sobre ella con su espada en la mano, la Para-Médium no tuvo otra que usar otro de los frascos que tenía en el bolsillo, específicamente el de hielo, que congeló totalmente a la armadura antes de que pudiera tocarla.
Sin embargo, no acabó ahí. Todas las estatuas de la sala, fácilmente unas quince o veinte, se abalanzaron de igual forma sobre ella. Sin otra opción, la detective recurrió a su último recurso: sacó otro de esos pequeños frascos mágicos, esta vez uno que, al tirarlo contra el suelo, inició un incendió en toda la sala. Obviamente, ella no tardó en salir corriendo, logrando alcanzar la puerta por los pelos antes de que el fuego la tocara, a diferencia del insecto demoníaco, que estaba demasiado herido como para intentar escapar.
La detective se sintió victoriosa por un momento mientras miraba al fuego y escuchaba los gritos de desesperación procedentes del demonio, pero, antes de que pudiera siquiera pensar en irse, tuvo que observar como el insecto, cubierto de llamas, se lanzaba en su contra, sin duda era más duro que roer que cualquier mosca que se hubiera encontrado en su vida.
Sin embargo, para su suerte, la Para-Médium logró reaccionar a tiempo, y aprovechó la acción imprudente del insecto para disparar su última bala, la cual atravesó completamente la cara del insecto, acabando definitivamente con él y dejando sólo un pútrido cadáver en el suelo, aunque también llenando la cara de Juliet de la cosa viscosa que tenía por sangre, pero tampoco es que le importara mucho en ese momento.
Tras esto, bien por rabia o bien porque era alguien que podríamos llamar precavida, la Para-Médium pisoteó una y otra vez el cadáver del insecto, dejándolo totalmente irreconocible, antes de finalmente salir del lugar y dejar que el fuego hiciera el resto del trabajo.
Por supuesto, esta experiencia fue bastante traumática para ella, que salió hiperventilando, teniendo que procesar poco a poco lo que acababa de pasar, porque seguramente no sería la última vez que tendría que hacer una locura de ese estilo en su vida. Sin embargo, y a pesar de la pequeña falta de sueño que tuvo en sus días, todo esto tuvo una recompensa que ella misma afirmó mientras se iba alejando de la mansión en llamas, y lo único que la mantendría en esa vida llena de seres sobrenaturales por muchos años más.
—Más vale que esos cabrones me paguen por esto al menos lo suficiente para que el casero me deje en paz los próximos dos años.
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