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Los hermanos sean unidos (Metahumano)

Daniel Front abrió los ojos y se incorporó repentinamente en la cama, con transpiración recorriendo su rostro y su pecho. Hacía tres años que "La Batalla por el Mundo" había acabado con Eon confinado a una terrible dimensión paralela. Hacía tres años que los humanos conocieron el verdadero significado del miedo. A pesar de que todo ese tiempo había pasado, a veces las pesadillas se llenaban de recuerdos que atormentaban su mente.

Miró a su lado y encontró la cama vacía, y entonces lo recordó. No estaba en su hogar, donde Amy Jordan, mejor conocida como Midnight, estaría descansando junto a él. Se encontraba de visita en Nueva York para darle una importante noticia a Stella, su madre, y Ana, su hermana.

Daniel lanzó un suspiro y se levantó de la cama, para luego acercarse a la ventana y observar los enormes edificios de Nueva York desde donde estaba. Lentamente su mente se fue despejando de los horrores que lo habían atormentado en su sueño. El viaje hacia la ciudad lo había dejado cansado, sin embargo, hacía tiempo que no dormía tan bien como aquella noche.

A pesar de haber dejado a Los Vigilantes tras su última victoria, Daniel y Amy continuaron sus actividades heroicas en Liberty, la ciudad en donde todo había comenzado tantos años atrás. Archer y Midnight combatían el crimen incansablemente, lo que significaba estar despierto hasta altas horas de la noche y dormir más bien pocas horas durante el día. Él ya estaba acostumbrado a esos horarios, y su reloj biológico también, de forma que no le extrañaba el hecho de haberse despertado de repente a las seis de la mañana, justo a tiempo para observar el amanecer.

Haciendo la menor cantidad de ruido posible, Daniel fue hasta la cocina del gran departamento que ocupaban Stella y Ana, cuidando de no despertar a su hermana. Su madre había salido de la ciudad hacía ya unos días. Su nuevo trabajo como jefa de una importante organización humanitaria la llevaba a viajar bastante seguido a diferentes partes del globo, sin embargo le había asegurado a Daniel que estaría de regreso antes de que él se vaya, para poder pasar unos días juntos. Ana ya tenía dieciocho años, de forma que no necesitaba la constante supervisión de parte de su madre.

Ya en la cocina, Daniel se preparó una taza de té y se sirvió unas tostadas antes de sentarse en el sillón a disfrutar de su liviano desayuno.

Los minutos fueron pasando, él acabó su desayuno en cuestión de minutos, limpió el poco desorden que había hecho, y consideró hacer una llamada a Amy, pero todavía era muy temprano. Su novia, a pesar de compartir sus actividades heroicas, dormía bastante más que él, así que decidió no molestarla hasta pasadas unas horas. Después de todo, ella era una ex espía, seguramente tendría sus métodos para cobrar venganza.

Daniel empezaba a aburrirse cuando una alarma sonó en la habitación de su hermana, y una sonrisa se dibujó en su rostro. Tal vez no sería lo suficientemente valiente como para molestar a Amy a esas horas de la mañana, pero sin duda podía meterse con su hermana pequeña.

Con renovadas energías, Daniel caminó hasta la habitación y abrió la puerta de par en par.

—¡Buen día, pequeño demonio! ¿Estas lista para pasar un buen día con tu genial herm...? —él estaba a mitad de su pregunta cuando notó un detalle importante: su hermana no estaba en la habitación.

Daniel inspeccionó cada centímetro de esa habitación con cuidado. El desorden ahí dentro contrastaba con la perfecta pulcritud del resto del departamento. Había ropa tirada por todos lados, especialmente apilada en una silla del rincón; la cama estaba desarmada desde hacía ya tiempo; una gran cantidad de papeles, libros y demás cosas se apilaban en el escritorio, y por lo que sus sentidos aumentados podían captar, había una porción de pizza vieja en algún lugar de ese desorden. Por el olor a encierro, la ventana del lugar no había sido abierta en varios días.

"Diablos, An, ni siquiera Elliot podría limpiar todo este desastre en un día", dijo para sus adentros el muchacho, recordando al pelirrojo velocista que había conocido en Mayhem City.

—¿An? —llamó en vano el héroe.

Sus sentidos aumentados no la captaban, de forma que era evidente que no se encontraba en el departamento y tampoco en el edificio. Pero ya tenía una idea de dónde podía encontrarla.

Con un suspiro de frustración, Daniel se colocó una remera, un cómodo jean y se calzó una campera de cuero antes de salir a la calle, donde se dio tiempo para comprar dos tazas de café antes de llegar a su destino final: un viejo edificio abandonado en Harlem del Este.

A pesar de su aspecto descuidado, al llegar a la desgastada puerta de madera, Daniel apoyó su mano en la pared, empujando un ladrillo y activando un lector de retina colocado en la mirilla, que le produjo una leve molestia al escanearlo.

—Reconocido, Archer —anunció una voz robótica—. Acceso concedido.

La puerta se destrabó y Daniel la empujó suavemente, para luego introducirse en el lugar, que, si debía ser sincero, no olía mucho mejor que la habitación de su hermana.

A paso lento, él subió las escaleras hasta llegar al tercer piso y empujar una puerta metálica, adentrándose en la guarida de Ana, quien se encontraba, justo como él sospechaba, sentada frente a la computadora y pareció ni siquiera percatarse de que él había llegado.

Sin mediar palabra, Daniel prendió las luces del lugar, anteriormente iluminado tenuemente por la luz proveniente del monitor, y esto hizo que Ana se sobresaltara y tomara el bastón de aikido que descansaba junto al escritorio, para luego ponerse en posición de combate.

—¿Café? —preguntó Daniel, alzando las copas en su mano, ante la desconcertada mirada de su hermana.

Ana se relajó y, tras dejar el bastón en su lugar, volvió a sentarse frente a la computadora. Daniel se acercó y dejó el café junto a ella, quien simplemente lo tomó y bebió un largo sorbo.

—Sabes que son las siete y media de la mañana, ¿verdad? —preguntó Daniel.

—Tonterías, si apenas son las... —empezó a protestar ella, hasta el dirigió la mirada al reloj y se vio forzada a callarse—. Mierda.

A pesar de la preocupante situación de su hermana, Daniel no pudo evitar sonreír levemente. Poco tiempo después de la caída de Eon, ella se convirtió en la heroína de Nueva York, aquella que los criminales conocían como Night Angel. Ciertamente las habilidades no le faltaban, y con una pequeña ayuda económica de parte de Los Vigilantes, pudo montar una operación lo bastante fuerte como para mantener las calles de Nueva York seguras. Ya hacía tres años que ella estaba combatiendo el crimen en solitario, y había logrado cosas increíbles, llenando de orgullo a su madre y a su hermano, quien seguía las noticias todos los días, manteniéndose al tanto de las hazañas de su hermana. En cierto modo le recordaba a él mismo en sus primeros días como héroe, encerrado en aquella torre de Kane-B.

—Buenos días, Clara —agregó Daniel, al percibir a su cuñada, que acababa de despertarse por el brillo de las luces y se acercaba a ellos.

—¿Buenos días? —preguntó la joven algo confundida con la situación, y se sorprendió gratamente al ver que Daniel le tendía un café, el cual ella tomó gustosamente.

—¿Sabes, An? si vas a pedirle a Clara que te ayude desde aquí, lo mínimo que podrías hacer es limpiar un poco, este lugar es chiquero —agregó Archer, mirando alrededor.

En respuesta, su "pequeña" hermana simplemente emitió un gruñido por lo bajo y continuó trabajando en la computadora, lo que definitivamente preocupó mucho a Daniel.

—Ha estado así desde que este último caso comenzó —señaló Clara, tomando un trago de café.

—¿Caso? ¿Qué caso? —preguntó él, intrigado.

Sin decir nada, Clara se alejó de ellos y volvió al cabo de uno segundos con un periódico en sus manos. El titular rezaba "Grim Reaper ataca de nuevo", debajo de él se encontraba la foto de un grupo de detectives en la escena del crimen, observando un cuerpo que era llevado en camilla hacia una ambulancia.

Intrigado, Daniel inmediatamente se dispuso a leer la noticia. De acuerdo con el artículo, se trataba del cuarto asesinato cometido por Grim Reaper, nombre que la prensa había elegido para el terrible asesino en serie. Todas sus víctimas habían sido mujeres de entre dieciocho y veinticinco años, jóvenes con toda una vida por delante. El asesino había drenado su sangre completamente y había dejado los cuerpos colgados boca abajo en árboles en diferentes parques de Nueva York. Para volver las cosas aún más extrañas, todos los cuerpos tenían marcas en un idioma que hasta ahora se había mostrado indescifrable para todos los expertos, y a todos les faltaba algo, aunque siempre era algo distinto: la primera víctima había perdido un diente, la segunda un abundante mechón de pelo, la tercera una uña y esta última un ojo.

Ni bien hubo llegado al punto final, Daniel tomó una gran bocanada de aire. Era increíble que fuera la primera vez que oía del caso, ese tipo de cosas suele tener repercusión, sobre todo cuando se trata de Nueva York. Él se había enfrentado a asesinos en serie, algunos eran más complicados de atrapar, otros extremadamente sencillos, y parecía que Grim Reaper iba a entrar en el primer grupo. Sin embargo, la urgencia y la tensión que generaban siempre tenían consecuencias terribles para la salud de los involucrados, como claramente lo demostraba el lamentable estado de Ana.

Daniel inmediatamente dejó el periódico y se acercó a su hermana.

—An, necesitas descansar —le advirtió—. Quemarte las retinas no va a servir de nada, déjame ayudar.

—Tengo que atraparlo, Dan, tengo que hacerlo —dijo ella, sin despegar la mirada del monitor.

—Y lo harás, pero esta no es la manera —replicó él tomándola de las manos y forzándola a detenerse—. Desmantelaste una empresa que estaba utilizando ilegalmente tecnología de Kantium para conducir experimentos apenas hace dos días. Yo digo que te mereces un buen descanso.

Ana miró a su hermano directamente a los ojos. Reconocía que estaba cansada, que estaba al borde del colapso, pero sabía muy bien que cada día, cada segundo que pasaba, Grim Reaper se acercaba más y más a su próxima víctima, y eso la destruía.

Los hermanos se abrazaron por unos pocos segundos, y ella lloró un poco, pero finalmente reconoció que debía descansar, así que, sin más, se levantó y se dirigió hacia la cama en la que hacía apenas unos minutos se encontraba descansando Clara. No era precisamente cómoda, y no estaba exactamente limpia, pero debería servir mientras tanto.

Daniel y Clara la observaron arrastrarse hasta esa pequeña cama, y una vez que ella estuvo acostada, él se giró hacia su cuñada.

—Voy a necesitar que me traigas mi maletín del departamento —dijo Daniel, tendiéndole las llaves.

—Los hermanos Front, siempre tratándome como su ama de casa —bromeó ella, y por un segundo Daniel temió que el sarcástico humor de su novia fuera una cosa de familia.

—Ah, y apaga la luz al salir —agregó Daniel, que ya se encontraba sentado frente a la computadora, para quedar en casi absoluta oscuridad segundos después—. Veamos, Grimmy, ¿dónde te escondes?



Como imitando a su hermano, los sueños de Ana estuvieron cargados de pesadillas. Entre imágenes cortadas y desesperantes había visto a su mejor amiga, Clara, colgada de uno de esos árboles como el resto de las chicas. Al borde de lanzar un grito, Ana despertó de sus tormentos, y sobresaltó a Daniel, que ya se acercaba a despertarla.

—¿Cuánto dormí? —preguntó ella con preocupación, como si acabara de cometer el peor de los pecados.

—Lo justo y lo necesario —replicó su hermano con una sonrisa en el rostro—. Ponte el traje, lo tengo.

Esas palabras sacudieron a Ana repentinamente, y como si hubiera tenido un subidón de energía, prácticamente saltó de la cama.

—¿Cómo?

—Ponte el traje primero, te explico luego.

Ana pensó en discutirle, pero no había tiempo que perder, así que sencillamente se dirigió hacia la vitrina donde descansaba su traje de Night Angel. Por su parte, Daniel se acercó al maletín que Clara había sido tan amable de traerle, y al abrirlo se encontró con un carcaj repleto de flechas, debajo del cual se encontraba su traje de Archer.

Ambos hermanos se vistieron en cuestión de segundos, y se encontraron frente al ordenador. Por primera vez, Daniel pudo observar el traje de su hermana en todo su esplendor y de cerca. El material del que estaba hecho era liviano y flexible, permitiéndole moverse con soltura y realizar sus peligrosas acrobacias, y, sin embargo, era prácticamente antibalas a no ser que se le disparara a quemarropa. Los colores blancos y negros se alternaban alrededor de todo el entero, a excepción de la capa y el antifaz que ocultaba su identidad, ambos de color negro. La capa del traje era más que un adorno. Más de una vez la había salvado de estamparse contra el suelo luego de una peligrosa pelea en las altas terrazas de Nueva York.

—Bien, ahora habla —dijo Ana, ya totalmente preparada.

Daniel sonrió y se acercó a la pantalla donde empezó a mostrar su camino de razonamiento a su hermana.

—Examiné cuidadosamente todas las escenas del crimen mientras dormías y llegué a varias conclusiones. En primer lugar, los cortes en el cuello por donde Grim Reaper desangró a sus víctimas eran perfectos y estaban absolutamente limpios, lo que quiere decir que las víctimas no sólo estaban inconscientes a la hora de ser asesinadas, sino que también él se tomó el tiempo de limpiar el cadáver. Todo esto indica que tiene un lugar a donde lleva a sus víctimas antes de matarlas, y luego debe transportarlas hacia el parque de su elección, todo lo que requiere un medio de transporte relativamente grande, posiblemente una van —explicó con certeza Daniel—. Todo esto habla mucho de su perfil. Es un sujeto metódico, paciente, probablemente lleva largo tiempo planeando esto, y no va a detenerse hasta que lleve a cabo su objetivo.

—Todo eso está muy bien, pero no nos acerca más a nuestro objetivo —protestó Ana, aunque si él le había dicho que se coloque el traje debía tener sus motivos.

—Paciencia. Luego empecé a investigar más en profundidad las características de los asesinatos: las partes faltantes de las víctimas, la posición de los cuerpos, esas extrañas escrituras que tenían. Tuve que pedir un favor a Joel, pero él lo descifró bastante rápido. Se trata de un antiguo ritual celta para invocar a un poderoso demonio. Las escrituras dejadas en los cuerpos, traducidas vagamente, se leen como "bajo la luz de la luna llena se abrirá el portal entre dos dimensiones".

—Genial, no sólo estamos lidiando con un lunático, estamos lidiando con un lunático ritualista —agregó sarcásticamente Ana.

—¿Acaso no escuchaste nada de lo que dije anteriormente? Grim Reaper es más que un lunático, es un hombre con una misión. Por un motivo u otro cree que está cumpliendo una antigua profecía, y todavía falta algo: una chica más debe morir, a la cual deberá extraerle el corazón cuando la luna llena esté en su punto máximo. Luego incendiará el corazón y todas las partes que extrajo de las víctimas anteriores, y eso abrirá el portal por donde pase el demonio.

De repente, una realización terrible golpeó a Night Angel, que la hizo abrir los ojos de par en par.

—Hoy hay luna llena.

—Precisamente.

—Entonces voy a tener que pedirte que pases a la parte en la que me dices cómo vamos a atrapar a este imbécil de una vez por todas.

—Sabiendo que estábamos buscando una van o un vehículo por el estilo, me tomé la libertad de conectarme a las cámaras de tráfico de diez manzanas a la redonda de donde los cuerpos habían sido dejados y pedí que marque todos los vehículos de dichas características mientras me encargaba del resto de los detalles. Solo una estuvo presente en los cuatro lugares —dijo él, tendiéndole unas fotos a su hermana de una vieja y sucia van—. Esta misma camioneta fue detectada a quince cuadras de aquí hace apenas cinco minutos y todavía no se ha movido.

—Vaya, por una vez en tu vida hiciste un buen trabajo —agregó ella, sabiendo que el informe de su hermano había acabado.

—Te dije que no soy sólo una cara bonita —replicó él, logrando sacarle una sonrisa a Ana en tiempos tan oscuros— ¿Vamos?

Night Angel asintió, y Archer presionó el arco portátil que llevaba en sus viajes, y este se extendió hasta tomar las dimensiones apropiadas. Cuando la capucha del traje estuvo sobre la cabeza de Daniel, ambos subieron a la terraza y salieron en dirección al vehículo, disfrutando el fresco aire nocturno en su rostro.



Los movimientos rápidos de sus atléticos cuerpos hicieron que cruzar las quince cuadras que los separaban de su objetivo fuera extremadamente fácil, y en cuestión de dos o tres minutos se encontraron en una terraza, vigilando la van.

Sorprendentemente, las calles cerca de donde se encontraban estaban casi vacías, y pobremente iluminadas, lo que dificultaba un poco la tarea de los héroes.

—No veo nada, ¿y tú? —preguntó Night Angel.

—No hay nadie en la van —aseguró Archer, que la había escaneado con sus sentidos aumentados.

Daniel estaba a punto de sugerir que fueran a revisar el vehículo, cuando a sus oídos llegó un fuerte grito, proveniente de un parque cercano. Sin perder un segundo, el comenzó a correr en dirección al lugar y su hermana, sabiendo que algo serio debía estar pasando, comenzó a seguirlo.

Una leve niebla cubría el "Marcus Garvey Park", dándole un aspecto siniestro, sobre todo teniendo en cuenta que era el único lugar que se encontraba bajo dichas condiciones. Algo pintaba mal, pero los héroes ya no podían esperar más, ahora hasta Ana podía escuchar claramente los gritos de quien, casi con seguridad, había sido elegida para ser la próxima víctima de Grim Reaper.

Los dos héroes bajaron al parque. Gracias a los sentidos aumentados de Archer, localizar la posición exacta del asesino fue pan comido, pero, al llegar a la ubicación, se llevaron una desagradable sorpresa.

Una figura alta y delgada (pero no por eso menos musculosa), levemente encorvada, sostenía a una joven inconsciente en sus fuertes brazos. Ya se preparaba para retirarse cuando pudo sentir el sonido de un arco al tensarse, deteniendo su siniestra actividad.

—Pon a la chica en el piso, y date vuelta —demandó Night Angel, mientras que Archer no movía la mira del medio de la espalda de aquel gigante.

Lentamente, el sujeto obedeció, sin embargo, por un segundo, los hermanos Front desearon que no lo hubiera hecho.

Aquel sujeto vestía un enorme sobretodo marrón que cubría casi la totalidad de su cuerpo, y de inmediato entendieron por qué. El pelo legro y largo caía hasta debajo de los hombros, la barba del mismo color era espesa y desordenada, su piel era pálida como una hoja de papel, y sus ojos... sus ojos eran de un color carmesí brillante, que resaltaba en la oscuridad del parque. Con semejante aspecto, era difícil que pasara desapercibido.

—Manos sobre la cabeza, grandulón —ordenó Daniel—. Tus días de tomar vidas han acabado.

—Oh, pero si acaban de comenzar —dijo Grim Reaper, y sonrió levemente.

Fue entonces cuando ambos pudieron ver los filosos y brillantes colmillos en la boca del asesino, quien, con una velocidad sobre humana, se lanzó sobre los hermanos, golpeando a Daniel antes de que pudiera disparar, y forzando a Ana a hacer complicadas piruetas para evitarlo.

La potencia del golpe fue tal que Archer salió volando e impactó contra un árbol cercano. Grim Reaper estaba a punto de ir a buscarlo, cuando Night Angel se deslizó entre sus piernas y lo golpeó con su bastón de aikido directamente debajo del mentón, haciéndolo retroceder.

—Eres valiente, niña —comentó el asesino, sonriendo una vez más.

Ana intentó atacarlo directamente, pero el oponente resultó muy veloz para ella, y antes de que pudiera darse cuenta, él la tenía por el cuello y la elevaba del suelo hasta ponerla a su altura. Con sus esqueléticos dedos, Grim Reaper dejó una abertura justa por donde podía ver el cuello de Night Angel. Sus colmillos parecieron extenderse, sus ojos brillaron con una intensidad animal.

El asesino abrió su boca, mientras la heroína pataleaba en el aire con desesperación, y cuando estuvo a punto de morderla, una flecha incendiaria impactó en su brazo. Archer se había recuperado justo a tiempo.

Grim Reaper lanzó un grito de dolor que heló la sangre de los héroes, y procedió a lanzar a Ana contra Daniel, quien debió quedarse quieto y recibir el impacto para evitar que su hermana salga lastimada.

Los hermanos se levantaron a los pocos segundos, pero ese corto tiempo había bastado para que el asesino apagara el fuego, y volviera a tomar a su pobre víctima.

—Ya lo verán, cuando acabe la noche, su mundo será dominado por la oscuridad.

Hecha esta promesa, la criatura desapareció aprovechando su velocidad inhumana, y junto a ella, la bruma empezó a desaparecer del parque, dejando a los derrotados hermanos allí solos.

—¿Estas bien? —preguntó con preocupación Daniel.

—Podría estar peor —replicó ella mientras se tocaba el cuello—. Eso era un...

—Ni se te ocurra decirlo.

—¿Qué? Aliens y monstruos lo aceptamos, ¿pero vampiros ya es demasiado? —cuestionó Ana—. Tuviste a una mujer lobo en el equipo.

—Primero que nada, Rebecca no es una "mujer lobo" —la detuvo su hermano—. Segundo, los vampiros son seres sobrenaturales y de leyenda. He recorrido el globo, he luchado contra todo tipo de cosas, y nunca me crucé con algo que pudiera llamarse vampiro.

—Bueno, siempre hay una primera vez —argumentó ella.

—Lo que digas —terció él—. Rápido, tenemos que volver a la base para planear nuestro próximo movimiento. El ritual decía que el último asesinato debía ocurrir cuando la luna llena esté en su punto máximo, eso es media noche, lo que quiere decir que tenemos menos de treinta minutos para evitarlo.

—No hace falta. —Dicho esto, Ana se acercó a su hermano y le mostró su brazalete, en el cual tenía una pequeña pantalla con un punto rojo móvil desplazándose por las calles de Nueva York—. Le coloqué un rastreador en la ropa mientras me tenía atrapada.

Una vez más, Daniel sintió orgullo por su ya no tan pequeña hermana.

—Parece que te enseñé bien —señaló.

—Parece que Amy me enseñó bien —retrucó ella, con una sonrisa en el rostro—. Ella es la que tiene todos los trucos geniales, tú eres puras flechitas.

—Ya cállate —protestó Daniel—. Debemos movernos, y rápido.

Sin más, los dos hermanos se dedicaron a seguir al asesino por las calles de Nueva York.

La van en la que se transportaba cortó la distancia entre el parque y la Isla Roosvelt en apenas veinte minutos, lo que se le antojó un absoluto récord a Ana. Los hermanos lo siguieron lo más cerca que pudieron. Consideraron intentar detenerlo antes de que llegara a destino, pero arriesgaban la vida del rehén. Así que se mantuvieron fuera de vista, y al cabo de unos minutos encontraron al van estacionada frente a un antiguo hospital abandonado en la zona sur de la isla.

—Esto no es aterrador para nada —comentó Ana tragando saliva.

El edificio se encontraba absolutamente en ruinas, pero se notaba que había sido muy hermoso en sus días. Sin embargo, no había tiempo para apreciar la estructura. Faltaban menos de cinco minutos para que el ritual tuviera lugar, así que los dos héroes se apresuraron a entrar.

Siguiendo las indicaciones en el brazalete de Ana, los dos se desplazaron silenciosamente hasta el medio del edificio en ruinas. Allí Grim Reaper había establecido un altar, y su más reciente víctima se encontraba atada en el mismo, luchando por liberarse.

Archer, que había decidido posicionarse en las alturas, miró a su hermana desde donde estaba y asintió, pero entonces la siniestra voz del asesino llegó a sus oídos.

—Ah, veo que llegaron —dijo él, aún de espaldas y sin despegar la mirada de la joven que tenía ante sí—. Pero eso no importa. El portal se abrirá esta noche, y mi amo lo cruzara. Una nueva era de oscuridad dominará la tierra.

—Sobre mi cadáver —replicó Ana, saliendo de las sombras en donde estaba escondida y colocándose en posición de combate.

—Acepto los términos —contestó Grim Reaper y se dio vuelta para enfrentar a su retadora.

El asesino se desprendió de su sobretodo, dejando ver su torso lleno de cicatrices y escrituras extrañas. Una vez más sonrió a la confiada heroína.

Daniel, teniéndolo a tiro, disparó una flecha-tranquilizante directo a su pecho, pero, para su sorpresa, él logró detenerla justo a tiempo, y sin hacer el menor esfuerzo la destruyó.

—Tú también estás invitado al baile —comentó, mirando directamente a Archer.

Aprovechando la breve distracción, Ana corrió hacia él y, apoyando el bastón de aikido en el suelo, se propulsó hacia adelante y le dio una fuerte patada en el pecho, haciéndolo retroceder un poco. En ese mismo instante, Archer descendió a toda velocidad de su posición y golpeó con toda su fuerza al asesino en el rostro.

A pesar de la potencia de los ataques, Grim Reaper se recuperó rápidamente. Nuevamente aquella niebla que había cubierto el parque, empezó a invadir, y en cuestión de minutos, la visibilidad de los héroes fue casi nula. Por suerte, Daniel contaba con la ventaja de sus sentidos, que percibían al asesino moviéndose a toda velocidad en torno a ellos, acechando, esperando el momento justo para atacar.

Sin más previo aviso, Grim Reaper apareció e intentó embestir a Ana, pero Daniel la empujó justo a tiempo y recibió toda la fuerza del impacto. Esta vez fue él quien pudo sentir los flacos y fríos dedo del enemigo enredándose en su cuello, seguido del asqueroso hedor proveniente de la boca de la criatura.

Ana arrojó unas pequeñas bombas que llevaba en su cinturón contra el enemigo, pero sólo lograron hacerlo enfurecer más, lo que resultó en que pusiera más presión en el cuello de su hermano, dejándolo al borde de quebrarse.

—No pueden ganar, héroes, este es mi mundo.

La joven heroína sólo podía apreciar la silueta de la horrible criatura y sus brillantes ojos rojos, pero podía oír a su hermano sufriendo, y se le estaban acabando los recursos.

—¡Déjalo ir!

Sin pensarlo dos veces, ella cargó su bastón de electricidad y corrió hacia el enemigo, golpeándolo dos veces y esto bastó para hacerle emitir un horrible chillido.

La bestia soltó a Daniel, quien cayó pesadamente, y él observó cómo Ana seguía haciéndola retroceder. La electricidad, esa era la clave.

Poniéndose de pie lo más rápido posible, Archer comenzó a disparar una flecha eléctrica tras otra, haciendo temblar y gritar a Grim Reaper.

—¡Deténganse! —suplicó la criatura, pero ninguno de los dos lo hizo.

Los ataques fueron constantes, incansables, pero, extrañamente, ellos mismos empezaban a sentirse mal. Sus ojos ardían, su cabeza les dolía, y su piel parecía estar en llamas. Sin embargo, ambos sabían algo muy bien: si el asesino se levantaba, acabaría con la vida de esa pobre muchacha. De forma que ambos continuaron atacando, hasta que, incapaces de resistir lo que fuera que estaba pasando, los tres emitieron un grito de dolor.

—¡Este es mi mundo! —protestó Grim Reaper— ¡No pueden hacerme esto!

Luchando contra su propio dolor, Night Angel hizo girar el bastón en sus manos, cargándolo al tope de energía eléctrica y cuando esta llegó a su pico, golpeó a la criatura en el medio de la frente.

De repente, todo pareció temblar, y casi podían sentir cómo sus cuerpos se iban desintegrando poco a poco, hasta el punto en que todo fue oscuridad.



—Falla crítica. Simulación, terminada —sentenció una voz robótica.

Los dos hermanos despertaron de su letargo y, a pesar de estar aturdidos, se quitaron inmediatamente aquellos extraños cascos de realidad virtual que tenían puestos. Ambos se encontraban en camillas aledañas, en una sucia y pequeña habitación y compartieron una mirada de confusión.

Inexplicablemente adoloridos, los dos se levantaron y empezaron a seguir los gruesos cables que estaban conectados a sus cascos hasta otra habitación, un poco más grande pero igual de sucia que la anterior. Allí se encontraba una tercera camilla, en la que un sujeto muy delgado se encontraba temblando y murmurando algo por lo bajo, que Daniel rápidamente captó.

—Este es mi mundo —decía una y otra vez aquel chico que no superaría los veintidós años.

De repente, todo se volvió claro para los hermanos Front.

Ana había estado trabajando las últimas semanas en un caso que involucraba a múltiples adolescentes apareciendo tirados en la calle con accidentes cerebro vasculares, algo terriblemente extraño para gente de esa edad. Daniel sí había ido de visita para dar una importante noticia a su familia, pero decidió dejarlas para después del caso, en el cual se involucró sin dudarlo demasiado.

Todas las pistas los llevaron hacia alguien que se hacía llamar Reality Master: un peligroso sujeto que desafiaba a jóvenes de bajos recursos a participar en un juego que él mismo había creado. Tentaba a sus víctimas ofreciéndoles una exorbitante suma de dinero, y ellos caían en la trampa de inmediato.

Lo cierto era que nunca podían ganar el juego, porque al momento de entrar se olvidaban que era un juego, y todo eso se convertía en una simple cacería para Reality Master, quien creaba diferentes escenarios para asegurarse de espantar hasta la muerte a sus víctimas. Su motivación era simple: disfrutaba el poder que le confería su mundo, y buscaba ansioso nuevos desafíos. Por supuesto, cuando se enteró que dos héroes estaban tras su rastro, inmediatamente hizo todo lo humanamente posible por capturarlos e involucrarlos, y ellos cayeron en su trampa.

Sin embargo, Reality Master no contaba con la fuerza de voluntad de los hermanos, y ahora se encontraba tendido en la mesa, en un estado casi catatónico. Su propia creación le había fallado, y ahora estaba pagando el precio de sus crímenes.

—Te dije que no existían los vampiros —comentó Archer.

—Aguafiestas —replicó su hermana.

Daniel llamó una ambulancia y luego ambos procedieron a retirarse de aquella fábrica de pesadillas, sabiendo que aquel perturbado muchacho probablemente sería atendido en cuestión de minutos. El sufrimiento que tendría en ese tiempo lo tenía bien merecido.

Los dos recorrieron las frías calles de Nueva York hasta llegar a la base de Ana. Sentían que necesitaban un mes de sueño después de aquella terrible experiencia.

Una vez en la base, dejaron sus trajes, se colocaron ropa de civil y emprendieron su marcha hacia el departamento.

Se encontraban pasando por Central Park cuando ella decidió romper el silencio entre los dos.

—Oye, ¿qué es lo que viniste a decir? —preguntó Ana de repente, tomando por sorpresa a su hermano.

—Debe estar presente mamá para escuchar la noticia —replicó él.

—Vamos, no vuelve hasta dentro de dos días, ¿me vas a mantener con la intriga?

Daniel la miró y sonrió. A pesar de que la mayor parte del tiempo lo sacaba de quicio, amaba a su hermana, y acababa de vivir una experiencia terrible junto a ella, una experiencia que pudo haber acabado con la vida de cualquiera de los dos. Lo cierto era que, con la vida que llevaban, cualquier momento podía ser el último, de forma que no había tiempo que desperdiciar.

Él se detuvo y su hermana lo imitó. Daniel tenía una sonrisa de oreja a oreja dibujada en el rostro, algo que sencillamente le resultaba algo extraño a su hermana.

—Vas a ser tía —soltó él finalmente.

Ana tardó unos segundos en procesar la información, pero finalmente sonrió tanto como su hermano, y ambos se abrazaron con fuerza.

La familia Front estaba a punto de expandirse. 

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