El Vampiro de Zulania (MelvinPin)
Zulania, una ciudad denominada un infierno por sus habitantes, sin embargo, es un paraíso para Cardul, el vampiro que ronda por sus lúgubres calles con el único objetivo de alimentarse de la sangre de quien se le cruce en el camino.
Durante muchos años por las noches él arrebató la vida de muchos pueblerinos y de muchos turistas que llegaban a visitar su casa, la famosa "casa embrujada" como la llamaron los habitantes de Zulania. Aquella casa tenía muchos años más de existencia que su inquilino Cardul, él la acogió como suya cuando un día al entrar observó lo que en ella se ocultaba, quedó encantado con todo lo que encontró, en especial con la sangre que estaba regada por el suelo, las paredes y demás objetos que tenía en sus adentros.
Para él ese ambiente fue esplendido, llegó a sentirse extasiado y no era de menos, puesto que toda su existencia él ha amado la sangre fresca y sobre todo le ha gustado ver como los humanos terminan matándose entre ellos, era algo que realmente disfrutaba apreciar, inclusive fue participe en muchas de las peleas más sonadas de Zulania, aunque claramente sólo actuó desde las sombras.
La sangre que estaba regada por la sala de la casa provenía de una pareja que se había matado entre sí, eso lo dedujo rápidamente al observar cada detalle de la escena del crimen, ambos tirados en el suelo de la cocina, cada uno con un cuchillo en mano; con su increíble velocidad se acercó primero a la mujer, observó la herida en su cuello y no pudo evitar tomar un poco de sangre con su dedo índice para luego saborear el líquido carmesí, acto seguido se dirigió hacia el hombre, se fijó en la herida de su abdomen. Al terminar de mirar toda la escena del crimen dedujo que el corpulento hombre fue quien atacó primero a la mujer castaña que trató de defenderse sin embargo ninguno de los dos vivió para contarlo.
Él recuerda aquel momento todos los días y lo atesora como uno de sus recuerdos preferidos de toda su larga existencia.
Ese y tantos recuerdos quedan en la memoria de Cardul, el vampiro de intimidantes y seductores ojos de color carmesí similares al líquido que tanto adora, para no dejar sospechas de su verdadera naturaleza los cambia con su ingeniosa habilidad de crear ilusiones. Sin duda ese poder es el que más usa, en especial para camuflarse entre sus presas, los humanos. Cada día es una persona diferente, con aquel poder cambia su tono de cabello azabache por distintos tonos como rubio o castaño, además cambia la palidez de su piel, agrega pecas en sus mejillas, agranda su nariz u orejas, toda variación de su cuerpo sirve para relacionarse y sobre todo para pasar desapercibido.
Pero eso fue fácil en las épocas pasadas, en la actualidad, como pasa con todas las cosas, grandes cambios surgieron, estos obligaron a Cardul a buscar o pensar nuevos métodos para atraer y luego asesinar a sus víctimas.
Zulania, 2018.
Cardul abrió sus ojos para luego mover su mano derecha y así llevar la tapa de su ataúd a un lado, se levantó inmediatamente, estaba hambriento, su cuerpo le pedía a gritos comer, giró su cabeza a la parte superior izquierda del cuarto en donde se encontraba, observó el viejo reloj que estaba clavado en la pared.
—Ya es hora —dijo al notar la hora que marcaba el reloj, faltaban cinco minutos para las nueve de la noche, se dirigió a un viejo armario de roble en el cual haló el primer cajón de arriba y así sacó unos cuantos papeles—. ¿Dónde estás?
Con su increíble velocidad revisó todos esos papeles en un santiamén. Detuvo sus rápidas manos al encontrarse con el papel que quería.
—¡Aquí estás! —exclamó esbozando una sonrisa al ver que se trataba del calendario que había robado— Hoy es el día, es momento de hacer una gran fiesta en la casa, esta noche será recordada como el día en el que los humanos conocieron el verdadero significado del miedo.
Sonrió, sus ojos carmesí brillaron de alegría. Un fuerte trueno retumbó por toda la casa, haciendo que las pocas luces que estaban encendidas se apagaran al mismo tiempo; la oscuridad envolvió toda la casa y lo único que se observó en el segundo piso fueron un par de ojos siniestros.
Al terminar de guardar el calendario en el cajón del armario, lo primero que hizo fue despojarse de toda su ropa, al quedar completamente desnudo se marchó al baño de aquel piso de la casa. Se colocó sobre la bañera, la cual ya no tenía tanta sangre como en días anteriores.
Al estar dentro de la bañera se sumergió por completo sobre el líquido rojo que tanto le gusta. Esa práctica lo hacía todos los días sin excepción debido a que eso lo fortalecía, se volvía más rápido, más fuerte, más perverso, pero aquella sangre llevaba ya mucho tiempo y de apoco se estaba escaseando, sabía que era hora de cambiarla por sangre nueva, por sangre fresca, había ideado un plan para acabar con su rutina diaria.
Se sentía cansado y aburrido de su rutina que se volvía monótona con el pasar de los años, pero su plan haría que dejara esas cosas aburridas de lado, si completaba todos los requisitos el sería el único ser reinante sobre el mundo humano, además no tendría limitaciones al probar la sangre de cada persona en el mundo.
Al terminar su baño de sangre lo primero que hizo fue girar sobre su propio eje tan rápido como pudo para quedar completamente seco. Regresó al cuarto en donde estaba su ataúd, caminó hacia un armario más grande en donde guardaba su ropa la cual era robada también.
Se colocó zapatos de cuero y un pantalón jeans de color negro, una camisa sin mangas color caqui y una chaqueta de cuero de color negro también, su nuevo "look" no le gustaba mucho, prefería su antigua vestimenta, pero con el pasar de los años tuvo que adaptarse a las nuevas tendencias.
Al salir de su casa empezó a usar su habilidad de ilusión, con la cual su cabello negro azabache pasó a ser un rubio degradado, sus ojos pasaron a ser color miel, sus cejas pobladas dejaron de serlo, su barba con forma de candado pasó a ser una de tres días y para terminar disminuyó su estatura.
Cardul había escuchado en la radio que un nuevo bar estaba por inaugurarse, aprovechó el momento y para allá se marchó.
Con su velocidad no tardó en llegar al nuevo bar llamado "Salamandra", no se complicó en llegar puesto que al vivir tanto en Zulania conocía todos los rincones y atajos de la ciudad.
La fila para entrar al bar era enorme, sin embargo, él no tenía planeado esperar, inmediatamente se dirigió a la puerta en dónde un hombre regordete y calvo cobraba el dinero.
—¡A la fila! —gritaron dos mujeres al verlo dirigirse de una hacia el guardia del bar.
—Entrometido, espera tu turno —gritó un hombre. Esos y muchos más insultos peores le decían y a él no le importaba en lo más mínimo, trató de relajarse puesto que si no lo hacía terminaría matando a todas esas personas en un santiamén, se contuvo lo suficiente para no hacerlo.
—Ya has escuchado, pendejo —dijo el hombre calvo mirándolo de pies a cabeza—. Si quieres entrar tienes que hacer fila como todos, no tienes otra opción más que esa.
—No lo creo —susurró Cardul, sus ojos volvieron a la normalidad y así miró fijamente al guardia del bar—. Yo entraré de todas formas o tú morirás aquí mismo por mis propias manos, esas son mis dos opciones.
La mirada sádica al igual que el carmesí de sus ojos hechizaron y asustaron al mismo tiempo al guardia que no tuvo más opción que dejarlo entrar.
Toda la multitud que hacía la fila se enojó y empezó a protestar a excepción de una solitaria mujer de cabellos dorados y actitud segura. No dejaba de observarlo de pies a cabeza.
—Ya te encontré —susurró la mujer poniendo su mirada fija en Cardul, que entraba al nuevo bar sin pagar.
Cardul estuvo sentado un buen rato solo en una mesa que se encontraba en la esquina inferior derecha del bar, estaba tomando vino o al menos eso hacía creer puesto que ingeniosamente había cambiado su botella de vino con una de sangre.
Al beber su décimo tercer trago notó como una mujer lo miraba a lo lejos, él había sentido eso antes, para Cardul fue una sensación extraña y a la vez intrigante puesto que sentía algo especial en la mujer, algo diferente de los demás, por un momento sintió la necesidad de usarla para su plan aunque luego extrañamente desistió.
Al frente de la mesa de Cardul estaba un grupo de cuatro personas, todos universitarios, tomaban cerveza y a la vez charlaban sobre cosas tenebrosas de Zulania.
Aquel selecto grupo de dos hombres y dos mujeres fue el elegido esa noche por Cardul, eran la presa perfecta de la noche de viernes, jóvenes, inexpertos y amantes de los temas sobrenaturales, pero lo que hacía en verdad perfecto al grupo de universitarios era que para completar su plan a Cardul, de manera coincidente, le faltaban dos sacrificios femeninos y dos masculinos.
Sin esperar más tiempo, Cardul, decidido, fue hacía ellos.
—Lo siento —mencionó Cardul después de levantarse de su siento—. Pero no pude evitar escuchar sus relatos sobre brujas y esas cosas sobrenaturales, y lamento si me uno a su conversa pero es cierto, yo vi a una mujer vestida completamente de negro la noche del miércoles. En Zulania pasan muchas cosas sobrenaturales, aunque muchos han dejado de creer.
Dos de los jóvenes universitarios se emocionaron por lo que les comentó Cardul, los otros dos por su parte sintieron miedo, pero de igual manera su pasión por las cosas sobrenaturales no les permitió ver con claridad los siniestros planes que Cardul tenía para ellos.
—Si tanto les gusta yo los puedo llevar hasta la famosa casa embrujada de Zulania, fue ahí donde vi a la bruja —comentó Cardul, como siempre tan seguro y misterioso a la vez—. Soy Marcus por cierto.
Claramente mintió al decir su nombre, fue el primero que se le cruzó por su mente. Al decir su nombre falso esbozó una sonrisa, no una falsa sino una real puesto que estaba por degustar de seis exquisitos humanos y así poder finalmente completar su plan.
—¡Yo quiero ir! —exclamó una de las universitarias, ella le sonrió de manera coqueta a Cardul.
—Si mi amiga va, yo también —dijo la otra mujer, que llevaba lentes.
—Bien, ¿vamos todos entonces? —preguntó uno de los hombres. El resto asintió y de manera coreográfica se levantaron de sus asientos.
—¡Genial! —exclamó Cardul mientras daba una mirada rápida a cada uno de ellos— Eso, me gusta que la gente sea decidida.
Todos se marcharon del bar unos minutos después.
En su trayecto la universitaria que tomó la iniciativa se acercó a Cardul para seguir coqueteándole, no sabía cómo iniciar la conversación así que lo primero que hizo fue observar la botella que llevaba él en su mano derecha.
—Marcus ¿me das un poco? —preguntó ella mirándolo a los ojos.
—¿Darte qué? —preguntó Cardul haciéndose el desentendido mirando como ella se acercaba más a él.
—¿Me das un poco de tu botella? —volvió a reformular su pregunta la mujer. Su tono de voz era diferente, se notaba que ya estaba un poco pasada de tragos.
—Cuando lleguemos a la casa embrujada —contestó Cardul mirándola a los ojos, ella quedó hipnotizada al mirarlo fijamente, pero eso sólo duró unos pocos segundos.
—Llegamos —dijo Cardul dando unos pasos hacia adelante y luego levantó sus manos para señalar la casa—. Es aquí.
—¡Al fin! —exclamó el más moreno de los hombres— Ya me estaba aburriendo.
Cardul se colocó frente a ellos.
—¿Y bien, quién será el primero en entrar? —preguntó Cardul mirándolos a todos a los ojos— ¿O primera?
—Yo, pero si me acompañas —mencionó la universitaria que empezaba a sentir atracción por él.
Los demás empezaron a realizar sonidos burlescos y a decir muchos "uy".
—Está bien, vamos primero los dos —Cardul aceptó la propuesta de la mujer que estaba algo mareada.
Él la tomó de su mano izquierda, ambos estaban caminando de la mano dirigiéndose hacia la casa embrujada, sin embargo, un ruido se escuchó por los matorrales, producto del miedo todos entraron al mismo instante a la casa embrujada.
Los cuatro universitarios quedaron asombrados al notar como la casa que parecía ser muy vieja y descuidada por fuera, pero por dentro estaba bien arreglada y cuidada.
—Pero ¿qué rayos? —preguntó el más bajo de los universitarios al darse cuenta de que Cardul al sonreír mostraba además de sus dientes unos colmillos muy filosos.
El vampiro supo inmediatamente que había sido descubierto, sin embargo, eso ya no le importó, sonrió aún más y mientras lo hacía su apariencia volvía a la normalidad.
—¡Cuidado, Gwen! —exclamó, preocupado por su amiga.
Cardul la tenía sujetada del brazo derecho, producto del susto la borrachera de Gwen se esfumó, ella gritó, lo que hizo que sus tres amigos se alertaran.
—¡Eres un vampiro! —mencionó Gwen aterrada sin dejar de mirar los colmillos y la nueva apariencia de Cardul.
—Sí —contestó Cardul antes de abrir más su boca para clavarle los colmillos en su cuello.
Uno de los hombres agarró un libro que encontró sobre una mesa y rápidamente se lo lanzó a Cardul, el libro golpeó ligeramente el rostro del vampiro, Gwen aprovechó y escapó, corrió hacia sus amigos.
Los tres amigos de Gwen tomaron cada uno objetos para defenderse, el de gorra un florero, el más bajo un candelabro y la otra universitaria una pequeña silla de madera.
Al mismo tiempo todos lanzaron sus objetos escogidos, sin embargo, no llegaron a golpear al vampiro debido a que su cuerpo pasó a ser un sinnúmero de murciélagos volando por todos los lados. Los jóvenes estaban tan asustados que los cuatro, sin excepción alguna, se quedaron perplejos y totalmente inmóviles, Cardul los aterraba.
El vampiro gozaba al ver sus caras, tanto así que aparecía y desaparecía frente a ellos una y otra vez por todos lados, izquierda, derecha, arriba y abajo.
—Eso fue divertido, pero ya es hora de empezar —añadió Cardul al momento en que se detuvo, se paró frente a ellos a tan pocos metros de distancia—. Es hora de realizar la última parte del sacrificio en donde bajo la luz fría de la luna llena se abrirá el portal entre dos dimensiones, la dimensión de los débiles humanos y la dimensión del ejercito de Cardul, mi ejército.
Los universitarios no sabían que hacer, Cardul estaba consiguiendo lo que quería, aterrarlos a tal punto de hacerles actuar de manera entontecida.
Un sonido se escuchó muy cerca de la casa, el cual alertó a todos, en especial a Cardul que no lo esperaba para nada.
—Alto ahí —Se oyó la voz de una mujer. La mujer era la misma que estaba vigilando las acciones de Cardul en el bar—. No dejaré que mates a más humanos, maldito vampiro.
La mujer sacó de sus bolsillos tres papeles, que en el centro tenían palabras extrañas, los lanzó directo al vampiro que los esquivó de manera veloz. Los papeles sirvieron como bombas que al entrar en contacto con cualquier objeto explotaron al instante.
Cardul se ocultó en la oscuridad de la casa embrujada pensando en un plan para tratar de no matar a su contrincante a la primera, la dejaría vivir para usarla en sus posteriores planes.
—Salgan de aquí ahora —aconsejó la mujer mirando a los jóvenes, señaló la puerta—. Yo lo detendré.
Los universitarios asintieron, se marcharon uno de tras de otro para cuidarse cada uno sus espaldas, así como Bella les había indicado, sin embargo, en la puerta principal aparecieron dos ojos carmesí que a cada segundo aumentaban de tamaño, en menos de un minuto quedaron casi del mismo tamaño que la casa embrujada.
El universitario de gorra quedó hipnotizado con los imponentes ojos del vampiro, cayó desmayado y una bandada de murciélagos voló alrededor de él, envolviendo su cuerpo por completo, Bella actuó rápidamente lanzando un papel a todos los murciélagos, que se desintegraron en un segundo, la heroína no pudo salvarlo ya que al final murió por las mordidas de dichos animales nocturnos.
Las amigas del fallecido gritaron aterradas, Cardul continuó con su juego, apareció detrás de Bella, la sostuvo de su hombro derecho para luego lanzarla por uno de los estantes que estaba adosada a una de las paredes de la casa. Luego procedió a separar a los tres universitarios que quedaban.
Todas las ventanas de la casa se cerraron al mismo tiempo, Gwen y su amiga gritaron muy fuerte y aunque no quisiera admitirlo su otro compañero quería gritar también, sin embargo, no lo hizo, tan sólo se orinó producto del miedo.
—¿Es en serio? —dijo Cardul cerca del oído del universitario, lo agarró del cuello con fuerza— Que decepción, antes eran más valientes y daban más pelea, supongo que esos tiempo se acabaron.
Cuando terminó de hablar, en un rápido movimiento le rompió el cuello, que no le dio tiempo siquiera a decir sus últimas palabras.
Tan sólo quedaban Gwen y su amiga, ambas salieron corriendo, cada quien se marchó para un lugar diferente, Gwen se escondió en un cuarto del piso de arriba, estuvo tanteando hasta que encontró las escaleras mientras que su amiga se quedó en la sala de la casa tratando de buscar ventanas para escapar.
—Kiara, acá estoy —Kiara, al escuchar la voz de su amiga Gwen, empezó a caminar lentamente—. Por favor, ayúdame, no quiero estar sola.
Las llamadas de auxilio se escucharon más cerca a los oídos de Kiara, ella caminó lentamente hasta que sintió las manos de Gwen agarrar las suyas.
—Amiga, gracias —musitó Kiara un poco aliviada, sin embargo, no terminó de hablar ya que Cardul la mató clavando sus largas y filosas uñas sobre la garganta de la universitaria. El vampiro, usando su poder de ilusiones, pudo imitar la voz de Gwen para engañarla.
Cardul observó alrededor, sólo le faltaba matar a Gwen para completar su plan; con su rapidez buscó por toda la parte baja de la casa mas no la encontró, pensó que escapó por una de las ventanas hasta que escuchó unos débiles pasos en el piso de arriba, sonrió, pasó su dedo índice ensangrentado por sus labios de forma lenta.
Se dirigió hacia la escalera, no tardó tanto tiempo en llegar al cuarto en donde Gwen se hallaba escondida. Al vivir tantos años en aquella casa conocía a la perfección cada rincón, sabía en qué lugar alguien podría esconderse.
Cuando la encontró la tomó del cuello, acercó su cara a la de la joven aterrada, estaba a punto de darle un beso cuando de repente Cardul sintió como unas cadenas envolvían su cintura, las cuales le quemaban, y en un santiamén Bella lo haló con fuerza despidiéndolo hasta un armario, que se rompió rápidamente por el impacto.
La heroína lanzó dos de sus papeles al armario roto que rápidamente explotó dejando puros escombros, las dos mujeres intentaron salir por la ventana del cuarto más no pudieron hacerlo, las ventanas eran tan resistentes.
—¿A dónde te la llevas? —interrogó Cardul, apareciendo atrás de ellas, las agarró del cuello con fuerza al mismo tiempo.
—¿Estás celosa? —Miró a Bella, sonriendo maquiavélicamente— Tranquila, nunca me agradó ella, pero tú si me pareces una humana muy interesante.
La mujer de cabellos dorados y gabardina de color gris no pudo responder, se quedó en silencio.
Cardul trató de acercarse a las dos mujeres, pero Bella lanzaba una y otra vez sus cadenas tratando de herirlo, el vampiro de cabello azabache esquivaba con suma facilidad los ataques de la heroína. En un descuido Cardul casi se resbala, Bella aprovechó para golpearlo, cuando la cadena tocó el cuerpo del vampiro, éste empezó a quemarse nuevamente, de forma ágil se alejó de la cadena y corrió lo suficiente para apagar las pocas llamas que tenía por su codo derecho.
Bella aprovechó para acercarse a su poderoso rival, envolvió el cuerpo de Cardul con sus dos cadenas, que de a poco empezaba a encenderse, gritaba por las quemaduras de su cuerpo, para mala suerte de la heroína el vampiro sólo estaba jugando, comenzó a reírse a carcajadas, luego todo su cuerpo pasó a ser uno conformado por murciélagos que se dispersaron por todos los rincones que se dirigieron hacia Bella y Gwen.
Cardul procedió a besar a Gwen, quien intentó no abrir su boca, al final no aguantó y terminó siendo besada por el vampiro de Zulania, en pleno beso Cardul le mordió su labio inferior con brusquedad con el objetivo de hacerla sangrar.
Prontamente la mató rompiéndole el cuello, Bella se sentía imponente de no haber salvado a ninguno de los jóvenes universitarios.
Después de matar a Gwen, el vampiro colocó a Bella en una silla, la dejó amarrada de brazos y piernas, él bajó para posteriormente subir los cuerpos sin vida de los cuatro universitarios.
Los colocó uno al lado de otro, boca arriba, y como si se tratara de una coreografía, él movía sus manos de un lado a otro, las cuales estaban manchadas con la sangre de sus víctimas.
—¿Qué tienes pensado hacer, bestia? —inquirió Bella; con todas sus fuerzas intentó zafarse de las gruesas sogas que la apresaban.
—Ya que estás aquí te lo contaré —comentó Cardul girando su cabeza para mirarla a la cara—, después de todo ya nunca más escaparás de aquí.
La mujer de lindo rostro abrió sus ojos del susto al escuchar lo que le decía el vampiro.
—¿Qué... qué quieres decir? —preguntó asustada sin poder hacer nada, se sentía inútil.
—Tranquila, no te mataré —respondió Cardul caminando hasta quedar frente a ella—. Al menos no como a ellos...
Bella intentó patearlo mas no lo consiguió, sabía a la perfección lo que Cardul trataba de decirle.
—¡Prefiero ser un animal a convertirme en algo como tú! —exclamó con furia ella— Cuando salga de aquí te mataré de una vez por todas.
Al terminar de hablar quiso escupirle en la cara al vampiro, no lo logró puesto que Cardul pudo esquivarlo.
—No lo creo —añadió el vampiro llevando su dedo índice de su mano izquierda para hacerla callar—. Eso no sucederá... Cuando la noche acabe, tu mundo será dominado por la oscuridad.
Extrañamente Bella no pudo abrir su boca para hablar por unos segundos.
Por su parte, Cardul prosiguió con su plan, con su mano derecha manchada de sangre dibujó un murciélago en el piso, después dejó la huella de su mano ensangrentada en el centro del murciélago.
—¡Padre, abuelo, yo seguiré con nuestro legado! —exclamó con fuerza Cardul alzando ambas manos al aire— ¡Con el legado Gwaed!
—Nárirba es álla sám led satreup sal —declamó alzando su voz y elevando sus brazos— Onamuh odnum le ne sayus sal ed agah deawG ed oticréje le euq arap.
Cuando terminó de hablar todo empezó a temblar, varias llamas de color negro aparecieron dentro del dibujo hecho de sangre, los cuerpos de los cuatro jóvenes poco a poco se fueron consumiendo con el extraño fuego, después un sinnúmero de murciélagos de aspecto demoníaco de todas las formas y tamaños salieron del portal que se generó dentro del dibujo.
Bella, quien se mantenía siendo apresada, no podía creer lo que veía, estaba aterrada, Cardul se acercaba a ella lentamente con una mirada sin igual que helaba la sangre a cualquiera, la valentía de la mujer se esfumó y al final sólo pudo emitir un grito desgarrador.
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