El caso Bernard
21 de agosto de 1993
A continuación quisiera aventurar una descripción del caso Bernard, expediente número 0674. Claude Bernard. Sexo: hombre. Edad: 33 años. Nacionalidad: Francia. Paradero actual: celda 13 del pabellón B del Manicomio de Mondragón, Palma de Mallorca. Recluido en las instalaciones desde el 19 de agosto del 1993. Se sospecha que cometió asesinato. Está en un estado avanzado de insomnio. No come. Solo bebe agua en el disolvemos somníferos. Las enfermeras lo alimentan por intravenosa mientras duerme. Ellas temen que despierte y les haga daño. Por eso en esas sesiones hay un guardia armado. Oscila entre la catatonia y un estado de excitación maniáca en el que dibuja con sus heces figuras extrañas en las paredes. Habla en una lengua desconocida. Un lingüista nos ha dicho que con seguridad se trata de una lengua amazónica. Grabó su voz antes de irse. Dijo que lo consultaría con algunos colegas. La embajada francesa, a su vez, nos ha informado que desde el 86 que no pisa suelo francés. Es licenciado en Química. Trabajó un tiempo para una farmacéutica llamada "Paraises Art." de la que fue despedido por usar los laboratorios para el estudio de estupefacientes ilegales. Hacia el 86 vació su cuenta bancaria y viajó en avión a Perú en calidad de turista. Luego de eso, Francia le perdió completamente la pista. Tampoco nadie denunció su desaparición. No tiene familiares vivos ni, aparentemente, amigos. Por otro lado, el Perú informa que ningún hombre llamado Claude Bernard de nacionalidad francesa cruzó sus fronteras. El 18 de agosto el crucero argentino "La Dalia del Sur" se vio obligado a amarrar en Palma de Mallorca luego de que encontraran a una pareja de ancianos argentinos brutalmente asesinados en su camarote. Claude Bernard viajaba de polizón en ese crucero. Él es el principal sospechoso. En las pertenencias de Claude Bernard se encontró una deteriorada cédula de identidad francesa. Pronto las autoridades demostraron que era la suya. Fue inmediatamente detenido y confinado a una celda común de comisaría. Pero su comportamiento agresivo y enajenado hizo que la policía dicidiera confinarlo en su locación actual. Finalmente, el estado psicológico de Claude Bernard impide que pueda prestar cualquier tipo de declaración. Francia pide la extradición. Argentina presiona a las autoridades españolas para que la nieguen. El gobierno argentino sostiene que fue un crimen político y que el caso se zanje en un país neutral. Hemos descartado totalmente la posibilidad de "simulación de locura". Claude Bernard está médicamente enfermo. Ninguna especie de antipsicótico ha funcionado hasta ahora, por lo que sospechamos que sus brotes maniácos no son de naturaleza esquizofrénica. La única luz que veo es que el lingüista logre identificar la lengua en la que habla a fin de entender si está diciendo algo que competa al crimen, o aunque sea algo coherente.
Estaré pendiente de este caso.
23 de agosto de 1993
El estado psicológico de Claude Bernard se deteriora. Una enfermera creyó cazarle unas palabras en español. Textualmente la enfermera creyó oírle decir "Ya viene". Lo he interrogado al respecto. Pero solo dice algo así como "moniculita taritotita litoanitzu acolacuam...". Hablar con ese hombre es en vano. Los restos de la pareja de ancianos asesinados han sido enviados a la Argentina. El examen forense reveló que el ataque lo llevó a cabo un animal; creen que algún tipo de felino. Han rastrillado el crucero de arriba abajo pero no han encontrado rastros de tal animal. Las acusaciones de asesinato contra Claude Bernard fueron sobreseídas por falta de pruebas. La Dalia del Sur parte esta tarde a continuar con su ruta normal de viaje. En unos días, supongo, nuestro loco será extraditado a Francia.
24 de agosto de 1993
Desde esta mañana que Claude Bernard está completamente catatónico. Se mantiene tieso, con los ojos clavados en el techo. Por poco respira. Le he afeitado personalmente la barba de días que tenía. Siento por este hombre una profunda empatía.
25 de agosto de 1993
El caso Bernard vuelve a resonar en los medios. El gobierno de Perú ha blanqueado unos violentos episodios de asesinato ocurridos en 1991 a lo largo del estado de Loreto. El modus operandi de los crímenes coincide con el reportado en La Dalia del Sur. Judicialmente no hay nada que argumentar, pero la noticia hace delicias en los periódicos sensacionalistas tanto de Perú, de Argentina, como de España. Cuando salía a eso del mediodía para almorzar en el restaurante de siempre, unos periodistas amarillos se me acercaron. No tenían ni dos dedos de frente. Los despaché con bronca. En el restaurante me pregunté por qué trataba con esa garra en defender la imagen de mi paciente. No era simple ética médica, me dije. Al final admití que mi atracción por Claude Bernard es en el orden de lo erótico.
26 de agosto de 1993
He tenido de nuevo esa pesadilla. Corría y corría por una selva fosforescente tratando de escapar de una tribu de caníbales. Estos hablaban en la misma lengua de Claude Bernard. Cada árbol susurraba palabras en esa lengua. Toda la selva hablaba en ese maldito idioma. Corrí hasta llegar a un río en extremo caudaloso. Entonces presa del pánico salté a nadar en sus aguas negras. Quería llegar a la otra orilla. Pero a mitad de camino una corriente me arremolinó hasta hundirme por completo. En el fondo del río una boca se abrió hasta devorarme. Sentí un espantoso, y simulado, dolor al ser triturados mis huesos. Luego ese dolor viró extrañamente a placer. La escena cambió de súbito y me encontré empalada en el centro de La Ciudad de los Caníbales. El palo entraba por mi orificio vaginal hasta salírseme por un costado del cuello. El placer venía de allí abajo y era netamente sexual. Desperté cuando me di cuenta que era un cadáver lúcido y en descomposición.
27 de agosto de 1993
Tuve otra pesadilla... Era medianoche. Estaba en mi oficina acabando de ordenar unos papeles cuando escuché a la enfermera de guardia decirme que Claude Bernard había recuperado la lucidez. Me lo dijo por el altavoz. Salí disparando hacia el pabellón B, en la otra ala del edificio. Sin embargo, en las afueras de la celda de mi paciente no se encontraba nadie. Vi a través de la ventanilla de la puerta. Claude Bernard dormía en su catre. Me comuniqué con recepción usando el comunicador al lado de la celda. Pero solo oí ruido blanco del otro lado. Miré una vez más hacia el interior de la celda, y me llevé un susto. Claude Bernard estaba observándome por la ventanilla con ojos febriles, sin parpadear. Golpeó con la palma el vidrio, y luego dijo: "Por favor, sácame de aquí". Su español era prístino como una gota de lluvia. "¡Recuperaste la cordura!", exclamé. Y de inmediato fui a la sala de llaves del pabellón B. Recogí la de la celda 13. Regresé y abrí la puerta. Claude Bernard estaba recostado sobre el catre, catatónico. Me acerqué hasta apoyar la mano en su frente. Ardía en fiebre. "Claude", le dije. Entonces el hombre se levantó con el único propósito de señalar un dibujo hecho con sangre en la pared y que había pasado por alto al entrar. "Mira", dijo. "Mira bien", volvió a decir. El dibujo representaba a un monstruo de lo más extrañísimo. De fisonomía horrorosa e indescriptible, cada detalle anatómico enhebraba los fragmentos de un mensaje subliminal dirigido exclusivamente a lo más primitivo de mi inconsciente. Fue en ese instante que caí en un trance animal y me entregué sexualmente a Claude Bernard. El sueño en este punto se volvió pornográfico... abrí los ojos cuando el falo de mi paciente escupió una especie de magma que me incineró el útero.
Al comentárselo a Elián, que es psiconalista, me dijo que la transferencia entre yo y el paciente se hallaba corrompida, y que era preciso que cediera el caso a otras manos, que poco podía hacer ya yo por él. Hago buenos oídos al consejo de mi novio. Creo que es hora de dejar ir a Claude Bernard. De la extradición no hay noticias. Para su país natal: un loco menos.
29 de agosto de 1993
Pasó algo malo, muy malo... Mi paciente, Claude Bernard, se ha matado esta mañana. ¡Dios! ¡No lo puedo creer! La enfermera había entrado a su celda a cambiarle la ropa cuando el hombre salió de repente de su catatonia y se abrió paso a través de ella hasta escapar. Subió las escaleras a toda prisa y se lanzó desde la azotea, donde en el jardín regó el césped con los sesos de su cabeza. ¡Dios! ¡Dios! ¡Qué horrible! ¡Nunca había visto algo así! Los del manicomio me dieron la baja. Dicen que me tengo que tomar un tiempo para digerir lo que pasó. Elián quiere que nos vayamos una temporada de Palma. Argumenta que me va hacer bien un cambio de aires. Al atardecer llegó el lingüista con la traducción de algunas de sus palabras. El pobre no sabía que el dueño de esas palabras se había estrellado la cabeza contra el suelo esa misma mañana. Según él, y tal como lo había pensado, Claude Bernard hablaba una lengua amazónica, casi extinta, perteneciente a una tribu de caníbales, habitantes de lo más profundo del corazón de la Amazonas. Profería unos versos en los que anunciaba que pronto, muy pronto, sería el testigo de una divinidad devoradora de mundos llamada "Cthulhu", una divinidad sanguinaria y de crueldad infinita proveniente de las estrellas. ¡Dios! ¡Qué estupidez! Sinceramente no quiero saber más del caso Bernard. ¡Que se vayan al diablo todos!
17 de septiembre de 1993
¡Qué alegría! ¡¡Estoy embarazada!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro