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El Chico de enfrente


Al ser un songfic presupone el final, sin embargo quité la letra porque no sé como reaccione esta plataforma a ésta clase de historias, aún así reconocerán en la historia la canción, por si no lo hacen les dejo el nombre.

Jueves.

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Cada tarde es lo mismo desde hace un año para Seto Kaiba, sale de su trabajo y se dirige al tren para ir a su casa, ¿normal? No tanto tomando en cuenta que su trabajo es presidir una de las compañías más importantes del mundo, de la cual es el dueño, la razón por la que ocurre esto venia en ese vagón al que subiría en unos momentos.

Pero tal vez deberíamos viajar al pasado para entenderlo mejor, un año en el pasado exactamente.

Salió de su empresa para encontrarse con que la limusina que lo llevaría a casa no estaba, la razón: el chofer había chocado cuando regresaba de recoger al joven Mokuba Kaiba, hermano de Seto, de su escuela, el chofer es su empleado de más confianza, se encarga de la casa desde que su padrastro ha murió, Roland hace las veces tanto de chofer, como de mayordomo y niñero, todo en uno, a demás de haber tomado la custodia de los jóvenes, siendo que eran menores de edad para que no los separaran, a pesar de ser Seto Kaiba un verdadero energúmeno con el resto de sus empleados, con Roland es distinto, siente agradecimiento, eso explicaba que estuviera tan preocupado y quisiera llegar a casa con rapidez que no lograría en su coche, es que estaba lloviendo a cantaros y las carreteras congestionadas para esperar a que se le trajeran un choche desde Ciudad Domino hasta Tokio, tampoco era muy eficiente pedir un coche de alquiler por la misma razón, así que esa fue la primera vez que se decidió a tomar el tren bala hacia su casa para estar más a tiempo con su empleado de mayor confianza. Al llegar a la estación sintió que era una experiencia en verdad desagradable, tanta gente yendo y viniendo para todos lados, nada que ver con su lujosísima limo en donde podía trabajar con toda confianza estaba jurando que jamás haría esto de nuevo cuando de pronto lo vio...

Bueno, regresemos a la historia, al punto exacto donde nos quedamos un año después de lo ocurrido aquella trágica tarde.

Subió, como siempre, le sonrió en forma de saludo y se sentó en el lugar frente a él, soltó un leve suspiro, y el joven rubio cerró los ojos y se mordió los labios con nerviosismo...

Por supuesto que Kaiba noto que iba especialmente arreglado ese día, más no podía imaginar que el motivo fuese que el rubio de enfrente estaba celebrando este peculiar "aniversario" no podía pasarle por la cabeza el verdadero motivo por el que estuviera así; desviando la mirada y sosteniendo su postura con mayor dificultad de lo normal por el especialmente bello porte del chico frente a él, lo miró de reojo, como siempre lo hacía, y al notar que el rubio volteo rápido desvió la mirada y fingió estar bostezando, como lo hacía cada que lo "atrapaba" si tan solo en ese momento abriera lo ojos y viera la forma en que lo mira el muchacho frente a él entonces quizá ya le habría hablado.

Pero en esta ocasión si lo noto, sacudió la cabeza y sonrió con ternura (si alguien se enteraba que Seto Kaiba sonreía de ese modo, seguro le daba un infarto) pero el joven frente a él no sabía que el empresario no sonreía el joven solo suspiro provocando que el castaño sintiera un golpe muy fuerte en su estomago, como sintiéndose rechazado, y es que no noto que aquel suspiro iba acompañado de una tenue sonrisa y un rubor encantador.

Pero para el rubio frente a él las cosas no eran tan diferentes, haremos otro viaje en el tiempo... no un año entero, claro, el no comenzó a usar el tren hacia un año si no mucho antes, pero hay que regresar un poco, digamos, hasta la mañana de ese mismo día.


Entró como todas las mañanas al hospital, tenía permiso especial ya que iba a la escuela más tarde y a trabajar por la noche, saludó a su hermana y a su cuñado, Serenity y Tristán Taylor, se habían casado poco después de saber que la joven estaba muy enferma y siendo que sus padres se negaban a darle el permiso para tomar un agresivo tratamiento, fue más fácil sacarles el permiso de casarse, pero bien, ellos no son de importancia ahora.

Joey, nombre de quien habíamos llamado el chico de enfrente, entro a la habitación de su hermana, ella estaba leyendo una de sus revistas de política y economía, que es el tema que más le gusta, saludó y se dirigieron palabras lindas, se sentó un segundo, algo le iba a preguntar a su cuñado cuando vio la portada de la revista que su hermana estaba leyendo, y justo ahí él... el muchacho de los ojos azules, ese que llevaba viendo un año, le arrebato la revista a Serenity y la miro, ella no podía creerlo, Joey solo gritaba una y otra vez, —¡él es! ¡Él es! ¡El chico de los ojos azules!

—Joey, ¿quieres decir que Seto Kaiba sube a un tren todas las tardes justo a la misma hora? —Serenity a pesar de su condición se río burlona, incrédula de lo que su hermano decía pues que era imposible que un hombre de su estatus si quiera conociera el transporte público —No es posible, tal vez se parece o algo así.

—No Serenity, es él, estoy seguro de que es él— respondió con seguridad el rubio.

Esa misma mañana decidió que le hablaría, tendría que saber si el chico de ojos azules era la misma persona o su imaginación le hacia una broma, hablaron de lo que la futura economista sabía de él, que era un empresario muy poderoso, joven, millonario y que no se sabía que tuviera relaciones amorosas, eso le daba una esperanza al ojimiel pero no tantas, si era tan rico como su hermana decía, nunca se fijaría en él, eso, si somos sinceros, le dolía horrores, así que a pesar de estar casi seguro que era él, una parte de Joey quería que el chico fuera un chico normal al que pudiera mirar de frente, como venía haciéndolo durante todo un año.

Regresamos en el tiempo, ya estamos de nuevo en el vagón en que los jóvenes se encuentran cada tarde; pero, ¿era capaz Joey de hablarle al ojiazul? La verdad es que no podía, estaba a punto de llegar a su destino y no hacia más que mirarlo de reojo, agacharse y luego mirarlo desviándose inmediatamente, Kaiba lo noto, claro, es un genio, nota todo, y más si se trata del rubio de enfrente, su mente de genio no sabía exactamente qué hacer, así que lo único que atino ah hacer fue levantar la ceja y sostenerle la mirada, Joey no pudo tolerar mucho tiempo semejante confrontación ¡y lo hizo! no que le hablara, eso era demasiado en ese momento, pero sí pudo asegurarse que el muchacho era el mismo de la revista de su hermana, los mismos ojos, la misma boca, a veces la misma pose cruzada de brazos, y en este momento la misma actitud pensativa e intimidante, era él, no había otra opción, y sin darse cuenta, Joey pronunció.

—S...Se...Seto K... Kai... ba... —Más bien parecían sonidos, si otra persona hubiese escuchado eso, no habría identificado palabra alguna, pero al notar que no había sido en su mente, si no que había salido de sus labios se sintió el hombre más pequeño e insignificante del mundo, ¿Cuántas personas no le hablarían de amor a ese hombre así? seguramente él terminaría tal vez burlándose, la idea de lanzarse por la ventanilla empezó a no sonar tan descabellado en su mente.

Pero para Seto Kaiba era suficiente, era su nombre en el chico de ojos de miel, y aun que perdió por segundos o eternidades el aliento, no estaba seguro bien, era todo lo que necesitaba, se levantó de su lugar y aprovechando que una estación atrás la persona junto al rubio se había bajado junto con un número considerable de pasajeros, se sentó junto a él, por primera vez en un año. —¿Sabes que tengo limusina que me lleva todas las mañanas a una empresa que podría manejar desde mi casa? —Preguntó como si le hablara a un conocido, que después de todo, a pesar de no saber nada de él, lo era.

Sobra decir que Joey no podía ni responder, solo balbuceaba sonidos que no sé como describir, así que los ignorare, pero por favor, trata de imaginarlos.

—Sin embargo —Continuó Kaiba al no obtener respuesta –Todas las tardes rechazo mi auto y elijo este tren— lo miro y al notar el rubor tan intenso del rubio supo que no estaba tan mal, así que como último comentario solo concluyo –¿Al menos puedo saber tu nombre? Rubio, ojos miel o chico de enfrente nunca han sido suficiente para mi hermanito.

—Joey.... No, Joseph, Joseph Wheeler —Fue todo lo que dijo, pero al fin pudo sostenerle la mirada... sí, si era Seto Kaiba, y aun así podía sostenerle la mirada y eso era lo mejor que le podría pasar en la vida.

—No te conozco Joey Wheeler, pero creo que mi hermano ya te considera mi novio —Comento con la burlona resignación que sentía y que le provocaba saber que era verdad lo que decía, aunque sonará a estupidez.

.

—Mi hermana dijo que no era posible— respondió un Joey más tranquilo –Pero si puedes aguantar mi carácter yo puedo hacer feliz a tu hermanito.

Kaiba tomo su mano, fuerte, una mano grande y fuerte sujetando una temblorosa blanca, los dedos se entrecruzan, las miradas chocan, los corazones laten, las feromonas flotan en el aire y solo ellos las respiran, ambos sonríen –La verdad mi carácter es peor que el de cualquiera —Respondió Kaiba con aire de superioridad que daba más fuerza a su afirmación.

—Pero yo no soy del tipo al que puedes hacerle lo que te venga en gana —Contesto Joey en un susurro, pero con la mirada fija.

Ambos estaban seguros de que la tenían complicada y por raro que parezca, no querían huir, hablaban de tolerancia con un completo extraño y sentían que era correcto, no se reconocían en sí mismos, pero por extraño que parezca, si se reconocían en los ojos del otro.

Un año después, un año de altas y bajas, un año de pagar indebidamente cuentas o de evidenciar la intolerancia al alcohol, un año de supuestas infidelidades y de orgullos doblados, un año de risas y llantos, aun que esas risas a veces fuesen de burla y esos llantos de alegría, exactamente un año, ni un día más, ni un día menos. No que estuviese planeado así, no, solo que entre tantos proyectos y planes venidos abajo, fechas postergadas por juntas u operaciones, al fin tuvieron algo... algo parecido a una boda, todos sus amigos, todos su familiares, una cosa intima para celebrar aquella relación nacida en el vagón de un tren, una relación que nació gracias a un choque e indirectamente, gracias a una enfermedad, una relación destinada a la eternidad, las luces se apagan a las 7:00 p.m. y la pareja entraba, el más alto enfundado en un traje blanco con corbata celeste, pulcramente peinado y demasiado elegante, el rubio en su traje negro, con su camisa negra pero con su corbata roja y sus tenis del mismo color, su cabello, como siempre al natural, uno pensaría que se lo arregla, pero la verdad es que es medio hippie y piensa que los gel para cabello o lacas dañan la capa de ozono, al principio el castaño quiso explicarle pero con el tiempo entendió que era mejor, a veces, dejarlo regodearse en su ignorancia, esa era la clave de la felicidad.

Empiezan las palabras, los juramentos, las promesas "permitiré que uses lacas que dañan la capa de ozono, pero promete que me dejaras darle permisos a tu hermano que tu no le des" "está bien, prometo jamás volver a llamar a tu cuñado basura, imbécil o estúpido, si prometes que no volverás a irrumpir en las juntas de la empresa diciendo lo que has escuchado en las noticias de sociales esta mañana" de acuerdo, pero...

Así siguieron las promesas hasta que de pronto, ahí, al patio de la mansión entra un grupo de desconocidos que irrumpen, son religiosos que piensas que dos hombre no deben estar juntos, esas son cosas del diablo, y como uno de ellos es muy poderoso y está impulsando a candidatos de los partidos que apoyan las relaciones "diabólicas" entre "pecadores de la carne" entonces ellos deben hacer algo, esto es pecado, estos malvados "sodomitas" piensas que solo ellos tiene derecho a ser libres, pero estos "hombres de Dios" también pueden irrumpir para evitar estas blasfemias, bien dicen las profecías bíblicas, "se echara hombre con hombre como con mujer en los últimos días" pero por supuesto que deben decirle a la familia y amigos que eso es pecado.

Todo es un caos, gritan cosas sin sentido, se acercan a los invitados, aseguran que son emisarios de Dios esas personas pero pelean con los presentes golpeándolos y amenazándolos, diciéndoles que son abominaciones por permitir aquella aberración, la seguridad de la mansión no tarda mucho en volver la normalidad, son un grupo de homofóbicos, una congregación religiosa extremista, sin registro, solo gente reunida, Kaiba conocía de aquel grupo, ya le habían llegado amenazas, pero ¿Quién pensaría que esas personas cumplirán su promesa? Solo son gente molesta sin nada mejor que hacer.

Ya todo está controlado, solo esta uno libre, el líder, vestido de negro, con un sombrero redondo, alto, barba larga y canosa, viejo, daba miedo darle un golpe y fuera a perder el conocimiento, por eso el guardia solo sujeto un brazo y jaló hacia la calle.

El viejo grito con voz tan fuerte que pareciera no ser suya —me voy, pero no sin evitar la aberración.

Todos lo escucharon, Seto abrió mucho los ojos, era el que tenía el viejo de frente y pudo ver el arma, Joey se paró frete a él y lo beso, por primera vez por iniciativa propia, siempre era el castaño el que reclamaba los labios, la boca, el cuerpo del rubio, pero Joey quería saber que se siente besar a la persona que amas, mas allá de ser besado, acaricia el rostro, el suave rostro de quien ah amado por tanto tiempo, si alguien no cree en el amor a primera vista, él y su Seto eran la prueba de que existe, que el verdadero amor, las almas gemelas, el destino existe.

El oxigeno se va y tienen que separarse –Joey... te quiero...— Setos sintió un dolor atravesar su pecho al sentir el sabor metálico de la sangre que emana de la boca de Joey, mirando como la luz que tan brillante emanaba de los ojos de miel del rubio, se apagaba poco a poco, sintiendo el alma despegarse de su cuerpo.

—Seto, yo solo quería estar a tu lado hasta mi muerte —respondió el rubio sonriente mientras apretaba la mirada y acariciaba el rostro que tanto amó, sus sangre mancha el blanco del traje del novio. —Gra-cias.

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