Para ser honesta, siempre me he considerado una persona distraída en muchas cosas, sobre todo cuando algo no es de mi total interés, aunque reconozco que pongo mi mayor esfuerzo para que no me afecte, sobre todo en los estudios, ya que tengo el ferviente deseo de superarme en la vida. Pero siempre existen excepciones, como el bochorno que pasé hace un par de años.

Estábamos en plena hora de clases cuando de repente mi mente comenzó a ignorar la tediosa voz de la maestra de ciencias sociales. Por lo general siempre me aburría en sus clases, pero esta vez perdí toda mínima atención a sus monótonas palabras. Recosté la cabeza en mi mano mientras de mí salía un profundo suspiro.

Seguí en mis divagaciones y me percaté que mi celular había vibrado de manera sutil. Con sigilo saqué el dispositivo de la bolsita que tiene mi falda de uniforme y presioné el botón para encender la pantalla; mi corazón dio un brinco de emoción. Sonreí al instante y de pronto sentí que alguien tocó mi hombro con suavidad; era mi amiga Zulema que estaba curiosa.

La volteé a ver sin dejar de sonreír, ella con la mirada y un ademán me preguntó de qué me reía. Yo fruncí un poco el ceño y agité mi mano para que me dejara en paz y al parecer se enojó conmigo la muy sentida, pero yo ignoré su drama y me dispuse a abrir la notificación que había alegrado mi día.

Se trataba de la actualización de mi historia favorita de toda la vida. Estuve esperando aquello por más de seis meses y tenía que ocurrir justo en horario de clases. La jornada a penas había comenzado y no nos permitían utilizar celular... ¡Vaya dilema tentador!

Mientras la maestra escribía con sus marcadores en el pizarrón blanco, yo aproveché a colocar el celular sobre el libro abierto de la materia de clase, el cual subí un poco para fingir que estudiaba las biografías de los presidentes de la historia de mi país. Zulema había visto todo y solo se limitó a llevarse una mano a la frente; ella no me comprende.

Sin dar más largas a la espera me dispuse a abrir la aplicación y a deleitarme con la maravillosa continuación de aquella historia que me tenía en ascuas desde el principio. Con sigilo comenté cada párrafo, para hacer la experiencia de lectura mucho mejor e interactuar con otros lectores.

Al cabo de un momento me di cuenta de que la escritora había hecho una maratón de capítulos ¡Santo cielo!, no podía estar más feliz que en ese momento. Pasé leyendo en todos los cursos, incluso en el receso, la espera había valido la pena.

Al día siguiente un maestro me preguntó si estaba lista para las evaluaciones y sentí como si me hubieran echado un balde de agua fría. No hace falta explicar mis resultados en las materias ese bimestre: un desastre, seguido de un celular confiscado. Desde ese día aprendía a respetar mis horarios.

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Relato que participó en el desafío #75 de WattpadNovelaJuvenilES

¡Muchas gracias por leer! <3