TÚ, YO; NOSOTROS
Una pradera inconmensurable, de proporciones megalodónicas, que se extiende cuasieternamente; un escenario infinito ha nacido del olvido, y de esa carta arrugada, la desdicha que me carga.
Cuántos días más recorreré este sendero, se torna inverosímil; taciturno me hallo en él, soy un punto más en esta estrella que pronto pasa a ser Ajenjo: Amargo e infértil; infértil como nuestra relación, infértil...como la luna de Plutón.
Me traslado al "ulterior", busco desenfrenadamente tu rostro, el rostro de la constelación, de la cadena cuántica, de esa cumbre apoteósica.
Soy un leve ruido en la infinidad, una caricia a la nada; qué más da, que me lleve el viento de "Hera", que me dé sepultura y crucifixión; que acabe con esta, mi lamentación.
—Valeria, gracias. Aunque no estés más, gracias.
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