GUARIDA DE LOS SUEÑOS
Hoy mi corazón late ferozmente, así como en el infortunio pasado, abraza una pared de hormigón; se tropieza con el mismo sedimento, con la misma imperfección.
El oráculo predijo tal fisura en mi pecho, con un alegato que alteró a mis neuronas y al ser imprudente que vive dentro de mí; ¿será que me acribilla el anciano de la generosa barba y largas cabelleras?, puede que su juicio entre sin pena al recinto de las flores: con una daga en la boca, con la cruz en inversión.
Como aquella anomalía en el Índico, así de irreal es esta tristeza: no produce lágrimas, no cosecha muecas; inexpresiva, sin recoger alaridos, sobran los quejidos en un mar de nimiedad.
Consuelo hilarante, más de mofa que de arropo, más de jocosidad que de abrigo; dé una llamada al infundado de ciencias muertas, de solitarias libretas; no son simples rabietas, solo un mantra que decreta: "Era flagelación".
¿Autoengaño?, impreciso; solo impulso a Narciso; yace sonriendo con ojos de mimetizador. Me he alejado de Brahma, de las brujos, de las hadas; son relatos de calumnias pactadas, de victorias amañadas, de la amortización.
"El Gitano de las manos negras" atosigó a la carne en podredumbre, a esa fétida materia que moraba en mi espíritu; digirió la abyecta "Guarida de los Sueños" sin predicción plausible: no es visible si es intangible mi cotidianidad, soy verdugo de mí mismo, de mi vulnerabilidad.
Un títere sin hilos, sin especialidad...
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