AD VERECUNDIAM
Son los residuos, son el azafrán, es la cornisa que me caerá; sin estructuras, sin emisión, no soy refugio ni estimulo. Me estimuló la sombra vil de un naufragio, como un votante, no hallo sufragio; si me resguardo en tu velo, soy el velero de un holandés: soy la corriente que me lleva a las faldas del iceberg.
Y no he de ver aquella luz cegadora: radical y funesta; cojo la cesta y me escabullo, entre la gente: "Solo murmullos". Mi intención no es perderme, pero a la niebla he de temerle; no ser consciente de su densidad, no ser sapiencia ni lealtad ¿Quién mermará mi alma doblegada?, ¿quién ondeará la bandera sagrada?; si mi presagio no exclamara, yo aún siguiera en la "Hoguera del Alba".
Son oraciones, son distorsión, son las memorias en extinción; sin conexión, sin poesía, mi enajenación nace de fantasía. Ella me diría: "Deja el girasol, afróntame en la vida, sin mirar hacia el sol"; no me ha de servir su contestación, si no yace en su gesta la realización. "Qué perdigón carga en su mirada, escapa de la muerte con su Dios y su ama"; esas respuestas yo daba, disociando en el presente, descendiendo a las telarañas: "Era la presa, no la carnada".
Sin más que un cuento, con "Caricias Moribundas"; soy el espectro, el ente de la tundra. Con menos ahonda en la interacción, sin el minutero, con inanición: "Sufre de comida, de agua y de ron; se aferra con fe a la agresión, porque ha ignorado el llamado de atención". No hay regresión si simple es tu mesura, en los ojos del ángel perdura la hechura; deduzco que creces en el horizonte, no he de replicarte con instinto de hombre: "Para el que te afronte, medalla de cobre".
Ad Verecundiam
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro