Parte 3
"No es necesario pertenecer a alguna sigla de este Colectivo, no es necesario ser diferente para apoyar una lucha"
Las cosas en su casa habían cambiado mucho desde que les había hablado de sus preferencias, desde el momento que les dijo que en un futuro cercano contraería nupcias con el amor de su vida. Si bien sus hermanos habían terminado viéndolo como algo normal, sus padres creían que era una clase de "fase" que en algún momento iba a superar.
Había causado que varias peleas se formaran en la familia, pero era algo que había entendido tenía que pasar. No solo por él, sino por todos. Porque era injusto que algunos todavía tuvieran la mente cerrada y no dudaran en recriminarle como si fuera su culpa por escoger amar a alguien de su mismo género.
Su mamá lo había comenzado a aceptar, a su modo, pero no lo había rechazado luego de lo que pasó con su prima. Su padre era una historia diferente, así como sus abuelos.
Quisiera poder darles esperanza de ello, al menos poder actuar como deseaban, pero no podía. No podía seguir los caprichos de todos cuando se trataba de su vida, de su felicidad. En ocasiones nos toca que ser egoístas y ese era su momento para serlo.
—Cariño, ¿estás listo?
El grito de Gus desde la cocina lo hizo sonreír. Miró sus pulseras de colores, así como sus aburridos pantalones beige, su camisa blanca de botones. Seguro no sería el alma de la fiesta, pero eso no era lo importante de ese momento.
Era ir y caminar al lado de otros, sentirse orgulloso de ser quien era y dar apoyo a todos aquellos que estaban luchando por sus derechos.
—¡Voy!
Se puso una gorra y salió. Ese día era especial, no se trataba de una simple marcha, tampoco una manera de enrostrarle al resto su relación. Era una lucha por igualdad, por respeto y por amor. Porque todos tenían derecho de amar a quien quisieran.
...
Letty acomodó su pequeño top con los colores de la bandera, así como su extravagante gorro. Se miró en el espejo y asintió. Se miraba genial, sus botas cargo y su pantaloneta negra combinaban perfecto.
No es que se tratase de verse bien, sino que quería verse como ella misma. La ropa podía mostrar un poco de quien era en realidad y no dañaba a nadie el que quisiera sentirse feliz consigo misma.
—Entonces... ¿nos encontramos con tú primo en el café de siempre? —preguntó la aburrida voz a su espalda.
Letty miró a su mejor amiga desparramada sobre la cama. La chica estaba en sus típicos jeans y sudadera negra, la única diferencia era el pequeño broche con la bandeja LGBTQ+ que resaltaba entre tanto negro.
Era curioso que, teniendo esos grandes ojos marrones y un rostro de querubín, fuera una persona tan oscura. ¿Pero quién era ella para juzgar? Sonrió y se lanzó a su lado en la cama, ambas juntaron su cabeza con una pequeña risa. Casi como si fueran esas chiquillas que con trece años se contaban sus chismes de amores. En cierto punto seguían siendo las mismas, aunque ella le contara sobre sus aventuras y su amiga se quejaría de su amor de toda la vida.
—Marcos y Gus dijeron que primero pasarían a dejar a sus bebés con una de las hermanas de Marcos, luego llegarían a la cafetería. —Miró su reloj—. Si salimos ya, podemos pasar a ver si trajeron el disco que pedimos.
—Mmmm está bien, además, quiero un chocolate caliente.
Letty se rió.
—Eres demasiado fácil de convencer, Andy.
Su amiga se encogió de hombros.
—Música y chocolate, incluso un té... si, mejor un té, de limón —divagó ligeramente emocionada—. Soy una persona fácil, solo dame chocolate, buena música y un té, haré lo que quieras.
—Es bueno saberlo —dijo levantándose para tomar sus llaves, bolso y chaqueta para más tarde. —Recuérdamelo cuando vayamos por Erick, así tal vez te convenza de ir por masaje al spa.
Andy se levantó mientras negaba.
—Solo yo me consigo un prometido que ame pasar sus tardes en un spa.
Letty se carcajeó mientras su amiga resoplaba resignada tomando la gran bandera al lado de la puerta. Letty estaba segura de que ella iba a terminar en una carroza moviendo la bandera de un lado a otro con fuerza, alegría y orgullo.
...
Banderas de colores, risas y música. La zona donde comenzaría la marcha estaba llena de tanta alegría que era contagioso. Esa sería la primera vez que ellos iban a participar desde que se mudaron. Tomados de la mano, saludando a todos los que le daban una mirada o un guiño. Era curioso como las cosas podían ser tan típicas, tan normales y al mismo tiempo ser tan diferentes. Ese día, sobre todo, mientras que había familias apoyándose, personas solteras que buscaban aceptación y parejas luchando por que sus derechos sean reconocidos.
Miró a su lado, donde su prima cantaba con su brazo rodeando el cuello de su mejor amiga, misma que sostenía con fuerza la mano de su novio. Los tres cantaban a toda voz, se habían pintado una banderita en la mejilla derecha y sostenían una gran bandera. Tan emocionados y tan llenos de vida. Miró al frente a su primo, quien iba rodeado de su equipo de fútbol, incluso su entrenador —aunque algo tímido y mal encarado— iba sosteniendo una banderita al lado del grupo. Su tía y sus hermanas iban un par de pasos atrás, platicando y admirando cada una de las carrozas.
También vio a otros conocidos, quienes le saludaron y felicitaron por el compromiso.
Vio bailes, risas, llantos y apoyo. Todos caminaban entre una comodidad que solo el entendimiento puede dar. Los recibieron aplausos, en algunos casos, en otros algunas caras largas. Pero eso no importaba, no mientras iba tomaba la mano del amor de su vida en compañía de miembros de su familia y nuevos/viejos amigos. Todos unidos con la convicción de que la sociedad tiene que entender que ellos no eran el mal, que su intención era ser aceptados e integrados.
Porque no importa el color de piel, las ideologías, el físico de sus cuerpos o su orientación sexual; al final del día, todos ellos eran humanos.
Y si vio a su madre asomarse en una de las esquinas para ver la marcha pasar, bien, él solo podía hacer bailar su bandera y mandarle un beso. Porque su marcha era para unirlos, para celebrar la libertad de amar a quien quisiera. Sosteniendo la mano del hombre que amaba, quien sería su compañero de vida y caminar juntos por todos los retos por venir. Porque esa marcha era para caminar con el rostro en alto, porque ser quien era merecía que lo mostrase con orgullo.
Gracias por leer :)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro