Venganza y Justicia
~ • Retelling de Mulán • ~
Junto al árbol de capullos rosados, sentada al borde de la fuente, una joven triste mira caer las flores en el agua. La brisa de la tarde acaricia su rostro de porcelana. Una flor cae en su regazo y ella la acomoda en su cabello largo y negro.
La noche ha caído y la invasión es inminente. Cuando los enemigos lleguen saquearán la aldea, quemarán todo, tomarán como esclavos a los indefensos, asesinarán sin piedad a los hombres y las mujeres serán ultrajadas.
Los rumores del temido llamado a pelear por China ahora son verdad. El m,,ensajero del emperador convoca a un varón de cada familia a luchar por su nación.
En casa de Mulán, su querido padre adoptivo es el único varón, lo que significa que deberá alistarse para la guerra. Él fue un soldado experimentado y respetable en su juventud. Ahora es un hombre de mediana edad con antiguas lesiones de combate. Está claro que de esta partida no habrá regreso.
Lo más probable es que su padre muera a manos del cruel ejército enemigo, y que por tanto su abuela, su madre y ella queden desamparadas. Mulán no está dispuesta a que la guerra le arrebate a su familia de nuevo. Ellos son todo lo que tiene en el mundo. Ellos cuidaron de ella tras convertirse en huérfana de guerra.
Hace trece años su hermano mayor li zeng, fue a la guerra en lugar de su padre. El muchacho y otro par de soldados iban en cumplimiento de una misión cuando fueron emboscados y asesinados cobardemente. Tan sólo tenía diecinueve años. En aquel entonces, ella era una niña de diez años. Junto con sus padres biológicos, se refugiaron a una aldea lejana. Pronto los Hunos llegaron allí dando muerte a todos a su paso. Sólo unos pocos sobrevivieron.
Fue entonces cuando Fa Zou, el amigo de su padre, la adoptó. Él y su esposa tenían poco de casados y sin hijos. Cuando la guerra cesó, se mudaron al norte de China, dónde empezaron una nueva vida.
La muerte de li zeng fue olvidada. Siendo uno de tantos soldados sin nombre que murieron "por China". Pero Fa Zhou, sabía la verdad. Sabía que ellos habían sido usados por el general en una misión suicida para encubrir su complicidad en la conspiración contra el anterior emperador.
Fa Zhou en su momento trató de investigar para que los culpables fueran castigados, pero los soldados que podían atestiguar con su testimonio, tenían miedo, habían sido amenazados o sobornados. Sin más que hacer todos continuaron su vida, dejando el pasado atrás.
El presente ofrece dos escenarios a Mulán: esconderse en casa y esperar la muerte o inmiscuirse en el ejército y dar muerte al general Li y al capitán Li Shang. En cambio, la realidad mostraba un sólo camino: la muerte de su padre, luego de su familia y entonces la de ella.
Sin más que perder, Mulán ideó un plan. No se trataba de venganza sino de justicia. Todos alababan al general y a su hijo por defender al pueblo de los enemigos. Lo que no sabían era que lejos de ser héroes, en realidad fueron piezas claves en el asesinato del anterior emperador y su familia. Para lo cual sacrificaron la vida de muchos soldados, haciéndoles creer que estaban ayudando a la nación.
Ante un destino inevitable, Mulán ve una posibilidad que apenas ayer pareciera impensable: decidió no dejar este mundo sin antes hacer pagar a quienes segaron la vida de su hermano y la de tantos inocentes. Sólo debe asegurarse de sobrevivir lo suficiente para acercarse al general y su hijo y terminar con ellos de una vez por todas.
De madrugada y bajo la intensa lluvia, salió de la aldea hacia el campamento donde sería el reclutamiento. Pase lo que pase, no puede revelarse que una mujer suplanta a un soldado, o la matarán. Hay muchos peligros. Hay que estar alerta. El entrenamiento era muy duro para una mujer pero tiene que resistir. Tiene que mantenerse al paso de los demás. Sobretodo ser paciente y no perder de vista su objetivo.
Poco a poco Mulán va volviéndose más hábil en las destrezas militares. Su cuerpo débil se vuelve resistente al dolor y el cansancio. Sus piernas temblorosas ahora son firmes para correr cuesta arriba por las montañas. Sus manos son fuertes para maniobrar la espada y el arco.hvgg Sus ojos apuntan al blanco donde flechas y cañones caen sin falla.
Ahora está lista.
Cada noche Mulán vigila la tienda del asesor del emperador. Ahí es donde las cartas del general Li llegan primero. Para interceptar las cartas debe esperar el momento oportuno para intervenir. Pasa una noche. Dos noches. Tres noches. Cuatro, cinco, seis y siete noches. Al fin, una madrugada la tienda está vacía. Un par de minutos es todo lo que se necesita para entrar a la tienda, buscar algo que sirva y salir enseguida.
Mulán mira alrededor. Es seguro salir. Avanza como una sombra hasta la tienda y entra. Debe ser rápida si es atrapada será su fin. Da un vistazo a todo. Se encuentra una carta del general pidiendo apoyo al frente del combate. El capitán no está. Debe ignorar la carta y su mensaje. Seguramente el asesor ha salido a buscarlo para avisarle. Mulán toma la carta y la esconde.
En momentos como ese el tiempo es más que valioso. Unas cuantas horas pueden ser la diferencia entre ventaja y derrota. Otro día ya tarde, Mulán devuelve la carta segura que para ese momento el apoyo llega demasiado tarde.
Mientras que el ejército liderado por Li Shang esperaba ayudar a su padre en la batalla, Mulán espera ver su propia justicia consumada. La escena es devastadora. La aldea está quemada completamente. No fue perdonada ni un alma. El General Li y su ejército han sido abatidos sin sobreviviente alguno. Mulán sonríe para sus adentros. Mira el dolor y sufrimiento en los ojos de su capitán con gran satisfacción disfrazada de compasión.
Lo que sigue será a acercarse al capitán Li Shang de forma amistosa, ganarse su confianza y ya de cerca dar el golpe en el momento adecuado para hacer pagar al último oponente. La oportunidad se presentó a tiempo cuando el ejército enemigo los atacó en las montañas. En un momento descicivo, aunque dudó, Mulán le salvó la vida a su capitán. La guerra aún no terminaba y era un seguro tener al capitán como su deudor.
Durante el ataque en las montañas, Mulán fue herida. Ya no había manera de ocultarlo. Se dio a conocer que se trataba de una mujer. Astutamente rogó por su vida, como si no supiera que tenía una deuda que cobrar o exigir a su capitán según se diera el caso.
Li Shang sabía cuál era su deber como militar y como civil. Como militar debía matarla por suplantar un soldado. Como civil debía perdonarla por haberle salvado la vida. Tomó la espada, la arrojó frente a ella y la dejó ir a casa.
Mulán regresó a su aldea. Pero su deber no estaba completo. La vida estaba siendo generosa y no podía rechazarse la oferta que se alzaba ante ella. Ahora que logró ganarse la confianza del capitán y la simpatía de algunos soldados, supo que era momento de ir más allá.
En plena celebración por la victoria sobre los Hunos, -que se consideraban derrotados-, de repente varios soldados de los Hunos aparecieron atacando el palacio. Todo marchaba de acuerdo a lo planeado. A vista de todos Mulán, el General y sus soldados defendieron el palacio en una lucha imbatible.
Desafortunadamente Li Shang seguía vivo. Shan yu debía matarlo tal como lo había acordado con Mulán previamente. Las cosas no iban bien. Shan yu se vio en problemas al perder a sus hombres en la lucha. El trato fue que Mulán le ofreció la vida del emperador a cambio de la vida de Li Shang. Ella les facilitó la entrada al palacio y los escondió. Así ellos atacarían al emperador y a Li Shang también cuando llegara al rescate del mismo. Viéndose sin salida, Shan yu se enfureció contra Mulán cambiando su objetivo de ataque contra ella. Pero la situación daría un vuelco inesperado a favor de Mulán.
De frente el uno al otro en la azotea del palacio. Sólo ellos sabían del trato hecho respecto al emperador y Li Shang. Si este trato era revelado ambos serían ejecutados. Ante la vista de los presentes, Mulán era la víctima en peligro de un cruel mercenario. Si ella moría y shan yu la delataba, su familia sería ejecutada por complicidad. Solo queda un camino para tomar.
En la torre de la pólvora, un soldado aliado de Mulán, dispara un potente cohete directo a Shan yu, terminando con su vida y con la posible amenaza que esta representaba para Mulán. Así pasado el momento de desazón, frente a todos, Mulán es premiada y reconocida por el emperador a causa de su valor y haberlos salvado de los enemigos.
Mulán entrega a su padre la espada de Shan yu y el emblema del emperador como obsequios para honrar a la familia Fa. Para Fa Zhou el mayor honor es que su hija adoptiva haya vuelto.
Claro, después de todo el conocía mejor que nadie sus nobles sentimientos y potencial que fueron el medio perfecto para vengarse de el General. Ahora su familia elevada al nivel de padres de una heroína de toda China, recibirían honra y privilegios.
En ese momento li Shang llegó. La mejor parte estaba por comenzar...
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