DeathMask, cazador de vampiros 1
Debía llegar rápido, no tenía tiempo que perder.
Un joven alto, de cabello castaño claro y ojos verdes llegaba al pueblo, buscando a su amigo, rogando que él pudiera ayudarlo.
-¡Alde!- llamo a su amigo al momento de abrir la puerta del establecimiento donde trabajaba.
-¿Aioria?- habló un hombre muy alto (de dos metros), de ojos negros, cejas gruesas y una larga cabellera, además de tener mucha musculatura.
-Alde, necesito tu ayuda- entró dando bocanadas de aire para recuperar el aliento.
-Respira Aioria- le dijo el hombre- primero regula tu respiración, ten un poco de agua y cuando puedas hablar me dices que pasa- le sirvió un vaso de agua.
Aioria acepto, solo porque era muy consciente que nunca se le entendía nada cuando hablaba luego de correr por tanto tiempo.
-Disculpe la interrupción de mi amigo- el de cabello largo le hablo a un sujeto que estaba sentado en la barra de la taberna que dirigía el susodicho.
-No pasa nada- dijo el hombre al que atendía con una voz rasposa, muy incómoda para Aioria, quien se limitó a tomar su agua- pero regresando a nuestra conversación, te digo que esas cosas son una verdadera amenaza, y no dudo que tu lindo pueblo sea su próximo blanco, sino es que ya están aquí- dijo con cierto tono divertido y riendo un poco al terminar de hablar.
-Para ser sincero, me parece difícil de creer- comento Aldebarán levantando una ceja- ¿muertos que se levantan de sus tumbas durante la noche a beber la sangre de los vivos? Por favor, esos solo son cuentos de terror para evitar que los jóvenes salgan en la noche para exponerse a verdaderos peligros- le explico cruzándose de brazos.
-Ah, pero es verdad ¿no ha escuchado los rumores de los pueblos cercanos? Son muy reales- le refuto el extraño de apariencia rara- como el tabernero del pueblo debiste escuchar algo-
-No, no realmente, y mejor que sea así, no quiero que tontos cuentos de terror ahuyente a posibles clientes- le contesto sin dejarse intimidar por esas palabras-
-¿En serio no ha escuchado nada?- pregunto el sujeto antes de sonreír complacido- creo que hoy me ha sonreído la suerte- dijo al momento de quitarse la capa que lo cubría y mostrando unos colmillos anormalmente largos para una persona.
Tanto Aioria como Aldebarán miraron sorprendidos esos dientes.
El tipo entonces se abalanzó sobre el hombre de cabello largo, pero algo lo interrumpió, un golpe en la cara tan fuerte que lo mando a volar hasta chocar contra una pared.
Ambos hombres, aún sorprendidos, miraron hacia quien golpeo a ese extraño sujeto que pareció moverse a una velocidad asombrosa.
El responsable del golpe era un hombre en gabardina oscura y un sombrero negro puntiagudo que le cubría la parte superior de la cara. Si no hubiera sido porque acaba de salvar al castaño, ambos hombres lo hubieran mirado con sospecha durante toda su estancia en la taberna de Aldebarán.
-¿Q quién eres?- pregunto Aioria sin poder creer lo que acababa de ver.
El sujeto no respondió, en su lugar abrió su gabardina en un movimiento tan rápido que Aioria solo pudo ver que llevaba un cinturón lleno de bolsillos pequeños y otro tipo de compartimientos que no pudo distinguir. De un costado de la gabardina saco una ballesta pequeña, del tamaño de su brazo. Puso una flecha y cuando estaba a punto de disparar al sujeto, Aldebarán salto y, forcejando con el tipo del sombreo, desvió el tiro hacia el techo.
-¿Qué demonios te pasa?- pregunto furioso el de la gabardina.
-¿A mí? ¿qué diablos te pasa a ti? ¿Quién eres y por qué traes algo tan peligroso a mi taberna?- le respondió el mas alto con una voz fuerte, pero sin gritar.
-Soy quien los acaba de salvarte a ti y a tu amigo de ser la cena de un chupasangre maldito y a menos que quieras tener en la conciencia que esa cosa se comió a alguien de tu pueblo, déjame hacer mi trabajo- le contestó el hombre de gabardina.
-¿Tú tambien?- pregunto Alde sin poder creer que se mencionara a esos cuentos fantásticos otra vez- ¿acaso tú y ese tipo trabajan juntos o es una especie de broma?- le cuestiono quitándole la ballesta y tirándola lejos de ese forastero.
-No idiota ¿Qué no ves que esa cosa no es humana?- le respondió entre furioso e indignado porque tiraran su ballesta de forma tan grosera y muy lejos de él, prácticamente anulando la posibilidad de acabar con esa basura sobrenatural de forma rápida.
-Yo solo veo un par de tipos raros queriendo causar problemas en mi taberna- le dijo Alde tratando de asustarlo un poco para hacer que el otro se calmara.
Sin embargo, el otro no se dejó intimidar, ni si quiera se inmuto, solo giro la cabeza para hacer un gesto con la boca.
Aioria entonces se dio cuenta que el hombre no parecía molesto como tal, más bien diría que se veía cansado, como si viviera ese tipo de situaciones con demasiada frecuencia.
-Mira grandulón, solo déjame hacer mi trabajo, me vale un bledo si crees o no en lo que hago- le hablo levantando la mirada lo suficiente como para mirarlo a los ojos con fuerza, mostrando que no se dejaría amedrentar.
-Mira, yo...-
Aldebarán no pudo terminar de hablar pues fue empujado con fuerza hacia atrás por el otro. Sin embargo, no fue solo para molestarlo, sino que para salvarle la vida, otra vez. Justo frente a la mirada del castaño de cabello largo una enorme garra atravesó el aire donde estaba su cabeza hace unos segundos. Alde abrió los ojos con temor, si el otro no lo hubiera empujado, esa cosa pudo haberle atravesado la cabeza.
El forastero, aprovechando la inercia, conecto otro golpe con la criatura, aunque no fue tan efectivo debido a que logro esquivarlo y termino aterrizando de forma suave sobre la mesa.
-Un cazador- siseo la criatura, esta vez con rasgos mas vampíricos, como orejas puntiagudas y ojos bañados en sangre.
-No eres bienvenido a este lugar criatura maldita- le advirtió mientras se ponía una nudillera en su mano derecha- lárgate de este pueblo sino quieres volverte polvo- sonrió de forma engreída.
La criatura tambien sonrió y salto para atacarlo.
-Escóndanse- les ordeno el forastero a Alde y a Aioria antes de responder el ataque.
La criatura lo esquivo de una forma sobrenatural para los pueblerinos, en vez de agacharse o inclinarse a un lado, ésta dio un salto tan alto que se posiciono sobre el candelabro de madera, pero no estaba colgado con los brazos, sino que sus pies estaban sobre la madera y una mano se sujetaba de la cadena gruesa que conectaba al techo.
-Imposible- exclamo Aldebarán asombrado. Según la complexión de ese sujeto, debería haberse caído junto con el candelabro. Sin embargo, ahí estaba, a metros del suelo, como si nada.
El sujeto siseo como si fuera un animal salvaje antes de volver a atacar, esta vez en dirección de Aldebarán, solo que no llego a acercarse, no por las acciones del encapuchado sino porque Aioria le aventó una silla, aunque apenas le causo un poco de daño. Lo que si provoco ese ataque fue el cambio de presa. Ahora su objetivo era el castaño de ojos verdes.
Por su parte, Aioria, quien no dudo en atacar para salvar a su amigo, se congelo del miedo cuando la criatura lo miro directamente, como si fuera una presa ante la inminente muerte a manos de un terrible depredador. Por mucho que intentara mover sus músculos, no pudo. Solo podía escuchar los latidos de su corazón con fuerza y a sudar frio.
Estaba aterrado, nunca sintió tanto miedo como en ese momento.
La criatura se rio, como sabiendo que Aioria estaba congelado, y se abalanzo sobre él, listo para darse un festín con la sangre de ese chico.
Con lo que no conto, es que algo lo sujetara por el cuello y lo arrastro hacia atrás para ser golpeado en la nuca.
Rápidamente se volteo y vio que el cazador lo tenía sujeto con un látigo largo. Trato de romperlo, no pudo, cosa que lo irrito de sobremanera. Estaba claro que, si quería su cena, debía matar al cazador, de lo contrario, nunca lo dejaría comer en paz.
Jalo su atadura en repetidas ocasiones sin éxito.
Su plan era distraer al encapuchado y, en un momento, aprovechar el rebote para lanzarse hacia su captor mientras trataba de recuperar el equilibrio.
Tal como lo planeo, el cazador no pudo contrarrestar su ataque sorpresa y ambos cayeron al suelo entre sillas y mesas.
Ambos empezaron a forcejear, la criatura estaba sorprendido, debió ser fácil, como romper una hoja de papel. Sin embargo, no podía, ese maldito humano era duro como roca y se movía de tal modo que no podía herirlo de forma fatal.
Creyó que tendría una oportunidad cuando le rasguño un brazo, lo que le hizo retirarlo entre su defensa personal y quedo inutilizado a un lado.
En un momento, cuando parecía que el cazador iba a morir, cediendo ante el ataque, éste golpeo a la criatura con algo en la cabeza. Si bien eso no hubiera significado algo en circunstancias normales dada la resistencia sobrenatural que poesía, hubo algo que causo que la criatura se retorciera de dolor. Cuando Aioria y Aldebarán vieron el motivo de sus gritos de agonía, vieron que tenía el rostro medio derretido, como si le hubieran arrojado algún tipo de ácido o corrosivo.
El ser entonces se arrastró hacia ellos, tal vez con la intención desesperada de buscar sangre para curar su dolor.
Aioria frunció el ceño y decidió atacar. Alde intento detenerlo, pensando que iba a patearlo, cosa que podría resultar contraproducente. Para sorpresa del grandulón, Aioria tomo la pata rota de una mesa rota y la enterró en el hombro de la criatura para que no pudiera moverse. De hecho, quiso hacerlo justo en el corazón, pero no pudo. Tenía un corazón demasiado bondadoso, incluso si era un monstruo, no deseaba quitarle la vida a nadie.
-¿Estas bien?- le pregunto Aioria al cazador, quien tenía dificultades para levantarse del suelo. Aioria entonces noto que no tenía su sombrero puesto. Tal vez se le cayó cuando lo tumbaron al piso.
-Espera Aioria- le hablo Aldebarán, evitando que se acercara al forastero.
-No soy uno de ellos- hablo el extraño con un tono molesto, parece que está acostumbrado a que desconfíen de él.
Cuando se puso de pie, Aioria lo pudo ver bien. Piel canela, facciones afiladas, ojos azules, cabello corto azul y puntiagudo, con dos mechoncitos sobresaliendo en la frente.
Entonces el hombre tosió y se tambaleo un poco, parece que no era tan invencible como parecía durante la pelea. Incluso pudo ver algo de sangre en su cara y su ropa.
-Ni lo intentes- hablo en peliazul con una mueca en la cara. Aioria no sabía a qué se refería, hasta que Aldebarán se puso a su lado con la ballesta del otro en sus manos y apuntándole con ella.
-¿Alde? ¿qué haces?- pregunto el castaño sin comprender el actuar de su amigo.
-No te acerques, no sabemos si es humano- le contesto sin quitar su vista del forastero.
-No podrás hacerme daño con eso- le contestó sin temor.
-¿Por qué eres un monstruo?- le pregunto apretando el arma entre sus manos y acercándose al peliazul como una forma de amedrentarlo.
-No, porque no le has quitado el seguro- le contesto moviendo el arma con un dedo para que dejaran de apuntarle con ella- y ya les dije que no soy una de esas cosas- le dijo limpiándose un poco de sangre de la cara.
Aldebarán solo lo miro desconfiado.
-Voy a probar que soy humano, solo no hagas nada estúpido- le dijo mientras abría un poco su camisa para revelar una cruz de plata, con unos símbolos extraños tallados y una piedra roja en el centro.
Con un movimiento rápido, se la quito del cuello, la sostuvo con la mano y luego la aventó hacia la criatura, que se retorció de dolor en el instante en que su piel toco el objeto. Parecía que su piel hubiera tocado un hierro al rojo vivo.
-¿Contentos?- les pregunto el forastero cruzándose de brazos, en un tono claramente pasivo agresivo.
-Supongo- Aldebarán bajo la ballesta desconcertado por la forma de actuar del peliazul.
-Ahora no estorbes- le dijo pasando a su lado, golpeándolo con el hombro intencionalmente.
Aldebarán no dijo nada ni tampoco quiso iniciar una pelea. Sentía que se lo debía al hombre. Después todo, él evito que los mataran.
El peliazul abrió su gabardina nuevamente y de alguna parte que Aioria no vio, saco una espada corta que parecía un intermedio entre una espada normal y una daga. Además de eso, la espada estaba dividida a la mitad, lo que le daba una apariencia extraña, como un bidente raro.
Entonces, empezó a golpear suavemente los costados de la espada con cualquier objeto que tuviera al alcance mientras se aceraba al monstruo. Esto causo un sonido metálico muy particular que desconcertó a los aldeanos.
Antes de que alguno pudiera preguntarse el motivo de tales acciones, la criatura aulló de dolor incluso luego de que le quitaran la cruz de encima.
El forastero dijo algo inentendible para los humanos.
-No sé nada, lo juro- grito la criatura sin dejar de gritar.
Aioria y Aldebarán miraron desconcertados ¿por qué de pronto gritaba eso?
-Alde ¿tú entiendes que pasa?- pregunto el castaño al mas alto.
-No estoy seguro, pero creo que esta...está hablando en una lengua muerta- le contestó logrando entender alguna que otra palabra del latín.
-Solo soy yo, mi señor quiere discreción en esto- dijo mientras le empezaban a sangrar los oídos.
El peliazul en respuesta intensifico la frecuencia del sonido de su espada, causándole mas sufrimiento al monstruo, antes de volver a hablar en lengua muerta.
-Llegamos hace 3 noches, él está en la colina que está en el norte- grito el ser.
-¿Dónde?- pregunto, esta vez en español.
-No, no puedo decirlo, él me matara si lo digo- chillo.
-Igual vas a morir- le contesto como si eso fuera un hecho obvio- así que habla, quien sabe, igual decida ser piadoso contigo-
-No, no voy a traicionar a mi amo-
-Bien- esa fue única respuesta que le dio.
Acto seguido, levanto la espada, que unió sus partes para tener la apariencia de una espada convencional y le corto la cabeza de un tajo sucio.
Aioria y Aldebarán miraron con espanto y sorpresa. Fue un gran shock para ambos.
Sin perder tiempo, el forastero saco un aparato extraño del tamaño de un lápiz y un fosforo. Separo la cabeza medio metro del cuerpo y con el aparato y el fosforo, incendio el cuerpo.
-Oye- grito Aldebarán preocupado porque el incendio quemara y destruyera su taberna. Sin embargo, eso no ocurrió, el fuego parecía saber hasta dónde detenerse, pues solo se esparció por el cuerpo, sin tocar la madera del suelo.
Mientras el cuerpo se quemaba, el peliazul examinó el cráneo con tal soltura que parecía un niño examinado un juguete nuevo. Le abrió la boca, buscando algo desconocido. Asintió un par de veces y, sacando unas pinzas de un bolso de su gabardina, le arranco los colmillos y procedió a arrogar la cabeza con el resto del cuerpo para que se incinerara, quedándose con los colmillos.
Tras unos segundos, la llama del fuego creció y en cosa de nada se apagó, dejando solo una enorme pila de ceniza.
-Imposible- dijo Aldebarán. No era un experto, pero estaba casi seguro que un cuerpo tardaba alrededor de 3 horas en convertirse en polvo. Éste solo tomo un par de minutos.
Aioria tambien estaba sorprendido, nunca vio que ese tipo le rociara algo con ese extraño aparato, entonces ¿Cómo hizo que se incendiara sin un combustible? Realmente era un enigma.
Mientras los dos hombres traban de explicarse que acaba de pasar, el forastero recogió las cenizas y los colmillos, en un saco y un frasco pequeño respectivamente.
-Oye grandulón- le hablo una vez termino su tarea.
-¿S si?- le contesto el mas alto, algo nervioso.
-Yo...toma- le aventó un saco con dinero, uno bastante gordito- es por haber roto tus mesas- dijo con un pesado suspiro. Parecía incomodo de hablar con el mas alto.
-No, no es necesario, tú nos salvaste la vida, es mas, te debo una disculpa, trataste de salvarnos desde el inicio y yo solo hice que te hirieran- se disculpó apenado y ofreciéndole el dinero de vuelta, a lo que el peliazul acepto descaradamente.
-Esto aún no termina en realidad- le hablo mientras guardaba su dinero recuperado.
-¿Qué dices?- pregunto sorprendido.
-Esa basura es un simple subordinado de un vampiro mas poderoso, si no me encargo de él, se puede volver una plaga para este pueblo- le explico con seriedad.
-¿Hay algo que podamos hacer?- pregunto Aldebarán asustado y ansioso.
-Reúne al pueblo- le contestó el peliazul- llévalos a todos a la iglesia y que no salgan hasta el amanecer-
-Ellos no creerán lo que acaba de pasar- comento desanimado, ni el mismo lo creyó aunque estaba frente a sus ojos.
-No tienes que hacerlo, diles que un oso u otro animal grande los ataco y se toparon con un cazador que los ayudo aquí e ira a cazarlo, pero por seguridad deben ir a un lugar protegido-
-Suena bien- comento Aldebarán tras pensarlo un poco.
-Lleva una cruz contigo, pero escóndela y una vez estén todos dentro, pon otra frente a la puerta para que no puedan entrar esas cosas, solo que ponla por dentro ¿entendido?-
-Si-
-Una ultima cosa ¿todos en este pueblo se conocen?-
-Si ¿por qué?-
-Si va alguien que no conozcan y pide permiso para entrar, no lo dejen- sentencio de forma seria- esas cosas pueden entrar a lugares santos si se les invita a entrar-
-Ya veo- comento el mas alto recordando que la criatura que entro a su taberna tambien pidió permiso para pasar.
-Si alguien entra, lo hará sin decir nada- concluyo para terminar la instrucción- como yo- eso ultimo lo dijo con una sonrisa burlona.
-Vale, vale, ya entendí- dijo Aldebaran de forma apresurada. Se acerco a la barra y de un cajón saco un rosario de madera y busco su capa.
-Casi lo olvido ¿sabes si en la colina del norte hay alguna edificación o estructura grande?-
-Bueno, no exactamente, hace tiempo había una mansión a unos metros de la cima, pero se quemó hace años por culpa de un rayo, solo quedan unos cuantos cuartos de pie-
-Me sirve- contestó el forastero tomando una nota mental de esa información, al menos ya no iría totalmente a ciegas.
-¿Tardaras mucho con esto, necesitas ayuda?- pregunto preocupado por como reaccionaria la gente del pueblo. No quería una ola de pánico.
-Solo serán un estorbo, trabajo mejor solo- contestó recogiendo su ballesta- si es dos días no vuelvo, entrégale esto al párroco de tu iglesia, si no es un idiota sabrá que hacer, sino...tendrás que ir a capital con esto, ellos harán algo al respecto- le indico dándoles el frasco con los colmillos arrancados y un sobre pequeño.
-Entendido- acepto al mas alto de buena gana- vámonos Aio...- Aldebaran se quedo callado al ver que su amigo no estaba por ninguna parte- ¿Aioria?- pregunto desconcertado, el castaño no era alguien que se fuera de forma precipitada y sin decir nada.
El forastero levanto los hombros sin tomarle importancia a ese hecho. Tenía trabajo que hacer y no iba a preocuparse por un tonto. Solo necesitaba tomar su sombrero y empezaba la hora de caza.
-¿Pero que cara...?- se interrumpió el peliazul buscando desesperadamente por todo el suelo en busca de su sombrero- ¿Dónde esta, donde?- preguntó empujando todo, sin importarle de romper mas cosas en el lugar- ese idiota, ese tonto se robo mi sombrero- dijo antes de salir corriendo, importándole poco que no sabía a donde corrió el castaño.
Aldebarán trato de detenerlo, pero el forastero era muy rápido, otra cualidad que agregar al asesino de monstruos. Miro la puerta un segundo, no estaba seguro que hizo que su amigo tomara el sombrero. Él sabia que Aioria no era un ladrón, debió haber pasado algo serio para que tomara esa acción tan irresponsable. Solo esperaba que el peliazul oyera razones.
-Debo avisar al pueblo- dijo con cierta tristeza. Ojala Aioria pueda resolver lo que fuera que pasara y que ese cazador lo ayude.
Por su parte, el cazador salió de la taberna y busco desesperado al ladrón con la mirada. Por suerte para él, Aioria se tropezó con unos tablones de madera, lo que alerto al peliazul de la presencia de Aioria.
-Oye tú- le grito antes de correr para darle alcance.
En respuesta, Aioria le grito un "lo siento" para correr igualmente, huyendo de su perseguidor.
-Regresa acá idiota- le grito mientras corría tras el castaño- rayos, corre muy rápido para ser un humano común y corriente- pensó justo antes de hacer unos movimientos con las manos lo que provoco que las plantas de sus pies brillaran de un color azul celeste. Entonces Death dio un salto tan fuerte que pudo elevarse varios metros sobre el suelo, lo que le permitió darle alcance al castaño fácilmente.
-Devuélveme mi sombrero- dijo justo cuando sujeto el brazo del otro.
El tirón fue tan fuerte que tiro al muchacho y se cayo al suelo, sin soltar el sombrero.
-Dame eso asqueroso ladrón- le dijo forcejeando con el otro para recuperar su sombrero.
-Espera, por favor- le dijo Aioria en un tono suplicante, pero sin soltar el sombrero- déjame explicarte-
-Me vale un carajo lo que tengas que decir- le dijo sin querer escuchar a un sucio y vulgar ladrón-
-¡Necesito tu ayuda!- grito en un tono tan desesperado que los congelo a ambos en su lugar- por favor- le suplico en voz baja.
El peliazul no dijo, solo dejo de luchar por el sombrero y se quedo quieto, como esperando a que el otro le diga que pasaba.
-En verdad lo siento, no quise robarlo, pero necesito que me acompañes a mi casa-
-¿Por qué?- le pregunto con los ojos entrecerrados.
-Es mi hermano, algo le paso, por eso fui a la taberna, para buscar ayuda- le explico bastante nervioso.
-¿Y por qué yo?-
-Es que él, esta raro- dijo con dificultad
-¿Cómo?- le interrumpió, acercando su cara al castaño para verlo a los ojos.
-Yo...- se tomo una pausa- no se como explicarlo, creo que es algo sobrenatural, no...no lo puedo explicar porque no lo entiendo, por eso necesito que lo veas, que me digas que tiene, por favor, él es la única familia que me queda, no puedo perderlo- le rogo arrodillándose y sujetando la gabardina del forastero.
El rostro del peliazul se ensombreció y Aioria sintió miedo porque se negara a ayudarlo.
-Muéstrame- le pidió sin cambiar su tono serio.
-S si- acepto el castaño comenzando a caminar en dirección a su casa.
-Oye tonto- le hablo el peliazul para que se detuviera y lo mirara de regreso- devuélveme mi sombrero- le exigió con la mano estirada para que se lo de.
-No, no hasta que veas a mi hermano y lo ayudes- le contesto aferrándose mas al objeto en sus brazos.
-Bien- acepto el forastero de mala gana- entonces muévete, si no lo has notado tengo cosas mas importantes que hacer, como salvar a todo el pueblo en general- le recrimino con sorna.
-Pues bien- le contesto Aioria molesto y acelerando el paso.
Conforme caminaba, el peliazul se dio cuenta que el castaño lo llevaba a las afueras del pueblo, en dirección a la colina del norte, lo que lo alerto de inmediato. No creía que ese chico fue un subordinado del vampiro, pero debía estar alerta.
-Es aquí, es la granja de mi familia- le dijo señalando el terreno mas alejado del pueblo, prácticamente estaban en el limite del bosque en la colina. No era mucha distancia con el pueblo, tal vez unos 20 minutos caminando y unos 10 a caballo.
-¿Y bien? ¿Dónde esta tu hermano?- pregunto impaciente.
Antes de responder, se escucho un estruendoso ruido en el granero.
-Hermano- Aioria corrió sin pensar en busca de su hermano.
-No idiota, puede ser una trampa- le grito antes de correr tras él para evitar que haga una estupidez.
-Hermano ¿Dónde estas?- lo comenzó a llamar. Ya era de noche y era difícil ver en un lugar cerrado y sin la luz de su lampara.
-¿Aioria?- se escucho una voz grave, pero suave, como el dueño de la voz estuviera susurrando con miedo o precaución.
-Hermano ¿estas bien? ¿estas herido?- le pregunto mirando a todas partes, tratando de saber de donde venia su voz.
-Debes irte Aioria- le pidió con la voz temblorosa.
-Claro que no, sé que algo te pasa y no voy a abandonarte- le contesto al borde de las lágrimas, frustrado por toda la situación.
-Vete Aioria, no quiero herirte- le contestó mientras una sombra se movía de lugar.
-Tú nunca me harías daño- le contestó ahora mas determinado- por favor sal, quiero ayudarte-
-No puedes ayudarme, no se que me pasa- dijo en un tono tan dolido.
-Se que no puedo ayudarte, por eso te...-
-No te alejes idiota, puede ser peligroso- la voz del peliazul interrumpió la conversación entre ambos hermanos.
Antes de que Aioria diga algo, se escucho un ruido en la oscuridad y una sombra salto hacia el forastero, quien, esta vez, estuvo preparado y supo devolver el ataque sorpresa con una patada en el aire que mando a volar a la sombra con facilidad.
-¿Otra basura? Debí imaginar que el jefe no solo tendría un tonto sirviente- comentó mientras sacaba su ballesta. La cargo y cuando iba a apuntar, el castaño se abalanzo hacia él y lucho por quitarle el arma.
-¿Qué demonios haces?- le pregunto el peliazul molesto.
-No lo lastimes- le grito sin dejar de pelear por el control de la ballesta.
-En verdad eres un idiota- le dijo con una sonrisa torcida, claramente burlándose por toda la situación. Primero lo hace ir hasta allí para hacer su trabajo y ahora no quiere que lo haga ¿Quién entiende a ese niño granjero?
-El es mi hermano y su nombre es Aioros- le soltó el castaño con la esperanza de que al escuchar eso, el peliazul cediera y lo escuchara.
-¿Y eso qué?- lamentablemente para Aioria, no funciono.
Aioria quedo en shock un segundo y miro con odio al forastero- ¿Qué rayos pasa contigo? ¿acaso no tienes compasión?- le grito herido. Su esperanza se había esfumado con solo una frase.
-No se que de que hablas, yo soy muy compasivo- le contesto con una sonrisa- esa cosa ya no es humana, lo mas compasivo que puedo hacer es matarlo para librarlo de esa maldición ¿o acaso prefieres ver a tu hermano como un monstruo sediento de sangre que no distinguirá a sus amigos de sus víctimas? ¿quieres eso? ¡Responde!- le grito molesto.
-Él no haría eso- dijo dispuesto a salvar a su hermano.
-Aioria- se escucho una tercera voz que sorprendió a ambos- por favor-
-Hermano- grito el castaño preocupado.
Aprovechando el momento de sorpresa del forastero, Aioria lo empujo con toda su fuerza y corrió hacia su hermano, siguiendo el sonido de su voz.
-Maldición- se quejo el peliazul recuperando el equilibrio y tomando su ballesta con firmeza.
-No voy a dejarte, somos un equipo ¿recuerdas?- el peliazul vio como el castaño le hablaba entre lagrimas a otro hombre muy parecido al chico. La única diferencia entre ambos era que se notaba una cierta diferencia de edad (tal vez unos 6 o 7 años de diferencia) y que el otro hombre tenía un tono de castaño mas oscuro.
El peliazul apunto en directo en el pecho del castaño mayor. Era lo mejor para todos. Lo que menos necesitaba era un chupasangre recién creado y descontrolado para hacer mas difícil su trabajo.
-No- grito Aioria interponiéndose entre ambos, abrazando a su hermano para que el cazador no pudiera dispararle en algún punto libre.
-Muévete niño- le ordeno sin perder su postura de disparo.
-Tendrás que matarme primero- le grito decidido a proteger a su hermano mayor.
-Aioria- le hablo su hermano mientras levantaba las manos. El peliazul pudo ver como estas se retorcían de forma anormal y se iban deformando. Las uñas crecían y se hacían puntiagudas, asemejándose a garras.
-Él se lo busco- pensó para si mismo. El cazador ya sabía lo que iba a pasar. El castaño moriría atacado por su querido hermano mayor, todo porque no pudo aceptar que esa cosa ya no era su querido hermano, era una bestia hambrienta que ya no lo reconocía como su familia, solo lo veía como una fuente de alimento.
Las garras entonces bajaron hacia Aioria.
El peliazul miro asombrado.
En vez de matarlo, el otro castaño correspondió el abrazo mientras temblaba. Parece que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no dañar de ningún modo.
-Hermano, por favor, deja que me mate- le dijo el mayor con dificultad.
-Eso jamás, no voy a permitir que te lastime- le contesto apretando su agarre.
-No quiero ser un monstruo Aioria, no quiero matar a nadie y menos a ti- le dijo con mucho pesar- pero duele tanto, duele estar cerca de ti, tengo estos deseos de matarte y beber tu sangre, tan tibia y cálida...tan deliciosa- la voluntad del mayor parecía flaquear al decir esas palabras- ¡solo deja que me mate!- grito tratando de alejar a su hermano para no caer en ese deseo de degollarle el cuello a su hermano.
-No puede ser- susurro el forastero- esto no puede ser, a menos que...- con esa idea en la cabeza, guardo su ballesta y corrió hacia los hermanos. Junto sus manos en un estruendoso aplauso que libero una onda de color naranja, lo que separo a ambos castaños. Aprovechando la conmoción, saco algo de su cinturón y salto sobre Aioros para dejar caer su peso sobre él.
-No- grito Aioria aterrado, al menos hasta que vio que el cazador no tenia la ballesta en sus manos.
El peliazul amarro las manos del mayor con una especie de hilo plateado. Luego de eso lo hizo con los pies y tambien le amarro el cuello con un nudo.
Aioria miro entre shokeado y aterrado ¿qué pensaba hacer ese cruel hombre con hermano mayor?
No hizo nada mientras amarraban las manos y los pies, pero decidió intervenir al ver que le apretaban el cuello.
-Dejalo- dijo corriendo hacia ellos.
-Cálmate idiota- le dijo con ese tono tan desfachatado que empezaba a molestar a Aioria- si lo quisiera muerto, ya lo estaría desde hace cinco minutos y tú no hubieras podido hacer nada-
Aioria frunció el ceño, molesto por todo el comentario.
-¿Y entonces que le estas haciendo?- le pregunto tratando de no dejarse llevar por la furia.
-Comprobaba algo, solo eso- le dijo mirando mas de cerca al otro castaño- parece que todavía no se ha transformado por completo-
-Espera ¿Cómo sabes eso?- le pregunto ansioso. Estaba feliz, emocionado y preocupado por igual.
-Bueno, tu hermano no termino descuartizado, eso es una buena señal- le contesto sin darle mucha importancia al asunto.
-¡¿Qué?!- grito Aioria aterrado.
-Este hilo, puede descuartizar a los vampiros como si fueran mantequilla- dijo entre risas- en cambio a tu hermano solo parece provocarle un poco de irritación. Eso y parece que todavía no le salen los colmillos prueba que no se ha transformado por completo- dijo al abrir la boca del otro castaño y revisar sus pupilas.
-¿Significa que aun podemos salvarlo?- pregunto Aioria nervioso.
-Depende- contesto antes de enfocar toda tu atención hacia el mayor- ¿hace cuanto empezó esto? Se sincero-
-Creo que desde la mañana, es decir, en la madrugada salí porque pensé que un ladrón quería robarse nuestros animales, algo me ataco, pero no vi que fue- le explico Aioros tratando de recordar cada detalle.
El peliazul todo el cuello del otro y encontró lo que buscaba, un par de orificios en fila. La marca de la mordedura de un vampiro. Suavemente toco la herida y noto que estaba fresca, lo que cuadraba con la historia del hombre.
-En la mañana desperté estaba en el suelo del establo y me sangraba un poco el cuello, así que fue a limpiar la herida no me sentí diferente hasta el ocaso. Me sentí débil, mi cabeza daba vueltas, sentí un escozor en la garganta y quemaba la piel al sentir los rayos del sol, especialmente en mi herida. Mi hermano lo noto y me pidió descansar mientras iba por ayuda-
Vale, eso tambien cuadraba con la información que tenía.
-Hace poco empecé a sentir que todo hacia mas ruido, los olores se intensificaron y me dio una terrible sed de sangre, luego apareció mi hermano y algo en mi interior me pidió que lo mate y me lo coma, yo no quiero eso, lo juro-
-¿No has tomado nada de sangre?- preguntó el peliazul muy serio.
Aioros negó con la cabeza.
Aunque todo calzaba, el cazador no tento su suerte y saco su cruz y la puso sobre el castaño. No paso nada.
-Eres fuerte, te lo reconozco- le dijo quitándose de encima y levantando al otro, sin quitar sus amarres.
-Ambos tienen suerte, es posible quitarle la maldición vampírica- anuncio presumido.
-¿De verdad?- Aioria estaba a punto de llorar por la alegría.
-Pero no tenemos mucho tiempo- dijo frunciendo el ceño y buscando algo con la mirada.
-¿Por qué?- Aioria ahora estaba asustado.
-La maldición se vuelve irreparable una vez se alimentan de sangre- le empezó a explicar- ¿qué hay ahí dentro?- señalo una puerta en una esquina.
-Ahm, ahí guardamos las herramientas- contesto sin entender porque preguntaba eso.
-Sácalas, ahí pondré a tu hermano-
-¿Cómo?-
-Ay por favor- se quejó el peliazul por las exageradas reacciones del tonto este- solo será un resguardo temporal en lo que lo curo por completo, es para mantenerlo a salvo y proteger a otros de él- le explico ya fastidiado del castaño menor.
-Esta bien Aioria, si así no lastimo a nadie, no me importa estar encerrado- le dijo hablando con cierta dificultad. Parecía exhausto.
Aioria obedeció y saco todas las herramientas y se aseguro de no dejar nada dentro.
-¿Ahora que?- pregunto el menor.
-Ve por una silla y ¿tienes una biblia?- pregunto revisando algo entre sus cosas.
-Si ¿por qué?-
-Tráela-
Aioria asintió y fue por lo que le pidieron. Po su parte, el cazador saco una tiza y empezó a dibujar unos extraños símbolos en el piso.
-Aquí están- anuncio Aioria su regreso.
Sentaron a Aioros en la silla, el peliazul lo amarro a ella con ese extraño hilo y lo metieron en el cuarto. El peliazul tomo la biblia y le fue arrancando hoja por hoja para pegarlas por toda la habitación mientras rezaba unos canticos en latín. Aioria no estaba seguro, pero algunos le sonaban familiares ¿acaso eran salmos o algo así?
El cazador tomo su tiempo, pero tapizo todo el interior con las hojas de la biblia.
-¿Algo que le quieras decir a tu hermano antes de cerrar la puerta, porque una vez lo haga deberá estar sellada hasta que lo curemos- le dijo a Aioria un poco menos tosco que antes.
-Te quiero hermano y no temas, vas a volver a ser humano ¿esta bien?- le dijo tratando de sonreír para calmar tanto a su hermano como a su corazón.
-Por favor Aioria, ten cuidado- le dijo Aioros a su hemano para luego mirar al peliazul- gracias, de verdad-
-Lo que sea- dijo totalmente desinteresado.
-¿Puedo saber tu nombre?- pregunto antes de que cerraran la puerta.
El cazador guardo silencio un momento.
-DeathMask, solo llámame DeathMask- respondió en un tono mas tranquilo, incluso parecía agradable.
-Un gusto, yo soy Aioros- se presento con una sonrisa lastimera, era evidente que estaba agotado, luchando consigo mismo.
La puerta se cierra.
El peliazul entonces quemo unas hojas de la biblia y con la ceniza hizo una marca en forma de cruz del tamaño de la puerta.
Por último, arrojo un líquido transparente de un frasco frente a la puerta.
-¿Qué es eso?- pregunto Aioria curioso.
-Agua bendita- contesto mirando lo que quedaba de la Biblia- creo que tendrán que conseguir otra de estas- dijo señalando el despedazado libro.
-No importa, podemos comprar otra- contesto Aioria mirando hacia el cuarto donde estaba encerrado su hermano- ¿y cual es el plan?- cambio de tema casi de inmediato.
-¿Plan?- pregunto el peliazul levantando una ceja.
-Si ¿Qué vamos a hacer para salvar a mi hermano? ¿un embrujo o tal vez...?
-Alto, alto- interrumpió el cazador- ¿nos? Eso me suena a manda y deja te lo aclaro de una vez, YO voy a hacerme cargo, tú quédate y vigila a tu hermano- le dijo dándole un golpecito en la nariz.
-Estas loco- le dijo dándole un manotazo al forastero- no voy a quedarme aquí sin hacer nada, es mi hermano de quien estamos hablando-
-Si que eres un idiota- se burlo del castaño- la única forma de salvar a u tu hermano es matando al vampiro que lo transformo antes de que la transformación de complete ¿recuerdas la basura de la taberna? Bueno, ciertamente su amo será mucho mas fuerte que él y no quiero estorbos en mi camino- le dijo picándole el pecho con desdén- quédate y vigila a tu hermano- con esas palabras dio por terminada la conversación y se dirigió a la puerta.
Aioria lo vio irse molesto, no le importaba lo que dijera ese cretino. Iba a ir a ese viaje e iba a salvar a su hermano. Si era cierto que no tenían mucho tiempo, era mejor tener un par de manos y cabeza extra.
Tal vez él no tenga poderes raros u objetos místicos al alcance, pero si era rápido y se enorgullecía de su fuerza. Tal vez podría ser útil en determinados momentos.
Aioria miro una ultima vez el cuarto donde estaba su hermano y se fue corriendo.
DeathMask lo vio salir del granero, pero se calmo al ver que entro a lo que parece ser su casa.
Efectivamente, Aioria entro a su casa, pero solo para buscar un morral y guardan unas cosas que imagino podrían serles de utilidad. Espero a que el peliazul, ahora de nombre DeathMask, se alejara lo suficiente como para seguirlo sin llamar la atención.
Era hora de cazar monstruos.
Fin?
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Hola a todos, la autore regresando, esta vez con una historia diferente. Antes que nada, una disculpa por la tardanza y porque esta no es la continuación que sé que tanto desean. La verdad es que esta historia, aunque ya le tenía ideada desde hace tiempo, apenas la escribí por una dinámica de Halloween en un grupo de amigos. Fue divertido, pero no lo pude compartir acá antes porque note que tiene demasiadas cosas raras porque me apresure para cumplir con la fecha que pusieron (igual, puede que vuelva a revisarla para editar cualquier otro error que se me paso).
Igual espero que les guste es pausa momentáneamente de la reunión familiar, pero es que es un capitulo muy cargado para mi por cuestiones personales me llegaron de pronto y fueron un golpe para mi pobre cabeza de chorlito, ya voy a la mitad, pero hay tantas cosas que debo considerar que me esta siendo muy pesado, así que por ahora continuare con esta historia, porque si, esto todavía no termina (hay que salvar a Aioros después de todo).
Tal vez no siga la otra historia hasta que termine este, con 2 o 3 capítulos mas o menos. O tal vez intercale con la de reunión considerando que tambien le falta poco para acabar, ya vere, como dije, ese capítulo es muy pesado y no estoy pasando por un momento tan bueno (no se preocupen, estoy bien en lo que cabe, solo he tenido que procesar algunas cosas algo delicadas).
Aclaraciones:
1.- El atuendo de DM es muy parecido al de VanHellsing de Hugh Jackman, pero no tan cargado.
2.- Me imagino la espada de DM como la que utiliza el primer villano de Samurai Jack en la quinta temporada, solo que le cambie algunas funciones.
3.- El aparato que usa DM para incendiar el cuerpo se parece, en apariencia, al que tiene Dumbeldor en Harry Potter, ese que usa para apagar las luces al inicio de la primera película y que le deja a Ron en la reliquias de la muerte.
Por ahora, eso es todo, igual seguiré editando algunas cositas en los próximos días. Por favor, no duden en votar y comentar.
Hasta la próxima lectura.
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