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Alcohol y depresión

-¿Qué hare? ¿Cómo se suponen que lidie con esto?- se maldecía un joven de cabella castaño y de ojos verdes mientras se mojaba la cara en el baño de hombres del piso donde trabajaba. Ese muchacho se llamaba Aioria y en ese momento estaba pasando por una crisis social y emocional muy seria. Esto no debía pasar, se supone que solo había sido un acostón de una sola noche con un desconocido, y ahora ese tipo estaba reunido con su jefe y el hermano de su jefe, los dueños de la compañía para la que trabajaba.

Al principio, cuando todavía estaba medio adormilado, pensó que la aparición de ese tipo en su lugar de trabajo, solo se trataba de una alucinación causada por su falta de sueño y que no había desayunado, pero cuando vio que el hermano de su jefe, el otro dueño de la compañía, lo presentaba como su trabajador, supo que era real. Menos mal su jefe lo mando al baño para lavarse la cara, y cambiarse la camisa por otra limpia. Lo que ahora lo hacía pensar que tan mal estaba su aspecto como para que decidiera prestarle una de sus camisas. Evidentemente, su jefe noto que traía la misma ropa que ayer, lo que seguro le dio una idea de porque estaba en ese estado. Lo sorprendente fue que no lo regaño o le llamó la atención como ya era costumbre entre ambos desde hacía tiempo.

El problema ahora era como iba a zafarse de ese embrollo. No podía simplemente huir del trabajo y decir que estaba enfermo porque esa reunión era de suma importancia para la compañía entera, no por nada estaban los dos dueños involucrados, pero tampoco se sentía con las fuerzas para darle la cara a ese hombre misterioso tras lo sucedido anoche y menos aún al notar que éste, no solo lo recordó, sino que lo reconoció. ¿Qué haría ahora? Escapar por la ventana parecía irrisible, pues la ventana era muy pequeña.

¿Qué tan inmaduro seria encerrase ahí todo el día? Vaya, en verdad estaba dispuesto a tirar todo su trabajo a la basura por un tonto error de adolescente. ¿Cómo se permitió caer tanto en el alcohol como para tener una noche de sexo casual con un desconocido? ¿acaso tan bajo estaba su estado emocional como para hacer algo tan irresponsable? Al parecer si, pues pasó de un simple acto como ayudar a un pobre borracho a tener sexo con ese borracho sin pensarlo mucho. Estúpido Alcohol, fue por su influencia que abuso de un hombre que no estaba en sus cinco sentidos. Aunque él tampoco lo estaba, ciertamente estaba más aterrizado que el otro, quien apenas estaba consciente, claro que, al final no podía decir quien abusado de quien considerando como se dio todo.

-Hermano, cuanta falta me haces ahora- se maldijo tras pensar esa frase. Era el colmo querer ir a esconderse en los brazos de su hermano en un momento como ese, pero simplemente no podía evitarlo. Necesitaba del auxilio de su hermano, pero este no podría ayudarlo y eso lo ponía muy mal.

No era la primera vez que una enorme tristeza lo embargaba de forma tan esporádica. De hecho, se había vuelto algo común en el muchacho desde hace un año, más específicamente desde que su hermano mayor había fallecido. Desde que su hermano había muerto en ese accidente automovilístico su mundo se había derrumbado, ya no salía a fiestas, ya no convivía con sus amigos o compañeros de trabajo, salvo para lo que él consideraba fundamental, cosa que era mínima para ese entonces. Si todavía no se había encerrado en su casa todo el día, era porque su jefe lo hacía levantarse para ir a trabajar y salir. Fue por eso qué nunca pensó que estuviera tan mal, emocionalmente hablando. Claro que, reflexionando un poco, era obvio que no estaba nada bien, si consideraba que las veces que salía era para beber solo en un bar, para ahogar un poco sus penas en alguna bebida destilada.

Fue así como recordó todo lo sucedido anoche y eso sólo hizo sentir peor porque en realidad, sino fuera por su estúpido habito de ir a beber una vez a la semana, no estaría metido en ese lio ahora, pero con la noticia de que finalmente pondrían a un reemplazo fijo al puesto de su hermano realmente se vio en la necesidad de un trago bien frio. Ese trago se volvió en dos y luego en tres, cosa normal cuando se iba tomar. Nunca, en todo ese año, se había puesto tan tomado como para estar borracho, simplemente pasaba el tiempo mirando su vaso recordando a su hermano y preguntándose cosas, pero anoche eso cambio cuando ese sujeto se le acerco.

No era la primera vez que alguien, hombre o mujer, se sentaba a su lado en ese elegante bar, pero nunca le habían dirigido la palabra, bueno, existía la posibilidad de que sí hubiera sucedido, pero él nunca se percató de ello, dado que en cuanto llegaba, se sentaba en una esquina, pedía alguna copa y se desconectaba del mundo, no le prestaba la más mínima atención a lo que acontecía en ese bar. Bien podrían estarse medio matando unos tipos a dos mesas de él y ni se inmutaría, ya para ese entonces no le importaba ayudar a otros como solía hacerlo antes.

Por lo que ese tipo sí que debió ser muy ruidoso para llamar su atención, aunque no estaba muy seguro como es que terminaron hablando.

Tal vez el otro le habló y al ver que Aioria no le respondía es que se le abalanzo para que le hiciera caso. La otra probabilidad es que ese tipo le hubiera hablado, pero estaba tan ebrio que no noto que el castaño ignoraba su presencia y lo abrazo porque pensó que había hecho un amigo nuevo. De cualquier forma, todo empezó para el castaño cuando ese sujeto lo tomo de los hombros y lo sacudió los suficientemente fuerte como notar su presencia.

En un comienzo, Aioria creyó que se trataba de un buscapleitos, pero cuando este hombre lo abrazo y balbuceo unas palabras, noto que era un borracho inofensivo. Fue por ello que lo dejó ser, no tenía por qué preocuparse por su persona con alguien que evidentemente apenas se podía mover. Es más, quien parecía estar indefenso era el otro hombre, pues no parecía muy consciente de lo que hablaba y a quien se dirigía. ¿sería por eso qué decidió ayudarlo a regresar a su casa? No estaba seguro, eso de ser altruista era historia antigua para el castaño. Sin embargo, lo hizo, pese a que todos los pensamientos que le decían que lo dejara ahí y que alguien lo ayudaría en su lugar, algo en su interior lo obligo a quedarse a ayudarlo, incluso cuando el cantinero se ofreció a esa labor, simplemente no pudo dejarlo a su suerte.

-¿Dónde vives?- pregunto el castaño zarandeando un poco al otro para que despabilara lo suficiente como para darle información útil.

-¿Eh? ¿Cómo?- preguntaba ese hombre sin poder fijar la vista.

-¿Qué en donde vives?- le volvió a preguntar mientras sacaba su teléfono para pedir un auto.

-Uhhhhh vivo como a tres horas de aquí- le contesto divertido al momento de mostrarle dos dedos para luego moverlos frente a su vista borrosa, tratando de averiguar porque de pronto tenía tantos dedos extras.

-¿Vives fuera de la ciudad?- pregunto Aioria bastante asombrado por esa respuesta.

-Aja, vine por ¿por qué vine? Ah sí, trabajo ¿trabajo? Si, trabajo- se respondió el otro ante sus propias preguntas- por eso...por eso estoy en un hotel, uno bonito- divago un poco con el castaño.

-¿Y qué nombre tiene ese hotel bonito?- pregunto el castaño rogando internamente porque el otro lo recordara bien y no llegara a un hotel equivocado.

-No...no recuerdo...creo...creo que tengo unos cerillos con su nombre ¿o eran unos dulces?-

-¿Y lo traes contigo?- pregunto un poco más emocionado de lo que debió. Posiblemente por causa del alcohol en sus venas.

-¡Claro! En mi saco- le indico sin poder meter la mano en el bolsillo interior de su saco, por lo que Aioria opto por ser él quien buscara en el saco ajeno- basta, me haces cosquillas- dijo entre risas al sentir las manos del castaño por su torso.

-No lo encuentro ¿seguro que traes esos cerillos contigo?- pregunto el castaño sin prestarle mucha atención a las "quejas" del otro.

-Creo que están en uno de los bolsillos de mi pantalón...agárralos si quieres, solo...solo no me robes ¿de acuerdo?- le dijo riendo un poco.

-Quédate quieto- le ordeno Aioria sin detenerse a pensar lo raro de esa situación, al menos no lo hizo hasta que escucho ciertos sonidos que le provocaron un escalofrío.

-No, no pares...me gusta mghh- susurro el otro disfrutando de los esporádicos toques que le daba Aioria mientras buscaba ese objeto que le indicara en que hotel se hospedaba. El castaño intento ignorar esos sonidos morbosos mientras seguía en su trabajo, cosa que simplemente volvió la situación más incómoda.

Tras unos minutos, que fueron demasiado largos para Aioria, éste encontró una caja de cerillos con el nombre del hotel. Para sorpresa del castaño, el hotel donde se quedaba el sujeto era ni más ni menos que el "Athenas" uno de los hoteles más grandes de la ciudad. Eso implicaba que ese borracho que tenía al lado debía tener un estatus social alto, o mínimo debía ser alguien de dinero para poder pagar un cuarto ahí, algo que era bastante obvio si se ponía a pensar que el traje de ese sujeto era bastante fino, no muy vistoso, pero se notaba la calidad de su tela y corte, aparte de que sus mangas usaban mancuernas en vez de simples botones.

Nada más le faltaba eso, ser la niñera de un riquillo ebrio. Lo único bueno de todo ese escenario, es que no estaba muy lejos.

De cualquier forma, Aioria llamo a un taxi y cuando llegó tuvo algunos problemas en subir al ebrio, sobre todo porque este último no lo soltaba. Tanto insistió el sujeto, que no pudo hacer otra cosa que subir con él.

Aquello le hizo soltar una risa seca, ya desde ese punto no mostraba mucha resistencia ante ese sujeto. Aunque tampoco es como que el otro lo hiciera sentir incomodo, de ser ese el caso, lo hubiera golpeado hasta que le dolieran los nudillos por tal ofensa, pero no, nunca lo toco de forma indebida. Bueno, tal vez si lo toco un poco en el taxi, pero no fue para nada un tacto sexual, sino que fueron pequeños toques que, extrañamente, le hicieron sentir cómodo.

Primero cuando descansó cabeza en su hombro. Iba a decirle algo, pero al ver el rostro del otro y escuchar unos murmullos lamentables, supo que su acompañante estaba mareado y esa fue su forma de evitar sentirse peor, por lo que no dijo nada y simplemente se quedaron así por un rato. Al menos hasta que sintió que el otro empezó a frotar su cabeza en el espacio que había entre su hombro y su cuello como si de un gatito en busca de afecto se tratase, y si bien eso pudo ser suficiente para darle la golpiza de su vida, lo cierto que le pareció tierno ese gesto, incluso le hizo recordar cuando él hacia lo mismo con su hermano cuando era pequeño. Incluso le pareció sentir esa calidez, aunque sabía que eso era imposible. Todo le parecía un sueño, un viaje al pasado en donde su hermano lo abrazaba y le dejaba sentir su luz.

-Huele bien tu colonia- escucho que le susurro el hombre mientras sentía unas pequeñas caricias en su hombro y pese a qué si considero detenerlo, no lo hizo porque no hubo necesidad. No fue más allá de eso y el viaje fue tranquilo. Tal vez el pensar que aquello era el final de todo fue lo que lo hizo caer en el juego del otro, tal vez no deseaba dejar de sentir ese calor aún, quien sabe.

Cuando llegaron al hotel, Aioria se vio en algunos problemas en sacar al otros del vehículo, ya que el borracho no deseaba separarse del castaño ni un minuto, ni siquiera cuando éste le había dicho que ya habían llegado a su hotel. Fue tanto el alboroto que ambos causaron al salir del taxi que prácticamente fueron a dar al asfaltó, apenas dándole tiempo al castaño de evitar que el otro cayera de cara. Lamentablemente para él, esa acción provoco que quedaran en una posición comprometedora, por decirlo de algún modo.

-Te cuento un secreto...tengo la sensación de que me quieres seducir- le dijo acercando peligrosamente su rostro al de Aioria- y lo estas logrando con creses- con esas palabras Aioria saltó para separarse de inmediato y ayudar al otro en levantarse. Según el castaño esa era la señal para irse, pero el ebrio le hizo una jugada que no espero -eres muy guapo- le dijo aprovechando la cercanía que le dio el otro cuando le ayudo. En movimiento rápido le pasó la mano por el rostro y tocando debajo de su labio inferior con su pulgar- ¿no te gustaría pasar conmigo y...- se le pego en el oído para que nadie más pudiera escuchar su proposición, aunque el rostro enrojecido de Aioria podía dar una idea muy clara de que le había dicho.

Tan solo recordar esa propuesta indecorosa y como, por algún motivo, aceptó sin mucha vacilación, provocaron que Aioria se frotara la cara todo molesto y avergonzado. No podía entender porque simplemente no lo mando al diablo o le metió un par de trompadas por habérsele insinuado en ese momento. Ahí es donde pudo golpearlo por haberlo ofendido, ahí pudo dar por terminado su buena acción del año, más no fue así. Solo fue el principio de algo...intenso.

Lo peor de todo es que no creía ser capaz de olvidar esa noche en mucho tiempo, más precisamente todo lo que hicieron una vez llegaron al cuarto del otro.

Recordar esos besos apasionados, como lo fue desvistiendo, como lo mordía en la espalda, como le tocaba su miembro con esas manos mágicas. Tan bueno era en hacerlo sentir bien que ni protesto cuando lo empezó a penetrar, cosa que significaba mucho considerando qué en sus encuentros anteriores con hombres, no temía admitir ser gay, siempre tuvo el papel de dominante.

Todo fue tan maravilloso hasta que se vio desprovisto del calor del otro en sus entrañas. Un sentimiento de culpa y de enorme soledad se hicieron presentes cuando notó que su compañero cayo dormido instantes después de tan increíble orgasmo.

El dolor emocional regreso cuando sintió una punzada en su entrada, fue el gatillo que lo hizo llorar hasta caer dormido. Si pudo despertar a su hora de siempre, en realidad fue gracias a su compañero, quien le acaricio cerca de su labio, por ahí también le pareció escuchar que dijo algo, pero no escucho bien porque todavía estaba inconsciente. Al menos hasta que la realidad lo despertó de un susto. Menos mal el otro sujeto ya había entrado al cuarto de baño.

No lo pensó mucho, en cuanto escucho el agua de la regadera, se levanto como un rayo, se vistió apresuradamente y salió de ese cuarto tratando de no hacer ruido. Estaba demasiado avergonzado como para enfrentar al ex-borracho así que simplemente huyo de ese hotel tan rápido como pudo. Cuando estuvo a una cuadra del hotel vio la hora en su teléfono y supo que no tendría tiempo para ir a su casa a cambiarse por lo que simplemente emprendió su camino al trabajo pensando que jamás volvería a toparse con ese hombre...lamentablemente se equivocó.

Ahora el problema a tratar era que hacer. Huir sonaba bien, pero su jefe sabia donde vivía y tenía llave de su departamento. Como detestaba lo invasivo que podía ser ese hombre a veces. No le interesaba si esa actitud era por culpa, dado que él fue quien le pidió a su hermano ir a ese viaje donde tuvo su accidente, o sí ambos hombres habían hecho de esos pactos de amigos de cuidar a sus hermanos menores del otro por si llegaban a faltar. Si era la segunda opción, Saga sí que se había tomado demasiado en serio aquello y se aprovechaba de su posición de poder para protegerlo.

Ya estaba pensado en cómo salir por una de las ventanas cuando la puerta se abrió y dejo ver a ese sujeto. Como acto de reflejo, se hizo para atrás, como tratando de huir de ese hombre. No es que le tuviera miedo, simplemente no quería tenerle cerca.

-Hola- le saludo el otro con una sonrisa que, al menos para Aioria, era encantadora. De hecho, todo ese hombre se veía muy apuesto ahora que estaba sobrio y bien aseado. Con su cabello azul un tanto mojado por el baño que tomo, esa ropa formal bien cuidada sobre su bronceada piel y ese sutil aroma a loción masculina; se veía muy atractivo ¿por qué no podía dejar de verlo de ese modo?

-Los jefes están esperándote para iniciar la junta- le aviso el peliazul.

-Gracias- contesto Aioria tratando de controlar su ansiedad- yo, voy en camino- dijo intentando no titubear frente a ese hombre.

Comenzó a caminar en dirección de la puerta, todo parecía normal, pero sus piernas empezaron a flaquear conforme se acercaba ese sensual hombre. Realmente trató de controlarse hasta el momento de poder darle la espalda. El único momento en que sintió desfallecer fue cuando paso al lado del peliazul, pero logro dar el paso seguir hasta llegar a la puerta para salir de ahí.

Por un momento se detuvo antes de abrir la puerta, quiso decirle algo al otro sujeto, sin embargo, no tuvo el valor de emitir palabra alguna, por lo que abrió la puerta y se fue, dejando solo al peliazul quien no lo siguió inmediatamente, cosa que tranquilizo un poco al castaño.

-Que lindo- comentó el peliazul enternecido por los pobres esfuerzos de parecer rudo y fingir que nada había pasado- pero no creas que te libraras de mí tan fácilmente, por fin de encontré y no pienso alejarme de ti- sonrió y decidió seguir al muchacho, ya tendría mucho tiempo para estar con él, después de todo, ahora serían compañeros de trabajo.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Bueno, hasta aquí.

Hola de nuevo mis queridos lectores, aquí la autora con una nueva historia, esta vez un poco mas reflexiva y contada desde el punto de vista de Aioria.

Antes que nada, les debo una disculpa por la tardanza, pero es que pasaron mil cosas (entre ellas que casi muere mu compu y que estaba terminando mi semestre en la universidad) y apenas quedé libre para escribir. Ahora tengo un par de semanas libres y espero recompensarles todo el tiempo que no les pude dar nuevos capítulos.

Bien, pues sólo me queda preguntarles ¿quieren continuación de esta historia o prefieren otra nueva, ya tengo en mente una donde vemos a los caballeros como caballeros de Athena, aunque es más una reflexión sobre DeathMask como personaje individual, claro que si tiene un poco de Aioria X DM.

Ustedes díganme lo que quieren ver primero, ya que ambos van a tener su aparición.

Creo que es todo, así que los dejo escoger, tienen el día de hoy para decidirse.

Ya saben, cualquier duda, queja o sugerencia, no duden en escribirla, ahora si podre responderles.

Hasta el próximo capitulo.

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