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"El violín y la guitarra" de Alex-Twain23

Hace poco comencé a vivir dentro de una academia de élite exclusiva para varones. Específicamente estoy aquí por las clases de violín. Realmente no me importa en cuál escuela estudio, solo me interesa que las clases de violín sean buenas. El sonido del violín me encanta, me parece tan melancólico y expresivo que no pude evitar enamorarme de la música clásica, me resultaba tan parecida a mí que el armonioso sonido del violín y yo parecemos almas gemelas.

Era de noche, hoy la cena sería más formal de lo usual, incluso hay que usar traje. Lo especial de hoy sería que, por primera vez, los profesores, el director y otra gente asociada a la escuela cenarían con todos los estudiantes en el comedor. 

Los dormitorios son individuales, pero a la vez son bastante pequeños y comunes. Salí del mío estando listo para la cena de hoy. Caminé sin emoción hacia el comedor, me senté en una mesa donde habían chicos de mi grado. No me llevo bien con ninguno, pero estar en la misma mesa que ellos es mejor que estar en una con chicos de una clase superior o inferior. 

La cocinera me había dicho previamente que la cena de hoy sería ensalada, arroz, pollo y puré de papa. Mi expresión siempre es neutra, no muestro felicidad ni tristeza, simplemente no siento nada cuando estoy rodeado de gente, solo cuando toco el violín puedo sentir vida fluyendo en mi interior. 

Los profesores y el director dieron un discurso sobre el esfuerzo y el trabajo duro. Luego de esas eternas y aburridas palabras, sirvieron la cena, ya conocía el menú, aún así fue sorprendente la alta calidad de la comida. 

La cena inició, todos los chicos comían en silencio manteniendo el orden, normalmente habría estudiantes gritando por todos lados, pero hoy todo era formal y silencioso por la presencia de gente importante en el comedor. Miré mi ensalada con cierto disgusto, la verdad no soy fan de ciertas verduras y no me gusta la ensalada. 

Sentí la vista de alguien clavada en mí, miré a mi lado donde estaba un chico muy guapo, su mano estaba sobre la mesa de madera, hasta ahora no había tocado su cena. Pude detallar una pulsera con un dije rosa atado a su mano izquierda.

— ¿Te comerás la ensalada? —inquirió el chico lindo en voz baja dirigiendo su vista fugazmente hacia mi plato. 

Negué con la cabeza. 

—Te doy mi puré de papa si me das tu ensalada —propuso con una sonrisa honesta y radiante, asentí con la cabeza para su idea. 

Fui discreto al momento de pasarle mi ensalada y recibir su puré de papa.

—Muchas gracias.

—Gracias a ti —musité agradecido con él por el trueque recién realizado.

—No entiendo el motivo de esta cena —dijo el chico guapo de repente. Desvié mi mirada nervioso. Jamás me había hablado un chico en esta escuela, ni siquiera acudían a mí para pedirme la tarea—. Mi tiempo es valioso, no suelo venir a cenar, ¿de casualidad sabes por qué hicieron esta cena obligatoria?.

Me sentí algo tímido, no sabía qué decir, mi mirada estaba fija en mi mano que apretaba la muñeca de mi otra mano como intento de disminuir los nervios. Él es bastante lindo, tiene ojos claros, piel tonificada, cabello oscuro, a simple vista es el guapo chico con el que una adolescente quinceañera querría estar, pero parecía bastante presumido.

— Yo... no sé nada sobre el motivo de la cena —balbuceé juntando fuertemente mis piernas para aliviar los nervios. 

Él no paraba de mirarme. A diferencia de él, yo no soy tan atractivo, mi cabello es castaño claro, mis ojos son azul oscuro, mi piel es algo pálida. Y mis mejillas y nariz están adornadas con unas pecas. 

—Tu gusto por la moda es bastante raro, pareces un vago vistiendo así, pero tus ojos azules son bastante lindos, y solo por ese color tan peculiar en tu mirada me agradas —comentó aún examinándome con la mirada, mis mejillas estaban rojas. No me agrada la gente superficial, aún así él es el primer chico que se fija en mi color de ojos, mi corazón se sentía extraño—. ¿Qué prácticas?

—Vi-Violín —tartamudeé.

—Oh, me agrada ese instrumento, pero soy más de la guitarra —admitió sonriendo—. Mis habilidades con la guitarra son superiores a las de mis compañeros, además, la guitarra es uno de los mejores instrumentos de cuerda. 

Vaya, que presume, pero a la vez eso lo hace ver tierno.

— Como digas... —respondí sonriendo. 

Hace tanto tiempo no sonreía y menos por una persona, me seguía sintiendo extraño, pero era una sensación agradable.

—¿Cómo te llamas?, ¿de que habitación eres? —indagó mientras tomaba una cucharada de arroz y se lo dirigía a la boca.

— Soy Matías, estoy en la habitación 215 —respondí sintiéndome seguro y cómodo. 

A pesar de que se ve presumido a simple vista, él parece más que eso. Puede que presuma sus habilidades, pero un chico egocéntrico y engreído solo hablaría de sí mismo, en cambio él pregunta cosas sobre mí.

—Me llamo Ray, soy de la 220, la que está al final del pasillo —respondió él con las comisuras de sus labios alzadas. Pasamos el resto de la cena charlando y conociéndonos un poco. Nos tuvimos que despedir al finalizar la hora de la comida. Cada quien fue por su lado a su respectiva habitación. No podía dormir, estaba bastante pensativo, extrañamente no pensaba en el violín, sino que en mi mente solo estaba Ray. 

Usando mis pijamas de estampado de panda salí de mi habitación para cargar un rato por el pasillo que iniciaba desde la habitación número 205 hasta la 220. La luz de todas las habitaciones y las del pasillo estaban apagadas, excepto la de la habitación 220. Me pregunto qué estará haciendo Ray... 

Toqué suavemente la puerta de la habitación 220, segundos después oí un suave "pase" pronunciado por la melodiosa voz de Ray. Al entrar a la habitación presencié la definición de la palabra "desorden". Había cuadernos regados por el suelo, una guitarra sobre el escritorio y ropa u otros objetos tirados por todos lados. Las sábanas estaban en el suelo, era un desastre aquella habitación. Ray estaba sentado en una esquina con las rodillas flexionadas, temblaba y sufría espasmos, sus ojos contenían unas pequeñas lágrimas. A pesar de lo vulnerable que él estaba, se forzó a sonreírme.

—Hola... yo... no podía dormir —me excusé quieto en mi lugar, a pesar de mis incontrolables ganas de abrazarlo. Su mirada reflejaba nostalgia, ¿por qué Ray estaba tan asustado? 

—Yo tampoco puedo hacerlo desde que vine aquí —confesó cerrando sus ojos abrazando fuertemente sus piernas—. Me da algo de miedo la oscuridad, extraño a mis padres, ellos fallecieron hace un par de años. Cada noche los siento cerca y esa sensación no me deja dormir... raro, ¿no es así?.

Sus palabras me dejaron impactado, Ray hablaba de algo tan doloroso con una sonrisa, a pesar del sosiego que trata de expresar le duele la situación. Me acerqué a él y lo abracé. Aparenta ser fuerte y seguro de sí, pero en realidad es muy frágil y vulnerable. 

Siempre le dediqué mi vida al violín, jamás me importó la relación con mi familia o tener amigos, gradualmente me fui quedando solo, lo cual no me importó realmente. Pero... por primera vez estoy interesado en alguien, siento algo muy profundo por Ray desde que hablamos en la cena, quiero que sea Ray quien anime mi solitario y triste corazón. Nos abrazamos muy fuerte aprovechando el calor de otro para reconfortarnos a nosotros mismos.

— Nunca... había estado tan feliz por un simple gesto como lo es este abrazo —admitió Ray. 

Mi corazón se aceleró, esto... es como si me hubiera enamorado a primera vista...Su pecho unido al mío, nuestros corazones palpitando a una velocidad atípica en nosotros, nuestras manos juntas... así pasamos parte de la noche. Después de estar un buen rato abrazados, comenzamos a charlar para desahogarnos, se apoyó en mi hombro para llorar y yo pude hablar con él cosas que jamás le había dicho a nadie. Jamás fui de esos chicos que se la dan de muy machos, más bien soy como un pequeño ratón de biblioteca que es muy sensible. Ray es un chico bastante honesto, suele presumir de las cosas que sabe y tiene, pero eso lo hace ver tierno. 

Empezamos a reunirnos y juntarnos fuera de clases, ninguno de los dos tenía otros amigos por lo que teníamos tiempo de sobra, tampoco es que tuviéramos tantas responsabilidades, apenas tenemos 16 años. Muchos de los chicos de la escuela me decían que Ray era la persona más presumida, engreída y superficial del mundo, pero no es así, yo no formo parte de las personas que de basan en un prejuicio. Sinceramente a Ray y a mí no nos importa el prejuicio de otros. Él y yo disfrutábamos de cosas pequeñas y comunes como jugar videojuegos juntos, ir al cine y otras cosas que hacen los amigos, pero yo no lo sentía así. En mi interior había un sentimiento más profundo que la simple amistad. 

Una noche, en la cual llovía y tronaba fuertemente, me puse a leer. Me gusta leer cuando está lloviendo, aunque los truenos son bastante irritantes. La lluvia no planeaba cesar pronto, de hecho, cada vez era más fuerte. En eso, alguien entró sin ni consentimiento a mi habitación, me iba a enojar, pero al ver el rostro asustado de Ray, preferí no reprochar nada. Ray se aferró a mi pecho mientras nuevamente temblaba, sus piernas flaqueaban con cada turno, mientras sus lágrimas mojaban ligeramente mi camisa.

— Me dan miedo... las tormentas —sollozó con sus mejillas húmedas y rojas. 

Cerré la puerta de la habitación para luego sentarnos en la cama, él me abrazaba y apretaba su agarre cada vez que oía un trueno. Acaricié sus cabellos y le susurraba cosas que podían tranquilizarlo, sin embargo, nada funcionó.

Su mirada cristalizada me rompía el alma, saber que la estaba pasando mal me hacía sentir una horrible sensación en el pecho. Sin pensarlo dos veces, decidí acudir a mi último recurso: besarlo. 

Ya no soportaba más ver su carita llena de dolor, además, verlo abrazándome tan fuerte me hacía malinterpretar las cosas. Uní suavemente mis labios con los suyos, era un beso casto, mi primer beso, tal vez no sea el suyo, tal vez me odie por esto, pero no puedo aguantar más mantener este amor en secreto. Sus lágrimas cesaron mientras correspondía mi beso, aquel dulce acto me causaba una linda sensación en el pecho, me separé de él ya que no soporté la vergüenza, mis mejillas ardían y las suyas también.

—Te amo... —confesó sin mirarme a los ojos, su mirada estaba fija en mis labios, no pude evitarlo más y tome sus mejillas para volvernos a besar.

—También te amo —respondí cuando nuestros labios se volvieron a separar. 

Él usaba un pijama con estampado de helados y caramelos, yo usaba mi pijama de estampado de panda. Cosas tan pequeñas como cruzarnos en el pasillo entre clases hacía que nuestros corazones palpitaran velozmente. Cosas tan pequeñas nos hacían tan felices... Esa noche, mientras afuera llovía descomunalmente, ambos confesamos nuestros sentimientos e iniciamos una relación. Sólo necesitábamos del otro. Él con su guitarra y yo con mi violín.

❤️ GRACIAS POR TU PARTICIPACIÓN Y ENHORABUENA POR EL RELATO Alex-Twain23

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