Cebolla
Microcuento
—¿Otra vez llorando, cielo mío? — preguntó mi madre a mis espaldas, sentada en la mesa de la cocina. Sonreí. Ella siempre tan preocupada por los demás, por el bienestar de todos. Era lo que más me gustaba de su carácter.
—No, mamá —respondí dándole un rápido vistazo mientras me secaba una lágrima. Su sonrisa se ensanchó cuando la miré a los ojos. —Solo estoy cortando cebolla, por eso lloro—mentí señalando con el cuchillo la tabla de madera frente a mi.
Le di la espalda y la escuché reír. Su risa siempre había sido música para mis oídos.
Cuando me giré nuevamente para preguntarle algo, ella ya se había marchado.
Suspiré.
En momentos como ese, y tras haberla enterrado esta mañana, agradecía poder tener el don de ver fantasmas desde niña.
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