El matrimonio es una...
Un día de verano mientras caminaba por el Paseo Marítimo, relajándome con los sonidos provenientes del mar, después de una ardua jornada de trabajo, me senté en unas de las bancas mirando hacia ese mar azul que tanto me atrae.
Trataba de despejar los nubarrones oscuros de mi vida cuando una voz a mi lado llamó mi atención.
-¿Puedo sentarme?-
Un hombre muy guapo pregunto a mi lado, sin embargo estaba tan estresada que le respondí con un encogimiento de hombros. Él tomó la acción como una respuesta positiva y tomó asiento a mi lado. Suspiré por el agobio que sentía.
-¿Cansada?- Con una sonrisa radiante dibujada en su rostro me preguntó.
-Algo- Le respondí. Talvez estaba siendo cortes y trataba de entablar un tema de conversación pero mis ánimos no estaban para hablar, solamente quería escuchar el mar..
-No hablas mucho- Dijo el hombre.
-Aprecio el silencio- Dije para que entendiera que no deseaba hablar.
-Me llamo Adrián. ¿Y tu como te llamas?- Se presento.
-Mira, no quiero ser pesada, pero amo el silencio. Vengo a este lugar porque me gusta oír los sonidos del mar. Ellos me calman-
-Lo siento. Es que te he visto venir muy seguido y siempre lo haces en solitario. Creí que te gustaría la compañía-
-No cuando vengo aquí. Aquí vengo porque no hay personas, salvo hoy- Le digo ya que quiero que se valla o se calle.
-Entiendo. Entonces escucharé el mar en silencio- Al fin se va a callar.
....
El tiempo pasó y cada vez que venía, Adrián se acercaba y guardaba silencio, respetando lo que le había contado la primera vez que hablamos o hablo él; así paso hasta que me acostumbré a su presencia, lo extrañaba cuando no venía, claro esta que nunca se lo hice saber, eso lo guardaba para mi.
Adrián supo jugar, medio mi espacio y gano con el tiempo cierto grado de confianza al punto que una vez me invitó a salir a comer en un pequeño lugar al centro de la ciudad, muy acogedor y familiar, la cena fue divertida, al terminar me dejó en mi casa sin hacer insinuaciones de ningún tipo, pero muy en el fondo sabía que moría por que lo invitase a pasar la noche. Pero no. No era para tanto.
Cuando la confianza fue más sólida me pidió el número de mi móvil y él me dio el suyo, yo no era tan fan de estar mensajeando así que él era el que constantemente me los enviaba, obviamente le respondía, al punto que cuando no enviaba ninguno era yo la que me veía enviándolos.
Le presente a los escasos amigos que tenía y él me presentó a alguno de los suyos y logramos hacer un grupo para salir de juerga los fines de semana en grupo, era extraño y nuevo para mí ya que yo era una persona poco sociable, era más de estar conmigo misma.
Un fin de semana me invitó a salir de paseo por el mar, en un pequeño crucero visitamos una isla, fue divertido, lo que menos me imaginé de ese viaje es lo que Adrián había planeado. Ese día se envalentonó según él y me pidió que fuese su novia, nunca había tenido un novio, era nuevo para mi; lo acepté porque ya mi corazón latía exclusivamente por él aunque no quisiese admitirlo, tenía miedo de perder mi independencia.
Ese día al regresar del viaje esperaba regresar a mi casa pero no había imaginado que Adrián había alquilado una habitación de un hotel para quedarnos y pasar la noche. Al llegar a la habitación él quería celebrar como él creía que debía ser "con sexo incluido" pero esta nena no estaba preparada para dar este paso en la relación que recién formalizamos. Lo que en realidad tenía miedo era que todo esto fuese un juego para Adrián. Adrián estaba tan ebrio que cuando salí de la ducha estaba dormido, me vestí rápidamente y salí del hotel sin mirar atrás.
Al día siguiente después de cumplir con mi jornada de trabajo, él estaba esperándome en su auto, estaba de los diablos, lo había dejado en una habitación de hotel solo y tras de eso no le había contestado el móvil en todo el día. Al llegar a mi casa entramos y tuve que explicarle que no estaba preparada para dar ese paso, que cuando lo estuviese se lo diría.
Tras una semana sin vernos, Adrián llego a mi casa para ver que sucedía, estaba con una gripe que ni siquiera había encendido el móvil para nada, llego y mi madre le recibió contándole que estaba enferma mi madre iba de día de por medio a visitarme y saber que estaba bien.
Él entró a mi habitación y mi madre siguió mirando la televisión, hablamos y me dijo que él tenía el remedio perfecto para la maldita gripe que no quería irse.
-Haber dime; ¿Cuál es esa cura para la gripe que tú conoces?- Lo increpé.
-Quítate la ropa y has silencio- Me ordenó, lo hice porque me dio la gana y no porque él me lo ordenara, quería que la maldita gripe se fuera. Me quité la ropa y me metí de nuevo entre las sabanas, Adrián me siguió posicionándose detrás de mí, lo que no imagine era que tendríamos sexo como medicina y tras de eso mi madre estaba al otro lado de la puerta.
Entró dentro de mi tan despacio como pudo contenerse y yo tuve que acallar mis gemidos mordiéndome la mano. Entraba y salía de mí tan despacio que sentía que moriría, mientras yo iba en busca de sus caderas y el se sostenía de mis pechos masajeándolos, aumentando el placer que sentía. Esa fue nuestra primera vez. Fue como la cura mágica el sudor de la excitación mando a la mierda la gripe, ya no me sentía enferma y lo mejor de todo era que mi madre ni se había enterado, el saber que ella estaba ahí fue como un plus para aumentar el placer.
Tras varios meses de relación Adrián me propuso matrimonio, no le di la respuesta de inmediato por que no estaba preparada para dar ese paso, pero mis sentimientos hacia él día con día crecían hasta el punto de doler cuando no nos veíamos. La presión de él y la de mi madre me hicieron responderle afirmativamente a la respuesta, todo se organizó en tiempo récord y en un abrir y cerrar de ojos estábamos casados.
Pronto conseguimos el que sería nuestro hogar. A los pocos meses de casados se nos vino la noticia de que seríamos padres; yo no estaba muy feliz por ellos porque consideraba que era muy rápido, pero ya no había nada que hacer, Adrián estaba que no se cambiaba por nadie, soñaba con que el bebe sería su primer hijo barón el que llevará su apellido y el nombre de su familia, a mi me daba igual si era niño o niña, sería el producto de nuestro amor.
A los cinco meses de gestación Adrián en su alegría concertó una cita con el radiólogo para conocer el sexo de nuestro bebe, pero como no todo es como se quiere las aspiraciones de Adrián se vinieron al suelo ya que tendíamos una niña y no el barón que él tanto anhelaba. La cara de decepción de Adrián lo dijo todo
Ahí comenzó todo.
-Me siento decepcionado- Me dijo.
-¿Y eso a que se debe?- Pregunté.
-Tendremos una niña. Pero sé que soy yo quien da el sexo a los bebes- Dijo.
-Lo importante aquí es que esta sana. Es lo único que debe importar ahora- Dije molesta. A mi me era indiferente el genero del bebe igual lo amaría porque era el fruto de nuestro amor.
Los días pasaron y la conducta de mi esposo había cambiado ya no almorzábamos juntos y tampoco llegaba para la hora de la cena, con el tiempo eso fue una constante salvo los días libres, que la pasábamos juntos. Por las noches era frío, ni se inmutaba cuando se hacían presentes los vómitos por los achaques del embarazo, me sentía tan débil por la mañana que ni lo sentía levantarse. Infinidades de veces tuve que soportar sus reproches por irse al trabajo sin desayunar.
Las salidas con sus amigos se hicieron más frecuentes y llegaba las orejas de ebrio, el simple aroma a alcohol me repugnaba, ni le permitía que me abrazara. En teoría todo era manejable hasta que un día me encontré con una amiga en común.
-¿Nena todo va bien entre Adrián y tu?- Pregunto mi amiga.
-Si. ¿Por qué lo preguntas?-
-No, no es nada-
-Es algo, de lo contrario no lo preguntarías- Dije molesta.
-Hay, nena es que si te dijo puedo meterme en problemas- Dijo preocupada mi amiga.
-Tranquila que yo no diré nada- Dije para tranquilizarla.
-Mira, es que no se como decírtelo-
-Sólo dilo y ya-
-Es que ya van varias veces que miro a Adrián con otro mujer- Dijo sin parar. Mi mundo en ese momento se detuvo.
-Bien por él-Dije y a los minutos me despedí y me marché a la casa.
La indiferencia y los malos ratos se hicieron más constantes, hasta llegar a la agresión sicológica. Ya nada de lo que hacía estaba bien, ni ir a comprar la despensa quería hacer. Se iba de un pronto a otro a disque la casa de su madre a visitarla, pero muy en el fondo sabía que era mentira y yo estúpidamente lo aceptaba. ¿Dónde estaba la chica segura de antes? Me preguntaba constantemente.
Del estrés mis idas y venidas al hospital se hicieron constantes, pero Adrián no tenía tiempo para estar conmigo en esos momentos porque su trabajo le demandaba mucho tiempo.
El día del parto llegó, los mensajes y llamadas a Adrián iban con desespero, pero el teléfono parecía apagado porque no contestaba, mi madre me acompañó en el parto, tomando el lugar que debería ocupar mi querido esposo, la niña nació y fue bien recibida por mi madre y por mí. A la visita del día siguiente Adrián tampoco apareció n respondió, mi madre si llego a verme, pero traía cara de pocos amigos.
-He ido a buscar a Adrián al trabajo y me han informado que esta de vacaciones-
-¿De vacaciones?- Pregunté sorprendida, no me lo había contado en ningún momento, bueno tampoco era que hablásemos mucho en estos tiempos.
-No lo sabías, ¿Verdad?- Pregunto sabiendo la respuesta. Pero decidí callar.
Adrián no apareció hasta dos días después de habernos dado el alta médica. El muy hijo de su madre ni siquiera trato de inventar ni una excusa, pero me calmó con las migajas de amor que nos brindó a su hija y a mí. Nos tomó fotografías a ambas.
Pasaron cuatro meses cuando todo se fue a la mierda, sin darme cuenta Adrián había vendido nuestra casa y le había pedido a mi madre que nos permitiera a nuestra hija y a mi vivir en la casa en la que había vivido antes de casarnos, con la escusa de que había encontrado otro trabajo mejor remunerado y que cuando se estableciera nos iríamos a vivir con él de nuevo.
Mi corazón se hacía rompía una vez más, vivir alejadas de él o él de nosotras me confirmaba que ya no había amor que lo más probable ya había alguien más ocupando mi espacio en su cama y nosotras no teníamos cabida en su vida, Adrián se marchó y sin más nos dejó a ambas en el olvido.
Cuando volvía a mi lugar de trabajo fue un paliativo a mi sufrimiento, a pesar de todo lo que Adrián me hacía lo amaba profundamente, pero la llegada del cartero termino por hacerme poner los pies sobre la tierra, él tría la sepultura de mi amor, una carta de Adrián para mí; en ella expresaba lo que no tenía valor de decir de frente.
"Lo siento, ya no te amo y he encontrado a otra persona que me complementa, a la niña nunca le faltará nada. Pronto te llegará la solicitud de divorcio por favor fírmala.
Siempre había pensado que el matrimonio no era para mí, Adrián falsamente me hizo creer que lo era, al menos tenía a mi hija que era mi fortaleza y mi razón de vida.
Hoy confirmo que el matrimonio es una mierda, que te atrapa y te lastima.
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